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A un mes de la celebración del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular

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A un mes de la celebración del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular

A un mes de la celebración del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, el secretario general de la organización, Joaquín de la Peña, ha informado sobre algunas novedades de esta cita internacional que tendrá lugar en Sevilla del 4 al 8 de diciembre.

¿En qué punto de la organización se encuentran?

Todos los detalles del Congreso están prácticamente cerrados. Estamos repasando los últimos detalles de la programación cultural y celebraciones litúrgicas. Sobre las sesiones académicas y científicas todos los ponentes están deseando llegar a Sevilla y plantear a los congresistas todas las aportaciones que van desde la teología, la historia, el derecho y la antropología y que creo que nos van a enriquecer a todos.

En los medios diocesanos nos hemos hecho eco de la presentación del himno del Congreso, visitas a distintas ciudades de España, formación de voluntarios… Un enorme trabajo que implica a decenas de personas en distintos niveles. ¿No es así?

Las últimas semanas han sido muy intensas y las que quedan antes de la celebración del Congreso lo serán aún más. Hemos estado en más de 25 diócesis presentando el Congreso, donde hemos tenido una magnífica acogida por parte de nuestros hermanos cofrades de otras localidades. Hemos recorrido casi toda España: Levante, Centro, Castilla y León, Castilla de la Mancha. La verdad es que todos se han quedado sorprendidos con lo vasto de las iniciativas que asumiremos en el Congreso, es decir, las exposiciones, conferencias, etc… Ha sido una acogida donde nos hemos visto tremendamente satisfechos por el cariño y el afecto con que nos han recibido.

El pasado 23 de octubre tuvimos la presentación del Himno del Congreso ‘Caminando en Esperanza, en la Catedral de Sevilla, que se adaptará a marcha de Semana Santa, a una composición sinfónica que se estrenará en el concierto de apertura del Congreso del 3 de diciembre y, también para el canto en celebraciones litúrgicas.

Igualmente han concluido las sesiones de formación para voluntarios con un encuentro organizado por especialistas de la ONCE donde se explicó a los asistentes cómo debe ser el trato a personas con capacidades diferentes.

Todo lo descrito anteriormente se desarrolla por parte del comité organizador del que forman parte más de cien personas, a través de distintas comisiones de trabajo, entre ellas, cultura, económica, comunicación, litúrgica. Etc

¿Cuántas personas esperan? ¿Cuántas personas hay inscritas hasta el momento?

Ahora mismo tenemos una inscripción de 1.426 personas, provenientes prácticamente de todo el mundo: Estados Unidos, Suiza, Francia, Alemania, Italia, Portugal, España y toda Andalucía. Esperemos no superar las 1.500 personas que es el aforo máximo permitido en el trascoro de la Catedral de Sevilla donde se organizarán la mayor parte de las sesiones científicas.

¿A partir de cuándo se podrán las sillas para la Procesión de Clausura?

Calculamos que sobre el 15 o el 20 de noviembre se abra el plazo para poder adquirir las sillas. Pondremos a la venta cerca de 24.000 sillas para que las personas puedan adquirir una localidad para contemplar la procesión de clausura. Será a través de una plataforma especializada.

Una invitación a participar de las distintas exposiciones que se han inaugurado hasta ahora y que sirven de antesala a este magno evento

Diría a los sevillanos y a los que forman parte de nuestra amplísima Archidiócesis que aprovecharan esta semana, antes del Congreso, para visitar cualquiera de las exposiciones que poco a poco vamos a ir inaugurando. Tenemos también los conciertos de órgano en la Catedral, donde se van a escuchar piezas dedicadas a las hermandades y cofradías, marchas, coplas, que rara vez pueden ser escuchadas en nuestra ciudad y, no pasaría por alto, la semana previa al Congreso, donde vamos a tener los actos de piedad en los distintos conventos de clausura, una oportunidad especial para orar y descubrir estos espacios.

