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Córdoba, Vía Sacra de Occidente

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Córdoba, Vía Sacra de Occidente

El rezo del Vía Crucis que recrea la Pasión le sirvió al Beato Álvaro de Córdoba y a los otros dominicos del convento a seguir e imitar a Cristo, pobre, casto y obediente. Las ocho estaciones que él concibió han dado paso a las catorce actuales, pero su esencia pervive durante seis siglos, como explica esta semana «Iglesia en Córdoba»

Oración, penitencia y examen interior. La Cuaresma llega para prepararnos el camino hacia la Pascua, para hacernos un llamamiento a la conversión y al cambio.

A través de la oración, seguimos ese camino y el rezo del Vía Crucis nos conduce a la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, un rezo que fue instituido en Occidente por San Álvaro de Córdoba y que este año cumple 600 años. A pesar de haber pasado todo este tiempo, sigue siendo la fórmula más empleada en este tiempo litúrgico para rememorar la Pasión y Muerte de Cristo, como se relata esta semana en el nuevo número de «Iglesia en Córdoba», donde además se presenta la actualidad diocesana.

Adjuntamos la revista íntegra: iec919

 

La entrada Córdoba, Vía Sacra de Occidente apareció primero en Diócesis de Córdoba. Ver este artículo en la web de la diócesis

Caminemos juntos en la Esperanza- Carta Pastoral de Cuaresma

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Caminemos juntos en la Esperanza

Cuaresma 2025: camino de conversión y esperanza

 

Queridos hermanos y hermanas de la Diócesis de Guadix:

En el corazón de este Año Santo de la Esperanza, la Iglesia nos regala este tiempo de gracia, que iniciamos el miércoles de ceniza con la invitación a “convertirnos y creer en el evangelio” y nos llevará hasta la celebración de la Pascua de Resurrección. Posteriormente, en la cincuentena pascual, que culminará en la solemnidad de Pentecostés, podremos celebrar que Cristo es el Dios de la Vida que orienta nuestra peregrinación hacia la Vida eterna en el cielo.

 

Con el corazón lleno de esperanza y alegría, os invito a vivir este tiempo de preparación pascual de manera profunda, renovada y auténtica. Como nos dice el Martirologio Romano, “he aquí que vienen días de penitencia para la remisión de los pecados, para la salvación de las almas; he aquí el tiempo favorable, en el que asciende a la montaña santa de la Pascua”.  La Cuaresma es un camino espiritual hacia la conversión del corazón, una oportunidad para poner en el centro de nuestra existencia a Cristo, único Camino, verdadera Verdad y Vida que traspasa la muerte. Caminemos con el Señor a Jerusalén y acompañémosle en los días santos de su muerte y resurrección, descubriendo la profundidad del amor de Dios por la Iglesia y por cada uno de nosotros.

 

Como una buena madre, La Iglesia da a sus hijos las mejores ayudas para poder vivir esta cuarentena penitencial en el combate contra nuestros pecados: la oración el ayuno y la limosna.

 

  1. Oración: Dejarnos encontrar por la misericordia de Dios.

La oración es, en este tiempo, el primer y más importante medio de conversión. Jesús mismo, en su vida pública, nos enseñó a retirarnos al desierto, a buscar el encuentro personal con el Padre. En el evangelio de Mateo, nos dice: “Cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre” (Mt 6,6).

 

Escuchemos la voz de Dios y acojamos su llamada a la conversión y a la reconciliación, a atravesar el desierto inhóspito del pesimismo y de la soberbia de nuestros pecados, para llegar a la tierra prometida de su Amor que da sentido a la dura peregrinación de este mundo. Aprendamos a dominar nuestras pasiones escuchando a Dios en la paz del corazón. El papa Francisco ha expresado en algunas ocasiones que la oración es un medio privilegiado para purificar nuestro corazón y prepararnos a la Pascua.

 

Toda amistad se fortalece en el encuentro y en la escucha. Este es el tiempo para fortalecer nuestra relación con Dios, para abrir nuestro corazón a Él, a través de la oración personal y comunitaria, que abrirá un diálogo sincero con Dios en la transformación de nuestra intimidad con Él.

 

Necesitamos rezar más para que Dios esté mejor en nosotros. La Palabra de Dios, preciosamente escogida cada día en la liturgia, será antídoto contra el cansancio de morir a nosotros mismos y revulsivo para anidar en la Esperanza. En los domingos de cuaresma, las narraciones de las tentaciones de Jesús, de la transfiguración, la samaritana, el ciego del nacimiento y la resurrección de Lázaro, desembocarán en la Pasión y en el gran anuncio de la Resurrección de Cristo. La Palabra de Dios nos fortalecerá en nuestro compromiso bautismal, en la misión y vocación a la santidad en los sacramentos de la iniciación cristiana.

