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El obispo recibió al equipo itinerante de las Comunidades Neocatecumenales de Granada

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El obispo recibió al equipo itinerante de las Comunidades Neocatecumenales de Granada

El obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco, recibió la visita del equipo itinerante de las Comunidades Neocatecumenales de Granada, como responsable del acompañamiento y la formación de las Comunidades Neocatecumenales que hay en la diócesis de Guadix, igual que hace con las de la archidiócesis de Granada.

El encuentro, que tuvo lugar el viernes 19 de diciembre, en el obispado, forma parte de la dinámica ordinaria de este movimiento eclesial, que informa al obispo, al final del año, sobre las comunidades que hay en la diócesis. En la de Guadix, hay dos comunidades Neocatecumenales: una en Baza y otra en Purullena. Mons. Orozco ya les ha manifestado, en otras ocasiones, que “la Iglesia de Guadix está abierta para que estén presentes estas Comunidades Neocatecumenales y para que puedan evangelizar”.

El Camino Neocatecumenal
El Camino Neocatecumenal nace en el año 1964 en las chabolas de Palomeras Altas, en Madrid (España). El ambiente de las barracas estaba formado por los más degradados de la sociedad. En ese ambiente germinó la semilla del Camino Neocatecumenal, entre los pobres y marginados, que, al recibir el anuncio de Cristo muerto y resucitado, ven cómo el Espíritu Santo suscita un proceso de iniciación cristiana a imagen del catecumenado de la Iglesia primitiva.
El Camino –cuyo itinerario se vive en las parroquias, en pequeñas comunidades constituidas por personas de diversa edad y condición social– lleva gradualmente a los fieles a la intimidad con Jesucristo y los transforma en sujetos activos en la Iglesia y testigos creíbles de la Buena Noticia. Es un instrumento para la iniciación cristiana de los adultos que se preparan para recibir el bautismo. Está al servicio de los obispos y de los párrocos como itinerario de redescubrimiento del bautismo y de formación permanente en la fe, y es propuesto a los fieles que deseen reavivar en su vida la riqueza de la iniciación cristiana.

Antonio Gómez
Delegado diocesano de MCS. Guadix

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Las Cáritas parroquiales del Pilar y Los Ángeles, en Málaga, miran a los más pobres esta Navidad

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NoticiaParroquias

Publicado: 23/12/2025: 127

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Gesto público

Bajo el lema «Mientras haya personas, hay esperanza», las Cáritas parroquiales de Nuestra Señora del Pilar y Nuestra Señora de los Ángeles, en Málaga capital, junto a los niños y jóvenes de ambas comunidades, organizaron un gesto de denuncia pública que puso en el centro la dignidad de los excluidos y en cuya realidad quiso sembrar la semilla de la esperanza que trae la Encarnación de Dios.

Por motivos de la lluvia se realizó en el interior del templo. Ambas comunidades parroquiales quisieron hacer sonar su denuncia ante «unas navidades que no ayudan a la persona a recuperar su dignidad». Para ello, construyeron de forma simbólica un muro que representaba la indiferencia, que se acabó transformando «en un portal de Belén, donde Jesús nos ayuda a construir una sociedad y unas personas según el proyecto de Dios».

Antes de este gesto se celebró la Eucaristía y después compartieron un almuerzo fraterno.

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Tierra Santa, Ruta de San Pablo y Polonia, destinos de las peregrinaciones para 2026

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Diversas parroquias de la Diócesis de Málaga han programado peregrinaciones para el año 2026. En Semana Blanca habrá peregrinaciones a Polonia y Tierra Santa; en marzo, a la Ruta de San Pablo; y, en verano, de nuevo a la tierra de Jesús.

La peregrinación a Polonia, tras las huellas de San Juan Pablo II, la llevará a cabo la parroquia de Santa María del Mar de Torremolinos del 21 al 28 de febrero. Toda la información está disponible en este enlace.

Esa misma semana, del 21 al 28 de febrero (Semana Blanca), la parroquia Virgen Madre de Nueva Andalucía peregrinará a Tierra Santa. Descarga el folleto informativo en este enlace.

Del 7 al 14 de marzo serán las parroquias de la Asunción de Nuestra Señor y San Vicente de Paúl las que peregrinarán, esta vez, a la Ruta de San Pablo en Grecia. Descarga el folleto informativo en este enlace.