Toda la información está disponible en la web del Congreso hermandadesypiedadpopular.org

 

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Manos Unidas te anima a iluminar el mundo

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Manos Unidas “ilumina” cada año la vida de millones de personas en los países del Sur, a través de los casi 500 proyectos de desarrollo. Cada año, desde 2013, también da forma a un “canal virtual” para que esa misma luz que simboliza el desarrollo llegue a todos los rincones del mundo, de Norte a Sur: son las “24 horas” de Manos Unidas.

En 2024, va a tener lugar la XII edición de esta iniciativa. En esta ocasión se desarrollará en las 24 horas que trasncurren de las 20h del sábado 9 de noviembre, a las 20h del domingo 10. El objetivo es claro: crear un halo de luz virtual que nos conecte e ilumine el mundo para, juntos, acabar con las “partes ensombrecidas” causadas por el hambre, las desigualdades y las injusticias que siguen existiendo.

Enciende la llama

La luz con la que queremos volver a iluminar el mundo se hará visible, de forma física, un año más, con el halo luminoso que se desprenda de la acción “Enciende la llama”, seña de identidad de las «24 horas». A esta acción se podrán unir todas aquellas personas que quieran encender su compromiso por un mundo mejor.

En las 24 horas de duración de la Campaña, que comenzarán el sábado 9 de noviembre a las 20 horas y finalizarán el domingo 10 a esa misma hora, cualquier persona podrá participar subiendo a esta misma página web una foto (o varias) con una vela encendida.

Aquellas personas que quieran también podrán compartirlas en sus redes sociales, usando el hashtag o etiqueta #EnciendeTuCompromiso.

Manifiesto «Enciende la llama 2024»

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Homilía en el domingo XXXI del Tiempo Ordinario

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Homilía de D. José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada, en la Eucaristía celebrada en la S.A.I Catedral el 3 de noviembre de 2024. En esta Santa Misa, se oró especialmente por las víctimas y damnificados de la DANA que azota Valencia y Albacete.

Queridos sacerdotes concelebrantes y diácono;
queridos hermanos y hermanas:

Acabamos de escuchar la Palabra de Dios en este domingo XXXI del Tiempo Ordinario, en este mes de noviembre, que tenemos cerca el recuerdo de la celebración de Todos los Santos y, al mismo tiempo, la conmemoración de los difuntos; en este mes en que la Iglesia lo dedica especialmente a contemplar las realidades últimas, esas realidades que trascienden la muerte, ese cielo nuevo y esa tierra nueva, esa Esperanza con mayúscula de la que tan necesitados estamos en nuestro mundo. No sólo en la posesión de bienes temporales necesarios, sino también en esa aspiración a la trascendencia que da sentido a la vida del ser humano, hacia esa plenitud que sólo está en Dios. Esto nos olvidamos con frecuencia o hacemos una fiesta pagana, el Halloween, como si fuera una cosa de fantasía, cuando el ser humano, sí se queda sólo de tejas para abajo, se convierte en un sinsentido.

Por eso, este mes os invito a considerar esas realidades últimas que la Iglesia confiesa y que al final del Credo confesamos todos: creemos en la resurrección de la carne, creemos en la vida eterna. Y pedimos, al mismo tiempo, por nuestros difuntos, a la par que agradecemos la vida santa de tantos hermanos y hermanas nuestros.

Hoy, ¿que nos traen la Palabra de Dios en este domingo? Pues, lo esencial, queridos hermanos. Nos trae el mandamiento principal. Cuando de pequeños, en el catecismo decíamos “esos diez mandamientos se resumen en dos ‘Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo’”. En realidad, es un único mandamiento. Nos lo deja claro Jesús en el Evangelio que hemos escuchado hoy. Es ahí, en ese amor, porque el ser humano está hecho para amar. Aparte que lo esencial de nuestra fe es el amor. Nosotros hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en Él, nos dice san Juan en su Primera Carta. Es más, nos define a Dios como Amor. Dios es Amor. Y es lo que llena de plenitud y de felicidad al ser humano. Y Jesús nos va a examinar precisamente de amor al final de nuestra vida. San Juan de la Cruz, que trae el Carmelo a Granada, decía que en el ocaso de la vida seremos examinados en el amor. Y es verdad. Es lo que Jesús nos va a preguntar: si hemos amado a los demás. Y en esa fusión del amor a Dios y el amor al prójimo está la novedad cristiana.