 

Nuestra vida espiritual crece cuando somos amigos de la Palabra de Dios, participando con más fervor y mayor frecuencia en la Eucaristía y en el sacramento de la Reconciliación, así como en los momentos de oración comunitaria en nuestras parroquias y comunidades. Dediquemos un tiempo cada día a la oración personal, meditando el evangelio que la Iglesia nos propone para dar luz a nuestro camino, en este itinerario cuaresmal. Pongamos a trabajar el corazón, verdadero volcán de nuestra fe, abriéndolo a Dios y escuchando su voz en el silencio.

 

  1. Ayuno y Penitencia: La Purificación del Corazón que nos despoja y nos acerca a Dios.

El ayuno y la penitencia son medios para ayudarnos a purificar nuestro corazón y renovar nuestra voluntad de seguir a Cristo. El ayuno y la abstinencia del miércoles de ceniza y el viernes santo, así como la abstinencia de los viernes de cuaresma y los sacrificios que en este tiempo podemos ofrecer al Señor, son signos de la verdadera libertad que ha de regir nuestra existencia, frente a la esclavitud de las pasiones que nos adormecen y dilatan las mentiras en nuestra vida. Se trata de renunciar a los deseos desordenados que no son de Cristo en nosotros para enfocarnos a lo esencial: Dios y el prójimo.

 

Aprendamos a dominarnos desde la voluntad de Dios.  Ayunar no solo consiste en la renuncia de alimentos o bienes materiales, sino en el ejercicio de la moderación y el desapego. Ayunar nos invita a tomar distancia de todo lo que nos aleja de Dios y de los demás, especialmente de las distracciones que nos impiden vivir con plena libertad. En el mismo evangelio de Mateo, Jesús nos recuerda: «Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas» (Mt 6,16), porque el ayuno es ante todo una actitud interna de conversión y humildad. El papa habla de la dimensión interior del ayuno, de una disciplina espiritual que nos permite vivir con humildad y gratitud, que va más allá de la simple abstinencia de alimentos.

 

En esta Cuaresma, os invito a vivir el ayuno no solo como un esfuerzo físico, sino como una oportunidad espiritual para descubrir que solo en Dios encuentra el ser humano la verdadera satisfacción. Renunciar al egoísmo, la ira, la envidia, los chismes, los pensamientos negativos, se convierte en un verdadero ayuno que purifica nuestro corazón.

 

Este tiempo de penitencia también debe llevarnos a reconocer nuestras fragilidades y a experimentar la misericordia de Dios que nos llama siempre a volver a Él. Ayunemos de tantas distracciones en nuestro mundo, como el exceso de tecnología o placeres superficiales que nos roban el tiempo de Dios en nuestra vida. Traigamos a nuestro corazón, frente a la cultura del descarte, a los que no tienen lo más elemental para vivir, ayunando de nuestra comodidad y solidarizándonos con aquellos que carecen de lo más básico. Nos dice el Papa Francisco que este es el camino de la verdadera hermandad y justicia social, acompañado por la caridad y la misericordia, que unen nuestro amor a Dios en el bien de los demás.

 

  1. La limosna: la caridad concreta de nuestro amor a Dios en el bien de los hermanos.

La Cuaresma no es solo un tiempo de introspección personal, de mirarnos solo a nosotros, sino también un tiempo para poner en práctica el amor al prójimo, especialmente a los más necesitados. El papa nos recuerda que la limosna nunca es un gesto aislado, sino una actitud de vida que expresa en los demás, por medio de nosotros, el amor y la misericordia de Dios. Las Bienaventuranzas nos interpelan a ponernos en el lugar del otro, sabiendo que cuando damos a los demás, lo hacemos a Cristo: “porque tuve hambre, y me distéis de comer; tuve sed, y me distéis de beber; estaba de paso, y me alojasteis; desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme» (Mt25, 35-36). La limosna no sólo es un gesto material, sino una actitud interior que nos exilia del egoísmo y nos hace vivir con generosidad, compartiendo lo nuestro con los olvidados de nuestro mundo, reconociendo la dignidad de cada ser humano. La limosna expresa que la cuaresma va por buen camino en nuestro corazón, en la respuesta concreta a las necesidades de los demás.

 

La caridad es el testimonio más visible de nuestra conversión. El Papa Francisco, en su Bula Spes non confundit, nos recuerda que la esperanza cristiana no es un sentimiento pasajero, sino una fuerza transformadora que debe llevarnos a la acción concreta en favor de los más pobres y vulnerables: “La esperanza cristiana tiene una fuerza de transformación que nos impulsa a salir de nosotros mismos y a abrazar la vida de los demás, especialmente la de los que sufren” * (Spes non confundit, 3).

