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“Cristo vive y reina por los siglos de los siglos”: homilía en la Vigilia Pascual

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Homilía del arzobispo de Granada, Mons. José María Gil Tamayo, en la celebración de la Vigilia Pascual, el 19 de abril de 2025, en la S.A.I Catedral.

Queridos hermanos sacerdotes,

Querido diácono,

Queridos seminaristas,

Queridos catecúmenos, que vais a ser bautizados,

Queridos miembros de la cuarta comunidad de las Angustias, que termináis vuestro camino,

Queridos responsables del Camino Neocatecumenal,

Queridos hermanos y hermanas en el Señor,

Voy a ser muy breve, porque la Palabra de Dios que hemos escuchado en la segunda parte de esta bella liturgia de la Vigilia Pascual nos ha hablado por sí misma y nos ha hablado de parte de Dios.

Hemos hecho un recorrido por la historia santa, por la historia de la salvación, por la historia sagrada. Desde la creación hasta la proclamación de la resurrección de Cristo. Y en esa historia están las maravillas de Dios para con los hombres. Están las maravillas de Dios para con un pueblo, el pueblo de Israel. Están las maravillas de Dios sobre todo en Jesucristo, nuestro Salvador.

Pero al mismo tiempo, en esa historia está el pecado. Está el pecado desde los orígenes. Pero al pecado responde la misericordia de Dios, ya también desde los orígenes. Está la infidelidad del pueblo de Israel. Pero Dios sigue amando su pueblo y perdonándolo. Sigue manteniendo con él su alianza a pesar de las infidelidades del pueblo. Y anuncia una y otra vez por los profetas la vuelta a la salvación.

Y está también la toma de conciencia por parte del hombre, de la necesidad de ser salvado. La toma de conciencia, no solo del pueblo de Israel como pueblo, ser el pueblo elegido, pero ser el pueblo salvado de la esclavitud. Ser liberado y tener esa experiencia de la liberación. Sino también, como predica San Pablo en la Carta a los Romanos y también en la Carta a los Gálatas: Nosotros, cada uno de nosotros, judíos y gentiles, cada uno de nosotros, necesitamos experimentar que somos pecadores, necesitados del perdón de Dios. Y ese perdón de Dios nos ha venido definitivamente por Jesucristo. Dios ha entregado al Hijo para salvar el esclavo, hemos escuchado en la proclamación del pregón pascual. Feliz culpa que ha tenido tan gran Redentor, hemos escuchado también. Y esa esa salvación obtenida por Cristo del misterio de la cruz y de la resurrección. Esa salvación obtenida por Cristo y que hemos celebrado estos días después de esa preparación seria por parte, especialmente de vosotros en las comunidades neocatecumenales.

Esa salvación obtenida de una vez para siempre en la cruz y que hemos celebrado, vuelvo a repetir, estos días en la liturgia y también en la piedad popular, en las calles. Se aplica a cada uno de nosotros con el bautismo. Pero eso, queridos catecúmenos que vais a ser bautizados, vais a pasar de la esclavitud a la libertad. Como el pueblo de Israel.

Vais a pasar del pecado a la gracia. Habéis entrado como simples seres humanos, con todo eso, lo que significa de su dignidad, y vais a salir como hijos e hijas de Dios, miembros de un pueblo, que es la Iglesia. El Señor ha tocado vuestro corazón. El Señor os ha llamado en un momento de vuestra historia personal. Pero ese bautismo, que nos ha recordado San Pablo en la epístola anterior al Evangelio: los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo… Fijaros qué palabra, incorporarse.

Dirá San Pablo también injertarse, revestirse de Cristo. Por eso, os revestireis dentro de un momento con esas vestiduras blancas. Por eso estos hermanos que están aquí a vuestra izquierda, han completado y han tratado de vivir ya pasado el tiempo, las exigencias de ese bautismo de manera radical. Y por eso ellos vienen vestidos de blanco. Vosotros, esa vestidura blanca va a ser signo de vuestra dignidad de cristianos.

Pero aquí nos llama el bautismo, donde se nos aplica lo que Cristo hizo en la cruz, la misericordia del Señor. Nos llama a la santidad de vida, parecernos a Jesús, a vivir conforme a su evangelio, vivir conforme a su doctrina. No nos apuntamos a una peña, no nos apuntamos a un club, no seguimos lo religioso porque nos gusta, sino porque el Señor nos ha llamado, nos ha salvado. Nos ha invitado a ser otros Cristos, el mismo Cristo.

El sacramento del Bautismo nos regenera, nos hace hijos e hijas de Dios en Jesucristo. Luego, ese cambio que se produce en nosotros exige una vida distinta, una manera de comportarse, una coherencia de existencia. Y eso es lo que nos falta muchas veces a los cristianos. ¿Por qué? Porque viene la aceptación, viene la debilidad. Pero ahí está la lucha de nuestra vida por parecernos más a Jesús.

