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La Iglesia, una gran familia

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Queridos diocesanos y diocesanas:

En muchas ocasiones, nos resulta más fácil ventilar los fallos de la Iglesia que darnos cuenta de lo mucho que nos ofrece. Nos duelen sus errores —que debemos asumir con honestidad y corregir con firmeza—, pero también es justo y necesario reconocer, con alegría y gratitud, que la Iglesia, nuestra Iglesia diocesana de Málaga, es una gran familia en la que muchos habéis conocido a Jesucristo y su Evangelio; una gran familia que nos alimenta en la fe y nos sostiene en la misión.

Tú y yo somos cristianos por la gracia de Dios y también gracias a la mediación de la Iglesia: por aquella catequista que nos ayudó a vislumbrar la grandeza de creer, por ese sacerdote que nos escuchó y nos condujo al encuentro con la misericordia de Dios, por tantos laicos que nos conquistaron con su ejemplo de oración, solidaridad y valentía, anunciando verdades incómodas y defendiendo la dignidad de los más pequeños.

Demos gracias a Dios por quienes sois solidarios con vuestros hermanos, por los que trabajáis en Cáritas, Manos Unidas y tantas otras organizaciones, porque sois Iglesia; por los que cuidáis con generosidad nuestros templos y celebraciones, porque sois Iglesia; por quienes os consagráis a Dios en la vida religiosa, el sacerdocio o las misiones, porque sois Iglesia.

Agradezcamos también a quienes rezáis por los que sufren y por quienes más queréis, porque sois Iglesia; a los que compartís con responsabilidad vuestro dinero con la parroquia y la Diócesis, porque sois Iglesia, y a tantos laicos y laicas comprometidos en la familia, la parroquia, la hermandad, el trabajo, la economía, la política, el pueblo, el barrio y en el cuidado de la casa común en la que vivimos, porque sois Iglesia. Esta gran familia cuenta contigo, porque tú eres Iglesia.

En este Día de la Iglesia Diocesana, conviene que nos preguntemos: ¿Reconozco y agradezco de forma habitual la aportación de la Iglesia a mi vida y a la sociedad? ¿Podría ofrecer algo más para que la Iglesia continúe sembrando palabras de esperanza y gestos de humanidad, en nuestra tierra y en los rincones del mundo más empobrecidos?

Esta gran familia trabaja para crecer en transparencia y, por eso, como cada año, hoy se publica la situación económica de la Diócesis. También seguimos avanzando en el camino de la sinodalidad, para que nadie se sienta “cristiano de segunda” y todos los bautizados y bautizadas puedan vivir plenamente como miembros de esta gran familia.

Con el corazón agradecido por la entrega de los laicos, religiosos y sacerdotes, por la generosidad de tantos hombres y mujeres de nuestra Diócesis, os envío un saludo muy cordial a todos, en el Señor.

Firma Mons. Satué

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«Desgraciadamente, la pobreza tiene ahora el rostro de gente con trabajo»

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En la rueda de prensa de presentación del Día de la Iglesia Diocesana, el Obispo de Málaga se ha referido al problema de la falta de vivienda en Málaga y cómo desde la Iglesia se trata de paliar los casos más graves de personas sin hogar ofreciendo distintos recursos.

Mons. Satué ha recordado la reciente celebración del Día de las Personas Sin Hogar y ha señalado que esa jornada «nos acercó a la problemática de la vivienda. Es un problema gordísimo para la gente que tiene un salario, porque a veces es difícil encontrar viviendas de alquiler que cuesten menos de un salario mínimo». En este sentido ha recordado que «a Caritas y a los centros que tiene la iglesia para atender a las personas necesitadas, desgraciadamente no solamente viene gente desempleada sino que, a veces, viene gente que tiene un empleo pero que sin embargo no tienen forma de llegar a fin de mes. Entonces, la pobreza tiene distintos rostros y desgraciadamente ahora tiene también el rostro de gente con trabajo».

Con respecto al trabajo que realiza la Iglesia de Málaga en el ámbito de la vivienda, el Obispo ha señalado que a pesar de no conocer a fondo la cuestión por llevar aún poco tiempo al frente de la Diócesis, sí que ha conocido ya distintos servicios que realiza la Diócesis: «Por un lado, están los pisos de Cáritas que están dedicados a personas y a familias vulnerables y, por otra parte, todos conocen mejor que yo lo que se hace en el Cotolengo, donde se atiende a las personas que ya han sido prácticamente desahuciadas en otros servicios sociales. Y además de eso, desde Caritas se está en coordinación con otros servicios sociales de las instituciones para intentar buscar soluciones». Finalmente ha afirmado que la Iglesia tiene una labor que hacer, y es «la de denunciar esta situación que viven no solamente las personas más empobrecidas, sino muchas familias que tienen trabajo pero que no tienen forma de llegar a fin de mes». 

El año pasado, Cáritas Málaga acompañó a más de 900 personas sin hogar.

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Más ingresos para hacer más el bien

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Como cada año, con motivo del Día de la Iglesia Diocesana (9 de noviembre) la Iglesia de Málaga realiza un ejercicio de acción de gracias y de transparencia ofreciendo a los fieles y a la sociedad en general su memoria anual, que incluye la cuenta de resultados del último ejercicio. En la rueda de prensa celebrada este miércoles, el Obispo de Málaga y el delegado para Asuntos Económicos han explicado los principales datos de la labor que llevó a cabo la Diócesis el año pasado y han detallado el origen y el destino de los 36 millones de euros que conforman el presupuesto del último ejercicio.

