Hoy miércoles, día 18, en la Casa de la Iglesia. La Pastoral abre también su plazo de inscripción para el Curso de visitadores y ministros de la Eucaristía, que se celebra en enero.
La Pastoral de la salud celebra hoy miércoles día 18 una nueva jornada de formación permanente, dedicada al cuidado del cuidador.
La convocatoria tendrá lugar a las 17:30 horas, en la Casa de la familia (C/ Gracia, 48), y está dirigido a todas las personas que deseen asistir, especialmente quienes tienen a su cargo personas enfermas en casas, residenciales o en hospitales, y profesionales sanitarios.
A las preguntas ¿Estás al cuidado de algún familiar?, ¿eres interna?, ¿visitas a alguien que tenga un cuidador?, ¿quieres conocer mejor cómo es su situación y cómo acompañarle?, intentará dar respuesta y ofrecer claves de ayuda en esta jornada de formación.
Asimismo, en el marco de esta jornada participará Manuel Gavilán y su perro médico de ayuda sanitaria Aslan, que se ha convertido en su cuidador. Gavilán ha escrito un libro sobre esta asistencia sanitaria con su perro, cuyos fondos van destinados al Proyecto Raquel de ayuda a las embarazadas que están solas y sin recursos, promovido por la Pastoral diocesana de familia.
Por otra parte, la Pastoral de la salud ya ha abierto el plazo de inscripción para participar en su Curso de visitadores y ministros de la Eucaristía, que cumple su II edición. Se celebrará los días 18 y 25 de enero, y el 15 de febrero, de 9:30 a 13:30 horas, en la Casa de la Iglesia (C/ Gracia, 48).
Las personas interesadas deben realizar su inscripción EN ESTE ENLACE y rellenar los datos solicitados en el formulario:
A punto de entrar por la Puerta del Perdón del Templo madre de todas las iglesias de nuestra Diócesis, que nos conducirá a “la Esperanza”, me dirijo a todos vosotros en este tiempo especial, en el que la Iglesia celebra un Año Jubilar. Para que, juntos, como Iglesia que peregrina entre olivares, tomemos conciencia del momento que la Iglesia Universal va a vivir, reconociendo en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo el hecho histórico en el que, de nuevo, el cielo volvió a unirse con la tierra.
Aniversario de la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo
Es en ese mismo instante, en el que Dios se encarna en el seno virginal de María, entra en nuestra historia como hombre, se hace uno de nosotros en humanidad, excepto en el pecado: en Él, la esperanza se hace carne, y nos trae la salvación y la paz que tanto necesitamos. Como nos dice San Pablo en la carta a los Romanos: «Spes non confundit» (La esperanza no defrauda, Rm 5,5).
Este Jubileo nos invita a una profunda reflexión sobre los orígenes de nuestra fe. Al igual que nuestra Catedral, que se alza como un signo de los comienzos y bajo la cual reposan capas de historia, nuestra fe tiene raíces en una gran tradición. Esta tradición de la Iglesia se complementa con las pequeñas, pero significativas, tradiciones de nuestras familias, pueblos y ciudades.
Es un tiempo propicio para volver a las fuentes: a la Sagrada Escritura, a las tradiciones que nos ha transmitido la fe, al testimonio de los santos, y, sobre todo, a nuestra relación viva con Cristo, que está presente y actuante en nuestra vida.
Cuando el Santo Padre Francisco elige como lema de este Jubileo “Peregrinos de Esperanza”, lo hace sabiendo que nuestro mundo está necesitado de esperanza. No es difícil que el alma se desesperance al mirar a nuestro alrededor. Las guerras y su rosario incesante de víctimas; las desigualdades que siguen acarreando hambre, falta de sanidad, de recursos… en tantos lugares del mundo; la soledad, esa epidemia de nuestros días que lleva a vivir, y a morir solos a tantos ancianos; el feroz consumismo que nos lleva a llenarnos “de cosas” para vaciarnos de Dios; aquellos que pierden la vida en el mar en busca de una oportunidad que dignifique su vida; los niños que no llegan a ver la luz de este mundo en nombre de un derecho no bien entendido; los bosques que arden y que consumen ese regalo que es la naturaleza… Frente a esa realidad desesperanzada, dolorosa, mortal… sabemos que existe una Esperanza con mayúsculas que nos muestra un camino coloreado de verde, y que prende en el corazón de aquellos que esperan. Somos hombres y mujeres en busca de sentido.
La oportunidad del Jubileo
El Jubileo no es solo un evento conmemorativo, sino una auténtica oportunidad de gracia para fortalecer nuestra fe, purificarnos de nuestros pecados y renovar nuestra esperanza. Es un tiempo privilegiado en el que se nos invita a caminar como peregrinos hacia el encuentro con Dios, dejando que la misericordia y el amor transformen nuestra vida.
