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Baza celebra hoy a la Virgen de la Piedad, su Patrona

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Baza celebra hoy a la Virgen de la Piedad, su Patrona

Las celebraciones de este año vienen marcadas por la conmemoración del 50 aniversario de la proclamación de la Virgen de la Piedad como Alcaldesa Perpetua de Baza

La ciudad de Baza celebra a su Patrona, la Virgen de la Piedad. Este lunes 8 de septiembre es el día grande de los cultos que le rinden los bastetanos, que comenzaron el 30 de agosto, con una novena, y terminarán este lunes, aunque las fiestas en su honor se prolongan hasta el 15 de septiembre. Serán unas fiestas especiales, porque se conmemora el 50 aniversario de la proclamación de la Virgen de la Piedad como Alcaldesa Perpetua de Baza.

El lunes 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen María, Baza celebra el día grande de sus fiestas. Por la mañana habrá Misa Pontifical y por la tarde, procesión por las calles de Baza. Mons. Como todos los años, Francisco Jesús Orozco, obispo de Guadix, será quien presida la Misa, que estará concelebrada por los sacerdotes de la ciudad y a la que asistirán representantes de las instituciones bastetanas y muchos fieles, tanto de la ciudad como de la comarca. También habrá representación de todas las hermandades de Baza, así como de algunas localidades de alrededor. Y, por supuesto, estará representada la Hermandad de la Virgen de las Angustias, de Guadix, vinculada a Baza en la devoción mariana y por el Cascamorras, que un año más no ha conseguido su propósito.

Durante nueve días, desde le 30 de agosto, se ha celebrado en el templo de la Piedad un novenario en su honor. Este año, el predicador ha sido el sacerdote Manuel Millán, párroco del Sagrario, de Baza, canónigo y secretario-canciller del obispado. También, en las novenas, se han hecho presentes las hermandades e instituciones de la ciudad, haciendo su ofrenda a la Patrona.

Este año, la fiesta viene marcada por la celebración del 50 aniversario de la proclamación de la Virgen de la Piedad como Alcaldesa Perpetua de Baza. Fue en 1975 cuando se le hizo entrega de Bastón de Mando, un bastón que este año será renovado por otro nuevo, el del 50 aniversario, que recordará que La Piedad es la alcaldesa del corazón de todos los bastetanos.

Antonio Gómez

Delegado diocesano de MCS. Guadix

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Alegría en la Iglesia por San Carlo Acutis y San Pier Giorgio Frassati

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En la mañana del domingo, 7 de septiembre, el Papa León XIV presidía la solemne y multitudinaria ceremonia de canonización dedos jóvenes, referencia para todos los jóvenes del mundo: Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati son santos de Dios.

Carlo Acutis (1991-2006) se convierte en el primer millennial declarado santo. Su proceso ha sido sorprendentemente rápido: apenas cuatro años, un tiempo muy corto para los cánones de la Iglesia.Acutis murió con 15 años a causa de una leucemia, pero dejó un legado singular: supo aprovechar las nuevas tecnologías para evangelizar. Conocido por sus vaqueros y deportivas, creó una exposición digital de milagros eucarísticos que todavía hoy recorre el mundo.

El reconocimiento final llegó tras el segundo milagro atribuido a su intercesión: la recuperación de Valeria Valverde, una joven costarricense que sobrevivió a un coma provocado por un grave accidente de bicicleta en 2022.

Pier Giorgio Frassati (1901-1925) ha sido declarado santo junto a Carlo Acutis. Era hijo de una influyente familia de Turín, en Italia. A pesar de su origen privilegiado, eligió vivir de manera sencilla y dedicar su tiempo a los pobres.

Estudiante de ingeniería de minas, buscaba estar cerca de los trabajadores más explotados. Repartía comida, carbón, ropa y consuelo a quienes más lo necesitaban. Su vida terminó abruptamente a los 24 años, víctima de una poliomielitis fulminante, pero dejó una profunda huella en su ciudad.

Lee aquí la homilía del Papa León XIV pronunciada en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

Queridos hermanos y hermanas:

En la primera lectura hemos escuchado una pregunta: «[Señor,] ¿y quién habría conocido tu voluntad si tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y enviado desde lo alto tu santo espíritu?» (Sab 9,17). La hemos oído después de que dos jóvenes beatos, Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, fueran proclamados santos, y eso es providencial. En el libro de la Sabiduría, esta pregunta está atribuida precisamente a un joven como ellos: el rey Salomón. Cuando murió David, su padre, él se dio cuenta de que disponía de muchas cosas: el poder, la riqueza, la salud, la juventud, la belleza, el reino. Pero esta gran abundancia de medios le había hecho surgir una pregunta en su corazón: “¿Qué debo hacer para que nada se pierda?”. Y había entendido que el único camino para encontrar una respuesta era pedir a Dios un don aún mayor: su Sabiduría, para poder conocer sus proyectos y adherir a ellos fielmente. Se dio cuenta, en efecto, que de ese modo todas las cosas encontrarían su lugar en el gran designio del Señor. Sí, porque el riesgo más grande de la vida es desaprovecharla fuera del proyecto de Dios.

También Jesús, en el Evangelio, nos habla de un proyecto al que adherir hasta el final. Dice: «El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo» (Lc 14,27); y agrega: «cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (v. 33). Es decir, nos llama a lanzarnos sin vacilar a la aventura que Él nos propone, con la inteligencia y la fuerza que vienen de su Espíritu y que podemos acoger en la medida en que nos despojamos de nosotros mismos, de las cosas y de las ideas a las que estamos apegados, para ponernos a la escucha de su palabra.

