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Escuela de esperanza

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Palabra de Vida de Monseñor José Rico Pavés

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Monseñor Rico Pavés: «La oración es escuela de esperanza»

La oración es escuela de esperanza. Jesús toma a tres de sus discípulos y sube a lo alto de la montaña para orar. Allí se transfigura: su rostro cambia, los vestidos resplandecen. Moisés y Elías conversan con Él. Los discípulos se sienten vencidos por el sueño, pero alcanzan a ver la gloria divina. La belleza no se deja atrapar en tiendas hechas por manos humanas. Irrumpe entonces una nube que cubre y asusta, y desde ella resuena la voz del Padre. Queda solo Jesús. La experiencia lleva al silencio.

 Al celebrar el segundo domingo de Cuaresma la Iglesia nos invita a revivir el misterio de la Transfiguración como ejercicio para avanzar en el conocimiento de Cristo, poner nuestra vida en estado de oración y ejercitar la esperanza. Las tres acciones son necesarias para llegar a la Pascua. Jesús introduce a algunos de los discípulos en su espacio de intimidad con el Padre. Allí les deja entrever el esplendor de su gloria. Hay que poner la mirada en el rostro y no temer que el resplandor supere la capacidad de los sentidos. La humanidad visible del Hijo revela la verdad invisible de su divinidad. En el rostro del Hijo podemos contemplar al Padre. Junto a Jesús, Moisés y Elías conversan con Él de su éxodo (salida de este mundo). Para entrar con su humanidad en la gloria es necesario pasar por la Cruz en Jerusalén. La muerte será vivida por Jesús como testimonio supremo de su amor al Padre. Un secreto designio de misericordia se revela en la montaña: la Ley y los Profetas habían anunciado los sufrimientos redentores del Mesías; ahora sabemos que el Mesías es el Hijo amado del Padre. La Cruz abrazada en obediencia no es la aceptación resignada de un fracaso, sino el triunfo del amor más grande. Por eso la visión de la gloria deja paso a la nube de una presencia que envuelve. Y así, sobre el monte “apareció toda la Trinidad: el Padre en la voz, el Hijo en el hombre, el Espíritu en la nube luminosa” (Santo Tomás de Aquino). La voz convierte la tiniebla en luz: Jesús, la Palabra hecha carne, es lámpara para nuestros pasos.

Poner nuestra vida en estado de oración es imprescindible para progresar en la conversión. La escena de la Transfiguración, por revelar la verdad de Dios y su plan de salvación, es siempre invitación a la oración. En ella descubrimos que la oración cristiana es participación por el Espíritu en la oración de Jesucristo al Padre; es contemplación del rostro del Hijo; es memoria de la promesa hecha al Pueblo elegido; es reacción de amor que supera el entendimiento ante la belleza de Dios y de su acción salvadora; es sobresalto por una presencia que abraza y envuelve; es escucha de la voz del Padre; es quedarse a solas con el Hijo; es guardar silencio y volver de una manera nueva a la llanura de antes.

Para poner la vida en estado de oración es necesario dejarse abrazar por la nube del Espíritu Santo, cuya presencia envuelve y orienta. A diferencia de la nube de la era digital, que almacena fragmentos de la vida, la nube del Espíritu recoge en unidad la vida fragmentada impregnándola de fe, como bien comentó San Ambrosio de Milán: “Es una nube luminosa que no daña con lluvias torrenciales ni con el aluvión de aguas que causan desperfectos, antes, por el contrario, su rocío, enviado por la voz del Dios omnipotente, impregna de fe las almas de los hombres”.

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

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Sembradores de esperanza

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Celebramos el Día del Seminario 2025, en el marco del Año Jubilar. A partir del lema «Sembradores de Esperanza», quiero invitaros a reflexionar sobre la importancia de las vocaciones sacerdotales en la vida de la Iglesia, y a uniros a esta causa sobre todo con vuestra oración y apoyo. El seminario es el lugar donde los jóvenes, llamados por Dios, se preparan para ser «sembradores de esperanza» en un mundo que tanto la necesita. En un tiempo marcado por la incertidumbre, la soledad y la falta de sentido, los sacerdotes son instrumentos de la luz de Cristo, portadores de su amor y mensajeros de su salvación. Ellos, con su ministerio, siembran esperanza en los corazones de los fieles, acompañándolos en los momentos de alegría y de dolor, de luz y de oscuridad, guiándolos hacia el encuentro con el Señor.

