En vísperas de la celebración del Día del Amor Fraterno, que se celebrará el próximo Jueves Santo, los trabajadores de Cáritas Diocesana de Jaén se han reunido en la Capilla Mayor del Seminario Diocesano de Jaén para participar en una eucaristía. Miembros del equipo directivo de este organismo de la Iglesia, junto con los técnicos de las diferentes áreas de acción social, así como de los servicios generales de Cáritas, se han unido en este ya habitual encuentro en el calendario de este organismo de la Iglesia.
La eucaristía ha estado presidida por el vicario de Caridad y delegado episcopal de Cáritas, Juan Raya, quien ha recordado en la homilía la vinculación de las celebraciones religiosas en torno a este sacramento con la Caridad. “La Eucaristía es fuerza para el camino, para la misión, para asumir la tarea. Es alimento para la vida y para la fe”, ha señalado. “Si el cristiano no se alimenta de la Eucaristía, se debilita su vida y su misión, su fe y su ser comunidad”, ha añadido. En referencia a la lectura del Éxodo, ha instado a “ponerse las sandalias y tomar el bastón para ponerse en camino, para pasar de la esclavitud a la liberación”. El vicario de Caridad ha resaltado que el Jueves Santo es un día muy importante para los agentes de Cáritas, porque el Señor los envía «a servir a los más pobres”.
Raya se ha detenido en el lavatorio de los pies del evangelio del Jueves Santo. Compartió que este gesto, que se recrea en la celebración, es para él uno de los momentos más importantes del año como sacerdote. “Esa tarea la hacían solo los esclavos, porque era una tarea degradante. Sin embargo, el Señor elige ese gesto con los apóstoles y también hoy nos propone a nosotros lavar los pies. Esa tarea, en sentido figurado, es la que nos pide el Señor como agentes de Cáritas. Hoy, con esta eucaristía, queremos renovar nuestro compromiso, la misión encomendada, porque esa es nuestra esencia”. Raya ha animado a los trabajadores de Cáritas a cumplir con el mandato para el que son enviados.
El obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, presidió ayer la misa de Domingo de Ramos en la Catedral, previa bendición y Procesión de las Palmas.
«El Domingo de Ramos nos aventura la inauguración de la Pascua; lo que nos espera es el triunfo de Jesús y la victoria sobre la muerte, el paso de las tinieblas a la luz, de la humillación a la gloria, de la muerte a la vida; es verdaderamente un tiempo de gracia». Con estas palabras se dirigía a los fieles el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, en la Eucaristía de Domingo de Ramos que presidió ayer en la Catedral, en el día en el que da comienzo la Semana Santa.
La celebración tuvo lugar después de la bendición y Procesión de las Palmas, realizada desde la plaza de la Cruz. En ella participaron con palmas y ramas de olivo en sus manos un nutrido grupo de fieles, junto al obispo y el Cabildo Catedralicio; además de autoridades civiles y también la Schola Gregoriana, que acompañó con sus cantos la liturgia de este día.
En su homilía, el obispo señaló que el Domingo de Ramos ofrece «una anticipación concentrada de lo que vamos a celebrar durante toda la Semana Santa» al proponer la figura de un Jesús aclamado, pero también sufriente. «Los ramos nos muestran que Jesús va a sufrir, pero como vencedor; va a morir, pero sabemos que va a resucitar». Una muerte en la que Jesús padecería incomprensión, rechazo y dolor. «Ahí está dándonos testimonio de que por encima incluso de nuestro sufrimiento, de nuestras limitaciones, está la voluntad del Padre; y la voluntad del Padre es que todos nos salvemos».
El prelado terminó su homilía recordando que «la tradición de la Iglesia no ha considerado nunca la cruz bajo el aspecto del dolor, sino dentro de una perspectiva de triunfo y exaltación» en cuyo horizonte está el amor; de ahí que el signo de la cruz, específicamente cristiano, sea un signo «muy serio, porque significa que estamos comprometidos en el amor».
