Cuarenta personas, en su mayoría de Aguilar de la Frontera, aguardan en Roma la canonización del beato Nicolás María Alberca
Unas cuarenta personas están ya en Roma a la espera de la canonización del beato aguilarense Nicolás María Alberca, que tendrá lugar mañana en la Plaza de San Pedro del Vaticano a partir de las 10:30h. Cuando el beato sea proclamado santo, una delegación de peregrinos será testigo de la última canonización en la Diócesis de Córdoba. Antes ha visitado Porciúncula para rendir homenaje a la comunidad franciscana en Asís y han entregado al custodio la medalla de honor.
Los fieles de la diócesis de Córdoba están acompañados por el director del secretariado de Peregrinaciones de Córdoba, Manuel Montilla, y Nicolás Alberca Castro, bisnieto del beato. Junto a ellos viaja el director del Secretariado Diocesano para las causas de los santos, Miguel Varona y el anterior párroco de Aguilar, el sacerdote Pablo Lora. En la canonización estará presente mañana el Obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández.
Nicolás María Alberca: Intercesor seguro en el cielo
El 23 de mayo de 2024, el Santo Padre Francisco recibía en audiencia al Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, y aprobaba los votos favorables de la Sesión Ordinaria de los Cardenales y Obispos Miembros de la Congregación relativos a la Canonización del Beato Emanuele Ruiz y de siete Compañeros de la Orden de los Hermanos Menores, así como de los Beatos Francisco, Mooti y Rafael Massabki, fieles laicos maronitas, Mártires de Damasco en 1860. El nombre de Fr. Nicolás María Alberca Torres, contenido en esta relación de mártires, devolvía a la Diócesis de Córdoba a la actualidad de la santidad, esta vez ligada a la localidad de Aguilar de la Frontera, donde nació este sacerdote franciscano.
Casi cuarenta cordobeses se desplazan a Roma junto al Obispo, monseñor Demetrio Fernández, para ser testigos del hecho extraordinario de la canonización de un hombre humilde que vio la primera luz en nuestra tierra y abrazó su fe hasta la muerte dejando en Aguilar d la Frontera la hondura de su amor a Jesucristo.
En contexto
El martirio de los once Beatos Mártires que serán canonizados en Roma se sitúa en la persecución contra los cristianos en la ciudad de Damasco el 9 de julio de 1860 cuando un comando de alborotadores, animados por un odio religioso profundamente arraigado, consiguió penetrar por una puerta oculta, indicada por un traidor, en el convento franciscano de San Pablo. Allí fueron masacrados ocho frailes menores -siete de nacionalidad española, entre los que estaba Nicolás María Alberca, y uno de nacionalidad austriaca-. Otros tres cristianos laicos maronitas, hermanos entre ellos, fueron lacerados brutalmente. Fue claramente una muerte de mártires: de hecho, antes de infligir brutalmente los golpes mortales a las once víctimas, los atacantes les pidieron que renunciaran a la fe cristiana y abrazaran el Islam, invitación que rechazaron con decisión.
¿Quiénes son los mártires de Damasco?
La custodia de Tierra Santa fue confiada a los hijos de san Francisco de Asís, quién en 1219 había predicado el Evangelio el Evangelio al sultán de Egipto. Los franciscanos se ocuparon desde entonces de restaurar basílicas y lugares santos de Tierra Santa, con atención preferente a los peregrinos.
Los sucesivos Papas han confiado a los franciscanos el gobierno de las comunidades que iban surgiendo en oriente próximo y a pesar de las dificultades y de la persecución, la Orden ha sido custodia de los Santos Lugares por su profundo amor a Tierra Santa.
En Damasco, llegó la persecución sangrienta por parte de los musulmanes drusos, en connivencia con las autoridades locales turcas. Deseaban dominar en exclusiva Tierra Santa con distintos aliados.
En 1856, se le otorgaba a Turquía la misma personalidad que los estados cristianos. Se reconoció el culto de los cristianos, lo que provocó la rebelión de los musulmanes, que lo entendieron como una ofensa al Corán. Los musulmanes drusos, que ya perseguían a los cristianos emprendieron una masacre y un incidente, en apariencia relevante, desató toda la ira que terminó en un ataque sangriento contra cristianos, niños, mujeres y ancianos.
La rebelión llegó a Damasco, donde los franciscanos acogieron y defendieron a los cristianos y aunque el emir Abd-el-Kader quería proteger a los perseguidos no pudo impedir muchas víctimas mortales.
El 9 de julio de 1860, los cristianos buscaban refugio en los conventos y monasterios de Damasco en medio de llamamientos al linchamiento y el escarnio sufrido por todos ellos. En el convento de los franciscanos, con su guardián fray Manuel Ruiz, buscaron amparo sin saber que la traición de un judío de su confianza los dejaría en manos de sus asesinos. A la entrega martirial de los siete mártires franciscanos se une fray Engelberto Kolland, nacido en Salzburgo. Los ocho franciscanos junto con tres hermanos maronitas entregaron la vida por Jesús.
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