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“No olvidemos nunca que el protagonista es Dios y Él es el que da crecimiento a todo”: Mons. Orozco a los equipos diocesanos de Pastoral Juvenil de toda España, reunidos en Guadix

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“No olvidemos nunca que el protagonista es Dios y Él es el que da crecimiento a todo”: Mons. Orozco a los equipos diocesanos de Pastoral Juvenil de toda España, reunidos en Guadix

Con una Misa en la catedral ha terminado el Encuentro Nacional de Delegados y Responsables de Pastoral con Jóvenes, que se ha celebrado en Guadix del 3 al 5 de octubre. Se han dado cita todos los delegados y miembros de los equipos diocesanos de Pastoral Juvenil de España. Han sido tres días en los que ha habido tiempo para trabajar, pero también para conocer Guadix, su historia milenaria y el hecho de ser la primera sede episcopal de España. Han presidido el encuentro los obispos de la Subcomisión para la Juventud, de la Conferencia Episcopal Española, quienes convocaban y entre los que se encuentra el obispo de Guadix, que pertenece a esa subcomisión episcopal.

Por eso, ha sido D. Francisco Jesús Orozco el encargado de celebrar la Misa de clausura del Encuentro, que tuvo lugar en la Misa de las 12 de la Catedral. Allí se dieron cita los delegados y los fieles de Guadix que quisieron participar de la celebración. Concelebraron muchos de esos delegados, que son sacerdotes, y el obispo auxiliar de Barcelona, D. David Abadías. Por cierto, fue una Misa que se ofreció por el alma de D. José Antonio Álvarez, obispo auxiliar de Madrid, que también pertenecía a esta subcomisión de juventud y que falleció hace solo unos días, el pasado 1 de octubre.

En la homilía, D. Francisco Jesús habló del Evangelio, pero también del encuentro que se clausuraba y del trabajo de los equipos de pastoral juvenil. “El Señor nos recuerda que el éxito de nuestras tareas pastorales, de la pastoral juvenil, no depende de nuestros proyectos … No olvidemos nunca que el protagonista es Dios y Él es el que da crecimiento a todo”, les dijo el obispo a los participantes en el encuentro, animándolos a trabajar confiados en el Señor, como siervos que cumplen con lo que tienen que hacer. Por eso, los animó a sentirse seguros con el Señor frente a las dificultades, sabiendo que tras la cruz viene la resurrección: “Vayamos a la cruz, sabiendo que está vivo, que ha resucitado. Pongámonos de rodillas y pongamos allí los nombres de todos los jóvenes a los que servimos y queremos servir, especialmente hoy, en esta Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados: los que más sufren y mueren en los mares simplemente por buscar dignidad y justicia. Pongamos allí, de rodillas, en nuestro corazón, todos esos nombres y digamos con la Virgen ‘hágase en mí siempre según tu voluntad’”.

Durante tres días se ha trabajado en Guadix, entre otros temas, el Proyecto Marco de Pastoral con Jóvenes, publicado en junio por la Conferencia Episcopal, que es fruto de un amplio proceso sinodal de escucha y discernimiento y que responde a los desafíos del mundo actual, ofreciendo un marco para renovar la acción pastoral con los jóvenes.

También ha servido este encuentro para visibilizar el relevo en la secretaría técnica de esta subcomisión episcopal de Juventud. Durante 12 años ha estado el sacerdote Raúl Tinajero y, desde el 1 de octubre, le ha relevado en el cargo Francisco Ramírez.

Y, por supuesto, ha sido un encuentro que ha permitido a los asistentes conocer Guadix y su historia. Han visitado Face Retama y han vivido allí una mañana de retiro espiritual. También han visitado las Cuevas, el santuario de  Virgen de Gracia, la Catedral y los museos que ofrece la Iglesia. Y por las noches, han disfrutado de la música de Diana Navarro y de la ciudad iluminada por la luz de las velas.

Sin duda, un encuentro muy completo, que ha terminado con buen sabor de boca y con ganas de seguir trabajando con los jóvenes en todas las diócesis.