Hemos escuchado la Primera Lectura del libro del Deuteronomio, en que se expresa ese pacto y esa alianza de Dios con su pueblo. Al pueblo le irá bien. Gozará de prosperidad si cumple los mandatos de Dios. De ese Dios que se muestra como un único Dios. Escucha Israel, Shemá Israel. El Señor es solamente uno: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Es esa oración que rezan los judíos piadosos, al menos dos veces al día y que ponen sobre su frente, sobre cerca de su corazón, en la entrada, en sus puertas, para que sea un recordatorio permanente de la trascendencia de Dios.

Dios no puede ser sólo para momentos de emergencia. Dios no puede ser obviado, no puede ser silenciado. No podemos vivir como si Dios no existiera, dejándonos contagiar, queridos hermanos, por ese ambiente laicista, o al menos de indiferencia religiosa. No, Dios tiene que estar presente en nuestras vidas. En Él nos movemos y existimos y somos, recuerda San Pablo en el discurso del Areópago.

Luego, pone el primer amor, cuando muchas veces no sabemos cómo declinarlo, cómo vivirlo. Amar a Dios nos parece algo etéreo. Amar a Dios con el corazón que tenemos, con este corazón de carne, que el Papa ensalza, exalta en su última encíclica “Dilexit nos”. Este corazón que es el que queremos a las personas que están a nuestro lado, a nuestros familiares, a nuestros amigos. Querer a Dios es quererlo con cariño, es tenerlo como referente de nuestra vida, como fundamento de nuestra existencia, como razón de ser, de nuestro comportamiento a través de su ley inscrita en el corazón del hombre, a través de la ley natural. Pero, sobre todo, en sus mandamientos, que son la expresión de la voluntad de un padre que ama a sus hijos. Ese Dios que, al mismo tiempo, se nos ha mostrado todo amor en su Hijo Jesucristo.

Y eso es lo que vemos al contemplar la devoción al Corazón de Jesús. “Los amó hasta el extremo”, nos dice el evangelista Juan. “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. Es más, él nos dice: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos”. Luego, hasta qué punto nos ha amado Dios, que nos ha entregado a su hijo unigénito. Y ese amor exige una correspondencia. “Si alguno me ama -dice Jesús- cumplirá mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a Él y haremos morada en Él”.

Luego, el amor de Dios no es algo etéreo, no es algo abstracto. Es un amor con el corazón que tenemos. Es un amor de cariño. Es un amor de detalles. Es un amor que se tiene que ver reflejado en el prójimo, porque es inseparable. “Venid vosotros, benditos de mi Padre, y heredad el reino preparado para vosotros”, nos dice Jesús en el capítulo 25 de San Mateo. “Porque tuve hambre y me disteis de comer. Tuve sed y me disteis de beber. Fui peregrino y me acogiste. Estuve en la cárcel y me visitasteis. Estuve desnudo y me vestisteis. – ¿Cuándo lo hicimos, Señor? – Cuando lo hicisteis con uno de éstos, conmigo lo hicisteis”. Por eso, este doctor de la ley que le pregunta a Jesús se da cuenta de que están fundidos en un único mandamiento, el mandamiento original del amor de Dios que se expresa en el Decálogo y ese amor al prójimo. “Un mandamiento nuevo os doy -dice Jesús-: Que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos”. Y es precisamente, esto lo esencial.

San Agustín decía “ama y haz lo que quieras”. Cuando hay este amor profundo a Dios y a los otros, hay mucha gente buena. Lo estamos viendo estos días en todos esos voluntarios, arrimando hombro, siendo generosos en medio de las dificultades que incluso le afectan a sus propios bienes y a sus propios familiares, al servicio de los demás, para salir de esa catástrofe que azota a la Comunidad Valenciana y Albacete.

