La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería y el Palacio Episcopal. San Indalecio, Varón apostólico y mártir según la tradición, es el Obispo fundador de la Iglesia de Almería, que comenzó siendo la Iglesia hispanorromana de Urci.
El pasado jueves, 30 de octubre, el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, realizó una Visita Pastoral a una comarca peculiar de la Sierra Sur de Jaén: la Encomienda del Bíboras, llamada así porque, tras la Reconquista, el rey Fernando III entregó todo este territorio a la Orden de Calatrava en 1228.
La orden militar estableció aquí una encomienda con un comendador —caballero— encargado de defender la frontera cristiana del Reino nazarí de Granada.
Se trata de una zona de pequeñas poblaciones rodeadas de hermosas sierras, como la Sierra de la Caracolera, y de extensos montes repletos de fauna y flora, atravesados y bañados por el Pantano del Bíboras, que da nombre y forma a toda su geografía.
Junto a esta sierra, oteándola desde lo alto, se alza el castillo del Bíboras, edificación del siglo IX perteneciente a la Orden de Calatrava, a la que también pertenecía todo Martos desde 1228.
La Encomienda fue siempre una zona administrativa y jurídica propia y distinta, aunque desde el siglo XIX quedó agregada a Martos. Es una comarca sencilla y trabajadora: el olivar ocupa el 90 % de su superficie cultivable.
En Las Casillas funciona hoy una única fábrica de aceite: la Sociedad Cooperativa Sagrado Corazón de Jesús, fundada en los años 70, que cuenta con dos líneas de prensas continuas y una producción superior al millón de kilogramos de aceite.
Su parroquia madre, San José, custodia la bendita imagen de los Santos Patronos: la Sagrada Familia de Nazaret y el Glorioso Patriarca San José. Es una parroquia de profunda tradición cristiana y un inmenso amor a sus titulares.
Pero la Encomienda nunca está completa si no se habla de los “cinco dedos de la mano”: Las Casillas, La Carrasca, Los Llanillos, Fuente del Espino y Villarbajo, lugares entrañables por sus gentes y sus tradiciones religiosas.
El Obispo pudo comprobar de primera mano la inmensa devoción a la Santa Cruz en la Fuente del Espino, en La Carrasca y en Villarbajo; a la Virgen de Fátima en Villarbajo; a la Inmaculada de la Medalla Milagrosa en Los Llanillos, y a la Virgen del Rosario en La Carrasca. Todas estas devociones configuran una religiosidad popular sana, viva y ungida, que mantiene unidas a sus gentes como pueblos y como cristianos.
También fue testigo del paso del tiempo, implacable con estas pequeñas aldeas cada día más despobladas y envejecidas. En poblaciones como Las Casillas o La Carrasca apenas quedan vecinos, en su mayoría mayores. Y cuando la edad o la dependencia lo hacen necesario, las familias los trasladan a Martos o a residencias, pues la vida en estos lugares resulta difícil en soledad.
Los jóvenes estudian fuera o buscan trabajo en Martos y sus alrededores; estos pueblos se les quedan pequeños para sus vidas, ilusiones y expectativas. En los cinco núcleos la fe se celebra casi exclusivamente con personas mayores: actualmente, solo hay tres niñas de catequesis.
A primera hora, el Obispo visitó el cementerio, donde oró por los hermanos que esperan la vida eterna y el día de la resurrección. Allí pudo tocar el lugar exacto donde fueron martirizadas, por su fe y por ser religiosas, las beatas Madre Victoria Valverde (Calasancia), Madre Francisca de la Encarnación (Trinitaria) y la Sierva de Dios Madre Isabel, que será beatificada el 13 de diciembre en la SIC.
El Obispo visitó también La Carrasca, pequeña población donde la fe se celebra una vez al mes, o cuando es posible, y en la que apenas quedan unas 30 personas.
De regreso a la escuela de Las Casillas, lo esperaban los siete niños con su maestra y directora, que acogieron la visita con cariño. El centro sigue abierto gracias, sobre todo, a la presencia de población infantil musulmana.
A continuación, el Obispo se dirigió a la ermita de Fátima, en la cola del pantano, donde se celebra su fiesta y las flores a la Virgen, y donde muchas vecinas rezan habitualmente el Rosario.