Antonio Gómez
Delegado diocesano de MCS. Guadix

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La Virgen del Rosario, en Galera Fe: coplas y tradición en el primer domingo de octubre

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La Virgen del Rosario, en Galera Fe: coplas y tradición en el primer domingo de octubre

 

Como cada primer domingo de octubre, la devoción a la Virgen del Rosario se hizo presente de forma entrañable y multitudinaria en una de las manifestaciones más antiguas y sentidas de fe popular en Galera.

Desde las 7:00 de la mañana, numerosos fieles se congregaron para rendir homenaje a su Patrona en una jornada cargada de fervor, tradición y canto.

El día comenzó al alba con las coplas antiguas a la Virgen, entonadas con profundo sentimiento por los devotos que recorren las calles mientras cantan versos que han pasado de generación en generación.

A continuación, se rezó cantado el tradicional Rosario de la Aurora, una oración comunitaria que une a los asistentes en torno a la figura de María como Madre y guía.

Y ya por la tarde noche, el fervor continuó con la esperada procesión de promesas, en la que los fieles, algunos cumpliendo promesas personales o familiares, acompañaron con recogimiento la imagen de la Virgen del Rosario en su recorrido por las calles y Plazas de la localidad.

Durante la procesión, se realizó también un donativo a la Virgen, gesto cargado de gratitud y esperanza. A cada persona que ofrecía su donativo se le dedicaba una copla personalizada, como muestra de agradecimiento y devoción.

El acto, que tuvo una duración aproximada de tres horas, volvió a ser una hermosa expresión de amor a la Virgen y de pertenencia a una comunidad creyente que mantiene viva su fe a través de la tradición.

La Parroquia de Galera agradece a todos los fieles, músicos, voluntarios y autoridades que han hecho posible esta celebración, e invita a seguir viviendo con alegría y compromiso nuestra fe mariana.

José Antonio Sánchez López

Párroco de Galera

 

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San Bruno de Colonia

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San Bruno de Colonia

San BrunoConfesor, autor eclesiástico y fundador de la Orden de la Cartuja. Nació en Colonia hacia el año 1030; murió el 6 de octubre de 1101. Se le representa habitualmente con una calavera en las manos, un libro y una cruz, o coronado con siete estrellas; o con un pergamino que porta la divisa O Bonitas. Su fiesta se celebra el 6 de Octubre. Según la tradición, San Bruno pertenecía a la familia de Hartenfaust, o Hardebüst, una de las principales familias de la ciudad, y en recuerdo de este origen diferentes miembros de la familia de Hartenfaust han recibido de los Cartujos o bien oraciones especiales por los muertos, como en el caso de Peter Bruno Hartenfaust en 1714, y Louis Alexander Hartenfaust, barón de Laach, en 1740; o una relación personal con la orden, como con Louis Bruno de Hardevüst, barón de Laach y burgomaestre de la ciudad de Bergues-S. Winnoc, en la diócesis de Cambrai, con el que se extinguió la línea masculina de la familia Hardevüst el 22 de Marzo de 1784.

Tenemos poca información sobre la infancia y juventud de San Bruno. Nacido en Colonia, habría estudiado en el colegio de la ciudad, o colegiata de San Cuniberto. Mientras era aún bastante joven (a pueris) fue a completar su educación a Reims, atraído por la reputación de la escuela episcopal y de su director, Heriman. Allí acabó sus estudios clásicos y se perfeccionó en las ciencias sagradas que en esa época consistían principalmente en el estudio de las Sagradas Escrituras y de los Padres. Allí se hizo, según el testimonio de sus contemporáneos, instruido tanto en la ciencia humana como divina. Completada su educación, San Bruno volvió a Colonia, donde fue provisto de una canonjía en San Cuniberto, y según la opinión más probable, elevado a la dignidad sacerdotal. Esto fue hacia el año 1055. En 1056, el obispo Gervais le llamó a Reims, para ayudar a su antiguo maestro Heriman en la dirección de la escuela. Este último estaba ya dirigiendo su atención hacia una forma de vida más perfecta, y cuando al final dejó el mundo para ingresar en la vida religiosa, en 1057, San Bruno se encontró como director de la escuela episcopal, o ecólatra, un puesto tan difícil como elevado, pues entonces incluía la dirección de las escuelas públicas y la supervisión de todos los establecimientos educativos de la diócesis. Durante casi veinte años, de 1057 a 1075, mantuvo el prestigio que la escuela de Reims había alcanzado bajo sus antiguos directores, Remi de Auxerre, Hucbald de St. Amand, Gerberto y últimamente Heriman. De la excelencia de su enseñanza tenemos una prueba en los títulos funerarios compuestos en su honor, que celebran su elocuencia, sus talentos poético, filosófico y por encima de todos exegético y teológico; y también en los méritos de sus discípulos, entre los cuales estaban Eudes de Châtillon, después Urbano II, Rangier, cardenal y obispo de Reggio, Robert, obispo de Langres y un gran número de prelados y abades.