Muchos jóvenes, a lo largo de los siglos, tuvieron que afrontar este momento decisivo de la vida. Pensemos en san Francisco de Asís: como Salomón, también él era joven y rico, y estaba sediento de gloria y de fama. Por eso partió a la guerra, esperando ser nombrado “caballero” y revestirse de honores. Pero Jesús se le apareció en el camino y le hizo reflexionar sobre lo que estaba haciendo. Vuelto en sí, dirigió a Dios una pregunta sencilla: «Señor, ¿qué quieres que haga?» .Y a partir de allí, volviendo sobre sus pasos, comenzó a escribir una historia diferente: la maravillosa historia de santidad que todos conocemos, despojándose de todo para seguir al Señor (cf. Lc 14,33), viviendo en pobreza y prefiriendo el amor a los hermanos, especialmente a los más débiles y pequeños, al oro, a la plata y a las telas preciosas de su padre.

¡Y cuántos otros santos y santas podríamos recordar! A veces nosotros los representamos como grandes personajes, olvidando que para ellos todo comenzó cuando, aún jóvenes, respondieron “sí” a Dios y se entregaron a Él plenamente, sin guardar nada para sí. A este respecto, san Agustín cuenta que, en el «nudo tortuosísimo y enredadísimo» de su vida, una voz, en lo profundo, le decía: «Sólo a ti quiero». Y, de esa manera, Dios le dio una nueva dirección, un nuevo camino, una nueva lógica, donde nada de su existencia estuvo perdido. En este marco, contemplamos hoy a san Pier Giorgio Frassati y a san Carlo Acutis: un joven de principios del siglo XX y un adolescente de nuestros días, ambos enamorados de Jesús y dispuestos a dar todo por Él.

Pier Giorgio encontró al Señor por medio de la escuela y los grupos eclesiales —la Acción Católica, las Conferencias de San Vicente de Paúl, la F.U.C.I. (Federación Universitaria Católica Italiana), la Orden Tercera de Santo Domingo— y dio testimonio de ello a través de su alegría de vivir y de ser cristiano en la oración, en la amistad y en la caridad. Hasta el punto de que, a fuerza de verlo recorrer las calles de Turín con carritos repletos de ayuda para los pobres, sus amigos lo llamaban “Empresa de Transportes Frassati”. También hoy, la vida de Pier Giorgio representa una luz para la espiritualidad laical. Para él la fe no fue una devoción privada; impulsado por la fuerza del Evangelio y la pertenencia a asociaciones eclesiales, se comprometió generosamente en la sociedad, dio su contribución en la vida política, se desgastó con ardor al servicio de los pobres.

Carlo, por su parte, encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres, Andrés y Antonia — presentes hoy aquí con sus dos hermanos, Francesca y Michele— y después en la escuela, también él, y sobre todo en los sacramentos, celebrados en la comunidad parroquial. De ese modo, creció integrando naturalmente en sus jornadas de niño y de adolescente la oración, el deporte, el estudio y la caridad.

Ambos, Pier Giorgio y Carlo, cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración eucarística. Carlo decía: «Cuando nos ponemos frente al sol, nos bronceamos. Cuando nos ponemos ante Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en santos», y también: «La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos». Otra cosa esencial para ellos era la confesión frecuente. Carlo escribió: «A lo único que debemos temer realmente es al pecado»; y se maravillaba porque —son palabras suyas— «los hombres se preocupan mucho por la belleza del propio cuerpo y no se preocupan, en cambio, por la belleza de su propia alma».

Ambos, además, tenían una gran devoción por los santos y por la Virgen María, y practicaban generosamente la caridad. Pier Giorgio decía: «Alrededor de los pobres y los enfermos veo una luz que nosotros no tenemos».[3] Llamaba a la caridad “el fundamento de nuestra religión” y, como Carlo, la ejercitaba sobre todo por medio de pequeños gestos concretos, a menudo escondidos, viviendo lo que el Papa Francisco ha llamado «la santidad “de la puerta de al lado”» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 7).

Incluso cuando los aquejó la enfermedad y esta fue deteriorando sus jóvenes vidas, ni siquiera eso los detuvo ni les impidió amar, ofrecerse a Dios, bendecirlo y pedirle por ellos y por todos. Un día Pier Giorgio dijo: «El día de mi muerte será el día más bello de mi vida»;[4] y en su última foto, que lo retrata mientras escalaba una montaña de Val di Lanzo, con el rostro dirigido a la meta, había escrito: «Hacia lo alto».[5] Por otra parte, a Carlo, siendo aún más joven, le gustaba decir que el cielo nos espera desde siempre, y que amar el mañana es dar hoy nuestro mejor fruto.

Queridos amigos, los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra. Nos animan con sus palabras: “No yo, sino Dios”, decía Carlo. Y Pier Giorgio: “Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces llegarás hasta el final”. Esta es la fórmula, sencilla pero segura, de su santidad. Y es también el testimonio que estamos llamados a imitar para disfrutar la vida al máximo e ir al encuentro del Señor en la fiesta del cielo.

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El Vaticano recuerda el 150 aniversario de la Hermandad de la Victoria con un matasellos

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El día 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de María, la oficina de filatelia de la Santa Sede ha preparado un matasellos por el 150 aniversario de la fundación de la Hermandad de Santa Maria de la Victoria, patrona de la diócesis y de la ciudad de Málaga.

La Real Hermandad de Santa María de la Victoria ha editado tres postales que serán enviadas a la Ciudad del Vaticano para que, sobre un sello del papa León, sea depositado el matasellos conmemorativo.

