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D. ANTONIO CEBALLOS. CUARESMA

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 “MARÍA, MAESTRA Y GUÍA

 EN EL ITINERARIO CUARESMAL”

 

 

          Mis queridos diocesanos:

 

         La cuaresma es un tiempo muy importante en la vida de la Iglesia, que este año comienza muy pronto. Los cristianos vivimos hoy en una sociedad bastante secularizada, pero con toda la secularización de la sociedad que se quiera, los cristianos y las comunidades cristianas tendrán que imaginar cómo hay que vivir la cuaresma en este siglo XXI, siendo permanentes en la oración, el ayuno y la limosna.

 

 

 

1. Recorrer el camino que lleva a la Pascua

 

         Para el hombre y la mujer secularizada todos los tiempos son iguales. No ocurre esto así para el cristiano. Hay momentos en los que el cristiano necesita recuperarse, volviéndose a su origen. El cristiano lo es por el bautismo, es decir, por su unión con Jesucristo muerto y resucitado. El cristiano es un hombre y una mujer que han muerto con Cristo al pecado y a este mundo viejo y pasajero y viven con Él para la vida inmortal en Dios. Ahí, en la muerte y resurrección de Jesús, encuentra el cristiano su origen, su razón de ser, su verdad, su fuerza y su esperanza. Ahí ha de volver. Ahí vuelve cuando la Iglesia y el cristiano celebran la Pascua, el paso de la muerte a la vida de Jesús. En cuaresma el cristiano empieza a recorrer el camino que le llevará a la renovación de la Pascua.

 

2. María en el itinerario cuaresmal

 

         María, como nos dice el Papa Juan Pablo II en su mensaje para la Cuaresma del 2005, es nuestra guía en el itinerario cuaresmal. El Papa nos invita este año a acoger, apreciar, comprender y ayudar al anciano, y nos dice que la tercera edad puede desarrollar una gran función en la sociedad, dado que la sabiduría y la experiencia de los ancianos pueden iluminar el camino del hombre en la vía del progreso hacia una forma de civilización cada vez más plena (cf. Mensaje Juan Pablo II para la Cuaresma 2005, n. 3).

 

3. En la escuela de María

 

         En esta cuaresma del 2005, en la que la Iglesia celebra el año de la Inmaculada, os presento a María, como modelo para vivir el itinerario cuaresmal. María, Madre de Dios y Madre nuestra, ha sido asociada para siempre a la obra de la redención, de modo que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna” (LG 62). En ella la Iglesia ha llegado ya a la perfección, sin mancha ni arruga (cf. Ef  5,27), por eso, acude a ella como modelo perenne (cf. RM 42) en quien se realiza ya la esperanza escatológica (cf. LG 59). En ella encuentra todo cristiano, joven o anciano, y toda persona de buena voluntad el signo luminoso de la esperanza. En ella, encontramos el testimonio vivo de la travesía de la cruz, y de la vivencia del misterio pascual.

 

4. María, maestra y guía del Fiat y de la Pascua

 

         Virgen María, en esta cuaresma del 2005, tú eres nuestra Señora de la Cruz y la Esperanza: “Señora del viernes y del tiempo. Señora de la noche y de la mañana. Señora de todas las partidas, porque eres la Señora del Tránsito o de la Pascua”.

 

         Considero, queridos hermanos, que, en esta cuaresma la vida de fe de María puede iluminar nuestro itinerario de la cuaresma como camino hacia la Pascua. La travesía pascual de María, en el cumplimiento de su misión, puede inspirar nuestra travesía actual en la vida. Sea cual sea nuestra edad y misión como fieles cristianos laicos, personas consagradas o presbíteros, ella es nuestra maestra y guía.

 

         4.1. María, maestra y guía del Fiat

 

         La prueba de la fe de María, no cabe la menor duda de que estuvo en el calvario. No obstante, la prueba más peligrosa estuvo en esos treinta años vividos bajo la espada del silencio en Nazaret. Los treinta años pasados en Nazaret, envolvieron psicológicamente el alma de María con el manto de la monotonía y la rutina del desgaste.

 

         Recibamos este testimonio vivo de la Virgen. El proceso que ha seguido María, la Madre de Jesús, en el cumplimiento de su misión, ha sido vivido en la fe.

