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23-24 NOVIEMBRE. La HOAC de Málaga, en el aniversario nacional del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia»

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La Conferencia Episcopal Española celebra las XXX Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo, y que en esta ocasión tiene como centro el trigésimo aniversario de la aprobación del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia». De Málaga acuden cuatro miembros de la Hermandad Obrera de Acción Católica, entre ellos, el presidente, José Luis Fernández Orta.

Las jornadas tienen lugar en Ávila, los días 23 y 24 de noviembre, bajo el lema «El gran tema es el trabajo». En ella participan como ponentes la hna. Alessandra Smerilli, fma, Secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con la ponencia «La Pastoral del Trabajo en la Pastoral General de la Iglesia»; la doctora Emilce Cuda lefa de Oficina de la Pontificia Comisión para América Latina, que hablará sobre «El trabajo en el pontificado de Francisco», y D. Fernando Carlos Díaz Abajo
Director del departamento de Pastoral Obrera de la CEE (2009-2015), quien disertará sobre ‘La Pastoral del Trabajo, Iglesia en salida. A los 30 años de la aprobación del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia'».

José Luis Fernández Orta, en los días previos a este encuentro, comparte que los participantes desde Málaga «estamos trabajando el compromiso con el mundo del trabajo. Representamos a la HOAC y a la Plataforma Iglesia por el Trabajo Decente. Queremos reconocer el papel que juega el trabajo en la vida de las personas desde la Doctrina Social de la Iglesia, la vulnerabilidad de tantas personas que o no tienen trabajo o sus contratos no les permiten vivir con dignidad. Queremos que la Iglesia escuche su voz y se comprometa con su dolor. Y al mismo tiempo, como Iglesia, queremos llevarles la Buena Noticia de Jesucristo con nuestra cercanía, compromiso y nuestras acciones en favor de políticas que defiendan el bien común, el destino universal de los bienes, la solidaridad y contratos que permitan vivir en dignidad a las personas».

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La Diócesis con los damnificados de la DANA

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A través del Delegado Episcopal para Asuntos Económicos, Rafael Carmona, la diócesis ha comunicado a los párrocos la adhesión de la Iglesia malacitana al acuerdo de la Conferencia Episcopal para dedicar las colectas de todas las Eucaristías celebradas el 24 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey a paliar los daños provocados por la DANA.

«Todos hemos contemplado con consternación lo sucedido en las graves inundaciones que afectaron estos días especialmente a la Comunidad Autónoma de Valencia, entre otros lugares. Hemos contemplado el sufrimiento de las gentes, de quienes perdieron seres queridos, de los que se han encontrado en grave peligro y de los que han padecido daños importantes en sus casas y patrimonios», afirma la comunicación enviada a las parroquias. «Es una situación de gran necesidad, que nos conmueve, y en la que desearíamos poder ser también de ayuda –continúa Rafael Carmona–. Estamos invitados ante todo a rezar por los que sufren esta catástrofe. Pidamos al Señor por el eterno descanso de los fallecidos y por el consuelo de todos los afectados, para que encuentren el sostén de la fe y del amor de los hermanos». 

Además de la oración, la ayuda quiere ser también material. Por ello, la misiva continúa: «Por otra parte, en acuerdo adoptado por la Conferencia Episcopal, el domingo día 24 de noviembre (Solemnidad de Cristo Rey), se realizará una colecta extraordinaria en todas las Eucaristías que se realicen en España a favor de los damnificados por esta catástrofe. Os invito a todos a colaborar en la medida de vuestros recursos parroquiales en la reconstrucción de los pueblos devastados. La colecta la enviaremos íntegra al arzobispo de Valencia, como nuestro grano de arena en la reconstrucción de tanta destrucción. Vendrán otras ayudas de las administraciones públicas y de la Iglesia. Por nuestra parte, pongamos todos el amor de quienes quieren aliviar el sufrimiento de tantos hermanos cercanos. Es un imperativo de la caridad cristiana».

Además de a través de esta colecta extraordinaria, la Iglesia ofrece la posibilidad de colaborar en la recuperación de las zonas devastadas a través de Cáritas.

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Málaga aporta su voz en las Semanas Sociales de toda España

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El trabajo desarrollado en Málaga en las Semanas Sociales diocesanas ha llegado al encuentro nacional que ha tenido lugar en Valladolid del 8 al 9 de noviembre. El tema de esta XLIV edición ha sido «El diálogo, camino para la Iglesia».

Durante estos dos días, han tenido lugar dos sesiones abiertas al público, en el Patio Herreriano Museo de Arte Contemporáneo Español de Valladolid, y las sesiones de trabajo en el Centro de Espiritualidad «Corazón de Jesús». En ellas han participado desde Málaga José Miguel Santos, como coordinador de las mismas a nivel diocesano, y Jesús Bellido, miembro de la Plataforma Laudato Si’ en Málaga y participante de las Semanas Sociales a nivel de la Iglesia local. 

Este encuentro nacional ha contado con la participación del presidente de Semanas Sociales, Jesús Avezuela; el Nuncio del Santo Padre, Mons. Auza, y el arzobispo de Valladolid, Mons. Argüello. La conferencia de apertura corrió a cargo de Massimo Borghesi, de la Universidad de Peruggia. A lo largo de estos días, han desarrollado tres sesiones de trabajo, abordando cuatro áreas en las que se desarrolla el diálogo: eclesial, política, cultural y socioeconómica. El sábado por la tarde tuvo lugar un diálogo entre la política, el periodismo y la sociología, con una mesa redonda, dirigida por José Beltrán, director de Vida Nueva, y con la participación del político Francisco Igea; el profesor de Sociología Fernando Vidal; y el periodista Antonio San José.

