En el verano de 2018 se llevó a cabo el primer campamento interreligioso con niños y niñas musulmanes y cristianos de entre 10 y 15 años. Fue organizado por la Delegación de Ecumenismo, de la que Laura Vega es voluntaria, y Diálogo Interreligioso y la Asociación de Jóvenes Musulmanes de la Mezquita de Fuengirola, y surgió de la invitación del papa Francisco a construir una cultura de encuentro entre las distintas religiones.
Este campamento supuso un punto de inflexión en mi vida. En aquel momento, estaba atravesando un profundo desierto en la fe que amenazaba con ser permanente. Lo que comenzó como una ayuda puntual resultó ser mi propio Damasco, donde el Señor me tiró del caballo y me hizo volver a encontrarme con Él.
Puede resultar paradójico que precisamente la convivencia con personas de otra religión te lleve de vuelta a Jesús, pero así fue. Durante el campamento, me planteé cosas que jamás me había planteado. Especialmente, me pregunté por qué era cristiana. ¿Había sido cosa de familia o realmente había tenido un encuentro con Jesús? Progresivamente, dedicándole tiempo a la reflexión y a la oración, me di cuenta de que, efectivamente, yo sí había tenido ese encuentro. Fueron unas semanas intensas donde fui volviendo a ese Amor Primero –del que tanto habla siempre mi sacerdote– , rememorando ese primer encuentro, donde el Señor me llamó y me enamoré de Él.
Acercarme a personas de otra religión ha sido un gran regalo, pues el diálogo y la reflexión que brotan del respeto y la convivencia, siempre traen experiencias positivas. Este campamento giró el timón de mi barco hacia una relación mucho más profunda con Dios y una mayor implicación en la Iglesia. Este campamento me hizo estar donde estoy ahora y por siempre estaré profundamente agradecida.
Ana María Medina