El 350 aniversario del patronazgo del Cristo de Santiago sobre la ciudad de Utrera ha motivado la celebración del Santo Entierro Magno que se vivirá en las calles de esta localidad el próximo 19 de abril. Ese día, todos los templos permanecerán abiertos y el cortejo estará compuesto por doce pasos que representarán la Pasión de Cristo.
La elección y disposición de los doce pasos en el cortejo tiene una clara finalidad catequética, ya que se narrará la Pasión de Cristo a través del rico patrimonio cofrade utrerano. Abrirá el cortejo la cruz de guía de la Hermandad Sacramental y del Redentor Cautivo, seguida por los siguientes pasos: Entrada Triunfal en Jerusalén (Hermandad de la Borriquita), Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto, Nuestro Padre Jesús Redentor Cautivo (el Prendimiento), Jesús Atado a la Columna (Hermandad de la Vera Cruz y Santo Entierro), Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna (Hermandad de los Aceituneros), Nuestro Padre Jesús Nazareno con Simón de Cirene (Quinta Estación), Cristo del Perdón y Virgen de la Amargura (Stabat Mater, Hermandad de los Muchachos de Consolación), Cristo del Amor (Lanzada, Hermandad de los Estudiantes), Cristo de la Buena Muerte (Hermandad de los Gitanos), Cristo de los Afligidos (Hermandad de la Trinidad), Virgen de la Piedad y Cristo de la Caridad (Hermandad de la Quinta Angustia) y Santo Entierro y Virgen de los Dolores (Hermandad de la Vera Cruz).
Cada uno de estos doce pasos irá precedido por su cuerpo de acólitos, la correspondiente presidencia, fiscal de tramo y una pequeña representación del cortejo de nazarenos formada por diez parejas.
Cristo de Santiago, patrón de Utrera
Se da la circunstancia de que una imagen central en el devocionario utrerano no procesionará en el Santo Entierro. Se trata del Cristo de Santiago, patrón de Utrera, que, no obstante, tendrá una participación relevante. Está previsto que se traslade el crucificado desde su Parroquia de Santiago el Mayor hasta el altar ubicado en la Plaza del Altozano, donde se ha establecido el arranque de la carrera oficial para este evento extraordinario. El Cristo de Santiago es patrón de Utrera desde el 11 de mayo de 1675, tras las milagrosas lluvias que el pueblo de Utrera atribuyó a su intercesión. Recientemente, el año 2000, el Consistorio utrerano ratificó este patronazgo.
El alcalde de Utrera, Curro Jiménez, ha destacado la importancia de este Santo Entierro Magno: “Una oportunidad única para mostrar nuestro patrimonio y recibir a numerosos visitantes. Confío en que todo se desarrolle acorde al esfuerzo de los implicados”. Naturalmente es alta la expectación que este acontecimiento ha levantado dentro y fuera de Utrera, un evento cuyo más reciente precedente se localiza el año 2007, coincidiendo con el quinto centenario de la llegada de la Virgen de Consolación.
Casi cinco mil sillas en la carrera oficial
El Ayuntamiento ha presentado recientemente la organización del Santo Entierro, que implica, entre otros aspectos, la colocación de casi cuatro mil sillas en la carrera oficial, que se suman al millar que ya se han dispuesto para el resto de la Semana Santa. También se han reservado hasta quince espacios en el recorrido para personas con movilidad reducida. Las sillas están a la venta de forma online desde el pasado 26 de marzo.
El cartel del Santo Entierro Magno es obra de Juan Manuel Calle, mientras que el logotipo ha sido diseñado por Teresa Peña.
La Catedral de Guadix acogió, un año más, la gran celebración del Domingo de Ramos, con la que se inicia la Semana Santa en la ciudad accitana. La celebración estuvo presidida por el obispo D. Francisco Jesús Orozco, que recordó a los asistentes la grandeza de los días de Semana Santa en los que celebramos nuestra salvación: “vivamos esta Semana Santa desde lo profundo, desde la autenticidad de quiénes somos y desde la amabilidad de la misericordia de Dios, dejándonos perdonar para empezar de nuevo”.