Como explica el sacerdote rondeño Salvador Aguilera, oficial de la Santa Sede, la solicitud de este matasellos se realizó «con una carta dirigida al Presidente de la Gobernación del Estado del Vaticano del ahora administrador apostólico de Málaga, Mons. Jesús Catalá Ibáñez. Esta petición se realizó de manera conjunta con la que conmemora el centenario de la edificación del Seminario malacitano, que fue emitido con fecha del 27 de junio».

El matasellos del 150 aniversario tiene forma circular y mide 3,8 centímetros. En el centro se encuentra la imagen de Santa María de la Victoria. Alrededor del mismo hay una inscripción latina-italiana, cuya traducción es: «1975 En el Aniversario de la Fundación de la Hermandad de Santa María de la Victoria 2025. Oficinas Postales Vaticanas. 08.09.2025».

Dichas postales podrán ser adquiridas en la sede de la Real Hermandad.

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Mons. Gil Tamayo: «La verdadera victoria, como nos enseña nuestra Patrona, se encuentra en la fe»

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En la mañana del 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de María, la Catedral acogía la Misa Estacional de la Solemnidad de la Patrona de la Diócesis y la Ciudad de Málaga, la Virgen de la Victoria, presidida por Mons. José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada. Esta tarde tiene lugar la solemne procesión, a las 19.30 horas, con la que se clausura el Año Jubilar con motivo del 150 aniversario de la Hermandad.

Mons. Jesús Catalá, Obispo Administrador Apostólico de Málaga, y Mons. Francisco Pérez, Obispo Emérito de Pamplona, concelebraron la Eucaristía junto al Deán, el Cabildo Catedral y un numeroso grupo de sacerdotes de la ciudad. 

 

Ofrenda floral y bendición del trono

Tras la tradicional ofrenda floral del Ayuntamiento de la ciudad, la Diputación y la Junta de Andalucía a la Patrona, dio comienzo la Misa cuyos cantos estuvieron guiados por la Coral Santa María de la Victoria. 

Durante la procesión de entrada camino al altar, Mons. Catalá bendijo el trono renovado «en el que nuestra Patrona, Santa Maria de la Victoria, recorrerá las calles de nuestra ciudad. Esta bendición convierte este trono en signo visible de la devoción y del amor filial que el pueblo malagueño profesa a la Madre de Dios», expresaban desde la Hermanada en la monición de dicho momento.  

 

Del 30 de agosto al 7 de septiembre se ha celebrado la tradicional novena que este año, con motivo del Año Jubilar de la Hermandad por su 150 aniversario, la han predicado varios sacerdotes y obispos. El domingo 7 de septiembre fue Mons. Catalá quien predicó en la que también fue la Misa de Acción de Gracias por su pontificado.

Homilía

En la festividad de la Patrona, el Arzobispo de Granada comenzaba su homilía felicitando a la Hermandad de la Virgen de la Victoria por su «siglo y medio de amor y difusión de la devoción a la Patrona y Madre de Málaga. Y también felicitó a «todos los que concurren a esta Eucaristía para avanzar en nuestro amor a la Patrona y Reina de Málaga. Desbordamos con Ella de gozo en el Señor en este día de su Natividad. Hoy nos congregamos para celebrar con alegría a la Virgen de la Victoria, patrona de Málaga. Cada 8 de septiembre, recordamos con gratitud a la Madre de Dios, quien acompaña y guía nuestro camino, tal como ha hecho a lo largo de la historia de vuestra ciudad, especialmente en las circunstancias más difíciles».

 

Y concluía recordando que «la verdadera victoria, como nos enseña nuestra Patrona, se encuentra en la fe. En un mundo lleno de desafíos, nuestra fe nos invita a ver más allá de las dificultades y a descubrir luz en las sombras. Es en la fe donde hallamos la paz y la fortaleza necesarias para enfrentar las pruebas de la vida. La Virgen de la Victoria nos anima a vivir nuestra vocación cristiana con amor y firmeza. Nos recuerda que la verdadera victoria no reside en logros materiales, sino en nuestra capacidad de amar, perdonar y servir a los demás. Cada acto de bondad y generosidad se convierte en un reflejo de la victoria que tanto buscamos».

E invitó a los presentes a pedir «a nuestra Madre, la Santísima Virgen de la Victoria, que interceda por nosotros, por la ciudad de Málaga, por vuestro nuevo obispo D. José Antonio Satué, que tomará posesión el próximo día 13; por nuestro querido D. Jesús, que ha sido vuestro pastor diocesano durante tantos años y por la querida diócesis de Málaga y por nuestra España, para que la victoria de la fe ilumine cada corazón y cada hogar. Que siempre encontremos en la Santísima Virgen un refugio y un aliento en nuestro caminar. Así sea».

Clausura del Año Jubilar

Al concluir la celebración litúrgica, Mons. Catalá realizó un signo  simbólico de la clausura del Año Jubilar que la Hermandad ha venido celebrando con motivo de su 150 aniversario. Durante toda la novena han estado encendidas todo el día dos velas con el anagrama del aniversario en dos fanales a los pies de la Virgen, en ese momento D. Jersús procedió a apagarlas como gesto simbólico de la clausura del Año Jubilar que tendrá lugar cuando la imagen de Santa Maria de la Victoria cruce el umbral del Santuario, tras la procesión que dará comienzo a las 19.30 horas.