Finalmente, del 29 de junio al 6 de julio, la parroquia del Corpus Christi de Málaga capital tiene organizada una peregrinación a Tierra Santa. Descarga el folleto informativo en este enlace.

Las inscripciones a todas ellas están abiertas a todas las personas que deseen unirse. Para más información, pueden ponerse en contacto con la agencia Savitur en el teléfono 952 22 92 20, de lunes a viernes de 9.30 a 15.30 horas.

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Las vocaciones, eje del retiro de adviento de la parroquia de la Santísima Trinidad de Antequera

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El sábado, 20 de diciembre tuvo lugar, en la iglesia de la Santísima Trinidad de Antequera, el retiro de Adviento de la parroquia, en el que quisieron poner en el centro la vocación. Para ello, dos personas compartieron su testimonio vocacional desde la vida seglar consagrada y el matrimonio. El Santísimo Sacramento estuvo en el centro de este momento de preparación para la Navidad.

El sábado, 20 de diciembre tuvo lugar, en la iglesia de la Santísima Trinidad de Antequera, el retiro de Adviento de la parroquia, en el que quisieron poner en el centro la vocación. Compartieron su testimonio Araceli Cobos, seglar consagrada de la Obra de Jesús, y José Luque, esposo. 

Posteriormente, hubo exposición y adoración del Santísimo con oración dirigida, finalizando con un espacio de silencio y oración personal al que siguió la celebración de la Santa Misa presidida por Vicente Elipe López-Peláez O.SS.T. y concelebrada por Antonio Jiménez Fuentes O.SS.T.

ADVIENTO

Este Adviento ha tenido momentos de compartir comunitario destacados, como el vivido el III domingo, Domingo de la Alegría. En la Misa de las familias, además de encender la tercera vela de Adviento, se abrió la tercera ventana de los dibujos ofrecidos por el dibujante Patxi Velasco, se bendijo el belén, que el sacerdote explicó a todos, especialmente a los pequeños y en la directora de Cáritas invitó a mirar a las otras realidades de esta Navidad: la de los pobres, los enfermos, los emigrantes y familias de nuestro entorno que necesitan de la solidaridad de todos. La colecta de las misas de ese día se destinó íntegramente a la Cáritas parroquial.

 

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Homilía en el 75º aniversario de la primera peregrinación de la Hermandad del Rocío de Sevilla al Rocío 23 DIC 2025

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Homilía de Monseñor José Ángel Saiz Meneses en la celebración del 75 aniversario de la primera peregrinación de la Hermandad del Rocío de Sevilla al Rocío. Iglesia Colegial del Divino Salvador de Sevilla, 22 de diciembre de 2025

 

  1. Saludo. Queridos hermanos y hermanas en el Señor: Nos reunimos esta tarde en la Colegial del Divino Salvador, en el corazón de Sevilla, para celebrar la Eucaristía en este día en que la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Sevilla convoca su tradicional procesión anual con la imagen de la Virgen del Rocío. Es un momento de gracia, de profunda devoción mariana y de acción de gracias, que este año se reviste de un significado especial: coincidimos con la Clausura del 75 aniversario de aquella primera peregrinación de esta Hermandad a la Aldea del Rocío, acontecimiento espiritual que marcó para siempre la historia rociera de Sevilla.

 

  1. Este día 22 de diciembre nos sitúa ya en el umbral mismo de la Navidad. Las puertas del Misterio están a punto de abrirse, y la liturgia de estos días nos conduce de la mano hacia Belén, donde la Virgen María dará a luz al Hijo eterno del Padre. Hoy la Palabra nos ayuda a contemplar a María en su actitud profunda: la mujer que escucha, acoge y proclama las grandezas de Dios, la mujer que vive en absoluta disponibilidad y que se convierte plenamente en Madre del Mesías.

 

  1. En la primera lectura hemos escuchado el gesto de Ana, madre de Samuel, que presenta al niño en el templo y lo ofrece al Señor: «Yo le ofrecí al Señor el hijo que pedí; por eso ahora se lo cedo al Señor de por vida» (1 Sam 1,28). Ana simboliza a todos los creyentes que reconocen que lo que son y lo que tienen es don de Dios. Su corazón se llena de gozo porque sabe que Dios escucha a los humildes. En esta figura de Ana la Iglesia ha visto siempre un anticipo de la Virgen María. También María reconoce que todo procede de la misericordia divina. Por eso expresa su alegría en el canto que acabamos de proclamar en el Evangelio: el Magnificat, la gran oración de alabanza y humildad.