Las cifras de la labor eclesial se engloban en primer lugar en el apartado de anuncio de la fe; que incluye la actividad pastoral que llevan a cabo 300 sacerdotes, casi 700 religiosas y religiosos, 140 monjas de clausura o 4.500 catequistas; pasando por la actividad educativa, con 30 colegios diocesanos y 45 de otras instituciones religiosas donde estudian en total 37.000 alumnos; hasta la actividad misionera, con 170 misioneros y 19 familias en misión, entre otras.

En cuanto a la actividad celebrativa, en 2024 se llevaron a cabo en torno a 5.000 bautizos y otras tantas primeras comuniones, 8.500 confirmaciones o 1.000 matrimonios. Unos valores que se mantienen en los mismos términos en los últimos 5 años.

Esta fe vivida tiene, además, una concreción en la actividad caritativa y asistencial que realiza la Iglesia de Málaga, con 175 centros para mitigar la pobreza, 14 casas de ancianos, enfermos crónicos y personas con discapacidad, 5 centros para la promoción de la mujer y para las víctimas de la violencia, entre otros centros para asistencia a migrantes, refugiados y prófugos, centros de menores y jóvenes o de rehabilitación para drogodependientes. En total, casi 52.000 personas atendidas en la diócesis en 209 centros. Un trabajo que se realiza en las parroquias y a través de instituciones como Cáritas, con 1.400 voluntarios. En cuanto a la cooperación al desarrollo en el mundo, destaca la cifra de 100 voluntarios de Manos Unidas que llevan adelante 19 proyectos de cooperación por un importe de 860.000 euros.

En este sentido, el obispo de la Diócesis, Mons. José Antonio Satué, en su carta para el Día de la Iglesia Diocesana, titulada «La Iglesia, una gran familia», ha querido dar gracias a Dios «por quienes sois solidarios con vuestros hermanos, por los que trabajáis en Cáritas, Manos Unidas y tantas otras organizaciones, porque sois Iglesia; por los que cuidáis con generosidad nuestros templos y celebraciones y a tantos laicos y laicas comprometidos en la familia, la parroquia, la hermandad, el trabajo, la economía, la política, el pueblo, el barrio y en el cuidado de la casa común en la que vivimos, porque sois Iglesia. Esta gran familia cuenta contigo, porque tú eres Iglesia» –ha afirmado–.

Asimismo, Mons. Satué denunció el problema de la falta de vivienda en Málaga que afecta a toda la sociedad y especialmente a los más vulnerables, recordando los recursos que la Iglesia, a través de Cáritas, pone a disposición de toda la sociedad para paliar las situaciones más dramáticas de personas sin hogar. 

PRESUPUESTO 2024

En la rueda de prensa de presentación de la cuenta de resultados de la Diócesis, el delegado para Asuntos Económicos, Rafael Carmona, desgranó los capítulos de ingresos y gastos de un presupuesto que rondó el año pasado los 36 millones de euros. Para Carmona, «explicar estos datos responde a nuestra convicción de que la transparencia no es solo una obligación legal, sino un testimonio de verdad y confianza. Ser transparentes es vivir la verdad del Evangelio en la gestión de los bienes que pertenecen al Pueblo de Dios».

Los ingresos ordinarios de la Diócesis de Málaga el año pasado provienen de las siguientes partidas: aportaciones directas de los fieles (8,2 millones de euros), asignación tributaria (6,1 millones), ingresos de patrimonio y otras actividades (11,7 millones), otros ingresos corrientes como prestación de servicios o subvenciones públicas (9,2 millones) e ingresos extraordinarios (1 millón). Los capítulos de gastos, por su parte se reparten entre: acciones pastorales y asistenciales (7,1 millones), retribución del clero (4 millones), retribución del personal seglar (4,6 millones), conservación de edificios y gastos de funcionamiento (16 millones) y gastos extraordinarios (2,7 millones), quedando 1,8 millones de capacidad de financiación positiva, un 182% más que el año anterior.

Las obras de la Catedral, del Sagrario y de parroquias de Melilla, así como el aumento de los ingresos por visitas turísticas, están detrás de unas cifras que, tanto en el capítulo de ingresos por subvenciones como en el de gastos de conservación de edificios, han aumentado mucho con respecto a años anteriores.

El Día de la Iglesia Diocesana (domingo 9 de noviembre) coincide, este año, con la fecha establecida por el papa Francisco para conmemorar a los santos, beatos, venerables y siervos de Dios en las Iglesias particulares. Con este motivo, la campaña se ha servido de la imagen de un joven gamer con un calendario en la pared de san Carlos Acutis, a quien se conoce como el “apóstol de internet” por la gran misión evangelizadora que llevó a cabo en la red. Se trata de relacionar la santidad con lo cotidiano. Es una jornada en la que la comunidad cristiana hace pública su memoria anual y su balance económico porque quiere compartir la labor que realiza día a día a través de tantos miles de hombres y mujeres corrientes que ponen sus talentos al servicio del Evangelio y que tratan de vivir la santidad, como el joven italiano, en su cotidianeidad.

