Continúan los artículos dedicados a la enseñanza de la oración del sacerdote Adolfo Ariza.
Didáctica de la oración cristiana
Fundamentos (I)
No cabe una verdadera didáctica donde no se conocen con nitidez los fundamentos de una enseñanza. De ahí que sea muy necesario comenzar por subrayar los fundamentos de la enseñanza de la Iglesia sobre la oración cristiana. Para tal propósito es especialmente clara la respuesta que el Catecismo de la Iglesia Católica propone al responder a la pregunta ¿Qué es la oración? El Catecismo responde presentándonos la oración desde tres conceptos claramente presentes en la Sagrada Escritura: Don, Alianza y Comunión.
Así, la “quintaesencia” de la oración cristiana es descrita, en primer lugar, como “el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre” (CCE 2560); tal y como el mismo san Agustín expresaba: “Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él” (El poeta francés Charles Péguy lo hacía con un grafismo singular: “Aterrador amor, aterradora caridad […] el Creador tiene necesidad de su criatura , se ha puesto en posición de tener necesidad de su criatura. No puede hacer nada sin ella”). En segundo lugar, la oración – cuyo lugar por excelencia es el corazón del hombre: luego “es el corazón el que ora” (cf. CCE 2562-2563) – “es una relación de Alianza ente Dios y el hombre en Cristo”; no en vano “brota del Espíritu Santo y de nosotros” y es “dirigida al Padre, en unión con la voluntad humana de Hijo de Dios hecho hombre” (CCE 2564). Y finalmente la oración es Comunión: “La vida de oración es estar habitualmente en presencia de Dios, tres veces Santo, y en comunión con Él. Esta comunión de vida es posible siempre porque, mediante el Bautismo, nos hemos convertido en un mismo ser con Cristo” (CCE 2565).
Si bien, en esta tarea de identificar los fundamentos de la oración cristiana, conviene recordar que “la oración no se reduce al brote espontáneo de un impulso interior: para orar es necesario querer orar. No basta solo con saber lo que las Escritura revelan sobre la oración: es necesario también aprender a orar” (CCE 2650). De ahí que la Iglesia, Madre y Maestra al mismo tiempo, nos introduzca a través de su Tradición en el único “camino teologal de nuestra oración” que es la oración de Jesucristo al Padre (cf. CCE 2607). Camino que somos invitados a recorrer contemplándole a Él en oración, escuchando su enseñanza sobre la oración y, finalmente, conociendo cómo acoge nuestra plegaria (cf. CCE 2598): “El Hijo que se ha hecho siervo, es el Señor, el Pantrocrator. Nuestro Sumo Sacerdote que ruega por nosotros es también el que ora en nosotros y el Dios que nos escucha” (CCE 2749).
Adolfo Ariza Ariza
Delegado Diocesano de Catequesis
Director y profesor del ISCCRR Beata Victoria Díez