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Peregrinos y sembradores de esperanza

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Celebramos la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, con el lema Peregrinos y sembradores de esperanza, acorde con el Año Jubilar. En esta Jornada anual encomendamos especialmente a las personas que viven una especial consagración al Señor. Este año la Jornada se centra en dos virtudes muy propias de esta vocación, que vienen a ser como dos semillas que siembran por el mundo: la misión profética y las relaciones nuevas.

La misión de la Iglesia es evangelizar, anunciar a Jesucristo. El Señor Jesús, después de completar con su muerte y resurrección los misterios de nuestra salvación, fundó su Iglesia y envió a los Apóstoles por todo el mundo, como Él había sido enviado por el Padre (cf. Jn 20, 21). La misión de la Iglesia continúa y desarrolla a lo largo de la historia la misión misma de Cristo, que quiere conducir a todos los hombres y las mujeres a la fe, a la libertad y a la paz, de manera que descubran el camino para la plena participación en el misterio de Dios. La Iglesia tiene que seguir el mismo camino de Cristo, es decir, el camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la entrega total.

La Iglesia es misionera por naturaleza, tal como subraya el decreto Ad Gentes, del Concilio Vaticano II: “La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu, según el designio de Dios Padre” (n. 2). La evangelización es un proceso que abarca toda la realidad humana. Consiste en llevar la buena nueva a todos los ambientes, transformar la humanidad a través de la transformación del ser humano. Su finalidad es la conversión del hombre y de la humanidad. Transformar por la fuerza del evangelio la -podríamos llamar- circunstancia del hombre: criterios, valores, centros de interés, líneas de pensamiento, fuentes de inspiración, modelos de vida, en definitiva, la cultura del hombre. La evangelización y la implantación de la Iglesia en el mundo son simultáneas: las dos tienden a hacer presentes la palabra y la persona de Cristo en el mundo. “Evangelizar constituye, en efecto, el gozo y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda” (Evangelii Nuntiandi n. 14).

La segunda semilla son las relaciones nuevas. Cristo hace nuevas todas las cosas. El Año Jubilar es un tiempo de gracia para que los miembros de la vida consagrada propicien relaciones nuevas, relaciones generadas y regeneradas en Jesucristo. Estas relaciones nuevas son semillas de esperanza, que tratan de alumbrar un nuevo mundo en el que cada encuentro humano se viva como una celebración gozosa y esperanzada. La vida consagrada debe responder al desafío de transmitir la mística de vivir juntos, de encontrarse, de compartir, de apoyarse, de participar en proyectos comunes haciendo realidad una verdadera experiencia de fraternidad que se percibe en medio del pueblo como un camino compartido, una peregrinación solidaria.

Las relaciones de fraternidad y de amistad nacen del encuentro con Jesucristo y suponen una enorme fuente de esperanza. Los miembros de la vida consagrada han de saber dar expresión y contenido eclesial a la experiencia de amistad fraterna, porque es imprescindible para llevar a cabo una verdadera evangelización.  La amistad vivida entre cristianos tiene en sí misma una gran fuerza testimonial y evangelizadora. Toda la actividad misionera de la Iglesia debe estar revestida de amistad. Salir al encuentro, dialogar en verdad y caridad, con delicadeza y humildad, con prudencia, compartiendo las situaciones vitales, haciéndose uno con las personas para llevarlas hasta el Señor. Esta vivencia es un testimonio que hace presente a Cristo en medio de las personas.

Hoy tenemos presentes en nuestra oración de modo especial a los miembros de la Vida Consagrada, y pedimos al Señor que les conceda ser auténticos peregrinos y sembradores de esperanza, viviendo con pasión su misión profética y la misión de crear nuevas relaciones en Cristo.

+José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

Homilía en el III Domingo del Tiempo Ordinario

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Homilía del arzobispo de Granada, Mons. José María Gil Tamayo, en la Eucaristía celebrada en el III Domingo del Tiempo Ordinario, el 26 de enero de 2025, en la S.A.I Catedral.

