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El Obispo de Guadix asistió en Sevilla a la beatificación del padre José Torres Padilla, cofundador de la Compañía de la Cruz

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El Obispo de Guadix asistió en Sevilla a la beatificación del padre José Torres Padilla, cofundador de la Compañía de la Cruz

El obispo de Guadix asistió, el pasado sábado 9 de noviembre, en la Catedral de Sevilla, a la beatificación del padre José Torres Padilla, cofundador de la Compañía de la Cruz. D. Francisco Jesús Orozco concelebró, junto a otros obispos, en la Eucaristía, que estuvo presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, y que fue concelebrada, entre otros prelados, por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, el nuncio apostólico en España, monseñor Bernardito Auza; los obispos auxiliares de Sevilla, monseñor Teodoro León y monseñor Ramón Valdivia; y 17 obispos llegados de algunas de las diócesis donde se encuentran las 53 comunidades de hermanas de la cruz. Además, han participado representantes del Cabildo Metropolitano, 213 sacerdotes, 27 diáconos y 84 seminaristas.

La emoción presidió una celebración que tuvo como primer momento significativo el descubrimiento del cuadro en el Altar del Jubileo con la imagen del nuevo beato, obra del pintor Raúl Berzosa. Posteriormente se trasladaron las reliquias del padre Torres Padilla al presbiterio, en unas andas portadas por cuatro hermanas de la cruz. Naturalmente, el instituto que fundaran el nuevo beato y santa Ángela de la Cruz participó en la misa con una multitudinaria representación, con la madre general, sor Reyes María de la Cruz, al frente.

“Un sacerdote siempre fiel”

El cardenal Semeraro comenzó su homilía con una referencia a san Isidoro de Sevilla y la alusión al santoral de hoy: la dedicación de la basílica de san Juan de Letrán, “tradicionalmente llamada ‘iglesia madre’ de Roma y de todo el mundo católico”. “Hoy lo hacemos -añadió- como signo de amor y unión a la Cátedra de Pedro”.

El cardenal se refirió al beato Torres Padilla como “un sacerdote siempre fiel, que vivió su ministerio en profunda unión con el Señor, que era su fuerza interior, pero también fue un sacerdote dispuesto a darse, a salir de sí mismo para ir en caridad a los demás, semejante a las aguas que manan del templo y hacen crecer toda clase de árboles frutales”. En este sentido, destacó del cofundador de la Compañía de la Cruz “la unidad de vida o, si queremos usar una fórmula ignaciana, el ser contemplativo en acción”. Aludiendo a la declaración de un testigo en el proceso de beatificación y canonización destacó que el beato conseguía compaginar oración y estudio: «pasaba dos horas estudiando y tres meditando sobre lo estudiado y así conseguía dar profundidad a su vida». Otro testigo subrayó que “estaba lleno de dulzura hacia los demás, especialmente hacia los más pobres”. Estas declaraciones llevaron al cardenal Semeraro a recordar las palabras del papa Francisco en la exhortación Gaudete et exsultate: «Ser santo no significa hacer brillar los ojos en un supuesto éxtasis».

Fue un hombre pobre, humilde y con una profunda espiritualidad. Los testigos declararon que “recorría incansablemente los barrios de la ciudad, especialmente Triana, para atender a los pobres e indigentes”. “Se decía de él que era ‘una especie de prestamista a fondo perdido’; ‘un canónigo extraño que tiene por amigos a vagabundos y vendedores ambulantes’, añadió el prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, que no dejó atrás otra faceta del beato, al que se le conocía como ‘el santero’. “Entre los que se beneficiaron de su guía estuvo santa Ángela de la Cruz, a quien apoyó en la misión de fundar el Instituto de las Hermanas de la Cruz”. “Es cierto, una vez más, que los santos son como un detector de la santidad de las personas con las que entran en contacto, aunque sea ocasionalmente”, apuntó. Al respecto, el cardenal Semeraro hizo una última reflexión: “la santidad nos anima a encontrarnos”.

Mensaje de gratitud del arzobispo de Sevilla

Por su parte, el arzobispo de Sevilla tomó la palabra al término de la misa para agradecer al papa Francisco “por este gran regalo a nuestra Archidiócesis”. A continuación, subrayó una frase del padre Torres Padilla que ha quedado grabada como un clásico de espiritualidad: “No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera”.

