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Renovación de los votos de las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo

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Este sábado 14 de diciembre a las 10hrs en el Monasterio de la Cartuja, Monseñor Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, presidirá la Eucaristía donde se llevará a cabo este momento tan especial para las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo.

Este sábado 14 de diciembre, las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo, presentes en el Monasterio de la Cartuja vivirán un día muy especial. Hablamos de la Eucaristía en este oasis de espiritualidad a las 10hrs presidida por Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez. En esta Santa Misa esta realidad de la Iglesia, que llegaron a nuestra Diócesis el pasado mes de septiembre, renovarán su votos, aquellos que aceptaron en el momento de iniciar este camino vocacional dentro de la Vida Consagrada.

Por último, cabe mencionar que este será el momento perfecto para unirnos junto a nuestro pastor en el Santísimo Sacramento del Altar. Asimismo, encontrarnos con las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo, encargadas del ámbito pastoral del Monasterio de la Cartuja.

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El Grupo Diocesano de Migraciones organiza el programa del Día Internacional del Migrante

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El Grupo Diocesano de Migraciones organiza el programa del Día Internacional del Migrante

El próximo miércoles, 18 de diciembre, con motivo del Día Internacional del Migrante, el Grupo Diocesano de Migraciones, integrado por el Secretariado de Migraciones, Cáritas, CONFER, Pastoral Penitenciaria, HOAC y la Fundación Don Bosco, ha preparado un programa especial que se desarrollará en la Casa de la Iglesia.

El acto comenzará a las 18:00 horas con una charla-ponencia a cargo de Fernando Redondo Pavón, Director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. Durante su intervención, abordará el contenido del documento de la Exhortación Pastoral titulado “Comunidades acogedoras y misioneras. Identidad y marco de la pastoral con migrantes”, ofreciendo una reflexión profunda sobre la identidad y el compromiso cristiano hacia las personas migrantes.

Posteriormente, a las 19:30 horas, se celebrará un momento de oración dedicado especialmente a las personas migradas, como signo de solidaridad y esperanza para quienes se ven forzados a dejar sus hogares en busca de una vida mejor.

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“La Sagrada Familia. Tradición e iconografía”

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Conferencia y visita sobre la representación de la Sagrada Familia.

El viernes día 13 con el título “La Sagrada Familia. Tradición e iconografía” se celebrará una nueva conferencia en el Centro Cultural del Arzobispado de Granada, dentro de su Ciclo “Imágenes de santidad. Arte e iconografía en Granada”.

La conferencia, que tendrá lugar a las 19:30 horas en el salón de actos de la Curia Metropolitana (Plaza Alonso Cano), estará a cargo del profesor de Historia del Arte de la UGR D. Francisco Manuel Valiñas López.

“La representación de la Familia de Nazaret ha sido un motivo recurrente a lo largo de toda la historia del Arte. Jesús, María y José: ése es el orden jerárquico de esta literal entente cordial, de este pacto de amor radical que se consuma en el Sagrado Corazón del Niño. Incluso en la composición de estas escenas se mantiene ese orden jerárquico, con un san José siempre en segundo plano”, explica el ponente.

Como continuidad con este tema, se llevará a cabo al día siguiente, el 14 de diciembre, una visita guiada a las iglesias de los conventos de El Santo Ángel Custodio y de Jesús María del Desierto de Penitencia (San Antón). El lugar de encuentro, a las 11:30 horas, será la puerta de la iglesia conventual Santo Ángel Custodio (C/ San Antón, 40). Es necesaria la previa inscripción, que puede formalizarse el mismo día de la conferencia, el 13 de diciembre. La entrada es libre, con aforo limitado y donativo voluntario para las monjas.

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Carta Pastoral «El Jubileo, Luz de la Esperanza. Año Jubilar 2025»

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Carta Pastoral «El Jubileo, Luz de la Esperanza. Año Jubilar 2025″

 Queridos Diocesanos

El papa Francisco ha convocado un año jubilar para toda la Iglesia católica mediante la bula Spes non confundit. (La Esperanza no defrauda). En ella explica que “la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús”.1

Como dice el papa Francisco, debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente2.

Dónde estamos

El momento actual del mundo y de la Iglesia es un momento lleno de dificultades para hacer realidad la evangelización que el mundo necesita y que la Iglesia tiene que hacer realidad, porque es la misión confiada y recibida del mismo Cristo.

En los últimos veinticinco años hemos vivido, y estamos viviendo, una verdadera y penosa pérdida de valores humanos y cristianos, que han significado, como ha subrayado repetidamente el papa Francisco, para la sociedad y para la Iglesia, un auténtico cambio de época.

De hecho, ahora se niega que el hombre, como ser libre, esté de algún modo vinculado a una naturaleza que determine el espacio de su libertad. El hombre ya no tiene naturaleza, sino que «se hace» a sí mismo. Ya no existe una naturaleza humana: es él quien decide lo que es, hombre o mujer. Es el hombre quien produce al ser humano y quien decide el destino de un ser que ya no proviene de las manos de un Dios Creador, sino del laboratorio de invenciones humanas. La abolición del Creador como abolición del hombre se ha convertido en la auténtica amenaza para la fe y para la humanidad. Este es el gran desafío que se presenta hoy a la teología. Y solo podrá enfrentarlo si el ejemplo de vida de los cristianos es más fuerte que el poder de las negaciones que nos rodean y nos prometen una falsa libertad.

Por otra parte, el mundo al que estamos llamados a anunciar el Evangelio, se halla sumergido en una cultura líquida, una cultura basada en el consumismo en el que las relaciones humanas, incluidas las relaciones entre el hombre y la mujer, quedan sometidas a la lógica del usar y tirar y en la servidumbre del relativismo, para el que no hay ideas verdaderas o falsas, sino únicamente útiles o inútiles. Un mundo en el que hay un predominio cultural del ateísmo práctico, que normaliza modelos de vida abiertamente inmorales, que chocan con la enseñanza de la Iglesia. La secularización radical se revela cada vez más progresivamente como la visión dominante auténtica, privando cada vez más al cristianismo de su espacio vital.

