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Manos Unidas de Guadix presenta sus actividades solidarias de Navidad

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Manos Unidas de Guadix presenta sus actividades solidarias de Navidad

Manos Unidas de la diócesis de Guadix presenta las actividades que ha organizado para este mes de diciembre, en torno a la Navidad. Son actividades que van a tener carácter solidario, para ayudar en el proyecto que Manos Unidas de Guadix tiene comprometido en África, o ayudan a tomar una mayor concienciación. Algunas de estas actividades se organizan en colaboración con otras instituciones diocesanas o de la ciudad.

Estas son las propuestas que nos hace Manos Unidas para el mes de diciembre

* Mercadillo Solidario: del 4 de diciembre al 5 de enero ( de 11-13,30h y de 17-20h).

* Conferencia de la psicóloga educativa Amaya Prado Piña, con el título “¿puede una máquina tener empatía? La Inteligencia Artificial y el acompañamiento humano”, el día 11 de diciembre, en Liceo Accitano, a las 19,00 h.

* Concierto de Navidad con la participación del coro Accichorus, Coro Santa Cecilia de Granada y el guitarrista Juan Carlos, de Guadix, el 22 de diciembre, en el Teatro Mira de Amescua.

* Las Velas de Adviento que Manos Unidas enciende en distintas parroquias de #Guadix en las 4 semanas de este tiempo litúrgico que nos prepara para la Navidad. La 1ª fue en Cristo Redentor, la 2ª en el Sagrado Corazón de la Estación, la 3ª será en Nuestra Señora de Fátima y la 4ª en el Sagrario.

Todas estas actividades están enfocadas a la consecución del proyecto de este año destinado a la ayuda de mujeres madres que van a dar a luz o en los primeros momentos del nacimiento de sus hijos, para mejorar sus condiciones sanitarias y de esperanza de vida, beneficiándose de un pequeño centro materno-infantil en Lisaka, República Democrática del Congo.

Se hace un llamamiento desde Manos Unidas Guadix a la reflexión y solidaridad en un tiempo en el que ‘Compartir es y será nuestra mayor riqueza’, para con los que más lo necesitan.

Manos Unidas. Guadix

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Santa Eulalia de Mérida

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Santa Eulalia de Mérida

santa-eulalia-680Eulalia, de esclarecido linaje por su nacimiento, «pero más todavía por la condición de su muerte», nació en Mérida, la famosa ciudad antigua de los vetones, a fines del siglo III.

En aquellos días la colonia Augusta Emérita, que debía sus nombres a los eméritos, o soldados jubilados de la guerra contra los cántabros, y a Augusto, que para ellos la fundó el año 25 antes de Jesucristo con la categoría de capital de la Lusitania, era una de las ciudades más importantes de la Península Ibérica.

Plácidamente asentada en una vega regada por el río Anas —nuestro Guadiana—, por el que subían y bajaban constantemente las naves de los mercaderes y traficantes orientales, que internaban en la Península sus mercancías a cambio de las riquezas naturales del suelo hispano, Mérida se convirtió poco a poco en una ciudad cosmopolita donde convivían y alternaban romanos y griegos, indígenas y orientales; la prosperidad y floreciente vida comercial, la grandeza y magnificencia de sus templos y edificios públicos y privados, bien le merecieron el apelativo de la Roma de España.

Pues bien: esta esclarecida ciudad romano-hispana, que debió de ser de las primeras de nuestra Península que vió brillar la luz del Evangelio, iba a inmortalizar su nombre a principios del siglo IV, al ser la patria terrena de una de las mártires más famosas del cristianismo: Eulalia.

Doce años había cumplido cuando sufrió, intrépida, su martirio. Mas ya antes había manifestado cuál era su vocación: aspirar al cielo y guardar intacta su virginidad. En efecto, contra lo que suele acontecer, desdeñó muy pronto las muñecas y otros juguetes con que suelen divertirse las niñas de poca edad: despreciaba las joyas y aderezos femeninos; era seriecita de cara, modesta en el andar, y en sus costurnbres infantiles reflejaba la gravedad de los ancianos.

