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“El Señor se fía de nosotros y nos ha dado el don de cuatro hijos a los que cuidar”

José Manuel e Inmaculada son padres de cuatro hijos. Tras cinco abortos, los médicos desaconsejaron seguir intentando ser padres, pero su apertura la vida.

¿Cuánto tiempo duró vuestra etapa de infertilidad?

En nueve años de matrimonio tuvimos ocho embarazos, alternándose los tres hijos que nacieron sanos con los cinco abortos. Se trata de un tipo de infertilidad secundaria.

¿Cómo afrontasteis ese periodo de tiempo?

Sin duda ha habido momentos difíciles, pero gracias a que vivimos el noviazgo y después el matrimonio dentro de la Iglesia Católica hemos experimentado el amor y la misericordia que Dios ha tenido y tiene con nosotros. Hemos descubierto que la voluntad del Señor es lo mejor para nosotros, y por eso siempre nos hemos fiado de Él, y desde el primer momento hemos vivido con la apertura a la vida de la que habla la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, recibiendo responsablemente los hijos que Dios nos da. El primer mes de casados nos quedamos embarazados, y tuvimos a nuestra primera hija. Suponemos que el tener hijos vivos ayuda a superar el duelo por un aborto, aunque cada hijo es único y no se puede reemplazar su falta.

¿Quién os ayudaba cuando se producía un aborto?

Tenemos la suerte de pertenecer a una comunidad neocatecumenal, donde nuestros hermanos y catequistas siempre nos han animado y acercado la Palabra de Dios. En esos momentos tan dolorosos, el Señor nos ha consolado como Padre, hemos comprendido que la vida es suya y que esos hijos no los hemos perdido, sino que están esperándonos en el cielo, intercediendo por nosotros.

¿Cambiasteis mucho a raíz de esta circunstancia en relación a vuestra familia y amigos?

No consideramos que nuestras relaciones hayan cambiado. En ocasiones, hemos tenido incomprensión a nuestro alrededor por el hecho de seguir abiertos a la vida. Nosotros no pretendemos tener muchos hijos, pero si Dios quiere darle la vida a otro hijo nuestro, ¿quiénes somos nosotros para impedirlo?

Con tres hijos, los médicos llegaron a deciros que no tendríais más hijos vivos, ¿cuál fue vuestra reacción?

Sin una explicación científica que nos aclarase el motivo de los abortos, no nos quedábamos conformes, ya que las únicas razones que nos dieron los médicos eran que había sido mala suerte, la casualidad, por el azar de la genética, que esos hijos “no venían bien”, que teniendo tres hijos sanos no teníamos problemas de fertilidad, que no tuviésemos más hijos porque ya con tres era suficiente… Incluso una doctora llegó a decirnos que ya no podríamos tener más hijos vivos sin tener un fundamento en el que basarse.

¿Qué sentido dais a esta experiencia?

Esta experiencia nos ha ayudado a ver el grandísimo amor que Dios nos tiene. En esos acontecimientos, que a nosotros nos metían en un sufrimiento profundo de muerte, nos encontramos con Jesucristo que da la vida por nosotros, vence a la muerte y resucita. Por eso, nosotros hemos podido volver a estar contentos. Comprendimos que la vida la da el Señor, que nosotros no podemos controlarlo todo, que no podemos programar los embarazos, y estamos agradecidos, porque a pesar de nuestros muchos pecados, de que no somos unos padres perfectos (muchas veces nos agobiamos, enfadamos, cansamos, etc.) el Señor se fía de nosotros y nos ha dado el don de cuatro hijos a los que cuidar, educar y querer. Además, nos sentimos llamados a la misión y a compartir toda esta gracia que nosotros hemos recibido gratis y que quizás pueda ayudar a otras personas que puedan pasar por la misma situación.

¿Cómo conocéis la naprotecnología después de que los médicos no encontraran explicación a vuestra “infertilidad”?

Después del último aborto que tuvimos, leímos un artículo sobre Naprotecnología en la revista semanal “Iglesia en Córdoba” de nuestra diócesis. Quien escribía el artículo era la Dra. M.V. Mena y presentaba la Naprotecnología como un método para averiguar la causa de la infertilidad. Fue la noticia que estábamos esperando pues no nos quedamos conformes con las explicaciones que nos habían dado los médicos. Además, si volvíamos a quedarnos embarazados, queríamos hacer todo lo posible para que fuese bien.

¿Cómo os acogieron en Naprotec?

Con mucha cercanía y sobre todo, sinceridad: no nos prometían que no volviese a abortar, pero sí que se llegaría a la raíz del problema, y eso es muy importante para poder solucionarlo. El acompañamiento de la monitora María Fernández de Mora y de la doctora Helena Marcos, a través de videoconferencia, fue de gran ayuda, dándonos confianza y ánimos en todo momento. Empezamos el curso del método Creighton y en unos cuatro o cinco meses ya tenía un diagnóstico por parte de la Dra. Marcos: Soy celiaca (esto puede provocar aborto), déficit en algunas vitaminas y una disfunción lútea. Estos problemas nunca me fueron investigados por los otros médicos que visité, especialmente en la Seguridad Social. La Dra. Marcos nos puso un tratamiento para corregir el estado de las vitaminas y las hormonas, además de la dieta sin gluten, y en dos meses de tratamiento ya estábamos esperando a nuestro hijo Juan. Durante el embarazo tuve un tratamiento de heparina (por los antecedentes obstétricos) y de progesterona. Tuve que defender el diagnóstico y tratamiento ante varios médicos que siguieron el embarazo, pues a algunos les parecía un tratamiento erróneo, pero la verdad es que ha funcionado perfectamente y nuestro hijo ha nacido sano.

¿Cuál es vuestro mensaje para matrimonios que estén en una situación de infertilidad?

Pues sí han tenido abortos, les invitaríamos a acercarse a Dios, ya que esos hijos están en el cielo esperándonos. En cualquier caso, que busquen el motivo de su infertilidad, ya que puede estar causada por muchos factores que tienen tratamiento. Además, es importante preparar el estado general de salud antes del embarazo para acoger a los hijos.

¿Cómo es la vida con cuatro hijos en casa?

Pues creemos que es una vida bastante normal. En nuestro ámbito familiar y social más cercano nos relacionamos con matrimonios con más hijos, así que nunca hemos considerado que seamos una familia súper numerosa. Para nosotros es estupendo, porque nos hacen estar en constante movimiento, y realmente son una alegría para nuestra vida. Es cierto que hay momentos en que podemos estar más cansados, pero se olvidan enseguida cuando te dan un abrazo.

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