Queridos sacerdotes concelebrantes y diácono,

Queridos seminaristas,

Queridos miembros de las comunidades neocatecumenales de las Angustias y quienes les acompañáis,

Queridos hermanos y hermanas,

En esta ocasión, en esta Misa dominical, en este domingo de la Palabra, concurre esta efeméride, este motivo importante de acción de gracias al Señor. De acción de gracias porque, como dice el salmo, el Señor ha estado grande con nosotros.

Pero también el salmo nos habla de que los que siembran entre lágrimas cosechan entre cantares. Este recorrido de medio siglo no ha sido fácil. Nos acompañan ya desde el cielo, en esa comunión de los santos, quienes han peregrinado han caminado y han llegado a una meta que es Jesucristo mismo. Ya participan en la Jerusalén del cielo, de la compañía de los santos, de la vida eterna.

Y todavía peregrináis, incluso algunos desde los inicios. Me ha saludado el padre Tomás, que es paisano mío, del pueblo de al lado. En los inicios, en esos momentos y en esos años difíciles para la Iglesia en que estaba acogiendo el Concilio Vaticano II y como gran novedad, el impulso evangelizador. Y esa novedad en una realidad nueva de la Iglesia, de esta Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo.

Vosotros sois el cuerpo de Cristo, dice San Pablo. Y nos ha puesto en este domingo en la segunda lectura, el texto de la primera Corintios, en que San Pablo, tomando pie del cuerpo, nos dice que todos formamos parte, cada uno con una misión, cada uno con una tarea. Cada uno es necesario en la Iglesia. Cada carisma que Dios va suscitando en la Iglesia a lo largo de la historia es necesario. Por eso nos ha dicho que el ojo no le puede decir a la mano no te necesito, etcétera.

En la Iglesia no se puede decir no se necesita el Camino Neocatecumenal, no se necesita otros movimientos, no se necesita… Todos somos necesarios, para gloria de Dios. Pero sabiendo que nuestra función es parcial dentro del cuerpo. Que todos contribuimos según nuestro carisma y nuestra misión a la misión general y común de la evangelización, que es la razón de ser de la Iglesia. Y hacerlo en la historia en momentos determinados, en este discurrir del pueblo de Dios a lo largo de la historia, hasta el final del encuentro con el Señor. Donde veremos y verán la Parusía, la venida gloriosa del Señor. Luego, queridos hermanos, dar gracias a Dios por un itinerario de 50 años es algo grande. Hay rostros concretos, hay personas concretas, hay gente que nos han precedido en la enseñanza de la fe y ya duermen en el sueño de la paz.

Ha florecido en multitud de gente y de lugares donde los frutos de vuestras comunidades se han esparcido en acción misionera. Y es para dar gracias a Dios. Para dar gracias a Dios, pero al mismo tiempo sabiendo que Él es en esa siembra quien pone el incremento. Y con esa humildad del testigo, del instrumento, con esa humildad de saber que no lo somos todo y que necesitamos de los demás en la Iglesia. Es como hoy dais gracias a Dios. Y en ese cuerpo, en esa jerarquía que ya nos ha establecido San Pablo en la primera corintios, poniéndonos primero a los apóstoles, es decir, al ministerio ordenado. Poniendo en primer lugar a quienes están llamados, en primer lugar, el sucesor de Pedro, y después a los que somos, sin méritos nuestros, sucesores de los apóstoles, como cuidadores de la unidad en el discernimiento de la unidad. En el acompañamiento y animación de la unidad en la Iglesia. A este pobre obispo vuestro le toca esta misión en Granada. Doy gracias al Señor por vuestra presencia y os animo a esa inserción plena.

En primer lugar, en la parroquia de las Angustias, en una comunidad que es comunidad de comunidades. Es así como se define la parroquia. Y después, en esa eclosión, que con la gracia del Señor, habéis llevado a cabo y lleváis a cabo en multitud de lugares. Lejanos, muchos de ellos, sembrando las semillas del Evangelio. Y también en nuestra Granada, también en nuestra diócesis, en familias, en consagrados, en jóvenes, en mayores.