Pero cuando la cruel persecución conmovió a los siervos del Señor, obligando a los cristianos a ofrecer incienso y sacrificar víctimas a los dioses, se enardeció el espíritu de Eulalia, y así, con su intrépido carácter y suspirando en su corazón por la gloria de Dios, se dispuso a desafiar las armas de los hombres,

Mas he aquí que sus padres, que conocían muy bien la animosidad de Eulalia, procuraron alejarla solícitamente de la ciudad, llevándola a una casa de campo apartada, no fuera caso que la valerosa muchacha quisiera comprar a precio de sangre su amor a la muerte.

Pero una noche, cuando por nerviosa no podía conciliar el sueño, agobiada por la triste situación de aquel retiro obligado, sin que nadie la viera, protegida por la oscuridad, abrió sigilosamente las puertas de su casa, franqueó los portones de la cerca y, fugitiva, emprendió su camino a campo traviesa. Con paso diligente recorrió en aquella oscura noche las varias millas que la separaban de la ciudad, acompañada en aquellos caminos llenos de abrojos y zarzales por una luminosa comitiva angélica, no de otro modo que el pueblo de Dios guiado por una columna de luz en el desierto.

De madrugada, antes de la salida del sol, llegó a la ciudad, y, valerosa, se presentó ante el tribunal, en medio de cuyos lictores vociferó a los magistrados: «Decidme, ¿qué furia es esa que os mueve a hacer perder las almas, a adorar a los ídolos y negar al Dios criador de todas las cosas? Si buscáis cristianos, aquí me tenéis a mí: soy enemiga de vuestros dioses y estoy dispuesta a pisotearlos; con la boca y el corazón confieso al Dios verdadero. Isis, Apolo, Venus y aun el mismo Maximiliano son nada: aquéllos porque son obra de la mano de los hombres, éste porque adora a cosas hechas con las manos. No te detengas, pues, sayón; quema, corta, divide estos mis miembros; es cosa fácil romper un vaso frágil, pero mi alma no morirá, por más acerbo que sea el dolor»,

Airado sobremanera el pretor al oír tales requerimientos, ordenó furioso: «Lictor, apresa esta temeraria y cúbrela de suplicios para que así sepa que hay dioses patrios y que no es cosa baladí la autoridad del que manda», Pero inmediatamente, como volviendo sobre sí, dijo el pretor a Eulalia: «Mas, antes de que mueras, atrevida rapazuela, quiero convencerte de tu locura en lo que me es posible. Mira cuántos goces puedes disfrutar, qué honor puedes recibir de un matrimonio digno. Tu casa, deshecha en lágrimas, te reclama: gimiendo estará la angustiada nobleza de tus padres, puesto que vas a caer, tan tiernecita, en vísperas de esponsales y de bodas. ¿O es que no te importan las pompas doradas de un lecho ni el venerable amor de tus ancianos padres, a quienes con tu obstinada temeridad vas a quitar la vida? Mira, ahí están preparados los instrumentos del suplicio: o te cortarán la cabeza con la espada, o te despedazarán las fieras, o se te echará al fuego, y los tuyos te llorarán con grandes lamentos, mientras tú te revolverás entre tus propias cenizas. ¿Qué te cuesta, di, evitar todo esto? Con que toques tan sólo con la punta de tus dedos un poco de sal y un poquito de incienso, quedarás perdonada».

Pero Eulalia nada respondió, sino que, arrebatada de indignación, escupió al rostro del pretor, arrojó al suelo los ídolos que tenía delante de sí, y de un puntapié echó a rodar la torta sacrifical puesta sobre los incensarios.

Inmediatamente dos verdugos se aprestaron a desgarrar sus tiernos pechos y los garfios abrieron sus virginales costados hasta llegar a los huesos, mientras Eulalia tranquilamente contaba sus heridas.

Al contemplar aquella carnicería, Eulalia decía al Señor sin lágrimas ni sollozos: «He aquí que escriben tu nombre en mi cuerpo. ¡Cuán agradable es leer estas letras, que señalan, oh Cristo, tus victorias! La misma púrpura de mi sangre exprimida habla de tu santo nombre».

Y tan abstraída estaba la mártir en su oración, que el dolor atroz que debían causarle aquellos tormentos pasaba totalmente desapercibido, a pesar de que sus miembros, regados con tierna sangre, bañaban de continuo la piel con nuevos borboteos calientes.