 

Este es el tiempo para renovarnos en nuestro amor y mirada con los más pobres, con aquellos que sufren las consecuencias de la injusticia, la guerra, la pobreza y la indiferencia. Os invito a hacer de la caridad una verdadera prioridad, a acercarse a los hermanos más necesitados, a ser misioneros de la esperanza, como nos exhorta el Papa Francisco, trabajando para que la luz del Evangelio llegue a todos. Reza con las obras de misericordia corporales en tu corazón y llévalas a la vida, visitemos a los enfermos, preocupémonos por las necesidades de Cáritas y contribuyamos en la donación de alimentos, dinero e incluso de nuestro tiempo, en el voluntariado de la caridad. También vivamos la limosna y caridad espiritual, hablando de Dios a los que lo necesitan y quizás no conocen su verdadero rostro de misericordia, gastando tiempo en la escucha y en la asistencia a los que están solos y necesitan la mano de Cristo en ti. Rompamos con tantos diques de egoísmo y de críticas, abriéndonos a los demás con sinceridad.

 

  1. Año Santo 2025: “Caminemos juntos en la Esperanza”.

Este tiempo de Cuaresma, que nos prepara para celebrar la Pascua, también nos fortalece para vivir el Año Santo de la Esperanza 2025, un tiempo especial que nos invita a renovar nuestra fe y esperanza en Cristo, fuente de toda esperanza. El Papa, nos convocaba a este jubileo con palabras de San Pablo: “la esperanza no defrauda” (Rm 5,5). Es esta esperanza la que debe ser el motor de nuestra vida cristiana y de nuestra misión evangelizadora. En Roma y en las Iglesias particulares, el Papa nos invita a vivir “un encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, anunciándole siempre a todos y en todas partes, como nuestra esperanza” (1Tim 1,1).

La cuaresma es un tiempo de penitencia y de sacrificio interior, pero la meta es renovarnos en la alegría de Cristo resucitado. Morir para vivir, podría ser el lema de nuestra cuaresma. Por eso, La Esperanza es el verdadero corazón del tiempo cuaresmal, que nos ayuda a vivir lo que el Papa desea en este año santo a la Iglesia universal. En la carta que os dirigía a la Diócesis al inicio del curso 24-25, os expresaba que“con palabras de San Pablo a los Romanos, este Año Jubilar nos alienta a que nada ni nadie nos separe del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, porque “esta esperanza no cede ante las dificultades, porque se fundamenta en la fe y se nutre de la caridad, y de este modo hace posible que sigamos adelante en la vida”. Como San Pablo, vivimos la experiencia realista de que la vida se teje de alegrías y dolores, que el amor se pone a prueba cuando aumentan las dificultades y la esperanza parece derrumbarse frente al sufrimiento. Sabemos que “la tribulación produce la constancia; la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza” (Rm 5,3-4). Y todo es un don de la Gracia, de Cristo, que nos invita, en la paciencia peregrina de esta vida, a no perder nunca de vista la Esperanza eterna hacia la que caminamos, como meta definitiva y plena de los anhelos del corazón humano.  Todo lo que experimentamos en el camino de la existencia, se expresa en la peregrinación, como elemento fundamental del año jubilar: buscar el sentido de la vida, redescubriendo el valor del silencio, del esfuerzo, de lo esencial. Todo traspasado por la experiencia de la fuerza del perdón de Dios, que sostiene nuestro camino personal y comunitario”.

 

Nuestra misión es la Esperanza. El Papa Francisco, por quienes elevamos oraciones intensas para sostenerlo en su enfermedad, nos ha regalado un bello mensaje para esta Cuaresma: “Caminemos juntos en Esperanza”.  Nos hace una preciosa reflexión en tres momentos:

 

*Caminar: “una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante”.

 

*Hagamos este viaje juntos: “Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf.Ga3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia”.

*Juntos en la esperanza de una promesa: “La esperanza que no defrauda (cf. Rm5,5), mensaje central del Jubileo, sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rm8,38-39)». Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado, y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.

Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?”

Os animo a vivir esta cuaresma del Año Santo 2025 siendo misioneros de la esperanza, viviéndola no desde el poder y la tristeza del pecado, que es sólo un camino, sino desde la oportunidad para que el Señor nos renueve en su Amor eterno y en nuestra respuesta desde la fe, en la luz de la Esperanza que nunca defrauda. Necesitamos vivir este tiempo con los ojos puestos en la Pascua, recordando que cuando reconocemos nuestro pecado estamos gritando la victoria del Señor sobre la muerte y el pecado, haciendo del itinerario cuaresmal sólo un paso hacia el camino de la gran alegría de la resurrección.

 

  1. Cuaresma de Todos: Sacerdotes, Consagrados, Laicos

La cuaresma nos lleva a una verdadera conversión pastoral a todos, porque la misión evangelizadora de la Iglesia es responsabilidad de todos. El obispo, los sacerdotes, como ministros de la Palabra y los Sacramentos, tienen una misión fundamental en la guía espiritual, en la celebración de los misterios de la fe y en la enseñanza del Evangelio. Que este tiempo de Cuaresma nos ayude a renovar nuestro compromiso pastora en la fidelidad a Cristo en la Iglesia, a ser cercanos a su pueblo y a acompañar a cada uno de los fieles en su camino de conversión.