Tras destacar diversas facetas del nuevo beato, el arzobispo de Sevilla agradeció al nuncio, el Cabildo y la coral, su participación en una misa que ha quedado para la historia reciente de la Archidiócesis. Expresamente, en la persona del cardenal Semeraro, expresó su gratitud hacia todo el personal del Dicasterio para las Causas de los Santos. Particularmente, tuvo palabras de agradecimiento hacia el postulador de la fase romana, Salvador Aguilera, y todos los colaboradores de la Archidiócesis de Sevilla, especialmente Mons. Teodoro León, postulador en la fase diocesana, y la delegada episcopal para la causa de los Santos de Sevilla, María del Monte Chacón.

Monseñor Saiz Meneses concluyó su intervención recordando que esta causa, que fue iniciada por su antecesor, monseñor Juan José Asenjo, “ha llegado a feliz término en el primer grado de la beatificación”. “Esperemos que el Señor nos conceda pronto nuevos milagros por la intercesión del padre Torres, al que nos encomendamos con fervor, y podamos asistir a su canonización en Roma”, concluyó.

Tomado de www.archisevilla.org

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Presentación diocesana de la Encíclica «Dilexit Nos»: Una llamada al Amor desde el Corazón de Jesús

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El pasado jueves, en la Casa Sacerdotal «Maestro Ávila», se llevó a cabo la presentación de la última encíclica del Papa Francisco, Dilexit Nos, a cargo del jesuita Daniel Izuzquiza. El evento contó con la presencia del obispo de Almería y una nutrida participación de fieles y miembros de la diócesis.

Izuzquiza destacó cómo la encíclica invita a redescubrir el amor en su dimensión más profunda, representado en la imagen del «Corazón de Jesús». Explicó que el término «corazón» es una «palabra originaria» que expresa el núcleo del ser humano, su parte más íntima. Citando a Francisco, recordó que «todo ser humano es objeto de la ternura infinita del Señor, y Él mismo habita en su vida».

El teólogo Bruno Forte, quien fue el responsable de la presentación vaticana de la encíclica, explicó que el «Corazón de Jesús y la misericordia de Dios» son la clave para interpretar el magisterio del Papa Francisco, pues «revela el manantial profundo de toda su vida y enseñanza».

Izuzquiza subrayó la diferencia entre devoción y espiritualidad, señalando que la espiritualidad nos conecta con «el costado abierto de Cristo», y enfatizó la importancia de una «mirada social» desde el corazón, que debe «abrazar a todos los hombres». Recordó la llamada del Papa a la «reparación», entendido como un esfuerzo por sanar las heridas más profundas de la humanidad y restaurar el amor de Cristo en el mundo.

El encuentro culminó con una oración del Papa Francisco, reflejando el espíritu de esta encíclica como un llamado urgente a vivir con compasión y solidaridad.

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23-24 NOVIEMBRE. La HOAC de Málaga, en el aniversario nacional del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia»

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La Conferencia Episcopal Española celebra las XXX Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo, y que en esta ocasión tiene como centro el trigésimo aniversario de la aprobación del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia». De Málaga acuden cuatro miembros de la Hermandad Obrera de Acción Católica, entre ellos, el presidente, José Luis Fernández Orta.

Las jornadas tienen lugar en Ávila, los días 23 y 24 de noviembre, bajo el lema «El gran tema es el trabajo». En ella participan como ponentes la hna. Alessandra Smerilli, fma, Secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con la ponencia «La Pastoral del Trabajo en la Pastoral General de la Iglesia»; la doctora Emilce Cuda lefa de Oficina de la Pontificia Comisión para América Latina, que hablará sobre «El trabajo en el pontificado de Francisco», y D. Fernando Carlos Díaz Abajo
Director del departamento de Pastoral Obrera de la CEE (2009-2015), quien disertará sobre ‘La Pastoral del Trabajo, Iglesia en salida. A los 30 años de la aprobación del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia'».