Detrás de dicha increencia se esconde además un pragmatismo brutal, un relativismo radical y un laicismo excluyente e ideológico que origina un desprecio de la verdad del ser humano y una devaluación y ruptura de las relaciones entre la fe y la razón. Ahí está la quiebra de humanidad, la verdadera ruina que se impone con la desolación de los espíritus y la destrucción de la conciencia moral. Se nos plantea, pues, la insoslayable tarea de edificar sobre lo que hoy y mañana prometa mantener la dignidad humana y una existencia conforme a ella.

Fernando Sebastián3 afirmaba que hay que tener claro que el hombre postmoderno es un gigante técnico, pero con los pies de barro que necesita conocer el amor de Dios y confiar en Él. Esta necesidad y esta pobreza del hombre de hoy es la que debe movernos a ir a su encuentro. Por tanto, ante este hombre postmoderno, que intenta encontrar la salvación y calmar la sed de eternidad con meras realidades terrenas, ha de resplandecer con fuerza el tesoro que tiene en su seno la Iglesia: Cristo, única fuente de agua viva capaz de saciar la sed de eternidad y de amor que tiene el hombre de todos los tiempos, también el actual.

 

La evangelización razón para la esperanza

 

Una nueva evangelización es la urgencia mayor y el mejor de los servicios que la Iglesia puede, y debe, prestar hoy a los hombres de nuestro tiempo. Esto reclama llevar el Evangelio sin ningún miedo ni complejo, con firmes y básicas certezas, con plena libertad y valentía, con la alegría que viene de Dios y la dicha del tesoro del Evangelio, con las razones que sustentan el anuncio del Evangelio, capaces de responder a las explicaciones que hoy se nos piden.

Sin echarse atrás y sin retirarse, la Iglesia, en su totalidad, ha de mostrar a Jesucristo; obedeciendo a Dios antes que a los hombres, consciente y sabedora, con certeza, de que el Evangelio no está encadenado ni en trance de perecer, y es fuerza de salvación para todo el que cree; sabiendo, además, que hoy y casi siempre hay que navegar contracorriente, ya que se está en un «mar proceloso», sacudidos por tantas olas de modas culturales que nos presionan, por tantos vientos, a veces tan adversos, que parecen confundirnos y llevarnos sin rumbo, al precipicio.

No hay auténtica evangelización si no va acompañada del compromiso por la liberación integral del hombre y de todos los hombres. Es necesario un nuevo ardor, unos nuevos métodos, unas formas nuevas de presentación del mensaje cristiano. Pero implica sobre todo la aceptación práctica de algunos postulados teológicos que deben inspirar y animar la nueva evangelización, de los que podemos destacar:

  • Es preciso rescatar la prioridad del anuncio kerigmático como primer paso hacia la construcción de la comunidad cristiana. La ausencia de ese anuncio explica en parte la falta de experiencia cristiana y de la práctica del Reino en sociedades y culturas tradicionalmente cristianas.
  • Teniendo presente que la Iglesia es la realidad visible de la experiencia de Dios, la nueva evangelización debe encaminarse más a una iniciación vivencial y práctica en la experiencia cristiana que a un simple adoctrinamiento de los La nueva evangelización debe ser esencialmente testimonial. Debe estar respaldada por el testimonio evangélico del evangelizador y de la comunidad evangelizadora.
  • La nueva evangelización implica el compromiso de la Iglesia con la causa de la justicia y la La experiencia cristiana es una experiencia de comunión y solidaridad entre los hombres.
  • La nueva evangelización implica vivir la sinodalidad, ya que ella es tarea y responsabilidad de todos los miembros y sectores de la Iglesia. La figura solitaria del misionero clásico cede protagonismo a la comunidad evangelizadora. Cada comunidad cristiana se convierte en agente primero de la nueva evangelización. Todos sus miembros, laicos, religiosos o sacerdotes, están llamados a trabajar corresponsablemente en la tarea evangelizadora, cada uno según sus carismas y ministerios específicos. La incorporación de los laicos es uno de los rasgos destacados de la nueva evangelización.

Es necesario no olvidar en la misión evangelizadora que hoy se hace presente, como hace más de dos mil años, la mirada compasiva de Cristo a aquella muchedumbre que lo seguía y que andaba como ovejas sin pastor. También hoy Jesús quiere acercarse y apiadarse de la viuda de Naím, y mirar a la mujer sorprendida en adulterio, sin condenarla; con afecto y cariño quiere mirar también al joven rico de corazón bueno, y a Pedro, que le había negado, sin reprocharle nada; Jesús siempre miraba con entrañas de amor y solicitaba al Padre obreros para trabajar por él. Así también, como Iglesia de Dios, hemos de mirar el mundo de hoy para traerle con Cristo salvación, luz, esperanza, sanación, reconciliación, la alegría de un nuevo futuro, lleno de fecundidad y de consuelo. Como decía el papa San Juan Pablo II: “No lo dudemos: «Nos espera una apasionante tarea de renacimiento. Una obra que implica a todos»: evangelizar; de nuevo evangelizar; como en los primeros tiempos. Es en verdad apasionante mostrar la verdad y el rostro de Dios, que es Amor, en nuestros días; es apasionante, sin duda alguna poder hablar de Jesucristo a nuestros contemporáneos, ofrecérselo, e invitarlos a que compartan el gozo y el inmenso don de la fe. Nada se le puede comparar a esto4”.