 

         En las eternizadas horas, daba vueltas en su cabeza a la impresión viva y fresca que recibió el día de la Anunciación y le comunicara el Arcángel: “Será grande y será llamado Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre” (Lc 1,32).

         Van pasando los años y la perplejidad comenzó a golpear insistentemente las puertas de su corazón. ¿Sería verdad todo aquello? ¿No serían quizás sueños de grandeza? Esta es también nuestra suprema tentación en la vida de fe: querer tener evidencia de todo y tocarlo y palparlo todo.

 

         4.2. Actitud de María

 

         La Virgen golpeada por la perplejidad no se agitó: quedó en paz. Eso sí, se abandonó incondicionalmente, sin resistir, en los brazos de la monotonía, como expresión de la voluntad del Padre. Así, cuando todo parecía absurdo, ella respondía con su Amén y su Fiat al mismo absurdo, y el absurdo desaparecía. Al silencio de Dios respondía con el Hágase, y el silencio se transformaba en presencia.

 

         La Madre se aferraba más y más al cumplimiento del plan de Dios y quedaba en paz y la duda se transformaba en dulzura: Jesús iba creciendo, todo sigue en silencio, no existe ninguna novedad. Existe un gran peligro para la fe de María: puede verse abatida por el desaliento, el vacío o la frustración. Existe un gran riesgo: no verle sentido a la vida. Ella ora y calla. Las palabras de la Anunciación parecían que habían quedado definitivamente en bonitos sueños. De ella, se dijo, que todas las generaciones le llamarían bienaventurada. Esto parecía imposible. Su vida transcurría de forma sencilla en Nazaret, como una vecina más.

 

         4.3. No resistir, sino entregarse

 

         En estos momentos, la fe de María se veía asaltada y combatida por una serie de preguntas e interrogantes. Es, entonces, cuando María, para no sucumbir, vivió de la fe, de una fe adulta, pura y desnuda, aquella que sólo se apoya en Dios mismo. Su secreto fue éste: no resistir, sino entregarse. Ella no podía cambiar nada: ni la misteriosa tardanza de la manifestación de Dios, ni la rutina, ni el silencio de Dios, ni la prueba del desgaste. Solamente la entrega en un total abandono en los planes de Dios libró a María del peor escollo de su peregrinación. Así hizo María la travesía de los treinta años, navegando en el barco de la fe adulta.

 

         4.4. Travesía de la Cruz

 

         María avanza en el peregrinaje de la fe, en la travesía de la cruz. Esta fue, sin duda, como ya indicamos, la prueba más aguda para la fe de María. Así lo señala el Concilio Vaticano II cuando dice que María “ mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí...sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de Madre que, llena de amor, daba su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima” (LG 58). Éste es el momento álgido, es el más alto, y también la prueba, porque no hay grandeza sin prueba. Su fe alcanzó su más alta expresión allá junto a la cruz.

 

         4.5. María sostuvo su Fiat

 

         En medio de la oscuridad de la noche, María sostuvo su fiat en un tono sostenido y agudo. Al llegar a este momento de la fe de María, lo más importante no es el conocimiento, sino su fe; lo más importante no era entender sino entregarse; ella ora así: “Padre mío, hágase tu voluntad, aunque no entienda nada. Acepto tu voluntad, oh Padre, aunque no veo por qué mi Hijo tenía que morir de esta manera. Hágase. Me basta saber que es obra tuya. Hágase tu voluntad: lo acepto todo, y estoy de acuerdo con todo. Padre mío, en tus manos deposito a mi Hijo querido”.

 

5. Invitados a vivir nuestro itinerario de la cuaresma 2005

 

         Algo parecido, amados diocesanos, nos ocurre a nosotros, sea cual sea la vocación y misión que estamos llevando a cabo como fieles cristianos laicos, consagrados y presbíteros, en nuestra querida y amada Diócesis de Cádiz y Ceuta. Unos y otros, jóvenes y mayores, estamos llamados a vivir este itinerario personal, como lo vivió la Virgen María.