José Luis Fernández Orta, en los días previos a este encuentro, comparte que los participantes desde Málaga «estamos trabajando el compromiso con el mundo del trabajo. Representamos a la HOAC y a la Plataforma Iglesia por el Trabajo Decente. Queremos reconocer el papel que juega el trabajo en la vida de las personas desde la Doctrina Social de la Iglesia, la vulnerabilidad de tantas personas que o no tienen trabajo o sus contratos no les permiten vivir con dignidad. Queremos que la Iglesia escuche su voz y se comprometa con su dolor. Y al mismo tiempo, como Iglesia, queremos llevarles la Buena Noticia de Jesucristo con nuestra cercanía, compromiso y nuestras acciones en favor de políticas que defiendan el bien común, el destino universal de los bienes, la solidaridad y contratos que permitan vivir en dignidad a las personas».

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La Diócesis con los damnificados de la DANA

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A través del Delegado Episcopal para Asuntos Económicos, Rafael Carmona, la diócesis ha comunicado a los párrocos la adhesión de la Iglesia malacitana al acuerdo de la Conferencia Episcopal para dedicar las colectas de todas las Eucaristías celebradas el 24 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey a paliar los daños provocados por la DANA.

«Todos hemos contemplado con consternación lo sucedido en las graves inundaciones que afectaron estos días especialmente a la Comunidad Autónoma de Valencia, entre otros lugares. Hemos contemplado el sufrimiento de las gentes, de quienes perdieron seres queridos, de los que se han encontrado en grave peligro y de los que han padecido daños importantes en sus casas y patrimonios», afirma la comunicación enviada a las parroquias. «Es una situación de gran necesidad, que nos conmueve, y en la que desearíamos poder ser también de ayuda –continúa Rafael Carmona–. Estamos invitados ante todo a rezar por los que sufren esta catástrofe. Pidamos al Señor por el eterno descanso de los fallecidos y por el consuelo de todos los afectados, para que encuentren el sostén de la fe y del amor de los hermanos». 

Además de la oración, la ayuda quiere ser también material. Por ello, la misiva continúa: «Por otra parte, en acuerdo adoptado por la Conferencia Episcopal, el domingo día 24 de noviembre (Solemnidad de Cristo Rey), se realizará una colecta extraordinaria en todas las Eucaristías que se realicen en España a favor de los damnificados por esta catástrofe. Os invito a todos a colaborar en la medida de vuestros recursos parroquiales en la reconstrucción de los pueblos devastados. La colecta la enviaremos íntegra al arzobispo de Valencia, como nuestro grano de arena en la reconstrucción de tanta destrucción. Vendrán otras ayudas de las administraciones públicas y de la Iglesia. Por nuestra parte, pongamos todos el amor de quienes quieren aliviar el sufrimiento de tantos hermanos cercanos. Es un imperativo de la caridad cristiana».

Además de a través de esta colecta extraordinaria, la Iglesia ofrece la posibilidad de colaborar en la recuperación de las zonas devastadas a través de Cáritas.

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Málaga aporta su voz en las Semanas Sociales de toda España

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El trabajo desarrollado en Málaga en las Semanas Sociales diocesanas ha llegado al encuentro nacional que ha tenido lugar en Valladolid del 8 al 9 de noviembre. El tema de esta XLIV edición ha sido «El diálogo, camino para la Iglesia».

Durante estos dos días, han tenido lugar dos sesiones abiertas al público, en el Patio Herreriano Museo de Arte Contemporáneo Español de Valladolid, y las sesiones de trabajo en el Centro de Espiritualidad «Corazón de Jesús». En ellas han participado desde Málaga José Miguel Santos, como coordinador de las mismas a nivel diocesano, y Jesús Bellido, miembro de la Plataforma Laudato Si’ en Málaga y participante de las Semanas Sociales a nivel de la Iglesia local. 

Este encuentro nacional ha contado con la participación del presidente de Semanas Sociales, Jesús Avezuela; el Nuncio del Santo Padre, Mons. Auza, y el arzobispo de Valladolid, Mons. Argüello. La conferencia de apertura corrió a cargo de Massimo Borghesi, de la Universidad de Peruggia. A lo largo de estos días, han desarrollado tres sesiones de trabajo, abordando cuatro áreas en las que se desarrolla el diálogo: eclesial, política, cultural y socioeconómica. El sábado por la tarde tuvo lugar un diálogo entre la política, el periodismo y la sociología, con una mesa redonda, dirigida por José Beltrán, director de Vida Nueva, y con la participación del político Francisco Igea; el profesor de Sociología Fernando Vidal; y el periodista Antonio San José.