 

  1. El Evangelio de hoy nos entrega uno de los textos más preciosos de toda la Escritura: el Magnificat, la oración de María que la Iglesia proclama cada día en la Liturgia de las Horas. Nuestras voces, siglos después, se unen al canto de la Madre de Dios: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador…» (Lc 1,46-47). Este canto es mucho más que una expresión de piedad: es un programa espiritual y moral para todo cristiano. María proclama que Dios se fija en la pequeñez, actúa con poder, derriba la soberbia, enaltece a los humildes y colma de bienes a los hambrientos. En Él encuentra fundamento la esperanza del pueblo fiel. El Magnificat es, también para nosotros, una escuela de contemplación y de compromiso: quien canta el Magnificat no puede permanecer indiferente ante el sufrimiento de los pobres, la injusticia o la soberbia que divide.

 

  1. En este 75 aniversario de la primera peregrinación de la Hermandad de Sevilla al Rocío, resuenan en nuestra memoria tantos momentos vividos con profundidad espiritual en el camino, en la Aldea, ante la Señora. Tantas generaciones han encontrado en Ella consuelo, luz, fortaleza y guía. La historia del Rocío en Sevilla es una historia de fe transmitida de padres a hijos, una historia de hermandad y de fraternidad, una historia de gracia. Vuestra Hermandad nació de ese deseo profundo de vivir la fe junto a María, de caminar hacia Cristo de la mano de la Madre. Y aquella primera peregrinación —año 1950, año santo, año mariano— marcó un antes y un después. Setenta y cinco años después, seguimos constatando los frutos: vocaciones nacidas en el Rocío, conversiones, reconciliaciones, renovaciones espirituales, familias que han encontrado esperanza, enfermos confortados, jóvenes orientados a un camino nuevo. La Virgen del Rocío ha sido y sigue siendo un faro luminoso para el pueblo cristiano.

 

  1. El camino rociero, lo sabéis bien, no es sólo una experiencia cultural o festiva: es esencialmente una experiencia espiritual. El camino educa el corazón en el silencio interior, en la fraternidad, en la acogida, en la paciencia, en la alegría compartida, en la oración confiada. El camino enseña a ponerse en manos de Dios, a descubrir que no avanzamos solos, a escuchar la Palabra, a sentir que el Señor camina con nosotros. En ese sentido, la figura de María nos acompaña especialmente. Ella es la Mujer del camino: desde Nazaret a Belén, de Belén a Egipto, de Egipto a Nazaret, de Nazaret a Jerusalén… María conoce el cansancio, la incertidumbre, la pobreza, la entrega. Por eso el camino del Rocío es profundamente mariano: en cada paso reconocemos los pasos de Ella; en cada cansancio descubrimos su fortaleza; en cada alegría sentimos su presencia.

 

  1. Estamos ya en los últimos días del Adviento, días marcados por la figura de María. La liturgia de hoy nos invita a ponernos en su escuela: una escuela de disponibilidad, de humildad y de confianza absoluta en Dios. Adviento es esperar a Cristo, pero no con los brazos cruzados. Es esperar con obras de amor, con el corazón abierto, con la vida dispuesta a cambiar. El Adviento nos llama a la conversión, a preparar el corazón para el nacimiento del Salvador. Estamos a pocos días de bendecir el Misterio del Nacimiento. Y la Virgen nos enseña a vivir este tiempo con hondura interior, con recogimiento, con alegría profunda. Para esta Hermandad, celebrar el Adviento junto a la Virgen del Rocío tiene un significado especial: el Rocío es, en su esencia más pura, una promesa de esperanza. Su nombre mismo lo indica: el rocío es bendición que fecunda la tierra; es signo de vida nueva; es imagen del Espíritu Santo que renueva todas las cosas. María es Rocío para la Iglesia y para la humanidad.