Ante aquella intrepidez, los esbirros se dispusieron a aplicarla el último tormento; mas no se contentaron con propinarla azotes que la desgarraran fieramente la piel, que sería poco, sino que la aplicaron por todas partes, al estómago, a los flancos, hachones encendidos. Pero, así que la perfumada cabellera que se deslizaba ondulante por el cuello y se desparramaba suelta por los hombros para cubrir la pudibunda castidad y la gracia virginal de la mártir tocó el chisporroteo de las teas, la llama crepitante voló sobre su rostro, nutriéndose con la abundosa cabellera, y la envolvió por completo. Y la virgen, deseosa de morir, se inclinó hacia la llamarada y la sorbió con su boca,

Y, ¡oh maravilla!, he aquí que de su boca salió, rauda, una paloma más blanca que la nieve, que, hendiendo el espacio, tomó el camino de las estrellas: era el alma de Eulalia, blanca y dulce como la leche, ágil e incontaminada. Así lo vieron estupefactos y dieron de ello testimonio el verdugo y el mismo lictor al huir aterrorizados y arrepentidos. La Virgen torció delicadamente el cuello a la salida del alma; apagóse el fuego de la hoguera, y, por fin. quedaron en paz los restos exánimes de la mártir. Todo esto acaeció un día 10 de diciembre.

El cielo cuidó en seguida de velar por el tierno cuerpo de aquella virgen y rendirle las debidas honras fúnebres, porque al punto cayó una nevada que cubrió el foro, y en él el cuerpecito de Eulalia, que yacía abandonado en la helada intemperie como para protegerlo con una grácil mantilla blanca.

Tal es la primorosa descripción que nos dejó Prudencio del martirio de Eulalia de Mérida, en admirable coincidencia con las actas que sobre estas mismas hazañas escribiera un testimonio ocular. ¡Cuán distinto es el sabor y cuán lejos de la realidad histórica están otras «vidas» de la Santa emeritense!

Sigilosamente se aprestarían los cristianos de Mérida a rescatar las preciosas reliquias de aquella intrépida niña que con su muerte acababa de dar tan espléndido testimonio de la fe. Embalsamarían delicadamente su cuerpo y le darían sepultura precisamente en aquel mismo lugar donde pasada la tremenda borrasca de la persecución, se levantó una espléndida basílica, cuyo mármol bruñido -según testimonio de Prudencio, que la vió- iluminaba con cegadores resplandores sus atrios, donde los resplandecientes techos brillaba,n con áureos artesonados y los pavimentos de mármol jaspeados daban al peregrino la sensación de pasear en un prado en que se entremezclaban y combinaban las rosas con las demás flores. Y con un lirismo exultante termina el poeta su descripción: «Fuera las lágrimas dulzonas y melindrosas… Cortad, vírgenes y donceles, purpúreas amapolas, segad los encendidos azafranes: no carece de ellos el invierno fecundo, pues el aura tépida despierta los campos para llenar de flores los canastillos. Ofreced, ¡oh jóvenes!, estos presentes, que yo, en medio del corro también quiero llevar una corona en estrofas de poesía, vil y ajada, pero alegre y festiva. Así conviene venerar los huesos que yacen bajo el altar; ella mientras tanto, a los pies de Dios, ve todo esto e intercede, benévola, por nosotros».

(Fuente: http://www.mercaba.org/)

La entrada Santa Eulalia de Mérida apareció primero en Diócesis de Córdoba. Ver este artículo en la web de la diócesis

Mons. Satué: «Adviento es preparar el corazón para un gran encuentro»

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El obispo de Málaga, Mons. Satué Huerto, reflexiona sobre el tiempo preparatorio para la Navidad en el programa de Canal Sur Radio «Palabras para la vida».

Aquí se puede escuchar el podcast del programa

«Palabras para la vida» es un programa de las diócesis andaluzas que ofrece cada día una reflexión iluminada por la fe en Cristo resucitado. El segundo domingo de Adviento contó con el testimonio del obispo de Málaga, Mons. Satué, quien afirmaba que celebrar el Adviento y la Navidad sin mirar a los más pobres es totalmente una hipocresía porque «Dios viene, sobre todo, a través de las personas que lo necesitan». Y es que, el Adviento es un tiempo para «preparar el corazón para un gran encuentro». 

