Carmen Quero ha querido dedicar esta semblanza al sacerdote de la diócesis Willy Lokfumo, fallecido el día 3 de diciembre, a los 51 años de edad.
Entre el recuerdo y la nostalgia sostengo mi alma mientras traigo a mi memoria tantos momentos que mi familia pudo compartir contigo, amigo. Doy gracias al Padre por dejarnos disfrutar de tu compañía en los cumpleaños,comuniones,confirmaciones de mis hijos, en las pascuas, en nuestras reuniones familiares o en las presentaciones de mis libros.
Gracias por decir siempre si, por tu disponibilidad, por tu simpatía con todo el barrio, por tu disposición en los distintos quehaceres, sabias hacer tanto de albañil, como de pintor, como de electricista o de cualquier trabajo que tuvieras que hacer para mejorar nuestra parroquia.
Has sabido ser una buena persona, un buen amigo y sobretodo un buen ministro de Dios, incansable siempre dispuesto a ayudar a nuestro barrio, a tus parroquianos, siempre dispuesto a hacer sonreír a los mas pequeños, a visitar a los mas frágiles, dispuesto a dar una palabra de aliento a los enfermos. En una palabra, incondicionalmente entregado. Puedo escuchar tu risa entremezclada con los niños en las catequesis, recuerdo cuando al venir a mi casa nos pedías el azúcar para añadir a las lentejas o al cocido, o cuando mis hijos y mi sobrina se ponían alrededor de ti para que le contaras historias de tu pueblo, o cuando cada vez que me viste en la calle me preguntabas por mi tribu, te contemplo en la retina de mi memoria haciendo el fufú que tanto te gustaba en nuestra casa o como cuando cada vez que te preguntábamos como iba tu salud, repetías siempre que estabas bien.
Doy gracias al Padre por dejarnos conocerte en este tiempo de la vida, por ofrecernos tu amistad, nos sentimos apenados por lo doloroso que resulta la partida de un amigo, pero al mismo tiempo nos sentimos alegres de que ahora ya no estés atado a la enfermedad, al dolor y a los límites que da este mundo. Nos sentimos alegres de que estés feliz en la casa del Padre.
Descansa en la Paz de nuestro Señor, amigo. Hasta que volvamos a vernos.
ABRAZO ETERNO
En el abrazo infinito del más santo, duermes, abrazando el sueño más solemne, el deseo más bello y traspasado el velo, llega tu alma blanca a la ansiada meta de descanso eterno.
Dios te regaló alas que batir en altos vuelos, aunando culturas, eligió el Padre tus manos de ébano, para consagrar Su sangre, para bendecir Su cuerpo y quiso el Señor darte el vestir de tu alba de resignación y entrega, de obediencia sin límite, de sabiduría, paciencia, para combatir maldades y santificar al Dios supremo.
A tu espalda la cruz,en la penitencia el silencio,en tu adiós el linguee ancestral de tu pueblo, en tus amigos las lágrimas y en los hombros bendecidos de quienes sacaron tu féretro, recuerdos y rezos.
Carmen Quero López-Camacho
