Reproducimos a continuación, el artículo de Gloria Gamito publicado en ABC el 2 de marzo de 2006, fecha en la que se cumplen setenta y cuatro años del fallecimiento de Santa Ángela de
Violetas de santidad
No hace falta anunciarlo. Hoy, 2 de marzo, se cumplen 74 años de la muerte de Santa Ángela de
Hay fechas que están escritas en el corazón. Días especiales que no necesitan publicidad porque responden a claves secretas de cariño y devoción. Ayer comenzó
Los devotos, que se cuentan por miles, de todas las edades y condición social, irán a pedir favores y a dar las gracias por los muchos recibidos y también a contemplar una sala que sólo puede visitarse este día del año, y donde están las pertenencias personales de la santa sevillana: sus rosarios, sus cilicios, sus hábitos remendados, sus alpargatas… Y también los recuerdos del padre José Torres Padilla, cofundador con Santa Ángela del Instituto de
La fidelidad y el cariño de Sevilla a Sor Ángela y sus hijas ha ido en aumento, pero se remonta a casi la fundación de
En 1925
Cuando terminaron las celebraciones del cincuentenario la fundadora escribió a las casas: «Tantas alabanzas. Ahora estamos obligadas a ser como dicen y creen que somos».
Sor Ángela seguirá al frente del Instituto hasta 1928. Mientras, en su interior, a fuerza de seguir las palabras del padre Torres: «No ser, no querer ser, pisotear el yo..», su alma ha quedado vacía de todo lo ajeno a Dios y Él la llena plenamente, escribe en ella, la moldea. Y todos la veneran por su bondad y ternura, por su santidad que escapa por todos los poros de su piel.
Sucesión
En 1928 Sor Ángela cesa como Madre general. En todos los capítulos las hermanas la elegían sin tener duda ninguna. El 28 de agosto de ese año se abrió el capítulo, en el que el sacerdote Antonio Lorán representó al cardenal, y volvió a salir reelegida. Hubo que escribir a Roma y el capítulo quedó en suspenso. La contestación del Vaticano fue que Sor Ángela era muy mayor y que eligieran a otra Madre General.Cuando Antonio Lorán leyó la orden la sorpresa de las hermanas fue mayúsculas y la única que conservó la calma fue Sor Ángela. Se arrodilló ante el representante del cardenal, le besó los pies y le dijo «Dios se lo pague a Dios». Se repitió la votación y salió elegida Hermana Gloria, Madre Angelita estuvo encantada de volver a ser hija, si bien Roma ordenó después que llevase el título de superiora general honoraria. La única que no entendió el cambio fue Hermana Pilar, que fue aprendiza de Sor Ángela cuando ésta era oficiala en el taller Maldonado. Se negó a que a Sor Ángela le quitasen su título y se murió a los dos días del capítulo.
Desde entonces hasta sufrir la embolia, nueve meses antes de morir, Sor Ángela pasa sus días escribiendo cartas a sus hijas, partiendo pan para las migas o cosiendo. Los jueves y los sábados después de la misa escuchan las Hermanas una repetición de los consejos de Madre. Ella dirige y comenta los puntos de meditación del día y de toda Sevilla vienen a pedirle milagros y favores, porque es muy grande su fama de santidad. Sus religiosas la cuidan y ella es paciente. Llega una hermana y la abriga porque piensa que tendrá frío, luego otra la destapa porque opina que tendrá calor. Sólo cuando cree que la miman demasiado las amenaza con «pedir plaza en Santa Paula».
Sevilla lloró ante su cadáver
En junio de 1931 Sor Ángela se desplomó al sufrir una embolia cerebral y el 28 de julio perdió el habla definitivamente. Sus últimas palabras fueron las del padre Torres «No ser, no querer ser, pisotear el yo…». Hasta su muerte el 2 de marzo de 1932, cuando contaba 86 años, Madre estuvo literalmente unida a
El viernes día 4, dos días después de su muerte, el Ayuntamiento de Sevilla, acordó por unanimidad que se rotulase con su nombre la calle Alcázares. Ese mismo día por la noche un grupo de médicos reconocieron el cadáver y manifestaron que no presentaba rigidez cadavérica ni síntomas de descomposición. De todo ello levantó acta el notario Félix Sánchez Blanco.
Las leyes de