Gracias sean dadas al Señor. Y en este domingo, que es el Domingo de la Palabra… Este domingo que ha instituido el Papa Francisco, para que los cristianos nos demos cuenta de la importancia de la palabra de Dios. La Palabra que veneramos, que besamos, que inciensamos. La palabra por la que Dios nos habla, que recoge esa tradición contenida en la Sagrada Escritura y después interpretada por la Iglesia en sus Santos Padres y en su tradición.

Esa palabra es venerada. Pero esa palabra no se puede mantener en conserva. Esa palabra no se puede quedar en la estantería. Y os digo a vosotros, que vivís esta acogida de la Palabra de manera especial desde los comienzos… Y recordáis a la Iglesia de Cristo con esa vivencia posconcilial especialmente, la importancia de la Palabra de Dios en la vida de los cristianos.

Seguid amando la Palabra de Dios. Seguid viviendo de ella. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. “Tu palabra es mi esperanza”, ha puesto el Papa como lema en esta celebración. En ella está contenida lo que Dios espera de nosotros. Por tanto, estudiar la Palabra de Dios. Ser cristianos formados y forjados en la Palabra de Dios, para que de la abundancia del corazón hable vuestra lengua.

Acoger la Palabra de Dios con ese sentido religioso que hemos visto en el libro de Nehemías. Donde el sacerdote Esdras la proclama a la vuelta del destierro. Y todo el pueblo adora al Señor y acoge la palabra, haciéndola propia. ¿Qué nación tiene un Dios como Israel? ¿Qué nación tiene una ley como Israel? La Palabra del Señor. Pues esa palabra nos ha sido entregada. Pero sobre todo nosotros acogemos a la Palabra de Dios hecha carne.

Nos dice la Carta a los Hebreos que Dios habló de muchas maneras antiguamente a nuestros padres por los profetas. En esta etapa final nos ha hablado por su Hijo Jesucristo. San Juan de la Cruz, que vivió en nuestra Granada. San Juan de la Cruz dice que en Cristo Dios nos ha dicho la última y definitiva palabra.

Ya no podemos esperar ninguna revelación. Cristo es la Palabra de Dios hecha carne. El Verbo. Como nos dice San Juan en su prólogo “El Verbo se ha hecho carne y ha habitado entre nosotros”. Y a cuantos le reciben les da potestad para ser hijos de Dios, los cuales no han nacido de la carne ni de la sangre, sino de Dios son nacidos. Esa es nuestra condición hijos e hijas de Dios.

Es en Cristo. Es la piedra angular que desecharon los arquitectos. No se nos ha dado otro nombre por el que seamos salvados, sino por Jesucristo. Luego, ahondar y profundizar en la centralidad de Cristo en el Camino Neocatecumenal, como lo es en la vida cristiana y tiene que serlo. Cristiano es ser de Cristo. Qué bien habéis entendido que no solo un discípulo teórico, sino, en el decir de San Pablo, conformarnos conforme a Cristo. Tened los sentimientos de Cristo, nos dice en la carta a los Filipenses.

Es más, nos llega a decir “Vosotros sois el cuerpo de Cristo”. Luego, esta conciencia de pertenencia a Cristo, todos vuestros, vosotros de Cristo… Cristo de Dios, dice San Pablo. Vivirla. Vivir una intimidad de oración con Cristo. Vivir la liturgia de las horas, orando con Cristo, por Cristo, con Él y en Él. Vivir la Eucaristía alimentándonos de Cristo, de su Cuerpo, de su Sangre.

“El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí, y yo en él”. “Lo mismo que el Padre vive, Yo vivo por el Padre. El que me come, vivirá por mí”, nos dice Jesús en el capítulo seis del Evangelio de Juan. Luego, queridos amigos, adelante. 50 años no son nada. Son nada para una persona. Y sobre todos los que sobreviven de los comienzos, pues se lo notan en su cuerpo.