¡Cuánto cariño hay en la gente! Es porque estamos hechos para amar. Y muchas personas desde ese amor pueden llegar al amor de Dios. Lo mismo que no podemos llegar a amar plenamente a los otros simplemente con un amor altruista. Necesitamos el amor de Cristo. Por eso, son inseparables. El primer precepto del amor a Dios y del amor al prójimo son inseparables. Sólo amamos plenamente a los demás con la mirada de Dios, que nos lleva, no sólo amarlos como a nosotros mismos (y fijaros si ya nos queremos cada uno), sino amarlos “como Yo os he amado”, dice Jesús. Que esto no se quede algo teórico, sino que examinemos nuestra vida a ver cómo andamos nosotros de amor a Dios y amor al prójimo.

Examinemos nuestra vida para que demos ese testimonio de amor en este mundo, nuestro frío, tan utilitarista. Lo estamos viendo también a la par que vemos la generosidad de tantos voluntarios, vemos también una gobernanza fallida. Vemos también cómo se pelean los que mandan unos y otros en una culpabilidad de paso de balones. Cuando la gente está tan necesitada. Y eso es consecuencia de cómo afecta a las poblaciones, a los ciudadanos, cuando la clase política vive en una polarización de unos contra otros, otros contra uno. Pues, cuando llegan los momentos hay que sumar, hay que salvar las diferencias. Hay que ponerse ante la urgencia de quien lo necesita, pues es más difícil.

Pidamos que vuelva la concordia. Pidamos que quienes nos gobiernan aúnen fuerzas. Pidamos que las diferencias no se vuelvan en contra de los más necesitados. Pidamos, en definitiva, vivir con mayor amor a Dios y mayor amor al prójimo. Cuando Dios está ausente, todo se vuelve utilitarista. ¿De qué me sirve? ¿Qué puedo ganar? ¿Qué puedo conseguir?

Queridos hermanos, pidamos esa cordura que viene de corazón. Pidamos esa concordia que viene de corazón y vivamos estos días acudiendo a Cristo, Sumo y Eterno sacerdote. La Carta a los hebreos sigue enseñándonos en estos domingos el sentido y la naturaleza del Sacerdocio de Cristo. Cristo es el mediador, el único supremo mediador entre Dios y los hombres. Al que ha unido, nos ha unido a todos en el sacerdocio común, participando de su ofrenda y, al mismo tiempo, ha escogido a hombres de su pueblo, para que, representándose como cabeza y pastor, quiera a su Iglesia. Pidamos por los sacerdotes y pidamos, sobre todo, por las víctimas y afectados de las terribles consecuencias de la DANA.

Que Santa María, la Madre de Dios, desamparada, como la convoca el pueblo de Valencia; Nuestra Señora de las Angustias, en esta angustia grande les proteja.

Así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada

3 de noviembre de 2024
S.A.I Catedral de Granada

Dilexit Nos

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El pasado jueves 24 de octubre el Papa Francisco publicó su cuarta encíclica que lleva por título Dilexit NosNos amó, expresión de san Pablo refiriéndose a Cristo (Rm 8,37), para ayudarnos a descubrir que de ese amor nada «podrá separarnos» (Rm 8,39). Nace esta encíclica en las celebraciones por el 350 aniversario de la primera manifestación del Sagrado Corazón de Jesús en 1673, y recuerda un tema central para nuestra vida de creyentes: la primacía de Dios, como se afirma en la exhortación Evangelii gaudium (cf. n.12).  Por eso el Papa nos invita a contemplar decididamente el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo (nº1): “Su corazón abierto nos precede y nos espera sin condiciones, sin exigir un requisito previo para poder amarnos y proponernos su amistad: «nos amó primero» (1 Jn 4,10). Gracias a Jesús «nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído» en ese amor (1 Jn 4,16). Para el Papa Francisco, en este mundo líquido es necesario hablar nuevamente del corazón, apuntar hacia allí donde cada persona, de toda clase y condición, hace su síntesis.

La encíclica se desarrolla en cinco partes: I. La importancia del corazón (2-31); II. Gestos y palabras de amor (32-47); III. Este es el corazón que tanto amó (48- 91); IV. Amor que da de beber (92-163); V. Amor por amor (164-216) y la conclusión (217-220). Desarrollaré cada apartado y me detendré en esta carta dominical, de las tres que dedicaré, a la primera y segunda partes de la encíclica invitando a su estudio personal y al diálogo en los diferentes equipos de pastoral.