Se invita, por ello, a contribuir con la gran labor de la Iglesia en la colecta que se desarrollará este domingo en todas las parroquias, o realizando un donativo o suscribiendo una cuota a través del portal donoamiiglesia.es, recordando las ventajas fiscales de hasta el 80 % con que cuentan estas donaciones.

La memoria completa de actividades 2025 puede descargarse pinchando aquí.

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Un nuevo Adoremus espera a los jóvenes este viernes

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Este viernes, 7 de noviembre, los jóvenes de las parroquias, movimientos e instituciones de la diócesis tienen una nueva cita Adoremus. Será especial porque comenzará con una interesante formación sobre acompañamiento.

A las 19.30 horas, el Colegio Sagrado Corazón (Esclavas) de calle Liborio García, abrirá sus puertas para que la Delegación de Juventud comparta con los jóvenes una formación titulada «Modo acompañamiento activado». 

A las 20,30 horas, será la iglesia de la Concepción, la de dicho Colegio, la que oabra sus puertas para acoger el Adoremus, un tiempo de adoración al Señor guiado por algunos textos y cantos, al que están invitados todos los jóvenes de la diócesis.  

Como explican sus organizadores, el objetivo es «ayudarles a experimentar la presencia real y viva de Jesús Eucaristía entre nosotros. En él encuentran una oración acompañada con cantos, salmos, proclamación de la Palabra, un espacio para el silencio y algún gesto que abra a la comunicación. Es sobre todo una invitación a rezar» que los lleve después a ser Iglesia en salida. 

 
 

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“El ser humano está hecho para la esperanza”

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Queridos sacerdotes concelebrantes,

Querido diácono,

Querido seminaristas,

Queridos hermanos y hermanas en el Señor,

Ayer la Iglesia nos convocaba a celebrar la fiesta de Todos los Santos. Una fiesta de alegría. Una fiesta de gozo en que, pues, rendíamos culto, honor a quienes, entre los que nos han dejado, participan ya de la gloria de Dios, de la vida eterna.

Era la fiesta de todos aquellos que han seguido a Jesucristo y son santos realmente, aunque no hayan sido canonizados. Han vivido conforme al Evangelio y todos, como os decía ayer, experimentamos, sobre todo cuando nos dejamos. No sólo su cercanía, sino también ese buen olor de Cristo. Ese ejemplo, ese testimonio, muchas veces callados, la mayoría de las veces, pero es un testimonio de vida cristiana ejemplar.

Y la Iglesia ayer nos recordaba todos juntos y acudía a su intercesión. Al mismo tiempo que se fijaba en el ejemplo de su existencia. Esos santos de la puerta de al lado, como llamaba el Papa Francisco. Hoy, en este día dos y coincidiendo con este domingo, la Iglesia dirige su mirada, como hemos escuchado al comienzo, a aquellos hermanos nuestros que nos han precedido en la fe, que han muerto ya en este mundo y que los encomendamos a Dios para que perdone todos sus pecados, los acoja en su Reino. Y al mismo tiempo con un deber, pues, de justicia si queréis, pero sobre todo de caridad.

Pedimos por todos los difuntos del mundo, especialmente por aquellos que no tienen quienes recen por ellos. Esta fiesta, al mismo tiempo, por mucho que la disfracemos de Halloween o muchas cosas que hagamos, siempre nos pone ante los ojos una realidad que nuestro mundo moderno trata de obviar. O todo o más de maquillar, o si queréis, incluso espectacularizar.

Y es la realidad de la muerte. La realidad de la muerte está presente en la vida de los seres humanos. No solo en los informativos o en las guerras que ocurren lejos. La visita a los cementerios, al mismo tiempo que vamos a recordar y a rezar por quienes allí descansan en la paz del Señor, esperando el juicio final, esperando la Resurrección, los que hayan vivido conforme al Evangelio… No solo es eso, es también un recordatorio que la caducidad de nuestra vida, que de alguna manera en la primera lectura está presente con ese lamento por la caducidad de la vida. Pero al mismo tiempo ya está expresando en esa lectura, del Libro de las Lamentaciones… Está expresando la esperanza en la vida eterna.

Esa esperanza de la que va tomando conciencia el creyente del Antiguo Testamento y que llega a su plenitud en Jesucristo. Es más, Él mismo se muestra como la Resurrección y la vida. Marta expresa en esa queja y resumen esa queja, la queja de la humanidad ante la realidad de la muerte. Esa queja que sentimos todos cuando perdemos algún ser querido manera especial.

Esa protesta porque la vida se termina, por quienes aquellos a quien estábamos unidos por los lazos de la sangre, la amistad o la estima, nos dejan. Y nos dejan en el dolor, con esa agonía que viene del griego “agonos”, que significa lucha, por el final de la existencia.

Al principio de la existencia venimos llorando, el grito de un niño recién nacido. Y nos vamos de la vida también con el dolor, si no con el grito, el sufrimiento. Pero al mismo tiempo esa realidad que está ahí, que expresa la queja de Marta: Si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Es la impotencia de la humanidad, es la impotencia de la debilidad humana. Porque la muerte, de alguna manera, nos hace tomar conciencia, sobre todo cuando la hemos tenido próxima o la hemos contemplado en un ser querido o la hemos tenido personalmente próxima.