Notan que ya tienen pastillero, notan que ya tienen achaques. Pero 50 años para la Iglesia es un suspiro. Además, viene esta gente detrás. Ese es el testigo que se da. Luego, queridos hermanos, esto no es un punto final. Esto es una piedra miliar, si queréis, en el camino. Pero adelante. Adelante. Que Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, os acompañe.

Perseveraban, nos dicen los Hechos de los Apóstoles, en la oración con María, la madre de Jesús, en la enseñanza de los apóstoles. Que esa sea vuestra vida y que Santa María, en la vocación de las Angustias, os proteja, os cuide, os acompañe.

Así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada

26 de enero de 2025
S.A.I Catedral de Granada

La admiración de José y María

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La celebración del año litúrgico nos presenta los misterios de la vida de Cristo concentrados en un ciclo anual. La expectación por la venida del Mesías, la Natividad y Epifanía del Salvador, el curso ordinario del ministerio público de Jesús, su pasión, muerte y resurrección, la ascensión y el envío del Espíritu Santo, se celebran según el tiempo propio de la liturgia: somos hechos contemporáneos, en nuestro tiempo, de los acontecimientos históricos de la vida del Verbo encarnado. No nos limitamos a recordar hechos pasados, sino que la liturgia, que une tiempo y eternidad, los actualiza en el tiempo. Para que comprendamos que no se trata de una forma fabulada de recordar el pasado, sino una participación real en acontecimientos que, por ser salvíficos, han trascendido los límites del espacio y del tiempo, el año litúrgico nos ofrece fiestas que se celebran según el mismo ritmo temporal de los hechos conmemorados. Así sucede con la encarnación, celebrada el 25 de marzo, nueve meses antes de la Natividad. Y así sucede también con la Fiesta de la Presentación del Señor: san Lucas refiere que, cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. En el Levítico (12, 4) encontramos, en efecto, que son treinta y tres los días de la purificación de la madre que ha dado a luz. Por eso, la liturgia, treinta y tres días después de haber celebrado la Solemnidad de María, Madre de Dios, nos lleva a vivir lo acontecido al ser presentado Jesús en el templo. De manera inefable se entrecruza el ritmo temporal con los dones de gracia que trascienden los límites del tiempo. Advertimos así la importancia de la fe, seguridad de lo que no se ve, de la esperanza, ancla del alma que nos permite vivir afianzados en los bienes eternos, y de la caridad, lazo de amor que sostiene la existencia.

El relato del evangelista san Lucas está lleno de detalles de enorme riqueza. María y José cumplen con delicadeza extrema los preceptos de la Ley, en los que reconocen la voluntad divina. Los ancianos Simeón y Ana recogen la expectación del pueblo elegido que sale al encuentro del Mesías esperado. En ellos descubrimos que la esperanza no defrauda: quienes tienen la esperanza puesta en el Señor saben esperar sobreponiéndose al desgaste del tiempo. El cántico que Simeón pronuncia sosteniendo en sus brazos a Jesús Niño declara el cumplimento de la promesa del Señor que colma el anhelo más profundo del corazón humano: con los ojos de la carne podemos ver al Salvador. Jesús Niño es confesado como el Mesías esperado. El Salvador puede ser visto y abrazado: Dios, en verdad, habita entre los hombres.

María y José estaban admirados por lo que se decía del Niño. La admiración es hija de la inocencia y hermana de la humildad. Para crecer en fe, esperanza y caridad necesitamos la admiración inocente y humilde de María Santísima y de San José. Aprendamos siempre de ellos a recibir a Cristo, Luz de las naciones y Salvador de todos, y pidámosle que, mientras vivamos en este mundo, no cese nuestra admiración por su amor misericordioso.

 

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

Carta con motivo de la Campaña de Manos Unidas contra el Hambre 2025

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Queridos diocesanos:

La Campaña contra el Hambre, que realiza Manos Unidas, nos convoca un año más a compartir nuestros bienes, conscientes de que esa es nuestra mayor riqueza. Todo lo que se nos ha dado está en función del bien social, no para nuestro uso exclusivo.

