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ALMERÍA. IGLESIA ECUMÉNICA EN CONSTRUCCIÓN

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Iglesia de Nuestra Señora del Valle es el nombre que tendrá el templo que se está construyendo en Vera (Almería). La diócesis de Almería está construyendo esta iglesia ecuménica, la primera en la diócesis aunque están previstas otras,  “porque ha aumentado la población que vive en la costa”. La diócesis ofrece así, en palabras de D. Adolfo Gonzáles Montes, Obispo de Almería, “hospitalidad a otras confesiones (…) y atención pastoral y de culto a anglicanos, ortodoxos y evangélicos”

GRANADA. EL ARZOBISPO DE NUEVO MÉXICO PEREGRINA CON SUS DIOCESANOS A GRANADA

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El pasado 7 de marzo, el arzobispo de Santa Fe, Nuevo México (EEUU) junto a 49 peregrinos de su diócesis se acercó a Granada con motivo del V centenario de la muerte de Isabel la Católica. Al día siguiente, en la Capilla Real, el Hermano Mayor de la Real y Antigua Hermandad del Santísimo Sacramento de Santa Fe, Manuel Torres impuso la medalla de la Hermandad al arzobispo, Mons Michael Jarboe Sheehan.

Durante la homilía Mons. Sheehan agradeció a los Reyes Católicos su labor a favor de la evangelización de América: “Estamos en peregrinación para visitar los santos lugares de la fe católica porque tenemos un vínculo entre España y los EUUU, especialmente con nosotros porque Santa Fe es una región Católica. Los misioneros franciscanos españoles vinieron a traer la fe católica a los indígenas hace 400 años. Por tanto somos hermanos tanto en la fe como en muchos aspectos culturales. Es algo muy especial para nosotros la peregrinación a España. Volvemos a nuestro país con muy buenos recuerdos de Granada y de la Capilla Real. Rezo por los seminaristas porque todas las cosas que hacen los sacerdotes sirven para levantar a la gente espiritualmente, darles esperanza y alegrías”.

HUELVA. I CENTENARIO DE LA LLEGADA A HUELVA DEL BEATO MANUEL CONZÁLEZ GARCÍA

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I Centenario de la llegada a Huelva del Beato Manuel González García.

El día 9 de marzo se cumplen cien años de la toma de posesión del Beato Manuel González García como párroco de parroquia de San Pedro de Huelva. Fue nombrado el 1 de marzo, a los pocos meses de su ordenación sacerdotal. Durante 11 años vivió en Huelva en la casa nº 12 del Paseo de Santa Fe. Y aquí ejerció su ministerio sacerdotal hasta que fue preconizado Obispo Auxiliar de Málaga, el 6 de diciembre de 1916. Por su vida y su cargo pastoral entre nosotros sigue siendo conocido en todas partes como «El Arcipreste de Huelva».

El 29 de abril de 2001, S.S. Juan Pablo II beatificó a don Manuel González García, (Sevilla, 25-2-1877 / Palencia, 4-1-1940), Párroco de San Pedro y Arcipreste de Huelva, entre 1905 y 1916, y Obispo de Málaga y Palencia. Su fiesta litúrgica se celebra entre las propias de la Diócesis de Huelva cada 4 de enero.

SEVILLA: LLEGAN LOS RESTOS DE SANTO DOMINGO SAVIO

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Los restos de Santo Domingo Savio, discípulo de San Juan Bosco, visitarán la diócesis de Sevilla el próximo mes de mayo. Con este motivo, el cardenal arzobispo de Sevilla, Mons. Carlos Amigo Vallejo, ha escrito una carta pastoral en la que glosa la figura del santo salesiano, y que lleva por título «Un visita deseada: Santo Domingo Savio en Sevilla». En la carta, el prelado hispalense destaca a Santo Domingo como modelo para la juventud actual: «el acercamiento a este singular modelo de espiritualidad juvenil, que es Santo Domingo Savio, será, constituirá una providencial ayuda en este momento de no poca confusión en el que viven muchos de nuestros jóvenes», señala Mons. Amigo.