 

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DIRECTO: Misa estacional de la Solemnidad de Santa María de la Victoria

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Noticia

Novena a la Virgen de la Victoria en la Catedral de Málaga · Autor: E. LLAMAS

Publicado: 08/09/2025: 93

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Canal Málaga

A partir de las 11.15 horas, sigue aquí, en directo, a través de la señal de Canal Málaga, la Misa estacional de la Solemnidad de la Patrona de Málaga que preside el arzobispo metropolitano de Granada, Mons. José María Gil Tamayo.

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El arzobispo de Sevilla visita la Arquidiócesis de Panamá con motivo de los 512 años de la primera diócesis en Tierra Firme

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El arzobispo de Sevilla visita la Arquidiócesis de Panamá con motivo de los 512 años de la primera diócesis en Tierra Firme

El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, se encuentra en la Arquidiócesis de Panamá, del 4 al 10 de septiembre, para participar en diversos actos programados por el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, con motivo de dos efemérides: Los 512 años de la creación de Santa María la Antigua, primera diócesis en tierra firme del continente americano creada por el papa León X con bula del 9 de septiembre de 1513; y  la celebración del centenario de la elevación de la jurisdicción como sede metropolitana.

Coronación pontificia de la patrona de Panamá

El evento central —esperado por todos los fieles panameños— tendrá lugar el martes 9, a las diez de la mañana. En el transcurso de la Eucaristía, celebrada en la Catedral Basílica Metropolitana, monseñor José Ángel Saiz coronará la imagen de Santa María de la Antigua con una presea realizada en Sevilla por los hermanos orfebres Fernando y José Luis Marmolejo, sufragada por los devotos a la Virgen.

La advocación de Santa María la Antigua nació en Sevilla, en los albores de la evangelización del Nuevo Mundo. Desde su capilla en la Catedral hispalense, partieron navegantes, misioneros y santos que llevaron la fe hasta aquellas tierras. Por eso, la coronación pontificia tiene también el carácter de puente entre dos iglesias hermanas, la de Sevilla y la de Panamá, unidas bajo la mirada de la misma Madre.

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“El Evangelio y la sabiduría de Dios es para llevarlo a nuestra vida”

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Queridos sacerdotes concelebrantes,

Diácono,

Queridos hermanos y hermanas,

Estamos celebrando esta Eucaristía en este domingo ya de septiembre. En este día del Señor, ya con el curso comenzando. Pero la Palabra de Dios que hemos escuchado en esta Misa de la Palabra, esta primera parte de la Eucaristía, nos trae unos ingredientes especiales. Que son continuación de lo que venimos escuchando a lo largo del mes de agosto.

Por una parte, el Antiguo Testamento, tomando pie de los libros sapienciales de la Sagrada Escritura, nos invita a pedir esa sabiduría que nace de la fe, esa sabiduría que nace de la mirada del creyente. Esa sabiduría, en definitiva, que después en el Nuevo Testamento se verá personificada en el mismo Cristo, que es el Verbo de Dios que se ha hecho carne.

Ese atisbo progresivo del conocimiento de Dios, que va desentrañando las realidades profundas y los anhelos del ser humano a los que la fe le dar respuesta según la revelación de Dios. Y hoy nos hace una reflexión el libro de la sabiduría, en definitiva, viene a hacernos caer en la cuenta de la realidad del hombre que es limitada y que frente a Dios y su conocimiento se encuentra muy limitado.

Solo Dios puede ser conocido realmente cuanto es revelado por Él mismo. Cuando Él nos da su sabiduría. Esa sabiduría que es el mismo Cristo encarnado. Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre, dice Jesús, a Felipe. A uno de sus apóstoles, cuando le dice: Muéstranos al Padre, y nos basta. El mismo Jesús habla de que los sencillos, los sencillos de corazón son los que realmente conocen a Dios.

Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los sencillos. Y dice Jesús: Nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo, aquel a quien el Hijo se lo quiso revelar. Y Jesús nos ha mostrado plenamente el misterio de Dios. Un Dios que es Padre, que es misericordia. Un Dios que se nos ha hecho… Se nos ha mostrado en su Hijo Jesucristo, el Verbo encarnado, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Luego, nos dice también la Sagrada Escritura: Por y para él fueron creadas todas las cosas.

Y ese Dios que es Padre, que es Hijo, nos envía su Espíritu, que es el que obra en nosotros, hasta el punto que no podemos decir ni tan siquiera Jesús es el Señor, si no es por el Espíritu Santo. Él es el que abre nuestros corazones plenamente con esa iluminación de la gracia para conocerlo.

Nos dice San Pablo, en una de sus cartas, la carta a los Efesios, creo recordar, Dios les conceda espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que llama, cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos. Somos unos afortunados porque Dios se nos ha manifestado.

Y en la lectura proclamada del Evangelio, el Señor sigue poniéndonos los perfiles del cristiano, mostrándonos qué es lo que espera de un discípulo de Cristo. Hemos venido a lo largo de estos domingos en que el Señor, con diversos ejemplos, nos ha hablado de que tenemos que estar desposeídos, desprendidos de las cosas de la tierra y que tenemos que buscar los bienes de allá arriba.

El Señor nos ha invitado incluso tomando pie, cuando los propios discípulos, pues tratan entre ellos de competir y de ocupar los primeros puestos, nos ha puesto ese ejemplo. El Señor nos ha dicho que los últimos serán los primeros, los primeros, los últimos. Que tenemos que ganar en humildad, acordaros el domingo pasado.