En palabras del malagueño Jesús Bellido, «para mí ha sido una oportunidad, a la vez que un privilegio, formar parte de un proceso en el que hemos trabajado con el objetivo del diálogo, y además, usándolo como herramienta. En este foro, personas de diversas procedencias, con ideas muy distintas, incluso cristianos y no cristianos, hemos sido capaces de generar un debate constructivo, intercambiar ideas, realizar un diagnóstico certero de la situación de polarización por el que pasa la sociedad y, a la vez, ofrecer soluciones y vías de acción tan necesarias en estos tiempos en los que el inmovilismo o la vía fácil son lo más frecuente. Considero que son un éxito por la participación, los frutos que dan y la motivación de las personas llamadas a participar».

SEMANAS SOCIALES EN MÁLAGA

En la Diócesis de Málaga, las Semanas Sociales se han desarrollado en dos encuentros, celebrados el 6 de abril y 11 de mayo, en el formato de sesiones de trabajo con el tema “El diálogo, camino para la Iglesia”. En la primera, el diálogo se centró en el análisis de la situación actual del diálogo social: qué factores lo enriquecen y cuáles lo dificultan. En la segunda, en el papel que juegan las religiones en la vida pública, y la religión católica en concreto, qué pueden aportar y en qué deben mejorar. En esta tarea participan veinticinco diócesis españolas.

Como explican desde la coordinadora local, «ambas sesiones contaron con la presencia de Sebastián Mora Rosado, profesor de la Universidad Pontificia Comillas y miembro de la Junta Nacional de la Semana Social, que moderó los diálogos. El lugar para el encuentro fue el Centro Superior de Estudios Teológicos San Pablo. La dinámica de cada sesión tuvo dos partes. En primer lugar, hubo un trabajo en plenario de todos los participantes, donde compartieron la reflexión que cada participante realizó de los documentos de trabajo y, en la segunda sesión, de la síntesis del 6 de abril. En segundo lugar, se dialogó por grupos cuestiones que después se llevaron y pusieron en común».

En las sesiones participaron veinticinco personas del ámbito de la política, educación, sanidad, sindicatos, empresas, acción social, sacerdotes católicos y protestantes y medios de comunicación. La mayoría del grupo estaba formado por personas católicas, pero también han participado miembros de otras confesiones y malagueños con otras inquietudes religiosas. En las dos sesiones se ha trabajado en un clima de diálogo y escucha, generando un espacio de encuentro que nos ha permitido analizar los actuales desafíos éticos, económicos, culturales y sociales.

El trabajo de estas dos sesiones en la diócesis de Málaga se recoge en el documento resultante de la Semana Social de España celebrado en Valladolid, junto con lo aportado por el resto de diócesis de España.

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La Diócesis de Málaga, con los damnificados de la DANA

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A través del Delegado Episcopal para Asuntos Económicos, Rafael Carmona, la diócesis ha comunicado a los párrocos la adhesión de la Iglesia malacitana al acuerdo de la Conferencia Episcopal para dedicar las colectas de todas las Eucaristías celebradas el 24 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey a paliar los daños provocados por la DANA.

«Todos hemos contemplado con consternación lo sucedido en las graves inundaciones que afectaron estos días especialmente a la Comunidad Autónoma de Valencia, entre otros lugares. Hemos contemplado el sufrimiento de las gentes, de quienes perdieron seres queridos, de los que se han encontrado en grave peligro y de los que han padecido daños importantes en sus casas y patrimonios», afirma la comunicación enviada a las parroquias. «Es una situación de gran necesidad, que nos conmueve, y en la que desearíamos poder ser también de ayuda –continúa Rafael Carmona–. Estamos invitados ante todo a rezar por los que sufren esta catástrofe. Pidamos al Señor por el eterno descanso de los fallecidos y por el consuelo de todos los afectados, para que encuentren el sostén de la fe y del amor de los hermanos». 

