Noviembre comenzaba con la solemnidad de Todos los Santos. Una celebración presidida por el Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, en la Catedral de Jaén, y concelebrada por el Vicario General de la Diócesis y Canónigo, D. Juan Ignacio Damas; y el Canónigo emérito, D. Juan Herrera. Además, acompañó con el órgano D. Alfonso Media.
Las lecturas y la oración de los fieles fueron participadas por el seminarista tanzano, John Makubhi, y varios colaboradores de la Catedral. El Evangelio fue proclamado por D. Juan Ignacio Damas.
Homilía
El Obispo quiso comenzar su predicación explicando que la solemnidad de todos los santos es “una fiesta de gran alegría, de esperanza profunda y de comunión. Es una celebración que nos recuerda nuestra vocación última: estamos llamados a la santidad, a compartir la vida plena y eterna de Dios”. Para continuar: “la Iglesia se viste de gozo al reconocer no solo a los santos canonizados, sino también a esa multitud inmensa de hombres y mujeres anónimos que vivieron con fidelidad y amor en medio de las circunstancias de cada día, en la vida ordinaria, ‘los santos de la puerta de al lado’”.
Asimismo, y haciendo referencia al Evangelio de San Mateo, Don Sebastián apuntó que las Bienaventuranzas “son la carta magna del Reino de Dios, y los santos, sus ciudadanos, son aquellos que, en medio de las pruebas y desafíos de la vida, vivieron en fidelidad a este mensaje de Jesús. Ellos nos enseñan que la verdadera felicidad no se encuentra en el éxito, la fama o el poder, sino en vivir según el Evangelio, según las Bienaventuranzas, en amar y servir a los demás, en poner nuestra esperanza en Dios y nuestra respuesta diaria a su voluntad”.
Además, el Pastor diocesano explicó que en ese día celebramos, también, como lo profesamos en el Credo, “la ‘Comunión de los Santos’, esa gran familia en la que todos estamos unidos: los que aún caminamos en esta tierra, los que están en proceso de purificación, y los que ya gozan de la plenitud en Dios. Esta comunión nos fortalece y nos recuerda que no estamos solos”.
Del mismo modo, afirmó que la Iglesia nos invita, especialmente en ese día, a seguir el ejemplo de los santos en nuestra vida diaria. “Nos propone un programa sencillo y accesible para todos: oración, Eucaristía, reconciliación y el amor al prójimo”. “Celebrar a Todos los Santos es también recordar que estamos llamados a ser testigos de santidad en el mundo. La santidad, como ya queda dicho, no es para unos pocos elegidos; es una vocación universal. Cada uno de nosotros, con nuestras capacidades y talentos únicos, está llamado a llevar la luz de Cristo a nuestro entorno”.
Finalmente, quiso recordar especialmente a la Virgen María, “la Reina de todos los Santos, quien nos acompaña en nuestro caminar y nos guía hacia su Hijo. Ella es el modelo perfecto de santidad, y bajo su protección y cuidado maternal, confiamos en alcanzar también nosotros la meta de la vida eterna”.
Durante la celebración se pidió, especialmente, por las víctimas y damnificados de la Dana.
Las ofrendas, el pan y el vino, fueron presentadas ante el altar por el Director de Comunicación de Cáritas diocesana de Jaén, D. Ángel González, y el Delegado diocesano de Ayuda a la Iglesia Necesitada, D. Juan Carlos Escobedo.
Antes de concluir Don Sebastián quiso tener un cariñoso recuerdo para todos los que nos precedieron en la fe, haciendo hincapié en la fiesta de los fieles difuntos, que se celebraba el día 2, una fecha para honrar la memoria de nuestros seres queridos que ya gozan de la presencia del Padre. Así, animó a los allí presentes a visitar los camposantos, como es tradición. Y para culminar, pidió las oraciones de los fieles por todos los difuntos, y de manera particular, por las víctimas mortales de la Dana.
Esta mañana se ha presentado la segunda edición de Murcia Barroca, un programa que, durante este mes, ofrecerá una serie de conciertos y actividades culturales que se desarrollarán en diferentes enclaves barrocos del municipio de Murcia, entre ellos el patio del Palacio Episcopal.
