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Proyecto Conyugal celebra su quinto retiro del año en Granada

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Han participado 50 matrimonios y 3 sacerdotes.

El fin de semana del 28 al 30 de noviembre 50 matrimonios y 3 sacerdotes participaron en el retiro de Proyecto Amor Conyugal, celebrado en la Casa de espiritualidad Papa Francisco – Seminario Mayor, siendo el quinto retiro que celebran este año en nuestra Diócesis.

De los 50 matrimonios, 39 han participado por primera vez en este retiro, acompañados por los 11 matrimonios restantes.

“Lejos de ser una formación meramente teórica, el retiro busca que los matrimonios vivan una experiencia real y transformadora que les ayude a caminar hacia un matrimonio santo y feliz. Los sacerdotes también han vivido el retiro como una experiencia personal, profundizando en su relación con Cristo desde su esponsalidad con la Iglesia. Aunque no es la primera vez que un sacerdote realiza este retiro en la diócesis, sí ha sido la edición con mayor número de presbíteros participantes hasta la fecha”, explica Proyecto Amor Conyugal Granada.

Los retiros están abiertos a la participación de los matrimonios que lo deseen. Según informó Proyecto Amor Conyugal, algunos matrimonios afirmaron que acudían a este retiro en una situación de trámites de separación y, tras participar en él, movidos por la insistencia de familiares y amigos, habían tomado la decisión de retomar su relación.

También se ha dado la situación de otros matrimonios que “manifestaron que llegaron sin muchas expectativas o que esto no iba con ellos, porque ya vivían su fe de forma activa en distintas realidades de la Iglesia, pero que salían sorprendidos y emocionados al descubrir en el retiro una nueva forma de mirar su matrimonio y de entender cómo Dios lo pensó desde el principio”.  

El retiro está inspirado en las primeras 23 catequesis de san Juan Pablo II sobre la Teología del Cuerpo, en las que se profundiza en el valor del matrimonio cristiano y se descubre “el matrimonio como Dios lo pensó”.

Para dar continuidad a lo vivido, Proyecto Amor Conyugal ofrece catequesis mensuales a través de grupos parroquiales, así como el acompañamiento personal de un matrimonio tutor que ayuda a seguir viviendo y consolidar el camino iniciado en el retiro.

Actualmente, el método cuenta en la diócesis con 21 grupos parroquiales, dos de ellos dirigidos a novios.

La próxima actividad será la Jornada de la Alegría, con el lema “Cómo vivir un matrimonio alegre”, que se celebrará el 11 de enero en la Casa de Espiritualidad Papa Francisco. El próximo retiro de matrimonios será del 17 al 19 de abril de 2026.

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El testimonio de amor de 124 jiennenses, que serán declarados beatos el próximo 13 de diciembre, cierra un año sembrado de esperanza

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Esta mañana, el Obispado ha acogido la rueda de prensa de presentación de la ceremonia de beatificación de los 124 mártires de la Iglesia de Jaén. Una celebración, presidida por el Cardenal Semeraro, Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, y que tendrá lugar en la Catedral el próximo 13 de diciembre, a las 11 de la mañana.

En la presentación han intervenido, junto al Prelado jiennense, Monseñor Chico Martínez; el Delegado de la Causa de los Santos, D. Andrés Nájera; y el Provicario General, D. José Antonio Sánchez Ortiz.

El Obispo ha abierto el turno de intervención expresando lo que para la Iglesia diocesana supone este gran acontecimiento, el que supone acoger una celebración de estas características. “Este año de la esperanza, está salpicando de momentos de gozo y de esperanza estos 12 meses. Lo está haciendo con los jubileos, con esa Magna, y ahora con un gran regalo: poder reconocer como mártires, como testigos de Cristo a 124 jiennenses, que vivieron y murieron en el siglo XX, y que la Iglesia universal reconoce como beatos y mártires”, ha expresado Don Sebastián.

En este sentido, el Obispo del Santo Reino ha querido explicar el motivo que la Iglesia ha considerado para declarar mártires a estos jiennenses: sacerdotes, religiosa y laicos. «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos», esta frase de Jesús a sus apóstoles encierra el verdadero significado de la celebración que la Iglesia de Jaén acogerá el próximo día 13 de diciembre. Con esta ceremonia de beatificación, se pone de manifiesto que 124 hombres y mujeres de nuestra tierra, que se consideraban amigos de Jesús, no dudaron en hacer esa frase vida, entregando la suya por amor a ese Amigo con mayúsculas: Jesús. Y lo hicieron sabiendo que perdían la vida, sí, pero que, lo hacían fieles a sus creencias, sin negar su fe; siendo testigos hasta el final y su último momento en este mundo fue un acto generoso de amor”.

El Obispo, también, ha puesto de manifiesto que estas beatificaciones, las primeras en el pontificado del Papa León XIV, son el resultado de un largo proceso iniciado por su predecesor, Monseñor García Aracil; que continuó Monseñor Del Hoyo López, con la apertura de la fase diocesana y después con la clausura de la misma fase Monseñor Rodríguez Magro. “Una jornada histórica que comenzará con la lectura de la carta Apostólica del Papa por parte del Legado Pontificio, el Cardenal Semeraro, que declara a estos hombres y mujeres mártires”.

Hombres y mujeres de fe

En su intervención, el Obispo de Jaén ha manifestado que la grandeza de estos mártires no reside sino en el amor. “Hoy presentamos a 124 jiennenses: sacerdotes en su mayoría, pero también una religiosa y algunos laicos. Hombres y mujeres que vivían en el Jaén de su tiempo, y de los que se destaca su vivencia de la fe, porque sin esa savia del evangelio corriendo por sus venas, configurándolos como cristianos con fuertes convicciones, que explica que ante el trance de negar a Cristo o morir por él, optaran por esto segundo.

Sacerdotes que vivían insertos en sus comunidades, cuidando, como hacen ahora los nuestros, del pueblo de Dios que tenían asignado. Padres de familia, que luchaban cada día por sacar a su familia adelante; una religiosa que entendió que su verdadera vocación era estar dedicada en la clausura al Señor; una viuda que vivía haciendo obras de caridad para ayudar a los más desfavorecidos de su tiempo; un periodista, como vosotros, que compartía su vivencia de fe a través de los medios de comunicación; o un pobre huérfano, con discapacidad intelectual, que atendía como recadero a las monjas, y que tampoco dudó en ser fiel a lo que él sabía que era auténtico, el amor infinito de Dios.

Obdulia, Pedro, Juan Ángel, Francisco Javier, Manuel, Isabel María, Lucas, Juan Pablo… y así hasta 124 nombres que ya son parte de la historia de esta Iglesia de Jaén, que no fueron super héroes; que no tuvieron vidas ideales; pero que sí supieron entregar su vida por Aquel que antes la entregó por ellos”.