 

Los consagrados también tienen una misión única en este tiempo de Cuaresma, viviendo su vida de oración, sacrificio y servicio, testimoniando el amor radical a Dios y al prójimo. En este tiempo de gracia, os invito a profundizar en vuestra vocación y a ser signos vivos de esperanza y luz en medio de un mundo que vive en la oscuridad.

 

A los laicos, que son el corazón de nuestras parroquias y comunidades, os animo a vivir este tiempo de Cuaresma como una ocasión de compromiso personal y comunitario, ayudando a hacer visible la esperanza de Cristo a través de su testimonio en el trabajo, la familia, y en la sociedad. Que este tiempo os impulse a ser misioneros de la esperanza en vuestros lugares de vida y trabajo.

 

  1. Hermandades y Cofradías: La Estación de Penitencia como testimonio.

 

Especialmente en este tiempo, deseo dirigirme con cariño y aliento a todas las hermandades y cofradías de nuestra diócesis. La cuaresma es tiempo fuerte para vosotros, expresando con intensidad lo que hemos de vivir durante todo el año. La Semana Santa es una ocasión especial, ya que, a través de las estaciones de penitencia, lleváis el mensaje de la Pascua a las calles, testificando, ante la sociedad, la muerte y resurrección de Cristo. No perdáis nunca vuestra identidad eclesial, amad a Cristo y a su Santísima Madre en la Iglesia, insertaros en el servicio pastoral y en la vida de las parroquias en las que tenéis vuestras sedes canónicas, sed amigos asiduos de la Eucaristía y del sacramento de la penitencia, no dejéis de celebrar el Triduo sacro de la muerte y resurrección del Señor, mirada esencial a la que nos llevan las estaciones de penitencia; formaros continuamente en la fe que sustenta la vida de los bautizados en nuestras Cofradías, vivid interiormente vuestro camino de hermandad para uniros más firmemente a Cristo y estad siempre atentos a las necesidades de los más pobres por medio de Cáritas. Sólo así podremos mostrar el rostro más auténtico de la vida cofrade a nuestro mundo; sólo así podemos ser testigos de la esperanza en un mundo que necesita el consuelo y la salvación de Cristo.

 

Agradezco vuestro trabajo intenso en este tiempo y vuestro servicio en la Iglesia para los hombres, por medio de la vía de la belleza.

 

Queridos hermanos y hermanas, que esta Cuaresma sea un tiempo de renovación personal y comunitaria, de conversión y de compromiso con nuestra misión evangelizadora. Caminemos juntos hacia la Pascua, que nos llena de la alegría de la resurrección, busquemos siempre la cercanía con Dios, la caridad con los demás y la misericordia de Cristo, la única Esperanza que nunca nos abandona.

 

Con afecto y bendición.

 

+Francisco Jesús Orozco Mengíbar

Obispo de Guadix

“Creer en Dios es los razonable” fue el tema de als VI Jornadas Católicos y Vida Pública celebradas en Guadix

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“Creer en Dios es los razonable” fue el tema de als VI Jornadas Católicos y Vida Pública celebradas en Guadix

A pesar de la lluvia, se celebraron las VI Jornadas Católicos y Vida Pública, que organiza la ACdP en la diócesis de Guadix, en colaboración con la delegación diocesana de Apostolado Seglar. Fue en la tarde del jueves 6 de marzo, en el Hospital Real de Guadix, con el atractivo tema “Creer en Dios es lo razonable”.

Abrieron las Jornadas el obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco, y la secretaria de la ACdP en Guadix y delegada de Apostolado Seglar en la diócesis, Maika Fornieles.

Sí, la lluvia no impidió que se llenase el salón de actos del Hospital Real y que algunos tuviesen que escuchar las intervenciones desde el patio. Porque fue una jornada enriquecedora, sugerente e interpelante, que contó con grandes testimonios y favoreció el diálogo.

Para tratar este tema de la existencia de Dios como algo razonable -como lo razonable- se contó con tres personas de nivel: José Carlos González Hurtado, que es presidente de EWTN en España y escritor; José Antonio Méndez, que es periodista y secretariado de Comunicación de la ACdP; y Álvaro Trigo Puig, que es deportista y sufrió un grave accidente con 23 años que le quemó parte del cuerpo e hizo de su vida todo un reto.

José Carlos González Hurtado, es presidente de EWTN en España, el canal norteamericano Eternal Word Television Network, que emite para todo el mundo. También es escritor. Habló de las “evidencias científicas de la existencia de Dios”. Este es también el título del último libro que ha publicado –“Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios”-, en el que, evocando las Cinco Vías de Santo Tomás de Aquino para la existencia de Dios, presenta las nuevas cinco vías científicas que hablan hoy de la existencia de Dios: la química, la biología, las matemáticas, la física y la cosmología.

José Antonio Méndez, es periodista y secretariado de Comunicación de la ACdP. Habló de que “creer es lo razonable” o, dicho con otras palabras, que creer en Dios es mucho más razonable que no hacerlo.