Concretamente, el patio acogerá el concierto El Barroco en Palacio, a cargo del Coro de Trombones del Conservatorio Superior de Música Manuel Massotti Little, que tendrá lugar este viernes, a las 20:00 horas. El programa también incluye el IX Ciclo Internacional de Órgano Murcia que, cada jueves, se celebrará en la Catedral de Murcia, a las 20:30 horas. Los días 13 y 22 de noviembre, a esa misma hora, el templo catedralicio acogerá otros dos conciertos. El primero será el Requiem de Mozart, interpretado por el Orfeón Fernández Caballero y la Orquesta de Jóvenes Ciudad de Murcia; y el segundo, el concierto en honor de santa Cecilia que ofrecerán la Coral Discantus y la Orquesta de Jóvenes de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).
Además, se realizarán visitas a los órganos de las parroquias de San Miguel y de Nuestra Señora del Carmen, previa inscripción; y otras actividades, como recitales en los monasterios del Corpus Christi, de monjas agustinas, y el de Santa Ana, de madres dominicas; o una serie de conciertos-conferencia que, en palabras de su responsable, Víctor Javier Martínez López, buscan ser «un viaje en el tiempo a través de sonidos históricos».
La información sobre los conciertos, que tendrán acceso libre hasta completar aforo, puede consultarse en el programa completo de Murcia Barroca.
Puesta en marcha para este Año de la oración por la Delegación para el Plan Pastoral y por la Delegación para la Vida Consagrada
La iniciativa diocesana “Orar en los claustros” continúa en este mes de noviembre. Los conventos propuestos para la oración comunitaria son los de las monjas Clarisas Capuchinas, en el monasterio de San Antón, y las monjas Agustinas Recoletas, en el convento de las Agustinas del Corpus Christi, situado en la calle Gracia 7 – 9.
Los horarios son todos los días a las 18.30 horas, oración de vísperas, rosario y bendición eucarística, en el caso de las Clarisas Capuchinas; y todos los días a las 18 horas adoración, rezo de vísperas y bendición eucarística en el convento de las Agustinas.
Esta iniciativa está promovida por la Delegación para el Plan Pastoral Diocesana y por la Delegación para la Vida Consagrada, en el Año de la oración que estamos celebrando como preparación para el Jubileo 2025. Están invitados a participar cuantas personas lo deseen, compartiendo con la vida contemplativa el don de la oración comunitaria.
Los miembros de Proyecto Ángel y Proyecto Raquel acudieron al primer encuentro del curso pastoral
El pasado 26 de octubre, tuvo lugar el primer encuentro del curso pastoral de los miembros de Proyecto Ángel y Proyecto Raquel en la diócesis de Cordoba. La jornada se llevó a cabo en la sede del Centro de Orientación Familiar san Juan Pablo II de Córdoba y los delegados de ambos proyectos pusieron en común propuestas e iniciativas para este curso, formas de difusión de los proyectos y temas de formación. Entre los asuntos abordados, se valoraron los casos atendidos y la difusión realizada durante el curso, en el que participará el sacerdote Agustín Moreno para tratar el tema “La doctrina social de la Iglesia” en tres sesiones. Además, pudieron compartir un rato de oración en la capilla del COF.
Próximos encuentros
Asimismo, se dio a conocer la programación para los próximos meses. El 23 de noviembre, habrá formación a cargo del sacerdote Agustín Moreno, el 14 de diciembre un retiro de Adviento con el sacerdote Ángel Cristo Arroyo, el 28 de diciembre será el día de adoración por los Santos Inocentes y ya el nuevo año comenzará con otra formación de Agustín Moreno fijada el día 18 de enero. Además, el 15 de febrero será la semana del matrimonio, el 15 de marzo una nueva reunión, el 5 de abril formación de Agustín Moreno, el 17 de mayo reunión y el 21 de junio será la eucaristía de final de curso.
El domingo, 10 de noviembre, celebramos el Día de la Iglesia Diocesana 2024 bajo el lema ‘¿Y si lo que buscas está dentro de ti?’.
Un momento para invitar a buscar “en tu interior” para descubrir “el plan que Dios tiene para ti”. Porque todos queremos encontrar la felicidad en nuestra vida, pero a veces buscamos en el lugar equivocado. Responder a la “llamada” resulta transformador e invita a vivir con autenticidad, compromiso y plenitud.
El Día de la Iglesia Diocesana es una jornada de fiesta. Un día para celebrar lo que somos donde “recordamos y agradecemos nuestra pertenencia a una comunidad cristiana”. Y un Día para el agradecimiento y para tomar conciencia de que somos miembros de una gran familia. Lo que la Iglesia hace “es gracias al tiempo, las cualidades, la oración y el apoyo económico de todo el pueblo de Dios”.