En 1075 San Bruno fue nombrado canciller de la iglesia de Reims, y tuvo entonces que dedicarse especialmente a la administración de la diócesis. Mientras tanto, el piadoso obispo Gervais, amigo de San Bruno, había sido sucedido por Manasés de Gournai, que rápidamente se hizo odioso por su impiedad y violencia. El canciller y otros dos canónigos fueron encargados de llevar al legado papal, Hugo de Die, las quejas del indignado clero, y en el concilio de Autun, 1077, obtuvieron la suspensión del indigno prelado. La respuesta de este último fue arrasar las casas de sus acusadores, confiscar sus bienes, vender sus beneficios y apelar al Papa. Entonces Bruno se ausentó por un tiempo de Reims, y fue probablemente a Roma a defender la justicia de su causa. Sólo en 1080 una sentencia clara, confirmada por un alzamiento del pueblo, obligó a Manasés a retirarse y refugiarse con el emperador Enrique IV. Libre entonces de elegir otro obispo, el clero estaba a punto de unir sus votos en el canciller. Él, sin embargo, tenía designios muy diferentes en perspectiva. Según una tradición conservada en la Orden de la Cartuja, Bruno se persuadió de abandonar el mundo por la contemplación de un célebre prodigio, popularizado por el pincel de Lesueur – la triple resurrección del médico parisino, Raymond Diocres. A esta tradición se opone el silencio de los contemporáneos y de los primeros biógrafos del santo; el silencio del propio San Bruno en su carta a Raoul le Vert, preboste de Reims; y la imposibilidad de probar que estuviera nunca en París. No había necesidad de argumento tan extraordinario para hacerle dejar el mundo. Algún tiempo antes, cuando estaba en conversación con dos de sus amigos, Raúl y Fulco, canónigos como él de Reims, se habían inflamado tanto en el amor de Dios y el deseo de los bienes eternos que habían hecho voto de abandonar el mundo y abrazar la vida religiosa. Este voto, pronunciado en 1077, no pudo ponerse en obra hasta 1080, debido a diversas circunstancias.