TENERIFE: III Encuentro Diocesano de Agentes de Pastoral Sociocaritativa

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 Durante el mismo y de la mano de D. Ismael Martín Rodríguez, Delegado de Pastoral de la Salud, se profundizará en el tema “Eucaristía y Caridad”. Será el domingo 10 de abril en el Seminario Diocesano a partir de las 9:30 h.

 

D. CARLOS AMIGO. EN EL DIA DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

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“ESTARÉ SIEMPRE CON VOSOTROS”

 

 

Carta pastoral del Cardenal Arzobispo de Sevilla

Mons. Carlos Amigo Vallejo

en el Día de los Ejercicios Espirituales

 

 

Estaré siempre con vosotros, hasta el fin de todo. Así nos lo dijo el Señor. Queremos buscar esa presencia de Dios en nuestra misma vida. Unos días de reflexión, de Ejercicios Espirituales, serán una eficaz ayuda para ese deseado encuentro con Cristo.

 

En ningún otro “espacio” más adecuado se puede realizar ese diálogo que en la Eucaristía, donde Cristo resucitado habla a quien lo acoge y confía en sus palabras.

 

En un profundo silencio contemplativo, se va recorriendo con Cristo todo el itinerario de su vida y confrontándola con la propia de cada uno. Surgirán enseguida sentimientos sinceros de gratitud, de súplica, de conversión del corazón.

 

Al contemplar de esta manera, más allá de los acontecimientos, se van encontrando los gestos y sentimientos del mismo Jesús, y la persona recorre ese itinerario espiritual que va desde las fuentes de la fe a la identificación con Cristo.

 

Como a los discípulos de Emaús, la Eucaristía abre los ojos para ver al que sinceramente se busca, para que encontremos al que con tanto deseo nos llama. Porque este encuentro con Cristo no es sino una gracia y favor más de su bondad.

 

Si todos los años recomendamos la práctica de los Ejercicios Espirituales, mucho más en este año de la Eucaristía, pues tan inconmensurable misterio es la fuente de toda la vida y la espiritualidad cristiana, y, en esos días de reflexión y de diálogo íntimo con el Señor, se podrá sentir profundamente que la Eucaristía es el sacramento de nuestra fe.

 

Con mi bendición,

 

+ Carlos, Cardenal Arzobispo de Sevilla

 

D. CARLOS AMIGO. MIÉRCOLES DE CENIZA

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OCASO Y ELOGIO DE LA CENIZA

 

SI por aquello del calor como disculpa y el relajo propio de la estación como verdad, lo cierto es que en temporada de verano se viene a aconsejar el no pronunciar largos sermones, lo contrario ha de hacerse en Cuaresma, donde todo han de ser predicaciones, y frecuentes los ejercicios de piedad. Se comienza con el ofrecimiento de la ceniza, que no es tanto el del recuerdo de aquello que se ha quemado, sino de las posibilidades de regeneración. La fórmula aparentemente tan negativa de «polvo eres y en polvo te convertirás» puede ser sustituida litúrgicamente por la de «convertíos y creed en el evangelio». En definitiva, de lo que se trata es de llevar al hombre al camino de la esperanza, haciéndole ver que siempre se está a tiempo de enderezar los pasos de una conducta moralmente equivocada.

 

El miércoles de ceniza se abre la puerta cuaresmal y se espetan unas palabras al supuesto penitente que lo dejan frío, pero deseoso de conversión: eres polvo y esta ceniza te lo recuerda. Aunque ahora, en la liturgia renovada, el saludo es menos agresivo y de lo que se trata es de llevar a la feligresía a que retorne al buen camino olvidado. Pero lo cierto es que de la ceniza y del día final se ha de hablar: muera usted un poco ahora, si de verdad quiere vivir en adelante como Dios manda.