A. Fortalecer la fe
La conmemoración del aniversario de la Encarnación nos recuerda la verdad histórica que fundamenta nuestra fe. Nos da la oportunidad de responder con mayor firmeza a esta verdad, especialmente en un contexto en el que muchos cristianos viven su fe de manera débil o fragmentada: no rezan, no frecuentan los sacramentos, ni orientan su vida según el Evangelio.
Aunque esta realidad nos duele, también nos desafía a ser auténticos testigos agradecidos del amor de Dios que nos ha hecho hijos suyos, creados para vivir y convivir eternamente en comunión con Él; y nos desafía, también, a redescubrir la operatividad de la fe, haciéndola presente en nuestras decisiones diarias.
B. Purificarnos de nuestros pecados
El Jubileo también es un tiempo de arrepentimiento y perdón. En el Antiguo Testamento, el Jubileo buscaba restablecer la situación original de la Alianza. Hoy, nosotros somos llamados a renovar nuestra alianza bautismal y a recuperar la vida de gracia a través de la fidelidad y la generosidad.
El sacramento de la penitencia se presenta como el camino privilegiado para este propósito. Es necesario que lo vivamos con seriedad: haciendo un examen profundo de conciencia, una confesión sincera, un verdadero arrepentimiento y un compromiso serio de cambio. La indulgencia plenaria ofrecida durante el Jubileo nos ayuda a purificarnos completamente, devolviéndonos la alegría de la salvación.
C. Momento de renovación y esperanza
Este Jubileo, también, es una llamada a la renovación personal y comunitaria. Aunque nos duelan el secularismo que podemos estar viviendo y el empobrecimiento de la fe, no debemos caer en el desaliento.
Escuchemos la voz de Dios que nos llama a ser auténticos, a acoger y responder a su voluntad y a estar unidos como una misma familia, en la que todos somos hermanos, hijos de nuestro Padre Dios. Este es un tiempo para renovar nuestra esperanza, convencidos de que el Señor sigue caminando con nosotros.
La Esperanza en la Sinodalidad
El camino de la esperanza no es un camino individual, sino comunitario, y se expresa de manera singular en el proceso sinodal que juntos emprendimos en 2021 y que nos hizo replantearnos nuestra manera de ser Iglesia y de vivir en la Iglesia. Este hermoso camino nos ha mostrado la importancia de la sinodalidad, es decir, del caminar juntos, en unidad y respeto mutuo, en la escucha y el discernimiento del Espíritu Santo. Las conclusiones del Sínodo nos han llamado a ser una Iglesia que se siente llamada a acompañar en la esperanza, a ser testigos de la verdad en un mundo que ansía respuestas. En nuestra sinodalidad, el discernimiento nos invita a acoger a todos, sin dejar de anunciar la salvación de Cristo.
El Discipulado como camino de Esperanza
En este tiempo de reflexión sinodal, también hemos recibido una invitación personal y comunitaria a la conversión y a ser más fieles al mandato del Señor de salir al encuentro de aquellos que aún no lo conocen. El discipulado, eje sobre el que este año se vertebra nuestro Plan Pastoral, se presenta, igualmente, como el camino de la esperanza para los que buscan sentido en sus vidas. Un sentido que nosotros ya hemos descubierto, que llena nuestro corazón de gozo, y que debemos transmitir a aquellos que aún no han experimentado el amor y la misericordia de Jesús, a través del testimonio comprometido y fértil de nuestra vida cristiana.
El discipulado nos lleva a sembrar semillas de esperanza en aquellos que aún no conocen a Jesús: nuestra vida de discípulos debe ser una luz que los guíe a Él. La esperanza que vivimos y compartimos en nuestras comunidades se convierte en el testimonio vivo de que el Señor está cerca, de que su amor no falla, de que su Palabra es fuente de vida. Así, el discipulado se presenta como camino esperanzado para aquellos que buscan la verdad, el sentido y la salvación en medio de tantas incertidumbres cotidianas.
La sangre de los mártires: signo de Esperanza
A lo largo de la historia de la Iglesia, también en la de Jaén, la sangre de los mártires ha sido el testimonio más grande de esperanza. Aquellos que han dado su vida por Cristo, en defensa de su fe, nos han dejado un legado de fidelidad y fortaleza. La vida de los mártires, hombres y mujeres con sus particulares historias vitales, nos recuerda que la esperanza no se apaga ni siquiera en las situaciones más difíciles. Su sacrificio es un testimonio de la esperanza que no se quiebra, una esperanza que es más fuerte que la muerte. Como dice San Pablo en la carta a los Romanos: «Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza» (Rm 5,3-4). En su ejemplo, encontramos la verdadera medida de la esperanza que no defrauda.