El papa Francisco se hace eco de esta enseñanza cuando habla de la importancia de la “conversión pastoral” que es mucho más que la reestructuración de nuestras parroquias, escuelas e instituciones diocesanas. La “apasionante tarea de renacimiento pastoral” que san Juan Pablo II dice que nos espera a todos es lo que el papa Francisco quiere decir cuando habla de la pastoral en clave de misión, afirmando que “la planificación pastoral nos desafía a no escudarnos en la actitud acomodadiza de que “siempre lo hemos hecho así.” Nos invita a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar las metas, la estructuras, el estilo y los métodos de evangelización en nuestras respectivas comunidades”5.

La esperanza no defrauda

Spes non confundit, “La esperanza no defrauda”. Es la esperanza la que el Papa invoca como don en el Jubileo 2025 para un mundo marcado por el choque de las armas, la muerte, la destrucción, el odio al prójimo, el hambre, la “deuda ecológica” y la baja natalidad.

La Bula, que tiene como lema “Peregrinos de la esperanza”, en referencia a los fieles que vendrán a Roma y a los que, no pudiendo llegar a la ciudad de los apóstoles, lo celebrarán en Iglesias particulares. Contiene súplicas, propuestas (como la dirigida a los gobiernos para que amnistíen o indulten las penas de los presos o la de un Fondo Mundial para eliminar el hambre con el dinero de las armas), también llamamientos en favor de los presos, los enfermos, los ancianos, los pobres, los jóvenes, y anuncia las novedades de un Año Santo -una sobre todo; la apertura de una Puerta Santa en una cárcel-.

Ante ese mundo sumergido en una cultura líquida y en el ateísmo práctico, nos decía Benedicto XVI que “Es necesario dar cuenta de la esperanza cristiana al hombre moderno, agobiado por grandes e inquietantes problemáticas que ponen en crisis los cimientos mismos de su ser y actuar»6. Y, para ello, el papa Francisco nos dirá que «la esperanza no defrauda» (Rm 5,5). La esperanza es el bálsamo que se quiere extender sobre las heridas de una humanidad que, “ajena a los dramas del pasado”, se ve sometida a “una prueba nueva y difícil” que ve a “tantas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia” o atenazadas por un crecimiento exponencial de la pobreza, a pesar de que los recursos no faltan y se destinan sobre todo a gastos militares7.

Ha llegado la hora, como servicio a la humanidad de este tiempo, que los cristianos, sin demora y sin echarse atrás ni retirarse, muestren y ofrezcan a Jesucristo en toda su verdad, como camino y vida; obedeciendo a Dios antes que a los hombres, a la cultura o a los poderes de este mundo. Sin olvidar ni dudar nunca de que el Señor navega con los que lo siguen, sin bajarse de la frágil barca de Pedro, y que Él, en medio de la noche, ya en la alborada de un nuevo día, viene hoy a nuestro encuentro caminando sobre las «aguas agitadas», agarrándonos de la mano para que no nos hundamos, y, salvados, seamos conducidos al buen puerto con los vientos y las aguas sosegadas.

Es preciso que la Iglesia camine en medio de los vientos contrarios de hoy, con la certeza de que Jesucristo mismo, en persona, el mismo que nació de la santísima Virgen María y fue crucificado, es el mismo que vive resucitado, triunfador de la muerte, con las llagas abiertas de la carne y del costado herido, y que no es un fantasma, no es una idea, sino que está vivo y camina con nosotros.

 

Mensaje de esperanza para todos los canarios

 Quiero finalizar esta carta pastoral, dirigiéndome, no solo a los cristianos de la Diócesis, sino también a todos los que habitamos en el territorio. El Jubileo es una ocasión para dejarnos guiar por la esperanza. Y ella, siendo una virtud, es también un don de Dios que ofrece a todos los que la quieran. Naturalmente, mi primer deseo es ofrecer a todos nuestros conciudadanos que, de la mano de Nuestra

Señora del Pino, se acerquen a conocer la esperanza cristiana, que puedan experimentar de primera mano, lejos de cualquier tópico o posicionamiento ideológico, la alegría de quienes esperamos en Cristo Jesús. No se trata de una oferta vana y rutinaria, sino que la Iglesia existe para comunicar esta esperanza, como ya nos indicó desde el principio el apóstol San Pedro: «siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto» (1 P 3, 15).

Con esa dulzura y todo el respeto, también para los que no creen o siguen cualquier otra doctrina, les ofrezco esta esperanza de la que aquí hablamos que como la fe, es un bien común para toda la humanidad: no le quita nada al ser humano ni lo degrada ni lo hace irracional, sino que, por el contrario, le abre un horizonte nuevo, inmenso, infinito… hacia el que caminar juntos sin paralizarnos por las dificultades de la vida o por los tropiezos en la historia. Si la esperanza cristiana tiene como origen y fin la vocación a la comunión eterna con Dios, el mayor de todos los horizontes posibles, muestra por eso una capacidad real para alimentar y retroalimentarse de cualquier otra esperanza que sea honesta y plenamente humana. Se da como una especie de «circularidad positiva» entre esperanzas que engendra una fortaleza enorme capaz de hacernos avanzar hacia donde queremos a pesar de los contratiempos y requiebros de cualquier tipo y época que minan nuestra confianza en la humanidad. La esperanza se muestra, así, como el mayor remedio para la frustración y la ansiedad que desbordan nuestro mundo.

Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos una ocasión de reavivar la esperanza. La Palabra de Dios nos ayudará a encontrar sus razones. Dejémonos conducir por lo que el apóstol Pablo escribió precisamente a los cristianos de Roma:

«Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. […] Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rm 5,1-2.5).

