Los hermanos Misioneros de Betania llegaron a la ermita de Nuestra Señora de la Salud de Córdoba hace tres años. Componen una comunidad de cinco miembros de distintas nacionalidades cuyo carisma radica en el amor a la Eucaristía y en el cuidado de los más pobres. La contemplación de santa María y la vocación de servicio de santa Marta resumen una vida religiosa activa y contemplativa, cercanos a los que sufren y dispuestos, siempre, a acompañar a los cordobeses en el duelo y en la esperanza. El padre Hernán Súchite Orellana es el superior general de los Hermanos Misioneros de Betania de Córdoba.
¿Cuándo llegan ustedes a Córdoba y se ponen al frente de la ermita de Nuestra Señora de la Salud?
La comunidad fue formada por nuestra madre Ángela Silva Sánchez y nacemos como respuesta a la preocupación de ella por la formación de sus “monjitas”. Llegamos el 15 de abril de 2019 a Córdoba, desde entonces formamos parte de esta Ermita y celebramos la santa misa. Somos una comunidad joven de cinco hermanos y otros se preparan para venir desde Guatemala, Argentina y Venezuela. Nos formamos para hacer bien dentro de la Iglesia y vivimos de la Eucaristía, fuente del amor puro, de amor misericordioso para atender a los más pobres con las manos de Marta y el amor de María, que dirigen toda nuestra espiritualidad. Nos dedicamos a la vida activa y la vida contemplativa.
¿Cómo es su vida comunitaria?
El centro de toda nuestra espiritualidad es Jesús Eucaristía, acercándonos a Él con corazón humilde y espíritu alegre. En torno a Él gira nuestra vida y en servirle como Santa Marta, en contemplarle como Santa María y acompañarle como un gran amigo, como Él lo hizo con su amigo Lázaro. Somos la rama masculina de la congregación Marta y María, y de ahí se desglosa nuestra espiritualidad. La adoración eucarística está presente en nuestra Ermita de la Salud.
Son técnicamente asociación pública de fieles con miembros consagrados. ¿Quiénes son esos otros miembros?
El sacerdocio es un don como sabemos, pero hay muchas personas que no se sienten llamados al sacerdocio pero sí a tener la vida de hermanos. En Argentina viven la experiencia de servir a los ancianos con paciencia y delicadeza, tratándolos con amor, es decir, “acariciándolos con amor de Dios”, como nos dice el Papa Francisco.
¿Cómo afrontan esta celebración del día de Todos los Santos y Fieles Difuntos con las limitaciones de las actuales circunstancias sanitarias?
Tomamos en cuenta todas las medidas sanitarias, al mismo tiempo creo que hay que asumir las medidas porque eso nos ayuda a protegernos y proteger a los demás. Estamos expuestos pero Dios es el que toma el control de todo esto.