 

         Un día fuimos llamados y se nos confió una misión. Nuestra historia personal encuentra en esta escuela de María un hondo sentido. Los primeros años todo es novedad. La generosidad inicial hizo que se desplegaran en nosotros energías e ilusiones y se lograran brillantes resultados, trabajamos con entusiasmo y fervor. Ha pasado algún tiempo y sin saber cómo y sin que nadie se diera cuenta, la novedad y la ilusión se murieron. Posiblemente en nosotros también pudo entrar la monotonía, la atonía, la rutina y el posible cansancio, como una sombra invisible que lo ha ido invadiendo todo. Llegó la fatiga, la noche, el silencio de Dios, el desencanto. Y ahora resulta difícil ser fiel a la vocación a la que hemos sido llamados, y mucho más difícil seguir adelante. Nos falta la frescura del primer amor, nos falta el fervor de los santos y la audacia evangélica.

 

         No tengamos miedo, tenemos a María como  nuestra maestra y guía, nuestro modelo de identificación en este camino de la cuaresma que prepara a la pascua. María es nuestra maestra, de ahí que su entrega, coraje y fortaleza, y, sobre todo, esa fe adulta, ese amor generoso, y esa vivencia del misterio pascual, nos alienta y guía en nuestra vida cotidiana.

 

 

6. Acoger a los ancianos

 

         El Papa Juan Pablo II nos invita a acoger a los ancianos: “Llegar a la edad madura es un signo de bendición de Dios. Y si el envejecimiento es acogido a la luz de la fe, puede convertirse en una ocasión maravillosa para comprender y vivir el misterio de la Cruz, que da un sentido completo a la vida humana cuando se vive con fidelidad la travesía pascual”(cf. Mensaje Juan Pablo II para la Cuaresma 2005, n. 1, 2).

 

         Dios mediante su Espíritu nos hace personas nuevas aunque seamos ya personas mayores. Dios nos hace que podamos florecer y rejuvenecer, y ser fecundos como Abrahán y Sara, Zacarías y Santa Isabel, y San Joaquín y Santa Ana. Es más, aunque seamos personas mediocres y gastadas, siempre podemos florecer, aunque quizás necesitemos un golpe de gracia más fuerte, sabiendo que para Dios nada hay imposible.

 

         Es necesario valorar a las personas ancianas, dado que ellas están llamadas a ejercer en la sociedad y en la Iglesia, una gran misión de sabiduría evangélica y humana.

 

7. Acompañar a nuestros mayores

 

         Queridos diocesanos, durante esta cuaresma, ayudados de la Palabra de Dios, el ayuno y la oración, meditemos cuán importante es que cada comunidad acompañe con cariño y comprensión a aquellos hermanos nuestros que envejecen en nuestra diócesis (cf. Mensaje Juan Pablo II para la Cuaresma 2005, n. 4). Sea este uno de nuestros compromisos para este tiempo de gracia y conversión.

 

         Que Santa María, nuestra maestra y guía en el itinerario de la cuaresma, nos conduzca a todos, especialmente a las personas ancianas, a un conocimiento cada vez más profundo de Jesucristo muerto y resucitado. Ella, junto con San Joaquín y Santa Ana, interceda por cada uno de nosotros, ahora y siempre.

 

         Reza por vosotros, os quiere y bendice,

 

 

 

 

 

+Antonio Ceballos Atienza

                                       Obispo de Cádiz y Ceuta

SEMANA DEL 4 AL 12 DE MARZO DE 2005

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Sumario:

 

LXXXIV Asamblea Plenaria de la CEE

 

Almería: Iglesia ecuménica en construcción.

Granada: El arzobispo de Nuevo México peregrina con sus diocesanos a Granada.

Huelva: I Centenario de la llegada a Huelva del Beato Manuel González García.

Sevilla: Jornadas de puertas abiertas en el Seminario.

Sevilla: Llegan los restos de Santo Domingo Savio.

Tenerife: III Encuentro Diocesano de Agentes de Pastoral Sociocaritativa.

LXXXIV ASAMBLEA PLENARIA DE LA CEE

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Desde el lunes 7 y hasta el viernes 11 de marzo de 2005 se ha desarrollado la Asamblea de la CEE. Ha estado marcada por la renovación de sus cargos. En la última jornada de la Asamblea ha estado presente el recuerdo de los trágicos atentados terroristas que sufrió Madrid hace hoy un año. Los Obispos han elevado una oración por las víctimas y sus familias.