Actos conmemorativos

Por su parte, el sacerdote D. Andrés Nájera, Delegado para la Causa de los Santos, ha explicado el proceso de beatificación en sus distintas etapas. Asimismo, ha agradecido la colaboración inestimable de las distintas personas que han participado, tanto en la fase diocesana, como en la fase romana, su trabajo y dedicación. De forma especial, ha agradecido la colaboración de D. Antonio Aranda y D. Rafael Higueras, que serán reconocidos por esto con la medalla de la Iglesia de Jaén.

De igual manera, el Delegado de la Causa de los Santos, ha informado sobre los acontecimientos que tanto en las parroquias como en la Catedral se están preparando antes de esta celebración. Por una parte, el Triduo en la Catedral los días, 9, 10 y 11 de diciembre, a las 7: 30 de la tarde, que estará presidido por los dos obispos eméritos, Monseñor del Hoyo López y Monseñor Rodríguez Magro y el último día, por el arzobispo de Granada, D. José María Gil Tamayo. Además, ya se ultiman los preparativos de una vigilia de oración en la tarde del 12 de diciembre, a las 19:30 horas, en la Catedral.

D. Andrés Nájera ha contado, también, que como es tradición en la Iglesia católica, se están compilando reliquias de los mártires, para su veneración. Por lo que se está llevando a cabo un proceso arduo y muy delicado, con la exhumación de algunos restos de estos mártires, que serán depositados en una urna el día de la beatificación.

La ceremonia de beatificación

Fue Linares, ciudad natal del Beato Manuel Lozano Garrido, “Lolo”, quien acogió una celebración de este tipo, el 12 de junio de 2010. Ahora, 15 años después, se organiza otra en el primer Templo jiennense, lugar en el que pasaron muchos de ellos sus últimas horas, antes del martirio.

Ha sido el Provicario General, D. José Antonio Sánchez Ortiz, quien ha explicado toda la logística para esa jornada histórica, quizá una de las más importantes del último siglo en la Iglesia del Santo Reino.

Por un lado, ha explicado que se ha contactado con todas las familias de los mártires, y que muchos de ellos, alrededor de 1000, ya han confirmado su asistencia. Familias enteras, entre las que se encuentran hijos, nietos, biznietos de los mártires, participarán de esta gozosa ceremonia.

De igual manera, se ha cursado invitación a todos los Obispo de España y han sido muchos los que ya han confirmado su asistencia. Así como comunidades religiosas.

Se han habilitado alrededor de 2000 plazas en la Seo jiennense, y quedan aún algunas disponibles, que pueden solicitarse a través de un formulario en la página web de la diócesis. Y no se descarta, si la meteorología lo permite y el aforo se desborda, poner pantallas en la plaza de Santa María.

Una celebración que será retransmitida por TRECE TV y Radio María, y que contará con el acompañamiento musical del Coro y Orquesta MusicAlma, de Linares.

Una jornada de celebración en la que se quiere resaltar que la santidad está en personas comunes, con vidas normales, que supieron dar testimonio de su fe con esperanza, en el momento más difícil de su vida. Historias de personas, de jiennenses que con su vida han sido semilla de esperanza para una tierra, la de Jaén, que sigue peregrinando entre olivares con la mirada siempre en el cielo.

Galería fotográfica: «Presentación de la beatificación de 124 mártires de Jaén»

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Avance de las obras de consolidación del coro

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En la Parroquia de San Francisco y San Eulogio continuamos avanzando en las obras de consolidación del coro y la nueva pasarela de mantenimiento, una intervención necesaria para la seguridad estructural del templo y su adecuada conservación.

Hasta el momento se han ejecutado los trabajos de apeo, demolición y limpieza inicial, así como la fase principal de refuerzo estructural, que incluye anclajes, taladros, encofrados y la capa de compresión con hormigón ligero y cal. Esta zona del coro queda así estabilizada y preparada para las siguientes etapas.

En el ámbito económico, la parroquia ha abonado ya:

  • Certificación nº1: 27.915,95 €
  • Certificación nº2: 58.508,98 €

Ambas certificaciones han sido comprobadas y aprobadas por la Dirección Facultativa del proyecto y cuentan también con la supervisión del equipo técnico del Obispado de Córdoba, que acompaña y valida cada paso del proceso.

Durante las próximas semanas se continuará con la colocación del solado de barro cocido, los diferentes revestimientos, así como los trabajos de remate y pintura.

En este tiempo damos gracias por vuestra oración y por la colaboración concreta que estáis ofreciendo. Aún queda mucho para terminar. Pedimos al Señor que siga moviendo los corazones para que esta obra pueda completarse.




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Misas de salida por el eterno descanso de monseñor Bernardo Álvarez

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En nuestra diócesis están previstas dos “Misas de salida” por el eterno descanso del obispo emérito, monseñor Bernardo Álvarez. Una en la Catedral este próximo jueves 4 de diciembre, a las 19:00 h., y otra el 11 de diciembre, a las 18:00 h., en la iglesia de San Pedro Apóstol, en Breña Alta.

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Retiro sacerdotal de Adviento predicado por el obispo de Almería

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Celebrado esta semana en el Seminario Mayor.

Con el título “Somos constructores del camino comunitario”, esta semana se congregaba en el Seminario Mayor San Cecilio el clero diocesano en su retiro mensual, dedicado en esta ocasión al nuevo tiempo litúrgico del Adviento.

El retiro fue predicado por el obispo de Almería, D. Antonio Gómez Cantero, acompañado por nuestro arzobispo Mons. José María Gil Tamayo. Como es habitual, el retiro comenzó con la oración de la Hora Intermedia en la capilla mayor dedicada a la Virgen de las Angustias y a los mártires granadinos del siglo XX.

Mons. Gómez Cantero habló sobre el sentido del Adviento como tiempo de conversión personal y comunitaria. Asimismo, abordó algunos desafíos espirituales actuales, como la ambivalencia y el individualismo, que pueden provocar atrofia espiritual, pérdida del “primer amor” y debilitamiento de la vida comunitaria. Frente a estas dificultades, el obispo de Almería destacó la oración y la comunidad como caminos privilegiados de conversión, subrayando la importancia de la interioridad, la vivencia renovada del Evangelio, el sentido de pertenencia, la caridad y la vida fraterna.

Por su parte, D. José María agradeció la presencia y el testimonio del obispo de Almería, que ha ofrecido al clero granadino una preparación espiritual para el tiempo de Adviento y de fortalecimiento de la comunión sacerdotal.

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El Obispo realiza la Visita Pastoral a la Parroquia de La Natividad de Nuestra Señora de Jamilena

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El día 27 de noviembre fue el elegido para la Visita Pastoral del Obispo de la Diócesis, Don Sebastián Chico Martínez, a Jamilena, para un encuentro directo con instituciones, el pueblo y grupos más vulnerables. Una visita que tuvo la necesidad de celebrarse en dos días por el fallecimiento del sacerdote D. Cristóbal Jiménez Cobo, cuya Misa exequial fue presidida por el obispo ese mismo día por la tarde.