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El arciprestazgo de San Cayetano ofrece una serie de retiros de Adviento abiertos a todos

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En este Adviento se celebran retiros en las parroquias de San Fernando, Santa María Goretti, Santa Inés y San Ramón Nonato, parroquias del arciprestazgo de San Cayetano, en la capital malagueña. El pasado día 6 tuvo lugar en Santa Rosa de Lima.

En las parroquias de Santa María Goretti y San Fernando, los retiros tienen lugar el 13 de diciembre, y comienzan a las 10.00 horas para terminar a las 13.00 horas. 

En San Ramón Nonato, también el 13 de diciembre, y comienza a las 16.00 para terminar a las 20.00 horas.

En Santa Inés, será el 20 de diciembre, de 10.00 a 13.00 horas. 

Los distintos retiros comenzarán con una oración, a la que seguirá una meditación para prepararse interiormente para vivir el nacimiento del Hijo de Dios en Navidad. Ofrecerán la posibilidad de confesarse a aquellos que quieran hacerlo.

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Chocolatada Navideña en Santa Inés

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Los jóvenes de la comunidad parroquial de Santa Inés organizan este Adviento una tarde de convivencia festiva previa a la Navidad, con bendición del Belén parroquial, actuación del Belén viviente y chocolatada. La cita es el 13 de diciembre de 17.00 a 19.00 horas en la parroquia.

La comunidad parroquial de Santa Inés, encabezada por el grupo joven, se ha volcado en la preparación de este encuentro, en el que habrá chocolate caliente, bizcochos, varios sorteos con premios de cestas de Navidad, una actuación de Belén viviente y muchas más sorpresas. 

Se invita a todos a colabora aportando un bizcocho y participando para contribuir así a financiar las actividades de verano de los grupos de infancia y juventud de la parroquia. 

Esta iniciativa viene a completar la ya impulsada por la Cáritas de la parroquía, que celebró una merienda fraterna el día 8, a las 17.00 de la tarde, junto a las familias que acompañan en sus distintas circunstancias.

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Se inaugura el año jubilar de San Juan de la Cruz

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El 14 de diciembre celebramos la fiesta de san Juan de la Cruz, cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos junto a santa Teresa de Jesús. Patrono de los poetas y escritores españoles, su obra se considera el culmen de nuestra mística.

La reforma del Carmelo le supuso duras pruebas y dificultades para ver a Dios en medio de las tribulaciones, experiencia que dejó reflejada en oraciones bellísimas como la que acompaña este texto, su famosa “Llama de amor viva”.

Este año, en la víspera de su fiesta, se inaugurará en la iglesia segoviana donde reposan sus restos el Año Jubilar Sanjuanista convocado con motivo del tercer centenario de su canonización y los 100 años de su proclamación como doctor de la Iglesia. Al día siguiente se abrirá la puerta santa en Fontiveros, localidad natal del santo, coincidiendo con la fecha de su nacimiento. La clausura oficial será en Úbeda, ciudad donde murió, el 26 de diciembre de 2026.

En Málaga, la apertura solemne del año jubilar tendrá lugar en la parroquia de Stella Maris, en la Alameda Principal, en la que sirve una comunidad de carmelitas descalzos, en la Eucaristía de las 19.30 horas. En nuestra diócesis contamos, además, con una parroquia dedicada a él, en la barriada malagueña de El Palo.

Cartel del Jubileo de San Juan de la Cruz
Cartel del Jubileo de San Juan de la Cruz

LLAMA DE AMOR VIVA

¡Oh llama de amor viva,

que tiernamente hieres

de mi alma en el más profundo centro!

Pues ya no eres esquiva,

acaba ya, si quieres;

¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡Oh regalada llaga!

¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,

que a vida eterna sabe,

y toda deuda paga!

Matando, muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego,

en cuyos resplandores

las profundas cavernas del sentido,

que estaba oscuro y ciego,

con extraños primores

calor y luz dan junto a su Querido!