 

En ese intento de ridiculización de cuanto pueda saber a religioso, creencia y práctica de piedad, el rito de la imposición de la ceniza puede prestarse a ese ejercicio del descrédito acusando a la Iglesia de vivir en sus prácticas unos tiempos ya definitivamente olvidados. Por el contrario, para el creyente «tomar la ceniza» es señal que invita a la superación y al amor: aunque parezca que se ha perdido todo, siempre queda un rescoldo oculto detrás de las cenizas que puede reavivar el fuego. A la esperanza no hay quien le cierre definitivamente las puertas.

 

Entre lo más opuesto al esperar cristiano puede estar la hibernación del espíritu, que es detener la vida poniéndola bajo mínimos. Es el frío de una muerte sin morir, de una apariencia sin realidad, de una vida sin pensamiento y sin amor. Sueño exagerado en el que la espera se reduce a un dejar que vayan cayendo las hojas del calendario y lleguen días mejores en los que aquellos problemas que llevaron a la muerte puedan tener solución. Después, otra vez a pensar en cenizas venideras, porque, en definitiva, sin la conversión interior del hombre poco valen reformas y aguantes.

 

De angustias, fatigas y pesares la lista se hace inacabable. Estúpido sería, ante tanto desacierto, dejarse morir de pena y tristeza. Es mejor acudir a la medicina de la esperanza, pues, si como algunos piensan, corren malos tiempos para los asuntos de la religión, mejor defensa ha de ser la de la fidelidad que la de la claudicación. Olvidarse de Dios, aparte de ser algo poco inteligente, trae unas deplorables consecuencias para el hombre, pues el mundo pierde horizontes y acaba organizándose de tal manera que resulta sumamente difícil vivir en él con un mínimo de paz. La esperanza, en tal vacío de lo trascendente, no tiene más remedio que desaparecer. Lo del humanismo ateo no deja de ser un contrasentido. Si nada de lo humano puede sernos indiferente, piensen ustedes ¿qué hay más de común en la humanidad que la creencia en Dios?

 

Como si de algo irremediable se tratara, la debilidad de la fe arrastra en tal manera al sentido de esperanza que trastoca por completo las motivaciones y los objetivos finales de la existencia, dejando al hombre sin razones para vivir, y en una total indefensión ante la respuesta necesaria a cuestiones tan fundamentales como puedan ser las del origen y destino final de la persona. Solamente la esperanza, como vida y razón de la existencia, puede salvar al hombre de un nihilismo radical y de un permanente desprecio de todo, y ya no cabe sino gritar que nada sirve para nada.

 

Pero, para que surja la esperanza, se necesita el sonido de la verdad, la resonancia de una voz que garantice que la luz siempre puede hacer que aparezca ese resplandor de los misterios grandes, no tanto por ocultos sino por fascinantes e inabarcables. Con la esperanza viene todo lo demás, que es tanto como insistir en la urgencia de un comportamiento religioso y moral consecuente con el sentido trascendente de la vida

 

Mas no hay que conformarse simplemente con existir y hacer lo posible para que le dejen vivir a uno con sus íntimas convicciones religiosas, pues las cosas de Dios no pueden ser asunto meramente privado, sino que tienen eco y proyección social. Hay que decir y hacer de tal modo que quien vea y oiga quede, al menos, sorprendido por una conducta que puede ser admirable, no en el sentido de deslumbrante, sino por la credibilidad que comporta y que puede ser aceptada como referencia y deseo. Tiene su explicación, esto de meterse la conducta de uno en la vida del otro, en la fuerza de la autenticidad que rompe cualquier barrera de indiferencia. El esplendor de la verdad con-mueve, le saca a uno de las oscuras casillas de un vivir y hacer anodino y sin sentido.