Nos damos cuenta de nuestra dependencia de Dios y de los demás. Nosotros, que nos creemos autosuficientes, nosotros que hemos llegado al progreso, nosotros que luchamos por lo que se llama calidad de vida, cuando no “esperanza de vida”. Pero nos damos cuenta de que la muerte está ahí. Pero no para una película de miedo o de terror. Sino para darnos cuenta de que forma parte de la existencia humana y nos ayude a sopesar la vida con unos criterios que van más allá del tener. Del comamos y bebamos, que mañana moriremos. Y de apaga y vámonos, que el último cierre la puerta.

Si no, el ser humano está hecho para la esperanza, está hecho para la plenitud. Y de ahí, que se sabe precisamente que unos restos son vestigios de un ser humano en las civilizaciones más antiguas, en todas ellas. Porque hay un culto a los muertos, porque hay una esperanza de trascendencia, porque hay un deseo y un anhelo que expresa San Manuel Bueno, y nos lo relata Unamuno en su novela “No me da la gana de morirme”. Es el deseo del ser humano de la pervivencia. Pero solo es posible en Dios. Solo es posible por la fe. Marta responde ante esa respuesta de Cristo, “tu hermano resucitará”. Marta responde “Ya sé que él resucitará en el último día”. Es la fe del pueblo judío.

Pero Jesús da un paso, se presenta a sí mismo. Un paso decisivo y esencial.  Él es la Resurrección y la vida. Por eso dice “Yo soy la Resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá. Y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?” Y ahí, queridos hermanos y hermanas, nos jugamos nuestra vida eterna.

Esa parte final del Credo que vamos a recitar después y que lo hacemos muchas veces casi de forma rutinaria. Esa parte final del Credo: creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Creo en la resurrección de la carne. Esa parte final hoy está silenciada en nuestra vida. Por el materialismo que nos invade, por esta sociedad de tejas para abajo solo.

Porque muchas veces el amor a nuestros difuntos es simplemente la pervivencia de un recuerdo, cuando no esoterismos al uso e importados. Solo merece la pena la vida si hay una fe profunda en la Resurrección. Sabiendo que Dios tiene la última palabra. De que el mal no tiene la última palabra. Sabiendo que esta debilidad nuestra, esa carne que fenece, esta vida que se termina, es un paso hacia una plenitud de vida que anhelamos y que Cristo nos ha hecho posible con su muerte y Resurrección.

Es lo que nos describe San Pablo en la Carta de los Romanos en la segunda lectura. Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Para que así como Cristo fue despertado entre los muertos, también nosotros vivamos una vida nueva. Resucitemos una vida nueva. Cristo nos ha precedido como cabeza nuestra. Y esa es la esperanza del cristiano.

Esa es la esperanza en medio de las persecuciones. Esa es la esperanza en medio de las dificultades de la vida. Esa es la esperanza que da ánimo y da consuelo ante la realidad de la muerte, sabiendo que nos duele y nos escuece. Y especialmente cuando en estos días recordamos a los más próximos que nos han dejado. Y que un día nos pasará a nosotros, cuando no de manera inesperada, ante una enfermedad que aparece, ante un accidente que ocurre, ante una vida joven que queda destrozada, un inocente que es muerto en los escenarios de guerra y de violencia.

Pero la muerte no tiene la última palabra. Para los creyentes, nuestra fe en la resurrección. Que es nuestra fe en Cristo, que es nuestra fe en Cristo. Por eso Jesús hace sus signos, como nos dice San Juan, sus milagros, para que creamos en Él.

Bueno, pues, ¿cómo vamos de fe en la Resurrección? Tenemos que preguntarnos. Pues ya mañana volvemos a las cosas cotidianas, a la vida de cada día, a los intereses de tejas para abajo. Y nos olvidamos que un día seremos nosotros. Pero no en el sentido romántico de nuestro románticos pesimistas y nostálgicos. No, sino en ese sentido profundo de una fe a la que tenemos que cambiar nuestras nostalgias.

Esa fe en Cristo resucitado. “Espera Israel en el Señor, como el centinela a la aurora”, nos ha dicho el salmo. Pues ojalá nosotros vivamos con esa esperanza que el Papa Francisco ha querido que en este año Jubilar sea precisamente la virtud puesta en un primer plano. Acudamos a la Virgen. Ella no está enterrada en ningún sitio. Ella ya participa también con su cuerpo mortal de la Resurrección de Cristo, mediante su asunción a los cielos. Porque en ella no tuvo ninguna parte el pecado, que es el origen de la muerte.

Ella está junto a los cielos, pero como dice el Concilio, no se ha olvidado de sus hijos, que todavía peregrinan. Pues acudamos a ella. Pidámosle por nuestros difuntos. Recordémosle hoy con la oración. Pero, sobre todo, también avivemos nuestra fe en la Resurrección, porque nos dará fuerza. Nos dará ese ánimo para vivir la vida como Dios quiere, dejando un mundo mejor tras de sí.

Que así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada

2 de noviembre de 2025
S. A. I. Catedral de Granada

“Estamos llamados a la santidad”

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Queridos sacerdotes concelebrantes,

Querido diácono,

Queridos hermanos y hermanas en el Señor.

Estamos celebrando en este primer día de noviembre la Solemnidad de Todos los Santos. Nos ha pasado con esta fiesta que la hemos… Iba a decir contagiado. No es así. Pero un poco revestido, con una especie de vestidura de luto.