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El Día de la Iglesia diocesana es una ocasión para recordar que en el contexto social actual no es fácil reconocerse como creyente en muchos ambientes. Así, se nos invita a quitar ese “sentimiento” de “cierta vergüenza” y mostrarnos «orgullosos de nuestra fe», de lo que somos y lo que hacemos, con humildad, convencidos de que Cristo y el Evangelio hacen de este mundo un lugar mejor.
En la carta que dirige nuestro obispo a los diocesanos nos invita a que “hagamos el esfuerzo de mirar a nuestro alrededor y mirarnos a nosotros mismos. Preguntémonos y preguntemos a nuestras comunidades si realmente estamos desempeñando nuestra vocación, personal y comunitaria”
Con este día queremos reforzar ese sentimiento de pertenencia de los creyentes y “tocar” su corazón, también el de aquellos que, por distintas circunstancias de la vida, se han alejado de la práctica religiosa. Porque la celebración y la vivencia de la fe son un motivo de alegría en un mundo sediento de esperanza. También es una oportunidad para reconocer y agradecer todo el bien que hace la Iglesia.
Con motivo de la próxima festividad litúrgica de San Leandro, Patrón de la Diócesis de Huelva, que se celebrará el 13 de noviembre, el Obispo de Huelva, Monseñor Santiago Gómez Sierra, ha otorgado la distinción PRO ONUBENSE ECCLESIA a dos miembros destacados de la comunidad, en reconocimiento a su especial dedicación, servicio y fidelidad a la Iglesia diocesana de Huelva. La distinción se concede a personas e instituciones que han realizado una contribución significativa a la vida de la Diócesis.
En esta edición, los galardonados son:
D. Antonio Sánchez Pajares, médico y director del Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria desde 2018. Nacido en Huelva en 1940, D. Antonio Sánchez ha dedicado su vida profesional a la medicina, con una destacada trayectoria en el Hospital Manuel Lois y, posteriormente, como Jefe del Servicio de Rayos en el Hospital Juan Ramón Jiménez entre otras designaciones sanitarias. Fue presidente del Colegio Oficial de Médicos de Huelva durante catorce años y es miembro activo de diversas instituciones culturales y académicas. Su compromiso eclesial y social se ha manifestado a través de años de servicio voluntario en instituciones como la Residencia Santa Teresa Jornet y con diversas órdenes religiosas. Su dedicación y humanidad le han hecho merecedor de este reconocimiento diocesano.
Dña. María de la Concepción Gómez Pérez, nacida en Huelva en 1938, cuenta con cerca de cincuenta años de servicio comprometido con Cáritas Parroquial, además de su colaboración activa con la ONG Madre Coraje durante más de 18 años y su participación en iniciativas como el Comedor Social, donde encuentra su vocación de servicio a los más necesitados. Su formación en el Colegio de las Hermanas de la Cruz la llevó a adoptar principios de humildad, generosidad y entrega, cualidades que aplica en su trabajo con la comunidad parroquial, siempre desde el silencio y el amor a Dios, siendo un ejemplo de vocación y caridad cristiana.
La celebración comenzará el 13 de noviembre a las 12:00 horas con una Misa pontifical en la Santa Iglesia Catedral de Huelva, presidida por el Sr. Obispo Monseñor Santiago Gómez Sierra. Posteriormente, en el Obispado, tendrá lugar el acto institucional en el que el Sr. Obispo impondrá las insignias de la distinción PRO ONUBENSE ECCLESIA a los galardonados.
Con esta distinción, la Diócesis de Huelva reconoce y agradece el compromiso de quienes, desde el silencio y el servicio, encarnan los valores de amor, generosidad y entrega que inspiran la misión de la Iglesia.
Tras la celebración ya de cuatro ediciones, el Auditorio San Juan Pablo II ha acogido la presentación del V Ciclo Internacional de Órgano “Diócesis de Asidonia-Jerez”. Esta rueda de prensa ha estado presidida por Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, que ha estado acompañado de Francisco Zurita, Delegado de Cultura, Fiestas, Patrimonio Histórico y Capitalidad Cultural y Ángel Hortas, organizador de este ciclo y Maestro de Capilla y Organista Titular de la Santa Iglesia Catedral.