La primera idea de San Bruno al dejar Reims parece haber sido ponerse él y sus compañeros bajo la dirección de un eminente solitario, San Roberto, que recientemente (1075) se había establecido en Molesme, en la diócesis de Langres, junto con un grupo de otros solitarios que iban más tarde (1098) a constituir la Orden Cisterciense. Pero pronto vio que esta no era su vocación, y después de una corta estancia en Sèche-Fontaine cerca de Molesme, dejó a dos de sus compañeros, Pedro y Lamberto, y se dirigió con otros seis a Hugo de Châteauneuf, obispo de Grenoble, y, según algunos autores, uno de sus discípulos. El obispo, a quien Dios había mostrado a estos hombres en un sueño, bajo la imagen de siete estrellas, les condujo e instaló él mismo (1084) en un lugar agreste de los Alpes del Delfinado llamado Chartreuse, a unas cuatro leguas de Grenoble, en medio de rocas escarpadas y montañas casi siempre cubiertas de nieve. Con San Bruno estaban Landuino, los dos Esteban, de Bourg y de Die, canónigos de San Rufo, y Hugo el Capellán, “todos ellos los hombres más sabios de su tiempo”, y dos laicos, Andrés y Guerin, que después se convirtieron en los primeros hermanos legos. Construyeron un pequeño monasterio donde vivieron en profundo retiro y pobreza, completamente ocupados en la oración y el estudio, y honrados frecuentemente con las visitas de San Hugo, que se volvió como uno de ellos. Su modo de vida ha sido recogido por un contemporáneo, Guibert de Nogent, que les visitó en su soledad. (De Vitâ suâ, I, ii). Mientras tanto, otro discípulo de San Bruno, Eudes de Châtillon, se había convertido en Papa con el nombre de Urbano II (1088). Resuelto a continuar la obra de reforma comenzada por Gregorio VII, y estando obligado a luchar contra el antipapa, Guiberto de Ravena, y el emperador Enrique IV, buscó rodearse de aliados devotos y llamó a su antiguo maestro ad Sedis Apostolicae servitium. Así el solitario se vio obligado a dejar el lugar donde había pasado más de seis años de retiro, seguido por una parte de su comunidad que no podía mentalizarse a vivir separada de él (1090). Es difícil indicar el lugar que ocupó entonces en la corte pontificia, o su influencia en los acontecimientos contemporáneos, que fue totalmente oculta y confidencial. Alojado en el palacio del propio Papa y admitido a sus consejos, y encargado, además, con otros colaboradores, de preparar asuntos para los numerosos concilios de este periodo, debemos concederle algún crédito por sus resultados. Pero él tuvo siempre cuidado de mantenerse en segundo plano, y aunque parece haber asistido al Concilio de Benevento (Marzo de 1091), no encontramos evidencia de que hubiera estado presente en los concilios de Troja (Marzo de 1093), de Piacenza (Marzo de 1095) o de Clermont (Noviembre de 1095). Su papel en la historia está borroso. Todo lo que podemos decir con seguridad es que apoyó con todas sus fuerzas al Soberano Pontífice en sus esfuerzos para la reforma del clero, esfuerzos inaugurados en el Concilio de Melfi (1089) y continuados en el de Benevento.

Poco tiempo después de la llegada de San Bruno, el Papa se había visto obligado a abandonar Roma ante las fuerzas victoriosas del emperador y el antipapa. Se retiró con toda su corte al sur de Italia. Durante el viaje, el antiguo profesor de Reims atrajo la atención del clero de Reggio en Calabria, que acababa de perder a su arzobispo Arnulfo (1090), y le dieron sus votos. El Papa y el príncipe normando Roger, Duque de Apulia, aprobaron firmemente la elección y presionaron a San Bruno a aceptarla. En una coyuntura similar en Reims había escapado huyendo; esta vez escapó haciendo que fuera elegido uno de sus antiguos discípulos, Rangier, que afortunadamente estaba cerca en la abadía benedictina de La Cava, cerca de Salerno. Pero temió que tales intentos se repitieran; además estaba cansado de la agitada vida que le había sido impuesta, y la soledad le invitaba siempre. Pidió, por tanto, y después de mucha dificultad, consiguió el permiso del Papa para volver de nuevo a su vida solitaria. Su intención era reunirse con sus hermanos en el Delfinado, como deja claro una carta dirigida a ellos. Pero la voluntad de Urbano II le mantuvo en Italia, cerca de la corte papal, a la que podía ser llamado en caso de necesidad. El lugar elegido para su nuevo retiro por San Bruno y algunos seguidores estaba en la diócesis de Squillace, en la vertiente oriental de la gran cadena que cruza Calabria de norte a sur, y en un alto valle de tres millas de largo y dos de ancho, cubierto de vegetación. Los nuevos solitarios construyeron una pequeña capilla de tablones para sus reuniones piadosas y, en las profundidades de los bosques, cabañas con techo de barro para sus moradas. Una leyenda dice que San Bruno mientras estaba en oración fue descubierto por los sabuesos de Roger, Gran Conde de Sicilia y Calabria y tío del Duque de Apulia, que estaba cazando entonces en la vecindad, y que así aprendió a conocerlo y venerarlo; pero el Conde no tenía necesidad de esperar esa ocasión para conocerle, pues fue probablemente por invitación suya que los nuevos solitarios se establecieron en sus dominios. Ese mismo año (1091) les visitó, les hizo cesión de las tierras que ocupaban, y una estrecha amistad se creó entre ellos. Más de una vez San Bruno fue a Mileto a tomar parte de las alegrías y las penas de la noble familia, para visitar al Conde cuando enfermó (1098 y 1101), y para bautizar a su hijo, Roger, el futuro Rey de Sicilia. Pero más a menudo fue Roger quien fue al desierto a visitar a sus amigos, y cuando, por su generosidad, se construyó el monasterio de San Esteban, en 1095, cerca de la ermita de Santa María, se erigió anexa a él una pequeña casa de campo en la que le gustaba pasar el tiempo que le dejaba libre el gobierno de su Estado.