Ojalá que uno de los frutos de este Año Jubilar sea que los más de cien Siervos de Dios, cuyos procesos de martirio se estudian en Roma, alcancen, por sus vidas entregadas, la palma del martirio que los convertirá en Beatos de nuestra Iglesia particular.
Paciencia y esperanza unidas
La esperanza no se puede separar de la paciencia. Vivir en esperanza significa saber esperar con confianza y serenidad en Dios, aun en medio de las pruebas y tribulaciones. La paciencia nos enseña a confiar en el tiempo de Dios, a entender que no todo se resuelve de inmediato, pero que Él siempre está trabajando en nuestra vida. La paciencia es la virtud que acompaña a la esperanza, que la purifica y la fortalece. Y en esa esperanza, que se nutre de la paciencia, encontramos la paz que proviene del Señor.
La Esperanza: ancla y llama del Espíritu Santo
La esperanza es a la vez un ancla y una llama. Como un ancla, nos sostiene firmes en medio de las tormentas de la vida, y a la vez nos da seguridad en las promesas de Dios. La esperanza es la certeza de que no estamos solos, de que, en medio de todo sufrimiento, el Señor está con nosotros, guiándonos y protegiéndonos. Y como una llama, la esperanza ilumina nuestro camino, nos anima y nos impulsa a seguir adelante, a ser portadores de esa luz a los demás. Esta llama de esperanza es obra del Espíritu Santo, que nos inspira y fortalece en nuestra vida de fe.
En este Año Jubilar, os invito a mirar al futuro con confianza, a renovar nuestra fe y a vivir en comunión. Que esa Esperanza que nos trae Cristo con su nacimiento en esta Navidad nos impulse a ser discípulos fervientes, a vivir con paciencia y fortaleza, y a ser testigos de la esperanza que nunca defrauda.
La Caridad como hilo conductor
Con la oración, en este segundo año preparatorio del Jubileo, hemos pedido al Señor que ilumine nuestro corazón para procurar que todas las realidades de la Diócesis participen y estén presentes; y que la caridad sea el hilo conductor de todas las acciones que vamos a llevar a cabo y que tendrán reflejo en un gran proyecto dirigido a personas migrantes y víctimas de la trata. Que niños, jóvenes, familias, mayores… sean protagonistas. A todos os pido implicación, colaboración y sobre todo que viváis este año como un regalo que la Iglesia nos hace como hijos amados de Dios.
La Catedral como centro Jubilar
Nuestra Catedral, como signo de los orígenes y lugar central de nuestra Iglesia Diocesana, será el epicentro de las celebraciones jubilares. Es aquí donde se nos recuerda la unidad y el vínculo que tenemos como pueblo de Dios, Iglesia local en camino. Atravesar la Puerta del Perdón de este singular templo, relicario del Santo Rostro, es un gesto que simboliza nuestra peregrinación hacia Cristo. Queremos llagar hasta Él, adentrarnos en su misterio de amor y lucrar las gracias jubilares por Él derramadas.
Los cimientos de la Catedral guardan la memoria de quienes nos precedieron en la fe. Con ellos celebramos nuestra historia común. Este Año Santo será una oportunidad para vivir en unidad y plenitud, siendo testigos del amor de Dios que nos llama a la conversión y a la misión.
Os espero en la apertura del Año Santo, que tendrá lugar, D.m, el próximo domingo 29 de diciembre, Jornada de la Sagrada Familia, a las 17 horas, iniciando desde la Basílica de San Ildefonso la peregrinación hasta el Templo Jubilar, para que juntos, como Iglesia, atravesemos la Puerta del Perdón y nos dejemos abrazar por la misericordia del Señor.
Desde ese día, la Catedral acogerá a los peregrinos que vengan a ganar las gracias del Jubileo, durante todo el año.
Otros lugares singulares para lucrar las gracias jubilares
De forma puntual, cuatro días a lo largo del año, se podrán lucrar la gracias jubilares en cuatro lugares más, vinculados con colectivos de personas a quienes el Dios de las misericordias mira con especial ternura y predilección:
Los enfermos: el día 11 de febrero de 2025 (memoria de la BVM de Lourdes, día del enfermo), en la capilla del Hospital Universitario de Jaén.
Los ancianos: el día 27 de julio de 2025 (memoria de San Joaquín y santa Ana, Jornada de los Abuelos y Ancianos), en la capilla de las Hermanitas de los Pobres de Jaén.
Los reclusos: el día 27 de septiembre de 2025 (en torno a la memoria de la BVM de la Merced), en el Centro Penitenciario de Jaén.
Las personas sin hogar: el día 26 de octubre de 2025 (Jornada de las personas sin hogar), en la iglesia del monasterio de Santa Clara de jaén.