La presentación ha comenzado con las palabras de Monseñor Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, quien ha dado la bienvenida a todos los presentes, además de agradecer a todos los que ponen su granito de arena para que este ciclo que llega a su quinto aniversario.
Tras el Sr. Obispo, le ha tocado el turno a Ángel Hortas quien además del agradecimiento, ha comentado que se abrirá el ciclo con el organista titular de la Catedral de la Almudena, destacando además dentro de este amplio programa una gran calidad de musical que recorrerá nuestra Diócesis con organistas venidos de todas partes del mundo. Asimismo, cabe mencionar otras citas como el tradicional concierto de Navidad que tendrá lugar el 13 de diciembre en la Santa Iglesia Catedral o el que tendrán lugar en torno a la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Por último, cabe mencionar las palabras de Francisco Zurita, Delegado de Cultura, Fiestas, Patrimonio Histórico y Capitalidad Cultural, quien ha expresado la felicitación a Ángel Hortas y la Iglesia Asidonense por este trabajo, que permite disfrutar de valiosísimas piezas musicales, las cuales a través de su belleza nos acercan a Cristo. Asimismo, ha agradecido el trabajo de todos los que hacen posible que este ciclo sea una realidad.
Programa del V Ciclo Internacional de Órgano “Diócesis de Asidonia-Jerez”
El día 7 tiene lugar una sesión conducida por Jesús de la Torre, investigador del Instituto Esperanza sobre Migraciones
“Dios camina con su pueblo: hacia una reflexión más profunda sobre las migraciones” es el título de la presentación que hará Jesús de la Torre, investigador del Instituto Esperanza sobre Migraciones, el próximo jueves 7 de Noviembre en el marco de la formación permanente que reciben los sacerdotes a cargo de la delegación diocesana para el clero.
Esta jornada de formación se celebrará en el salón de actos del Seminario Conciliar San Pelagio a partir de las 10:30h hasta el final de la mañana.
Homilía de D. José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada, en la Eucaristía celebrada en la S.A.I Catedral el 3 de noviembre de 2024. En esta Santa Misa, se oró especialmente por las víctimas y damnificados de la DANA que azota Valencia y Albacete.
Queridos sacerdotes concelebrantes y diácono;
queridos hermanos y hermanas:
Acabamos de escuchar la Palabra de Dios en este domingo XXXI del Tiempo Ordinario, en este mes de noviembre, que tenemos cerca el recuerdo de la celebración de Todos los Santos y, al mismo tiempo, la conmemoración de los difuntos; en este mes en que la Iglesia lo dedica especialmente a contemplar las realidades últimas, esas realidades que trascienden la muerte, ese cielo nuevo y esa tierra nueva, esa Esperanza con mayúscula de la que tan necesitados estamos en nuestro mundo. No sólo en la posesión de bienes temporales necesarios, sino también en esa aspiración a la trascendencia que da sentido a la vida del ser humano, hacia esa plenitud que sólo está en Dios. Esto nos olvidamos con frecuencia o hacemos una fiesta pagana, el Halloween, como si fuera una cosa de fantasía, cuando el ser humano, sí se queda sólo de tejas para abajo, se convierte en un sinsentido.
Por eso, este mes os invito a considerar esas realidades últimas que la Iglesia confiesa y que al final del Credo confesamos todos: creemos en la resurrección de la carne, creemos en la vida eterna. Y pedimos, al mismo tiempo, por nuestros difuntos, a la par que agradecemos la vida santa de tantos hermanos y hermanas nuestros.
Hoy, ¿que nos traen la Palabra de Dios en este domingo? Pues, lo esencial, queridos hermanos. Nos trae el mandamiento principal. Cuando de pequeños, en el catecismo decíamos “esos diez mandamientos se resumen en dos ‘Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo’”. En realidad, es un único mandamiento. Nos lo deja claro Jesús en el Evangelio que hemos escuchado hoy. Es ahí, en ese amor, porque el ser humano está hecho para amar. Aparte que lo esencial de nuestra fe es el amor. Nosotros hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en Él, nos dice san Juan en su Primera Carta. Es más, nos define a Dios como Amor. Dios es Amor. Y es lo que llena de plenitud y de felicidad al ser humano. Y Jesús nos va a examinar precisamente de amor al final de nuestra vida. San Juan de la Cruz, que trae el Carmelo a Granada, decía que en el ocaso de la vida seremos examinados en el amor. Y es verdad. Es lo que Jesús nos va a preguntar: si hemos amado a los demás. Y en esa fusión del amor a Dios y el amor al prójimo está la novedad cristiana.