Mientras tanto los amigos de San Bruno murieron uno tras otro: Urbano II en 1099; Landuino, el prior de la Gran Cartuja, su primer compañero, en 1100; el Conde Roger en 1101. Su propio tiempo se acercaba. Antes de su muerte reunió por última vez a sus hermanos a su alrededor e hizo en su presencia profesión de la Fe Católica, cuyos términos se han conservado. Afirma con especial énfasis su fe en el misterio de la Santísima Trinidad, y en la presencia real de Nuestro Salvador en la Sagrada Eucaristía – una protesta contra las dos herejías que habían perturbado ese siglo, el triteísmo de Roscelin, y la empanación de Berengario. Tras su muerte, los Cartujos de Calabria, siguiendo una costumbre frecuente de la Edad Media por medio de la cual el mundo cristiano se asociaba a la muerte de sus santos, despacharon a un “portador de rollo”, un criado del convento cargado con un largo rollo de pergamino, colgado de su cuello, que viajó por Italia, Francia, Alemania e Inglaterra. Se detuvo en las principales iglesias y comunidades para anunciar la muerte, y a cambio, las iglesias, comunidades o capítulos inscribían en su rollo, en prosa o verso, la expresión de sus sentimientos, con promesas de oraciones. Muchos de estos rollos se han conservado, pero pocos son tan extensos o tan llenos de alabanzas como el de San Bruno. Mil setenta y ocho testigos, de los que la mayoría había conocido al fallecido, celebraban la extensión de su conocimiento y lo fructífero de su instrucción. Los que le eran extraños estaban sobre todo impresionados por su conocimiento y talentos. Pero sus discípulos alababan sus tres principales virtudes – su gran espíritu de oración, una extrema mortificación y una filial devoción a la Santísima Virgen. Las dos iglesias construidas por él en el desierto estaban dedicadas a la Santísima Virgen: Nuestra Señora de Casalibus en el Delfinado, Nuestra Señora della Torre en Calabria, y, fieles a su inspiración, los Estatutos Cartujos proclaman a la Madre de Dios como la primera y principal patrona de todas las casas de la orden, cualquiera que sea su patrón particular.

San Bruno fue enterrado en el pequeño cementerio de la ermita de Santa María, y muchos milagros se obraron en su tumba. Nunca ha sido canonizado formalmente. Su culto, autorizado para la Orden Cartuja por León X en 1514, se extendió a toda la Iglesia por Gregorio XV, el 17 de Febrero de 1623, como fiesta semi-doble, y elevada a la clase de doble por Clemente X el 14 de Marzo de 1674. San Bruno es el santo popular de Calabria; todos los años una gran multitud acude a la Cartuja de San Esteban, el lunes y martes de Pentecostés, en que sus reliquias son llevadas en procesión a la ermita de Santa María, donde vivió, y la gente visita los lugares santificados por su presencia. Una cantidad inmensa de medallas se acuña en su honor y se distribuye entre la muchedumbre, y se bendicen los pequeños hábitos cartujos, que tantos niños de la vecindad llevan. Se le invoca especialmente, y con éxito, para la liberación de los posesos.