En la homilía, el obispo de Guadix comparó lo que se celebra el Domingo de Ramos con las ambigüedades y contradicciones, también el pecado, presentes en todo ser humano. “Por eso -dijo el obispo-, en este claro oscuro, en este contraste en el que hoy nos sitúa la liturgia del Domingo de Ramos, no leamos solamente la Pasión considerando los sufrimientos de Jesús, del Señor, con emoción, con confianza, aun sabiendo que todo conduce a la Resurrección. Esta Pasión y su gran enseñanza llama a nuestro corazón a un gran compromiso también autenticidad, transparencia, entrega sincera de nosotros mismos, también muriendo por los demás, y por la verdad, y por la cultura de la vida en un mundo que muere, en unos valores que esclavizan tantas y tantas veces el corazón del ser humano”.
También invitó a todos a celebrar y vivir estos días de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor con fe y con compromiso cristiano. “No podemos vivir de otra forma este Domingo de Pasión, no podemos vivir estos días grandes de la Muerte y Resurrección de Jesucristo sino con la gratitud de nuestro corazón e intentando, desde nuestra fe, responder a este Amor, grande y con mayúscula, que se ha sacrificado por nosotros”.
Al final de la celebración, se presentó un cuadro donado a la Hermandad del Santo Sepulcro, que celebra su 75 aniversario. El cuadro, que representa la muerte y resurrección de Jesús, ha sido pintado y donado por Miguel Ángel Gómez Mateos. También se hizo el rito de admisión de los nuevos hermanos de esta hermandad.
Tras la Misa, los asistentes a la celebración pudieron participar en la procesión de la Borriquilla, con la que se abren los desfiles procesionales en la Semana Santa accitana.
El pasado sábado, 12 de abril, en la parroquia de Santa María y San Pedro, de Caniles, tuvo lugar el Pregón anunciador de la Semana Santa local de 2025, a cargo de la cofrade de la Hermandad del Cristo del Rescate y del Cristo de Medinaceli, Mari Carmen Quesada Moya.
Autoridades civiles, militares y religiosas de la villa de Caniles estuvieron presentes en el acto. Fue en la parroquia, con el aforo completo, y los asistentes salieron muy contentos y enamorados por la forma de trasmitir, de sentir y contar el amor hacia Jesús y la Semana Santa por parte de la pregonera María del Carmen Quesada.
La parroquia agradece a la pregonera ese saber transmitir, desde la vivencia de su fe, la Semana Santa.
Desde que murió su madre, Sergio anda perdido, desmotivado, con esa mirada propia del que siente que es incapaz de atisbar lo que esconde el horizonte a tan sólo unos metros. Me pide que le recomiende un sitio donde pasar una semana de descanso, en clave de retiro. Nada organizado, sólo quiere desconectar. Sergio se siente mal y quiere poner medios para revertir ese sentimiento de vacío, algo, por otro lado, muy connatural a la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Cuanto más se expulsa a Dios de la vida más queda estar dependiente de encontrar un sentido en aquello que no está capacitado para dárnoslo. Le recomiendo un monasterio en la provincia de Córdoba. Si busca soledad, allí la va a encontrar. Si necesita hablar, allí será escuchado.
A su vuelta, entre otras cosas me comenta una anécdota de esos días. Se unió al pequeño grupo de huéspedes un chico que llegó sobre el mediodía, el mismo que, a la mañana siguiente, encontró tras el desayuno despidiéndose. ¿Ya te vas? preguntó Sergio. Sí, el silencio aquí es insoportable, le respondió.
-Byung-Chul Han nos ilustra en su último libro, “Vida contemplativa”, que en los tiempos actuales parar nos está prohibido, no sólo porque no es productivo sino porque, además, no está legitimado socialmente. El sistema nos hace obsesionarnos con la necesidad de estar produciendo de forma continua. Como si fuéramos una gran fábrica que nunca para o descansa. Es el no parar de estar activos, aunque sea consumiendo videos de animales en Tik Tok.