Además de la oración, la ayuda quiere ser también material. Por ello, la misiva continúa: «Por otra parte, en acuerdo adoptado por la Conferencia Episcopal, el domingo día 24 de noviembre (Solemnidad de Cristo Rey), se realizará una colecta extraordinaria en todas las Eucaristías que se realicen en España a favor de los damnificados por esta catástrofe. Os invito a todos a colaborar en la medida de vuestros recursos parroquiales en la reconstrucción de los pueblos devastados. La colecta la enviaremos íntegra al arzobispo de Valencia, como nuestro grano de arena en la reconstrucción de tanta destrucción. Vendrán otras ayudas de las administraciones públicas y de la Iglesia. Por nuestra parte, pongamos todos el amor de quienes quieren aliviar el sufrimiento de tantos hermanos cercanos. Es un imperativo de la caridad cristiana».

Además de a través de esta colecta extraordinaria, la Iglesia ofrece la posibilidad de colaborar en la recuperación de las zonas devastadas a través de Cáritas.

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La HOAC de Málaga, en el aniversario nacional del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia»

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La Conferencia Episcopal Española celebra las XXX Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo, y que en esta ocasión tiene como centro el trigésimo aniversario de la aprobación del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia». De Málaga acuden cuatro miembros de la Hermandad Obrera de Acción Católica, entre ellos, el presidente, José Luis Fernández Orta.

Las jornadas tienen lugar en Ávila, los días 23 y 24 de noviembre, bajo el lema «El gran tema es el trabajo». En ella participan como ponentes la hna. Alessandra Smerilli, fma, Secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con la ponencia «La Pastoral del Trabajo en la Pastoral General de la Iglesia»; la doctora Emilce Cuda lefa de Oficina de la Pontificia Comisión para América Latina, que hablará sobre «El trabajo en el pontificado de Francisco», y D. Fernando Carlos Díaz Abajo
Director del departamento de Pastoral Obrera de la CEE (2009-2015), quien disertará sobre ‘La Pastoral del Trabajo, Iglesia en salida. A los 30 años de la aprobación del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia'».

José Luis Fernández Orta, en los días previos a este encuentro, comparte que los participantes desde Málaga «estamos trabajando el compromiso con el mundo del trabajo. Representamos a la HOAC y a la Plataforma Iglesia por el Trabajo Decente. Queremos reconocer el papel que juega el trabajo en la vida de las personas desde la Doctrina Social de la Iglesia, la vulnerabilidad de tantas personas que o no tienen trabajo o sus contratos no les permiten vivir con dignidad. Queremos que la Iglesia escuche su voz y se comprometa con su dolor. Y al mismo tiempo, como Iglesia, queremos llevarles la Buena Noticia de Jesucristo con nuestra cercanía, compromiso y nuestras acciones en favor de políticas que defiendan el bien común, el destino universal de los bienes, la solidaridad y contratos que permitan vivir en dignidad a las personas».

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El Día de la Iglesia Diocesana y la clausura del Jubileo de Madre Carmen, en Iglesia Noticia

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El Día de la Iglesia Diocesana y la entrevista con la Madre General de las Religiosas Franciscanas de los Sagrados Corazones con motivo de la clausura del Jubileo, entre los protagonistas del programa IGLESIA NOTICIA de este domingo. Aquí puedes escuchar el podcast.

Este domingo, IGLESIA NOTICIA:

  • te presenta a san Alberto Magno
  • te invita a vivir el Día de la Iglesia Diocesana
  • te lleva al Archivo HIstórico Diocesano
  • clausura el Jubileo de las religiosas fundadas por Madre Carmen, de la mano de su Madre General, Sor Joaquina
  • te recuerda la jornada de formación para el clero y los seglares del lunes
  • te invita a las jornadas organizadas por el CESET y ASE sobre empresa y doctrina social de la Iglesia
  • te lleva hasta la Patrona en la sección Victoria, Gloria a Ti
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Monseñor Saiz Meneses: «La Virgen de la Victoria nos guía por el camino de la fe y del amor, de la libertad y la convivencia»

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Monseñor Saiz Meneses: «La Virgen de la Victoria nos guía por el camino de la fe y del amor, de la libertad y la convivencia»

La Capilla de la Fábrica de Tabacos acogió la mañana de este domingo la celebración del tercer día del triduo en honor de María Santísima de la Victoria y Jubileo Circular de las XL Horas, organizada por la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Sagrada Columna y Azotes de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de la Victoria. La Eucaristía fue presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses.