En la primera parte, “La importancia del corazón”, el Papa lanza una pregunta: ¿qué expresamos cuando decimos “corazón”? En la sociedad líquida en que vivimos hay que re-valorizar el centro íntimo del hombre, el corazón.  Este rescate del corazón es de vital importancia para la antropología y permite reconocernos en nuestra integridad, ya que, en último término, yo soy mi corazón. Es lo que me distingue, me configura en mi identidad espiritual y me pone en comunión con las demás personas. El corazón hace posible cualquier vínculo auténtico para superar la fragmentación del individualismo. Anti-corazón es una sociedad, afirma el Papa, cada vez más dominada por el narcisismo y la autorreferencia. ¡Ningún algoritmo podrá albergar los recuerdos del corazón! Cuando miramos al Corazón de Cristo (nº29) y se toma en serio el corazón, se producen consecuencias sociales, como enseña el Concilio Vaticano II en la constitución Gaudium et Spes: «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano».

En la segunda parte se detiene el Santo Padre en la contemplación del Corazón de Cristo, (nº 32) en “su centro personal, desde donde brota su amor por nosotros, es el núcleo viviente del primer anuncio. Allí está el origen de nuestra fe, el manantial que mantiene vivas las convicciones cristianas”. Recordando el pasaje del encuentro con el joven rico nos invita a preguntarnos: ¿Puedes imaginarte ese instante, ese encuentro entre los ojos de este hombre y la mirada de Jesús? Sin duda, aprendemos de Jesús, que la mirada precede al comienzo de la misión como atestigua la llamada personal a los Apóstoles. Jesús presta atención de tal modo que se admira por las cosas buenas que reconoce en nosotros, no se le escapan, y hasta se admira. Recuerda el Papa que Jesús había aprendido esto de María, su madre: “La que contemplaba todo con cuidado y “lo guardaba en su corazón” (cf. Lc 2,19.51), le enseñó desde pequeño, junto con san José, a prestar atención”. El Evangelio no oculta los sentimientos de Jesús. Sus gestos y palabras nos dejan ver de su corazón y están íntimamente unidos a Él. Concluye esta segunda parte con San Pablo en esa expresión (nº 46): «Me amó y se entregó por mí» (Ga 2,20). Aquí concentra su mayor convicción que le maravilla y es la de saberse amado. Coloca el amor como lo más grande y fundamental expresándolo en esta afirmación: «Me amó».

+ José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

Santos y difuntos, el más allá

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“Dichoso mes que empieza por todos los Santos y termina con san Andrés”, dice un refrán popular. Es el mes de los Santos, es el mes de los difuntos, es el mes para pensar y relacionarnos con el más allá. Vivimos enfrascados en las tareas cotidianas, con el horizonte recortado de la actividad, o peor aún, del activismo que nos arrastra. Necesitamos de vez en cuando levantar el vuelo, levantar la mirada y otear el horizonte más amplio que da sentido al vivir de cada día.

Los Santos nos hablan de otra vida mejor, de otra vida que continúa más allá del tiempo, de una vida junto a Dios, en su presencia, saciados de su semblante y abrazados por su amor eternamente. Esa es nuestra vocación, ese es nuestro destino: vivir con Dios para siempre y prepararnos durante esta etapa terrestre para esa comunión plena con él. “Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”, nos recuerda san Agustín.

El cielo no es algo que puede esperar, porque el cielo es la unión con Dios Padre en su Hijo Jesucristo, hombre como nosotros, ungidos e impulsados por el Espíritu Santo. Ese trato y esa comunión con las tres Personas divinas ya ha comenzado desde el bautismo en cada uno de nosotros, esa es la dirección de todo nuestro caminar en la tierra. Se trata de alimentar esa comunión, esa relación personal con los Tres, y que vayan empapando cada instante de nuestro caminar.