En Canarias, como en el resto del planeta, tenemos muchos retos. Deseo con toda el alma que este Jubileo convocado por el Papa nos haga reavivar la esperanza: la que procede de la fe y cualquier otro tipo de esperanza que nos lleve a luchar juntos sin desfallecer por el ser humano: poniendo en el centro de todos nuestros esfuerzos a la persona, su protección y desarrollo, garantizando sus derechos y necesidades básicas; cuidando el planeta en

el que vivimos como un regalo que hemos recibido y que dejaremos a los que vienen detrás; apostando por una convivencia fraterna que nos haga saborear y disfrutar la vida, lejos de cualquier polarización irracional que nos lleve a descartar a otros o que desgaste nuestro compromiso social y por supuesto, que nos lleve a no desistir nunca en buscar la construcción de una civilización de justicia, paz y gozo que todos deseamos y que el Nuevo Testamento hace coincidir con el Reino de Dios (Rom 14, 17).

Reciban todos mi bendición y mi mano tendida para caminar juntos en esperanza.

+José Mazuelos Pérez

Obispo de Canarias


  1. Francisco, Bula Spes non confundit nº5 2024
  2. Carta del Santo Padre Francisco a Rino Fisichella para el jubileo 2025
  3. Sebastián, Evangelizar, Madrid 2010, p. 276.
  4. San Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 29
  5. Francisco, Exhortación Evangelii gaudium, 33
  6. Homilía de Benedicto XVI en el Parque de San Giuliano de Mestre en su viaje Apostólico a Venecia, 5-8-2011.
  7. Francisco, Bula Spes non confundit,8-17.

Las religiosas de Jaén preparan la Navidad con un retiro de adviento

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Al comenzar el tiempo de adviento, la CONFER Jaén, convocó en la Casa de la Iglesia a religiosas y religiosos de la Diócesis a un retiro impartido por el padre Antonio Ángel (Carmelita de Úbeda), en el que se invitaba a participar de la buena noticia a través de la llamada a la conversión: “convertíos”

Al coincidir hermanas de distintas congregaciones y diferentes lugares, la jornada comenzó con una dinámica para ponernos nombre y saber quiénes somos. Se cumplió el objetivo sabiendo quieres éramos y las personas que íbamos a compartir el encuentro de reflexión—oración.

Comenzamos invocando al Espíritu.  Y después el padre, Antonio Ángel, nos dio unas pautas de ayuda en la reflexión -oración.  Compartimos algunas pinceladas de lo mucho que nos dijo:

“En este tiempo, la liturgia nos invita a vivir con un talante de Esperanza en el día, a día”. “Es tiempo de Conversión” “El trabajar por la Paz, teniendo las antenas, atentas esperar siempre, darnos, constatando que es más lo que recibimos”.

Es un tiempo de ahondar en el evangelio, y queremos hacerlo durante toda la vida”.

El texto que nos iluminó fue Rm,5, “la Esperanza no defrauda, es necesario que avivemos el encuentro con el Señor que viene, mantengámonos en pie y caminemos acompañadas de las buenas obras” Seamos constructores de Paz. Mirando al futuro con Esperanza con un talante alegre, confiado… El Seños que llega. Ya está.

“Tengamos el corazón abierto y seamos comunicadores de esa Buena Noticia Evangélica, a todo el que está a nuestro lado y más allá”.” Nuestro centro es, El Señor”.

Después de estas palabras tuvimos un tiempo de silencio que nos ayudó a orar. También se facilitó el acercamiento a recibir el sacramento del perdón. Terminando con la Eucaristía centro del encuentro y vida.  Con un corazón agradecido volvimos a nuestras comunidades, siendo conscientes de la misión a la que somos enviadas.

¡¡Feliz tiempo de adviento!!

                                                            CONFER Jaén

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Carta Pastoral «El Jubileo, Luz de la Esperanza»

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Carta Pastoral «El Jubileo, Luz de la Esperanza. Año Jubilar 2025″

 Queridos Diocesanos

El papa Francisco ha convocado un año jubilar para toda la Iglesia católica mediante la bula Spes non confundit. (La Esperanza no defrauda). En ella explica que “la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús”.1

Como dice el papa Francisco, debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente2.

Dónde estamos

El momento actual del mundo y de la Iglesia es un momento lleno de dificultades para hacer realidad la evangelización que el mundo necesita y que la Iglesia tiene que hacer realidad, porque es la misión confiada y recibida del mismo Cristo.

En los últimos veinticinco años hemos vivido, y estamos viviendo, una verdadera y penosa pérdida de valores humanos y cristianos, que han significado, como ha subrayado repetidamente el papa Francisco, para la sociedad y para la Iglesia, un auténtico cambio de época.

De hecho, ahora se niega que el hombre, como ser libre, esté de algún modo vinculado a una naturaleza que determine el espacio de su libertad. El hombre ya no tiene naturaleza, sino que «se hace» a sí mismo. Ya no existe una naturaleza humana: es él quien decide lo que es, hombre o mujer. Es el hombre quien produce al ser humano y quien decide el destino de un ser que ya no proviene de las manos de un Dios Creador, sino del laboratorio de invenciones humanas. La abolición del Creador como abolición del hombre se ha convertido en la auténtica amenaza para la fe y para la humanidad. Este es el gran desafío que se presenta hoy a la teología. Y solo podrá enfrentarlo si el ejemplo de vida de los cristianos es más fuerte que el poder de las negaciones que nos rodean y nos prometen una falsa libertad.

Por otra parte, el mundo al que estamos llamados a anunciar el Evangelio, se halla sumergido en una cultura líquida, una cultura basada en el consumismo en el que las relaciones humanas, incluidas las relaciones entre el hombre y la mujer, quedan sometidas a la lógica del usar y tirar y en la servidumbre del relativismo, para el que no hay ideas verdaderas o falsas, sino únicamente útiles o inútiles. Un mundo en el que hay un predominio cultural del ateísmo práctico, que normaliza modelos de vida abiertamente inmorales, que chocan con la enseñanza de la Iglesia. La secularización radical se revela cada vez más progresivamente como la visión dominante auténtica, privando cada vez más al cristianismo de su espacio vital.