María, madre de Esperanza
Y si queremos vivir este Año Jubilar con verdadero y profundo sentido tenemos que volver nuestra mirada a Ella, a María Santísima. Mujer de fe, mujer de esperanza, mujer de amor. Ella que confió en la palabra del ángel, que supo esperar y creer, que albergó en su seno la Esperanza del mundo, debe ser nuestro modelo a seguir. Su mirada de madre nos conducirá hasta Aquel del que emana la Esperanza.
Queridos hijos, vivamos con la alegría del que espera este tiempo jubiloso, este Año Santo, este tiempo de gracias de sabernos redimidos por el Amor.
Con mi afecto y bendición,
+ Sebastián Chico Martínez Obispo de Jaén
18 de diciembre de 2024 Conmemoración de Ntra. Sra. de la Esperanza
Por segundo año consecutivo, la Residencia Madre Carmen, dirigida por las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, en Málaga, pone en escena su Belén Viviente.
«El Belén Viviente de la Residencia Madre Carmen les da la vida», explica una de las cuidadoras de la Residencia Madre Carmen, refiriéndose a cómo los residentes disfrutaron del belén viviente que pusieron en escena el lunes 16 de diciembre, a las puertas de la Navidad. La paz, el amor y la justicia son los tres valores que esta residencia quiere inculcar en «un mundo que está entre luces y sombras», añaden.
Los familiares de los residentes estaban invitados a disfrutar con este belén viviente, para vivir de cerca el evento y poder presenciar la alegría que se respiraba en el ambiente, tanto por parte de residentes como de cuidadores.
Todos protagonistas
El belén contaba con todos los aspectos fundamentales de una representación de sus características: canasteras, fruteras, el ángel, tejedoras y, por supuesto, la presencia de los tres Reyes Magos, María, José y el Niño Jesús. Todos ellos representados por residentes de la residencia salvo el Niño Jesús, que era un muñeco. «Es el rol que me ha tocado», explica Carmen, una residente que hacía de frutera, acompañada por otras dos compañeras y con exposición de frutas reales y comestibles.
Además, «todos los materiales que hemos usado para crear el Belén fueron fabricados manualmente por los residentes, desde el buey, pasando por toda la decoración y terminando en un gran cartel donde se nombraba el evento», explicaba una de las cuidadoras, y es que «todos los residentes pasaron los días previos al evento fabricando la decoración con la que iban a aparecer representando el Belén, lo que es de alabar a nuestros mayores y les hace sentirse útiles».
La Navidad es un tiempo en el que se hace más presente el recuerdo de los familiares y amigos que ya no están. «Este Belén Viviente les recuerda a los residentes a su niñez, cuando disfrutaban de la Navidad, y ahora la viven con alegría y nostalgia pero siempre de forma positiva, acompañados de sus seres queridos y sus compañeros», explican desde la Residencia.
Actividades como esta «favorecen la unión de compañeros y ayudan a crear armonía. Es una forma preciosa de vivir la Navidad y conmemorar el 125 aniversario del paso a la vida eterna de Madre Carmen del niño Jesús».
La hija de una de las residentes que cumple ahora un año en la Residencia explica que «ha sido precioso disfrutar este bonito momento. Los veo con mucho entusiasmo, han participado casi todos. La ilusión se notaba».
Desde Acción Católica General se ofrece una nueva convocatoria de la Escuela de Acompañantes en la que ya se pueden inscribir los fieles de parroquia que estén interesados en profundizar en este servicio o ya lo estén llevando a cabo.
«Bajo el lema de este curso: “Iglesia en camino, Signo de esperanza” queremos seguir recorriendo el camino al que nos invita nuestra Iglesia y, desde la fraternidad, la sinodalidad y la vocación, seguir generando espacios de encuentro y de formación para aquellas personas que comienzan o que están ya acompañando grupos de vida en las parroquias de Infancia, jóvenes y adultos», explican desde Acción Católica General en Málaga.
Es por ello que, «con el ánimo de construir juntos parroquias cada vez más misioneras y evangelizadoras, queremos seguir ofreciendo este espacio donde los acompañantes de equipos de vida de los tres sectores, infancia, jóvenes y adultos, podamos crecer, formarnos y compartir inquietudes y desafíos en esta misión de acompañar a la que nos sentimos llamados. Esta convocatoria está abierta, a todas las personas de las parroquias de la Diócesis de Málaga, con inquietud en la formación, que acompañen a otros hermanos en el descubrimiento y profundización de la fe desde su vivencia propia, proponiendo claves para desarrollar la vocación y misión propia de los laicos».
Las sesiones tendrán lugar en la parroquia de la Asunción (Cruz de Humilladero en Málaga), de 9.30 a 14.00 horas, en las siguientes fechas:
18 de enero: Parroquias Evangelizadoras: De la Conversión al anuncio para engendrar procesos de discipulado.
22 de febrero: La novedad de la Esperanza Cristiana: Acompañamiento desde un Entorno Seguro y cuidado mutuo.