En palabras del malagueño Jesús Bellido, «para mí ha sido una oportunidad, a la vez que un privilegio, formar parte de un proceso en el que hemos trabajado con el objetivo del diálogo, y además, usándolo como herramienta. En este foro, personas de diversas procedencias, con ideas muy distintas, incluso cristianos y no cristianos, hemos sido capaces de generar un debate constructivo, intercambiar ideas, realizar un diagnóstico certero de la situación de polarización por el que pasa la sociedad y, a la vez, ofrecer soluciones y vías de acción tan necesarias en estos tiempos en los que el inmovilismo o la vía fácil son lo más frecuente. Considero que son un éxito por la participación, los frutos que dan y la motivación de las personas llamadas a participar».

SEMANAS SOCIALES EN MÁLAGA

En la Diócesis de Málaga, las Semanas Sociales se han desarrollado en dos encuentros, celebrados el 6 de abril y 11 de mayo, en el formato de sesiones de trabajo con el tema “El diálogo, camino para la Iglesia”. En la primera, el diálogo se centró en el análisis de la situación actual del diálogo social: qué factores lo enriquecen y cuáles lo dificultan. En la segunda, en el papel que juegan las religiones en la vida pública, y la religión católica en concreto, qué pueden aportar y en qué deben mejorar. En esta tarea participan veinticinco diócesis españolas.

Como explican desde la coordinadora local, «ambas sesiones contaron con la presencia de Sebastián Mora Rosado, profesor de la Universidad Pontificia Comillas y miembro de la Junta Nacional de la Semana Social, que moderó los diálogos. El lugar para el encuentro fue el Centro Superior de Estudios Teológicos San Pablo. La dinámica de cada sesión tuvo dos partes. En primer lugar, hubo un trabajo en plenario de todos los participantes, donde compartieron la reflexión que cada participante realizó de los documentos de trabajo y, en la segunda sesión, de la síntesis del 6 de abril. En segundo lugar, se dialogó por grupos cuestiones que después se llevaron y pusieron en común».

En las sesiones participaron veinticinco personas del ámbito de la política, educación, sanidad, sindicatos, empresas, acción social, sacerdotes católicos y protestantes y medios de comunicación. La mayoría del grupo estaba formado por personas católicas, pero también han participado miembros de otras confesiones y malagueños con otras inquietudes religiosas. En las dos sesiones se ha trabajado en un clima de diálogo y escucha, generando un espacio de encuentro que nos ha permitido analizar los actuales desafíos éticos, económicos, culturales y sociales.

El trabajo de estas dos sesiones en la diócesis de Málaga se recoge en el documento resultante de la Semana Social de España celebrado en Valladolid, junto con lo aportado por el resto de diócesis de España.

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La Diócesis de Málaga, con los damnificados de la DANA

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A través del Delegado Episcopal para Asuntos Económicos, Rafael Carmona, la diócesis ha comunicado a los párrocos la adhesión de la Iglesia malacitana al acuerdo de la Conferencia Episcopal para dedicar las colectas de todas las Eucaristías celebradas el 24 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey a paliar los daños provocados por la DANA.

«Todos hemos contemplado con consternación lo sucedido en las graves inundaciones que afectaron estos días especialmente a la Comunidad Autónoma de Valencia, entre otros lugares. Hemos contemplado el sufrimiento de las gentes, de quienes perdieron seres queridos, de los que se han encontrado en grave peligro y de los que han padecido daños importantes en sus casas y patrimonios», afirma la comunicación enviada a las parroquias. «Es una situación de gran necesidad, que nos conmueve, y en la que desearíamos poder ser también de ayuda –continúa Rafael Carmona–. Estamos invitados ante todo a rezar por los que sufren esta catástrofe. Pidamos al Señor por el eterno descanso de los fallecidos y por el consuelo de todos los afectados, para que encuentren el sostén de la fe y del amor de los hermanos». 

Además de la oración, la ayuda quiere ser también material. Por ello, la misiva continúa: «Por otra parte, en acuerdo adoptado por la Conferencia Episcopal, el domingo día 24 de noviembre (Solemnidad de Cristo Rey), se realizará una colecta extraordinaria en todas las Eucaristías que se realicen en España a favor de los damnificados por esta catástrofe. Os invito a todos a colaborar en la medida de vuestros recursos parroquiales en la reconstrucción de los pueblos devastados. La colecta la enviaremos íntegra al arzobispo de Valencia, como nuestro grano de arena en la reconstrucción de tanta destrucción. Vendrán otras ayudas de las administraciones públicas y de la Iglesia. Por nuestra parte, pongamos todos el amor de quienes quieren aliviar el sufrimiento de tantos hermanos cercanos. Es un imperativo de la caridad cristiana».

Además de a través de esta colecta extraordinaria, la Iglesia ofrece la posibilidad de colaborar en la recuperación de las zonas devastadas a través de Cáritas.

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La HOAC de Málaga, en el aniversario nacional del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia»

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La Conferencia Episcopal Española celebra las XXX Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo, y que en esta ocasión tiene como centro el trigésimo aniversario de la aprobación del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia». De Málaga acuden cuatro miembros de la Hermandad Obrera de Acción Católica, entre ellos, el presidente, José Luis Fernández Orta.