En esta campaña se nos llama a tomar conciencia de la situación de hambre, desigualdad y pobreza en que se encuentran tantos hermanos nuestros, que reclaman nuestra atención y nuestra solidaridad. Como nos recuerda el Santo Padre Francisco: «Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia. Si cada uno vale tanto, hay que decir con claridad y firmeza que «el solo hecho de haber nacido en un lugar con menores recursos o menor desarrollo no justifica que algunas personas vivan con menor dignidad». Este es un principio elemental de la vida social que suele ser ignorado de distintas maneras por quienes sienten que no aporta a su cosmovisión o no sirve a sus fines» (Fratelli Tutti, 106).

Estas palabras del Papa traen a mi memoria la pregunta que el Señor hace a Caín sobre Abe!: «¿Dónde está tu hermano?» (Gen 4, 9). Y la respuesta es evasiva, ¿acaso es él el guardián de su hermano? Es la clásica respuesta de un corazón indiferente, no comprometido. Pero nuestra respuesta a una pregunta del Señor sobre nuestros hermanos que padecen hambre ydesigualdad no puede ser esa.Tiene que ser la generosidad, que hace abrir nuestro corazón, que pasa por abrir el bolsillo para compartir.

Nuestros problemas, nuestras carencias, nuestras pobrezas, que existen en este llamado Primer Mundo, palidecen ante el hambre y la desigualdad y la pobreza de estos hermanos nuestros que viven en el denominado Tercer Mundo. Ahora se nos llama, mediante esta Campaña que promueve Manos Unidas, a estrechar las nuestras con ellos, a mostrarles nuestra solidaridad y ayuda compartiendo nuestro bienes.

Los proyectos de nuestra Delegación de Huelva son los siguientes: la promoción del derecho al agua en Belén (Palestina); la infraestructura de agua en Assam (India); la mejora en el acceso a la educación en Marara (Mozambique); la inserción laboral de mujeres en Medellín (Colombia); el apoyo a la formación, acogida y reinserción de jóvenes en Parakou (Benín); y el fortalecimiento de las mujeres víctimas de la violencia en Tetuán, (Marruecos). Al ver cuánto bien podemos hacer a través de ellos, os animo a que colaboréis con los mismos. Compartir es nuestra mayor riqueza.

Con afecto os bendigo.

✠ Santiago Gómez Sierra
Obispo de Huelva

“Peregrinos y sembradores de esperanza”

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“Peregrinos y sembradores de esperanza”
Jornada Mundial de la Vida Consagrada