Han participado en esta Asamblea Plenaria los 76 Obispos – 66 diocesanos, el castrense y 9 auxiliares- que actualmente hay en activo en la Iglesia en España y algunos Obispos Eméritos. También ha asistido, con pleno derecho, el Administrador diocesano de Jaén, Rafael Higueras Álamo.

En la mañana del martes día 8 de marzo se conocía el nombre del nuevo Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Ricardo Blázquez Pérez. Esa misma mañana era elegido Vicepresidente de la CEE Mons. Antonio Cañizares Llovera.

En total, entre la mañana del lunes y la tarde del miércoles, se han efectuado 26 elecciones: Presidente, Vicepresidente, 3 miembros del Comité Ejecutivo, 14 Presidentes de Comisiones Episcopales, Presidente de la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos, 3 Presidentes de Subcomisiones Episcopales y 3 miembros del Consejo de Economía. Además, durante la mañana del jueves, se votó la composición de la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos y de las Comisiones Episcopales.

El Cardenal Arzobispo de Sevilla, Mons. Carlos Amigo, fue elegido miembro del Comité Ejecutivo y, por tanto, se encuentra entre los miembros que forman la Comisión Permanente Amigo también pertenece al Consejo de Presidencia, órgano formado por los cardenales miembros de la Conferencia.

La Comisión Permanente de la CEE está formada por el Presidente, Vicepresidente, Secretario General, los miembros del Comité Ejecutivo y los Presidentes de las distintas Comisiones Episcopales. Cuatro obispos del Sur de España presiden otras tantas Comisiones Episcopales: Mons. Dorado Soto, Obispo de Almería, preside la de Enseñanza y Catequesis; Monseñor Juan del Río preside la de Medios de Comunicación Social; Mons. Juan José Asenjo Peregrina preside la de Patrimonio Cultural y Mons. González Montes la de Relaciones Interconfesionales.

Además de la renovación de los cargos, los Obispos españoles han aprobado en esta Asamblea Plenaria dos documentos presentados por la Comisión Episcopal de Liturgia: la traducción al castellano del Martirologio Romano y los nuevos textos para la Liturgia de las Horas de los Santos que se han introducido recientemente en el Calendario Litúrgico. Ambos textos se remitirán a la Santa Sede para su preceptiva recognitio. Asimismo, han dado su conformidad para que se tramite ante la Santa Sede una propuesta de modificación de la versión castellana de la fórmula sacramental de la Confirmación.

La Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural ha presentado el documento Los Bienes Culturales de la Iglesia y la Evangelización. Los Obispos han estudiado el texto y han ofrecido algunas aportaciones al mismo que serán recogidas por la citada Comisión. El documento se presentará en la próxima reunión de la Comisión Permanente. También se ha reflexionado sobre el texto que la Comisión Episcopal de Pastoral Social ha expuesto sobre la Globalización Económica.

Como es habitual, otro capítulo de la Asamblea Plenaria lo ha constituido la información sobre los asuntos de seguimiento, sobre temas económicos y sobre el cumplimiento del Plan Pastoral por parte de las distintas Comisiones Episcopales. Además, los Obispos han recibido información, por parte de Mons. Joan Enric Vives, sobre su participación en una reunión de Conferencias Episcopales para ayudar a los cristianos de Tierra Santa.

La próxima semana visitarán la Santa Sede el Presidente, Vicepresidente y el Secretario General de la CEE y le harán llegar al Santo Padre los mensajes de adhesión y afecto que han manifestado los Obispos españoles durante esta 84º Asamblea Plenaria.

ALMERÍA. IGLESIA ECUMÉNICA EN CONSTRUCCIÓN

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Iglesia de Nuestra Señora del Valle es el nombre que tendrá el templo que se está construyendo en Vera (Almería). La diócesis de Almería está construyendo esta iglesia ecuménica, la primera en la diócesis aunque están previstas otras,  “porque ha aumentado la población que vive en la costa”. La diócesis ofrece así, en palabras de D. Adolfo Gonzáles Montes, Obispo de Almería, “hospitalidad a otras confesiones (…) y atención pastoral y de culto a anglicanos, ortodoxos y evangélicos”

GRANADA. EL ARZOBISPO DE NUEVO MÉXICO PEREGRINA CON SUS DIOCESANOS A GRANADA

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El pasado 7 de marzo, el arzobispo de Santa Fe, Nuevo México (EEUU) junto a 49 peregrinos de su diócesis se acercó a Granada con motivo del V centenario de la muerte de Isabel la Católica. Al día siguiente, en la Capilla Real, el Hermano Mayor de la Real y Antigua Hermandad del Santísimo Sacramento de Santa Fe, Manuel Torres impuso la medalla de la Hermandad al arzobispo, Mons Michael Jarboe Sheehan.