Las jornadas tienen lugar en Ávila, los días 23 y 24 de noviembre, bajo el lema «El gran tema es el trabajo». En ella participan como ponentes la hna. Alessandra Smerilli, fma, Secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con la ponencia «La Pastoral del Trabajo en la Pastoral General de la Iglesia»; la doctora Emilce Cuda lefa de Oficina de la Pontificia Comisión para América Latina, que hablará sobre «El trabajo en el pontificado de Francisco», y D. Fernando Carlos Díaz Abajo
Director del departamento de Pastoral Obrera de la CEE (2009-2015), quien disertará sobre ‘La Pastoral del Trabajo, Iglesia en salida. A los 30 años de la aprobación del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia'».

José Luis Fernández Orta, en los días previos a este encuentro, comparte que los participantes desde Málaga «estamos trabajando el compromiso con el mundo del trabajo. Representamos a la HOAC y a la Plataforma Iglesia por el Trabajo Decente. Queremos reconocer el papel que juega el trabajo en la vida de las personas desde la Doctrina Social de la Iglesia, la vulnerabilidad de tantas personas que o no tienen trabajo o sus contratos no les permiten vivir con dignidad. Queremos que la Iglesia escuche su voz y se comprometa con su dolor. Y al mismo tiempo, como Iglesia, queremos llevarles la Buena Noticia de Jesucristo con nuestra cercanía, compromiso y nuestras acciones en favor de políticas que defiendan el bien común, el destino universal de los bienes, la solidaridad y contratos que permitan vivir en dignidad a las personas».

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El Día de la Iglesia Diocesana y la clausura del Jubileo de Madre Carmen, en Iglesia Noticia

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El Día de la Iglesia Diocesana y la entrevista con la Madre General de las Religiosas Franciscanas de los Sagrados Corazones con motivo de la clausura del Jubileo, entre los protagonistas del programa IGLESIA NOTICIA de este domingo. Aquí puedes escuchar el podcast.

Este domingo, IGLESIA NOTICIA:

  • te presenta a san Alberto Magno
  • te invita a vivir el Día de la Iglesia Diocesana
  • te lleva al Archivo HIstórico Diocesano
  • clausura el Jubileo de las religiosas fundadas por Madre Carmen, de la mano de su Madre General, Sor Joaquina
  • te recuerda la jornada de formación para el clero y los seglares del lunes
  • te invita a las jornadas organizadas por el CESET y ASE sobre empresa y doctrina social de la Iglesia
  • te lleva hasta la Patrona en la sección Victoria, Gloria a Ti
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Monseñor Saiz Meneses: «La Virgen de la Victoria nos guía por el camino de la fe y del amor, de la libertad y la convivencia»

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Monseñor Saiz Meneses: «La Virgen de la Victoria nos guía por el camino de la fe y del amor, de la libertad y la convivencia»

La Capilla de la Fábrica de Tabacos acogió la mañana de este domingo la celebración del tercer día del triduo en honor de María Santísima de la Victoria y Jubileo Circular de las XL Horas, organizada por la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Sagrada Columna y Azotes de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de la Victoria. La Eucaristía fue presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses.

El arzobispo hispalense recordó que “la devoción a la Virgen de la Victoria devoción tiene sus raíces en la conquista de la ciudad de Málaga por los Reyes Católicos. Esta conexión histórica se reflejó posteriormente en la estrecha vinculación de la Hermandad con la Casa Real Española. Esta devoción debe llevarnos a imitar la actitud de María Santísima, que supo aceptar a Jesucristo, comprometiendo su vida con Él desde la Encarnación hasta la Cruz”.

Don José Ángel dijo que “Ella estuvo presente en los primeros momentos de la Iglesia y lo sigue estando hoy para nosotros cómo modelo de la actitud cristiana y cómo Madre de la Iglesia, cuya cabeza es Jesucristo. En la imagen dolorosa de María Santísima de la Victoria contemplamos como se identificó con el dolor de su Divino Hijo para salvar a toda la Humanidad”.

Sobre esta devoción, el arzobispo hispalense añadió que “la Virgen de la Victoria nos guía por el camino de la fe y del amor, de la libertad y la convivencia, y nos ofrece un mensaje de fidelidad y de esperanza. En estos días recordaremos con gratitud los muchos dones que las personas, la Hermandad, las familias, las instituciones y la sociedad de Sevilla han recibido gracias a la intercesión de nuestra titular. El don del amor y la fidelidad, el tesoro de los hijos y la unidad familiar, la fortaleza y el consuelo en tiempos de sufrimiento, la paciencia en las tribulaciones, el gozo y perseverancia en el cumplimiento de las obligaciones de cada día”.

Testimonio, santidad y apostolado

El arzobispo de Sevilla reflexionó sobre la Virgen María, como testimonio, santidad y apostolado. “Ella es modelo de fe y de fortaleza. Ella también vivió contracorriente, y tuvo que pasar por la gran prueba de la muerte de su Hijo en la cruz. Ella nos ayuda a vivir con la libertad y la fortaleza necesarias para ser fieles a nuestras raíces cristianas, que a lo largo de estos días se han de reavivar. La devoción y el amor que profesamos a la Virgen de la Victoria tienen que ser un verdadero estímulo y una ayuda poderosa para responder a lo que Dios quiere de nosotros. Este es el momento de vivir nuestra vocación cristiana como una vocación para la fidelidad y el testimonio, para la santidad y el apostolado”.

Monseñor Saiz tuvo un especial recuerdo para José García Pastor, hermano mayor de Las Cigarreras y todos nuestros hermanos difuntos. Al término de la celebración eucarística, la hermandad le ha obsequiado un rosario y un cuadro de María Santísima de la Victoria.