Como escritor y fundador de una orden, San Bruno ocupa un puesto importante en la historia del Siglo XI. Compuso comentarios sobre los Salmos y las Epístolas de San Pablo, los primeros escritos probablemente durante su época de profesor en Reims, los segundos durante su estancia en la Gran Cartuja si podemos creer a un viejo manuscrito visto por Mabillon– «Explicit glosarius Brunonis heremitae super Epistolas B. Pauli».

Dos cartas suyas aún se conservan, también su profesión de fe, y una corta elegía de desprecio del mundo que muestra que cultivó la poesía. Los “Comentarios” nos descubren a un hombre ilustrado; sabe un poco de hebreo y griego y lo usa para explicar, o si es necesario, para rectificar la Vulgata; está familiarizado con los Padres, especialmente San Agustín y San Ambrosio, sus favoritos. “Su estilo”, dice Dom Rivet, “es conciso, claro, nervioso y simple, y su latín tan bueno como podría esperarse de ese siglo: sería difícil encontrar una composición de esta clase más sólida y más luminosa, más concisa y más clara”. Sus escritos se han publicado varias veces: en París, 1509-24; Colonia, 1611-40; Migne, Patrología Latina, CLII, CLIII, Montreuil-sur-Mer, 1891. La edición de París de 1524 y las de Colonia incluyen también algunos sermones y homilías que pueden ser más justamente atribuidos a San Bruno, obispo de Segni. El Prefacio de la Santísima Virgen le ha sido también erróneamente atribuido; es muy anterior, aunque puede haber contribuido a introducirlo en la liturgia. Lo distintivo de San Bruno como fundador de una orden fue que introdujo en la vida religiosa la forma mixta, o unión de los modos eremítico y cenobita del monasticismo, un estado intermedio entre la regla de la Camáldula y la de San Benito. No escribió regla, pero dejó tras sí dos instituciones que tenían poca relación una con la otra – la del Delfinado y la de Calabria. La fundación de Calabria, en cierto modo parecida a la de la Camáldula, comprendía dos clases de religiosos: ermitaños, que tenían la dirección de la orden, y cenobitas que no se sentían llamados a la vida solitaria; sólo duró un siglo, no erigió más que cinco casas, y finalmente, en 1191, se unió con la Orden Cisterciense. La fundación de Grenoble, más similar a la regla de San Benito, comprendía sólo una clase de religiosos, sujetos a una disciplina uniforme, y la mayor parte de cuya vida se pasaba en soledad, sin la completa exclusión, sin embargo, de la vida conventual. Esta vida se extendió por toda Europa, contó con 250 monasterios, y pese a muchas pruebas continua hasta ahora.

La gran figura de San Bruno ha sido representada a menudo por los artistas y ha inspirado más de una obra maestra: en escultura, por ejemplo, la gran estatua de Houdon, en Santa María de los Ángeles en Roma, “que hablaría si su regla no le obligara al silencio”; en pintura, el bello retrato de Zurbarán, en el Museo de Sevilla, que representa a Urbano II y San Bruno en conversación; la Aparición de la Santísima Virgen a San Bruno, de Guercino, en Bolonia; y por encima de todas las veintidós pinturas que forman la galería de San Bruno en el Museo del Louvre, “una obra maestra de Le Sueur y de la escuela francesa”.

AMBROSE MOUGEL Transcrito por Donald Jacob Uitvlugt Traducido por Francisco Vázquez

(Fuente: Enciclopedia Católica en aciprensa.com)

La entrada San Bruno de Colonia apareció primero en Diócesis de Córdoba. Ver este artículo en la web de la diócesis

Un documental mira de frente la difícil vida de los temporeros migrantes

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Tras su paso por el Festival de Málaga, el 7 de octubre el Cine Albéniz de Málaga invita a la premier del documental «Jornaleros, el mal patrón», en el que participa la Iglesia con la presencia de la Delegación de Migraciones de la Diócesis de Jaén. Es a las 20.00 horas, y se ofrece también un coloquio junto a directores y protagonistas. La obra explora la dura realidad de los trabajadores temporeros migrantes.

Es posible sacar las entradas en este enlace.