Como si fuese algo triste, y es al contrario. Es verdad que mañana tendremos la conmemoración de todos los fieles difuntos y el mes de noviembre está en la tradición cristiana asociado a orar de manera especial por nuestros difuntos. Por los difuntos en general y de manera especial recordamos a aquellos familiares, amigos y conocidos a los que estamos unidos por los lazos de la sangre, la amistad o la estima que ya han partido de este mundo.

Y por eso, ese hálito de tristeza o de recuerdo se cierne y se viene también sobre este primer día del mes de noviembre, en el que recordamos, en el que hacemos memoria, de aquellos hermanos y hermanas nuestros. Esa multitud de la que habla el libro del Apocalipsis, que está mostrándonos como un anticipo de lo que es el cielo, esa multitud innumerable de toda lengua, pueblo, raza y nación, que ante la pregunta ¿Quiénes son estos y de dónde han venido? Se responde: estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras blancas en la sangre del Cordero.

Es decir, estos son hermanos nuestros que todos tenemos en la cabeza y sobre todo en el corazón. Y echamos de menos de manera especial esa gente buena, esa gente que no está canonizada con un acto oficial de la Iglesia en su magisterio de una manera solemne por el Papa, sino que están… Pero no son, no tienen menos méritos ni menos heroicidad que esos santos canonizados o beatificado antes.

Y son esa gente buena, esa gente que todos tenemos conciencia de haber convivido, de haber tratado, de haber conocido a Santos de verdad. Santos familiares nuestros, amigos nuestros, conocidos, con esa fama de bondad, con ese estilo de vivir el Evangelio, de vivir precisamente esas bienaventuranzas de las que hoy proclama Jesús en el Evangelio de San Mateo. Esa manera de vivir cristiano, de tomarse en serio a Jesús. De tomar en serio la santidad, en definitiva, de toda condición en mayores y pequeños, de un estado o de otro. Solteros y casados, viudas, viudos, etc. Sacerdotes, religiosas, laicos, padres y madres de familia. Y todos tenemos ese recuerdo y sobre todo, echamos de menos y sobre todo nos percatamos cuando su ausencia es perceptible, de que hemos tenido al lado un santo y una santa. Y son esos santos que llamaba el Papa Francisco “Santos de la puerta de al lado”.

Pues, queridos amigos, hoy es su fiesta. Están todos juntos. Nos sabemos sus nombres y lo sabemos cada uno en nuestro recuerdo que ya han partido de este mundo. Que ya tenemos la certeza en nuestro corazón de que seguro están ya participando de la vida eterna, de esa vida eterna de la que nos habla el Apocalipsis, ciertamente. Que están entre esa multitud, pero que han vivido y ya viven en actitud su condición de hijos e hijas de Dios, de la que nos habla la primera lectura de la carta del evangelista San Juan que hemos escuchado. “Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios”.

Y lo somos. Y dice San Juan en su carta “Y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, a Dios, porque le veremos tal cual es”. Todo el que tiene esta esperanza, hemos escuchado, se purifica como puro es Él. Como puro es Dios. Y esta es nuestra condición, amigos, somos hijos e hijas de Dios.

Por eso estamos llamados a la santidad. Que el Concilio Vaticano Segundo nos ha recordado que no es de unos cuantos, no es una cosa solo de los curas, de los frailes y de las monjas, de los monjes… Sino que todos estamos llamados a la santidad. Ciertamente esa santidad de quien da testimonio por el martirio, derramando su sangre por Cristo, como tantos y tantos hermanos nuestros. Aquí tenéis una lista, martirizados por la fe en Cristo, en el siglo XX.

Pero hay tantos santos, tanta gente buena que vive esa condición de hijos e hijas de Dios. ¿Y qué tiene que hacer un hijo y una hija de Dios? Pues cumplir la voluntad de su Padre. Vivir el Evangelio, el amor a Dios y el amor a los demás en el trabajo, en las relaciones de familia, en el cuidado de los hijos. En la preocupación por los más pobres y en el compromiso por ellos, en el desasimiento de los bienes temporales y en la generosidad para con los más necesitados. En el cariño y el amor a los enfermos, en vivir esa amistad que es fidelidad. Esa gente que vive esa bienaventuranza de pobreza de espíritu, de pacífico en su corazón, de mansedumbre, de lucha por ser justo, por la justicia. Que a veces en la vida se han sentido o han vivido estando… No digo perseguidos, como todavía hay cristianos, por desgracia en tantas partes del mundo. Pero sí han pasado malos momentos, incluso han sentido el desprecio o han sentido la incomprensión de los demás.

Queridos amigos, la santidad está a nuestro lado. La santidad no sólo cuando se produce una canonización o al final. Entonces es el reconocimiento. Algunos miembros destacados de la Iglesia que han vivido… Hoy el Papa ha proclamado doctor de la Iglesia a John Gerry Newman, un gran inglés, gran maestro de la fe. Fue beatificado por el Papa Benedicto, fue canonizado por el Papa Francisco y hoy el Papa León XIV lo ha proclamado doctor de la Iglesia por su sabiduría para todo el pueblo cristiano.