 

La conducta recta no atrae tanto por criterios muy razonados sino por el gusto de estar en la horma propia de la persona, que fue creada por Aquel que es la perfecta verdad y armonía de todo. El hombre busca la vida y tener días felices, como dice el Libro de la Sabiduría. Para disipar temores y miedos buen remedio es el de escuchar una voz fuerte llena de luz, de verdad, pues es como sol que va despejando las nieblas que ha producido el mal de la desconfianza ante las dificultades que en cualquier camino se encuentran. Sin esa voz, que no es otra que la que Dios ha dejado oír en su Verbo, en Jesucristo, imposible ha de ser que se remuevan las cenizas y se reciba el nuevo calor del rescoldo de la fe.

 

La esperanza no se aguarda, sino que se vive en actitudes y comportamientos consecuentes. Esperar sin hacer es burla y pereza. El hacer sin esperanza es desaliento asegurado. Este es el gran valor de la esperanza: saber unir lo que se tiene y lo que vendrá, el trabajo presente y el gozo cierto en el fruto que ha de llegar. Habrá que buscar la fuente de tanta bendición como procura la esperanza, pero será advertencia sabia el decir que no se ha de seguir buscando aquello que ya se ha encontrado. Todavía mejor: dejarse ver y abrazar por Aquel que te ha llamado. Pues cuando algo se ha hecho para ser habitación de Dios, el vacío solamente puede colmarse con esa misma presencia de Dios.

 

La ceniza es señal de una esperanza que puede hacer a la persona luminosa por la sinceridad y portadora de buenas noticias -¡convierte tu corazón y cree en el evangelio!- gracias a un fuego que perdura. Acuérdate de que eres polvo. Convierte tu corazón y acepta sinceramente el evangelio. El ocaso no es el final, sino el pregón de que va a llegar un nuevo día.

 

Por CARLOS AMIGO VALLEJO Cardenal Arzobispo de Sevilla

 

NUEVA COMPOSICIÓN DE LOS ORGANISMOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

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Entre los días 7 y 11de marzo se está desarrollando la LXXXIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española. Durante la misma se están llevando a cabo las elecciones para la renovación de los cargos para el trienio 2005-2008, excepto el de Secretario General, debido a que tiene una vigencia de cinco años.

Los miembros elegidos por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española para completar el Comité Ejecutivo del próximo trienio (2005-2008) son el Arzobispo de Sevilla, Cardenal Carlos Amigo Vallejo; el Arzobispo de Barcelona, Mons. Lluís Martínez Sistach; y el Arzobispo de Oviedo, Mons. Carlos Osoro Sierra.

El resto del Comité Ejecutivo está formado por el Presidente, el Vicepresidente y el Secretario General de la CEE. Además, según los Estatutos, es miembro nato el Arzobispo de Madrid, el Cardenal Antonio Mª Rouco Varela.

Entre las funciones del Comité Ejecutivo destacan la de ayuda al Presidente de la Conferencia y la de “deliberar, y resolver en su caso, sobre asuntos de importancia pastoral para la vida de la Iglesia que, por su carácter urgente, requieren gestiones o decisiones concretas antes de la fecha prevista para la próxima reunión de la Comisión Permanente

 

Los Obispos elegidos para el Comité Ejecutivo forman también la Comisión Permanente junto a los presidentes de las Comisiones Episcopales.

 

Mons. Juan del Río será el nuevo Presidente de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social, siguiendo en el cargo a D. José Sánchez González, Obispo de Sigüenza-Guadalajara. Durante el anterior trienio (2002-2005) D. Juan del Río perteneció a la C.E  de Medios de Comunicación Social en calidad de vocal

 

El Obispo de Málaga, Mons. Antonio Dorado Soto, presidirá la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, cargo que hasta ahora ocupaba Mons. Cañizares, Arzobispo de Toledo y actual Vicepresidente de la Conferencia Episcopal.

 

Mons. Juan José Asenjo Peregrina, Obispo de Córdoba, que fue Secretario General de la Conferencia Episcopal entre los años 1998 y 2003, ahora ha sido elegido para presidir la Comisión Episcopal  de Patrimonio Cultural.