El 2 de febrero celebramos la presentación de Jesús en el Templo, a los cuarenta días de
su nacimiento, en brazos de sus padres José y María. Este misterio lo contemplamos
continuamente en el cuarto misterio gozoso del rosario, y una vez al año lo celebramos
gozosamente a los cuarenta días del nacimiento de Jesús, cumpliendo la ley mosaica de
que todo hijo varón primogénito tenía que ser presentado en el Templo y rescatado con
una ofrenda. Para las familias pobres, un par de aves era el precio del rescate.
La fiesta va acompañada de un lucernario, una procesión con velas, significando que
María presentó a su hijo en el Templo y fue calificado por el anciano Simeón como luz
de las gentes (lumen gentium). Ella, por tanto, es la Candelaria, la que lleva en sus
manos la Candela encendida, Jesucristo luz del mundo, para presentarla a Dios y a todos
los hombres. Como tantas otras fiestas, es fiesta de Jesús y fiesta de María, porque van
siempre unidos en todos los misterios.
Coincidiendo con esta bonita fiesta, el Papa instituyó la Jornada Mundial de la Vida
Consagrada. Es día de ofrenda, de ofrenda de la propia vida. A la ofrenda de Jesús,
acompaña la ofrenda de María, y de todos aquellos que como Jesús y como María
ofrecen su vida a Dios para provecho de todos los hombres.
La vida consagrada se caracteriza por vivir como vivieron María y Jesús en virginidad,
obediencia y pobreza. En el radicalismo de los consejos evangélicos, es decir, no sólo
como actitudes interiores y espirituales, sino también como vivencia corporal y externa.
Se trata del seguimiento corporal de Jesús, que ha caracterizado a millones de hombres
y mujeres a lo largo de la historia, para un seguimiento más de cerca de Jesucristo y
para una mayor entrega al servicio de los demás, olvidados de sí mismos.
Ese estilo de vida debe ser puesto en el candelero de la Casa de Dios, que es la Iglesia,
para que alumbre a todos los de la Casa. La vida consagrada en sus múltiples formas y
carismas es una profecía para los demás cristianos y para el mundo entero, incluso para
los no creyentes, del hombre nuevo, de la mujer nueva, renovados a imagen de Cristo.
Los consagrados señalan a todos los demás el camino de la santidad, el seguimiento de
Cristo con radicalidad, la entrega a los demás, que se inspira en el ejemplo de Cristo.
Monjes y monjas retirados del mundo, entregados a la contemplación de la Palabra de
Dios y a la oración constante, trayendo gracias de Dios para toda la Iglesia,
compaginando el trabajo de cada día para el propio sustento y la lucha cuerpo a cuerpo
con Satanás, en nombre propio y de los demás. En nuestra diócesis hay veintitantos
conventos de vida contemplativa femenina, y tres de vida contemplativa masculina.
Religiosos y religiosas de vida apostólica, según los abundantes carismas de los
Fundadores, para atender a los más pobres, a los ancianos, a las tareas parroquiales, a la
educación de niños y jóvenes, a la evangelización en todos sus aspectos. Qué gran
riqueza de carismas, vividos para el bien de los demás. Los grandes santos han dejado
largas estelas de santidad, de seguimiento de Jesucristo, de servicio a los demás. Demos
gracias a Dios por esta entrega gratuita, a tiempo completo, para toda la vida.

Y junto a ellos, otras múltiples formas de vida consagrada: institutos seculares,
sociedades de vida apostólica, vírgenes consagradas. Nuestra diócesis de Córdoba sigue
dando vocaciones a la Iglesia, masculinas y femeninas. Oremos siempre por los
consagrados a Dios. Ellos son peregrinos y sembradores de esperanza, en este año
jubilar de la esperanza cristiana.
Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

Jornada de teología dedicada a la esperanza en la evangelización hoy

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Organizada por el Instituto de Teología Lumen Gentium de Granada, en colaboración con la Delegación episcopal para el clero, con motivo de la fiesta de santo Tomás de Aquino.

El pasado día 28 celebrábamos la fiesta de Santo Tomás, patrón de las universidades y centros de estudios académicos. Por este motivo, el Instituto de Teología Lumen Gentium celebra el lunes 3 de febrero una Jornada de teología, que, con el título “Una mirada de esperanza a los escenarios de la evangelización hoy”, será ofrecida por D. Manuel María Bru Alonso, Doctor en Periodismo y delegado episcopal de catequesis en la Archidiócesis de Madrid.

A la jornada asistirá el clero diocesano, convocados por su Delegación episcopal diocesana con motivo de sus encuentros periódicos que celebran juntos, de formación, oración y convivencia comunitaria.

La Jornada, que se celebrará en el Seminario Mayor diocesano San Cecilio, comenzará a las 10:30 horas, con el rezo de la Hora Intermedia en la Capilla del Seminario y, a continuación, en el salón de actos con la ponencia del sacerdote de la Diócesis de Madrid.  