Hemos escuchado la Primera Lectura del libro del Deuteronomio, en que se expresa ese pacto y esa alianza de Dios con su pueblo. Al pueblo le irá bien. Gozará de prosperidad si cumple los mandatos de Dios. De ese Dios que se muestra como un único Dios. Escucha Israel, Shemá Israel. El Señor es solamente uno: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Es esa oración que rezan los judíos piadosos, al menos dos veces al día y que ponen sobre su frente, sobre cerca de su corazón, en la entrada, en sus puertas, para que sea un recordatorio permanente de la trascendencia de Dios.
Dios no puede ser sólo para momentos de emergencia. Dios no puede ser obviado, no puede ser silenciado. No podemos vivir como si Dios no existiera, dejándonos contagiar, queridos hermanos, por ese ambiente laicista, o al menos de indiferencia religiosa. No, Dios tiene que estar presente en nuestras vidas. En Él nos movemos y existimos y somos, recuerda San Pablo en el discurso del Areópago.
Luego, pone el primer amor, cuando muchas veces no sabemos cómo declinarlo, cómo vivirlo. Amar a Dios nos parece algo etéreo. Amar a Dios con el corazón que tenemos, con este corazón de carne, que el Papa ensalza, exalta en su última encíclica “Dilexit nos”. Este corazón que es el que queremos a las personas que están a nuestro lado, a nuestros familiares, a nuestros amigos. Querer a Dios es quererlo con cariño, es tenerlo como referente de nuestra vida, como fundamento de nuestra existencia, como razón de ser, de nuestro comportamiento a través de su ley inscrita en el corazón del hombre, a través de la ley natural. Pero, sobre todo, en sus mandamientos, que son la expresión de la voluntad de un padre que ama a sus hijos. Ese Dios que, al mismo tiempo, se nos ha mostrado todo amor en su Hijo Jesucristo.
Y eso es lo que vemos al contemplar la devoción al Corazón de Jesús. “Los amó hasta el extremo”, nos dice el evangelista Juan. “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. Es más, él nos dice: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos”. Luego, hasta qué punto nos ha amado Dios, que nos ha entregado a su hijo unigénito. Y ese amor exige una correspondencia. “Si alguno me ama -dice Jesús- cumplirá mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a Él y haremos morada en Él”.
Luego, el amor de Dios no es algo etéreo, no es algo abstracto. Es un amor con el corazón que tenemos. Es un amor de cariño. Es un amor de detalles. Es un amor que se tiene que ver reflejado en el prójimo, porque es inseparable. “Venid vosotros, benditos de mi Padre, y heredad el reino preparado para vosotros”, nos dice Jesús en el capítulo 25 de San Mateo. “Porque tuve hambre y me disteis de comer. Tuve sed y me disteis de beber. Fui peregrino y me acogiste. Estuve en la cárcel y me visitasteis. Estuve desnudo y me vestisteis. – ¿Cuándo lo hicimos, Señor? – Cuando lo hicisteis con uno de éstos, conmigo lo hicisteis”. Por eso, este doctor de la ley que le pregunta a Jesús se da cuenta de que están fundidos en un único mandamiento, el mandamiento original del amor de Dios que se expresa en el Decálogo y ese amor al prójimo. “Un mandamiento nuevo os doy -dice Jesús-: Que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos”. Y es precisamente, esto lo esencial.
San Agustín decía “ama y haz lo que quieras”. Cuando hay este amor profundo a Dios y a los otros, hay mucha gente buena. Lo estamos viendo estos días en todos esos voluntarios, arrimando hombro, siendo generosos en medio de las dificultades que incluso le afectan a sus propios bienes y a sus propios familiares, al servicio de los demás, para salir de esa catástrofe que azota a la Comunidad Valenciana y Albacete.
¡Cuánto cariño hay en la gente! Es porque estamos hechos para amar. Y muchas personas desde ese amor pueden llegar al amor de Dios. Lo mismo que no podemos llegar a amar plenamente a los otros simplemente con un amor altruista. Necesitamos el amor de Cristo. Por eso, son inseparables. El primer precepto del amor a Dios y del amor al prójimo son inseparables. Sólo amamos plenamente a los demás con la mirada de Dios, que nos lleva, no sólo amarlos como a nosotros mismos (y fijaros si ya nos queremos cada uno), sino amarlos “como Yo os he amado”, dice Jesús. Que esto no se quede algo teórico, sino que examinemos nuestra vida a ver cómo andamos nosotros de amor a Dios y amor al prójimo.