¡Cuán manso y amoroso

recuerdas en mi seno,

donde secretamente solo moras

y en tu aspirar sabroso,

de bien y gloria lleno,

cuán delicadamente me enamoras!

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Un cielo de madera

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Una de las mejores joyas que guarda el pequeño museo catedralicio no se encuentra precisamente contenida en alguno de los expositores de la sala. Para descubrirla, solo basta alzar la mirada y observarla con detenimiento.

Se trata del precioso artesonado mudéjar que ennoblece por entero el techo de la estancia, obra ejecutada con toda maestría y primor a comienzos del siglo XVI. 

Esta muestra de la labor conocida como carpintería de lo blanco es la mejor muestra del trasvase cultural que se dio por aquella época inmediata a la conquista castellana, cuando los repobladores cristianos se valieron del conocimiento y la pericia técnica de la población musulmana. Esta artística cubierta, toda ella de madera ensamblada, es el resultado de un sofisticado trabajo artesano donde casetones, patrones geométricos y lacería no solo cumplen una función meramente arquitectónica, sino que crean un conjunto de alto valor estético.

La estancia que alberga el artesonado fue, desde la posguerra hasta la segunda mitad de la década de los noventa del pasado siglo, la sala capitular donde los canónigos se reunían para tomar los acuerdos inherentes al gobierno de la Catedral. La misma comprendía una pequeña capilla delimitada por una celosía de madera con un altar pintado presidido por la imagen de la Inmaculada. En la actualidad, el ara se encuentra depositada en la capilla de la Inmaculada y la imagen en la del Pilar. Los demás elementos desaparecieron.

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Cristo es la fuente

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Una de las pinturas del museo de la Catedral que más llama la atención a quienes la contemplan es la titulada como La Fuente de la Vida. Se trata de una composición alegórica que centra la imagen de Cristo clavado a un madero en forma de tau.

Esta iconografía fue difundida por san Francisco que asoció la última letra del alfabeto hebreo a la cruz como recuerdo del día postrero y signo de salvación ya presagiado por el profeta Ezequiel (9,4): «El Señor le dijo: Pasa a la ciudad de Jerusalén y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen a causa de las abominaciones» .

El Crucificado tiene como base una pila que embalsa la sangre que brota de sus heridas. En su borde, tras la cruz, unos ángeles sostienen un tarjetón que expresa en latín: «Estos son los que vienen de la gran tribulación y han lavado sus vestiduras y la han blanqueado en la sangre del Cordero» (Apocalipsis, 7,14).

Al pie de la fontana se encuentra yacente el poverello de Asís rodeado de frailes. Todos ellos quedan identificados con unas bandas que indican su pertenencia al ejército de los mártires. Del pecho de Francisco brotan unas azucenas de cuyas flores surgen diminutos bustos de bienaventurados como Clara, Buenaventura, Bernardino, Antonio… En definitiva, la pintura quiere plasmar cómo la orden franciscana, tiene como basamento a su fundador que a su vez se ha nutrido de la fuente salvífica que es Cristo y que ha purificado y librado de la muerte eterna a cuantos han dado testimonio suyo con su martirio o su vida ejemplar. La obra, de origen anónimo, debió ser realizada a fines del siglo XVI.

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La parroquia de la Paz y Cáritas arciprestal de San Patricio atraviesan la puerta santa de Cotolengo

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La parroquia de Nuestra Señora de la Paz, en Málaga, y el grupo arciprestal de Cáritas de San Patricio peregrinaron hasta la Casa del Sagrado Corazón, Cotolengo, el 9 de diciembre, para ganar el Jubileo.

Es una de las ultimas peregrinaciones jubilares antes de la clausura del 28 de diciembre. «Una tarde llena de buena compañía, buenos sentimientos y deseos de ser «peregrinos de Esperanza»», afirma Damián Ramírez, párroco de Nuestra Señora de la Paz. 

Los peregrinos encaminaron sus pasos desde la Paz e hicieron dos paradas en el camino, para orar con los salmos 25 y 26. 

Al llegar a Cotolengo celebraron la Eucaristía, que concluyeron con la oración del Jubileo:

«Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu reino.

Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.

La gracia del Jubileo reavive en nosotros, peregrinos de esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor

A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén».