Y hoy ¿de qué nos habla el Señor? Pues precisamente con esa serie de exigencias enlazadas del Evangelio de San Lucas, nos habla de la primacía de Dios. Es lo primero que nos muestra hoy el Evangelio. Y Jesús mismo se arroga esa primacía. Hay un libro de un rabino judío querido, muy querido por el Papa Ratzinger en su obra Jesús de Nazaret lo cita. Este judío, estudioso de las Sagradas Escrituras, rabino, profesor en Florida o ya antiguo profesor, este hace una especie de ensayo novelado en que acompaña a Jesús siguiendo el parámetro de las enseñanzas de San Mateo, que es un evangelio dirigido a judíos que se han hecho cristianos, y va diciendo que hay muchas enseñanzas de Jesús que ya estaban explicadas expuesta por los rabinos judíos tomadas de la Torá, de la ley. Pero llega un momento como este que acabamos de escuchar, en que Jesús se pone en el lugar de Dios. Y entonces el rabino en esa novela abandona a Jesús. Ya no puedo seguirte, ya te vas por otro camino. Ya te estás proclamando tú mismo Dios. Te estás poniendo en el lugar de Dios.

Pues claro que sí. Cuando el sumo sacerdote interroga Jesús: te conjuro por el Dios vivo, que nos diga si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús dijo: Tú lo has dicho. Y veréis al Hijo del Hombre venir con gran poder y gloria. Este se proclama Dios. Y esta es la peculiaridad cristiana, Jesús es el Hijo de Dios.

Pero hoy ¿qué nos exige a sus discípulos? La primacía de Dios en un mundo secularizado como el nuestro. Si tuvieras que hacer una clasificación en tu vida y pensar qué es lo primero en mi vida, ese primer mandamiento de la ley de Dios: Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. ¿Es realmente el primero para ti?

¿Realmente Jesús es tu Dios y tu todo? Jesús es no anteponer nada a Cristo, que nos dice San Cipriano y San Benito. ¿Realmente qué cosas hay antes de Cristo en tu vida de cristiano? Tu orgullo, el dinero y poder, la sensualidad. Pues hoy Jesús nos dice: El que antepone a su padre o a su madre, a sus hijos, a sus hermanos, el que no, lo dice en negativo, el que no antepone a su padre a su madre, el que no pone después de mí…

Incluso a sí mismo no se pone en último lugar, no puede ser discípulo mío. Luego, queridos hermanos, aquí tenemos todos cambiar. Tenemos que reordenar el orden de preferencias de nuestras vidas. Tenemos que mirar la vida con la dimensión de un hijo y una hija de Dios, donde Dios es lo primero. Esta es la gran exigencia del Reino de Dios, la primacía de Dios, la primacía de Cristo.

Que Cristo esté en el primer lugar de nuestra vida. Y lógicamente, la segundo exigencia de Jesús que nos muestra el Evangelio hoy es que tome su cruz de cada día y le siga. Quien no toma su cruz de cada día y me sigue no puede ser discípulo mío. Y esa cruz, no solo en Semana Santa, esa cruz no solo de adorno. Esa cruz en medio de las encrucijadas de nuestra existencia, en el dolor, en el sufrimiento, en la incomprensión.

Lo que sí, no podemos ser nosotros cruces para los demás. Pero sí, como Cirineo, nosotros tenemos que llevar la cruz con Jesús. ¿Cuál es mi cruz? ¿La llevo con un sentido cristiano? Mi cruz de verdad, no esa cruz que a veces nos inventamos, sino esa cruz real en nuestra vida y que va apareciendo, porque en la vida salimos de un problema, encontramos otro. De una dificultad, encontramos otra y a veces sorpresivamente nos viene la enfermedad, la incomprensión, la soledad, la debilidad de nuestra condición humana. Realmente tomamos la cruz con un sentido cristiano o nos desespera. Segunda exigencia de ser cristiano.

La tercera exigencia de Jesús: el que no deja todo lo que tiene, el que no se desprende… No significa que nos quedemos sin lo necesario, pero sí en qué tenemos puesto el corazón. Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.

Nos dice Jesús: No podéis servir a Dios y al dinero. ¿Realmente nosotros estamos desprendidos? Y no es cuestión de una cantidad, no es cuestión, pero sí ¿ocupa nuestro corazón, nuestras preocupaciones, el tener más, el ser mejores? Luego, examinemos de esto. Pidámosle al Señor esa sabiduría que nace de la fe, esa sabiduría que nace de su Palabra, esa sabiduría que nace de la revelación.

Y en la segunda lectura, queridos amigos, una carta entrañable hemos escuchado, pequeña. Es de las cartas más pequeñas del Nuevo Testamento. Es una carta de San Pablo a Filemón. No es de los cuentos, no es de los tebeos, es un cristiano discípulo de San Pablo que tenía un esclavo, como hemos escuchado, Onésimo, que coincide con San Pablo en Roma, en la prisión. San Pablo lo hace cristiano, se hace cristiano.

Y sabéis que la pena para un esclavo evadido entonces era la muerte y se los devuelve a Onésimo. Y le pide que lo trate como hermano. Que ha perdido un esclavo pero ha ganado un hermano. Fijaros cómo ya la sabiduría del Evangelio, las exigencias éticas del seguimiento de Jesús, se llevan a la vida. Después se pervierten en esclavitudes incluso entre cristianos, desgraciadamente.

Pero Dios ni legitima la guerra, ni legitima la esclavitud, ni legitima la pena de muerte. Hemos ido envolviendo, con teorías nuestras. No fue así desde el principio.

Queridos amigos, aprendamos cómo el Evangelio y la sabiduría de Dios es para llevarlo a nuestra vida. Y es lo que han hecho estos dos santos que hoy han sido canonizados por el Papa León, uno un joven Carlos Acutis, un chico joven.