 

Mons. Adolfo González Montes ha sido elegido Presidente de la Comisión Episcopal  de Relaciones Interconfesionales, sucediendo en el cargo al actual Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Ricardo Blázquez.

 

 

APLAZADA LA VISITA AD LIMINA

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Granada. 25/02/2005. Se ha recibido un comunicado de la Nunciatura Apostólica en España informando que queda aplazada la Visita ad limina de los Obispos de las Provincias Eclesiásticas de Granada, Sevilla y Valencia prevista para los días del 26 de febrero al 5 de marzo.

 En cambio, se mantienen las distintas peregrinaciones a Roma organizadas por las Diócesis.

SEGUNDO DÍA DE PEREGRINACIÓN

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Roma, 28.02.05.- La Basílica de San Juan de Letrán, la Catedral de Roma, ha sido la siguiente etapa en la peregrinación de los mil peregrinos andaluces que se encuentran en estos días en Roma.

 

            Un viento helado y una fina lluvia intermitente recibieron a los peregrinos andaluces a la entrada de la Basílica de San Juan de Letrán. Allí tenía lugar el momento central de esta segunda jornada de peregrinación en Roma, con la celebración de la Eucaristía y la renovación de las promesas bautismales.

 

            La Eucaristía estuvo presidida por D. Juan García-Santacruz, Obispo de Guadix, y concelebrada por el resto de Obispos andaluces presentes en la ciudad, además de un buen número de sacerdotes. Desde el principio, las palabras del prelado reconocían la importancia de esta ciudad para la fe cristiana. Algo que se afirma aún más en este lugar, puesto que la Basílica de San Juan de Letrán es la Catedral de esta capital, la sede del Obispo de Roma: el Papa. A él también ha querido tenerlo muy presente en este acto, rezando para que el Espíritu Santo lo fortalezca en estos momentos de prueba. Así, esta comunión con Juan Pablo II, en su sufrimiento, esta siendo un plus de calidad de esta peregrinación.

 

            No quiso dejar pasar la ocasión de felicitar, con ocasión del Día de Andalucía, a todos los presentes, y  también a toda la gente de esta región, que se esfuerza por hacer cada día de esta tierra un lugar más próspero. Él pedía especialmente para que en este pueblo andaluz creciera sobre todo el amor a Dios y al hermano, antes que cualquier cosa.

 

            Ya en su homilía, el Obispo, quiso subrayar las connotaciones e imagines bautismales presentes en las lecturas de la Liturgia de la Palabra. Así reconocía que el Bautismo libera del pecado, nos hace hijos de Dios, partícipes de la vida divina. Nos hace renunciar al pecado y afirmar nuestra fe en Dios Padre.

 

            Añadió que el Bautismo nos hace “sacerdotes, profetas y reyes”. Explicando que somos sacerdotes al santificar la realidad que nos rodea, haciendo presente a Dios, con nuestra propia vida, allí donde estamos. Decía que también somos profetas, no porque adivinemos el futuro, sino en la medida en la que vivimos de un modo nuevo en medio del mundo. Y añadía que somos reyes según el estilo de Jesucristo, siendo servidores de los demás; esto implica morir a uno mismo y donarse a los que nos rodean.

 

            Estas palabras finales introdujeron la renovación de las promesas bautismales, que se realizó a continuación; no sin antes pedir a la Virgen María que nos ayude a vivir siguiendo su ejemplo.

 

            Al terminar la Eucaristía, la alegría era visible en la mirada de los peregrinos. Todos se sentían contentos de haber aprovechado esta ocasión para acercarse hasta Roma. Ahora más que nunca –decían– tiene sentido venir hasta aquí. Se referían a la oportunidad de expresarle personalmente al Papa su cercanía, también física, en estos momentos de sufrimiento. A quien sienten de un modo concreto, no como a un gestor de un gran organismo, sino como a un verdadero padre. Añadía uno de ellos que “a un padre no se le abandona, y mucho menos cuando sufre o está enfermo”.

 

 

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