En la parroquia de Cristo Rey y Nuestra Señora del Valle, se celebró recientemente un debate entre jóvenes titulado “¿Nos casamos…o vivimos juntos?”, con traducción simultánea al inglés ya que participaron un grupo de americanos que no perdían hilo de las aportaciones de los participantes.

Cada vez son más las personas que se acercan a participar en estos debates sobre temas actuales que están organizando un nutrido grupo de jóvenes de nuestra Diócesis.

La retirada de crucifijos en las aulas y la laicidad de la sociedad, el aborto y el patrimonio de la Iglesia son algunos de los temas que se están tratando en este ciclo de debates mensuales.  Surgieron con el objetivo de crear un espacio de diálogo abierto a todo el mundo, en el que poder plantear, conocer y dar a conocer las distintas opiniones y posturas presentes en la sociedad en torno a temas que afectan a nuestra fe.

En esta ocasión se trató el Sacramento del Matrimonio frente a la convivencia de parejas, y se contó con la novedad de seguir una dinámica de grupos, creando dos bloques, cada uno de los cuales representaba una postura, teniendo que plantear unos argumentos de partida, haciendo un esfuerzo por incluir entre ellos los argumentos o ideas latentes que actualmente existe en el conjunto de la sociedad.

En el debate se mostró la gran inquietud existente entre los jóvenes sobre este tema. Tras algo más de noventa minutos tratando el tema, entre dinámicas de grupo y debate puro, se plantearon unas conclusiones generales. Una vez llegados a este punto, y como toque de calidad, intervino José Ángel Moraño Gil, párroco de Cristo Rey, para plantear el criterio y la visión de la Iglesia en este tema, logrando cerrar, de una forma redonda y completa, otra tarde de debate entre amigos. 
 

Hace unos días un grupo de treinta y siete adultos, entre ellos ocho matrimonios, de la parroquia “Nuestra Señora de la Asunción de Carcabuey, recibieron el Sacramento de la Confirmación, de manos del Vicario General, Fernando Cruz Conde.

En la homilía, animó a los confirmados a ser cristianos comprometidos, manifestando que “el Espíritu Santo nos alienta a ser fieles a los dones recibidos. Nos ayuda a saber perdonar y rezar por quienes nos hacen mal. A mantener nuestra fidelidad en el camino emprendido como cristianos;  a mantener el sí prometido ante el altar en el sacramento del matrimonio”.