Cuando prescindimos de ese horizonte, nos estrechamos, nos angustiamos, y nuestra existencia se extorsiona. Cuando contamos con esta perspectiva, la que da el tratar con las Personas divinas, nuestro corazón se ensancha, se dilata, se llena de plenitud. Los Santos nos recuerdan esta manera de caminar por la vida. Ellos van delante, ellos han vivido sensatamente la vida, ellos gozan de Dios a plena luz e interceden por nosotros. Son nuestros hermanos mayores, que nos ayudan en el camino de la vida.

Y entre los que ya han partido de este mundo, se encuentran aquellos que todavía están purificándose antes de disfrutar de Dios en plenitud. El Purgatorio no es un invento de los teólogos. El Purgatorio es la expresión última de la misericordia de Dios con nosotros, que nos hace evidente y palpable su amor y genera en nosotros por contraste el dolor precioso de la contrición. El bien que hagas y el mal que sufras te sirva para reparar tus pecados, nos dice el confesor antes de la absolución. Es decir, nuestro pecado es perdonado instantáneamente por Dios en el sacramento, pero el pecado ha dejado secuelas y cicatrices que solo serán sanadas por el crisol del amor. El Purgatorio es una respuesta de amor sin recortes, donde nuestra alma queda limpia y pura para acceder a la presencia de Dios.

La oración de la Iglesia por sus hijos difuntos, que todavía están en el Purgatorio, es constante. Son sus hijos preferidos, porque son los que más sufren en esa llama de amor por parte de Dios y del corazón humano en su presencia. Es un sufrimiento lleno de esperanza, porque goza ya de la salvación. Pero es un sufrimiento que reclama nuestra colaboración y la de todos los Santos en su favor. Cuando rezamos por un difunto, cuando ofrecemos la Santa Misa por él, estamos haciendo no sólo un acto piadoso, sino un acto de comunión y solidaridad con los que necesitan nuestra ayuda y coparticipación.

Mes de noviembre, mes de Santos y de difuntos. Mes para plantearnos de manera más explícita cuál es el sentido de nuestro caminar por esta vida. Esta peregrinación tiene su término, su final, su desembocadura en Dios. Pero esta peregrinación conlleva sus lágrimas, sus sufrimientos y dolores, porque apartados de Dios nos hemos acarreado la ruina. El amor de Dios irá calando en nuestro corazón abierto a ese amor para que sepamos reparar nuestros desvaríos y podamos retomar el camino del cielo.

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

La Iglesia de la Trinidad Santa

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El último mes del año litúrgico se abre con dos celebraciones que ponen las realidades últimas ante nuestra mirada de fe. El primer día, la Solemnidad de Todos los Santos, día en que veneramos en una sola celebración los méritos de todos los que ya gozan de la bienaventuranza eterna, la asamblea de los santos, la Iglesia triunfante. El segundo día, la Conmemoración de los fieles difuntos, petición de la Iglesia peregrina en favor de quienes habiendo muerto en caridad reciben la purificación final previa a la comunión en Dios de los bienaventurados. De esa forma, cuando avanzamos hacia la celebración de la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, coronación del año litúrgico, la realidad completa de la Iglesia aparece mostrándonos la triple situación de sus hijos: los santos de la Iglesia triunfante, los fieles difuntos de la Iglesia purgante y los fieles que aún vivimos en este mundo formando la Iglesia peregrinante. Acudimos a la intercesión de los santos, pedimos por nuestros difuntos y permanecemos vigilantes tomando conciencia de nuestra condición peregrina. La única Iglesia en tres estados, en la comunión sostenida por el amor de la Santísima Trinidad. Mientras caminamos en este mundo nos sostiene la ayuda de los santos,podemos sostener con nuestra oración a quienes ya han fallecido, y caminamos seguros en la esperanza de la vida eterna que nos aguarda.

Misterio insondable de comunión: en el plan del Señor no está que nos salvemos solos. Deslumbrante es la belleza de la Iglesia que refleja la comunión santísima del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Abrumadora la constatación diaria de que la vida de cada persona en la Iglesia está sostenida por la comunión en Dios de todas. Dolorosa la comprobación de que los errores y pecados de uno hieren y dañan a todos.