Detrás de dicha increencia se esconde además un pragmatismo brutal, un relativismo radical y un laicismo excluyente e ideológico que origina un desprecio de la verdad del ser humano y una devaluación y ruptura de las relaciones entre la fe y la razón. Ahí está la quiebra de humanidad, la verdadera ruina que se impone con la desolación de los espíritus y la destrucción de la conciencia moral. Se nos plantea, pues, la insoslayable tarea de edificar sobre lo que hoy y mañana prometa mantener la dignidad humana y una existencia conforme a ella.

Fernando Sebastián3 afirmaba que hay que tener claro que el hombre postmoderno es un gigante técnico, pero con los pies de barro que necesita conocer el amor de Dios y confiar en Él. Esta necesidad y esta pobreza del hombre de hoy es la que debe movernos a ir a su encuentro. Por tanto, ante este hombre postmoderno, que intenta encontrar la salvación y calmar la sed de eternidad con meras realidades terrenas, ha de resplandecer con fuerza el tesoro que tiene en su seno la Iglesia: Cristo, única fuente de agua viva capaz de saciar la sed de eternidad y de amor que tiene el hombre de todos los tiempos, también el actual.

 

La evangelización razón para la esperanza

 

Una nueva evangelización es la urgencia mayor y el mejor de los servicios que la Iglesia puede, y debe, prestar hoy a los hombres de nuestro tiempo. Esto reclama llevar el Evangelio sin ningún miedo ni complejo, con firmes y básicas certezas, con plena libertad y valentía, con la alegría que viene de Dios y la dicha del tesoro del Evangelio, con las razones que sustentan el anuncio del Evangelio, capaces de responder a las explicaciones que hoy se nos piden.

Sin echarse atrás y sin retirarse, la Iglesia, en su totalidad, ha de mostrar a Jesucristo; obedeciendo a Dios antes que a los hombres, consciente y sabedora, con certeza, de que el Evangelio no está encadenado ni en trance de perecer, y es fuerza de salvación para todo el que cree; sabiendo, además, que hoy y casi siempre hay que navegar contracorriente, ya que se está en un «mar proceloso», sacudidos por tantas olas de modas culturales que nos presionan, por tantos vientos, a veces tan adversos, que parecen confundirnos y llevarnos sin rumbo, al precipicio.

No hay auténtica evangelización si no va acompañada del compromiso por la liberación integral del hombre y de todos los hombres. Es necesario un nuevo ardor, unos nuevos métodos, unas formas nuevas de presentación del mensaje cristiano. Pero implica sobre todo la aceptación práctica de algunos postulados teológicos que deben inspirar y animar la nueva evangelización, de los que podemos destacar:

  • Es preciso rescatar la prioridad del anuncio kerigmático como primer paso hacia la construcción de la comunidad cristiana. La ausencia de ese anuncio explica en parte la falta de experiencia cristiana y de la práctica del Reino en sociedades y culturas tradicionalmente cristianas.
  • Teniendo presente que la Iglesia es la realidad visible de la experiencia de Dios, la nueva evangelización debe encaminarse más a una iniciación vivencial y práctica en la experiencia cristiana que a un simple adoctrinamiento de los La nueva evangelización debe ser esencialmente testimonial. Debe estar respaldada por el testimonio evangélico del evangelizador y de la comunidad evangelizadora.
  • La nueva evangelización implica el compromiso de la Iglesia con la causa de la justicia y la La experiencia cristiana es una experiencia de comunión y solidaridad entre los hombres.
  • La nueva evangelización implica vivir la sinodalidad, ya que ella es tarea y responsabilidad de todos los miembros y sectores de la Iglesia. La figura solitaria del misionero clásico cede protagonismo a la comunidad evangelizadora. Cada comunidad cristiana se convierte en agente primero de la nueva evangelización. Todos sus miembros, laicos, religiosos o sacerdotes, están llamados a trabajar corresponsablemente en la tarea evangelizadora, cada uno según sus carismas y ministerios específicos. La incorporación de los laicos es uno de los rasgos destacados de la nueva evangelización.

Es necesario no olvidar en la misión evangelizadora que hoy se hace presente, como hace más de dos mil años, la mirada compasiva de Cristo a aquella muchedumbre que lo seguía y que andaba como ovejas sin pastor. También hoy Jesús quiere acercarse y apiadarse de la viuda de Naím, y mirar a la mujer sorprendida en adulterio, sin condenarla; con afecto y cariño quiere mirar también al joven rico de corazón bueno, y a Pedro, que le había negado, sin reprocharle nada; Jesús siempre miraba con entrañas de amor y solicitaba al Padre obreros para trabajar por él. Así también, como Iglesia de Dios, hemos de mirar el mundo de hoy para traerle con Cristo salvación, luz, esperanza, sanación, reconciliación, la alegría de un nuevo futuro, lleno de fecundidad y de consuelo. Como decía el papa San Juan Pablo II: “No lo dudemos: «Nos espera una apasionante tarea de renacimiento. Una obra que implica a todos»: evangelizar; de nuevo evangelizar; como en los primeros tiempos. Es en verdad apasionante mostrar la verdad y el rostro de Dios, que es Amor, en nuestros días; es apasionante, sin duda alguna poder hablar de Jesucristo a nuestros contemporáneos, ofrecérselo, e invitarlos a que compartan el gozo y el inmenso don de la fe. Nada se le puede comparar a esto4”.