Desde primeras horas de la mañana, fue recorriendo distintos lugares que engloban la vida civil, social, económica y religiosa de la localidad, dejando constancia del carácter cercano y pastoral de su presencia.

La jornada comenzó a las diez de la mañana con la recepción del obispo en la iglesia parroquial, donde fue acogido por el párroco, D. Pedro José Martínez Robles, y numerosos fieles. Tras la visita y oración ante el Santísimo, en el sagrario, desde el Altar Mayor el párroco pronunció unas palabras de bienvenida a Do Sebastián y presentó el itinerario a seguir durante la mañana. Minutos después, tomó la palabra el obispo para transmitir los motivos de la Visita Pastoral, en “un momento de gracia, alegría y gozo”. Posteriormente, visitó las dependencias parroquiales: sacristía, despacho, casa del párroco y por último el museo parroquial.

Seguidamente, se trasladó al Ayuntamiento de Jamilena para una visita institucional, en la que el obispo pudo saludar al alcalde, D. Tomás Liébana Liébana; al teniente de alcalde, D. José Juan Liébana Liébana; y una concejal de la corporación municipal, para así expresar su interés por la realidad social y principales problemas del municipio. Firmó en el libro de honor del Ayuntamiento y saludó a los funcionarios que allí se encontraban.

A continuación, se realizaron las primeras visitas a dos mujeres mayores y enfermas, Rosario y Araceli, muy ilusionadas con la visita del Pastor diocesano a sus casas, y que estaban acompañadas de familiares y cuidadores. Don Sebastián las escuchó, rezó y les transmitió el consuelo y cercanía de la Iglesia y, en nombre de ellas, a todas las personas mayores que viven la enfermedad en sus hogares.

A mediodía, se desplazó al Cementerio Municipal para tener un momento de oración por todos nuestros hermanos que formaron parte de la comunidad y hoy siguen siendo miembros desde la casa del Padre. Junto a los presentes, se elevaron plegarias y cantos por todos los hijos e hijas de Jamilena fallecidos, subrayando la esperanza cristiana en la resurrección, confiando en la victoria de Cristo sobre la muerte.

La agenda continuó con la visita a una empresa de ajos, uno de los pilares de la economía local. Don Sebastián mostró gran interés al ser la primera vez que acudía a una de estas empresas envasadoras de ajos y cebollas. También se interesó por las condiciones de trabajo, la realidad de los trabajadores y la importancia de estas empresas para el tejido productivo del pueblo.

Poco después, retomó la visita a otra casa, la de Carmen y su hija María Jesús, prolongando así el recorrido iniciado horas antes. En esta ocasión se reunieron cuatro generaciones de la familia para dar la bienvenida a Don Sebastián y orar todos juntos por todos los mayores y enfermos de la localidad.

La mañana concluyó con la visita a las ermitas de San Isidro y del Calvario, dos lugares profundamente vinculados a la religiosidad de Jamilena. Con la ayuda de los coches, subimos a la sierra y allí el Obispo compartió un momento de oración, reconociendo el valor de las tradiciones y devociones que han sostenido la fe del pueblo a lo largo de generaciones. También puso en valor el estado de la ermita de San Isidro, tras la reforma efectuada por su grupo parroquial, y por el paraje en el que se encuentra, con unas maravillosas vistas desde el mirador al pueblo de Jamilena.

Para continuar con la agenda, interrumpida por el funeral de D. Cristóbal, el día 1 de diciembre se inicia con la comida de Don Sebastián junto a los sacerdotes del Arciprestazgo, un espacio fraterno para el diálogo y el descanso antes de comenzar las actividades de la tarde.

La sesión vespertina giró en torno al encuentro con los niños de catequesis en la iglesia parroquial, donde el Pastor diocesano pudo dialogar con ellos, escuchar sus preguntas y animarlos en su camino de iniciación cristiana, destacando el papel fundamental de las nuevas generaciones en la vida de la comunidad. Les explicó quién es el Obispo, remontándose a sus antecesores, los Apóstoles, y cantaron la canción El amor de Dios es maravilloso, donde nadie puede estar por encima del amor de Dios, ni por debajo ni por lo ancho. El amor De Dios es grande.

La tarde avanzó con el encuentro con los agentes de pastoral en el Centro parroquial, un espacio de trabajo y reflexión compartida con diferentes grupos parroquiales, para revisar la marcha de la comunidad y proyectar líneas de acción futura.

En el mismo Centro parroquial, se reunió con el Consejo de pastoral parroquial, órgano de corresponsabilidad laical, donde se abordaron las fortalezas y retos que debemos afrontar desde la parroquia, en un clima de diálogo sereno y constructivo.

El culmen de la Visita Pastoral se centra en la celebración de la Misa Estacional, presidida por Monseñor Chico Martínez en la parroquia, concelebrada por los sacerdotes presentes, D. Pedro José y Francisco Javier Cova Martínez, y solemnizada con los cantos del coro parroquial. La Eucaristía se convirtió con la homilía en el gran momento de acción de gracias por “nuestra fe sencilla, por nuestra vida parroquial tan viva, por los grupos, distintas asociaciones y  cofradías, por los mayores y los niños que ha tenido la ocasión de estar con ellos. También damos gracias por las familias y por quienes en silencio sostiene esta parroquia, iglesia que peregrina. Gracias por la acogía y cercanía. Concluimos la visita pastoral el lunes de la primera semana del adviento, cuando la Iglesia nos invita a volver a entender la Esperanza, en este año dedicado a la Esperanza, donde conmemoramos la Encarnación de Ntro. Sr. Jesucristo volvemos a fortalecer ese deseo de acrecentar en nuestra vida y en nuestro mundo la esperanza”. 