Cuatro enfermas de Las Casillas —Alicia, Angustias, Encarna y Dolores—, que reciben habitualmente la Sagrada Comunión, recibieron también la visita del Obispo, signo de cercanía con los más vulnerables, ancianos y enfermos.
La comida del día, durante la Visita Pastoral, fue especial: un encuentro fraterno con todos los sacerdotes del Arciprestazgo de Martos-Torredonjimeno.
Por la tarde, el recorrido continuó con una parada en el Pantano del Bíboras, donde Don Sebastián admiró la belleza del paraje natural, tan cercano a Jaén y tan desconocido para muchos.
El primer destino vespertino fue la Fuente del Espino, un lugar de gran belleza, aunque de vida dura. La Santa Cruz, patrona del lugar, da fuerza a sus gentes para el sacrificio y la entrega diaria.
Después, bajo el cielo bendecido por los rayos de la Virgen de la Medalla Milagrosa, el Obispo llegó a Los Llanillos, donde conoció a gente buena y un entorno precioso.
De allí regresó al pantano para visitar Villarbajo, donde la Virgen de Fátima protege, anima y hace familia; porque eso es lo que son sus gentes: una auténtica familia de fe.
Finalmente, de vuelta en Las Casillas, el Obispo mantuvo un encuentro con los colaboradores y con toda la comunidad, que sigue luchando “por todo y por todos”.
El día concluyó con el acto central de la Visita Pastoral: la celebración solemne de la Santa Misa Estacional en la Parroquia de San José de Las Casillas.
Gracias, Don Sebastián, por su presencia y su entrega a esta comunidad cristiana de San José de Las Casillas, que le ha acogido con cariño, reza por usted y se une en el trabajo y la oración por toda nuestra Iglesia diocesana de Jaén.
El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, ha presidido la misa estacional que se ha celebrado la noche del 31 de octubre en la iglesia parroquial de la Asunción de Cantillana (Sevilla), con motivo del LXXV aniversario de la proclamación del dogma de la Asunción de la Virgen por parte del papa Pío XII. Previamente se celebró el Rosario por las calles de la localidad, acompañando al Simpecado de la hermandad hasta la parroquia. La misa fue concelebrada, entre otros, por el obispo emérito de Almería, monseñor Adolfo González.
Al inicio de su homilía, el arzobispo afirmó que la Asunción es “el culmen de la historia de María, toda ella marcada por la gracia”. En esta línea, señaló que “María es la bienaventurada por excelencia; en Ella, las Bienaventuranzas se hicieron carne”.
Seguidamente destacó que “si hay un lugar donde este misterio se vive, se reza, se canta y se encarna con hondura, es Cantillana”. “Aquí la devoción a la Virgen Asunta es identidad y misión, tradición y caridad, belleza y evangelio. Vuestras sabatinas, la Subida, el lenguaje de las flores, la música, los altares, la peregrinación a Roma y tantos gestos catequéticos y caritativos durante este año del LXXV aniversario, proclaman al mundo que María es la esperanza que no defrauda”, añadió.
Haciendo historia, don José Ángel recordó que la proclamación del dogma de la Asunción fue “un mensaje de esperanza para un tiempo herido por guerras y totalitarismos”. Setenta y cinco años después, “la sociedad sigue sufriendo por las guerras y la violencia, y también por la soledad, la fragmentación, el descarte de los débiles, la pérdida de sentido. La Asunción nos recuerda que Dios no abandona su creación y que la historia tiene sentido: Cristo ha resucitado; María participa de su victoria; nosotros somos llamados a la plenitud”.
Finalmente, el arzobispo propuso a los devotos de la Asunción “tres acentos” para este año jubilar: la caridad, la unidad y la misión. “Os animo a ser testigos de Jesucristo en la sociedad del siglo XXI, con el testimonio de una vida ejemplar, con la palabra oportuna de consuelo, de alegría y esperanza”, apuntó, antes de lanzar un ruego que recordó al papa san Juan Pablo II: “No tengáis miedo a la santidad; es plenitud de vida”.