El arzobispo hispalense recordó que “la devoción a la Virgen de la Victoria devoción tiene sus raíces en la conquista de la ciudad de Málaga por los Reyes Católicos. Esta conexión histórica se reflejó posteriormente en la estrecha vinculación de la Hermandad con la Casa Real Española. Esta devoción debe llevarnos a imitar la actitud de María Santísima, que supo aceptar a Jesucristo, comprometiendo su vida con Él desde la Encarnación hasta la Cruz”.

Don José Ángel dijo que “Ella estuvo presente en los primeros momentos de la Iglesia y lo sigue estando hoy para nosotros cómo modelo de la actitud cristiana y cómo Madre de la Iglesia, cuya cabeza es Jesucristo. En la imagen dolorosa de María Santísima de la Victoria contemplamos como se identificó con el dolor de su Divino Hijo para salvar a toda la Humanidad”.

Sobre esta devoción, el arzobispo hispalense añadió que “la Virgen de la Victoria nos guía por el camino de la fe y del amor, de la libertad y la convivencia, y nos ofrece un mensaje de fidelidad y de esperanza. En estos días recordaremos con gratitud los muchos dones que las personas, la Hermandad, las familias, las instituciones y la sociedad de Sevilla han recibido gracias a la intercesión de nuestra titular. El don del amor y la fidelidad, el tesoro de los hijos y la unidad familiar, la fortaleza y el consuelo en tiempos de sufrimiento, la paciencia en las tribulaciones, el gozo y perseverancia en el cumplimiento de las obligaciones de cada día”.

Testimonio, santidad y apostolado

El arzobispo de Sevilla reflexionó sobre la Virgen María, como testimonio, santidad y apostolado. “Ella es modelo de fe y de fortaleza. Ella también vivió contracorriente, y tuvo que pasar por la gran prueba de la muerte de su Hijo en la cruz. Ella nos ayuda a vivir con la libertad y la fortaleza necesarias para ser fieles a nuestras raíces cristianas, que a lo largo de estos días se han de reavivar. La devoción y el amor que profesamos a la Virgen de la Victoria tienen que ser un verdadero estímulo y una ayuda poderosa para responder a lo que Dios quiere de nosotros. Este es el momento de vivir nuestra vocación cristiana como una vocación para la fidelidad y el testimonio, para la santidad y el apostolado”.

Monseñor Saiz tuvo un especial recuerdo para José García Pastor, hermano mayor de Las Cigarreras y todos nuestros hermanos difuntos. Al término de la celebración eucarística, la hermandad le ha obsequiado un rosario y un cuadro de María Santísima de la Victoria.

Galería de la Eucaristía 

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Homilía en la Misa de Acción de Gracias por la beatificación del padre José Torres Padilla

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Homilía en la Misa de Acción de Gracias por la beatificación del padre José Torres Padilla

Homilía de Monseñor José Ángel Saiz Meneses en la Misa de Acción de Gracias por la beatificación del P. José Torres Padilla. Catedral de Sevilla, 10-11-24. Lecturas: Jer 1, 4-5.17-19; Sal 22; Gal 2, 18-21; Mt 5, 1-12.

El Evangelio que hemos escuchado presenta el primer gran discurso que el Señor dirige junto al Lago de Galilea a la multitud que le seguía. Comienza la predicación de su Reino señalando hacia la expectativa, hacia el objetivo principal que alberga el corazón humano: alcanzar una felicidad plena y duradera. Él anuncia y promete la felicidad, ciertamente, pero la sitúa donde el hombre no podía imaginar: proclama felices, dichosos, bienaventurados, a los pobres de espíritu, los afligidos, los misericordiosos, los que tienen hambre y sed de justicia, los limpios de corazón, los perseguidos, los humildes y sencillos que confían siempre en Dios. Las Bienaventuranzas son el camino para llegar a la alegría, a la felicidad, y, en definitiva, a la santidad. La práctica de las bienaventuranzas nos introduce en el sentido profundo de la vida, que sólo es posible descubrir desde la fe, desde la confianza absoluta en el Señor. El mejor comentario a este Evangelio de las Bienaventuranzas lo encontramos en la vida de los santos. Así se cumple en la vida del P. José Torres Padilla.