Durante la homilía Mons. Sheehan agradeció a los Reyes Católicos su labor a favor de la evangelización de América: “Estamos en peregrinación para visitar los santos lugares de la fe católica porque tenemos un vínculo entre España y los EUUU, especialmente con nosotros porque Santa Fe es una región Católica. Los misioneros franciscanos españoles vinieron a traer la fe católica a los indígenas hace 400 años. Por tanto somos hermanos tanto en la fe como en muchos aspectos culturales. Es algo muy especial para nosotros la peregrinación a España. Volvemos a nuestro país con muy buenos recuerdos de Granada y de la Capilla Real. Rezo por los seminaristas porque todas las cosas que hacen los sacerdotes sirven para levantar a la gente espiritualmente, darles esperanza y alegrías”.

HUELVA. I CENTENARIO DE LA LLEGADA A HUELVA DEL BEATO MANUEL CONZÁLEZ GARCÍA

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I Centenario de la llegada a Huelva del Beato Manuel González García.

El día 9 de marzo se cumplen cien años de la toma de posesión del Beato Manuel González García como párroco de parroquia de San Pedro de Huelva. Fue nombrado el 1 de marzo, a los pocos meses de su ordenación sacerdotal. Durante 11 años vivió en Huelva en la casa nº 12 del Paseo de Santa Fe. Y aquí ejerció su ministerio sacerdotal hasta que fue preconizado Obispo Auxiliar de Málaga, el 6 de diciembre de 1916. Por su vida y su cargo pastoral entre nosotros sigue siendo conocido en todas partes como «El Arcipreste de Huelva».

El 29 de abril de 2001, S.S. Juan Pablo II beatificó a don Manuel González García, (Sevilla, 25-2-1877 / Palencia, 4-1-1940), Párroco de San Pedro y Arcipreste de Huelva, entre 1905 y 1916, y Obispo de Málaga y Palencia. Su fiesta litúrgica se celebra entre las propias de la Diócesis de Huelva cada 4 de enero.

SEVILLA: LLEGAN LOS RESTOS DE SANTO DOMINGO SAVIO

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Los restos de Santo Domingo Savio, discípulo de San Juan Bosco, visitarán la diócesis de Sevilla el próximo mes de mayo. Con este motivo, el cardenal arzobispo de Sevilla, Mons. Carlos Amigo Vallejo, ha escrito una carta pastoral en la que glosa la figura del santo salesiano, y que lleva por título «Un visita deseada: Santo Domingo Savio en Sevilla». En la carta, el prelado hispalense destaca a Santo Domingo como modelo para la juventud actual: «el acercamiento a este singular modelo de espiritualidad juvenil, que es Santo Domingo Savio, será, constituirá una providencial ayuda en este momento de no poca confusión en el que viven muchos de nuestros jóvenes», señala Mons. Amigo.

TENERIFE: III Encuentro Diocesano de Agentes de Pastoral Sociocaritativa

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 Durante el mismo y de la mano de D. Ismael Martín Rodríguez, Delegado de Pastoral de la Salud, se profundizará en el tema “Eucaristía y Caridad”. Será el domingo 10 de abril en el Seminario Diocesano a partir de las 9:30 h.

 

D. CARLOS AMIGO. EN EL DIA DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

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“ESTARÉ SIEMPRE CON VOSOTROS”

 

 

Carta pastoral del Cardenal Arzobispo de Sevilla

Mons. Carlos Amigo Vallejo

en el Día de los Ejercicios Espirituales

 

 

Estaré siempre con vosotros, hasta el fin de todo. Así nos lo dijo el Señor. Queremos buscar esa presencia de Dios en nuestra misma vida. Unos días de reflexión, de Ejercicios Espirituales, serán una eficaz ayuda para ese deseado encuentro con Cristo.