En el curso de la Eucaristía, la alcaldesa, Rocío Campos, renovó la vinculación de la villa de Cantillana con el dogma de la Asunción de la Virgen, como sucediera hace 75 años, y tras la misa, el arzobispo bendijo la nueva diadema (en la imagen), un regalo de sus fieles, llevada hasta el altar por el hermano mayor, José Antonio Ortiz.
Más de 4.000 personas pertenecientes a comunidades gitanas, sinti y caminantes de más de distintos países hemos peregrinado a la capital italiana para participar en un Jubileo histórico, promovido por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y la Fundación Migrantes, con el apoyo de la Comunidad de Sant’Egidio y el Vicariato de Roma, entre otros, se daban cita el Delegado de la Pastoral Gitana de la Diócesis, el sacerdote D. Ángel Sánchez.
El encuentro central tuvo lugar en el Aula Pablo VI, donde se celebró una jornada de oración, música y testimonios bajo el lema “La esperanza es itinerante, mi padre y mi madre eran arameos errantes”.
El papa León XIV participó en el acto, en el que se destacó la riqueza cultural y espiritual del pueblo gitano, así como su contribución a la vida de la Iglesia.
Durante el evento, se escucharon voces de distintas generaciones, entre ellas la de Eva Rizzin, investigadora de origen sinti, y Amadeus Giordan Halilovic, joven universitario romaní comprometido con la inclusión social. La música, interpretada por artistas gitanos de varios países europeos, acompañó los momentos de oración y reflexión.
Tras el encuentro con el Papa, los peregrinos cruzamos la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en un gesto simbólico de acogida y reconciliación. El domingo, la misa jubilar en el Santuario del Divino Amore fue presidida por el cardenal Fabio Baggio, y se rindió homenaje al beato Ceferino Giménez Malla, primer mártir gitano y en proceso de canonización.
El Jubileo concluyó con una jornada de convivencia y un almuerzo comunitario, en un ambiente de fraternidad y celebración. La Iglesia ha querido con este gesto reconocer la dignidad, la historia y la fe del pueblo gitano y reafirmar su compromiso con la inclusión y la justicia.
Ángel-Dandy, Delegado Episcopal para la Pastoral Gitana de Jaén
En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y ningún tormento los alcanzará. Los insensatos pensaban que habían muerto, y consideraban su tránsito como una desgracia, y su salida de entre nosotros, una ruina, pero ellos están en paz. Aunque la gente pensaba que cumplían una pena, su esperanza estaba llena de inmortalidad. Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como sacrificio de holocausto. En el día del juicio resplandecerán y se propagarán como chispas en un rastrojo. Gobernarán naciones, someterán pueblos y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque la gracia y la misericordia son para sus devotos y la protección para sus elegidos.
Salmo
Sal 27, 1.4.7-9
R./ Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo.
Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor. No me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación.
Segunda Lectura
Romanos 5, 5-11
La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvados del castigo! Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvados por su vida! Y no solo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
Evangelio
Juan 11, 17-27
Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Comentario de Pablo Díez
En Sabiduría 2,23 se insiste en que el hombre ha sido creado para la inmortalidad. No es un ser arrojado en el vacío de la existencia para volver a la nada; es una criatura de Dios, con un destino digno de su creador. La inmortalidad o incorrupción a que está destinado según el plan divino original le posibilita estar junto a Dios para siempre (Sab 6,19). Esto se consigue respondiendo al don de Dios con la observancia de las leyes divinas. Está, pues, en manos del hombre realizar la vocación para la que ha sido creado o frustrarla. Que el ser humano esté llamado a la inmortalidad es una consecuencia de haber sido creado a imagen de Dios. Pero puede configurar o desfigurar la imagen que lleva o es. En este supuesto, a la vida feliz con Dios en la inmortalidad sucede el reino de la muerte, presidido por el enemigo y adversario de los hombres, el diablo.