Galería de la Eucaristía 

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Homilía en la Misa de Acción de Gracias por la beatificación del padre José Torres Padilla

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Homilía en la Misa de Acción de Gracias por la beatificación del padre José Torres Padilla

Homilía de Monseñor José Ángel Saiz Meneses en la Misa de Acción de Gracias por la beatificación del P. José Torres Padilla. Catedral de Sevilla, 10-11-24. Lecturas: Jer 1, 4-5.17-19; Sal 22; Gal 2, 18-21; Mt 5, 1-12.

El Evangelio que hemos escuchado presenta el primer gran discurso que el Señor dirige junto al Lago de Galilea a la multitud que le seguía. Comienza la predicación de su Reino señalando hacia la expectativa, hacia el objetivo principal que alberga el corazón humano: alcanzar una felicidad plena y duradera. Él anuncia y promete la felicidad, ciertamente, pero la sitúa donde el hombre no podía imaginar: proclama felices, dichosos, bienaventurados, a los pobres de espíritu, los afligidos, los misericordiosos, los que tienen hambre y sed de justicia, los limpios de corazón, los perseguidos, los humildes y sencillos que confían siempre en Dios. Las Bienaventuranzas son el camino para llegar a la alegría, a la felicidad, y, en definitiva, a la santidad. La práctica de las bienaventuranzas nos introduce en el sentido profundo de la vida, que sólo es posible descubrir desde la fe, desde la confianza absoluta en el Señor. El mejor comentario a este Evangelio de las Bienaventuranzas lo encontramos en la vida de los santos. Así se cumple en la vida del P. José Torres Padilla.

Jesús exhorta a sus discípulos a confiar en la providencia de Dios, en el amor del Padre celestial que conoce todas nuestras necesidades. Una confianza en la Providencia que no exime de la lucha, del sufrimiento, del trabajo, de las ocupaciones de una vida responsable, pero que libera de la ansiedad, del agobio, de la excesiva preocupación por las cuestiones materiales y también libra del miedo a las dificultades del presente y a la inquietud por el mañana. El Beato José Torres nació en San Sebastián de la Gomera, el 25 de agosto de 1811, siendo el tercero de cuatro hermanos. Fue bautizado pocos días después, el 31 de agosto. En el hogar familiar, el padre instruía a sus hijos sobre el camino a la salvación y la caridad con los necesitados. La madre encaminaba al pequeño José a no buscar otra cosa en la vida que cumplir la voluntad de Dios.

En el convento franciscano de los Santos Reyes de San Sebastián de la Gomera recibió su primera enseñanza escolar. Entre el 31 de marzo de 1821 y el 1 de abril fallecieron su madre y su padre. Su tía materna Paula Padilla Cabeza se hizo cargo de la educación y el cuidado de sus cuatro sobrinos. Recibió la confirmación el 3 de junio de 1827. En septiembre de ese mismo año fue a estudiar a San Cristóbal de La Laguna, en la isla de Tenerife. Continuó su formación en Valencia y Sevilla. El 27 de febrero de 1836 el cardenal Francisco Javier Cienfuegos Jovellanos le ordenó sacerdote, celebrando su primera misa el 8 de marzo. Ejerció su ministerio sacerdotal como profesor en el seminario conciliar de San Francisco Javier de Sanlúcar de Barrameda y en el seminario conciliar de San Isidoro y San Francisco Javier de Sevilla, adscrito a la parroquia de san Marcos, teólogo consultor del Concilio Vaticano I, canónigo de la Catedral de Sevilla y examinador sinodal.

Contemplamos a lo largo de su existencia una actitud de confianza serena, de fortaleza ante las pruebas, de paciencia en medio de las contrariedades. Su experiencia de la providencia de Dios le llevaba a reaccionar con sentido sobrenatural, a vencer las dificultades y a mantener una actitud de audacia, buscando en cada momento la voluntad de Dios. Así sucedió a la hora de superar los problemas para la fundación de la Compañía de la Cruz, cuando tuvo que afrontar junto a Santa Ángela muchas dificultades, y él le solía repetir: “Tú, quédate en tu nada que Dios lo hará todo”. En muchos momentos de su vida tuvo que sobreponerse a penalidades físicas y enfermedades y también a las más variadas incomprensiones. A pesar de todo, el amor y fidelidad a la Iglesia fueron siempre una constante en su trayectoria, así como la benevolencia con las personas que obstaculizaban el camino. El alimento de su confianza en Dios lo hallaba en la oración y la penitencia.

Nuestro Señor Jesucristo era el fundamento de su vida. Cristo era la roca, el cimiento que le daba consistencia y firmeza. La unión con Cristo le permitió superar las contrariedades e integrar su proyecto de vida desde una relación personal con el Señor. En los Apuntes íntimos de los Ejercicios Espirituales de julio de 1861 escribe: “Pedir constantemente a mi Señor la gracia de imitarle, y llevarle siempre en mi corazón, en mi alma y en todas las acciones”. Su existencia estuvo jalonada por el misterio de la cruz: nacido en una familia ejemplar, experimentó la cruda realidad de perder a sus padres a la edad de nueve años. Pero a lo largo del tiempo halló siempre la fuerza para cargar con la cruz desde su unión con Cristo, que se alimentaba en la oración. Su ideal era imitar al Maestro en su vida de sacrificio, pobreza y desprendimiento de todo lo terreno.

Era consciente de la presencia del Espíritu Santo en su vida como el Maestro interior que le enseñaba a penetrar en el misterio de Dios, de la historia, de la vida y del mundo; el Espíritu Santo que le proveía de la luz y la capacidad para enseñar las cosas de Dios, que le conducía interiormente para vivir como auténtico hijo de Dios; el Maestro que le enseñaba a orar, a entender las palabras de Jesús, que le llenaba de la fuerza necesaria para ser testigo de Cristo ante los hombres. Vivía un profundo amor y devoción a la Virgen María, como madre, como mediadora de todas las gracias, como intercesora por todos sus hijos, desde el cielo, junto a su Hijo Jesucristo. Alentaba a todos para que viviesen el amor y devoción a María. Rezaba diariamente el rosario y, cuando se desplazaba de un lugar a otro, iba recitando una y otra vez el Ave María.