Es más, la segunda lectura de la misa de hoy de su canonización la ha hecho un hermano suyo de 15 años. Ha estado su madre en la canonización. Un santo de nuestro tiempo. Es posible la santidad. Es posible seguir a Jesús. Es posible vivir según el Evangelio. El otro santo, san Giorgio, san Pier Giorgio, otro santo italiano del siglo pasado, pero que muere joven y que se entrega a los pobres.

Seglar también, para que veáis que no hay que meterse a cura y monja para ser santos, sino que el Señor nos llama a todos a la santidad.

Pues vamos a pedirle a la Virgen que ella, que es asiento de la sabiduría, que nos dé la lógica de Jesús, para ponerlo en primer lugar, para tomar nuestra cruz de cada día y para no estar apegados a las cosas.

Que así sea.

Monseñor Saiz Meneses presidió la Ultreya Jubilar Nacional de Panamá la tarde de ayer sábado

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Monseñor Saiz Meneses presidió la Ultreya Jubilar Nacional de Panamá la tarde de ayer sábado

La tarde de este sábado 6 de septiembre, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, presidió la Ultreya Jubilar Nacional de Panamá en el arzobispado de este país de Centro América donde se encuentra desde el pasado jueves con motivo de los 512 años de la creación de Santa María la Antigua, primera diócesis en tierra firme del continente americano y  la celebración del centenario de la elevación de la jurisdicción como sede metropolitana.

Monseñor Saiz Meneses, asesor espiritual del Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad (OMCC), saludó al centenar de cursillistas procedentes de distintos puntos de Panamá.  Durante su alocución compartió la vivencia de lo fundamental cristiano y profundizó en la conciencia de pertenencia a la Iglesia.

“La Ultreya Nacional — recordó monseñor Saiz Meneses —  es el lugar de máxima expresión de comunión eclesial y de sinodalidad del Movimiento Cursillos de Cristiandad, un verdadero kairós, un tiempo de gracia, de amor de Dios, de renovación misionera y de acción de gracias por los frutos que el Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia a través del Movimiento Cursillos de Cristiandad”.

Destacó que la Ultreya, celebrada en Panamá, en el marco de la coronación pontificia de Santa María la Antigua, “tiene un gran valor simbólico y espiritual. Ella es la Reina de los Apóstoles, la Estrella de la Evangelización. Ante ella renovamos nuestro “sí” al mandato misionero del Señor: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación»”.

La celebración de dicho encuentro ha servido de escenario también para “reforzar nuestros lazos de comunión, renovar nuestro compromiso en la evangelización y volver a las fuentes del carisma que ha trasformado nuestras vidas”.

El arzobispo de Sevilla tuvo un espacial recuerdo para el papa Francisco. “Como nos inculcó nuestro querido y recordado papa Francisco, queremos vivir la ‘alegría del Evangelio’, una conversión misionera que nos ayude a ser una ‘Iglesia en salida’, capaz de responder a los desafíos del cambio de época que vivimos, capaz de emprender una nueva etapa de evangelización”.

En esta línea de continuidad, citó también al papa León XIV. “Queremos ser constructores de paz, la paz de Cristo resucitado, vivir en la verdad y en la seguridad de que el amor de Dios triunfará sobre el mal; queremos vivir unidos, en comunión, trabajar en corresponsabilidad y sinodalidad, caminar juntos como Pueblo de Dios, respondiendo a la llamada a la santidad en el mundo actual, y tender puentes hacia nuestros contemporáneos, los hombres y mujeres de hoy, presentes en todos los ambientes”.

En comunión con el Santo Padre León XIV, bajo la protección de María santísima, Estrella de la Evangelización, y animados por el testimonio de san Pablo, nuestro patrón, y de tantos hermanos que nos han precedido en la fe, sigamos caminando “de colores”, con alegría, humildad y perseverancia. “¡Ultreya et suseia!”, “¡Más allá, más alto!”. ¡De colores!

Es la hora de Cursillos

Don José Ángel dijo que basta un vistazo a nuestro alrededor o a los medios de comunicación y las redes sociales “para darnos cuenta de que en nuestros días, millones de personas en el mundo, en nuestras calles, en nuestros entornos cercanos, viven de espaldas a Dios. Como si no existiera. O peor, como si les irritase el hecho de que haya personas que crean en Él”.

Ante esta realidad “¿Qué podemos hacer los miembros de la Iglesia? ¿Cruzarnos de brazos, atrincherados en los respetos humanos? ¿Vivir con resignación, entre la nostalgia y el temor a la incomprensión? ¿O pedirle a Dios el auxilio de su gracia para anunciar con nuestra vida y nuestra palabra que Jesús ha resucitado. Los miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad optan decididamente por esto último: por la evangelización sin componendas y sin medias tintas; por el anuncio jubiloso de lo fundamental cristiano en nuestros ambientes; por anunciar que Jesús es el único que da un sentido pleno a nuestra vida”, destacó.

Reavivar el carisma

Por tanto, es necesario reavivar el carisma. “Nos encontramos en un momento crucial de la historia de la Iglesia y de la humanidad. Estamos inmersos en un proceso de secularización aparentemente imparable, y precisamente por eso el mandato misionero del Señor resuena con mayor fuerza. El MCC debe escuchar la exhortación que san Pablo, patrono de los Cursillos, hacía a su discípulo Timoteo, a reavivar el carisma. Reavivar quiere decir volver a avivar, avivar intensamente, animar, encender, dar luz, dar vida y vigor.