Este año, el lema «Sembradores de Esperanza» nos recuerda que la vocación sacerdotal es un don de Dios para toda la Iglesia. Los sacerdotes son aquellos que nos ayudan a descubrir el rostro misericordioso de Dios, los que nos guían en el camino de la fe, nos animan en las dificultades y nos muestran el horizonte de la eternidad. Por eso, es fundamental que, como comunidad diocesana, apoyemos su formación con generosidad y compromiso, porque la formación de los seminaristas, queridos hermanos, es una responsabilidad de todos. El seminario no es solo una institución, sino la casa donde se forjan los futuros pastores de nuestra Iglesia. Allí, los jóvenes reciben una formación humana, intelectual, espiritual y pastoral que los prepara para servir a Dios y a su pueblo con entrega y amor.

Cada aportación es una semilla de esperanza que contribuye a la formación de quienes serán los sacerdotes del mañana. Vuestra generosidad es un signo de vuestro amor a la Iglesia y de vuestro compromiso con la evangelización. Recordad las palabras de Jesús: «Dad y se os dará» (Lc 6, 38). Vuestra contribución no solo sostiene el seminario, sino que también os hace partícipes de la misión de la Iglesia. Pero, además de la ayuda material, es mucho más importante que elevéis vuestras oraciones por los seminaristas, por sus formadores y por las vocaciones sacerdotales. La oración es el alma de toda obra de la Iglesia. Sin ella, nuestros esfuerzos serían vanos. Rezad para que estos jóvenes sean fieles a su vocación y se preparen con alegría y entrega para el servicio del Reino. Rezad también por las familias, para que sean semilleros de vocaciones y transmitan a sus hijos el amor a Cristo y a la Iglesia.

En este año jubilar, en el que estamos llamados a renovar nuestra fe y a abrirnos a la misericordia de Dios, os invito a ser «sembradores de esperanza» en vuestras comunidades. Cada uno de vosotros, desde vuestro estado de vida, está llamado a ser testigo del amor de Dios y a anunciar su Reino, porque todos, como bautizados, tenemos la misión de ser luz del mundo y sal de la tierra. Queridos hermanos y hermanas, el Día del Seminario es una ocasión propicia para agradecer a Dios el don de las vocaciones sacerdotales y renovar nuestro compromiso con la formación de los futuros sacerdotes. Os animo a participar activamente en las actividades organizadas en vuestras parroquias y comunidades con motivo de este día. Que este sea un tiempo de gracia en el que, unidos como Iglesia, demos gracias a Dios por los seminaristas y apoyemos su formación con generosidad.

Finalmente, quiero dirigirme de manera especial a los jóvenes que están discerniendo su vocación. Queridos jóvenes, no tengáis miedo de escuchar la voz de Dios que os llama a seguirlo de cerca. El Señor necesita de vosotros para ser «sembradores de esperanza» en un mundo que tanto la necesita. Si sentís en vuestro corazón el deseo de entregar vuestra vida al servicio de Dios y de los demás, no lo dudéis. La Iglesia os necesita, y vuestra respuesta generosa será una fuente de bendición para todos. Que la Virgen María, Madre de los sacerdotes y modelo de entrega a la voluntad de Dios, nos acompañe en este camino.

+ José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

Carta Pastoral Día del Seminario 2025: «Sembradores de esperanza»

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Queridos diocesanos,

En este Año Jubilar de la Esperanza, nos sentimos llamados a vivir con renovada confianza en el Señor, seguros de que “la esperanza no defrauda” (Rm 5,5). Con esta certeza, celebramos el Día del Seminario 2025, bajo el lema “Sembradores de esperanza”, una invitación a mirar la vocación sacerdotal como un servicio de entrega a la Iglesia y al mundo, irradiando la luz y la fuerza de Cristo Resucitado.