Álvaro Trigo Puig, deportista que sufrió un grave accidente de joven y tuvo que reinventar su vida, habló de “cuando la vida es un reto”. En declaraciones al Diario de Sevilla, comentó que “considero que en parte estoy vivo y sano de milagro gracias a Dios, y desde entonces trato de dedicar parte de mi vida en proyectos constructivos y solidarios, a través de retos deportivos, con los que mi vida sirva de herramienta para aportar algo a la de los demás”. Ofreció su testimonio de vida.

Estas son ya las sextas Jornadas de Católicos y Vida Pública que se realizan en Guadix. Están organizadas por la Asociación Católica de Propagandistas, a través de la Universidad San Pablo CEU. Y cuentan con la colaboración de la delegación de Apostolado Seglar de la diócesis accitana.

Antonio Gómez

Delegado diocesano de MCS. Guadix

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Anclados en (la) esperanza: carta del administrador dicoesano

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CARTA DEL ADMINISTRADOR DIOCESANO

Querida familia diocesana.  El primer día de la semana después de la crucifixión, cuando todavía no había llegado a ellos la noticia de la resurrección, dos discípulos deciden alejarse de Jerusalén, lugar de la derrota, y se ponen camino de Emaús. La presencia velada de un caminante anónimo que les interroga sobre lo sucedido arranca de uno de ellos la protesta: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha sucedido aquí estos días?». A la protesta sigue un lamento: «Nosotros esperábamos…, pero he aquí que ya estamos en el tercer día». Reconocen que un tenue anuncio les había llegado de las mujeres que fueron temprano al sepulcro, pero para ellos no ha sido suficiente, porque a Jesús nadie lo ha visto.

Ese «esperábamos» le pone nombre a un estado de ánimo que se ha contagiado en los discípulos tras la experiencia del Calvario. Quizás sea también el estado de ánimo de muchos de los que, aunque nos sabemos testigos de la resurrección, nos vemos abrumados por las situaciones complejas y oscuras de la historia.

Los días que próximamente celebraremos en Semana Santa van a acercarnos a la pascua dolorosa de un hombre inocente, que nos entrega su vida como signo del amor que es capaz de transparentar la misericordiosa ternura de Dios. Pero, ¿cómo vivir esos días que nos colocan ante el sufrimiento sin que se desgaste nuestra esperanza? ¿Cómo lograr que el «esperábamos» del desencanto se convierta en la profesión de fe confiada de un «esperamos»?

A las puertas de estos días santos, desearía ofrecerles tres caminos sencillos, inspirados en las palabras pronunciadas por Pedro en casa de Cornelio (Hch 10, 34‒43), que nos permitan anclarnos en la esperanza.

  1. Volver a Jesús. «Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él» (Hch 10,37‒38). En las encrucijadas vitales, la esperanza se afianza si somos capaces de volver a Jesús. La Historia de la Iglesia y nuestras Semanas Santas son la prueba de que nuestra fe ha generado símbolos, tradiciones… Pero la esperanza sólo encuentra su cimiento en la aproximación nítida y cercana al Señor, a su modo de vivir, a su manera de amar, a su estilo de servir. La resurrección, no lo olvidemos, certifica que la única vida con futuro eterno es la inaugurada por Jesucristo. Volver a él y a su vida asegura la salida favorable de la historia.
  2. Leer nuestra historia como salvación. «Él envió su Palabra al pueblo de Israel» (Hch 10,36). El segundo camino para fortalecer nuestra esperanza es aprender a leer nuestra historia en clave de salvación. Nuestra propia historia personal se inserta en los gestos de salvación con los que Dios acompañó las vicisitudes de Abrahán, los acontecimientos del éxodo, el regalo de una tierra, la guía de su pueblo. Esa certeza de la intervención de Dios es la que nos permite aventurar que el Señor seguirá actuando. Se puede decir que el acontecimiento de la resurrección de Jesús no concluyó con el sepulcro vacío; se repite en cada vida, en cada persona. Cuando Dios encuentra un lugar en nosotros, todo cambia y adquiere el color de la salvación. Vivimos esperanzados porque podemos esperar lo que ya se ha adelantado en los tiempos que nos preceden.
  3. Aprender el lenguaje tenue de Dios. «Nos envió a predicar al pueblo, y a atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos» (Hch 10,42)Con todo, conviene tener en cuenta que en la resurrección Dios no se aleja de su modo habitual de actuar. Él eligió a Moisés en el crepitar silencioso de una zarza, él acompañó como un aliento de vida a Israel en los desiertos de su historia, él fue un susurro en el corazón de los profetas, él nos visitó como presencia escondida en un pesebre en Belén. Ahora, tras la resurrección, continúa hablándonos en el lenguaje tenue que lo caracteriza. El anuncio del Resucitado se hace frágil en la palabra de los testigos. El Resucitado se acuna ahora en el débil pesebre del testimonio de los que comieron y bebieron con él. La esperanza no se apoya en acontecimientos extraordinarios que convulsionan el universo; más bien encuentra su fortaleza en la vida de unos discípulos atemorizados ante la sombra de la cruz, a los que la experiencia de encontrar vivo a su maestro les ha transformado el corazón. Pido a Dios que cuantos habitamos estas peñas atlánticas podamos seguir aprendiendo de Cristo y con Cristo al contemplarlo en tantas imágenes que recorrerán las calles de nuestra diócesis.

