El patrimonio cultural inmaterial recoge la tradición no tangible de una comunidad. Abarca danzas, costumbres, juegos, deportes, expresiones orales, música, rituales, saberes, prácticas, habilidades, representaciones, fiestas, folklore, tradiciones culinarias…En este terreno, la Iglesia católica posee una riqueza extraordinaria que encuentra su culmen en la liturgia, que merece capítulo aparte.
La fe está íntimamente vinculada a la alegría, por eso la fiesta es parte esencial de la vida de la comunidad cristiana, y de su patrimonio intangible. La Iglesia ha sabido festejar los hitos de su historia con acontecimientos de regocijo. De hecho, “fiesta” significa “día de devoción”. Si Cristo entra en el espacio y en el tiempo consagrándolo, el cristiano resacraliza el tiempo con el festejo. La fiesta se convierte en unidad de tiempo que marca la frontera entre lo ordinario y lo extraordinario.
La mayor parte de nuestras fiestas y tradiciones culturales tienen un origen religioso: Navidad, Epifanía, Semana Santa, Pascua, Romerías, Fiesta de las cruces, Ferias, verbenas, fiestas patronales, festividades populares, el descanso del Domingo, e incluso el Carnaval, como elemento opuesto a la Cuaresma. Muchas prácticas piadosas han dado origen a tradiciones milenarias vinculadas a imágenes, a devociones, al rezo del rosario u otros tipos de oración. Todas ellas son fruto de la fe sencilla del pueblo, que ha gestado expresiones bellísimas como los altares callejeros y las decoraciones del suelo y balcones para la fiesta del Corpus Christi, los rezos cantados de los campanilleros de la Aurora, las batallas de tambores, las representaciones teatralizadas de historia sagrada, especialmente la Pasión, los Autos Sacramentales, el montaje del Belén, los grupos de “mochileros” cantando villancicos, la Cabalgata y regalos de los Reyes Magos, las procesiones de penitencia y de gloria, las cuadrillas y cuarteles, las saetas, los danzantes y su indumentaria, las peregrinaciones, las noches de vela en Santuarios, los cultos a los santos patronos de cada localidad, los exvotos, las hogueras de la Candelaria, la quema de “los peleles”, los huevos de Pascua, los hornazos, las gachas, la repostería conventual, y tantos otros gestos aparentemente insignificantes que han calado en nuestra sociedad, como saludos, modismos y costumbres domésticas.
La cultura cristiana es la cultura de la fiesta.
Mª José Muñoz López
Directora del Museo Diocesana