 

  1. Tras la Eucaristía tendrá lugar la procesión con la imagen de Nuestra Señora del Rocío por las calles de Sevilla. No es una simple tradición: es una proclamación pública de fe. En estos tiempos tan necesitados de esperanza y de paz, la Virgen sale a nuestro encuentro y al encuentro de la ciudad. La procesión es una catequesis viva: las familias que se acercan, los niños que miran con admiración, los ancianos que rezan desde sus ventanas, todos reciben un mensaje de consuelo y de luz. La imagen de la Virgen del Rocío es un recordatorio de que Dios no abandona nunca a su pueblo, que María camina con nosotros, que la fe sigue siendo un manantial de esperanza para Sevilla y para el mundo. Que esta procesión sea una invitación a llevar a Cristo a las calles, al trabajo, a la vida cotidiana.

 

  1. Hoy damos gracias a Dios por estos setenta y cinco años de peregrinación y de vida espiritual ligados al Rocío. Damos gracias por los hermanos y hermanas que nos precedieron en la fe, por los fundadores de la Hermandad, por los peregrinos de aquel primer camino, por quienes han sostenido con fidelidad este patrimonio espiritual durante décadas. Damos gracias por los sacerdotes que os han acompañado, por los priostes, secretarios, presidentes, hermanos mayores, por los que han trabajado incansablemente para que la devoción rociera en Sevilla fuese siempre un camino hacia Cristo. Y damos gracias también por vosotros, los que hoy continuáis esta historia de amor a la Virgen.

 

  1. Queridos hermanos: Estamos a las puertas de la Navidad. Y en este día, junto a la Virgen del Rocío, pedimos la gracia de un corazón disponible, humilde y alegre. Que María nos enseñe a acoger al Salvador con la misma fe con la que Ella lo acogió. Que nos ayude a abrir las puertas de nuestra vida al Señor que viene. Que esta Eucaristía y la procesión que seguirá sean un canto de gratitud por todo lo que la Virgen ha hecho en esta Hermandad y una súplica confiada para que siga guiando nuestros pasos por el camino del Evangelio. Que la Virgen del Rocío, la Blanca Paloma, nos conceda un Adviento sereno, una Navidad llena de gracia y un año nuevo lleno de esperanza. Así sea.

“Que esta Navidad sepamos descubrir Su voluntad en nuestra vida”

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Queridos sacerdotes concelebrantes;
queridos diáconos;
seminaristas;
queridos hermanos y hermanas;
queridos miembros del equipo de Apostolado Seglar de nuestra diócesis, de la Delegación de laicos;
queridos hermanos todos:

Estamos ya en el cuarto domingo de Adviento. Ya con la proximidad de la Natividad del Señor, que nos ha ido mostrando esa proximidad la Corona de Adviento, en estos sucesivos domingos en que hemos ido acompasados por la Palabra de Dios, por la proclamación de las profecías del Antiguo Testamento, que se cumplen en nuestro Señor Jesucristo; por las lecturas de las Cartas paulinas, en que nos hablan del acontecimiento de Jesucristo y nos van desgranando el Misterio central de nuestra fe, que es Jesucristo mismo. Como hoy en la segunda lectura de San Pablo, en la Carta a los romanos, que nos habla de Jesucristo como el centro, de Jesucristo nacido de la estirpe de David y, al mismo tiempo, proclamado Señor del Universo, levantado, sobre todo, ante Él se doblará toda rodilla en el cielo y en la tierra y proclamará Jesucristo Señor para gloria de Dios Padre, después de ese Misterio y de ese recorrido de Encarnación, que es lo que celebramos fundamentalmente en la Navidad, y no podemos perderlo de vista, y que culmina con el Misterio Pascual.

Por eso, la Oración colecta de este cuarto domingo de Adviento es la misma que cuando recitamos y concluimos el Ángelus, ese momento en el día en que felicitamos a la Virgen Santísima para, en el decir de San Bernardo, haber aceptado generosamente el ser la Madre de Dios. Se lo recordamos y, al mismo tiempo, terminamos y concluimos esa oración mariana con esa significación cristológica, el Misterio de la Encarnación, que hemos conocido por el anuncio del Ángel.

Y esta iglesia catedral está dedicada precisamente a ese Misterio, con ese magnífico cuadro de Alonso Cano que preside la capilla mayor, el ábside de nuestra catedral. El momento culminante de la historia en que Dios se hace hombre en las purísimas entrañas de María.