Para añadir: “La Visita Pastoral me ha confirmado algo muy hermoso, hay mucha fe aquí en Jamilena, esta tarde lo hablábamos también con el grupo del pueblo con el que nos hemos reunido, este pueblo circula o está en torno a una fe que hemos recibido de nuestros mayores, a esta espiritualidad que se enraíza y se arraiga aquí en este templo que es nuestra parroquia. Bajar la espada, trabajar por la paz y la unidad parroquial es también del tiempo del adviento. Si queremos vivir el adviento de verdad toca hacer algo muy concreto, no debemos levantar la espada contra nadie. La espada no es sólo un arma, a veces es una palabra dura, un gesto de desprecio, un juicio precipitado, una división entre nosotros, heridas de familia, rencillas antiguas, rupturas que aún pueden convertir la espada en arado es la obra más bella del adviento. Durante este tiempo de adviento, tiempo de conversión, tiempo preparar nuestro corazón, un tanto endurecido, en un corazón de carne para poder acoger el amor derramado que quiere derramarse en este mundo. Sembrar reconciliación, pedir perdón, volver a mirar a alguien con misericordia, implicarnos en que esta parroquia sea lugar de fraternidad y no rechazar que la parroquia sea lugar de distancia. Ahí se nota que el reino ya está en medio de nosotros. Hemos escuchado “Señor, no soy digno de que entres en mi casa” es la oración del adviento. En unos minutos nos acercaremos a la eucaristía y repetiremos las palabras del Centurión, qué frase tan nuestra, qué frase tan verdadera, no somos dignos, pero sin embargo él quiere venir, quiere entrar en nuestro corazón, quiere entrar en nuestra vida y quiere entrar en nuestra casa. El Obispo está aquí en esta Visita Pastoral para especialmente subrayar esta realidad, el Señor quiere entrar en nuestra casa, quiere habitar en nosotros, quiere derramar su amor, quiere fortalecer nuestra fe, quiere invitarnos a que vivamos esa fe y seamos más felices. Pero también el Señor quiere que comuniquemos y manifestemos esa fe, que esta comunión sea para nosotros una Navidad participada, una luz que entre en vuestra casa, una fuerza nueva para seguir caminando como comunidad viva aquí en Jamilena. Vamos a pedirle a Ntro. Padre Jesús que nos ayude, que nos fortalezca para llevar adelante este hermoso proyecto, este tiempo de adviento donde se espera que el Señor entre verdaderamente no solamente en nuestra casa sino también en todo nuestro pueblo. Necesitamos no solamente nosotros que Dios derrame su amor en nuestro corazón, sino que derrame su amor en todos los que nos rodean”.

Finalizando así un momento de encuentro de toda la comunidad, reforzando la comunión entre el Obispo, los pastores y los fieles de Jamilena. De este modo, la visita no solo dejó una huella institucional, sino también profundamente espiritual, renovando la vida parroquial y alentando a seguir construyendo una Iglesia cercana, una Iglesia viva.

Parroquia de La Natividad de Ntra. Sra. de Jamilena

Galería fotográfica: «Visita Pastoral a Jamilena»

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Comunicado de FRATER en el Día Internacional de las Personas con Discapacidad

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Este 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una celebración anual instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1992.

El propósito de esta proclamación es promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo, así como aumentar la conciencia sobre su situación en los aspectos políticos, sociales, económicos y culturales de la vida diaria.

En este día, FRATER (Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad) ha querido compartir un comunicado en el que recuerda que los miembros de este movimiento son parte activa de la Iglesia y que la participación no es un favor, sino justicia. Asimismo, en el manifiesto reivindican su derecho a participar  en los espacios de decisión, en los gobiernos locales, en las escuelas, en las empresas, en las diócesis y en los consejos parroquiales.

COMUNICADO DE FRATER INTERCONTINENTAL CON MOTIVO DEL DÍA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD 3 DE DICIEMBRE DE 2025

No hay lugar para la resignación: derechos y dignidad

Hoy levantamos la voz con respeto y firmeza: la dignidad de cada Persona con Discapacidad es innegociable. Lo recuerda la Convención de la ONU: todos tenemos los mismos derechos. Exigimos acceso real al empleo, a la salud digna y accesibilidad universal: en calles, transportes, servicios, escuelas, trabajos, iglesias, hogares y entornos digitales. Sin accesibilidad, no puede existir igualdad de oportunidades.

Alzamos nuestra voz contra las desigualdades y el hambre que condena a millones de personas a la enfermedad, la discapacidad y la muerte provocadas por nuestros privilegios e injusticias; y alzamos la voz contra las guerras: son fábricas de llanto, crean pobreza, desolación, sufrimiento y producen nuevas discapacidades cada día. Demasiadas personas quedan luego abandonadas, sin apoyos ni horizonte. Exigimos paz, reparación y cuidados continuos: no debe ser descartable la vida de nadie.

Queremos una Iglesia inclusiva: sin barreras mentales ni físicas, sin paternalismo. El reciente Sínodo lo ha dicho con claridad en su Documento Final: las Personas con Discapacidad somos sujetos activos de evangelización. No solo recibimos: anunciamos, servimos y lideramos. Necesitamos templos accesibles, comunicación clara, lectura fácil, intérpretes, bucle magnético y apoyos para participar en plenitud.

Llamamos a la corresponsabilidad en la sociedad y en la Iglesia. La participación no es un favor: es derecho y justicia. Reivindicamos que nada sobre nosotros sin nosotros. Nadie debe apagar nuestra voz y nuestro deber a participar y proponer: necesitamos estar en los espacios de decisión: en los gobiernos locales, en las escuelas, en las empresas, en las diócesis y en los Consejos Parroquiales.

Creemos en el potencial de cada persona. Con apoyos adecuados y oportunidades reales, nuestras capacidades superan nuestras limitaciones. El trabajo digno abre puertas. La accesibilidad hace visible el talento. La educación inclusiva prepara el futuro. Las redes comunitarias sostienen la vida. Rechazamos la lástima que humille y el asistencialismo que nos deja al margen. No pedimos privilegios, exigimos igualdad de oportunidades y derechos, apoyos adecuados, respeto y condiciones justas para decidir y vivir.

Hoy, 3 de diciembre, repetimos con esperanza y firmeza: no hay lugar para la resignación. Demos pasos concretos desde hoy: una rampa que falta, un horario que excluye, un texto que nadie entiende, una actitud que cierra. Cada barrera menos es una vida más inclusiva y digna. Quienes seguimos a Jesús de Nazareth proponemos unirnos a todas las personas que aman la justicia para construir comunidades donde todas las personas podamos vivir, participar y transformar.

Cuando la puerta está abierta, la dignidad florece y la sociedad entera se vuelve más humana.

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Cinco vidas al servicio de la Iglesia

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Cinco vidas al servicio de la Iglesia

La Iglesia particular de Córdoba tendrá a partir del 8 de diciembre cinco nuevos diáconos, que serán ordenados por el obispo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández, en la Santa Iglesia Catedral. La palabra «diácono» proviene del griego diakonos, que significa servidor o ministro. Este término fue adoptado por el cristianismo primitivo para describir a aquellos que se dedicaban al servicio dentro de la iglesia. El diácono es un ministro eclesiástico que participa de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo. El sacramento del orden lo marca con un sello que nadie puede hacer desaparecer y que lo configura con Cristo que se hizo diácono, es decir, el servidor de todos

A partir de ese momento el diácono puede impartir la bendición, presidir una celebración del matrimonio, bautizar, predicar, celebrar exequias y liturgias de la Palabra, pero no puede ni celebrar la Misa, ni confesar. Su función principal es el servicio a los pobres y a la comunidad. Hay diáconos dos tipos de diáconos, los seminaristas en la etapa final de sus estudios y que serán ordenados sacerdotes pronto; y los diáconos permanentes, que son ciudadanos, generalmente hombres casados, que han recibido la sagrada orden del Diaconado.