29 de marzo: La oración, escucha y propuesta: Discernimiento y Proyecto Personal de Vida Cristiana.
Además de estas tres sesiones, también ofrecen para el fin de semana del 25 al 27 de abril, una sesión práctica de fin de semana «que nos ayude a formarnos sobre el Proyecto Personal de Vida Cristiana, será en Villa Nazaret en un clima de encuentro, discernimiento y oración».
Para parricipar en esta Escuela de Acompañantes, es necesario que se inscribiran en este enlace.
Para cualquier duda o consulta, pueden dirigirse al email acg@diocesismalaga.es o al teléfono 659106857.
El 13 de diciembre, la Casa del Sagrado Corazón, el Cotolengo de Málaga, celebró el Día del Voluntariado, en el que residentes, religiosas, voluntarios y bienhechores vivieron una jornada de fraternidad con el centro en la Eucaristía, que presidió el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá. Concelebraron el anterior vicario para la Acción Social y Caritativa, Gabriel Leal, y el religioso de los Sagrados Corazones y capellán de la casa Pablo Márquez SS.CC.
En su monición de entrada, Patricio Fuentes, director de la Casa, expresó que «en esta tarde, al igual que en el día del Sagrado Corazón allá por el mes de junio, es bonito e importante encontrarnos y vernos, estar juntos. Damos gracias a Dios por vuestra labor, por vuestra presencia y vuestra entrega generosa del tiempo, de la escucha y el compartir preocupaciones y la vida, situaciones difíciles de tantas personas que compartimos y en muchas ocasiones, siempre que podéis, también vuestra aportación económica. Todo ello nos ayuda a sostener esta casa».
El Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en su homilía, invitó en este Adviento a alimentar tres actitudes: actitud de vigilancia, de escucha del Señor y de encuentro. Centró sus palabras en destacar la dignidad de todo ser humano, «que está hecho a imagen de Dios». E invitó a todos los presentes a preparar «el camino de la llegada del Señor, que viene primero a nuestro corazón, a nuestras comunidades, a esta casa». Don Jesús recordó que «encontramos a Jesús en el otro, en el enfermo, en el necesitado…» y agradeció «a todos los que ofrecéis vuestro tiempo, energía, en nombre de esos que reciben vuestra ayuda. Es un regalo del Señor, que nos permite encontrarnos con Él en los demás, en los más necesitados». El obispo concluyó afirmando: «El amor transforma el mundo».
El director también invitó a todos a unirse en agradecimiento a la casa, a la Iglesia de Málaga, «que sigue pendiente de los hermanos más necesitados»; a la labor de la comunidad de Franciscanas Clarisas de la India, a los trabajadores, pocos y muy comprometidos, y a las personas que viven en este hogar, «muchas veces los más pobres de los pobres. Gracias a ellos, esta casa puede acogernos como voluntarios, donde siempre recibimos más de lo que damos, encontramos cariño, situaciones que nos hacen darnos cuenta de la importancia de nuestras preocupaciones, un lugar en el que encontrarnos con el rostro de Cristo, con el Señor, con Dios, que siempre está esperando para encontrarse con nosotros».
Tras la celebración eucarística, todos compartieron una merienda preparada por el personal de la casa a la que también aportaron los voluntarios. Los trabajos de manualidades realizados por los acogidos pudieron ser adquiridos en la sala de entrada, preciosos adornos navideños y accesorios como pendientes o llaveros hechos con mucho cariño y destreza.
El Sr. Obispo, D. Jesús Catalá, presidirá la celebración del Día de la Sagrada Familia el sábado 28 de diciembre, a las 18.30 horas, en la Santa Iglesia Catedral. A esta celebración están invitadas a participar, de forma especial, todas las instituciones de la diócesis que trabajan con, por y para la familia. Los matrimonios que celebren sus bodas de oro y plata renovarán sus promesas.
«Se acerca la Fiesta de la Sagrada Familia, es un momento para que nos reunamos con todas las familias de nuestras parrouias para renovar el sacramento del matrimonio, para darle gracias a Dios por la vocación matrimonial y para rezar juntos por las familias, especialmente las que más sufren», afirman los delegados de Pastoral Familiar, Rosa Bejarano y Ramón Acosta, en la carta que han enviado a todas las parroquias.
En dicho documento explican que «coincide también esta fiesta con la apertura del Año Jubilar, en nuestra diócesis, al que estamos toda la Iglesia convocada a vivir, peregrinando en esperanza. En la Santa Iglesia Catedral tendremos la celebración diocesana de este día, presidida por nuestro Obispo D. Jesús, el próximo sábado 28 de diciembre, a las 18.30 horas. Estamos todos invitados a celebrar juntos como familia que es fuente de esperanza. ¡Feliz Navidad!».