Y al llegar el Domingo, Jesucristo sale a nuestro paso y nos deja como palabra de vida la respuesta a un maestro de la Ley que le pregunta cuál es el primer mandamiento de todos: Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. Con su respuesta, Jesús, recuerda lo ya conocido para todo israelita, pero con dos novedades fundamentales:el cumplimiento de los mandamientos requiere, como condición indispensable, actitud de escucha, pero no de escucha individual o aislada, sino escucha en la comunión del pueblo elegido (“escucha, Israel”, el Señor “nuestro Dios” dice Jesús); y, segunda gran novedad, el mandamiento principal es inseparable del segundo, el amor al prójimo.

Pidamos al Señor crecer cada día más en amor a la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica, pues solo en la Iglesia y con la Iglesia podremos vivir plenamente la novedad imperecedera del amor a Dios y al prójimo, gozaremos de la intercesión de los santos, oraremos eficazmente por nuestros difuntos y nos mantendremos vigilantes y preparados para el encuentro definitivo con el Señor.

 

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

Materiales para la Jornada Mundial de los Pobres 2024

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La Iglesia celebra el 17 de noviembre la VIII Jornada Mundial de los pobres. En esta ocasión, el papa Francisco ha querido vincular esta Jornada al año dedicado a la oración, en vísperas del Jubileo Ordinario del 2025, con el lema “La oración del pobre sube hasta Dios” (cfr. Si 21,5).

El Santo Padre, en su mensaje, invita a prestar una atención espiritual más seria hacia los pobres, que tienen necesidad de Dios y de alguien que sea signo concreto de su escucha y cercanía.

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El 17 de noviembre, el Papa presidirá la celebración eucarística en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, a la cual seguirá el tradicional almuerzo con algunos pobres en el Aula Pablo VI.

Materiales para la difusión de la jornada

La Conferencia Episcopal Española (CEE) y Cáritas se unen para celebrar esta Jornada y comparten unos materiales para animar a celebrar esta Jornada como camino de conversión y crecer en oración, fraternidad y caridad.

SUBSIDIO

GUION HOMILÍA

PAUTAS

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San Cayetano celebra su declaración como santuario diocesano

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El Obispo presidió la misa de acción de gracias por la declaración de San Cayetano como santuario diocesano de Nuestra Señora del Carmen

El domingo, 3 de noviembre, el obispo de Córdoba se desplazó a la iglesia conventual de San Cayetano, declarada recientemente santuario de Nuestra Señora del Carmen, para dar gracias con una eucaristía por esta declaración.

Monseñor Demetrio Fernández, Hermano Mayor honorario de la archicofradía del Carmen de San Cayetano, presidió la misa de acción de gracias por la declaración de su sede canónica como santuario diocesano, una declaración que llegó en el mes de septiembre tras la firma del decreto del prelado que venía a corroborar la gran importancia que ha tenido y tiene este templo en el culto mariano de la ciudad.

En la homilía, el Obispo invitó a reafirmarse en la condición de hijos de una Madre a la que siempre hay que honrar con su ejemplo de buenos hermanos, más aún ahora con este reconocimiento histórico.

Junto al pastor de la Diócesis estuvieron presentes el Padre Provincial de la orden, el P. Fray Francisco Sánchez Oreja, el prior de la casa, P. Fray Francisco Javier Jaén, el prior de Sevilla, P. Fray Juan Dobado Fernández y los frailes del convento de San José. Además, asistieron distintas autoridades civiles, asociaciones y hermandades.









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La reliquia del beato granadino José Vigil Cabrerizo, en Huétor Tájar

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Depositada allí tras la Santa Misa celebrada con el clero diocesano y presidida por el arzobispo Mons. José María Gil Tamayo.

La reliquia del sacerdote mártir beato granadino José Vigil Cabrero se encuentra en la parroquia de Santa Isabel La Real, en Huétor Tájar, desde el lunes 4 de noviembre. Allí fue depositada durante la Santa Misa celebrada por el arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, y concelebrada por el clero diocesano que participó en el retiro del clero esa misma mañana, con asistencia de los fieles y autoridades civiles y militares.