Jesús Romera Fernández, Blas Sánchez Villarejo, Angelo Bruno y Ángel González García son cuatro de los seminaristas que serán ordenados por el Obispo este lunes, solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la Santa Iglesia Catedral. Los tres primeros han estado en el Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater “San Juan de Ávila” y el cuarto, en el Seminario Conciliar “San Pelagio”. Los cuatro se han formado en el Instituto de estudios teológicos “San Pelagio”. Por último, el quinto nuevo diácono será José Agustín González Contreras, pertenece al Instituto del Verbo Encarnado (IVE).

“El Señor siempre me ha sorprendido”

Angelo Bruno

¿Cómo llegaste al Seminario?

Mi vocación empezó cuando tenía 14 años, fui a la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid con otros compañeros y fueron ellos los que dieron la disponibilidad, yo le seguí poco consciente, quizá algo tenía en el corazón, pero no tenía la valentía de expresarlo. Gracias a ellos lo pude expresar. Luego seguí mi vida sin hacerle mucho caso a la vocación pero viendo que cuando estaba más contento era cuando hacía la voluntad de Dios y no cuando seguía mis apetencias, sino cuando me dejaba guiar por la Iglesia. Entonces di un sí más maduro a los 19 años, cuando fui a la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia en 2016 y ahí me destinaron, por sorteo, al seminario de Córdoba.

¿Cómo ha sido el proceso formativo en el Seminario? 

El proceso formativo ha sido realmente una aventura, algo inesperado para mí. Dios me metió en una aventura. Cuando llegué aquí encontré una familia, una comunidad y lo aproveché todo. Por otro lado, la misión, estuve primero en Israel, luego en México, y luego de pastoral en Priego y ahora en Montilla. Lo he visto todo como un don, ha sido un proceso largo, pero ha sido un regalo.

¿Con qué te quedas de tu paso por el Seminario? 

Me quedo, sobre todo, con la idea de la importancia de la comunión, de preservar y cuidarla siempre; de la fidelidad a lo recibido y la fidelidad que nos ha dado el Señor, que es lo más grande.

Por delante, de manera inminente la ordenación de diácono, ¿cómo crees que va a ser ese momento?

He visto como el Señor siempre me ha sorprendido y sus sorpresas han sido algo estupendo, así que espero una sorpresa muy grande, un regalo más y seguro que va a estar estupendo.

Este paso supone que la ordenación sacerdotal se acerca, ¿Cómo quieres vivir tus últimos meses en el Seminario? 

Espero estos últimos meses que el Señor esté dentro de mí, que pueda prepararme a esta entrega total de mi persona a Él. Poder profundizar en mi relación con Él y que se manifieste en la relación con los demás, para llegar a este día realmente con el deseo y la voluntad de entregarme totalmente para toda la vida.

¿Qué momento crees que está viviendo la Iglesia particular de Córdoba? 

Es un momento muy favorable, es un momento histórico, tanto a nivel universal como a nivel de la iglesia de Córdoba. Es indudable, ya lo vimos, por ejemplo, en el encuentro diocesano de laicos que tuvimos hace poco, que la iglesia de Córdoba es una iglesia viva y tiene mucho que dar a la iglesia universal, así que con mucha esperanza y con mucha ilusión porque creo que estamos en un momento muy bueno.

“He soñado el diaconado y estoy muy confiado”

José Agustín González Contreras, IVE

¿Cómo llegó al Seminario? 

Con casi 35 años, cuando estaba construyendo edificios como arquitecto quiero compartir el proyecto más importante que Dios ha querido edificar en mi vida. Así como dice la Escritura, todo tiene su tiempo y cada cosa bajo el cielo tiene su hora. Tengo 72 años, vengo de una familia tradicional, chilena, mi padre era militar, tengo dos hermanos y mi madre muere muy joven, cuando ingreso a la universidad. Me formo al alero de la parroquia con la formación scout, la que me apasiona mucho, terminando con ello como formador de dirigente a nivel nacional. Ingreso a la arquitectura y para financiar los estudios, trabajo y al tercer año de estar trabajando fui destinado por la empresa donde trabajaba a Venezuela para tomar la gerencia técnica de una empresa de vivienda industrializada y prefabricada. Termino los estudios, tenía mi propia empresa constructora, es decir, lo que proyectaba yo mismo lo construía, lo que era como andar en el ave, a una velocidad increíble. Dios me bendecía constantemente, me venían algunos fracasos pero después me venían proyectos realmente maravillosos, nunca me faltó el trabajo. En un momento fui invitado por la diócesis de San Bernardo para hacer un proyecto de restauración en el seminario. En ese momento tuve la oportunidad de conocer a Juan Ignacio González, que era el obispo que recién comenzaba su periodo episcopal en San Bernardo y me encargó un proyecto para el seminario menor. Hice una capilla, una catequesis realmente maravillosa, quedó muy entusiasmado y me dice que me quiere como arquitecto diocesano. En ese momento empiezo a trabajar en la Diócesis y cambia radicalmente mi sentido de trabajo, del público-privado a lo religioso. Doy gracias a Dios porque es la arquitectura la que de alguna manera permite este paso de comprender que algo estaba pidiéndome Dios. Ya no estaba construyendo la casa para don Carlos o para doña Juana, sino que estaba construyendo un lugar donde verdaderamente habita Dios, presente en el tabernáculo, cuerpo, alma y divinidad, y sentía en mi interior que algo estaba pasando, que algo me estaba pidiendo Dios. Fue así como conocí al Instituto del Verbo Encarnado, una congregación argentina, muy nueva, con 43 años, y presente en los cinco continentes en misiones, algunas muy difíciles. El año pasado estuve en Palermo, que es uno de los barrios quizás más vulnerables de toda Europa. En ese camino de ir conociendo al Verbo Encarnado fui invitado a la Casa Madre. Conozco la Casa Madre y me veo muy cautivado por, primero el amor a las obras de caridad, hay un proyecto que el fundador lo nominó la “Ciudad de la Caridad” con hogares para niños y discapacitados, que me cautivó muchísimo; y lo otro que me cautivó, fue el sentido de familia del Verbo. Hice los ejercicios Ignacianos, según San Ignacio de Loyola, y fue una bomba de tiempo, algo increíble, porque en todo el proceso de los ejercicios me fui dando cuenta de que había un proyecto de Dios que estaba muy oculto, muy guardado, pero ahora Dios me decía: abre los ojos que es lo que quiero de ti. Lo conversé con los superiores y todos estuvieron de acuerdo que en realidad había una vocación y me pedían ir a Italia a formarme.

¿Qué sintió que quería Dios de usted? 