El Beato José Torres fue un auténtico maestro y guía de almas. Su existencia irradiaba humildad, sobre todo en su relación con Dios. También era manso y humilde en la relación con los hermanos. Su recomendación a las Hermanas de la Cruz al respecto es ya un clásico: “No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera”. Duro y exigente consigo mismo y a la vez paciente y comprensivo con los demás. Su vida estuvo muy dedicada a la formación, a la predicación y al acompañamiento espiritual. Los alumnos le apreciaban por sus conocimientos y pedagogía, y, sobre todo, por su coherencia de vida. Fue nombrado consultor pontificio de la Comisión de Disciplina Eclesiástica del Concilio Vaticano I, en el cual participó.

El Señor le había concedido vida de oración intensa, ciencia, experiencia y penetración psicológica para conocer el corazón humano. Dedicaba incontables horas al ministerio de la reconciliación. Fue confesor y director espiritual de muchas personas en diversos lugares de España, haciendo gala de una gran capacidad de escucha, dedicándoles tiempo y energías, sabiéndolas acompañar, en su circunstancia y su historia, por caminos de santidad, con extraordinaria prudencia. En Sevilla se le llamaba popularmente el «Santero» porque tenía fama de santidad y porque introducía por el camino de la santidad a las personas que dirigía. Entre las almas que acompañó espiritualmente destaca santa Ángela de la Cruz, canonizada por san Juan Pablo II en 2003, con la que colaboró en la fundación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz.

Fue un verdadero Padre de los pobres, un modelo extraordinario de ministerio y vida sacerdotal también por su vivencia de la pobreza, que le llevó a despojarse de todo a favor de los pobres y los enfermos, “nuestros amos y señores”, como él los llamaba. No daba de lo que le sobraba, sino de lo necesario. Cuando cobraba su capellanía iba a las tiendas a pagar comestibles y ropas de personas necesitadas que estaban pendientes de pago. Procuró con amor de padre socorrerlos, aliviar sus sufrimientos y heridas. Compartía con santa Ángela el carisma de “hacerse pobre con los pobres para atraerlos a Cristo”. La contemplación de Cristo, que se ha hecho pobre para llenarnos de la riqueza de su salvación, le movía a vivir pobre como su Maestro. En su pobreza, en su humildad, en su debilidad, se manifestó la gracia y la fuerza de Cristo.

Vivía con todas las consecuencias su configuración con Jesucristo, las actitudes de Cristo Buen Pastor, la caridad pastoral cuya esencia es la donación total de la propia vida, la entrega hasta el extremo. Su caridad pastoral encontraba el alimento principal y la mejor expresión en la Eucaristía. La celebración de la Eucaristía era el fundamento y la cima de su vida sacerdotal, el misterio que llenaba su existencia, porque configurado a Cristo también le ofrecía su vida, que se iba transformando progresivamente. En la Eucaristía encontraba la fuerza que le llevaba a anunciar la Buena Nueva sin desfallecimiento, que le impulsaba a entregarse a los más pobres y necesitados sin reservas ni cálculos humanos.

La beatificación del Padre Torres proyecta una gran luz en la vida de nuestra archidiócesis, en la vida de la Iglesia y de la sociedad, por su ejemplo como persona, como cristiano y como sacerdote. Nos encomendamos a María Santísima, Virgen de los Reyes, Reina de los sacerdotes, a santa Ángela de la Cruz y santa María de la Purísima, y les pedimos que el ejemplo del Beato José Torres Padilla nos ayude para avanzar decididamente por el camino de la conversión y la santidad, de la humildad, de la oración, de la formación cristiana, del amor a los pobres y la transmisión de la fe a nuestros contemporáneos. Hoy pedimos también al Señor, por intercesión del nuevo Beato, la paz en el mundo, en tantos lugares en los que todavía hay guerra, violencia y destrucción; y pedimos por los fallecidos y damnificados a causa del temporal que ha azotado buena parte de España, especialmente Valencia. Nos ponemos en la situación de lo que el Padre Torres haría en circunstancias semejantes y actuamos con su mismo corazón sacerdotal. Así sea.

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Mons. Zornoza reconoce la vocación de cuatro fieles con nuestra iglesia diocesana

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La Catedral de Cádiz ha acogido este mediodía la celebración del Día de la Iglesia Diocesana. En este día en el que se pone de manifiesto cómo se gestiona y financia la Iglesia y a qué se destina el dinero que se recauda, tanto de manera directa: donativos, aportaciones… como de manera indirecta, a través de la “x” de la Declaración de la Renta, el obispo diocesano, Mons. Rafael Zornoza, ha hecho entrega de cuatro nuevas medallas Pro Ecclesia Gadicense et Septense.

Esta distinción, que se presentó en el marco del Año Jubilar por el 750 Aniversario del Traslado de la Sede de Medina Sidonia a Cádiz y el 600 de la creación de la diócesis de Ceuta, reconocen la dedicación de personas de nuestra diócesis en favor de la Iglesia en ámbitos como la cooperación en la misión evangelizadora, la atención a la comunidad parroquial, la caridad o el desarrollo de iniciativas pastorales.