El papa Francisco se hace eco de esta enseñanza cuando habla de la importancia de la “conversión pastoral” que es mucho más que la reestructuración de nuestras parroquias, escuelas e instituciones diocesanas. La “apasionante tarea de renacimiento pastoral” que san Juan Pablo II dice que nos espera a todos es lo que el papa Francisco quiere decir cuando habla de la pastoral en clave de misión, afirmando que “la planificación pastoral nos desafía a no escudarnos en la actitud acomodadiza de que “siempre lo hemos hecho así.” Nos invita a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar las metas, la estructuras, el estilo y los métodos de evangelización en nuestras respectivas comunidades”5.

La esperanza no defrauda

Spes non confundit, “La esperanza no defrauda”. Es la esperanza la que el Papa invoca como don en el Jubileo 2025 para un mundo marcado por el choque de las armas, la muerte, la destrucción, el odio al prójimo, el hambre, la “deuda ecológica” y la baja natalidad.

La Bula, que tiene como lema “Peregrinos de la esperanza”, en referencia a los fieles que vendrán a Roma y a los que, no pudiendo llegar a la ciudad de los apóstoles, lo celebrarán en Iglesias particulares. Contiene súplicas, propuestas (como la dirigida a los gobiernos para que amnistíen o indulten las penas de los presos o la de un Fondo Mundial para eliminar el hambre con el dinero de las armas), también llamamientos en favor de los presos, los enfermos, los ancianos, los pobres, los jóvenes, y anuncia las novedades de un Año Santo -una sobre todo; la apertura de una Puerta Santa en una cárcel-.

Ante ese mundo sumergido en una cultura líquida y en el ateísmo práctico, nos decía Benedicto XVI que “Es necesario dar cuenta de la esperanza cristiana al hombre moderno, agobiado por grandes e inquietantes problemáticas que ponen en crisis los cimientos mismos de su ser y actuar»6. Y, para ello, el papa Francisco nos dirá que «la esperanza no defrauda» (Rm 5,5). La esperanza es el bálsamo que se quiere extender sobre las heridas de una humanidad que, “ajena a los dramas del pasado”, se ve sometida a “una prueba nueva y difícil” que ve a “tantas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia” o atenazadas por un crecimiento exponencial de la pobreza, a pesar de que los recursos no faltan y se destinan sobre todo a gastos militares7.

Ha llegado la hora, como servicio a la humanidad de este tiempo, que los cristianos, sin demora y sin echarse atrás ni retirarse, muestren y ofrezcan a Jesucristo en toda su verdad, como camino y vida; obedeciendo a Dios antes que a los hombres, a la cultura o a los poderes de este mundo. Sin olvidar ni dudar nunca de que el Señor navega con los que lo siguen, sin bajarse de la frágil barca de Pedro, y que Él, en medio de la noche, ya en la alborada de un nuevo día, viene hoy a nuestro encuentro caminando sobre las «aguas agitadas», agarrándonos de la mano para que no nos hundamos, y, salvados, seamos conducidos al buen puerto con los vientos y las aguas sosegadas.

Es preciso que la Iglesia camine en medio de los vientos contrarios de hoy, con la certeza de que Jesucristo mismo, en persona, el mismo que nació de la santísima Virgen María y fue crucificado, es el mismo que vive resucitado, triunfador de la muerte, con las llagas abiertas de la carne y del costado herido, y que no es un fantasma, no es una idea, sino que está vivo y camina con nosotros.

 

Mensaje de esperanza para todos los canarios

 Quiero finalizar esta carta pastoral, dirigiéndome, no solo a los cristianos de la Diócesis, sino también a todos los que habitamos en el territorio. El Jubileo es una ocasión para dejarnos guiar por la esperanza. Y ella, siendo una virtud, es también un don de Dios que ofrece a todos los que la quieran. Naturalmente, mi primer deseo es ofrecer a todos nuestros conciudadanos que, de la mano de Nuestra

Señora del Pino, se acerquen a conocer la esperanza cristiana, que puedan experimentar de primera mano, lejos de cualquier tópico o posicionamiento ideológico, la alegría de quienes esperamos en Cristo Jesús. No se trata de una oferta vana y rutinaria, sino que la Iglesia existe para comunicar esta esperanza, como ya nos indicó desde el principio el apóstol San Pedro: «siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto» (1 P 3, 15).

Con esa dulzura y todo el respeto, también para los que no creen o siguen cualquier otra doctrina, les ofrezco esta esperanza de la que aquí hablamos que como la fe, es un bien común para toda la humanidad: no le quita nada al ser humano ni lo degrada ni lo hace irracional, sino que, por el contrario, le abre un horizonte nuevo, inmenso, infinito… hacia el que caminar juntos sin paralizarnos por las dificultades de la vida o por los tropiezos en la historia. Si la esperanza cristiana tiene como origen y fin la vocación a la comunión eterna con Dios, el mayor de todos los horizontes posibles, muestra por eso una capacidad real para alimentar y retroalimentarse de cualquier otra esperanza que sea honesta y plenamente humana. Se da como una especie de «circularidad positiva» entre esperanzas que engendra una fortaleza enorme capaz de hacernos avanzar hacia donde queremos a pesar de los contratiempos y requiebros de cualquier tipo y época que minan nuestra confianza en la humanidad. La esperanza se muestra, así, como el mayor remedio para la frustración y la ansiedad que desbordan nuestro mundo.

Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos una ocasión de reavivar la esperanza. La Palabra de Dios nos ayudará a encontrar sus razones. Dejémonos conducir por lo que el apóstol Pablo escribió precisamente a los cristianos de Roma:

«Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. […] Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rm 5,1-2.5).