Añadió que “hoy más que nunca la Iglesia y el mundo necesitan al Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Seamos conscientes de que los hombres y mujeres de nuestro tiempo necesitan escuchar la proclamación del kerigma, el anuncio del amor de Dios, la llamada a una vida nueva. La Iglesia cuenta con nosotros para fermentar evangélicamente los ambientes de hoy con nuestro testimonio de vida y de palabra. Duc in altum! ¡De colores”.

Misa Tradicional de San Miguelito

El arzobispo hispalense, tras el Encuentro Nacional con Líderes Cursillistas, presidió la Misa Tradicional de San Miguelito  en la Parroquia Cristo Redentor. Esta celebración es característica por la inculturación de elementos típicos panameños, como la danza y la incorporación de tambores. La Parroquia Cristo Redentor fue el primer templo, después del Concilio Vaticano II, donde se realizó una celebración típica.

Durante su homilía, monseñor Saiz dijo que San Miguelito “es un corazón palpitante de fe y de vida; uno de los distritos más poblados de la ciudad de Panamá, con una historia rica y valiente que se ha tejido a base de trabajo, devoción y comunidad. Aquí la Iglesia ha caminado con su pueblo, sembrando esperanza y recogiendo frutos de caridad. Doy gracias a Dios por esta celebración donde la fe se expresa también con los rasgos propios de la cultura panameña.

La Misa Típica nació, precisamente en esas tierras, como fruto de la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II y del camino eclesial de San Miguelito, “y desde entonces ha ayudado a muchos a descubrir la cercanía de Dios en los ritmos, voces y modos del alma panameña”.  Hizo mención a los músicos y pastores Pepe Ríos y Franco Poveda, que pusieron el arte al servicio del culto divino componiendo melodias que han acompañado estas celebraciones —desde los cantos de entrada con saloma hasta el Kyrie, el Gloria, el Aleluya, el Credo, el Santo y el Cordero de Dios—,

Animó a la comunidad parroquial a confiar en la gracia. “Con la gracia de Dios todo es posible. Nos encomendamos a Santa María la Antigua y al Arcángel san Miguel. Hoy el Señor nos pone delante la verdad del discipulado. El Señor no nos engaña, ni nos seduce con promesas baratas. Nos dice: “Si quieres seguirme, ponme primero; toma tu cruz; suelta lo que te ata”. Y al mismo tiempo nos promete la alegría grande de vivir en su amistad, la libertad de los hijos de Dios, la esperanza que no defrauda”.

Galería fotográfica 

Visita al canal de Panamá

La mañana del sábado 6, monseñor Saiz visitó el Canal de Panamá Monumento de los Españoles que participaron en la construcción de esta vía interoceánica del Atlántico y el Pacífico. 

 

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Homilía en la Misa de acción de gracias por los años como obispo de Málaga

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ACCIÓN DE GRACIAS POR EL PONTIFICADO DE MONS. JESÚS CATALÁ COMO OBISPO DE MÁLAGA

(Catedral-Málaga, 7 septiembre 2025)

Lecturas: Sb 9, 13-18; Sal 89, 3-6.12-14.17; Flm 9b-10.12-13; Lc 14, 25-33. (Domingo Ordinario XXIII-C)

1.- Un saludo fraterno al Sr. Arzobispo de Granada, D. José María, nuestro Metropolitano, que mañana presidirá la fiesta solemne de nuestra Patrona; a D. Francisco, arzobispo emérito de Pamplona ya lo conocen, porque celebra la Misa los domingos en la Catedral y acude a diversas parroquias.

Saludo a los sacerdotes, diáconos; a los miembros de la Hermandad de Santa María de la Victoria; autoridades; representantes de las diversas instituciones, movimientos eclesiales, fundaciones. ¡Queridos fieles y hermanos todos!

También un saludo a quienes nos están siguiendo a través de los medios de comunicación.

2.- Estamos celebrando la novena a la Virgen de la Victoria, nuestra Patrona. Ella es la Madre de Jesucristo, título principal del que derivan todos los demás títulos marianos. La Virgen es, sobre todo, Madre de Cristo.

Dios preparó para su Hijo un santuario inmaculado para que pudiera hacerse hombre. María, redimida y santificada por Cristo, ha sido glorificada por la fuerza salvadora del Resucitado.

Su Hijo Jesús nos la regaló como Madre nuestra estando en la cruz, su trono de gloria, con las palabras: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»; y luego al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19, 26-27).

Este es el gran regalo que Jesús nos dejó poco antes de morir. ¡Y qué responsabilidad la nuestra, de ser buenos hijos de tan tierna Madre!

Repitamos todos: ¡Santa Madre de Dios y madre nuestra, ruega por nosotros!

3.- Y en el marco de la fiesta de la Virgen de la Victoria queremos dar gracias a Dios por los diecisiete años de mi pontificado como obispo de la Diócesis de Málaga.

El Señor nos llama a cada uno para la misión que él nos confía. El Señor me llamó para desempeñar el ministerio sacerdotal, siendo representación sacramental de Jesucristo, Cabeza y Pastor, y actuando en su nombre (cf. Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, 15).

Después de ejercer el ministerio presbiteral durante veinte años, fui llamado por pura benevolencia divina y sin mérito alguno por mi parte, a ejercer el ministerio episcopal hace veintinueve años. Venía de prestar servicio en la Santa Sede, junto al papa Juan Pablo II, posteriormente canonizado, del cual aprendí a servir con fidelidad y gozo a la Iglesia universal, con una mirada desde la atalaya vaticana. Elegí como lema episcopal «Ut unum sint», tomado de la oración sacerdotal de Jesús del evangelista Juan (17, 21), con el deseo de trabajar por la unidad de la Iglesia, para ser todos uno en Cristo Jesús.