El retiro del clero diocesano de este mes se celebró con la mirada puesta en la Memoria de los mártires del siglo XX en España, que en la Iglesia española celebramos el 6 de noviembre, y que recuerda a los sacerdotes, laicos, seminaristas y religiosos que sufrieron martirio y fueron asesinados por odio a la fe en 1936 en España.

El beato granadino José Vigil Cabrerizo fue beatificado el año pasado en la catedral de Sevilla en la Causa de Manuel González-Serna Rodríguez y oros 19 compañeros sacerdotes, seminaristas y laicos, asesinados en esos años en España por odio a la fe.

José Vigil Cabrerizo nació en Huétor-Tájar el 11 de octubre de 1906, donde fue bautizado a los pocos días. En 1919, a punto de cumplir los 13 años, ingresó en el Seminario General y Pontificio de Sevilla. Fue ordenado de sacerdote el 20 de mayo de 1932 encargándosele la Capilla del Barrio de San Jerónimo de Sevilla.

Sus últimas palabras fueron: “Yo los perdono como Dios Nuestro Señor perdonó a sus enemigos”.

RETIRO DEL CLERO
Previamente a esta Eucaristía y colocación de la reliquia del beato, tuvo lugar una conferencia a cargo del Vicario de Pastoral y delegado para el Jubileo 2025 y para el Plan Pastoral Diocesano, D. José Carlos Isla, que, con el tema “El Jubileo de la esperanza”, ahondó en el tema propuesto por el Papa Francisco para vivir este jubileo: la esperanza cristiana.

Este retiro antecede a la Memoria de los mártires del siglo XX en España, que celebramos en la Iglesia el 6 de noviembre. El encuentro sacerdotal, presididos por el arzobispo, concluyó con un ágape fraterno.

 

FOTOS

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El papa Francisco invita a los cristianos a contemplar el corazón de Cristo en la nueva encíclica Dilexit Nos

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El papa Francisco invita a los cristianos a contemplar el corazón de Cristo en la nueva encíclica Dilexit Nos

El pasado jueves 24 de octubre el papa Francisco publicó su cuarta encíclica que lleva por título Dilexit NosNos amó, expresión de san Pablo refiriéndose a Cristo (Rm 8,37), para ayudar a descubrir que de ese amor nada «podrá separarnos» (Rm 8,39). A partir del nuevo texto magisterial, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, dedicará tres cartas dominicales a profundizar en esta cuarta encíclica escrita por el Santo Padre.

El documento íntegro puede leerse en este enlace

Sobre el Sagrado Corazón de Jesús

El arzobispo hispalense, en su carta dominical del 3 de noviembre, titulada Dilexit Nos (I), ha subrayado que el nacimiento de esta nueva encíclica surge de las celebraciones por el 350 aniversario de la primera manifestación del Sagrado Corazón de Jesús en 1673. Ha destacado un tema central para la vida de todo creyente: “la primacía de Dios, como se afirma en la exhortación Evangelii gaudium”.

Por este motivo, “el Papa nos invita a contemplar decididamente el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo, su corazón abierto nos precede y nos espera sin condiciones, sin exigir un requisito previo para poder amarnos y proponernos su amistad: «nos amó primero» (1 Jn 4,10). Gracias a Jesús «nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído» en ese amor2. Para el papa Francisco, en este mundo líquido «es necesario hablar nuevamente del corazón, apuntar hacia allí donde cada persona, de toda clase y condición, hace su síntesis».

Este documento se desarrolla en cinco partes: I. La importancia del corazón (2-31); II. Gestos y palabras de amor (32-47); III. Este es el corazón que tanto amó (48- 91); IV. Amor que da de beber (92-163); V. Amor por amor (164-216) y la conclusión (217-220). Desarrollaré cada apartado y me detendré en esta carta dominical, de las tres que dedicaré, a la primera y segunda partes de la encíclica invitando a su estudio personal y al diálogo en los diferentes equipos de pastoral.

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