Sí, el silencio da miedo. Nos conduce a mirarnos por dentro y tocar la verdad de lo que somos, lo bueno que nos habita, pero también nuestras miserias, esas que tantas veces ocultamos a los demás pero que es imposible ocultárnoslas a nosotros mismos. Duele descubrir que ese también soy yo. La buena noticia es que ese yo que no me gusta, que tanto sufrimiento me alcanza es amado igualmente por Dios. El silencio es sanador, pero como todo proceso de purificación, duele. Para abrazar lo nuevo y dejar atrás lo viejo, nada más saludable que una cura intermitente de silencio, de silencio interior que nos enfrenta a nuestros demonios, que nos activa para esa inactividad tan herética en estos tiempos y nos prepara para la escucha de una Palabra que resucita muertos.
Nuestro modelo y maestro de silencio es siempre Jesús. Toda su vida estuvo marcada por el silencio, un silencio redentor que ha dotado de un sentido nuevo a la existencia. El misterio de la Encarnación, el acontecimiento más trascendente de la historia acontece en un gran silencio.
En su preparación más inmediata para su ministerio se adentró en el silencio del desierto. En su vida pública se apartaba constantemente a lugares solitarios para encontrar el silencio en el que le hablaba la voluntad del Padre. Jesús murió también en silencio, dentro del silencio de Dios y dentro de la incomprensión del mundo. La respuesta de Dios que rompe el silencio es la resurrección, la resurrección de Jesús y la resurrección perenne de la bondad y el amor dentro de la vida.
Sí, Jesús es nuestro modelo y nuestro maestro que nos enseña el valor fundamental del silencio para escuchar con más nitidez a Dios y asombrarnos descubriendo que somos amados en nuestra pobreza.
Parar, adentrarse sin disimulo en el silencio, dedicar espacio en lo cotidiano, en el momento que más nos favorezca, para escuchar a Alguien distinto de nosotros mismos pero que nos habita, puede que sea la experiencia que más urge recuperar en el hoy, para que esta Semana Santa y la de todos los días, renueve y remueva nuestra conciencia, nos cambie la vida y nos permita vivir estos días santos más allá del paisaje de lo vacacional, el rito, las mechas y las manchas de cera, las marchas procesionales y el potaje de bacalao en el que somos tentados a reducir el misterio de nuestra fe que hemos de contemplar y transmitir. Sergio sintetizó su semana aislado del mundo en sólo tres palabras: silencio de resurrección
El pasado 18 de febrero se cumplió el cincuentenario de la bendición de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder de la popular Hermandad de San Gonzalo, que nos hace visible la humildad y el amor de Cristo que se entrega por nosotros, como viviremos en esta Semana Santa que hoy comenzamos.
Los Evangelios sinópticos (Mt 26,57-67; Mc, 14,53-65; Lc 22,66-71) nos narran que Jesús cuando es conducido a la presencia de Caifás, se revela como el Mesías, el Hijo de Dios: “Yo soy” responde al sumo sacerdote (cf. Mc 14,61). Este es el momento que se representa en el paso de misterio de la Hermandad de San Gonzalo, presidido por la imagen del Señor, obra del escultor e imaginero Luis Ortega Bru (1916-1982), quien realiza en 1975 la cabeza, tallando el resto del cuerpo al año siguiente.
El artista sanroqueño supo aportar una nueva y personal visión a la tradición neobarroca de la escultura sevillana, como queda patente en obras como el misterio de la Hermandad de Santa Marta, el Cristo de la Misericordia del Baratillo, el apostolado de la Cena o la Virgen de la Salud de esta misma hermandad trianera del Barrio León.
