Solemne Misa de Navidad, la que presidió el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, este 25 de diciembre en la Catedral de Jaén.
Cientos de fieles quisieron celebrar el Nacimiento del Hijo de Dios en la Eucaristía de 12 de la Catedral. Junto al Obispo, concelebraron el Deán y Vicario General de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas así como miembros del Cabildo Catedral.
Al inicio de la celebración, que contó con el acompañamiento musical de las voces de la Escolanía de la Catedral, bajo la dirección de Cristina García de la Torre, el Prelado incensó el hermoso Niño Jesús, que se encontraba a los pies del presbiterio.
El diácono, Jesús Llopis, proclamó el Evangelio y realizó el servicio del altar junto a miembros de la Hermandad de la Buena Muerte.
Homilía
El Obispo de la Diócesis del Santo Reino comenzó su predicación homilética felicitando la Navidad a todos los fieles congregados. Para después explicar, «La Iglesia nos ayuda a vivir nuestra fe y nos acompaña en el crecimiento de nuestra fe, para que crezcamos como cristianos, que no es otra cosa que parecerse e identificarse con Cristo». Don Amadeo recordó la Eucaristía de Nochebuena, que él mismo había presidido también en el primer Templo de la Diócesis, así como al Misa de la Aurora, para reflexionar sobre lo que la Iglesia nos pide en cada una de ellas, que es una actitud distinta. En este sentido afirmó que «para que suceda algo en nuestra vida el día de Navidad tenemos que celebrarlo como los que se sorprenden, porque esto siempre es sorprendente. ¿Quién puede explicar lo que sucede en Navidad? Solo se puede explicar desde la fe y se puede llegar a entender eso que recordamos vuelve a suceder en nosotros cada vez que lo celebramos. Y vuelve a ser una sorpresa, y un motivo de alegría y de ilusión y una motivo para renovar nuestra esperanza».
El Prelado jiennense explicó en su homilía que «nuestra condición humana había sido elevada a la condición divina porque Dios ha querido venir entre nosotros, estar entre nosotros para que nosotros podamos participar en la vida divina. Participamos por la gracia, por la bondad que Dios pone en nuestros corazones».
Para concluir su predicación, el Obispo de Jaén afirmó que «hoy, día de la Navidad, es un día grande, feliz, es un día para meditar el misterio de lo que ha sucedido, de lo que sucede por la Encarnación redentora del Hijo de Dios».
Después de impartir la solemne bendición, el diácono acercó el Niño Jesús hasta el Obispo para adorarlo y después fue él quien se lo dio a besar al resto de los concelebrantes, para después ofrecérselo a besar al pueblo fiel.
La Escolanía de la Catedral, ya en el presbiterio, felicitó con un villancico a todos los congregados.