Esta edición del Día de la Iglesia Diocesana, que lleva por lema ¿Y si lo que buscas está en tu interior?, gira en torno a las vocaciones, en sintonía con el Congreso Nacional de Vocaciones que se va a celebrar en Madrid del 7 al 9 de febrero. Este encuentro quiere ser una “gran fiesta” de la Iglesia para avivar el deseo y la necesidad de las vocaciones. Así, el Día de la Iglesia Diocesana invita a buscar “en tu interior” para descubrir “el plan que Dios tiene para ti”. Porque “todos queremos encontrar la felicidad en nuestra vida, pero a veces buscamos en el lugar equivocado”. Responder a la “llamada” resulta «transformador e invita a vivir con autenticidad, compromiso y plenitud”.

De esta manera, han recibido este galardón, de manos del obispo diocesano: Salvador Tejonero Mateo, María del Rosario Alcedo Ternero, Andrés Márquez Fernández y Miguel Ángel García Mercado.

Durante la ceremonia, Mons. Zornoza aseguró que esta distinción “agradece mínimamente unos servicios que son de toda la vida y que en este Día de la Iglesia Diocesana tienen una significación más relevante y más testimoniales. El Señor nos anima a vivir en ese desprendimiento de uno mismo para poder llenarnos de Dios y para poder darnos a los demás. Esa entrega supone asociarse a Jesús, cuando nos unimos al Señor, cuando dejamos que el Señor entre en nuestro corazón”.

Por otro lado, en este Día de la Iglesia Diocesana, haciendo referencia al lema de esta jornada el prelado recordó que “no podría haber vida diocesana, ni vida cristiana, ni comunidad, ni Iglesia Universal… si no fuera porque hemos escuchado la llamada del Señor a seguirle. Su llamada cada día nos invita a ser santos, nos invita a buscar cuál es la voluntad de Dios y que espera el Señor de mí dentro de la Iglesia”.

Perfil de los galardonados: 

Salvador Tejonero Mateo

Salvador Tejonero Mateo nació el 22 de julio de 1937 en la localidad gaditana de Vejer de la Frontera. Desde joven, su vida estuvo marcada por el compromiso, la vocación y el servicio a los demás. En 1953, a los dieciséis años, se trasladó a Puerto Real, municipio en el que ha vivido desde entonces y donde ha desarrollado una destacada trayectoria.

En 1958 concluyó la carrera de Magisterio, comenzando una carrera docente que se prolongaría durante cuarenta y tres años, dedicada íntegramente a la educación de varias generaciones de puertorrealeños. Su primer destino fue la antigua Escuela de La Jarcia, donde impartió clases durante un curso. Posteriormente, enseñó durante trece años en la antigua Barriada de Matagorda, antes de establecerse en el Patronato de La Salle, donde permaneció veintinueve años hasta su jubilación. Su labor educativa se caracterizó por la dedicación y el respeto, ganándose el cariño y la admiración de los alumnos.

En 1960, contrajo matrimonio con María Álvarez Hidalgo, cuya influencia fue determinante en su vida, especialmente en el ámbito musical, una de sus grandes pasiones. De esta unión nacieron tres hijos: María del Carmen, María del Pilar y Salvador.

La música ha sido uno de los ejes fundamentales en su vida. Desde su llegada a Puerto Real, Salvador ha colaborado activamente con diversos coros parroquiales. Desde 1956, su presencia en la Iglesia Mayor Prioral de San Sebastián ha sido constante, contribuyendo con su voz y talento musical en la mayoría de los actos litúrgicos. Para Salvador la música no solo es un arte, sino una forma de expresar su profunda fe religiosa.

En la década de los setenta, mientras seguía desempeñándose como maestro, Salvador decidió continuar su formación académica y comenzó la carrera de Filosofía y Letras, en la especialidad de Filología Hispánica. Tras años de esfuerzo y dedicación, culminó sus estudios en 1982, formando parte de la primera promoción en la historia de la institución que ofrecía dicha carrera.

A lo largo de su vida, Salvador ha sido un hombre profundamente religioso, con una devoción inquebrantable hacia la Eucaristía y la Virgen María. Ha sentido un especial fervor por las advocaciones de Nuestra Señora de la Oliva, patrona de su Vejer, y Nuestra Señora de Lourdes, patrona de Puerto Real. Estos pilares espirituales han guiado su vida, y su fe se ha reflejado en cada una de sus acciones.

Su compromiso con el mundo cofrade de Puerto Real ha sido notable. Entre el año 1998 y 2000 ejerció el cargo de Presidente de la Junta Gestora de la Venerable Hermandad Sacramental y Real Cofradía de Penitencia de Nuestra Señora de la Soledad, Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y San Francisco de Paula. Durante su mandato trabajó incansablemente para fortalecer los lazos entre la comunidad cofrade y la Iglesia, mostrando siempre una actitud servicial y generosa hacia las Hermandades y Cofradías.

Además de ser reconocido por su labor docente y su compromiso religioso, Salvador es admirado por su carácter humilde, cercano y empático. Siempre coherente con sus principios y convicciones ha sido un referente para todos aquellos que lo conocen, tanto en el ámbito personal como profesional.

El 5 de diciembre de 2023, en reconocimiento a toda una vida de entrega al servicio de la comunidad puertorrealeña y a la Santa Madre Iglesia, recibió el galardón «Ángel Cartier» en su XXVI edición. Esta distinción, otorgada por el mundo cofrade de Puerto Real, es un testimonio de su inagotable labor a favor de las Hermandades y Cofradías locales, así como de su participación activa en la vida litúrgica de la Iglesia.