La Delegación de Juventud de la Diócesis de Málaga ha puesto ya en marcha la organización para participar en la peregrinación de los jóvenes a Roma con motivo del Año Jubilar. Aquí tienes toda la información para inscribirte.
La peregrinación tendrá lugar del 29 de julio al 4 de agosto y en ella pueden participar los jóvenes de entre 16 a 35 años.
El trayecto a Roma se hará en autobús, siendo la salida en la madrugada del 28 al 29 de julio. Llegarán a Roma el 30 de julio por la tarde y en la Ciudad Eterna permanecerán desdel el 31 de julio al 3 de agosto, cuando regrsarán a Málaga tras la celebración de la Eucaristí presidida por el papa Francisco.
El 31 de julio participarán en el Encuentro de Españoles organizado por la Subcomisión para la Juventud y la Infancia de la Conferencia Episcopal Española. El viernes 1 de agosto participarán en los actos del Jubileo, incluyendo el acto penitencial en el Circo Maximo. El sábado 2 de agosto se trasladarán a Tor Vergata para vivir la Vigilia de Oración y pernoctarán allí esa noche para celebrar el domingo 3 de agosto la Eucaristía, presidida por el Papa, tras la que regresarán a Málaga.
La llegada a Málaga está prevista para el lunes a última hora o el martes por la mañana, según el tiempo que necesiten para salir de Tor Vergata.
Pueden participar los jóvenes que hayan nacido entre el 1 de enero de 1990 y el 31 de diciembre de 2009 (entre 16 y 35 años a 31 de diciembre de 2025). Los responsables o acompañantes de jóvenes sí podrán ser mayores de 35 años. Por cada 10 menores habrá un responsable mayor de edad.
En la web juventud.diocesismalaga.es tienen la documentación necesaria para participar.
El precio es de 650€, en los que se incluye la acreditación para participar en los actos del Jubileo; el kit del peregrino; el alojamiento en Roma, que será en parroquias, pabellones, colegios… como es habitual en estos eventos, para los que cada participante llevará su saco de dormir y aislante; las comidas, una vez llegados a Roma (las del camino no están incluidas en el precio); el transporte público en Roma; la participación en el Encuentro de Españoles con camiseta diocesana; y los seguros pertinentes.
La inscripción está abierta ya y se puede realizar hasta el 7 de marzo o hasta que se agoten las plazas designadas para la diócesis de Málaga, que son 500. Los pagos se harán en varios plazos: un primer ingreso de 150€ al inscribirse, otro antes del 1 de marzo de 250€ y otro antes del 1 de mayo de 250€.
Las inscripciones se harán a través de las distintas realidades diocesanas: parroquias, arciprestazgos, movimientos, congregaciones o colegios. Serán inscripciones grupales y el responsable de cada realidad se encargará de inscribir a sus jóvenes, siguiendo las instrucciones de este documento. La inscripción sólo estará completa cuando la documentación requerida y el pago correspondiente estén correctamente realizados.
Más información en juventud@diocesismalaga.es y juventud.diocesismalaga.es
El 18 de diciembre celebramos anualmente la fiesta de Nuestra Señora de la Esperanza, advocación a la que también se alude como la Expectación del Parto de la Santísima Virgen María o Virgen de la O.
Ocho días antes de la Navidad, la Iglesia celebra una fiesta dedicada al misterio de la Encarnación del Señor en la que contemplamos a María en los últimos momentos de su estado de “buena esperanza”.
A las puertas del Jubileo de la Esperanza, esta advocación de la Virgen cobra especial relieve puesto que, como señala el propio papa Francisco en su bula de convocatoria, «la esperanza encuentra en la Madre de Dios su testimonio más alto».
En Málaga, el culto a esta advocación mariana es promovida por un total de 11 cofradías, destacando la de la Archicofradía de la Esperanza de Málaga, cuya imagen titular protagonizará este año en Roma el Jubileo de las Hermandades y Cofradías. En la capital contamos, además, con la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza y San Eugenio Mazenod.
Ntra. Sra. de la Esperanza que se venera en la parroquia malagueña de Ntra. Sra. de la Esperanza y San Eugenio Mazenod
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INVOCACIONES A MARÍA DE LA O
Oh, Madre de Dios, tráenos la Sabiduría que brotó de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad.
Oh, Señora nuestra, tráenos a Adonai, Pastor de la casa de Israel, que se apareció a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le dio su ley.
Oh, Madre de la Iglesia, tráenos el renuevo del tronco de Jesé, que se alza como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones.
Oh, Reina de los cielos, tráenos la llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abre y nadie puede cerrar, cierra y nadie puede abrir.
Oh, Virgen Inmaculada, tráenos el Sol que nace de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia.
Oh, Esclava del Señor, tráenos al Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que hace de dos pueblos uno solo.