Al amor de Dios hacia el hombre, presupuesto en su acción creadora, se opone la negra envidia del diablo que cubrirá de muerte y de tristeza el mundo de los hombres. En un principio, Sabiduría hace referencia a la muerte física, pues como dice el apóstol: “todos pecaron y están privados de la gloria de Dios” (Rom 3,23) y, por tanto, experimentan la mortalidad. San Pablo lo describe como un estado de enemistad con Dios al que pone fin la muerte de Cristo, abriendo con la vida recobrada en la resurrección el camino de la salvación (Rom 5,10-11). El diálogo con Marta indica como Jesús redefine la vida y la muerte, afirmando que la fe en él reduce la muerte a un tránsito, en tanto que la vida que se adquiere por esta fe se prolonga eternamente (Jn 11,25-26). Por esto, en última instancia, en el texto de Sabiduría se alude también a la muerte escatológica (Sab 2,24), pues solamente los que, tras el acto redentor de Cristo, siguen con contumacia en el pecado, la experimentan o pasan por ella.
La visita de la Virgen de las Nieves está dejando momentos de mucha emoción en La Palma. La patrona insular recorre desde el 17 de octubre todos los municipios de la isla, coincidiendo con el Jubileo de la Esperanza. Estos días está, concretamente, en las zonas más afectadas por la erupción volcánica de 2021, una peregrinación que reaviva recuerdos y afianza la esperanza. Desde la Parroquia de la Sagrada Familia de Tajuya, un templo que se convirtió en refugio durante la catástrofe, el párroco Domingo Guerra, conocido como el ‘cura del volcán‘, ha compartido su testimonio en Herrera en COPE Canarias.
107 días con las puertas abiertas
Don Domingo recuerda que la decisión de mantener la iglesia abierta fue un impulso para responder a una necesidad inmediata. «Fue realmente un impulso», afirma, al darse cuenta de que no había otro lugar para que la gente cubriera sus necesidades elementales. «Yo me dije a mí mismo, ‘aquí no hay un bar, no hay un sitio donde la gente poder cubrir sus necesidades‘, y yo no puedo cerrar la iglesia, y la dejé abierta», destacó a Roberto González junto a la imagen de la Virgen.
Durante 107 días, el templo fue un refugio abierto día y noche, sin vigilancia. El párroco destaca el inmenso respeto de la gente. Aunque pensó en qué normas poner, como pedir que no se fumara dentro, «pues no tuve a nadie que decirle nada». Agradecido, resalta que no hubo incidentes y que ni un solo euro faltó de la hucha de las colectas.
Tres volcanes en una vida
Para Domingo Guerra, este no fue su primer volcán. Con solo ocho años vivió la erupción del volcán de San Juan en 1949; más tarde, la del Teneguía en 1971, y finalmente la del Tajogaite en 2021. Su recuerdo del primero es especialmente doloroso, cuando tuvo que huir de noche con su familia desde la cumbre. «Mi padre, mi hermano y yo, con las vacas, bajamos a trompicones hasta casa, y llegamos muy heridos«, rememora.
La erupción más reciente también ha dejado una profunda huella anímica. El sacerdote describe un estado de shock en el que «se acabaron las palabras, y se quedaron los gestos». El desánimo era tal, cuenta, que la gente ni contestaba en misa. Describe la destrucción con una potente metáfora: «el volcán fue como un dragón, que cada día iba echando cabezas, y en esas cabezas iba dando mordiscos».
Esperanza para el futuro
La peregrinación de la patrona, 61 años después de la última, trae un necesario mensaje de «consuelo y esperanza«. Uno de los actos más significativos será la misa en el cementerio de Las Manchas, parcialmente sepultado por la lava, un hito en la recuperación emocional de la isla.
A pesar del dolor, don Domingo mira al futuro con optimismo. Cree que «en un par de años, el volcán será historia pasada» gracias a la reconstrucción de viviendas, carreteras y polígonos industriales. Para él, ese esfuerzo humano, unido a la fe a través de la imagen de la Virgen, es lo que da «ilusión de futuro».
La visita ha tenido lugar tras el reciente nombramiento del profesor José Rodríguez Quintero como rector de la Universidad de Huelva, en un encuentro que se ha desarrollado en un ambiente cordial y de respeto institucional. Acompañaron al rector la vicerrectora de Proyección Universitaria, Joaquina Castillo Algarra, y la vicerrectora de Estudiantes, Mariló Guzmán Franco.
Durante el encuentro, el obispo diocesano transmitió al rector y a su equipo su felicitación por el nuevo nombramiento, así como sus mejores deseos para la labor que la Universidad desarrolla al servicio de la formación integral de los jóvenes y del progreso de la provincia.