En el Soberano Poder, Ortega Bru se aleja de la iconografía tradicional de Jesús Cautivo, que suele presentar acusada frontalidad y simetría, añadiendo movimiento a la figura del Cristo, el cual muestra una actitud itinerante, con la pierna derecha avanzada respeto a la izquierda, mostrando el pie izquierdo apoyado sólo en la parte de los dedos, mientras que el derecho pisa totalmente el suelo. Igualmente, para completar el dinamismo de la imagen, el hombro izquierdo aparece elevado respecto del derecho, girando la cabeza hacia su izquierda.
Destaca especialmente el modelado de la cabeza y del cabello, concentrándose toda la carga expresiva de la imagen, además de en las manos con dedos largos y huesudos, en el rostro lleno de unción, que transmite serenidad, acorde con el momento evangélico representado y que se caracteriza por los pómulos marcados que resaltan su realismo, como apuntan los investigadores Daniel Villalba y Francisco Manuel Delgado, quienes señalan también que el escultor se inspiró en los rasgos de su hijo Onésimo para tallar la cabeza del Cristo, cuya mirada está llena de dulzura y mansedumbre, y que muestra los labios entreabiertos, ya que se representa el momento exacto de la respuesta del Hijo de Dios a Caifás. Precisamente la frase evangélica “YO SOY” aparece grabada en la parte delantera de la pena del Señor, contextualizando la escena, y la obra aparece igualmente firmada por el autor en la trasera del sudario con la significativa frase “Mi Cristo para Sevilla. Luis Ortega Bru 1975”, que deja ver el grado de satisfacción del artista ante su creación.
La contemplación de la humildad y la entrega del Señor expresadas en esta imagen, nos ayuda a vivir estos días como un acontecimiento de gracia y salvación que nos llena de esperanza, anticipándonos la Pascua.
Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural
La tercera edición de las visitas del alumnado de Religión a las Hermandades de la Semana Santa de Huelva ha llegado a su fin con un balance muy positivo. Cerca de cuatro mil alumnos, procedentes de distintos centros educativos de toda la provincia, han tenido la oportunidad de conocer de cerca la vida cofrade de la capital a través de recorridos por templos y casas de hermandad.
Durante las visitas, los estudiantes han podido descubrir la historia, el arte y la profunda devoción que rodea a cada una de las corporaciones nazarenas, gracias a la implicación de numerosos colaboradores y a la acogida de las propias Hermandades, que han abierto sus puertas con generosidad y espíritu de evangelización.
Desde la Delegación Diocesana de Enseñanza se quiso expresar «nuestro más sincero agradecimiento al profesorado de Religión, al alumnado participante, a todos los que han colaborado en la organización de esta actividad y, muy especialmente, a las Hermandades que nos han recibido con tanto cariño».
Del mismo modo, esta edición se concluyó deseando a todas las corporaciones «una feliz y fructífera estación de penitencia en esta Semana Santa de 2025, y confiando en que esta experiencia haya sembrado en nuestros jóvenes el deseo de seguir profundizando en la fe y en las tradiciones que nos unen».
La parroquia de San Francisco Javier vuelve a acoger un año más el ciclo de oraciones contemplativas de inspiración ignaciana “Orar en su Compañía”, una propuesta espiritual que se ha consolidado como un referente en la Semana Santa onubense.
Este espacio de recogimiento, organizado desde 2016 por la Asociación de Ejercicios Espirituales ACHEESIL junto con la Fraternidad de Familias FíO, busca ofrecer una experiencia de oración profunda y personal. La iniciativa nació en colaboración con la Compañía de Jesús y actualmente cuenta con el apoyo generoso de sacerdotes diocesanos.
Durante el Miércoles, Jueves y Viernes Santo, se celebra cada día una oración diferente en el templo de San Francisco Javier, promoviendo la contemplación, la música, el Sacramento de la Reconciliación y la reflexión en un entorno especialmente preparado para ello. Inspirado en la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, este ciclo invita a aplicar los sentidos en la oración, ofreciendo una manera distinta de vivir la Semana Santa, más allá de la contemplación de los desfiles procesionales.
