El pasado día 9 de septiembre, las parroquias de Bailén daban la bienvenida a su nuevo párroco, D. Manuel Ángel Castillo Quintero. La celebración eucarística tuvo lugar en una abarrotada iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación. Presidida por el Vicario episcopal de Comunión y Coordinación, D. Andrés López Ángeles, y concelebrada por un buen número de sacerdotes que quisieron acompañar al nuevo párroco de La Encarnación, El Salvador y San José Obrero que, junto con D. Manuel Ángel Sánchez Rodríguez, llevarán la cura pastoral de la porción de pueblo de Dios de Bailén.
Tras la lectura del documento por el que el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, declaraba el nuevo nombramiento, D. Manuel Ángel hacía pública su profesión de fe ante las nuevas comunidades que le han sido confiadas, así como el juramento de fidelidad.
El Vicario de Comunión y Coordinación, D. Andrés López Ángeles, destacaba en su homilía algunas de las cualidades del nuevo párroco in solidum de Bailén: el celo pastoral, su capacidad para hacer buenos discernimientos sobre lo que conviene a la comunidad,…así como indicaba a los fieles presentes que recibían a un buen párroco. Señalaba también su buena labor en sus cargos anteriores tanto en el Seminario, como en la parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual de Jaén, así como en la Delegación de Juventud.
Al concluir la homilía, tuvo lugar la renovación de las promesas que el nuevo párroco hizo en su ordenación sacerdotal. Continuaba la liturgia eucarística y tras la distribución de la comunión, el Vicario entregaba al nuevo párroco las llaves del Sagrario.
Después de la oración de poscomunión, D. Manuel Ángel dirigía unas breves palabras a su nueva comunidad, destacando su enorme agradecimiento a Dios por el regalo del sacerdocio. Agradecía finalmente a Dios el haberle enviado a “la Iglesia de Bailén, a la Encarnación, a El Salvador y a San José con un enorme gozo”, y los invitaba a todos a seguir caminando como iglesia unida.
Tras la bendición final, el nuevo párroco saludaba a sus nuevos fieles y finalizado los saludos, los invitaba a un abundante ágape fraterno.
Antonio Blanca
Seminarista
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