Hoy, Salvador Tejonero Mateo sigue siendo un pilar fundamental en la comunidad de Puerto Real, donde continúa compartiendo su amor por la música, su fe y su compromiso con los demás.

María del Rosario Alcedo Ternero

María del Rosario Alcedo Ternero, Charo, nació en Cádiz el año de 1941. Fue bautizada en la Parroquia de La Palma. Recibió su primera Comunión a los 6 años y, a los 10, fue confirmada por el Obispo Mons. Tomás Gutiérrez Díez.

Cursó primaria y bachillerato en el colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón. A su salida del colegio hizo cursos de Farmacia, Laboratorio y Enfermería. En 1977 se matriculó en la Escuela de Enfermería Salus Infirmorum, donde se afianzó aún más su inclinación al mundo del cuidado de los enfermos y de los ancianos en soledad. Esa vocación la había llevado a colaborar, desde 1960, como voluntaria de la Residencia de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres, hasta que las religiosas cerraron la casa y se marcharon de Cádiz. En aquel Hogar de Ancianos, Charo ayudaba en la enfermería, donde cuidó a muchos enfermos hasta el final de sus días. Dios la preparaba así para su futuro profesional y familiar. En su faceta profesional, obtuvo, por oposición, una plaza de funcionaria de la Diputación, donde ejerció hasta su jubilación en 2006.

Uno de los principales rasgos de la fisonomía espiritual de Charo ha sido su profundo amor a la Iglesia, de la que siempre se ha sentido parte activa. En su juventud participó en grupos de vida cristiana, que se reunían asiduamente para profundizar en su formación para una vida cristiana, participando en cursos, retiros, ejercicios espirituales anuales, visita de enfermos, adoración eucarística, etc. A partir de 1982 se incorporó activamente a su Parroquia de Santo Tomás de Aquino. Allí colaboró en el coro parroquial, en los grupos de Liturgia y Oración, y en el Consejo Parroquial. Como representante de la Parroquia, formó parte de la Asamblea del Sínodo diocesano del año 2000.

Otro de los rasgos de la espiritualidad de Charo es su amor a la Virgen. Recibió su primera Comunión en la Iglesia de Santo Domingo, a los pies de la Patrona de Cádiz, y el 8 de diciembre de 1956, se consagró a la Stma. Virgen, en la Congregación Mariana de su Colegio, vínculo que nunca ha roto.

Desde el año 2000, las sucesivas enfermedades invalidantes de sus tres hermanos sacerdotes, José María, Jesús y Antonio, la obligaron a dejar a un lado su intensa actividad apostólica para dedicarse por entero al cuidado de sus hermanos, de modo que su hogar quedó transformado en una verdadera enfermería. Así, Charo ha vivido el último cuarto de siglo íntegramente consagrada al cuidado de sus hermanos, dándonos a todos un admirable ejemplo de caridad, fortaleza, constancia y abnegación cristiana.

Miguel Ángel García Mercado 

Miguel Ángel García Mercado nació en 1964 en Cádiz. Está casado y es padre de 7 hijos.

Se doctoró en Filosofía por la Universidad de Sevilla, y es Licenciado en Teología por la Universidad de Navarra. Ha ejercido como profesor de Enseñanza Secundaria en la educación pública por oposición desde 1989. Ha sido Catedrático de Filosofía desde el año 2000, y ha ocupado cargos directivos en diversos centros docentes de la Bahía, siendo director del IES La Caleta y del Colegio Guadalete. Es profesor asociado de la Universidad Nacional a Distancia con la venia docendi por oposición pública (2012). En la actualidad está jubilado de la docencia pública.

Miguel Ángel García Mercado ha escrito más de 30 libros (en solitario o en colaboración), ha publicado 62 artículos, ha participado en más de 560 conferencias o mesas redondas sobre temas docentes, morales y pedagógicos, y tiene en su haber más de 2.300 horas certificadas de formación en temas pedagógicos y morales.

A pesar de su jubilación de la docencia pública, sigue activo, a nivel diocesano, en la enseñanza de la teología como profesor del Seminario San Bartolomé de Cádiz y del Instituto de Teología a Distancia, dependiente de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid. También ejerce como director de Estudios del Seminario, y , desde hace 9 años, coordina las actividades docentes del Instituto de Formación para laicos, siendo profesor en sus diversas secciones.

Es orientador familiar y también colabora muy activamente en la formación cristiana de los cofrades de nuestra diócesis, contribuyendo decisivamente a que varios centenares de cofrades de nuestra Iglesia de Cádiz y Ceuta hayan alcanzado un nivel básico de formación doctrinal. También ha organizado actividades de formación en diversas comunidades parroquiales de la ciudad de Cádiz.

Miguel Ángel destaca por su brillantez intelectual y pedagógica, que sabe compaginar con una gran humildad y caballerosidad. Es un hombre trabajador infatigable, de recia vida de piedad, y adornado con un gran amor a la Iglesia. Su aportación a la formación intelectual y teológica de seminaristas y seglares ha sido y sigue siendo sencillamente incomparable.

Andrés Márquez Fernández 

Andrés Márquez Fernández nació en 1936 en San Fernando, donde reside en la actualidad. Está casado y es padre de 4 hijos, de los que viven tres.

Ha sido Técnico de Organización de la Empresa Nacional Bazán, de San Fernando. En la actualidad está jubilado. También cursó los estudios de Ciencias Religiosas. Y está instituido en los ministerios de Lector y Acólito.

Durante muchos años estuvo vinculado a la parroquia del Santo Cristo de San Fernando, donde ejerció los ministerios de director de la Caritas Parroquial (1975-1985) y catequista de adultos (1984-1991).