«Nosotros esperábamos», se lamentaban los discípulos de Emaús. A la luz de la Pascua, «nosotros esperamos». Hemos anclado nuestra esperanza. Una esperanza que vuelve su mirada a Jesús; una esperanza que agradece la acción salvadora de Dios en nuestra historia; una esperanza familiarizada con el susurro tenue de Dios, que nos anuncia la vida.

Feliz Semana Santa.

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Las familias comienzan al Cuaresma con un retiro espiritual

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Las familias comienzan al Cuaresma con un retiro espiritual

Será este domingo 9 de marzo, en el Centro Diocesano de Espiritualidad, de 10 de la mañana a 5 de la tarde

Este domingo 9 de marzo, se va a celebrar, en Guadix, un retiro de Cuaresma para familias. Será en el Centro Diocesano de Espiritualidad, de 10 de la mañana a 5 de la tarde. Está organizado por la delegación de Familia y Vida y, por supuesto, está abierto a todas las familias que quieran participar.

El retiro, que será dirigido por el sacerdote Antonio Fajardo, consiliario de la delegación de Familia y Vida, lleva como tema “La familia, hogar de esperanza”.

Desde la delegación, se anima a los matrimonios a asistir y compartir un día de oración y de fe. También es una jornada para la convivencia y, sobre todo, para pasarla en familia, con otras familias.

Para facilitar la organización, se ruega confirmar la asistencia en el telef 647995512 o en el email familiayvida@diocesisdeguadix.es

Antonio Gómez

Delegado diocesano de MCS. Guadix

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Un grupo de feligreses de San Miguel, de Guadix, celebran su consagración total a Jesús por María

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Un grupo de feligreses de San Miguel, de Guadix, celebran su consagración total a Jesús por María

El pasado, sábado,1de marzo, en la parroquia de San Miguel Arcángel, de Guadix, con el acompañamiento de las Religiosas Hijas de la Sagrada Familia, se llevó a efecto la ceremonia de “Consagración total a Jesús por María” de un grupo de feligreses. La Eucaristía fue presidida por el sacerdote Sergio Villalba.

Esta consagración fue dictada bajo el método de San Luis María Grignion de Monfort, en base al “Tratado de la Verdadera Devoción”, quien basó su espiritualidad en “reproducir a Jesús crucificado en nosotros” y “hacerlo a través de la Consagración a María como esclavo de amor”.

Este apostolado es propio de la congregación de las, Hijas de la Sagrada Familia, que tiene como espiritualidad vivir una verdadera vida de unión con María Santísima para «seguir el camino que siguió́ el Señor al venir al mundo, que sigue y seguirá usando». En palabras de nuestra Madre fundadora: “buscamos la semejanza con Jesús, haciéndonos esclavas de amor por su Madre porque «esclava de María es cualquier alma fiel, incluso la Iglesia universal»”.

Previo a la consagración, hay unas catequesis de formación doctrinal, moral y humana. Este proceso culmina con la ceremonia pública en la que los feligreses renuevan las “promesas bautismales” y se entregan voluntariamente a una verdadera devoción a la Santísima Virgen María, como medio de vivencia de una vida cristiana en santidad.

Esta espiritualidad de consagrarse a Jesús por medio de la Virgen exige vivir como leales apóstoles del Señor en el cumplimiento de sus Bienaventuranzas, de sus preceptos y consejos, de su doctrina y de todas sus palabras, como Ella misma lo pide: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5).

Dicha ceremonia se llevó a cabo en un ambiente solemne y fraterno. En la homilía, el sacerdote animó e hizo énfasis en que la consagración es un medio que conduce a la santidad de vida y que cambia notoriamente en la sociedad la vida de quienes optan por este camino.

Finalmente, el acto concluyó con la entrega de un diploma, como constancia de dicha consagración.

  1. María Cor

Hija de la Sagrada Familia

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Edicto para informar sobre la próxima apertura de la causa de canonización de Avelino Aguilera y compañeros mártires

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Edicto para informar sobre la próxima apertura de la causa de canonización de Avelino Aguilera y compañeros mártires

Mons. Francisco Jesús Orozco Mengíbar,

por la Gracia de Dios y de la Sede Apostólica,

Obispo de Guadix

EDICTO PARA PUBLICAR EN TODA LA DIÓCESIS

EDICTO

Con fecha veintidós de febrero de 2025, el que el Rvdo. Sr. D. Juan Sáez Medina, Postulador de la Causa de canonización del Siervo de Dios Avelino Aguilera Huertas y L compañeros Mártires, me ha presentado el documento de súplica del inicio de la causa de los Siervos de Dios y de la investigación diocesana sobre el martirio y la fama de martirio de dichos Siervos de Dios.