Dios quería algo que yo tenía pero yo tenía que vivir esa experiencia para purificarme más, era mi padre. Mi madre había muerto, mis hermanos habían muerto, mi segunda madre había muerto y mi padre estaba enfermo. Decido volver a casa y le digo a los superiores que el proyecto de Dios lo tengo clarísimo, pero primero creo que, por caridad, debo cuidar a mi padre. Lo acompañé durante ocho años y el día de su muerte lo velamos en el noviciado que está en San Bernardo, en la misma Diócesis; al día siguiente, llamo a mi director y le digo: estoy pronto, me voy a vivir a un hogar de chicos discapacitados, 42 chicos con deficiencia mental leve- moderada, y ahí me quedo haciendo un postulantado, pero que no era postulantado porque las necesidades del hogar eran otras y me quedo como administrador. Llegado el momento llamo al superior y le digo que yo no quiero ser administrador, quiero ser cura, entonces, decidimos que me voy a Italia. Era bueno para mi formación, había que hacer una muerte a la arquitectura, aunque no es una muerte total porque es un don que Dios nos da y todavía de alguna manera estoy ofreciendo cada vez que hay una necesidad ese don, esa habilidad que Dios me ha dado. Me fui a Italia con la gracia de que mi maestro novicio era a quien yo había conocido como novicio en Chile cuando era terciario de la tercera orden. Él fue mi maestro novicio y cuando paso al seminario mayor él también pasa como rector, entonces siempre tuve el acompañamiento de él y fue muy lindo. Fue una experiencia realmente gratificante vivir en un seminario internacional, con cerca de 20 realidades muy distintas, de distintos países, culturas muy distintas, pero la vida comunitaria es realmente maravillosa y el seminario fue el mejor tiempo de mi vida. La vida del seminario es algo que queda para siempre en el corazón

¿Cómo llegó a Córdoba? 

Llegué a Córdoba de misión para reforzar la comunidad y acompañar a los padres que están aquí en la Diócesis. Desde que llegué intenté conocer su riqueza arquitectónica, tiene una Catedral que es algo único y debería estar entre las maravillas del mundo. He recorrido la Diócesis y la he conocido bastante. En la parroquia de la Inmaculada Corazón de María me han recibido con mucho cariño.

Por delante, de manera inminente la ordenación de diácono, ¿cómo crees que va a ser ese momento? 

Estoy muy confiado, muy tranquilo porque sé que este es un proyecto que Dios lo ha iniciado hace muchísimos años, que yo no lo quería ver pero que después Dios me lo ha mostrado con mucha claridad y estoy dispuesto en todo a hacer siempre su voluntad.

El diaconado lo he soñado, creo que Dios me ha hecho crecer de alguna manera a la hora de entender que este proyecto que Él me ha desarrollado lo tengo que vivir intensamente, en la caridad de mi comunidad y en la caridad al servicio de los parroquianos.

Ha vivido en Chile, Italia y España ¿Qué momento crees que está viviendo la Iglesia? 

Son tiempos difíciles, pero creo que un proyecto que nace de Cristo y que ha permanecido por más de dos mil años y que nada lo ha hecho cambiar es porque no es un proyecto de los hombres. Hay que tener una visión sobrenatural para entenderlo y debemos confiar en eso, que Cristo ha dado su vida por nosotros, esto es una barca que tratan de hundir pero jamás lo van a conseguir.

“Ya no soy mío, soy de Jesús”

Ángel González García

¿Cómo llegaste al Seminario? 

Llego al seminario después de un encuentro real con Jesús en mi proceso de vida universitaria, a través de un movimiento que se dedica a fomentar la adoración eucarística entre los jóvenes, Jesús polarizó mi vida. A la vez llegó un nuevo sacerdote a mi parroquia y empezó un grupo de jóvenes al que me invitaron. De una forma muy sencilla empecé a ir, con mucha naturalidad me llamaban mucho la atención los planes que hacían, totalmente diferentes a los planes que tenía hasta ese momento. El grupo de jóvenes revolucionó mi vida y ver la vida de ese sacerdote me llamaba poderosamente la atención, cómo vivía, cómo entregaba su vida y su alegría. Me cuestionaba constantemente, ¿qué tendrá él para vivir así? En ese momento empezaba en mi corazón a resonar la llamada del Señor y después de un proceso de discernimiento vocacional, de estar acompañado por este sacerdote, él me trajo al seminario para conocerlo y mi boca decía: no, no, no, no pero el corazón decía que sí, que este era el lugar, que Jesús me quería aquí. Así que llego al seminario después de un año entero de discernimiento, de oración, de conocer la realidad de la Iglesia, que es bellísima, y de conocer el corazón de Jesús, que es un corazón vivo infinitamente bueno con todo.

¿Cómo ha sido el proceso formativo en el Seminario? 

Ha sido todo una experiencia de gracia, de conocer a Jesús, diría que es muy similar al proceso de los discípulos. Jesús cuando llama a sus discípulos, en primer lugar los llama para que estén con Él, para que vivan con él, en definitiva para que aprendan de su modo, cómo Jesús ama, cómo mira. El mismo Jesús que se encarna en Nazaret, hijo de María y de José, que da la vista al ciego, que recobra el oído al sordo o da de beber a la samaritana, ese mismo Jesús nos ha llamado a cada uno de los que estamos en esta casa para compartir su vida con él. Compartir su vida ha sido una experiencia brutal. El seminario es una escuela de santos y eso pretendemos, que salgamos de aquí con el deseo de ser santos, porque Él lo quiere. Entonces, por una parte, ha sido el lugar donde me he enamorado de Jesús, y por otra, un lugar donde encontrarte contigo mismo, conocerte, reconciliarte con tu propia historia, saber que todo tiene un para qué en tu vida, que Dios no se equivoca, que tu vida es perfecta y que Él tiene un plan para ti.

¿Con qué te quedas de tu paso por el Seminario? 

Es difícil decir solamente una cosa, porque han sido muchos regalos del Señor, pero creo que elegiría la intimidad con Jesús, conocer su corazón, que no te elige por tu pasado sino por el futuro que quiere hacer contigo, que te ama incondicionalmente, un corazón infinitamente bueno siempre con todo. Por otra parte, la vida comunitaria, para mí ha sido un don muy grande. Vivir con 40 jóvenes que compartimos el mismo deseo de llevar a Dios al mundo entero y de saciar la sed que el mundo tiene de Dios, que es muy grande.

Por delante, de manera inminente la ordenación de diácono, ¿cómo crees que va a ser ese momento? 

Madre mía cuántas veces he soñado con ese momento. La ordenación de diácono la imagino con muchísima alegría porque, no es simplemente el deseo que yo tengo de ser para Jesús, sino pensar en el deseo que Jesús tiene de que yo sea suyo, pensar en el gozo tan grande en el que Jesús nos hace suyos y nos pone en el lugar que tiene que estar el diácono, el último. Lo imagino como el día de la entrega, a partir de ese día ya no somos nuestros, no nos pertenecemos, somos por entero de Jesús. Pensar que tantas veces lo hemos renegado, le he dicho que no o le he dado la espalda y, de repente, ya no soy mío sino que soy de Jesús, ¿Puede haber algo tan grande como ser de Jesús para siempre?