 

En ningún otro “espacio” más adecuado se puede realizar ese diálogo que en la Eucaristía, donde Cristo resucitado habla a quien lo acoge y confía en sus palabras.

 

En un profundo silencio contemplativo, se va recorriendo con Cristo todo el itinerario de su vida y confrontándola con la propia de cada uno. Surgirán enseguida sentimientos sinceros de gratitud, de súplica, de conversión del corazón.

 

Al contemplar de esta manera, más allá de los acontecimientos, se van encontrando los gestos y sentimientos del mismo Jesús, y la persona recorre ese itinerario espiritual que va desde las fuentes de la fe a la identificación con Cristo.

 

Como a los discípulos de Emaús, la Eucaristía abre los ojos para ver al que sinceramente se busca, para que encontremos al que con tanto deseo nos llama. Porque este encuentro con Cristo no es sino una gracia y favor más de su bondad.

 

Si todos los años recomendamos la práctica de los Ejercicios Espirituales, mucho más en este año de la Eucaristía, pues tan inconmensurable misterio es la fuente de toda la vida y la espiritualidad cristiana, y, en esos días de reflexión y de diálogo íntimo con el Señor, se podrá sentir profundamente que la Eucaristía es el sacramento de nuestra fe.

 

Con mi bendición,

 

+ Carlos, Cardenal Arzobispo de Sevilla

 

D. CARLOS AMIGO. MIÉRCOLES DE CENIZA

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OCASO Y ELOGIO DE LA CENIZA

 

SI por aquello del calor como disculpa y el relajo propio de la estación como verdad, lo cierto es que en temporada de verano se viene a aconsejar el no pronunciar largos sermones, lo contrario ha de hacerse en Cuaresma, donde todo han de ser predicaciones, y frecuentes los ejercicios de piedad. Se comienza con el ofrecimiento de la ceniza, que no es tanto el del recuerdo de aquello que se ha quemado, sino de las posibilidades de regeneración. La fórmula aparentemente tan negativa de «polvo eres y en polvo te convertirás» puede ser sustituida litúrgicamente por la de «convertíos y creed en el evangelio». En definitiva, de lo que se trata es de llevar al hombre al camino de la esperanza, haciéndole ver que siempre se está a tiempo de enderezar los pasos de una conducta moralmente equivocada.

 

El miércoles de ceniza se abre la puerta cuaresmal y se espetan unas palabras al supuesto penitente que lo dejan frío, pero deseoso de conversión: eres polvo y esta ceniza te lo recuerda. Aunque ahora, en la liturgia renovada, el saludo es menos agresivo y de lo que se trata es de llevar a la feligresía a que retorne al buen camino olvidado. Pero lo cierto es que de la ceniza y del día final se ha de hablar: muera usted un poco ahora, si de verdad quiere vivir en adelante como Dios manda.

 

En ese intento de ridiculización de cuanto pueda saber a religioso, creencia y práctica de piedad, el rito de la imposición de la ceniza puede prestarse a ese ejercicio del descrédito acusando a la Iglesia de vivir en sus prácticas unos tiempos ya definitivamente olvidados. Por el contrario, para el creyente «tomar la ceniza» es señal que invita a la superación y al amor: aunque parezca que se ha perdido todo, siempre queda un rescoldo oculto detrás de las cenizas que puede reavivar el fuego. A la esperanza no hay quien le cierre definitivamente las puertas.

 

Entre lo más opuesto al esperar cristiano puede estar la hibernación del espíritu, que es detener la vida poniéndola bajo mínimos. Es el frío de una muerte sin morir, de una apariencia sin realidad, de una vida sin pensamiento y sin amor. Sueño exagerado en el que la espera se reduce a un dejar que vayan cayendo las hojas del calendario y lleguen días mejores en los que aquellos problemas que llevaron a la muerte puedan tener solución. Después, otra vez a pensar en cenizas venideras, porque, en definitiva, sin la conversión interior del hombre poco valen reformas y aguantes.