Oh, Esposa del Espíritu Santo, tráenos al Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos.
En la tarde hoy a las 19:30hrs, en la sede de esta institución situada en la ciudad de Jerez, tendrá lugar esta actividad en la que participará D. Roberto Romero, Vicario General de la Diócesis, Manuel Pareja, Gestor del Equipo de Gestión de la Cartuja, Javier E. Jiménez, académico de la institución y Miguel López, arquitecto.
La Diócesis de Asidonia-Jerez será protagonista en la jornada de hoy en la academia de San Dionisio. En concreto hablamos, del Monasterio de la Cartuja, oasis de espiritualidad de la Iglesia Asidonense que será el tema central sobre la mesa redonda que se llevará a cabo.
La sede de esta institución jerezana será el lugar donde a las 19:30hrs, D. Roberto Romero, Vicario General de la Diócesis, Manuel Pareja, Gestor del Equipo de Gestión de la Cartuja, Javier E. Jiménez, académico de la institución y Miguel López, arquitecto serán los encargados de acercarnos al momento actual que vive el Monasterio de la Cartuja.
Homilía de D. José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada, en la Eucaristía celebrada en la S.A.I Catedral el 15 de diciembre de 2024.
Queridos sacerdotes concelebrantes y diácono;
queridos hermanos y hermanas:
Estamos ya muy próximos a la Navidad. La tercera vela de la corona de Adviento nos lleva la cuenta atrás de este tiempo privilegiado de preparación para las fiestas de la Navidad del Señor. Y estamos en el Domingo Gaudete que se nota incluso en el color de las vestiduras de los sacerdotes.
El revestimiento también del ambón donde se proclama la Palabra de Dios. Es un morado atenuado. Porque hay un ingrediente en el Adviento, que es la alegría junto con la esperanza. El Señor nos invita a ello. El Papa Francisco dice que nos han robado la alegría a los cristianos. Tenemos un déficit importante de alegría. La alegría, queridos amigos, no está en tener muchas cosas.
La alegría no está en mover los músculos de la cara o provocar un jolgorio interior. No está en una fiesta simplemente. Nuestra alegría no es la de mover unos los músculos de la cara. Nuestra alegría nace de algo mucho más profundo, de que el Señor está cerca, de que el Señor está en medio de nosotros. Gritad jubilosos, el Señor está en medio de ti, está en medio de nosotros.
Y este saludo, con el que en la liturgia se nos saluda por parte del oficiante, “el Señor está con vosotros”, es una realidad. Dios está con nosotros. Y esto ha pasado también a los saludos del pueblo: quedaos con Dios, vaya usted con Dios, Dios os guarde. Este sentido cristiano de la presencia de Dios que hoy recordamos de una manera especial en la Navidad, en su primera venida en medio de nosotros, de la humanidad, de nuestra condición. En la humildad de nuestro ser como hombres débiles.
Él, que no tiene pecado, asumió nuestra naturaleza. Él ha tomado lo nuestro para redimirnos, Él se ha encarnado. Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga a Dios. Ese es el gran misterio de la Navidad y que puede, como oscurecerlo, todo lo que hemos ido añadiendo y que se convierte para mucha gente simplemente en unas fiestas de invierno, o un motivo para el consumo.
Los cristianos tenemos que quitar toda la hojarasca que ha ido ocultando el verdadero sentido de la Navidad y recuperar la alegría profunda que es patrimonio de los cristianos. El Señor está cerca. Vamos a pedirle este don al Señor en esta alegría, porque es lo que hemos rezado en la oración colecta que se repetirá en todo el mundo. Permítenos llegar jubilosos, llenos de alegría, a las fiestas que se acercan y celebrarlas con gozo desbordante.
Celebrarlas cristianamente. Celebrarlas, sí, en familia. Sí, también en lo exterior. Pero que no nos falte la alegría de la celebración litúrgica, de la gloria de Dios, del júbilo que está por dentro. Pero, queridos amigos, a ello nos ha invitado el profeta Sofonías seis siglos antes de Cristo. Invita al pueblo, que está en el destierro, a que tenga alegría y júbilo, porque va a volver a la tierra.
Y hemos escuchado también el texto de la carta a los Filipenses. El Señor escribe a esos primeros cristianos de Filipo que tenían dificultades, muchas más que nosotros, que vivían en un ambiente hostil y pagano. Decid: “Estad alegres en el Señor”. Os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca. Es más, les invita a poner sus preocupaciones en manos del Señor.
Y la paz de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, custodiará vuestros corazones. Qué necesidad tenemos de esto, de verdad. ¿Pero cómo invitar a la alegría en medio de cómo está el patio? ¿Cómo invitar a la alegría a los que están sufriendo la DANA? Los que han sufrido esas consecuencias desastrosas, han perdido seres queridos. ¿Cómo invitar a la alegría y a la esperanza a gente que se ha quedado colgada en medio de las dificultades, de las contrariedades, a quien está en medio de una enfermedad incurable?