Mi primera sede titular, Urusi, quedó extinguida en el siglo IV, en el Norte de África, en la actual Túnez; y mi última sede ha sido Málaga, que tiene un territorio en el Norte de África (Melilla). Este gesto cariñoso del Señor ha marcado en cierto sentido mi ministerio, viendo en los inmigrantes y en los más necesitados, principalmente, la presencia del Señor.

Os he invitado a esta celebración para que deis gracias a Dios conmigo, por todo lo que me ha concedido; de modo especial por vosotros y por las personas que he encontrado en estos años; porque habéis sido el mejor para mí regalo del Señor.

Repetid todos: “Gracias, Señor, por todos los dones recibidos de tu bondad”.

4.- Deseo también daros las gracias, queridos fieles y hermanos en Cristo. Muchas gracias por vuestra cercanía, amistad, fraternidad y colaboración.

Un recuerdo agradecido a los sacerdotes y diáconos, que habéis compartido mi ministerio, sobre todo a los más estrechos colaboradores; a los religiosos, catequistas y evangelizadores; gracias a todos los miembros de las comunidades cristianas, que asumís la corresponsabilidad con vuestros pastores, tan valorada en estos momentos.

Gracias a los representantes de las diversas instituciones sociales, culturales y políticas, con quienes hemos mantenido una buena y sana colaboración en el respeto mutuo. Muchos proyectos culturales, arquitectónicos y pastorales hemos podido realizar, gracias a vuestra colaboración y aprecio por la Iglesia. El último proyecto importante es el tejado de nuestra Catedral; queridos fieles, seremos la generación que tuvo la valentía y la osadía de afrontar este gran reto. ¡Muchas gracias a todos!

5.- Las lecturas bíblicas de hoy nos animan a vivir con mayor profundidad la fe, el amor y la esperanza cristiana. Dios sabe que «los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros», (Sb 9, 14). Por ello necesitamos la sabiduría divina, para descubrir la hermosura de la salvación a la que estamos llamados (cf. Sb 9, 17-18).

Nuestros años son como un suspiro: «Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna» (Sal 89, 4). Por eso pedimos a Dios: «Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato» (Sal 89, 12).

Desde esta perspectiva hemos de conocer los tiempos de Dios, que no son los nuestros; y saber que somos sus servidores, sin apropiarnos lo que él nos confió. Esto toca a todos, sobre todo a los sacerdotes; somos servidores de los fieles y todos al servicio de la Iglesia.

Digamos que el Señor nos invita a situarnos desde su «eternidad», para que aprendamos a aprovechar la «temporalidad» de nuestra vida, que pende siempre de un hilo, aunque nos parezca que estemos aquí para siempre. Así lo hizo la Virgen de la Victoria, poniendo confiadamente su vida en manos de Dios.

Repetid: “Enséñanos, Señor, a vivir con la mirada en la eternidad”.

6.- Siendo consciente de esto, al cumplir la edad según normativa, presenté mi renuncia al papa Francisco, solicitando al Sr. Nuncio en España que el cambio fuese lo más pronto posible por el bien de la Diócesis; para que no se ralentizara el ritmo pastoral ante la incertidumbre de no saber el momento del relevo; como sucede en otras diócesis.

Y ha sido el papa León XIV quien ha tenido a bien nombrar a mi sucesor en la persona de Mons. José-Antonio Satué, actual obispo de Teruel y Albarracín, quien el próximo sábado por la mañana iniciará su pontificado en nuestra querida Diócesis.

Os pido, queridos fieles, que acojáis con filial amor a vuestro nuevo Obispo, que viene en nombre del Señor a dirigir la iglesia particular de Málaga.

Podemos decir que hay un cambio de timonel en la barca diocesana; porque el timonel de la Iglesia es Cristo y el Espíritu Santo la lleva con su soplo. El Señor sigue invitándoos a «remar mar adentro» (cf. Lc 5, 4); a surcar nuevos mares, teniendo siempre como brújula el Evangelio, y donde haya pesca abundante de gente que escuche la Palabra de Dios y la acepte en su corazón.

Tengamos también un recuerdo agradecido a los obispos que anteriormente regentaron esta querida Diócesis.

7.-  Queridos hermanos, todos estamos necesitados, y un servidor el primero, de pedir perdón al Señor por nuestros pecados; por nuestra falta de testimonio; por no haber amado con todo el corazón al Señor (cf. Dt 6, 5); por habernos alejados de él. Deseo pediros perdón por mis negligencias y faltas de caridad hacia cada uno de vosotros.

Jesús, el Señor, nos invita en el evangelio a seguirle, sin condiciones: «Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío» (Lc 14, 27); cada cual que lo aplique a su vida.

Felicitamos a la Hermandad de Santa María de la Victoria, que cumple su 150 Aniversario, concluyendo el Año jubilar.

En mi homilía de inicio de mi pontificado en Málaga, hace diecisiete años, parafraseando una canción de esta tierra, os dije: ¡Málaga, querida, qué bonitos ojos tienes!; ¡déjame que te contemple!; ¡permíteme que te acompañe; y ¡concédeme poder amarte! Esto, gracias a Dios y a todos vosotros, se ha hecho realidad. ¡Muchas gracias! (Aplauso).

Pedimos a Santa María de la Victoria, nuestra Patrona, que siga acompañándonos en esta nueva etapa, para continuar construyendo el Reino de Dios.

Repetid: “Santa María de la Victoria, ruega por nosotros”. Amén.

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