El reciente Congreso de Vocaciones, celebrado en el contexto de este Año Jubilar, nos ha interpelado con una pregunta decisiva: “¿Para quién soy?”. Cada vocación en la Iglesia es un don que hemos recibido de Dios y que nace en el encuentro personal con Cristo y en la llamada a una misión concreta. En el caso del sacerdocio, esta misión es la de sembrar esperanza en los corazones.

El sacerdote no es un simple gestor de lo sagrado ni un funcionario religioso. Es un sembrador, llamado a depositar la semilla de la fe en el corazón de las personas, a sostenerlas en la caridad y a infundir en ellas la certeza de que Dios camina con su pueblo. Donde hay un sacerdote fiel a su vocación, hay esperanza: en la parroquia, en el confesionario, en la predicación, en la atención a los enfermos, en la entrega silenciosa y constante de su vida.

Toda vocación necesita un tiempo y un espacio para crecer y madurar. Nuestro Seminario diocesano es el campo donde la semilla de la llamada de Dios al servicio de los hermanos es cuidada con amor y dedicación, para que pueda dar fruto en el ministerio sacerdotal.

Quiero aprovechar esta carta para felicitar y agradecer de corazón al equipo de formadores de nuestro Seminario, que con paciencia, sabiduría y entrega acompañan a nuestros seminaristas en su proceso de discernimiento y crecimiento humano, espiritual, pastoral e intelectual. Su labor, discreta pero fundamental, es clave para que nuestra Diócesis siga contando con sacerdotes santos y entregados.

Igualmente, deseo expresar mi alegría y reconocimiento a los veinte jóvenes que en este momento se están formando en nuestro Seminario. Cada uno de vosotros sois un signo de esperanza para nuestra Iglesia. Con vuestro sí generoso al Señor, recordáis a toda la sociedad que Dios sigue llamando y que merece la pena entregar la vida por Él y por su pueblo. Os animo a perseverar con alegría y confianza en este camino apasionante que el Señor ha trazado para vosotros.

El Santo Padre Francisco decía a los seminaristas, enmarcado en el Jubileo de la Esperanza, que son tres las señales que van marcando el itinerario en el viaje de la vida y de modo particular las del camino hacia el sacerdocio. “La primera es la dirección: hacia el cielo, al encuentro definitivo con Jesús. No a las primeras posiciones, no a los sitios más cómodos, esos son callejones sin salida, que si tenemos la desdicha de embocarlos debemos salir marcha atrás con trabajo y vergüenza. La segunda señal, los peligros en el camino. Armados con el yelmo de la esperanza, se puede dar testimonio, se puede perseverar en el camino del Señor, convencidos de que Jesús los sostendrá siempre y nos dará además la fuerza de ser sembradores de esperanza. Y la tercera señal, las zonas de avituallamiento. En el camino, necesitamos ser sostenidos, sentir la presencia del que es nuestra única esperanza, Jesús. Sin esa esperanza, ponernos en camino sería una locura, pero fiados en Él no tenemos dudas de que llegaremos al puerto deseado”. (Saludo del Santo Padre Francisco a la comunidad del seminario de Córdoba. Enero de 2025) Que vuestro camino sea siempre el de seguir los pasos de Cristo, sumo y eterno sacerdote, que os conducirá al cielo; armados de esperanza, sabiendo que es Dios quien sostiene vuestra vida y siempre confiando en el que es camino, verdad y vida, nuestro Señor.

Queridos jóvenes, que podéis estar leyendo esta carta, este es también un momento para vosotros. Dios sigue llamando hoy, como lo hizo con nuestros seminaristas. A veces lo hace en el silencio de la oración, otras a través de quienes nos rodean o de experiencias concretas de la vida.