En Canarias, como en el resto del planeta, tenemos muchos retos. Deseo con toda el alma que este Jubileo convocado por el Papa nos haga reavivar la esperanza: la que procede de la fe y cualquier otro tipo de esperanza que nos lleve a luchar juntos sin desfallecer por el ser humano: poniendo en el centro de todos nuestros esfuerzos a la persona, su protección y desarrollo, garantizando sus derechos y necesidades básicas; cuidando el planeta en

el que vivimos como un regalo que hemos recibido y que dejaremos a los que vienen detrás; apostando por una convivencia fraterna que nos haga saborear y disfrutar la vida, lejos de cualquier polarización irracional que nos lleve a descartar a otros o que desgaste nuestro compromiso social y por supuesto, que nos lleve a no desistir nunca en buscar la construcción de una civilización de justicia, paz y gozo que todos deseamos y que el Nuevo Testamento hace coincidir con el Reino de Dios (Rom 14, 17).

Reciban todos mi bendición y mi mano tendida para caminar juntos en esperanza.

+José Mazuelos Pérez

Obispo de Canarias


  1. Francisco, Bula Spes non confundit nº5 2024
  2. Carta del Santo Padre Francisco a Rino Fisichella para el jubileo 2025
  3. Sebastián, Evangelizar, Madrid 2010, p. 276.
  4. San Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 29
  5. Francisco, Exhortación Evangelii gaudium, 33
  6. Homilía de Benedicto XVI en el Parque de San Giuliano de Mestre en su viaje Apostólico a Venecia, 5-8-2011.
  7. Francisco, Bula Spes non confundit,8-17.

Ya está abierto el plazo de inscripción para el Jubileo de la Juventud en Roma

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La Delegación de Juventud de Jaén te invita a participar en un evento único y trascendental: el Jubileo de los Jóvenes, que tendrá lugar del 28 de julio al 3 de agosto de 2025 en Roma. Este acontecimiento se enmarca en el Año Santo Jubilar de la Esperanza, una oportunidad excepcional de encuentro con Dios, el Papa y miles de jóvenes de todo el mundo en la gran familia de la Iglesia.

¿Qué nos espera en Roma el próximo verano?
El programa está lleno de momentos lúdicos, cultuales, espirituales y culturales inolvidables, los momentos centrales serán:

Apertura en la Plaza de San Pedro y bienvenida por jóvenes de Roma.

Recorrido por las cuatro puertas santas de la ciudad.

Liturgia penitencial en el Circo Máximo.

Vigilia de oración y encuentro con el Papa en Tor Vergata, el epicentro del Jubileo.

Misa de envío como cierre del evento.

Además, como grupo tendremos nuestros momentos como Iglesia Diocesana con nuestro Obispo, y alguna parada especial durante el viaje de ida y vuelta que nos ayudarán a preparar el Jubileo y a valorarlo.

¿Cómo puedo participar e inscribirme?
La Delegación de Juventud te propone un Pack del Peregrino por 680€ por persona que incluye principalmente:

•Transporte ida y vuelta en bus.

•Alojamiento, comidas y transporte local en Roma.

•Inscripción en los actos centrales y seguro.

•Kit del peregrino Jaén + Roma.

•Encuentro de españoles

¡Inscríbete ya! LAS PLAZAS SON LIMITADAS, no esperes a última hora. La preinscripción está abierta con un primer pago de 80 €. Consulta los demás plazos de pago completos y encuentra ideas para financiar tu participación junto a tu comunidad parroquial o grupo.

Edad de los participantes
> Los PEREGRINOS a partir de 16 años (o nacidos en 2008) hasta 35 años (o nacidos en 1989).
> Los MONITORES/RESPONSABLES/ACOMPAÑANTES pueden tener más de 35 años.

¿Por qué no te lo puedes perder?
El Jubileo de los Jóvenes es más que un evento; es una peregrinación de fe, un momento de experiencia profunda con Dios y con jóvenes que comparten también tus inquietudes. ¡Roma te espera para vivir la gracia, la alegría y el impulso del Jubileo 2025!

¡No dejes pasar esta oportunidad única!

Presentación
Inscripción grupos
Inscripción particular

Delegación de Infancia y Juventud

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Congresistas de todo el mundo participan el congreso de hermandades

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Congresistas de todo el mundo participan el congreso de hermandades

Más de 1.900 personas han participado como congresistas en el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. En torno al 60 % procedían de la propia Archidiócesis de Sevilla, aunque según fuentes de la organización, hubo una representación de “prácticamente la totalidad de las diócesis españolas”, especialmente de la zona del Levante y del resto de Andalucía. Destacó, asimismo, una notable presencia iberoamericana, ya que alrededor de 60 personas ‘cruzaron el charco’ para participar en este congreso, mayoritariamente de México, Guatemala, Ecuador y Honduras. Por otra parte, también se inscribieron congresistas de distintas partes del mundo como Italia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Estados Unidos, Suiza e, incluso, de las Islas Azores.

De Guatemala a Sevilla

Bernal Díaz es el encargado general -es decir, hermano mayor- de la Hermandad del Señor Sepultado Cristo del Amor de Santo Domingo, en Guatemala, una corporación con más de cuatro siglos de antigüedad, convirtiéndose en el Santo Entierro más antiguo de toda América. Data de la llegada de los españoles a Guatemala y “nuestra responsabilidad es conservar esa herencia que nos han dejado, pero no como una herencia cultural nada más, sino como una herencia de fe y compromiso cercano a Dios”, explica Díaz, que ha encabezado la delegación guatemalteca en el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, compuesta por 18 personas.

Después de cinco días de ponencias, mesas redondas, celebraciones litúrgicas y convivencia, ha confesado que esta experiencia ha sido “un regalo” y ha destacado especialmente “la profesionalidad y la calidad de las charlas, así como el nivel de los relatores”. Concretamente, “me ha impresionado su capacidad de transformar lo profundo en palabras que nos hacen recapacitar en lo que vivimos día a día como religiosidad popular”. Además, se lleva de vuelta a México la tarea de “no caer en el santerismo y realmente buscar lo que es la religión popular, ese encuentro con Dios, con nuestro Salvador, en este camino marcado por la Iglesia que es en el que debemos profundizar”.