La acogida por parte de los fieles ha sido constante y cálida a lo largo de los años, lo que ha permitido que la propuesta se mantenga viva casi una década después de su creación.
Desde la organización se extiende una invitación abierta a todos los que deseen vivir la Pascua de forma más íntima: “Creemos que es una gran oportunidad para experimentar una oración diferente, una experiencia que nos acerque con profundidad al misterio de una Pascua que cambió el curso de la historia de la Humanidad y que también puede cambiar nuestra propia vida.”
La Diócesis de Huelva ha dado comienzo a la Semana Santa con la celebración litúrgica del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, que ha tenido lugar en la Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Merced.
La celebración ha dado comienzo en el atrio de la Catedral, donde Mons. Gómez Sierra ha bendecido las palmas y ramos de olivo, signo de la esperanza cristiana y de la victoria de Cristo. A continuación, se ha llevado a cabo la tradicional procesión de palmas por la Plaza de la Merced, en la que han participado los asistentes, rememorando con fe y devoción aquel primer gesto mesiánico del Señor aclamado como Rey y Salvador.
Durante su homilía, el Pastor diocesano dirigió a los fieles unas palabras profundas de fe, esperanza y comunión eclesial, con las que invitó a vivir esta Semana Santa como un verdadero camino de seguimiento a Cristo. Ofrecemos a continuación el texto íntegro de la homilía pronunciada por Mons. Santiago Gómez Sierra:
Homilía de Mons. Santiago Gómez Sierra en el Domingo de Ramos Santa Iglesia Catedral de La Merced, Huelva – 13 de abril de 2025
El evangelio de la entrada de Jesús en la ciudad santa, que hemos escuchado, comienza con estas palabras: “En aquel tiempo, Jesús caminaba delante de sus discípulos, subiendo a Jerusalén”. La fe en Jesucristo no es una invención legendaria. Nos sitúa en un espacio y tiempo concretos. Nuestra fe se funda en una historia que ha sucedido verdaderamente. Cuando se hace la peregrinación a Tierra Santa, es conmovedor subir la escalera hacia el Calvario hasta el lugar en el que Jesús murió en la cruz, estar ante el sepulcro vacío, y rezar donde su cuerpo fue sepultado y donde al tercer día tuvo lugar la resurrección.
“Jesús caminaba delante de sus discípulos.” Sí, caminar con Jesús es una invitación particularmente expresiva en la liturgia de hoy. Así lo hemos hecho en la procesión solemne con la que hemos iniciado nuestra celebración. Aunque la Iglesia, en todas las Misas antes de la consagración eucarística, proclama “Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo”, las mismas palabras con las que aclamaban a Jesús en su entrada en Jerusalén; hoy con palmas y ramos hemos entrado en el templo aclamando a Jesús como Aquel que viene en nombre de Dios. Él nos acompaña en el camino de la vida y está siempre con nosotros.
También, caminar siguiendo a Jesús siempre es caminar con otros. El seguimiento de Jesús lo hacemos en comunidad, como Iglesia. En este Domingo de Ramos del Jubileo 2025 vivamos nuestro seguimiento como “Peregrinos de la Esperanza”, que es el lema elegido por el Papa Francisco para este Año Santo. Si avanzamos en nuestra existencia escuchando la Palabra del Señor con fe, esperanza y amor, estaremos en camino con Él hacia la Jerusalén del cielo, que es nuestra esperanza y nuestra meta.
La gente, después de haber recibido triunfalmente a Jesús en Jerusalén, pide su muerte. Ellos esperaban a un Mesías poderoso; en cambio, llega uno manso y humilde de corazón, montado en un pollino. Y precisamente la multitud, que antes lo había aclamado, es la que grita: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Y hasta los Doce, confundidos y asustados, lo abandonan.