No tengáis miedo de preguntarle a Dios cuál es su plan para vosotros. Tal vez, entre vosotros, alguien sienta la llamada al sacerdocio. Os animo a confiar en Él y a seguir su voluntad con un corazón generoso. “No penséis en darle al Señor las migajas de vuestra vida”, porque Él no ha escatimado en entregarnos la suya. Quien se entrega a Dios nunca queda defraudado; Él siempre recompensa con amor, alegría y paz.

No podemos hablar de vocaciones sin reconocer el esfuerzo y el trabajo que se realiza desde la pastoral vocacional en nuestra Iglesia diocesana. Por ello, agradezco, de manera especial, a la Delegación diocesana de Pastoral Vocacional y a todos aquellos que, desde sus distintas responsabilidades y carismas, se dedican a fomentar la cultura vocacional en nuestras parroquias, movimientos y familias. Su labor es esencial para que más jóvenes se pregunten, con sinceridad, cuál es el plan de Dios para sus vidas y puedan descubrir la belleza de la vocación sacerdotal.

El crecimiento de nuevas vocaciones sacerdotales no depende solo de la buena voluntad de los jóvenes, sino del testimonio de toda la comunidad cristiana. Sembrar esperanza significa también sembrar vocaciones, ayudando a los jóvenes a descubrir la llamada de Dios en sus vidas.

Por ello, como Iglesia diocesana, debemos comprometernos en:

  • Orar intensamente por las vocaciones sacerdotales, pidiendo al Señor que suscite en nuestro Seminario nuevos sembradores de esperanza.
  • Acompañar a los jóvenes en su discernimiento vocacional, ofreciéndoles espacios de escucha, formación y dirección espiritual.
  • Sostener nuestro Seminario con generosidad, tanto con la colaboración económica como con el apoyo humano y espiritual a nuestros seminaristas.

Cada vocación es un don para la Iglesia. Cuidemos y fomentemos este don, con la certeza de que el Señor sigue llamando y enviando obreros a su mies.

En este camino de siembra, confiamos nuestra tarea a María, Madre de la Esperanza. Ella, que acogió con fe la Palabra de Dios y la hizo germinar en su seno, nos enseña a ser dóciles al Espíritu y a confiar en el plan de Dios. Que, bajo su amparo maternal, nuestro Seminario siga siendo un lugar fecundo donde crezcan los futuros sembradores de esperanza.

Con afecto y en comunión en la oración, os bendigo de corazón.

+Sebastián Chico Martínez
Obispo de Jaén

Sembradores de esperanza

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Sembradores de esperanza
Día del Seminario 2025