En el transcurso de la visita, el rector firmó en el libro de honor del Obispado de Huelva, gesto con el que dejó constancia de este primer encuentro institucional. Posteriormente, tuvo oportunidad de recorrer las dependencias del palacio episcopal, conociendo de cerca el trabajo pastoral, social y cultural que la Diócesis lleva a cabo en el territorio onubense.
La Diócesis de Huelva valora especialmente estos espacios de encuentro y diálogo con las instituciones académicas y sociales de la provincia, en el convencimiento de que la colaboración mutua contribuye a promover los valores humanos y cristianos que sustentan la convivencia y el bien común.
Imagina los ojos de Jesús. Se detienen en los tuyos, mirándote fijamente. ¿Qúe sucede? ¿Qué sentimientos te provoca? ¿Qué actitud asumes?
Meditando algunos textos bíblicos que nos muestran cómo miraba Jesús, es posible imaginar que nosotros ocupa-mos el lugar de los personajes y dejar que Jesús nos mire como los miraba a ellos.
Hagamos este recorrido profundamente espiritual por el Evangelio y dejemos que nuestra vida sea descubierta y transformada por la luz de los ojos del Señor.
(Tomado de la Editorial «Narcea»)
Intervención de la Hna. Pilar González, desde la Librería Welba, en El Espejo de COPE Huelva de este viernes 31 de octubre de 2025.
Los últimos años estamos asistiendo a la recuperación del sentido religioso de una fecha con un evidente significado espiritual, el primero de noviembre, solemnidad de Todos los Santos. Esta tendencia se evidencia de una forma más visible en el contexto educativo, concretamente en los centros de enseñanza de inspiración cristiana, con actividades orientadas a destacar el significado de esta fiesta religiosa, haciendo partícipes a los niños y a sus familias desde los primeros cursos.
Almudena Abaurrea, directora del Colegio Diocesano San Isidoro, subraya que hay un lema que alumbra las actividades que se van a organizar en torno al 1 de noviembre: «la santidad es para todos», subraya. Todos los colegios incluidos en la Fundación Diocesana Victoria Díez promueven diversas actividades con las que los alumnos se convierten por un día en santa Teresa, san Ignacio, sor Ángela o san Francisco. La mañana del viernes, 31 de octubre, los niños aciden al colegio disfrazados de un santo. La elección compromete también a los familiares que, en cierto modo, se convierten en ‘catequistas’ de sus hijos, conociendo la vida y legado del santo al tiempo que preparan el disfraz. Ya en el colegio, se llevan a cabo diversas pruebas u juegos centrados en las historias que hay detrás de los santos y beatos representados por los niños. este año habrá una dedicatoria especial para san Carlo Acutis, joven italiano recientemente canonizado por el papa León XIV.
En el caso del Colegio Diocesano San Isidoro, ese día se prepara además un desayuno especial con dulces elaborados por las religiosas de monasterios de clausura. Cada año se opta por un cenobio, y este año es el turno de la repostería de las monjas de Santa Clara.
Los colegios diocesanos no son los únicos que se adelantan de forma especial a la solemnidad de Todos los Santos, algunos de ellos bajo la denominación ‘Hollywins‘. El Colegio CEU San Pablo Sevilla es uno de los centros que dedican las vísperas de esta fiesta a esta celebración infantil.
Orígenes e historia de la fiesta
Las raíces de esta celebración son antiguas. En el siglo IV se empezó a celebrar la conmemoración de los mártires. Los primeros rastros de esta celebración los encontramos en Antioquía, en el domingo después de Pentecostés; san Juan Crisóstomo ya hablaba de ello. Entre los siglos VIII y IX, la fiesta comenzó a difundirse en Europa, y en Roma específicamente en el siglo IX. Fue el papa Gregorio III (731-741) quien eligió la fecha del 1 de noviembre para coincidir con la consagración de una capilla en San Pedro dedicada a las reliquias «de los santos apóstoles y de todos los santos mártires y confesores, y de todos los justos hechos perfectos que descansan en paz en todo el mundo». En la época de Carlomagno esta fiesta ya era ampliamente conocida y celebrada.