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Apostolado Seglar: «Nos sostiene la esperanza de Cristo»

La Delegación de Apostolado Seglar envía un mensaje de ánimo a los responsables y miembros de grupos parroquiales adultos y a las asociaciones de apostolado seglar.

«En este tiempo de incertidumbre y de dolor para tantos hermanos, el equipo permanente de la Delegación desea transmitir un mensaje de ánimo y de esperanza, en las circunstancias concretas en las que os encontréis vosotros, vuestros seres queridos y vuestras comunidades». Así empieza este mensaje que ha sido enviado desde la Delegación de Apostolado Seglar en estos tiempos que obligan a los católicos a estar lejos de sus comunidades parroquiales y movimientos.

«No es suficiente el optimismo que, sin acoger la dureza de la situación, piensa sin más que “todo irá bien”; a los cristianos, en cambio, nos sostiene, de forma mucho más firme, la esperanza, que asume la cruz sabiendo que se ha convertido, por Cristo, en camino de vida. Con esta esperanza, nos acercamos a todos los que necesiten una presencia, una palabra y cualquier ayuda concreta. La Iglesia, en estos días, no ha cerrado por vacaciones. Mientras muchos de nuestros templos deben permanecer cerrados, la Iglesia está formada por todos y cada uno de nosotros. Y en estas circunstancias, todos y cada uno seguimos recibiendo del Señor su llamada y su envío, que hace de nosotros Pueblo de Dios en camino, Pueblo de sacerdotes, profetas y reyes. Por eso mismo, sigue siendo grande la tarea que nos ocupa, a cada uno y a nuestras comunidades y asociaciones. Es tiempo propicio para vivir con hondura y anunciar con convicción la alegría del Evangelio. Lo que los cristianos tenemos que ofrecer en este tiempo es, no lo dudemos, “de primera necesidad”.»

«Primeramente, la gente necesita, ahora más que nunca, nuestra oración. Y esa ha sido la primera respuesta que quizá ha ocupado a muchos, que habéis hecho más patente en estos días que vuestros hogares son una Iglesia doméstica. Orar compasivamente por todos, especialmente por aquellos a quienes esta epidemia puede provocar más estragos: los más débiles y los pobres. Orar unidos espiritualmente en la Eucaristía, que nuestros sacerdotes siguen celebrando cada día en comunión con toda la Iglesia y en favor de todos, a la espera de poder celebrarla gozosamente juntos en una gran fiesta de acción de gracias cuando pase la epidemia. Pero la respuesta, bien sabéis, debe concretarse también en los gestos de caridad que, sin duda, habéis empezado a realizar en vuestro entorno familiar, vecinal, parroquial. Esos gestos han de tener una continuidad y ampliarse con imaginación creativa en la etapa que probablemente se avecina, que reclamará de todos una actitud de solidaridad y de entrega a la altura de las necesidades y de la vocación cristiana. Además, la palabra oportuna y el anuncio explícito de nuestra esperanza en Cristo pueden abrir muchas situaciones que humanamente parecerían callejones sin salida.»

«La Palabra del Señor es promesa de salvación, que cuando se acoge en el corazón nos muestra un horizonte nuevo. No dejemos de anunciar y de ayudar a crecer en el conocimiento del Señor, de su poder y de su misericordia. Lo necesitan los que flaquean en la esperanza, los que están más solos y desvalidos, los jóvenes que ven interrumpidos sus proyectos, los que han perdido el empleo o temen la ruina de sus negocios… De forma inmediata, lo necesitan quienes aguardan con angustia su curación en los hospitales y sus familiares, y otros que han perdido desgraciadamente a algún ser querido, arrebatado por esta plaga sin poder despedirlo.»

«El pasado 27 de marzo, seguimos con emoción la oración que el Papa Francisco dirigió al Señor en favor de todo el mundo en estas circunstancias de calamidad: “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente.” Con confianza en Jesucristo, Señor del Universo, ¡sigamos remando juntos! Unidos en la oración, en la caridad y en el compromiso por la misma misión, recibid un fraterno saludo».

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