Jesús exhorta a sus discípulos a confiar en la providencia de Dios, en el amor del Padre celestial que conoce todas nuestras necesidades. Una confianza en la Providencia que no exime de la lucha, del sufrimiento, del trabajo, de las ocupaciones de una vida responsable, pero que libera de la ansiedad, del agobio, de la excesiva preocupación por las cuestiones materiales y también libra del miedo a las dificultades del presente y a la inquietud por el mañana. El Beato José Torres nació en San Sebastián de la Gomera, el 25 de agosto de 1811, siendo el tercero de cuatro hermanos. Fue bautizado pocos días después, el 31 de agosto. En el hogar familiar, el padre instruía a sus hijos sobre el camino a la salvación y la caridad con los necesitados. La madre encaminaba al pequeño José a no buscar otra cosa en la vida que cumplir la voluntad de Dios.

En el convento franciscano de los Santos Reyes de San Sebastián de la Gomera recibió su primera enseñanza escolar. Entre el 31 de marzo de 1821 y el 1 de abril fallecieron su madre y su padre. Su tía materna Paula Padilla Cabeza se hizo cargo de la educación y el cuidado de sus cuatro sobrinos. Recibió la confirmación el 3 de junio de 1827. En septiembre de ese mismo año fue a estudiar a San Cristóbal de La Laguna, en la isla de Tenerife. Continuó su formación en Valencia y Sevilla. El 27 de febrero de 1836 el cardenal Francisco Javier Cienfuegos Jovellanos le ordenó sacerdote, celebrando su primera misa el 8 de marzo. Ejerció su ministerio sacerdotal como profesor en el seminario conciliar de San Francisco Javier de Sanlúcar de Barrameda y en el seminario conciliar de San Isidoro y San Francisco Javier de Sevilla, adscrito a la parroquia de san Marcos, teólogo consultor del Concilio Vaticano I, canónigo de la Catedral de Sevilla y examinador sinodal.

Contemplamos a lo largo de su existencia una actitud de confianza serena, de fortaleza ante las pruebas, de paciencia en medio de las contrariedades. Su experiencia de la providencia de Dios le llevaba a reaccionar con sentido sobrenatural, a vencer las dificultades y a mantener una actitud de audacia, buscando en cada momento la voluntad de Dios. Así sucedió a la hora de superar los problemas para la fundación de la Compañía de la Cruz, cuando tuvo que afrontar junto a Santa Ángela muchas dificultades, y él le solía repetir: “Tú, quédate en tu nada que Dios lo hará todo”. En muchos momentos de su vida tuvo que sobreponerse a penalidades físicas y enfermedades y también a las más variadas incomprensiones. A pesar de todo, el amor y fidelidad a la Iglesia fueron siempre una constante en su trayectoria, así como la benevolencia con las personas que obstaculizaban el camino. El alimento de su confianza en Dios lo hallaba en la oración y la penitencia.

Nuestro Señor Jesucristo era el fundamento de su vida. Cristo era la roca, el cimiento que le daba consistencia y firmeza. La unión con Cristo le permitió superar las contrariedades e integrar su proyecto de vida desde una relación personal con el Señor. En los Apuntes íntimos de los Ejercicios Espirituales de julio de 1861 escribe: “Pedir constantemente a mi Señor la gracia de imitarle, y llevarle siempre en mi corazón, en mi alma y en todas las acciones”. Su existencia estuvo jalonada por el misterio de la cruz: nacido en una familia ejemplar, experimentó la cruda realidad de perder a sus padres a la edad de nueve años. Pero a lo largo del tiempo halló siempre la fuerza para cargar con la cruz desde su unión con Cristo, que se alimentaba en la oración. Su ideal era imitar al Maestro en su vida de sacrificio, pobreza y desprendimiento de todo lo terreno.

Era consciente de la presencia del Espíritu Santo en su vida como el Maestro interior que le enseñaba a penetrar en el misterio de Dios, de la historia, de la vida y del mundo; el Espíritu Santo que le proveía de la luz y la capacidad para enseñar las cosas de Dios, que le conducía interiormente para vivir como auténtico hijo de Dios; el Maestro que le enseñaba a orar, a entender las palabras de Jesús, que le llenaba de la fuerza necesaria para ser testigo de Cristo ante los hombres. Vivía un profundo amor y devoción a la Virgen María, como madre, como mediadora de todas las gracias, como intercesora por todos sus hijos, desde el cielo, junto a su Hijo Jesucristo. Alentaba a todos para que viviesen el amor y devoción a María. Rezaba diariamente el rosario y, cuando se desplazaba de un lugar a otro, iba recitando una y otra vez el Ave María.