Este documental cuenta la historia de la extraña desaparición de un jornalero senegalés durante la campaña de la aceituna, un hecho que conmueve al pueblo andaluz de Villacarrillo (Jaén). No es la primera vez; en 2014, ocurrió un caso similar que provocó fuertes incidentes en el municipio. Rodado en Jaén, este documental, de Sergio Rodrigo, ofrece un testimonio revelador sobre las condiciones de vida y trabajo de los jornaleros, abordando también las desapariciones en este contexto. La Delegación de Migraciones de la Diócesis de Jaén participa en él, acompañando a la familia del primer jornalero desaparecido.

Sergio Rodrigo (Málaga, 1988) es su director, quien además de dirigir documentales, es periodista al frente de la productora EntreFronteras, con una década de experiencia cubriendo la frontera sur. Trabaja para medios internacionales como la agencia Associated Press. El guión está realizado por Leire Ariz Sarasketa y Frank Belyeu Nahmias.

La Delegación de Migraciones de la diócesis de Jaén estará presente en la premier de Málaga junto a otros protagonistas.

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Aclaración sobre la liturgia de este domingo 12 de octubre

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Desde la Delegación Diocesana de Liturgia se ha comunicado la existencia de un error en el Calendario Litúrgico 2024/2025 (Epacta) editado por la Conferencia Episcopal Española que indicaba la celebración, este domingo 12 de octubre, de la fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Pilar.

Aclaran que esta información es errónea pues la solemnidad del domingo (XXVIII del Tiempo Ordinario) prevalece por encima de la fiesta mariana. Asimismo, desde la Delegación de Liturgia aclaran que en el subsidio litúrgico que se envió a comienzos de mes se indicaba, también, la celebración de la fiesta mariana el domingo por no contradecir las indicaciones del Calendario Litúrgico Nacional. 

Así pues, las lecturas del 12 de octubre de 2025 deberán ser las propias del Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario:

  • 2R 5,14-17: Volvió Naamán al hombre de Dios y alabó al Señor.
  • Sal 97,1.2-3ab.3cd-4: El Señor revela a las naciones su salvación.
  • 2Tm 2,8-13: Si perseveramos, también reinaremos con Cristo.
  • Aleluya 1Tes 5,18: Aleluya, aleluya, aleluya.
  • Lc 17,11-19: ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?

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23 OCTUBRE. El Aula Arrupe invita a la transformación ignaciana

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El 23 de octubre, el Aula Arrupe inaugura su habitual Ciclo de Conferencias de diálogo fe-cultura. La cita es a las 20.00 horas con la charla de Francisco José Ruiz Pérez sj, vicecanciller y presidente del Consejo de Gobierno de la Universidad de Deusto. Tratará el tema: «Transformación ignaciana: ideas para una época de cambio».

El Centro de Pastoral Pedro Arrupe también organiza un cineforum sobre la película Jurado nº 2 (2024), de Clint Eastwood. Será el 17 de octubre, a las 20.00 horas.

El centro está en Plaza de San Ignacio, 2. Toda la información de sus actividades está en centroarrupemalaga.org.

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Las personas migrantes y refugiadas, en Iglesia Noticia

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Las palabras del Obispo D. José Antonio Satué y de la delegada de Migraciones Pilar Gallardo, con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado protagonizan el programa de este domingo. Aquí puedes escuchar el podcast.

IGLESIA NOTICIA de este domingo:

  • da voz a Mons. Satué en su Carta desde la fe «Migrantes, ¿miedo o esperanza?»
  • entrevista a la delegada de Migraciones, Pilar Gallardo
  • profundiza en la advocación mariana de la Virgen del Rosario
  • recuerda a los oyentes que aún pueden inscribirse en la II Semana de Espiritualidad
  • invita a conocer el testimonio de un feligrés de la Victoria
  • invita a celebrar la Jornada por el Trabajo Decente

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Los obispos españoles hacen una declaración institucional sobre la masacre en Gaza

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La Comisión Permanente de los obispos españoles, en su 271 reunión celebrada los días 30 de septiembre y 1 de octubre, hizo pública una declaración institucional sobre la masacre en Gaza.
En ella, uniéndose al papa León XIV, los obispos españoles claman por la paz en Gaza y otros tantos lugares golpeados por la guerra. «Es urgente, como creyentes, seguir orando y, como ciudadanos, mantener un posicionamiento moral y político que se una a la palabra del mismo Dios para gritar: ¡no matarás!».