En conformidad con lo establecido en el n° 11b de las Normas que han de observarse en las Investigaciones que hagan los Obispos en las Causas de los Santos, publicadas el 7 de febrero de 1983, y el art. 43 de la instrucción Sanctorum Mater del Dicasterio para las Causas de los Santos, con el presente Edicto hago público el documento de súplica del Postulador en invito a todos los fieles a enviarme noticias o informes que puedan ser útiles referentes a la Causa.

Esas noticias de todo tipo en general, tanto personales como privadas, y una fotocopia auténtica de documentos o cartas, etc., pueden ser comunicadas al Sr. Canciller de este Obispado a la siguiente dirección:

Obispado de Guadix

Cancillería Secretaría General

Santa María del Buen Aire n° 2

18500 Guadix

España

Dado en Guadix, el día veintisiete de febrero de 2025

+ Francisco Jesús Orozco Mengíbar

Obispo de Guadix

Ante mí,

Manuel Millán Arjona

Canciller-Secretario general

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Migrantes que quieren solicitar asilo siguen en la calle en Melilla

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Un grupo de personas que ha manifestado su deseo de solicitar asilo en España ha quedado atrapado en situación de calle y total indefensión en Melilla. La causa: un cambio en el sistema de citas, como denuncia la Delegación Diocesana de Migraciones. Les están auxiliando ciudadanos, en su mayoría creyentes.

«Venimos porque nos han extorsionado en nuestro país. Mi marido vino antes que yo y está en el CETI, pero a mí no me dejan ingresar. No tengo acceso a un baño, tengo que dormir en la calle. Nos dicen una cosa y luego es otra. No nos dan nada». Así expresa Jenny, una de las afectadas, la situación que está viviendo. «Debido al cambio en el sistema de citas de asilo (antes presencial, ahora de forma telemática), las personas solicitantes obtienen un resguardo de cita que el CETI no está admitiendo como manifestación de voluntad, en contra del criterio expuesto por parte de las autoridades policiales competentes. Una falta de coordinación entre Administraciones que está provocando la vulneración del derecho al asilo y una deshumanización de nuestras instituciones», afirma el comunicado de la Delegación de Migraciones, que explica que «se ha improvisado un pequeño asentamiento en las inmediaciones del CETI, sin ningún tipo de asistencia, ni acceso a los servicios mínimos. Algunas de ellas requieren asistencia médica».

Entre estas personas hay algunas procedentes de Venezuela, Colombia y Mali. Uno de los malienses es Barry, quien desea solicitar asilo en España para escapar de la guerra que vive su país desde 2012.

El jueves, debido a las fuertes lluvias, la Ciudad Autónoma los hospedó por una noche en una pensión.

La Diócesis, que a través de esta delegación ha expresado su solidaridad y apoyo, manifiesta también su preocupación por «la falta de respuesta por parte de la Administración, que tiene el deber de coordinarse con todas las autoridades competentes e incluso permitir y fomentar la cooperación ciudadana, para evitar que se den estas situaciones injustas y contrarias al bien común».  La Diócesis agradece «a todas las entidades sociales -entre las que se encuentra la Iglesia en Melilla-, que están acompañando y tratando de atender las necesidades de nuestros hermanos».

Fernando Moreno, diácono permanente, voluntario de la Delegación y presidente de “Despuntes de Primavera” y su proyecto “Geum Dodou”, es rostro de muchos otros cristianos sensibles a esta situación. Él cuenta que «llevamos ya cerca de tres años acompañando a las personas migrantes. Les hemos facilitado tiendas de campaña para no pasar la noche al raso. Estamos pendientes de su situación y necesidades. Pero nos preocupa mucho qué va a pasar con ellos, que Melilla se convierta en una “ratonera”. Las citas tardan mínimo un mes, ya están cerradas hasta mayo, y no se les da solución mientras tanto. Como católicos, vemos que nuestra conversión pasa por acercarnos a los que sufren, que las llagas de Cristo son estos hermanos y hermanas nuestros».

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Regresa la devoción al Cristo de Medinaceli 

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Este viernes, 7 de marzo, la parroquia de Santiago Apóstol ha abierto sus puertas para celebrar la festividad del Cristo de Medinaceli. Desde bien temprano centenares de fieles han esperado largas colas a lo largo de la calle Granada para cumplir con la cita anual.

El primer viernes de marzo, Málaga  ha vuelto a acoger el encuentro con el Cristo de Medinaceli en su sede canónica, en la que numerosos fieles se han acercado para venerar a la imagen del Señor Cautivo y Rescatado en el día de su festividad. Durante todo el día el templo parroquial ha permanecido abierto para recibir a los devotos, quienes han seguido con la tradición de depositar tres monedas ante la imagen del Cristo.