De estos días también agradece los encuentros “con otros hermanos que nos alientan a seguir en este caminar, porque sabemos que no estamos solos. Somos un equipo en el mundo”. En estos ratos de convivencia, también se va “impresionado por la hermandad y la unidad que nos han transmitido. Realmente nos hemos sentido muy identificados. Ustedes son nuestros hermanos mayores en la tradición y nosotros, como guatemaltecos, nos sentimos honrados y sumamente agradecidos por ese buen trato que nos han dado”.

En relación a la vivencia de la piedad popular en Guatemala, Bernal Díaz explica que esta religiosidad “fue el instrumento empleado por los sacerdotes y evangelizadores de la Nueva América”. “Haber heredado estas transmisiones de fe -ha añadido- fue lo que nos ha enraizado para ser los católicos que somos ahora. No en vano, en Guatemala se vive una expresión profunda de fe, tanto que en el 2022 la UNESCO nos declaró patrimonio intangible en la humanidad por ese sentir, porque realmente no es solo los devotos, no son solo los hermanos, no solo los cargadores, sino que es una familia completa que se une como país para transmitir este mensaje a generación tras generación”.

Finalmente, el hermano mayor del Señor Sepultado Cristo del Amor de Santo Domingo agradece a la Iglesia en Sevilla por la celebración de este congreso: “Gracias por darle el espacio y la seriedad a estos movimientos para que todo, al final de cuentas, nos lleve a un encuentro con el Señor. Ustedes hacen realmente lo que pide el papa Francisco: unir países, unir hermanos, unir traiciones”.

México, la delegación más numerosa

Francisco Javier Molina es un sacerdote diocesano que misionó en México durante más de 30 años. Sus lazos con aquel país se mantienen, y también muchas amistades, por eso ha organizado una peregrinación a España de 30 personas cuyo culmen ha sido el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular.

Se trata de la delegación extranjera más numerosa de las que han participado en este encuentro internacional. Según explica Molina, a los congresistas mexicanos “les ha encantado. Es una belleza y una suerte la que tenemos aquí en Sevilla de mantener estas manifestaciones de religiosidad popular”. Asimismo, ha destacado la oportunidad que han tenido de “compartir con algunas hermandades de Sevilla y ver de cerca esa vivencia y la práctica de la religiosidad popular”.

En esta línea se expresaba Benito, uno de los congresistas mexicanos, cuando aseguraba que “todo es precioso y las pláticas magníficas”. De esta experiencia se lleva “lo que es la hermandad, las cofradías y las ganas de impulsarlas en México para poder transmitir estos valores a los chiquillos y a los más jóvenes”.

“Hay que señalar -matiza Molina- que la religiosidad popular en México se vive un poco distinto aquí”. El sacerdote enumera, principalmente, tres costumbres: las peregrinaciones, las misiones populares y las festividades de los patrones de cada localidad. Además, apunta que la vivencia de la Semana Santa “es muy fuerte en cuanto a la representación de la Pasión de Cristo. No es que haya tantas procesiones con imágenes, sino que es la propia gente la que camina por el pueblo el Domingo de Ramos, el Viernes Santo o el Sábado Santo acompañando a la Virgen de la Soledad”.

 

 

 

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El Camino Neocatecumenal celebra 50 años en Asidonia-Jerez

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Este domingo 15 de diciembre, el Camino Neocatecumenal de la Diócesis tendrá un encuentro de acción de gracias con la presencia de Monseñor Rico Pavés con motivo de celebrar medio siglo de presencia en la Iglesia Asidonense.

Este próximo domingo 15 de diciembre a las 17hrs el Palacio de Ferias y Exposiciones de Chipiona acogerá una celebración muy especial. Hablamos del 50 aniversario de presencia en nuestra Diócesis del Camino Neocatecumenal. Presidida por Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, esta celebración de acción gracias querrá unir en este lugar a todas las comunidades de esta realidad de la Iglesia, la cual nace en Asidonia-Jerez el 15 de diciembre de 1974.

Sin todavía existir la Diócesis de Asidonia-Jerez, el Camino Neocatecumenal pone su primera semilla en este territorio diocesano que por aquel entonces pertenecía a la Archidiócesis de Sevilla. 50 años han pasado de aquel inicio, un comienzo donde guiados por el Señor realizaban tarea a la que estamos llamados todos, que no es otra que llevar la alegría del Evangelio a todos los lugares.

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14 DICIEMBRE: La parroquia de San Juan prepara la Navidad con un video-fórum de un capítulo de “The Chosen”

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La Parroquia de San Juan y la Hermandad de las Angustias invitan a disfrutar del capítulo especial de Navidad de la reconocida serie The Chosen (El Elegido), que narra la vida de Jesucristo, y que se proyectará este sábado 14 de diciembre  tras la Misa de Hermandad de las 19:00 horas.

Este acto cultural y religioso, pensado para toda la comunidad y para disfrutar en familia, busca unir la reflexión espiritual de la misa con el mensaje de esperanza y amor que caracteriza a esta aclamada serie.

“Estamos convencidos de que este capítulo navideño de The Chosen conmoverá a audiencias de todo el mundo al retratar con profundidad y sensibilidad el nacimiento de Jesús, destacando valores como la fe, la familia y la redención”, afirman los organizadores. “Invitamos a los fieles a compartir una experiencia enriquecedora y de convivencia, con un tiempo  para el diálogo y la reflexión tras la proyección”.

Detalles del evento:

Fecha: 14 de diciembre

Hora: Al concluir la misa de Hermandad de las 19:00 h.

Lugar: Parroquia de San Juan

La iniciativa refuerza el compromiso de la Hermandad con la parroquia para ofrecer espacios donde la fe y la cultura se entrelacen, promoviendo una vivencia más profunda del mensaje navideño.

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