En torno a la fiesta de san José, esposo de María virgen, y padre adoptivo de Jesús,
celebramos año tras año el Día del Seminario. Y cuando la fiesta cae entre semana,
recordamos a los fieles esta realidad del Seminario en el domingo más cercano, que es
el próximo domingo 16 marzo. Este año, con el lema Sembradores de esperanza, en
sintonía con el Año jubilar en el que somos todos Peregrinos de esperanza.
Si no hay sacerdotes, no hay Iglesia. Así lo expresa el concilio Vaticano II, cuando
distingue entre Iglesias hermanas, todas las que tienen la sucesión apostólica, sacerdotes
ordenados y Eucaristía válida, y las Comunidades hermanas (no las llama Iglesias)
donde no hay sacerdocio ministerial y por tanto no tienen Eucaristía válida.
Por voluntad de Cristo, que ha fundado su Iglesia, el sacerdocio ministerial es en la
Iglesia un elemento esencial, que por el sacramento del Orden prolonga la sucesión
apostólica de generación en generación y garantiza la celebración válida de la
Eucaristía, que nos trae al altar a Jesucristo vivo y glorioso. No es, por tanto, ningún
clericalismo reclamar este elemento esencial en la Iglesia, sin el cual la Iglesia ya no
sería Iglesia.
En mis Visitas pastorales por todas las parroquias de la diócesis de Córdoba, hay una
petición que se repite continuamente: mándenos más sacerdotes. A veces, un mismo
sacerdote tiene que atender varias parroquias y celebrar varias Misas cada domingo,
andando con el coche de un lado para otro. Hay parroquias con abundante población
que tienen que arreglarse con un solo sacerdote, cuando anteriormente siempre han
tenido dos o tres. Y no digamos cuando visito los territorios de misión, donde hay
sacerdotes de nuestra diócesis. Insisten e insisten en pedirme como obispo más
sacerdotes. Agradezco a los sacerdotes que han llegado de América y de África para
completar sus estudios y echarnos una mano en esta necesidad.
Entre las muchas crisis que vivimos en la época presente, está la de tener menos
sacerdotes, cuando siguen siendo cada vez más imprescindibles. El sacerdote celebra la
Eucaristía y los demás sacramentos, visita los enfermos, cuida de la catequesis de niños
y adultos, acompaña a la comunidad parroquial con enseñanzas, testimonios, aliento,
etc. Los pobres tienen siempre un lugar en el corazón del sacerdote. Donde hay un
sacerdote, hay vida cristiana. Y donde hay un sacerdote santo, hay vida profunda y
espiritual. Esa es la razón por la que el sentido de la fe del pueblo de Dios reclama más
y más sacerdotes.
Cuando llega el Día del Seminario, damos gracias a Dios por nuestro Seminario. 34
seminaristas mayores y 13 menores en el Seminario “San Pelagio” y 12 seminaristas en
el Seminario Redemptoris Mater del Camino Neocatecumenal. El pasado 17 de enero
2025 tuvimos la gracia de ser recibidos por el Papa Francisco en audiencia privada
seminaristas mayores y sacerdotes formadores. Fue un momento de intensa gracia, que
nos ayuda a renovar nuestra comunión afectiva y efectiva con el Sucesor de Pedro, que
preside la Iglesia.

Todos estamos implicados en darle a la Iglesia más sacerdotes, santos sacerdotes.
Agradezco a las familias que apoyen a su hijo o hermano, que quiere ser sacerdote. La
familia es el primer seminario. Cuando un niño o joven percibe la llamada del Señor,
todos a apoyarle, con el gozo de agradecer a Dios un don tan grande en nuestra familia.
Los párrocos y demás sacerdotes son una pieza principal en la campaña vocacional, que
dura todo el año. Una de las principales tareas del sacerdote es la de suscitar vocaciones
sacerdotales, tan imprescindibles en su Iglesia, acompañarlas, apoyarlas. Y con el
sacerdote toda la comunidad parroquial y diocesana. La esperanza que Dios nos quiere
aumentar en este año jubilar tiene un punto de apoyo enorme en las vocaciones
sacerdotales. Verdaderamente los sacerdotes son sembradores de esperanza, y son más
necesarios que nunca.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

Presencia sevillana en el Encuentro de los 40 de la Pastoral con Jóvenes de la CEE

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Presencia sevillana en el Encuentro de los 40 de la Pastoral con Jóvenes de la CEE

La Archidiócesis de Sevilla estuvo representada el pasado 22 y 23 de febrero en el Seminario Nacional con Jóvenes ‘Los 40’, organizado por la Subcomisión de Jóvenes de la Conferencia Episcopal Española y que este año se celebró en Valladolid.

Esperanza Macarena Pérez fue la representante no solo de la diócesis hispalense, sino de la provincia eclesiástica de Sevilla, que está constituida también por las diócesis de Cádiz y Ceuta, Córdoba, Huelva, Canarias, Asidonia-Jerez y Tenerife.

Este ‘Encuentro de los 40’, como familiarmente se le llama dentro de la Pastoral con Jóvenes, es un espacio de participación, fraternidad y formación para agentes de esta pastoral. En esta ocasión, la temática fueron las vocaciones, «para reflexionar sobre las conclusiones del Congreso de las Vocaciones ‘¿Para quién soy?’ que tuvo lugar un par de semanas antes en Madrid”, explica Macarena.

Esta joven sevillana vive su fe en la Pastoral Universitaria, concretamente en el Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla (SARUS). También está vinculada a las Parroquias Blanca Paloma y la Candelaria, el Movimiento Cursillos de Cristiandad y al Movimiento Junior en la Parroquia de La Anunciación y San Juan XXIII.