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La Fundación Bangassou pone en marcha su tradicional comida solidaria

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La Fundación Bangassou pone en marcha su tradicional comida solidaria

Tendrá lugar el día 8 de marzo, a las 14:00 horas, en el Real Círculo de la Amistad y contará con Mons. Juan José Aguirre

La Fundación Bangassou organiza su tradicional comida solidaria que tendrá lugar el próximo 8 de marzo, a las 14h. en el Real Círculo de la Amistad de Córdoba, para recaudar fondos que se destinarán a la financiación de uno de los proyectos que Mons. Juan José Aguirre está llevando a cabo en Bangassou (República Centroafricana), un taller de fabricación de jabón para mujeres en Bakouma.

Este año se cumple además 25 años de la primera comida solidaria que se celebró para recaudar fondos destinados a algún proyecto prioritario de la diócesis de Bangassou y gracias a esta cita anual, se han podido seguir llevando a cabo 25 grandes proyectos.

Las personas interesadas en colaborar pueden adquirir la entrada en la sede de la Fundación Bangassou, en la Librería Monte Sión, en el despacho de Abogados Aguirre Donate Verastegui o en el Círculo de la Amistad.

Quien desee colaborar y no pueda asistir, se ha habilitado distintas vías para ayudar como el número de cuenta ES16 0237 4456 40 9159341463 o el código bizum: 01655.

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«Dios te quiere y quiere que seas feliz»

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José Miguel Blázquez es maestro de Educación Especial en el colegio Trinidad, perteneciente a la Fundación Diocesana de Enseñanza Santos Mártires de Córdoba

En primer lugar, tengo que decir que me considero maestro católico de la cabeza a los pies, con mis virtudes y mis defectos, como cualquier cristiano que intenta vivir su vida de fe coherente con el Credo que profesamos.

Siendo joven tuve una experiencia que marcaría toda mi vida de fe, que fue la celebración del Sacramento de la Confirmación. A partir de ese momento mi vida cambió por completo, tanto que me planteé discernir el tema de la vocación sacerdotal y realicé mis estudios eclesiásticos en Córdoba, aunque el Señor me tenía preparada otra meta que era la vocación al matrimonio.

Una vez terminados mis estudios de Teología, comencé como maestro de Religión de EGB en los colegios públicos de Fuente Carreteros (mi pueblo natal) y las aldeas de Ochavillo  del Río, Peñalosa, Cañada, Villar y Villalón, donde conocí a la que es mi mujer y madre de mi hijo, que también era maestra de Infantil. Tengo que darle gracias a Dios porque fue Él quien hizo y preparó esa historia de amor que terminó en la celebración del Sacramento del Matrimonio. Fueron tiempos difíciles para los docentes de Religión, ya que en aquellos años teníamos unas condiciones laborales pésimas, ya que ni siquiera estábamos dados de alta y recibíamos una pequeña compensación económica al cabo del tiempo. Pero tengo que señalar que para mí fue un tiempo de auténtica misión, en el que cada día cogía el coche con mucha alegría, para ir a una aldea a enseñar lo que me brotaba del corazón, sabiendo que era mucho lo que yo tenía que aprender de cada uno de mis alumnos. Al poco tiempo me llamó D. Santiago Gómez Sierra (actual Obispo de Huelva) desde la Parroquia de la Trinidad para que me dedicase a dar Religión en los Colegios Trinidad I, Trinidad II y Trinidad Sansueña. No dudé en aceptar esta oportunidad, al mismo tiempo que entré de catequista de niños de Primera Comunión, que para mí siempre ha sido y sigue siendo parte de mi vida como cristiano comprometido. Recuerdo de aquellos años mi participación en un seminario que teníamos de Religión en el CEP de Córdoba todos los martes por la tarde, en el cual compartíamos muchos materiales para utilizar luego en nuestras aulas.

Desde mis comienzos como maestro de Religión vi que era fundamental la lectura reposada y comprensiva de los Evangelios que se van leyendo en los distintos ciclos litúrgicos. Fue una experiencia muy enriquecedora, ya que cada semana trabajábamos el Evangelio dominical, y en dicho trabajo también participaban muchas veces las familias.

