El Beato Nicolás María Alberca cumple este año ciento sesenta años de su martirio en 1860, en Damasco.
Nicolás María Alberca nació en Aguilar de la Frontera el 10 de septiembre de 1830, en el seno de una familia profundamente cristiana. Terminada la instrucción primaria tuvo que dejar los estudios para trabajar y ayudar en casa ya que la situación económica era difícil. Desde muy pronto se entusiasmó por la vida de los santos, frecuentaba los sacramentos y leía el Año Cristiano. Tenía claro que quería ser sacerdote pero las dificultades familiares le impedían cursas los estudios eclesiásticos. Ingresar en una orden religiosa tampoco podía al estar éstas suprimidas por la Ley de Desamortización de Mendizábal.
Por consejo de su confesor ingresó en el noviciado de los Hermanos del Hospital de Jesús Nazareno de Córdoba, donde profesó antes de tiempo gracias a sus relevantes cualidades. Poco después sería el propio Hospital el que lo mandara a Madrid a representar sus intereses. El 27 de febrero de 1858 fue su ordenación presbiteral y a principios del año siguiente fue enviado a Tierra Santa.
La persecución comenzó en las montañas del Líbano, “reniega de tu fe” le dijo uno de los forajidos, a lo que el padre Nicolás respondió “Jamás. Antes sufriré mil muertes que renegar de mi fe”. No había terminado de hacer la señal de la cruz, recibió un disparo a bocajarro en el pecho. Nicolás María Alberca fue beatificado el 22 de mayo de 1926.