En cuanto a la Delegación diocesana para la Pastoral con Jóvenes, pertenece al equipo coordinador desde hace poco más de un año: “Sin duda, el equipo es una piña, somos como una pequeña familia. Estoy segura de que saldrán cosas maravillosas. Todo se prepara con mucho cariño porque la mirada siempre está puesta en lo importante, en el centro, en el fin, que es el Señor”.

En relación al ‘Encuentro de los 40’, Macarena Pérez apunta que “la dinámica general era dividirnos por grupos y hablar sobre tres puntos concretos: reconocer, interpretar y elegir. Posteriormente, hacíamos una puesta en común todos juntos”.

Esta experiencia -asegura- “me ha encantado, ha sido un espacio en el que me he sentido escuchada, pero, además, me ha aportado un montón. He podido reflexionar sobre mi vocación, que es a la que estamos llamados todos: mejorar el mundo trayendo el Reino de Dios aquí mismo cada día”.

Pérez defiende también que “es muy importante” que la Iglesia en España cuente con estos espacios de diálogo entre los jóvenes y opina que “sería estupendo si nuestra Archidiócesis hiciera algún encuentro parecido y a partir de estos elaborar diferentes propuestas, actividades o programas”. A esto añade una invitación a participar en el curso #Despierta “para ser jóvenes evangelizadores de otros jóvenes”. Se trata de un taller de fin de semana en el que “se adquieren herramientas para poder fermentar los ambientes más cercanos y además se encuentran a jóvenes con inquietudes parecidas con los que al final creas un vínculo muy especial”.

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📖 Reseña literaria sobre diferentes títulos del Vía Crucis

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📖 Reseña literaria sobre diferentes títulos del Vía Crucis

El Vía crucis es una devoción centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más notables de la Pasión.

Aquí ofrecemos el Vía crucis con textos e imágenes que ayuden a meditar y contemplar «los excesos del amor de Cristo». Los fieles y las comunidades sabrán escoger lo que les sea más útil en sus circunstancias y lo que mejor les ayude a seguir a Cristo, acompañando a María y acompañados de ella.

En el «Viacrucis de María» se centra en la figura de María, la Madre de Jesús y Madre nuestra. A través de sus ojos, con la fuerza de la oración y la belleza de la poesía, nos guía para poder revivir las horas amargas en las que el Hijo de Dios se sacrificó por nosotros para salvarnos.

[Comentario extraído de diferentes comentarios sobre el Vía Crucis]

Intervención de la Hna. Pilar González desde la Librería Welba en El Espejo de COPE Huelva (14/03/2025)

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Sembradores de esperanza para el mundo

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El próximo domingo la Iglesia celebra el Día del Seminario, en torno a la solemnidad de san José. Esta es una fiesta que se suele trasladar al domingo más próximo, que este año será el 16 de marzo y que tendrá por lema Sembradores de esperanza. Haciendo referencia al Año Jubilar que se celebra durante todo el 2025, se pretende con él destacar esta virtud e incidir en la idea de la Iglesia como un pueblo que camina, recorriendo el trayecto juntos como peregrinos.

 La llamada al sacerdocio

«Os ruego que pidáis con ardor para que haya más seminaristas», exhorta el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes. El objetivo de esta jornada es suscitar vocaciones sacerdotales y visibilizar la importancia de los seminarios diocesanos en la sociedad y, particularmente, dentro de la Iglesia.

En la Diócesis de Cartagena son tres los seminarios: el Seminario Menor San José, el Seminario Mayor San Fulgencio y el Seminario Redemptoris Mater. En ellos se forman seminaristas que después servirán en esta diócesis, salvo casos excepcionales con permiso del obispo. «El Señor sigue llamando y sigue saliendo al encuentro». Además de la oración, también «es importante ayudar», recuerda el obispo, para poder llevar adelante la formación y el día a día de los seminaristas. Por ello, Mons. Lorca Planes invita a colaborar en las colectas de las misas de este domingo que se destinarán a las necesidades de los seminarios diocesanos.