El Beato José Torres fue un auténtico maestro y guía de almas. Su existencia irradiaba humildad, sobre todo en su relación con Dios. También era manso y humilde en la relación con los hermanos. Su recomendación a las Hermanas de la Cruz al respecto es ya un clásico: “No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera”. Duro y exigente consigo mismo y a la vez paciente y comprensivo con los demás. Su vida estuvo muy dedicada a la formación, a la predicación y al acompañamiento espiritual. Los alumnos le apreciaban por sus conocimientos y pedagogía, y, sobre todo, por su coherencia de vida. Fue nombrado consultor pontificio de la Comisión de Disciplina Eclesiástica del Concilio Vaticano I, en el cual participó.

El Señor le había concedido vida de oración intensa, ciencia, experiencia y penetración psicológica para conocer el corazón humano. Dedicaba incontables horas al ministerio de la reconciliación. Fue confesor y director espiritual de muchas personas en diversos lugares de España, haciendo gala de una gran capacidad de escucha, dedicándoles tiempo y energías, sabiéndolas acompañar, en su circunstancia y su historia, por caminos de santidad, con extraordinaria prudencia. En Sevilla se le llamaba popularmente el «Santero» porque tenía fama de santidad y porque introducía por el camino de la santidad a las personas que dirigía. Entre las almas que acompañó espiritualmente destaca santa Ángela de la Cruz, canonizada por san Juan Pablo II en 2003, con la que colaboró en la fundación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz.

Fue un verdadero Padre de los pobres, un modelo extraordinario de ministerio y vida sacerdotal también por su vivencia de la pobreza, que le llevó a despojarse de todo a favor de los pobres y los enfermos, “nuestros amos y señores”, como él los llamaba. No daba de lo que le sobraba, sino de lo necesario. Cuando cobraba su capellanía iba a las tiendas a pagar comestibles y ropas de personas necesitadas que estaban pendientes de pago. Procuró con amor de padre socorrerlos, aliviar sus sufrimientos y heridas. Compartía con santa Ángela el carisma de “hacerse pobre con los pobres para atraerlos a Cristo”. La contemplación de Cristo, que se ha hecho pobre para llenarnos de la riqueza de su salvación, le movía a vivir pobre como su Maestro. En su pobreza, en su humildad, en su debilidad, se manifestó la gracia y la fuerza de Cristo.

Vivía con todas las consecuencias su configuración con Jesucristo, las actitudes de Cristo Buen Pastor, la caridad pastoral cuya esencia es la donación total de la propia vida, la entrega hasta el extremo. Su caridad pastoral encontraba el alimento principal y la mejor expresión en la Eucaristía. La celebración de la Eucaristía era el fundamento y la cima de su vida sacerdotal, el misterio que llenaba su existencia, porque configurado a Cristo también le ofrecía su vida, que se iba transformando progresivamente. En la Eucaristía encontraba la fuerza que le llevaba a anunciar la Buena Nueva sin desfallecimiento, que le impulsaba a entregarse a los más pobres y necesitados sin reservas ni cálculos humanos.

La beatificación del Padre Torres proyecta una gran luz en la vida de nuestra archidiócesis, en la vida de la Iglesia y de la sociedad, por su ejemplo como persona, como cristiano y como sacerdote. Nos encomendamos a María Santísima, Virgen de los Reyes, Reina de los sacerdotes, a santa Ángela de la Cruz y santa María de la Purísima, y les pedimos que el ejemplo del Beato José Torres Padilla nos ayude para avanzar decididamente por el camino de la conversión y la santidad, de la humildad, de la oración, de la formación cristiana, del amor a los pobres y la transmisión de la fe a nuestros contemporáneos. Hoy pedimos también al Señor, por intercesión del nuevo Beato, la paz en el mundo, en tantos lugares en los que todavía hay guerra, violencia y destrucción; y pedimos por los fallecidos y damnificados a causa del temporal que ha azotado buena parte de España, especialmente Valencia. Nos ponemos en la situación de lo que el Padre Torres haría en circunstancias semejantes y actuamos con su mismo corazón sacerdotal. Así sea.

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