Pero, ahí se inicia ese momento culmen en la historia de la salvación, que nos dice la Carta a los hebreros: Dios se nos manifiesta plenamente en que habló a nuestros padres a lo largo del Antiguo Testamento de muchas maneras por los profetas y, en esta etapa final, se nos ha mostrado en Su Hijo Jesucristo, la Revelación del Misterio de Dios. Cristo mismo es Dios hecho hombre. Y que culmina en esa manifestación y en esa proclamación en la cruz y que bien nos lo recuerda esta estampa, esta imagen del Cristo de la Misericordia. Por Su Pasión, muerte y Resurrección hemos sido redimidos, pero se inicia por el Misterio de Su Encarnación, porque sólo Aquél que se ha hecho hombre puede redimirnos, siendo de condición divina y asumiendo nuestra naturaleza menos en el pecado. Esto es lo esencial y nuclear del Misterio de la Navidad y por eso hacemos fiesta, por eso nos alegramos de manera especial.

No perdamos esto de vista, queridos amigos. Y el tiempo del Adviento con el que hemos iniciado el año cristiano nos va recordando, precisamente como decíamos en el primer domingo, esa primera Venida de Jesús, esa primera Venida en nuestra condición humana, en la humildad de nuestra carne, dice la liturgia. Pero, esperamos esa Venida al final de los tiempos, como Rey victorioso, como Señor y Juez de la Historia, como el Cristo vencedor del pecado y de la muerte. Y esa victoria al final de los tiempos, ya plena, ya se nos ha dado y se nos ha anticipado, y es, queridos amigos, en ese tiempo y en el tiempo de la liturgia en el que hemos de revivir eso. Decía el Papa Ratzinger que, si nos quedamos en un recuerdo de la Navidad, cada vez la veremos más lejana en el tiempo. Dos mil veinticinco años ya, la vemos lejana, como un acontecimiento pasado, que, incluso, se ha llenado a veces de cosas extrañas al propio sentir cristiano, como si fueran unas fiestas paganas o de invierno, o se quedara en un sentimentalismo estéril, en una fiesta pasajera, en un recuerdo, pues sí, de alguien que ha tenido una importancia decisiva en la historia, pero dejándonos llevar de ese secularismo ambiental, puede parecernos un personaje más que se nos pierde en la noche de los tiempos.

Pero, por eso, también hemos de refrescar, hemos de profundizar, hemos de recobrar el sentido de la presencia de Cristo. Y por eso, no sólo hemos de esperar esa Venida, porque somos caminantes, peregrinos, hacia el final de nuestra historia personal, en el momento de nuestra muerte, llamados a la Presencia de Dios, en el que concluirá nuestra peregrinar en la esperanza que ha dado sentido a este año jubilar, en ese encuentro con el Señor cada uno en que seremos juzgados de amor, si no es el final de la historia. Pero también, al contrario de los primeros cristianos, sentimos en este mundo paganizado y materializado de tejas para abajo -de “comamos y bebamos, que mañana moriremos”-, en ese mundo como lejano y todo lo demás también, lo hemos llenado de un aparato y de una escenografía apocalíptica. No, tenemos que redescubrir, como nos recuerda Benedicto XVI, esas otras presencias del Señor en el Adviento, y sobre todo en la Navidad. La liturgia nos dice que Dios se manifiesta en cada hombre y en cada acontecimiento.

Esa presencia del Señor en la historia personal de cada uno, en que sentimos su cercanía. Esa presencia del Señor en un gesto de misericordia, de perdón. Esa presencia del Señor en Su Palabra, que nos anima y nos ilumina nuestro caminar cristiano. Esa presencia del Señor en la vida sacramental de la Iglesia y en la celebración litúrgica, la obra de Dios por antonomasia, en que Cristo se hace contemporáneo nuestro, como nos dice el Concilio. Esa presencia de Dios que nos lleva a descubrir en el perdón, en la proximidad de la oración y de la adoración. Esa presencia del Señor al recibir el consuelo de Dios en un enfermo. Esa presencia de Dios en el gesto de una obra de misericordia. Esa presencia de Dios en la naturaleza, que Dios ha puesto a nuestra disposición y que embellece nuestra vida. Esa presencia de Dios en el trabajo, como don y como tarea. Esa presencia de Dios en la fe, que nos hace descubrir los acontecimientos. Esa voz del Señor, como hoy se nos muestra en los dos grandes personajes egregios del Adviento. María.