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‘Sembradores de esperanza’, carta dominical del arzobispo de Sevilla del 16 de marzo

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‘Sembradores de esperanza’, carta dominical del arzobispo de Sevilla del 16 de marzo

Monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla, dedica su carta del próximo domingo al Día del Seminario, que este año se celebra bajo el lema ‘Sembradores de Esperanza. Con su carta, invita a reflexionar “sobre la importancia de las vocaciones sacerdotales en la vida de la Iglesia, y a uniros a esta causa sobre todo con vuestra oración y apoyo”, ha explicado.

El arzobispo señala que “el Seminario no es solo una institución, sino la casa donde se forjan los futuros pastores de nuestra Iglesia. Allí, los jóvenes reciben una formación humana, intelectual, espiritual y pastoral que los prepara para servir a Dios y a su pueblo con entrega y amor”.

Por otro lado, además de solicitar “ayuda material” a todos los fieles de la Iglesia diocesana, insta, sobre todo, a que “elevéis vuestras oraciones por los seminaristas, por sus formadores y por las vocaciones sacerdotales. Rezad para que estos jóvenes sean fieles a su vocación y se preparen con alegría y entrega para el servicio del Reino”.

Puede leer la carta completa aquí.

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Los caravaqueños trabajan el documento final del Sínodo

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Cerca de 70 personas se reunieron ayer jueves en la Casa de la Cultura Emilio Sáez de Caravaca de la Cruz para la presentación del documento final del Sínodo de los Obispos por parte del vicario de la zona pastoral de Caravaca-Mula, David Martínez Robles, y un grupo de laicas, «para invitar a seguir haciendo la recepción de este documento posteriormente, por grupos, trabajando las cinco partes en las que se divide», según indica el vicario. Un trabajo que se realizará «siguiendo el método de la conversación en el Espíritu», basado en la oración, la puesta en común y la escucha. En la reunión, además, se trasladó a los asistentes lo vivido en la formación que el subsecretario del Sínodo de los Obispos de la Santa Sede, Mons. Luis Marín de San Martín, impartió en la Diócesis hace unas semanas; y se les invitó a participar en el Encuentro Diocesano de Laicos que se celebrará en Murcia el próximo sábado 22 de marzo.

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Vigilia, testimonios y oración en Murcia con las hermanitas del Cordero

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El fin de semana del 21 al 23 de marzo, las hermanitas del Cordero harán una visita a la Diócesis de Cartagena en la que se celebrarán distintas actividades.

El viernes 21, los jóvenes que deseen podrán conocerlas en la Parroquia San Benito de Murcia, a partir de las 20:30 horas, en una noche en la que podrán escuchar los testimonios de las hermanitas, plantearles preguntas y compartir con ellas un rato de adoración al Santísimo, además de un ágape.

El sábado 22, el monasterio de Santa Ana de Murcia acogerá una vigilia de Cuaresma junto a las hermanitas del Cordero, a las 21:30 horas, con el título «Si conocieras el don de Dios», en torno al encuentro de Jesús con la samaritana narrado en el evangelio de Juan.

Por último, el domingo 23 se celebrará la Eucaristía en la Parroquia San Pío X de Murcia junto a las hermanitas, a las 11:30 horas; para realizar también el rezo de Vísperas, a las 18:00 horas; y terminar con una cena compartida, a las 19:00 horas.

El delegado de Pastoral Vocacional, Blas López, subraya que la visita de esta comunidad «es una oportunidad para que los jóvenes de nuestra pastoral y de nuestras catequesis puedan conocer su estilo de vida y su testimonio», a través de los eventos programados.

Las hermanitas del Cordero

La Comunidad del Cordero fue fundada en Francia en los años 80. Nacida de la Orden de Predicadores, cuenta con cerca de 160 hermanitas y 30 hermanitos de diferentes países, entre ellos España. Su carisma se basa en el misterio del Cordero de Dios, la vida fraterna, la vida contemplativa y la misión, con esta divisa: Herido, no dejaré jamás de amar.

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