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El Obispo bendice el nuevo Centro parroquial de Arjonilla

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En el II domingo de Adviento, tiempo de espera y esperanza, la comunidad de Arjonilla vivió un acontecimiento que quedará guardado en la historia de esta villa. Nuestro Obispo, Don Sebastián, presidió la Eucaristía en la parroquia de la Encarnación, que se hizo cercano a todos con su palabra y su presencia de padre y pastor; y concelebrada por el párroco, D. Ángel, y su secretario, D. Francisco Javier. También, se contó con la presencia del alcalde de la localidad, D. Luis Miguel Carmona. Esta celebración está especialmente dirigida a los niños y jóvenes de catequesis. Asistieron numerosos padres, madres y fieles en general, que llenaron por completo el templo.

En su homilía, Monseñor Chico Martínez bajó del presbiterio y se acercó a la grey infantil y juvenil, formulándoles preguntas sobre las lecturas de este «II domingo de Adviento». Analizó con ellos las palabras clave de los textos proclamados hasta llegar a la idea principal: la conversión. “Así, el Adviento es una llamada constante a mantenernos despiertos y a preparar el corazón para un Dios que viene y que no se cansa de buscarnos”, afirmó Don Sebastián.

El Prelado comenzó sus palabras explicando el motivo que lo había llevado hasta allí: “Mi presencia entre vosotros, en este día, tiene un motivo muy especial: al concluir la Eucaristía bendeciremos el nuevo Centro Parroquial, un espacio que nace para servir a la evangelización, a la comunión, a la formación y a la vida pastoral de este pueblo que tanto quiere a su Iglesia. Aprovecho este momento para saludar al equipo de arquitectos y constructor que habéis llevado a cabo esta hermosa obra…”

En su homilía y sobre la Palabra de Dios, reflexionó: “Vivir el Adviento significa escuchar esta llamada personal a la conversión. Preguntémonos sinceramente: ¿Qué tengo que dejar? ¿Qué me aparta de vivir en gracia de Dios? ¿En qué debo crecer para parecerme más a Jesús: ¿en la piedad, en el amor a los pobres, en su pasión por anunciar el Evangelio? ¿Qué debo mejorar en mi vida familiar, en el trato con los hijos, en la relación con los enfermos, en mi trabajo, en mi parroquia, en mis amistades?

Al finalizar la Santa Misa, el obispo, acompañado por el párroco don Ángel Sigüenza Fuentes y varios seglares, se dirigió al nuevo Centro Parroquial «San Roque» para proceder a su solemne bendición y al descubrimiento de una inscripción que deja constancia del acontecimiento, con la fecha y los nombres del prelado y del párroco.

Este centro parroquial ha sido realizado con el aporte de todo el pueblo, especialmente gracias a importantes donativos y a la venta de un inmueble perteneciente a la parroquia. Se trata de un edificio diáfano y moderno. Don Sebastián expresó su alegría, elogiando tanto la construcción como la finalidad pastoral del nuevo espacio.

Al concluir la celebración, el Obispo se dirigió al nuevo Centro de Pastoral Parroquial “San Roque”, donde tuvo lugar el acto de inauguración y bendición. En sus palabras, el Obispo expresó: «Hoy celebramos que el Señor sigue escribiendo su historia en Arjonilla. Lo hace a través de este espacio acogedor y digno, en el que se forjarán corazones, se acompañarán procesos y se formará en la misión evangelizadora. Que este centro sea taller de fe, escuela de fraternidad y hogar de caridad».

No faltó un agradecimiento sincero a “Segado Arquitectos”, cuya labor ha unido la belleza con la funcionalidad, así como a los numerosos benefactores y voluntarios que, con su tiempo, esfuerzo y generosidad, han hecho posible este sueño anhelado.

Al bendecir este centro parroquial al servicio del Evangelio, se renueva también el compromiso de una comunidad que desea seguir siendo sal y luz en medio de su pueblo. Arjonilla abrió un nuevo capítulo en su vida parroquial, iluminado por la certeza de que toda obra nacida de Dios y destinada al bien común es una bendición para el presente y una promesa de esperanza para el futuro.

Aurelio Ortega
Parroquia de la Encarnación de Arjonilla

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