Este paso supone que la ordenación sacerdotal se acerca, ¿Cómo quieres vivir tus últimos meses en el Seminario? 

Me encantaría vivir con un gozo profundo todo lo que el Señor tiene preparado para mí para estos meses. Hay un santo que a mí especialmente me encanta que dice: “Soñad y os quedaréis cortos” porque la gracia del Señor siempre es mucho mayor a lo que nosotros imaginamos. Un deseo profundo del corazón es vivir disfrutando del día del día de Dios, de su plan, de ajustarme a su voluntad, lo que Él quiera para mayor gloria de Dios, y sobre todo, disfrutar mucho de mi vida comunitaria. Tengo este año el gran regalo de estar en la pastoral vocacional y estar en contacto con tantos chicos que se plantean si el Señor los está llamando a una vida consagrada en el sacerdocio, renueva interiormente, porque ves que hay muchos jóvenes, que la Iglesia está viva y que Jesús sigue llamando. En definitiva, quiero vivir estos meses dando gloria a Dios, que para eso estamos aquí.

¿Qué momento crees que está viviendo la Iglesia particular de Córdoba?  

Está viviendo un momento precioso porque acaba de llegar el Papa León XIV, acaba de llegar nuestro Obispo, D. Jesús, y en la Iglesia todo momento es momento de renovación y de conversión, especialmente cuando se inicia un nuevo tiempo. Estamos en un momento donde el Espíritu Santo quiere actuar de una forma muy concreta, la de volvernos al primer amor. Que nuestro deseo, nuestra ambición y todas nuestras obras, se dirijan a mirar a Jesús, que sea Él el que haga, que nosotros como medio, podamos llevarlo.

“Me basta con la voluntad de Dios”

Jesús Romera Fernández

¿Cómo llegaste al Seminario? 

Es una larga historia, cuando era pequeño me dio cierto deseo en un encuentro vocacional pero se difuminó con la adolescencia. Con 18 o 19 años había dado unas pocas de vueltas y, hablando con un párroco y con mi padre, me comentaron de ir a otro encuentro vocacional para poder entrar a un seminario misionero. Decidí ir a ese encuentro, que fue en Italia durante 15 días, me hablaron del seminario y decidí ir a uno, que al ser misionero pues te mandan donde Dios quiera, y me mandaron aquí a Córdoba.

¿Cómo ha sido el proceso formativo en el Seminario? 

El proceso formativo ha sido muy bueno, han sido diez años porque yo no tenía hecho bachillerato, entonces hice bachillerato y todos los estudios aquí en San Pelagio. También hice dos años de misión, en Siberia, Rusia, que fueron muy bien. Fueron dos años muy buenos a pesar de convivir en una situación muy difícil allí pero con muy buena gente. La verdad es que ha sido un proceso formativo integral que me ha ayudado en todos los sentidos, humanamente y espiritualmente. Me ha ayudado completamente para tomar esta decisión del diaconado y del presbiterado.

¿Con qué te quedas de tu paso por el Seminario? 

Me quedo con la vida en el seminario, ese cuerpo que se hace con los compañeros y con los formadores es lo que más me ha ayudado personalmente en todos los sentidos.

Por delante, de manera inminente la ordenación de diácono, ¿cómo crees que va a ser ese momento? 

La verdad es que no lo sé, no es que no me lo planteé, pero como no lo sé no he querido crearme una falsa expectativa de lo que va a ser. Sé que es lo que Dios quiere, su voluntad, y con eso me basta.

Este paso supone que la ordenación sacerdotal se acerca, ¿Cómo quieres vivir tus últimos meses en el Seminario? 

Estoy de pastoral en Fuente Palmera entonces estoy entre el Seminario y la pastoral, pero estos últimos meses quiero disfrutarlos, estar con los hermanos y poco más.

¿Qué momento crees que está viviendo la Iglesia particular de Córdoba? 

Creo que está viviendo un tiempo muy bueno de cambio, está habiendo cosas que están ayudando a rejuvenecer la Iglesia. Estamos viviendo un tiempo de cambio, sobre todo de la nueva evangelización, de la que ya se habló en el Concilio Vaticano II, y que se está empezando a ver, no sólo en la Iglesia de Córdoba, sino en toda la Iglesia, pero aquí se está viendo con mucha fuerza, la verdad.

“El Señor ha tenido mucha paciencia conmigo”

Blas Sánchez Villarejo

¿Cómo llegaste al Seminario? 

Entré en el seminario en septiembre 2016. Antes había estudiado una carrera, tenía muchos proyectos, pero veía que el Señor, con distintos acontecimientos, me cambiaba un poco el rumbo de mi vida, cambiaba mis proyectos. El verano de antes había ido a la JMJ de Polonia con el Papa Francisco preguntándole al Señor, por primera vez de verdad, qué quería hacer con mi vida, y ahí fue donde escuché la llamada. Hablé con mi párroco y con mis catequistas, y ellos me enviaron a una convivencia y desde ahí me mandaron al seminario Redemptoris Mater de Córdoba.

¿Cómo ha sido el proceso formativo en el Seminario? 

Ha sido un tiempo largo, porque soy duro y necesito mucho tiempo, pero el Señor ha tenido mucha paciencia y mucha misericordia conmigo. Ha sido una alegría poder vivir en comunidad, con seminaristas de todas partes del mundo, que ha sido una riqueza, y siempre con los formadores. La relación con los formadores, tantas gracias y tantas ayudas que me ha dado el Señor con su Iglesia, con mi comunidad y con la Palabra, viendo la fidelidad del Señor cada día a pesar de mi infidelidad muchas veces.

¿Con qué te quedas de tu paso por el Seminario? 

Me quedo con la vida en comunidad. Yo vengo de una familia numerosa, somos 9 hermanos y la vida en comunidad ya la tenía en casa, pero en el seminario se ha intensificado, con seminaristas que vienen de todas partes del mundo, con los formadores, con las hermanas que nos ayudan en la casa. Ha sido una riqueza poder vivir en comunidad para mirarme no sólo a mí mismo, sino también a la persona que vive a mi lado, para salir de mi egoísmo y conocerme a mí mismo a través de la convivencia con los demás.

Por delante, de manera inminente la ordenación de diácono, ¿cómo crees que va a ser ese momento? 

Últimamente estamos con el ajetreo, con muchas cosas que hacer y no pienso mucho en ese día porque no soy consciente de que se acerca, de que está muy cerca. Creo que será un día pues muy especial en el que el Señor de nuevo me mostrará que está conmigo, que no me abandona nunca, y no lo veo como un llegar a la meta sino como un continuar este camino de convertirme cada día y de poder servir a su Iglesia con lo que soy.