Posteriormente estudié Magisterio e hice la especialidad de Audición y Lenguaje y Educación Especial. Siempre he sentido predilección por los alumnos de necesidades educativas especiales y aquellos que más necesitan ser escuchados y comprendidos. Con el paso de los años se abrió una segunda aula de Integración en el Colegio Trinidad y fue el momento en el que se me ofertó el dirigir ese aula, al mismo tiempo que seguía con mis clases de Religión en ESO y Bachillerato.

Han sido años muy enriquecedores donde he aprendido mucho y sigo aprendiendo mucho de cada uno de mis alumnos. Y todo ello de la mano de María, ya que Ella siempre ha sido un modelo a seguir, desde mi devoción desde niño a la Virgen de Guadalupe (patrona de mi pueblo).

Hay una oración que he repetido con saciedad en todas y cada una de mis clases y que mis alumnos me han recordado después del paso de los años: “Dios te quiere y quiere que seas feliz”. Por ello, cada mañana, en la meditación del Evangelio del día siempre le pido al

Señor que ponga en mis labios aquellas palabras que salgan del corazón y que pueda llevar a mis alumnos a un conocimiento y vivencia del verdadero mensaje de Jesús.

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Córdoba conmemora 600 años del Vía Crucis con un Magno Acto en 2025

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Se celebrará un Vía Crucis Magno el próximo mes de octubre del presente año

La Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba organizará bajo el lema “Córdoba, Vía Sacra de occidente” 600 años de oración desde Scala Coeli, una serie de actos para conmemorar el inicio del rezo del Santo Vía Crucis en occidente, que tuvo su origen en el año 1425 en el convento dominico de Scala Coeli de la mano del beato cordobés Álvaro de Córdoba, patrón de las hermandades y cofradías de Córdoba.

Los actos, tanto cultuales como culturales, se desarrollarán desde el sábado 11 de octubre del presente 2025 hasta el domingo 19 de octubre. El acto central e inicial será la celebración de un Magno Vía Crucis en el entorno de la Catedral de Córdoba y contará con carácter diocesano. Estará presidido por el obispo de Córdoba y el Cabildo Catedral, y tendrá cabida en los actos del Jubileo 2025 “Peregrinos de esperanza”.

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Manos Unidas de Guadix la campaña de este año y su proyecto materno-infantil

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Manos Unidas de Guadix la campaña de este año y su proyecto materno-infantil

Será en la tarde del viernes 31 de enero, a las 7,30 de la tarde, en la iglesia de Santiago, de Guadix

Manos Unidas de la diócesis de Guadix hará la presentación de su campaña para 2025 este viernes 31 de enero. Será en la iglesia de Santiago, de la ciudad accitana, a las 7´30 de la tarde.

El acto, con el que Manos Unidas inicia el curso 2025 en la diócesis, estará presidido por el obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco. Se presentarán las cuentas del año 2024 y de los proyectos conseguidos y se hablará del lema de este año, que es “Contagia solidaridad para acabar con el hambre”. También habrá tiempo para la música, con interpretaciones del violinista Fernando Rodríguez.

Este año, se va a trabajar para conseguir, al menos, un proyecto orientado a los más pequeños, a niños recién nacidos: la mejora de la atención sanitaria materno infantil en Likosi, Nigeria. Para conseguirlo se necesitarán 29.707 €, que se van a buscar con las colectas en las parroquias y con las actividades que se organizan durante todo el año.

Y, sobre todo, serán imprescindibles los donativos que se hagan a Manos Unidas de Guadix, que pueden ser domiciliados con el importe que se desee, para mayor comodidad, y que cuentan con desgravaciones fiscales. Por eso, desde Manos Unidas animan a ser colaboradores, domiciliando esos donativos, pues facilita la búsqueda de financiación para esos proyectos de desarrollo, como el que se se va a tratar de conseguir este año en África.

A la presentación de este proyecto, de la campaña de este año y del inicio de curso, estamos invitados todos. En Guadix, este viernes 31 de enero, en la iglesia de Santiago, a las 7´30 de la tarde.

Antonio Gómez

Delegado diocesano de MCS. Guadix

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