Ofrecemos la declaración íntegra:

Uniéndonos al papa León XIV, a las víctimas de la violencia y a tantos hombres y mujeres de buena voluntad, clamamos por la paz en Gaza, así como en Ucrania, Sudán, Myanmar, región del Sahel, Haití, Nigeria y otros países y zonas del mundo que están en guerra. Es urgente, como creyentes seguir orando y, como ciudadanos, mantener un posicionamiento moral y político que se una a la palabra del mismo Dios para gritar: ¡no matarás!

Ningún fin justifica nunca el empleo de medios perversos como el terrorismo de Hamás o la masacre, respuesta desproporcionada e inhumana, a la que el Gobierno de Israel está sometiendo a la población civil de Gaza por los crímenes execrables cometidos el 7 de octubre. Es imprescindible parar la guerra, liberar a los rehenes, condenar el terrorismo y edificar unas relaciones entre las personas y los pueblos desde el respeto a la dignidad sagrada de la vida humana, la legalidad internacional y la búsqueda del bien común. Bienvenidas sean las iniciativas para lograr la paz.

Ante tanto sufrimiento provocado injustamente no podemos permanecer indiferentes.

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Estepona acogió a más de 500 hermanos de la Veracruz de España

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La parroquia de los Remedios de Estepona ha acogido la XL Peregrinación Nacional de Hermandades y Cofradías de Veracruz y el XXVII Encuentro Nacional de Jóvenes Cruceros. La Confraternidad de HH y CC de Veracruz eligió a la Hermandad de la Veracruz de Estepona y a la parroquia para organizar dicho evento en el que participaron más de 500 hermanos.

«Han sido días de encuentro y fraternidad entre los hermanos cruceros, más de quinientos, venidos de cuarenta y dos localidades de España», explican desde la organización. 

Estepona se ha hecho cargo de la recepción de los peregrinos, de organizar las visitas a los patrones de Estepona, las charlas, las mesas redondas, los conciertos y las comidas fraternas desde el 26 al 28 de septiembre. 

El momento culmen del encuentro fue la celebración de la Eucaristía en la plaza, presidida por el Vicario para el Laicado, Manuel Ángel Santiago Gutiérrez, tras la que tuvo lugar el traslado de la imagen del Cristo de la Veracruz de Estepona a la parroquia de Santa María de los Remedios. 

 
 

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13-16 NOVIEMBRE. Cursillo de cristiandad

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El Movimiento de Cursillos de Cristiandad convoca a las próximas ediciones. El primero es del 13 al 16 de noviembre, y los siguientes en marzo, abril (de renovación) y mayo.

Cursillos de Cristiandad hace público el calendario de cursillos para este curso:

Del 13 al 16 de noviembre
Del 5 al 8 de marzo
Del 25 al 25 de abril (renovación)
y del 29 al 31 de mayo.

¿Qué es un cursillo?
«Se trata de un encuentro vivencial de lo fundamental cristiano que puede cambiar tu vida», afirman en la convocatoria. Como dijo el papa Francisco: «ayudan a los hombres y mujeres de hoy a descubrir la belleza de la fe y de la vida de gracia que se puede vivir en la Iglesia».

Un Cursillo de Cristiandad ofrece, en palabras de los organizadores, «un triple encuentro: con uno mismo, al descubrir tu verdadera identidad y propósito en la vida; con Jesucristo, quien hace presente a Dios en tu vida, y con los hermanos, al compartir tu experiencia de encuentro con otras personas».  

Los Cursillos de Cristiandad están específicamente pensados para aquellas personas que tienen inquietud espiritual y buscan respuestas, para quienes anhelan un sentido pleno para sus vidas, para aquellos que no creen, se sienten vacíos, pero desean encontrar un nuevo camino.

Para inscribirse o tener más información, basta llamar a los teléfonos 627554032 o 669335643.

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