Este paso supone que la ordenación sacerdotal se acerca, ¿Cómo quieres vivir tus últimos meses en el Seminario? 

Este curso estoy haciendo un año de pastoral en Pozoblanco, mi pueblo, fue a sorteo pero el Señor me mandó a mi parroquia, San Sebastián y estoy viviendo con el párroco, aprendiendo con él, ayudándonos el uno al otro en lo que podemos y teniendo ese primer contacto con lo que, si Dios quiere, será mi futuro, vivir en parroquia, con las distintas realidades, con los feligreses y las cofradías. Veo como esto es una primera toma de contacto con lo que será mi futuro, si Dios quiere.

¿Qué momento crees que está viviendo la Iglesia particular de Córdoba? 

Hablando con la gente veo que hay cierto pesimismo, por ejemplo, con las vocaciones que dicen que faltan presbíteros, pero en Córdoba estamos muy bendecidos, no tenemos derecho a quejarnos porque si lo comparamos con otras diócesis tenemos muchos presbíteros, muchos seminaristas, muchas vocaciones y muchas familias cristianas que quieren vivir su fe de una manera santa. Miro con un poco más de optimismo esta realidad, todos estos frutos, todos estos regalos que el Señor está haciendo en esta Diócesis.

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La Diócesis de Huelva participa en las XXXI Jornadas Generales de la Pastoral del Trabajo

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La Diócesis de Huelva participa en las XXXI Jornadas Generales de la Pastoral del Trabajo

Los días 22 y 23 de noviembre se celebraron en la Casa de Espiritualidad San José, en El Escorial, las XXXI Jornadas Generales de la Pastoral del Trabajo, convocadas por el Departamento de Pastoral del Trabajo y presididas por Mons. Abilio Martínez Varea, obispo de Ciudad Real y responsable de esta área en la Conferencia Episcopal Española. Este encuentro reunió a 130 participantes procedentes de 32 diócesis, junto a movimientos eclesiales vinculados al ámbito obrero como HOAC, JOC, ACO, HHT, Cáritas, Hermanitas de la Asunción y Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera.

Un tiempo de escucha y reflexión compartida

Bajo el lema “La evangelización del mundo obrero en un cambio de época”, las jornadas ofrecieron un espacio de diálogo sobre los desafíos que afronta hoy el mundo laboral, marcado por profundas transformaciones sociales, tecnológicas y culturales. La teóloga Dra. Estrella Moreno, directora del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao, impartió una ponencia que ayudó a profundizar en las claves pastorales que reclaman estos nuevos tiempos.

La reflexión se situó desde la perspectiva que recoge el magisterio del Papa León XIV, recordando que “la realidad se ve mejor desde los márgenes y que los pobres son sujetos de una inteligencia específica, indispensable para la Iglesia y la humanidad”. En esta línea, se presentó el proceso de discernimiento impulsado por el Departamento de Pastoral del Trabajo para acompañar a diócesis y movimientos en su misión evangelizadora en el ámbito laboral.

Retos pastorales y compromisos para las comunidades

A lo largo de estas jornadas se subrayó la importancia de arraigar la Pastoral del Trabajo en las comunidades parroquiales como espacios de acogida, escucha y acompañamiento para las personas trabajadoras. El camino sinodal invita a fortalecer la colaboración entre las distintas realidades eclesiales presentes en el mundo obrero, así como a promover una Iglesia que viva encarnada en la realidad cotidiana de quienes afrontan situaciones de precariedad, desempleo o pérdida de derechos.

Un gesto de solidaridad con los trabajadores

Durante la celebración eucarística, los participantes elevaron su oración por quienes sufren las consecuencias de un sistema económico que excluye y margina. De manera especial, se tuvo presente la situación de los trabajadores y trabajadoras del hotel Senator de Marbella, que ven amenazado su empleo con motivo de una reforma del establecimiento. Se expresó públicamente la solidaridad con sus familias y el apoyo a su petición de que se aplique un ERTE que garantice la continuidad de sus puestos de trabajo.

La HOAC de Málaga, que acompaña de cerca este conflicto laboral, transmitirá a las plantillas el mensaje de cercanía y esperanza surgido en estas jornadas.

Asimismo, se recordó el sufrimiento de tantas personas afectadas por la violencia y los conflictos armados en diferentes partes del mundo. Desde la Pastoral Obrera de Catalunya se dio lectura a un comunicado denunciando el genocidio que padece la población de Gaza, rogando juntos por la paz y el fin de toda violencia.

Esperanza para seguir siendo Iglesia encarnada

Las XXXI Jornadas concluyeron con un clima de gratitud por el camino compartido y con el compromiso renovado de anunciar la Buena Noticia de Jesús en el mundo del trabajo. La misión de la Iglesia, en palabras del Papa León XIV, es ser “cercana al mundo del trabajo, compasiva y encarnada”, generando consuelo y esperanza, y recordando la importancia de garantizar un empleo digno para todas las personas.

La Diócesis de Huelva regresa de este encuentro animada a seguir acompañando los procesos de dignificación del trabajo humano desde la fe, la justicia y la fraternidad, confiando en que el Espíritu sostenga y renueve la esperanza de todas las personas trabajadoras.

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Primer Encuentro en la Esperanza del curso reúne a veinte jóvenes en el Seminario

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Primer Encuentro en la Esperanza del curso reúne a veinte jóvenes en el Seminario

El Seminario Diocesano de Huelva volvió a abrir sus puertas para acoger a los participantes del primer Encuentro en la Esperanza del nuevo curso pastoral. Veinte jóvenes dedicaron el fin de semana a compartir momentos de oración, formación y convivencia, buscando fortalecer su relación personal con Jesús.

Los encuentros, guiados por sacerdotes y jóvenes con experiencia en la pastoral juvenil, ofrecieron un espacio cercano en el que los participantes pudieron descubrir cómo la fe transforma la vida cotidiana. Las charlas, dinámicas y testimonios despertaron en ellos preguntas, ilusiones y certezas que, en muchos casos, se convierten en el inicio de un camino más profundo.

Junto a los momentos formativos, no faltaron los juegos, el teatro y diversas actividades que ayudaron a crear un clima de confianza y amistad. La presencia del Señor en los sacramentos de la reconciliación y la Eucaristía marcó de forma especial el ritmo del fin de semana, invitando a cada joven a abrir el corazón.

Al finalizar, muchos de los participantes expresaron su deseo de continuar viviendo este tipo de experiencias que les ayudan a descubrir que “no es igual vivir con Jesús que sin Él”. La despedida resultó difícil, reflejo del buen ambiente creado y del deseo de seguir creciendo juntos en la fe.

El siguiente encuentro ya se vislumbra en el horizonte, del 20 al 22 de febrero del próximo año, con el propósito de seguir acompañando a los jóvenes de nuestra diócesis en su camino de encuentro con Cristo.

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