María acepta y concibe a Cristo, nos dicen los Padres de la Iglesia, antes por la fe en su corazón. Lo concibe en sus purísimas entrañas por obra del Espíritu Santo. Pero antes, Ella ha aceptado el querer de Dios con esa respuesta de una criatura sin la mancha del pecado, con la libertad absolutamente entregada al Dios que se revela y se manifiesta, con la aceptación del designio de Dios que cambia su historia personal y en su generosidad cambia la historia del mundo, la historia de la humanidad. Esa aceptación de la fe de María, que pasa por los claroscuros de los acontecimientos difíciles, desde Belén a la huida a Egipto, al Misterio de la cruz junto a Su Hijo Jesucristo. Ese ejemplo de fe de José, el justo, el hombre que nos lleva al Antiguo Testamento y a la fe de los patriarcas, a la estirpe de David, que personifica en su propio ser.

Esa persona, José, con la elocuencia de su silencio, con la manifestación de Dios en sus sueños, vemos cómo vive también la inquietud de no saber, la inquietud de preguntar, la inquietud ante los designios de Dios, como a nosotros muchas veces en la vida en que preguntamos ante lo que nos ocurre: “Señor, ¿qué quieres de mí en este momento? ¿Por qué esta situación difícil? ¿Por qué esta enfermedad? ¿Por qué esta contrariedad? ¿Por qué nuestro mundo así? ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro?”. Y José se abandona en las manos de Dios. José discierne ante la Revelación de Dios. Y lo mismo que María dice “sí, hágase”, José, como hemos escuchado en la proclamación del Evangelio, dice, acepta, pero, sobre todo, hace lo que le dice el Ángel, lo que le dice el Señor en sueños. Hizo cuanto el Señor le pedía.

Y es que, queridos amigos, nuestra vida cristiana está en cumplir la Voluntad de Dios. Jesús mismo nos advierte de ello: “No todo el que dice ‘Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la Voluntad de mi Padre, ese entrará”.

Pues, vamos a pedirle al Señor que esta Navidad sepamos descubrir Su voluntad en nuestra vida. Pongamos a Cristo en el centro de nuestras celebraciones, de nuestra alegría, y cobrarán sentido la fraternidad que nos une en un mundo dividido y al que hemos de responder con el amor de Cristo.

Vivamos esa fe de María y de José, que, en medio de las dificultades, se fían de Dios, que saben que no nos deja de la mano, sino que nos acompaña. Pongamos, en definitiva, y hagamos realidad en nosotros el Misterio, por increíble que parezca, como pareció en el anuncio del profeta Ajaz, que “una virgen está encinta”, que “un hijo se nos ha dado”. Pues, vamos a vivir así.

Y perdonad que aparezca con un brazo menos, pero me operaron el lunes y no quería perderme estar con vosotros. Gracias a Dios todo ha ido muy bien.

Que paséis una feliz Navidad. Que viváis estos días muy unidos en familia, muy pendientes de los demás.

Y queridos amigos de Apostolado Seglar, no necesitamos ningún título, el que nace de nuestro bautismo, el que nace de la centralidad de Cristo, para hacerlo presente. Vamos a vivir esa condición de cristianos que es la básica, que es la fundamental, que es la que decía san Agustín, el gran obispo de Hipona “Yo con vosotros soy cristiano y esa es mi dignidad, ese es mi título de gloria. Yo para vosotros soy obispo, esta es mi carga”. Pues, vamos a vivir esa común condición de hijos e hijas de Dios.

Que no lo olvidemos: Dios se ha hecho hombre para hacernos, precisamente, como decía también san Agustín, hijos de Dios, para hacernos Dios en Cristo Jesús, el Centro, el que es, el que era, el que viene, el Alfa y Omega, el Señor de la Historia.

Así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada
Catedral de Granada, 21 de diciembre de 2025

Jornada de convivencia navideña del clero diocesano

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En el Seminario Mayor y en el monasterio de La Cartuja.

El clero diocesano ha celebrado esta mañana su jornada de convivencia navideña en el Seminario Mayor San Cecilio. Junto a los presbíteros, también ha estado nuestro arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, que ha presidido la Eucaristía en la capilla de Nuestra Señora de las Angustias y de los Mártires granadinos del siglo XX en dicho Seminario.

Asimismo, los sacerdotes y nuestro arzobispo han compartido una comida fraterna, en la que también se han felicitado mutuamente con motivo de la celebración de la Natividad del Señor que celebramos este 25 de diciembre.