¿Cómo invitar a la alegría a las personas que viven en las necesidades y en las carencias más absolutas, o viven en nuestro mundo, en medio de guerras, de divisiones? O al mismo tiempo están buscando unas mejores condiciones de vida, atravesando fronteras y siendo marginados. ¿Cómo invitar a la alegría a tantas personas desfavorecidas?
¿Cómo invitar a la alegría a tanta gente que tiene necesidad? Pues este es el anuncio cristiano, porque nuestra alegría no se basa en tener cosas. Se basa en Dios, que está a nuestro lado, que es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Cuando ponemos nuestra alegría y nuestra esperanza sólo en las cosas temporales, vemos que las cosas cambian, que a la vuelta de la esquina aparece otro problema. Que nos venimos abajo, que siempre hay un motivo de preocupación propio de nuestra condición humana, de que estamos vivos.
La alegría es mucho más profunda. La alegría la puede tener el enfermo en medio de sus dificultades cuando tiene fe y esperanza. La alegría la puede tener esa persona cuando pone su confianza en Dios, a pesar de que le llega el agua al cuello y que todo le dice que está en contrario. Queridos hermanos, recuperemos la esperanza y la esperanza en un Dios que nos salva.
La esperanza en un Dios que nos invita a unirnos a su cruz. La esperanza en un Dios que tiene otra lógica, la lógica de las bienaventuranzas. La lógica de la confianza infinita en la providencia de Dios. Y eso nos dará esa paz que anuncia el apóstol Pablo en la carta a los Filipenses. Esa paz que nace de vivir conforme a lo que Dios quiere.
Y hemos escuchado en el Evangelio los consejos que da uno de los protagonistas principales del Adviento, Juan el Bautista. Cuando llega él y la gente le dice: ¿Qué tenemos que hacer? ¿Qué tenemos que hacer nosotros, Señor? ¿En qué tengo yo que cambiar para recobrar la alegría y la esperanza cristiana? Que se basa en ti, que se basa en la confianza en los demás, que se basa en dejar de darme vueltas a mí mismo, en mi egoísmo, a mis cosas y pensar más en los demás. Pensar más en Ti, vivir la vida en gracia, tener al Señor dentro por la vida en gracia. Con una conversión, qué buena manera de prepararnos para la Navidad con una buena confesión. Para que el Señor sí encuentre lugar en nosotros, para que no le echemos.
Queridos amigos, tenemos esta oportunidad de preparar la Navidad de verdad, de manera más profunda, para que esa paz, esa caridad que aflora en nosotros, no termine el día 7 de enero. Sino que nazca realmente de su fuente, que es Dios mismo, y la repartamos en la vida de familia, en nuestras relaciones con los demás. En la Navidad en que parece que recobramos un poco la inocencia de cuando éramos niños.
Vamos a pedirle al Señor esto y vamos a pedirle hacer lo que Él nos pide, vivir como Dios manda. Que es lo que le va diciendo Juan el Bautista a cada uno. Les dice a todos que sean justos. Les dice, después a los publicanos, encargados de cobrar los impuestos para los romanos, les dice que no extorsionen a la gente. Les dice después a aquellos soldados que tenían entre su obligación el orden público, les dice que no sean corruptos, que no sobrecarguen a la gente. Di cosas concretas. ¿En qué puedo yo cambiar? ¿Qué tengo yo que hacer en mi vida para que esta Navidad sea realmente una Navidad donde el Señor esté con nosotros? Y a través de cada uno de nosotros, con nuestra familia, con nuestros amigos.
Es lo que le vamos a pedir al Señor, celebrar las fiestas de la Navidad del Señor con alegría desbordante, y veréis como esa alegría no pasa.
Vamos a pedirle ayuda a la Virgen. El Señor la saluda por medio del ángel, precisamente diciéndole: “Alégrate, María, el Señor está contigo”. Claro que está con ella, va a estar en sus purísimas entrañas.
Llevar a Cristo es una responsabilidad, pero es también una alegría. A la Virgen acudimos diciéndole que es causa de nuestra alegría. Nos ha dado la mayor alegría del mundo, nos ha dado a Cristo. Pues vamos a ser unos cristianos más alegres. No vayamos por la vida como pidiendo perdón de que lo somos. No vayamos por la vida taciturnos, sino que se muestre con esa alegría verdadera, no falsa. Con esa alegría compatible con el dolor y con el sufrimiento, pero que trata de remediarlo y de superarse, con esa alegría que es contagiosa, de hijos e hijas de Dios, que se saben las manos de su Padre. Que tienen a Dios consigo y que al mismo tiempo lo dan a los demás.
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