Examinemos nuestra vida para que demos ese testimonio de amor en este mundo, nuestro frío, tan utilitarista. Lo estamos viendo también a la par que vemos la generosidad de tantos voluntarios, vemos también una gobernanza fallida. Vemos también cómo se pelean los que mandan unos y otros en una culpabilidad de paso de balones. Cuando la gente está tan necesitada. Y eso es consecuencia de cómo afecta a las poblaciones, a los ciudadanos, cuando la clase política vive en una polarización de unos contra otros, otros contra uno. Pues, cuando llegan los momentos hay que sumar, hay que salvar las diferencias. Hay que ponerse ante la urgencia de quien lo necesita, pues es más difícil.
Pidamos que vuelva la concordia. Pidamos que quienes nos gobiernan aúnen fuerzas. Pidamos que las diferencias no se vuelvan en contra de los más necesitados. Pidamos, en definitiva, vivir con mayor amor a Dios y mayor amor al prójimo. Cuando Dios está ausente, todo se vuelve utilitarista. ¿De qué me sirve? ¿Qué puedo ganar? ¿Qué puedo conseguir?
Queridos hermanos, pidamos esa cordura que viene de corazón. Pidamos esa concordia que viene de corazón y vivamos estos días acudiendo a Cristo, Sumo y Eterno sacerdote. La Carta a los hebreos sigue enseñándonos en estos domingos el sentido y la naturaleza del Sacerdocio de Cristo. Cristo es el mediador, el único supremo mediador entre Dios y los hombres. Al que ha unido, nos ha unido a todos en el sacerdocio común, participando de su ofrenda y, al mismo tiempo, ha escogido a hombres de su pueblo, para que, representándose como cabeza y pastor, quiera a su Iglesia. Pidamos por los sacerdotes y pidamos, sobre todo, por las víctimas y afectados de las terribles consecuencias de la DANA.
Que Santa María, la Madre de Dios, desamparada, como la convoca el pueblo de Valencia; Nuestra Señora de las Angustias, en esta angustia grande les proteja.
El pasado domingo 3 de noviembre a las 11:00 de la mañana, nuestro obispo, D. Antonio, presidió la Santa Misa en la fragata «Blas de Lezo», que se encontraba atracada en el Puerto de Almería tras participar en el ejercicio conjunto Eagle Eye. Este importante ejercicio militar incluyó maniobras de defensa aérea junto a otras unidades de la Armada Española, destacando el compromiso de esta fragata en la protección y defensa nacional.
Durante la misa, D. Antonio compartió un mensaje de fe, esperanza y reconocimiento a su labor como servicio público, y al finalizar la ceremonia, fue obsequiado con un recuerdo de su visita y estancia entre los marinos, quienes agradecieron su presencia y cercanía. Estuvo en todo momento por el capellán castrense de Almería, el teniente Coronel Francisco Ruiz.
La fragata «Blas de Lezo» arribó en Almería el sábado 2 de noviembre y permaneció hasta el lunes 4 de noviembre. La noche de su llegada, la tripulación realizó un emotivo homenaje a todos los que dieron su vida por España, incluyendo un recuerdo especial a los fallecidos en las recientes riadas en el Levante español. En el acto litúrgico estuvieron presentes la «Promoción Almería» de Oficiales de la Armada, quienes recibieron el título de «hijos adoptivos» de la ciudad en reconocimiento a su compromiso y vínculo con Almería desde su juramento de bandera en 1971.
La fragata «Blas de Lezo» y su historia
La fragata «Blas de Lezo» pertenece a la clase «Álvaro de Bazán» y fue construida por los astilleros de NAVANTIA, siendo entregada a la Armada en 2004. Actualmente tiene su base en el Arsenal Militar de Ferrol y cuenta con una dotación de 205 personas al mando del Capitán de Fragata Pedro Ramos Carbonell. Este buque toma su nombre del héroe naval español Teniente General Don Blas de Lezo y Olavarrieta, quien defendió la ciudad de Cartagena de Indias en 1741 con solo 3,000 soldados, enfrentándose a una flota inglesa de más de 30,000 hombres bajo el mando del Almirante Vernon.