Fran, Ángel y Rafael, el párroco de Arriate son tres deportistas cristianos que se pusieron en camino para llevar la alegría de la fe al triatlón. A finales de agosto cumplieron uno de sus objetivos, participar juntos en un Ironman (3,86 km de natación, 180 km de ciclismo y 42,2 km de carrera a pie), en cuyos preparativos incluyeron la celebración de la Eucaristía.
La experiencia comenzó así: «Un día recibí una llamada de un Ángel, que me llamaba desde Ginebra, y buscaba al Padre Carito. No salí de mi asombro cuando me contó que había conocido mi historia deportiva por internet y, desde entonces, él y su amigo Fran, cordobés que también vive en Ginebra, me andaban buscando para compartir la experiencia de la fe y el deporte», así explica Rafael Caro, sacerdote malagueño y párroco de Arriate, cómo comenzó el proyecto en el que se encuentran embarcados. «Queremos crear una plataforma en la que contemos nuestra experiencia sobre cómo, desde el deporte, encontramos a Dios en nuestra vida y crece nuestra espiritualidad. Queremos contarle esto a la gente pues, en una competición de 2.000 personas, podemos estar 800 cristianos, pero no lo sabemos», explica Rafael Caro.
Fue un documento vaticano: “Dar lo mejor de uno mismo”, sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana, publicado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el que puso en movimiento al párroco de Arriate. «En este documento, el papa Francisco habla a los deportistas del valor del esfuerzo. Cuando lo escribió me dio muchísima alegría porque necesitaba algo así en mi vida. Explica que «nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en los corazones de los seguidores de Cristo. El deporte es universal y ha alcanzado un nuevo nivel de importancia en nuestro tiempo y también, por eso, encuentra un eco en el corazón del Pueblo de Dios. La Iglesia entiende a la persona humana como una unidad de cuerpo, alma y espíritu, y busca evitar cualquier tipo de reduccionismo en el deporte que rebaje la dignidad humana. La Iglesia se interesa por el deporte porque le interesa el hombre, todo el hombre y reconoce que la actividad deportiva incide en la formación de la persona, en sus relaciones, en su espiritualidad», explica.
Entre los proyectos que se habían propuesto estaba competir juntos en un “Ironman”, todo un reto deportivo que vivieron hace unas semanas en la ciudad francesa de Vichy.
«Nos propusimos hacer el Ironman de Vichy para hacer realidad ese proyecto de espiritualidad cristiana y deporte en nuestra propia vida, y la experiencia ha sido genial», explica Rafael Caro.
Los días previos siempre se dedican a la recogida de dorsales y la preparación del material, «pero nosotros le unimos algo más», recuerda emocionado Rafael, «la víspera de la competición nos propusimos celebrar juntos la Eucaristía en un parque cercano al punto de salida y así lo hicimos. Poco a poco se fue acercando gente y, sin darnos cuenta, estábamos celebrando una Eucaristía internacional con un grupo de deportistas el día previo al Ironman».
Los tres llegaron a la línea de meta cumpliendo todas las expectativas deportivas y «con la satisfacción de poder compartir la fe con otros deportistas».
Y cuando recuperaron el aliento hicieron «una oración de acción de gracias a Dios por haber posibilitado nuestro encuentro, el habernos conocido y el poder compartir nuestra fe. En 2018 comenzamos esta aventura que queremos seguir compartiendo pues el deporte nos acerca a Dios y eso es lo que queremos seguir transmitiendo a muchas más personas».
Encarni Llamas Fortes