Hoy nos unimos a las personas migrantes en el Día Internacional proclamado por la ONU en 2001. Una de cada treinta personas de la población mundial migra. Entre ellos hay 50 millones de niños. La protección de los migrantes en crisis es más relevante que nunca ante la pandemia de COVID-19.
Lejos de redundar en el sufrimiento de la persona que decide migrar, me gustaría que reparáramos en su valentía y arrojo ante la determinación individual de superar la adversidad y buscar una vida mejor. En contraposición, muchos otros rebosan cobardía protegiendo su acomodamiento social, cerrando su corazón a quienes llaman a nuestras puertas.
Los avances globalizados en comunicaciones y redes sociales que compartimos todos los humanos ha facilitado el conocimiento de hacia dónde ir y de qué huir. Nuevos retos, nuevas oportunidades, nuevos vínculos a potenciar en la relación migración-desarrollo humano, en la migración y en la acogida, es una riqueza que no podemos privar a las generaciones venideras.
La migración es un motor para el crecimiento económico y el emprendimiento que redunda en los países de acogida y en los países de origen. Y una ocasión de conocer y aprender de otras culturas para una mejora de conducta.
Es cierto que la incertidumbre y la complejidad de crear un nuevo entorno nos interpela, pero también agudiza el ingenio, y para ello se requiere una mayor cooperación para crear una acción colectiva, más diálogo, poner rostro a los números, vernos en el otro, ¿qué haríamos en su lugar?, ¿es que hay una ley según para quién sea?
Impulsemos el intercambio cultural y las oportunidades de la cooperación internacional. Millones de migrantes –más de 270 millones de personas en 2019- están anclados entre sus carencias básicas y su instinto de supervivencia. Y, ahora, la pandemia. Una crisis sanitaria para todos, pero menos extraña para los que se tutean a diario con el ÉBOLA, el SIDA,… o el HAMBRE.
LA MIGRACIÓN DEBERÍA SER UNA OPCIÓN Y NO UNA NECESIDAD VITAL.
Por eso la ONU, que instituyó en 2001 este Día Internacional de las Personas Migrantes firmó en septiembre de 2016 el Pacto Mundial para la Migración, primer acuerdo intergubernamental negociado bajo el paraguas de las Naciones Unidas.
Frente a esta intención nos encontramos con las consecuencias sociales y jurídicas que el endurecimiento del control migratorio y otra prácticas lesivas tienen en la persona migrante actualmente en la frontera sur.
La última encíclica del papa Francisco “Fratelli Tutti” nos llama a construir un mundo más fraterno y humano, para romper la tendencia a la deshumanización, en un mundo en el que la indiferencia y la codicia caracterizan las relaciones interpersonales. Por ello es necesaria una nueva y universal solidaridad y un nuevo diálogo basado en la fraternidad.
En Huelva, aunque seguimos apesadumbrados por la lacra de los asentamientos, hemos contado en el último año con la visita del relator de la ONU con su informe sobre la pobreza en Europa. Y hace solo unos meses el Defensor del Pueblo requería al gobierno la regularización de inmigrantes de los asentamientos.
También podemos hablar de rayos de esperanza con reflejo en los esfuerzos institucionales por crear corredores humanitarios por el bien común, como es el caso de la explotación de frutos rojos, a través del programa GECCO, para la contratación en origen, en el que el Ministerio de Inclusión Seguridad Social y Migraciones, la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, la Subdelegación del Gobierno en Huelva, instituciones Marroquíes, Empresarios, Sindicatos, y otros agentes sociales, aúnan esfuerzos en la búsqueda de un equilibrio justo, más en tiempos de pandemia. Estos acuerdos asegurarán la protección necesaria para una migración positiva.
Allanemos el camino reemplazando la narrativa migratoria con tintes de discurso de odio por la “Fratelli Tutti”, y no reduzcamos nuestro mundo a las fronteras geográficas que nos acomodan, sembremos esperanza reconociendo, valorando y amando a cada persona, y compartamos lo que nos ha tocado vivir.
Feliz día, hermano migrante.
¡Bienvenido!
Emilio Muñoz Jorva,
director del Secretariado Diocesano de Migraciones