La jornada de convivencia navideña se prolongará por la tarde en el monasterio de La Cartuja. Allí, el clero diocesano conocerá en primicia “Silentia”, la visita nocturna que próximamente se ofrecerá en las visitas culturales en dicho monasterio para todos los visitantes. Se trata de una novedad en la que el sonido, la música y la luz imbuirán al visitante de la vida monástica cartujana.

Por otra parte, el Instituto de Teología Lumen Gentium también celebraba su acto navideño con la Eucaristía en el Seminario Mayor y posterior ágape de felicitación, con la participación de alumnos, docentes, formadores y responsables del citado Instituto.

Torre del monasterio de la Cartuja y claustro, donde continuará por la tarde la jornada de convivencia navideña del clero.

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Los futuros sacerdotes realizan el último paso para ser ordenados este sábado 27 de diciembre

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Los futuros sacerdotes realizan el último paso para ser ordenados este sábado 27 de diciembre

La Casa de la Iglesia de Asidonia-Jerez ha acogido la profesión de fe y juramento de fidelidad de Eduardo José Pérez Cebada, José María Pavón Maraver yMiguel Ángel Paredes Rojas,

PINCHA AQUÍ PARA VER LA PROFESIÓN DE FE Y JURAMENTO DE FIDELIDAD

El próximo sábado 27 de diciembre a las 11hrs en la Santa Iglesia Catedral la Diócesis vivirá un día lleno de alegría. En una Eucaristía, Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, ordenará sacerdotes a Eduardo José Pérez Cebada, José María Pavón Maraver, Miguel Ángel Paredes Rojas.

Entre los pasos a dar antes de esta celebración, ha tenido lugar en el día de hoy la profesión de fe y juramento de fidelidad. Presidido por Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, quien ha estado acompañado del Secretario General Canciller, D. Luis Salado, el Rector del Seminario, D. Antonio Luis Sánchez y formador del Seminario, D. Juan Azcárate. Una vez todos en el Salon Magno del Obispado, cada uno de los candidatos han prometido fidelidad, obediencia y el celibato, siendo este un momento importante, ya que se formaliza según el Derecho, lo que prometerán el día de su ordenación, recibiendo, además, la gracia para su cumplimento.

Por último, desde la Diócesis se invita a todos los fieles a participar de esta celebración, ya que será el momento perfecto para unirnos como Pueblo de Dios que peregrina en Asidonia-Jerez y orar por las vocaciones.

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Eucaristía de Navidad con la Curia diocesana

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Eucaristía de Navidad con la Curia diocesana

El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, ha presidido hoy la Eucaristía de Navidad de la Curia diocesana. Una celebración tradicional que tiene lugar los días previos a la Natividad del Señor, y en la que participan los delegados diocesanos de las distintas áreas de Pastoral, así como los trabajadores y colaboradores más estrechos del Palacio Arzobispal.

Durante la homilía, el arzobispo ha destacado que “es un hermoso momento para detenernos, con el corazón orientado hacia Belén, al pesebre, donde el Hijo de Dios se hace niño por nosotros”.

En esta línea dijo que “todo lo que somos y lo que hacemos, es, ante todo, un don de Dios; el tiempo, la capacidad de trabajo, las relaciones de trabajo, la salud, así como la vocación sacerdotal, religioso y laical”. Añadió que los dones recibidos “son para ponerlos al servicio del Evangelio y de nuestra Iglesia particular”. Exhortó a todos los trabajadores y voluntarios de la Curia diocesana que colaboran en el servicio de la diócesis “a proclamar, como María, el Magníficat, que canta la grandeza de Dios porque ha mirado la pequeñez de su esclava. Ese es el canto que entonamos en Navidad, el de Dios que se inclina, se hace cercano y se pone de parte de los pequeños, de los que no cuentan”.

Núcleo de la Navidad

Monseñor Saiz subrayó que, precisamente, el núcleo de la Navidad “es la encarnación del Hijo de Dios. Dios se ha hecho uno de nosotros, comparte nuestra condición, asume nuestras cargas, eleve nuestra dignidad”. Por ese motivo “la Navidad da sentido a toda la existencia; incluso a nuestra vida cotidiana de trabajo, exigencias y tareas”. Así, “la Curia diocesana está llamada a ser un signo concreto de esta cercanía de Dios”.

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