Nosotros probablemente no nos ocurrirá eso. Seguro, pero tenemos que aspirar a ser santos. A que un día el Señor nos diga “Venid, benditos de mi Padre. Heredad el reino preparado para vosotros”. Tenemos que mantener esa esperanza de la que nos habla la segunda lectura de hoy. Esa esperanza en la vida eterna. Esa fe en Dios. Esa fe en la vida eterna que ahora la vislumbramos.

Tenemos esperanza de llegar. Pero, queridos amigos, vivimos en un ambiente muy de tejas para abajo. En un ambiente cosificado, en un ambiente de sociedad de consumo, en un ambiente de comamos y bebamos, que mañana moriremos. La esperanza ha quedado reducida a que se arregle este problema o el otro. Salgamos de esta dificultad. Pero la esperanza en la vida eterna se ha acortado, la esperanza en el más allá… Y todo se queda en un recuerdo vano que cuando pasa el tiempo se desvanece. O todo se queda en dos días que se van al cementerio, se ponen unas flores y a ser posible, si se tiene capacidad adquisitiva, se pone una buena lápida, un buen sepulcro. Y por querer que estén bien, queremos que estén bien en la sociedad del bienestar hasta los muertos. Pero, ¿y los entierros? No hablamos de la vida eterna los curas. Hablamos de lo bueno que era el que se ha muerto y parece una ceremonia de beatificación. Entonces, queridos amigos, tenemos que esforzarnos por ser santos, santos en el trabajo, santo en la vida de familia, santo en la profesión, santo en tu estado de vida.

Y eso es vivir en gracia. Y es con esas armas que han tenido los santos, que es la oración, que son los sacramentos, que es levantarse cuando uno cae acudiendo al sacramento de la penitencia y reparando las heridas del pecado y volviendo a comenzar. Los santos también tenían defectos. Los propios apóstoles en el Evangelio no se los calla. Luego, todos estamos llamados a la santidad.

Vamos a intentarlo. Y que un día también por nosotros, en esta fiesta, haya gozo en el cielo y gloria de Dios por nuestro ejemplo de vida. Y los santos son ejemplo. Los santos son intercesores. Y hoy no rezamos por estos hermanos nuestros, les rezamos a ellos para que intercedan ante Dios por nosotros. Vamos a acudir a la Virgen, le decimos Reina de todos los Santos en las letanías.

Ella es la Madre del Santo Tesoro Santo, y es la Madre de Dios. Ella es la llena de santidad, de gracia, libre de todo pecado y llena de todas las virtudes. Que Ella nos ayude a nosotros, que todavía peregrinamos, que nos haga un día alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada

1 de noviembre de 2025
S. A. I. Catedral de Granada

Nota doctrinal sobre los títulos marianos: La Madre del Pueblo Fiel, no Corredentora

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El documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe aprobado por León XIV aclara los apelativos que deben usarse para Nuestra Señora. También se pide especial atención para el título «Mediadora de todas las gracias»

«Mater populi fidelis» es el título de la Nota Doctrinal publicada hoy, martes 4 de noviembre, por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Firmada por el Prefecto, cardenal Víctor Manuel Fernández, y por el secretario de la sección doctrinal, monseñor Armando Matteo, la Nota fue aprobada por el Papa el pasado 7 de octubre. Es el fruto de un largo y articulado trabajo colegial. Se trata de un documento doctrinal sobre la devoción mariana, centrado en la figura de María, asociada a la obra de Cristo como Madre de los creyentes. La Nota ofrece un importante fundamento bíblico para la devoción a María, además de recoger diversas aportaciones de los Padres, los Doctores de la Iglesia, elementos de la tradición oriental y el pensamiento de los Papas más recientes.

Dentro de este marco positivo, el texto doctrinal analiza una serie de títulos marianos, destacando algunos de ellos y desaconsejando el uso de otros. Títulos como Madre de los Creyentes, Madre Espiritual, Madre del Pueblo Fiel, son especialmente valorados por la Nota. Mientras que el título Corredentora se considera inapropiado e impropio. El título de Mediadora se considera inaceptable cuando adquiere un significado que es exclusivo de Jesucristo, pero se considera valioso si expresa una mediación inclusiva y participativa que glorifica el poder de Cristo. Los títulos de Madre de Gracia y Mediadora de Todas las Gracias se consideran aceptables en algunos sentidos muy específicos, pero se ofrece una explicación particularmente extensa de los significados que pueden presentar riesgos.

LEE AQUÍ EL TEXTO COMPLETO DE LA NOTA DOCTRINAL ‘MATER POPULI FIDELIS’ 

En esencia, la Nota reafirma la doctrina católica que siempre ha destacado cómo todo en María está orientado hacia la centralidad de Cristo y su acción salvífica. Por ello, aunque algunos títulos marianos puedan explicarse mediante una correcta exégesis, se considera preferible evitarlos. En su exposición, el cardenal Fernández valora la devoción popular, pero advierte contra los grupos, las publicaciones que proponen un determinado desarrollo dogmático y suscitan dudas entre los fieles también a través de las redes sociales. El principal problema, en la interpretación de estos títulos aplicados a la Virgen, se refiere al modo de entender la asociación de María en la obra de la redención de Cristo (3).