 

De angustias, fatigas y pesares la lista se hace inacabable. Estúpido sería, ante tanto desacierto, dejarse morir de pena y tristeza. Es mejor acudir a la medicina de la esperanza, pues, si como algunos piensan, corren malos tiempos para los asuntos de la religión, mejor defensa ha de ser la de la fidelidad que la de la claudicación. Olvidarse de Dios, aparte de ser algo poco inteligente, trae unas deplorables consecuencias para el hombre, pues el mundo pierde horizontes y acaba organizándose de tal manera que resulta sumamente difícil vivir en él con un mínimo de paz. La esperanza, en tal vacío de lo trascendente, no tiene más remedio que desaparecer. Lo del humanismo ateo no deja de ser un contrasentido. Si nada de lo humano puede sernos indiferente, piensen ustedes ¿qué hay más de común en la humanidad que la creencia en Dios?

 

Como si de algo irremediable se tratara, la debilidad de la fe arrastra en tal manera al sentido de esperanza que trastoca por completo las motivaciones y los objetivos finales de la existencia, dejando al hombre sin razones para vivir, y en una total indefensión ante la respuesta necesaria a cuestiones tan fundamentales como puedan ser las del origen y destino final de la persona. Solamente la esperanza, como vida y razón de la existencia, puede salvar al hombre de un nihilismo radical y de un permanente desprecio de todo, y ya no cabe sino gritar que nada sirve para nada.

 

Pero, para que surja la esperanza, se necesita el sonido de la verdad, la resonancia de una voz que garantice que la luz siempre puede hacer que aparezca ese resplandor de los misterios grandes, no tanto por ocultos sino por fascinantes e inabarcables. Con la esperanza viene todo lo demás, que es tanto como insistir en la urgencia de un comportamiento religioso y moral consecuente con el sentido trascendente de la vida

 

Mas no hay que conformarse simplemente con existir y hacer lo posible para que le dejen vivir a uno con sus íntimas convicciones religiosas, pues las cosas de Dios no pueden ser asunto meramente privado, sino que tienen eco y proyección social. Hay que decir y hacer de tal modo que quien vea y oiga quede, al menos, sorprendido por una conducta que puede ser admirable, no en el sentido de deslumbrante, sino por la credibilidad que comporta y que puede ser aceptada como referencia y deseo. Tiene su explicación, esto de meterse la conducta de uno en la vida del otro, en la fuerza de la autenticidad que rompe cualquier barrera de indiferencia. El esplendor de la verdad con-mueve, le saca a uno de las oscuras casillas de un vivir y hacer anodino y sin sentido.

 

La conducta recta no atrae tanto por criterios muy razonados sino por el gusto de estar en la horma propia de la persona, que fue creada por Aquel que es la perfecta verdad y armonía de todo. El hombre busca la vida y tener días felices, como dice el Libro de la Sabiduría. Para disipar temores y miedos buen remedio es el de escuchar una voz fuerte llena de luz, de verdad, pues es como sol que va despejando las nieblas que ha producido el mal de la desconfianza ante las dificultades que en cualquier camino se encuentran. Sin esa voz, que no es otra que la que Dios ha dejado oír en su Verbo, en Jesucristo, imposible ha de ser que se remuevan las cenizas y se reciba el nuevo calor del rescoldo de la fe.

 

La esperanza no se aguarda, sino que se vive en actitudes y comportamientos consecuentes. Esperar sin hacer es burla y pereza. El hacer sin esperanza es desaliento asegurado. Este es el gran valor de la esperanza: saber unir lo que se tiene y lo que vendrá, el trabajo presente y el gozo cierto en el fruto que ha de llegar. Habrá que buscar la fuente de tanta bendición como procura la esperanza, pero será advertencia sabia el decir que no se ha de seguir buscando aquello que ya se ha encontrado. Todavía mejor: dejarse ver y abrazar por Aquel que te ha llamado. Pues cuando algo se ha hecho para ser habitación de Dios, el vacío solamente puede colmarse con esa misma presencia de Dios.

 

La ceniza es señal de una esperanza que puede hacer a la persona luminosa por la sinceridad y portadora de buenas noticias -¡convierte tu corazón y cree en el evangelio!- gracias a un fuego que perdura. Acuérdate de que eres polvo. Convierte tu corazón y acepta sinceramente el evangelio. El ocaso no es el final, sino el pregón de que va a llegar un nuevo día.

 

Por CARLOS AMIGO VALLEJO Cardenal Arzobispo de Sevilla

 

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