En 1978 se incorporó a la Primera Comunidad Neocatecumenal de la parroquia del Santo Cristo, hasta 1991 en que dicha comunidad quedó integrada en la Primera Comunidad de San Pedro y San Pablo.

Ya en la Iglesia Mayor de San Fernando, ha colaborado de forma activa y fidelísima como administrador de la Parroquia (1994-2022), catequista de adultos (1991-1995), y catequista de preparación al sacramento del Bautismo (1996-2016).

Andrés ha sido un padre de familia ejemplar y un generoso servidor de la comunidad cristiana.

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Monseñor Saiz Meneses: “El beato Torres Padilla vivía con todas las consecuencias su configuración con Jesucristo”

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Monseñor Saiz Meneses: “El beato Torres Padilla vivía con todas las consecuencias su configuración con Jesucristo”

La Catedral de Sevilla acogió la mañana de este domingo la Eucaristía de acción de gracias por la beatificación del padre José Torres Padilla. La misa ha sido presidida por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Durante su homilía, monseñor Saiz dijo que la beatificación del padre Torres proyecta una gran luz en la vida de la Archidiócesis, de la Iglesia y de la sociedad, por su ejemplo como persona, como cristiano y como sacerdote.

Semblanza del nuevo beato

Don José Ángel recordó que el padre Torres, cofundador de la Compañía de la Cruz recibió en el convento franciscano de los Santos Reyes de San Sebastián de la Gomera su primera enseñanza escolar. Recibió la confirmación el 3 de junio de 1827. En septiembre de ese mismo año fue a estudiar a San Cristóbal de La Laguna, en la isla de Tenerife. Continuó su formación en Valencia y Sevilla. El 27 de febrero de 1836 el cardenal Francisco Javier Cienfuegos Jovellanos le ordenó sacerdote, celebrando su primera misa el 8 de marzo. Ejerció su ministerio sacerdotal como profesor en el seminario conciliar de San Francisco Javier de Sanlúcar de Barrameda y en el seminario conciliar de San Isidoro y San Francisco Javier de Sevilla, adscrito a la parroquia de san Marcos, teólogo consultor del Concilio Vaticano I, canónigo de la Catedral de Sevilla y examinador sinodal.

“Tú, quédate en tu nada que Dios lo hará todo”

Sobre su vida de santidad, el arzobispo hispalense resaltó que “contemplamos a lo largo de su existencia una actitud de confianza serena, de fortaleza ante las pruebas, de paciencia en las contrariedades. Su experiencia de la providencia de Dios le llevaba a reaccionar siempre con sentido sobrenatural, a vencer las dificultades y a mantener una actitud de audacia, buscando en cada momento la voluntad de Dios. Así sucedió a la hora de superar los problemas para la fundación de la Compañía de la Cruz, cuando tuvo que afrontar junto a santa Ángela muchas dificultades, y él le solía repetir: ‘Tú, quédate en tu nada que Dios lo hará todo’. En muchos momentos de su vida tuvo que sobreponerse a penalidades físicas y enfermedades y también a las más variadas incomprensiones. A pesar de todo, el amor y fidelidad a la Iglesia fueron siempre una constante en su trayectoria, así como la benevolencia con las personas que obstaculizaban el camino. El alimento de su confianza en Dios lo hallaba en la oración y la penitencia”.

Monseñor Saiz Meneses subrayó que “Nuestro Señor Jesucristo era el fundamento de su vida. Cristo era la roca, el cimiento que le daba consistencia y firmeza. La unión con Cristo le permitió superar las contrariedades e integrar su proyecto de vida desde una relación personal con el Señor”. Así, “a lo largo del tiempo halló siempre la fuerza para cargar con la cruz desde su unión con Cristo, que se alimentaba en la oración. Su ideal era imitar al Maestro en su vida de sacrificio, pobreza y desprendimiento de todo lo terreno. Era consciente de la presencia del Espíritu Santo en su vida como el Maestro interior que le enseñaba a penetrar en el misterio de Dios, de la historia, de la vida y del mundo”.

El padre Torres también “vivía un profundo amor y devoción a la Virgen María, como madre, como mediadora de todas las gracias, como intercesora por todos sus hijos, desde el cielo, junto a su Hijo Jesucristo. Alentaba a todos para que viviesen el amor y devoción a María. Rezaba diariamente el rosario y, cuando se desplazaba de un lugar a otro, iba recitando una y otra vez el Ave María”.

En definitiva, “el beato José Torres fue un auténtico maestro y guía de almas. Su existencia irradiaba humildad, sobre todo en su relación con Dios. También era manso y humilde en la relación con los hermanos. Su recomendación a las hermanas de la Cruz al respecto es ya un clásico de espiritualidad: ‘No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera’. Fue un verdadero Padre de los pobres, un modelo extraordinario de ministerio y vida sacerdotal también por su vivencia de la pobreza, que le llevó a despojarse de todo a favor de los pobres y los enfermos. Vivía con todas las consecuencias su configuración con Jesucristo, las actitudes de Cristo Buen Pastor, la caridad pastoral cuya esencia es la donación total de la propia vida, la entrega hasta el extremo”.

Al término de su alocución, monseñor Saiz Meneses pidió encomendarnos a la Santísima Virgen María.  “Nos encomendamos a María Santísima, Virgen de los Reyes, Reina de los Sacerdotes, a santa Ángela de la Cruz y santa María de la Purísima, y les pedimos que el ejemplo del beato José Torres Padilla nos ayude para avanzar decididamente por el camino de la conversión y la santidad, de la humildad, de la oración, de la formación cristiana, del amor a los pobres y la transmisión de la fe a nuestros contemporáneos”.

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