Corredentora

En cuanto al título de «Corredentora», la Nota recuerda que algunos Papas “han utilizado este título sin detenerse demasiado a explicarlo. Generalmente lo han presentado de dos maneras precisas: en relación con la maternidad divina, en cuanto María como madre ha hecho posible la Redención realizada en Cristo, o bien en referencia a su unión con Cristo junto a la cruz redentora”. El Concilio Vaticano II había decidido no utilizar este título «por razones dogmáticas, pastorales y ecuménicas». San Juan Pablo II «lo utilizó, al menos en siete ocasiones, relacionándolo especialmente con el valor salvífico de nuestro dolor ofrecido junto al de Cristo, al cual se une María sobre todo en la cruz» (18).

El documento cita una discusión interna en el seno de la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe, que en febrero de 1996 había debatido la petición de proclamar un nuevo dogma sobre María «Corredentora o Mediadora de todas las gracias». La opinión de Ratzinger fue contraria: » El significado preciso de los títulos no es claro y la doctrina en ellos contenida no está madura… Sin embargo, no se ve de un modo claro cómo la doctrina expresada en los títulos esté presente en la Escritura y en la tradición apostólica». Más tarde, en 2002, el futuro Benedicto XVI también se había expresado públicamente en el mismo sentido: «La fórmula ‘Corredentora’ se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y de la patrística y, por tanto, provoca malentendidos… Todo procede de Él, como dicen sobre todo las epístolas a los Efesios y a los Colosenses. María es lo que es gracias a Él. La palabra ‘Corredentora’ ensombrecería ese origen». El cardenal Ratzinger, aclara la Nota, no negó que hubiera buenas intenciones y aspectos valiosos en la propuesta de utilizar este título, pero argumentó que era «un vocablo erróneo» (19).

El Papa Francisco ha expresado al menos tres veces su posición claramente contraria al uso del título Corredentora. El documento doctrinal concluye al respecto: “es siempre inoportuno el uso del título de Corredentora para definir la cooperación de María. Este título corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana… Cuando una expresión requiere muchas y constantes explicaciones, para evitar que se desvíe de un significado correcto, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inconveniente». (22).

Mediadora

La Nota subraya que la expresión bíblica que se refiere a la mediación exclusiva de Cristo “es contundente”. Cristo es el único Mediador (24). Por otra parte, subraya «un uso muy común de la palabra ‘mediación’ en los órdenes más variados de la vida social, donde se entiende simplemente como cooperación, ayuda, intercesión. Por consiguiente, es inevitable que se aplique a María en sentido subordinado y de ningún modo pretende añadir alguna eficacia, o potencia, a la única mediación de Jesucristo» (25). Además -reconoce el documento- “es evidente que hubo una forma de real mediación de María para hacer posible la verdadera Encarnación del Hijo de Dios en nuestra humanidad» (26).

Madre de los creyentes y Mediadora de todas las gracias

La función materna de María “de ninguna manera disminuye o hace sombra” a la única mediación de Cristo, «sino que manifiesta su eficacia «. Entendida así, “la maternidad de María no pretende debilitar la única adoración que se debe solamente a Cristo, sino estimularla”. Por tanto, hay que evitar, afirma la Nota, «títulos y expresiones referidas a María que la presenten como una especie de ‘pararrayos’ ante la justicia del Señor, como si María fuese una alternativa necesaria ante la insuficiente misericordia de Dios» (37, b). El título de «Madre de los creyentes» permite hablar de «una acción de María también en relación con nuestra vida de gracia» (45). Sin embargo, debemos guardarnos de expresiones que puedan transmitir «contenidos menos aceptables» (45). El cardenal Ratzinger había explicado que el título de María mediadora de todas las gracias tampoco se veía claramente fundado en la Revelación, y en sintonía con esta convicción -explica el documento- reconocer las dificultades que conlleva tanto en la reflexión teológica como en la espiritualidad. (45). En efecto, «ninguna persona humana, ni siquiera los apóstoles o la Santísima Virgen, puede actuar como dispensadora universal de la gracia. Sólo Dios puede regalar la gracia y lo hace por medio de la Humanidad de Cristo» (53).

Títulos como Mediadora de todas las gracias tienen, por tanto, «tienen límites que no facilitan la correcta comprensión del lugar único de María. De hecho, ella, la primera redimida, no puede haber sido mediadora de la gracia recibida por ella misma» (67). Sin embargo, reconoce finalmente el documento, «la expresión ‘gracias’, referida a la materna ayuda de María en distintos momentos de la vida, puede tener un sentido aceptable «. El plural expresa de hecho » todos los auxilios, aun materiales, que el Señor puede regalarnos escuchando la intercesión de la Madre» (68).

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La parroquia de Santa María del Mar de Rota vive sus 50 años de fundación

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La parroquia de Santa María del Mar de Rota vive sus 50 años de fundación

La parroquia de Santa María del Mar ha vivido recientemente un fin de semana marcado por dos acontecimientos significativos: la visita de la Hermandad del Nazareno de Rota, en el marco de su misión con motivo del Jubileo, y la celebración de la Vigilia de oración por Todos los Santos.

La presencia de la Hermandad del Nazareno de Rota se enmarca dentro de una acción evangelizadora que está llevando a cabo esta Cofradía roteña.

Asimismo, la parroquia celebró el pasado 1 de noviembre la Vigilia de oración por Todos los Santos, un acto vivido con gran intensidad por la comunidad. Este momento de oración y reflexión congregó a los fieles que se unieron para recordar y agradecer el testimonio de santidad de tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia de la Iglesia.