Pero, si seguimos el relato de la Pasión, sólo uno de los malhechores crucificados con Jesús le habla con palabras de fe: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.” Y cuando Jesús muere, otro, el centurión romano, que no era creyente sino pagano, que le había visto sufrir y había oído sus palabras en la cruz, también “daba gloria a Dios diciendo: Realmente, este hombre era justo.” Estos dos dicen, precisamente, lo contrario de los demás. Expresan que Dios está allí, que verdaderamente Jesús crucificado es Dios.
Necesitamos escuchar el Evangelio para conocer a Dios y entrar en comunión con Él. Habitualmente proyectamos en Dios lo que humanamente somos y pensamos, elevándolo a la máxima potencia: nuestras formas de concebir el poder, el éxito, la solución de los problemas. Por eso, como la mayoría de los espectadores presentes en el Calvario, nos cuesta reconocer que en el sufrimiento, el fracaso o la misma muerte Dios esté presente.
Sin embargo, el Evangelio nos dice que Dios no es como lo imaginamos. Es diferente. Por eso se acercó a nosotros, vino a nuestro encuentro y precisamente se reveló completamente en la cruz. Allí aprendemos los rasgos del rostro de Dios.
En estos días de la Semana Santa miremos al Crucificado en silencio, para aprender quién es nuestro Señor: El que abre los brazos a todos; el que no nos aplasta con su poder; el que nos ama y nos da su vida; el que toma sobre sí nuestros pecados y nos abre el camino hacia Dios. Jesús en la cruz nos revela que Dios es omnipotente en el amor, y no de otra manera, porque Dios es Amor.
El poder de este mundo pasa, mientras el amor permanece. Sólo el amor puede salvarnos. Con su muerte y resurrección Jesús sanó nuestros pecados con su perdón, hizo de la muerte la puerta a la vida verdadera, y abrió nuestros miedos y angustias a una esperanza que no defrauda. La muerte y la resurrección del Señor nos dice que Dios puede convertir todo en bien. Y esto no es una ilusión, porque la muerte y resurrección de Jesús no son una ilusión: ¡fue una verdad! En el que murió y resucitó encontramos la base sólida que nos permite no naufragar en la vida.
Queridos hermanos y hermanas, Jesús cambió la historia acercándose a nosotros y la convirtió en historia de salvación, aunque todavía marcada por el mal y el pecado. Desde el corazón abierto del Crucificado, el amor de Dios llega a cada uno de nosotros. Podemos cambiar nuestras historias personales acogiendo la salvación que nos ofrece, viviendo los Mandamientos que no son sino reglas fundamentales del verdadero amor. Ante todo, el amor a Dios que expresan los tres primeros Mandamientos: Amarás a Dios sobre todas las cosas, No tomarás el nombre de Dios en vano y Santificarás las fiestas. Nos dicen: sin Dios nada es como debe ser, sin Dios todo se desordena y enmaraña, porque solo a partir de la persona de Jesucristo, muerto y resucitado, sabemos quién es Dios y quiénes somos nosotros para Él. Siguen luego la santidad de la familia (el cuarto mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre), la santidad de la vida (quinto mandamiento: No matarás), el ordenamiento del matrimonio (sexto y noveno mandamiento: No cometerás actos impuros y No consentirás pensamientos ni deseos impuros), el ordenamiento social (séptimo y décimo mandamiento: No robarás y No codiciarás los bienes ajenos) y, por último, la inviolabilidad y el respeto de la verdad (octavo mandamiento: No darás falso testimonio ni mentirás). Todo esto hoy reviste la máxima actualidad.
En la oración con la que hemos bendecido los ramos rezamos para que en la comunión con Cristo podamos dar fruto de buenas obras. Al inicio de la Semana Santa pidamos al Señor que nos conceda a todos abrir nuestra vida al amor del Crucificado y “dar fruto con buenas obras”. Que así sea. Amén.
Con esta Santa Misa, la comunidad diocesana se adentra en el corazón del Año Litúrgico, viviendo intensamente los días santos que culminarán en la Pascua de Resurrección, centro y cumbre de la fe cristiana.