El encuentro con el Cristo de Medinaceli este año ha coincidido con el inicio de la Cuaresma. Los pasados días 28 de febrero, 1 y 2 de marzo se celebraron los cultos previos con un triduo en honor al Cristo, que incluyó un Via Crucis claustral y una Vigilia de Oración con la exposición del Santísimo. 

 

3 monedas

Esta tradición tiene su origen en el siglo XVII, cuando, tras ser capturada la imagen de Jesús en el norte de África, los monjes trinitarios colocaron hasta treinta monedas de oro en una balanza, equilibrando el peso de la imagen, lo que permitió su rescate. Por esta razón, los penitentes entregan el diezmo, equivalente a la décima parte, con la esperanza de que sus plegarias sean escuchadas.

A lo largo de los siglos, esta tradición se ha mantenido viva y convertido en un gesto de fe profundamente arraigado en la ciudad de Málaga. Cada año, los devotos llegan a la Iglesia de Santiago para depositar sus tres monedas, haciendo una petición por cada una de ellas. Además, la tradición señala que se deben rezar tres Padrenuestros para que al menos una de las peticiones sea concedida.

 

Ana Fernández, estudiante de comunicación

 
 
 

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Los alumnos del Colegio Juan XXIII de Estepona ganan el Jubileo

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Los estudiantes de Bachillerato del Colegio Juan XXIII de Estepona, de la Fundación Victoria, peregrinaron a Málaga para vivir su jubileo particular. Más de 80 alumnos, junto a varios profesores, recorrieron diversos puntos de la diócesis para conocer qué está viviendo la Iglesia Universal en este Año Jubilar.

Esta idea surgió, según cuenta Alicia Pascual, profesora del centro, «para demostrar a los jóvenes de la diócesis de Málaga que se puede vivir el Jubileo, aunque no se pueda ir a Roma, ya que aquí nos ofrecen multitud de posibilidades para poder vivir una experiencia muy bonita».

Cada alumno llevaba consigo un Pasaporte del Peregrino con espacio para sellar en cada uno de los cuatros lugares clave de su ruta. 

 

Primero visitaron el Cotolengo, donde compartieron tiempo con las personas acogidas. Miriam Parrado, alumna de primero de Bachillerato, señala la importancia de esta visita: «hemos visto una realidad que no es la que nosotros estamos acostumbrados a vivir normalmente».

De allí pusieron rumbo a la parroquia de los Santos Mártires, en la que hicieron un tiempo de oración.

Desde allí comenzó la peregrinación hasta la Catedral de Málaga, en la que hicieron un “escape room” por equipos. Este consistía en encontrar cada una de las letras de la palabra “jubileo”, siguiendo varias pistas proporcionadas por los docentes. El primer equipo que consiguiera completar la palabra, sería el ganador de la prueba.

 

La jornada jubilar concluyó en la Casa Diocesana en cuya capilla celebraron la Eucaristía, presidida por el sacerdote José Miguel Porras, delegado de Infancia y Juventud de la diócesis de Málaga. Los alumnos participaron activamente con la oración del jubileo, las lecturas, las peticiones y la acción de gracias.

«Para muchos jóvenes, la fe puede ser algo personal, pero vivirla en comunidad aporta una riqueza más especial», expresan algunos de los alumnos del Colegio Juan XXIII, tras su participación en el jubileo, destacando la importancia de compartir, a la vuelta, esta experiencia con sus compañeros.

«Hay personas que piensan que la fe se vive individualmente, pero para mí la fe se vive en comunidad. Cuando estás en contacto con otras personas, sus experiencias también te pueden ayudar, y ves que no estás solo, que hay muchísima más gente», comenta Miriam Parrado.

Paula Amado coincide con esta idea: «Estoy totalmente de acuerdo con mi compañera, el hecho de compartir experiencias con tus compañeros lo hace aún más enriquecedor».

Por su parte, Raúl Herrera añade que la convivencia en el instituto facilita este tipo de vivencias: «Es algo que hacemos día a día con nuestros compañeros, compartir costumbres y experiencias hace que todo sea más significativo».

También para los profesores que han organizado la peregrinación y los han acompañado ha sido una experiencia muy especial.

Alicia Pascual, afirma que «el docente aprende mucho más del alumnado que el alumnado lo hace del docente. Nosotros aportamos nuestro granito de arena, pero dentro de ellos vemos esas ganas de comerse el mundo y esas ganas de aprender que nos contagiamos. Se trata de llegar a ellos, saber cuáles son sus necesidades y sobre todo escuchar mucho. Desde mi punto de vista, el buen docente no tiene que ser un buen orador, sino un buen oyente. Hay que llegar al alumnado, hay que llegar a los jóvenes y hay que llegar adonde ellos perciban la esperanza».

Marta Menjíbar y Ana Fernández, estudiantes de Comunicación

 

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