Estos actos se suman a las actividades conmemorativas del 50º aniversario de la parroquia, que comenzaron el último sábado de agosto con la festividad de la Virgen del Mar. Durante esa jornada se celebró el rezo del Santo Rosario, una ofrenda floral, la consagración a la Virgen y la Santa Misa. También se rindió homenaje a feligreses y colaboradores que han trabajado durante años en las distintas áreas pastorales de la parroquia.

La comunidad parroquial continúa así su camino de celebración y acción pastoral en este curso marcado por la conmemoración de cinco décadas de vida parroquial.

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Almuerzo benéfico para la Bolsa de Caridad del Cristo de San Agustín

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Tendrá lugar el 16 de noviembre y entre otras acciones con las que ayuda está el Economato Solidario diocesano Nuestra Señora de la Misericordia.

La Hermandad Sacramental del Cristo de San Agustín organiza un almuerzo benéfico destinado a su Bolsa de caridad de Jesús Nazareno de las Penas.

Esta Bolsa de caridad está encargada al Economato Solidario diocesano Nuestra Señora de la Misericordia, que ayuda con precios económicos en la adquisición de productos básicos de alimentación e higiene personal en la cesta de la compra.

En concreto, con su Bolsa de caridad en el Economato, la Hermandad del Santísimo Cristo de San Agustín ayuda a 19 familias en la adquisición de estos productos para su manutención.

El almuerzo benéfico tendrá lugar el 16 de noviembre, en el Restaurante Ruta del Vino, en Huétor Vega. Hay disponible un “cubierto cero”, para todos aquellos que deseen colaborar y no puedan asistir a la comida. Más información en hermandad@cristodesanagustin.com

El Economato no es la única acción con la que colabora la Hermandad desde su Bolsa de caridad, ya que también colabora con la comunidad de Clarisas Franciscanas del Santo Ángel Custodio, con el Comedor Social San Juan de Dios, con el Banco de alimentos y con Cáritas Diocesana, “además de las iniciativas de las Vocalías de caridad de las hermandades de Granada”, informó Carlos Cabrera, diputado de Caridad de la corporación del Cristo de San Agustín.

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La comunidad de Noalejo se reúne en el cementerio para celebrar la fe en la Resurrección

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El pasado 2 de noviembre, conmemoración de los fieles difuntos, nuestro Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, celebró la Eucaristía en el cementerio de Noalejo.

Un grupo muy numeroso de fieles se congregó a primera hora de la tarde en este lugar en el que reposan los restos mortales de muchos familiares y amigos que han partido hacia la casa del Padre.

Al comenzar la Eucaristía el Obispo recordó aquella mañana fría del 26 de noviembre de 2021 en la que hacía su entrada en la Diócesis por esta parroquia, procedente de la Diócesis de Cartagena-Murcia, para iniciar su ministerio episcopal en el Santo Reino. Y fue la imagen de Nuestra Señora de Belén, patrona de la localidad, ante la primera advocación mariana que elevó su oración para poner su ministerio episcopal en sus manos, antes de dirigirse a la Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, patrona de la Diócesis, en el día previo a su toma de posesión.

En su homilía, Don Sebastián, invito a orar por nuestros difuntos en el domingo, día en el que celebramos la Resurrección del Señor y en un cementerio, que no es una ciudad de muertos sino en un “dormitorio”, tal y como indica la etimología griega de esta palabra, un lugar de espera de la resurrección. En este sentido, recordó que “un cementerio no es un lugar de muerte, sino un campo sembrado de vida”, donde los cuerpos “reposan como semillas que un día germinarán”, porque “Cristo ha resucitado, y nosotros con Él resucitaremos”.

El Pastor diocesano subrayó, además, que celebrar la memoria de los difuntos en domingo “es unir el dolor y la esperanza, la memoria y la fe”, y que en medio del silencio del camposanto “la tristeza se convierte en oración, y el silencio se llena de la Palabra de Dios”.

En el marco de esta celebración se bendijo la ermita que el ayuntamiento de Noalejo ha construido en dicho cementerio y que está dedicada a la Virgen de la Cabeza, Patrona de la Diócesis, cuya imagen que se ha realizado por suscripción popular y se bendijo en la Solemnidad de Todos los Santos en la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Noalejo. Así, el Prelado destacó que “esta capilla será un refugio para la oración, un faro de esperanza en medio del silencio del cementerio”, y que lleva el nombre de la Virgen “para consolar, acompañar y fortalecer la fe de sus hijos”.

La celebración fue solemnizada por el Coro ‘Tomás Luis de Victoria’, en el marco del Festival de Música Antigua ‘Andrés de Vandelvira’.

Junto a don Sebastián concelebró el párroco de Noalejo, D. Juan Jiménez Lomas, y el secretario del Obispo, D. Francisco Javier Cova Martínez. La celebración contó con la presencia de la diputada provincial de Cultura y Deportes, África Colmo; el alcalde de Noalejo, D. Antonio Morales Torres; y miembros de la Corporación Municipal.

Desde la parroquia agradecemos la presencia de nuestro obispo en este día, presidiendo la Eucaristía en nuestro cementerio, “dormitorio” en el que esperan nuestros seres queridos, familiares y amigos, la resurrección del Señor.

Equipo de comunicación de la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Noalejo

Galería fotográfica: «Conmemoración de los fieles difuntos en Noalejo»

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