Y esos son los santos. Pero esos santos también los hay en la puerta de al lado, como dice el Papa Francisco: en el trabajo, en la vida de familia, en nuestras relaciones con los demás. Parecernos a Jesús. ¿Y cuáles son los medios? Los que tuvieron los primeros cristianos. ¿Cómo llegamos a Jesucristo y cómo se hace presente? Se hace presente en su Palabra, que hemos escuchado.

Se hace presente en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Y su perdón se hace presente a través del ministerio ordenado. Se hace presente a través del amor de unos esposos que simbolizan el amor de Cristo a su Iglesia. Se hace presente en medio del dolor, cuando nos reconforta con la unción. Se hace presente cuando nos da su Espíritu.

Y vosotros, queridos hermanos catecúmenos, vais a ser también confirmados y vais a recibir por primera vez a Cristo en la Eucaristía. Esa vida divina es la que ahora os dará la fuerza para vivir como Jesús os pide, sin crearnos nunca perfectos, sino necesitados siempre de la misericordia y el perdón de Dios.

Que la Virgen nos acompañe, que la comunidad cristiana os ayude y seamos para vosotros ejemplo de vida cristiana.

Vamos a proseguir ahora en esta parte, que es la parte bautismal de esta bella liturgia de la Vigilia Pascual. También hay unos niños de esta comunidad. Que vivamos esto con un verdadero sentido religioso, como lo estáis viviendo en esta Vigilia Pascual y que agradezco al Señor de corazón que la Virgen Santa María, que la recibió el apóstol Juan como algo suyo, lo sea también muy nuestro, para que nosotros, como ella y los apóstoles, perseveremos en la oración con María, la Madre de Jesús. Cristo resucitado.

Los cristianos no seguimos a un muerto ilustre. El sepulcro está vacío. Cristo vive y reina por los siglos de los siglos. Lo mismo vosotros, dice San Pablo, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

Así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada

19 de abril de 2025
S.A.I Catedral de Granada

In memoriam | Papa Francisco

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In memoriam | Papa Francisco

Su Santidad el papa Francisco ha fallecido el lunes 21 de abril, lunes de Pascua, a los 88 años de edad, en Roma.

La Santa Sede lo ha hecho público a las 10 de la mañana con un comunicado. El cardenal Kevin Joseph Farrell, ha sido el encargado de anuncia con el fallecimiento del Papa Francisco:

«Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre.

Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados.

Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino».

Mensaje del arzobispo de Sevilla tras el fallecimiento del papa Francisco

Reacciones en la Iglesia y la sociedad sevillanas tras el fallecimiento del Papa

Exequias del Papa difunto, un proceso en tres estaciones

Biografía y pontificado del papa Francisco

Sede vacante

Cónclave

 

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Los sacerdotes diocesanos rezan por el Papa

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Los sacerdotes diocesanos rezan por el Papa

Cuarenta y nueve sacerdotes diocesanos de Córdoba han sido ordenados durante los doce años de pontificado del Papa Francisco

Los sacerdotes de Córdoba han recibido la noticia de la muerte del Papa en medio de muestras de profundo respeto y comunión, haciendo doblar las campanas de sus parroquias en señal de duelo y programando actos piadosos ante su fallecimiento. Hoy son muchos los presbíteros cordobeses que recuerdan su encuentro con el Papa Francisco y otros tantos los que reflexionan sobre un pontificado que ha marcado sus propio ministerio sacerdotal.

Don Manuel María Hinojosa Petit es uno de los sacerdotes que estuvo hasta tres veces con el Papa Francisco, «tres inolvidables encuentros» que conservan su significado especial y único. Esa especial significación reside en lo «íntimo y conmovedor» que hoy le resulta la fotografía que el sacerdote tiene después de concelebrar junto al Papa la misa en Santa Marta con motivo de sus bodas de oro sacerdotales. Después, «su improvisado consejo que nos hizo reír «, recuerda Hinojosa Petit, mostrando una enorme gratitud al santo Padre.

El sacerdote Gabriel Castilla reconoce que el día más feliz de su vida fue el del encuentro con el Papa Francisco, porque recibió en este encuentro «la sonrisa, la bondad, la acogida, ternura y alegría » del Santo Padre.  Todo el bien que ha hecho se manifestaba en sus gestos y en sus palabras por lo que «siempre, siempre, estaremos eternamente agradecidos y somos agraciados porque tenemos a alguien desde el cielo que seguirá amando a su Iglesia como la amó», ha afirmado el párroco de San Francisco de Asís de Palma del Río.

Juan Carlos y Antonio Navarro son dos sacerdotes hermanos de Córdoba que visitaron a la vez al Papa Francisco. Hoy como ayer, esa fotografía tiene valor histórico en el ministerio sacerdotal de ambos . Para Antonio, párroco de la parroquia de San Fernando de Córdoba, el Papa Francisco ha sostenido durante su pontificado «el anuncio alegre y gozoso del Evangelio y ha llegado a aquellos que se encuentran más alejados».

El Párroco de San Francisco y San Rodrigo de Cabra, el sacerdote Mario González, fue ordenado durante el pontificado del Papa Francisco y según reconoce «ha marcado mi estilo como sacerdote». Para él, tres conceptos resumen cómo quería el Papa que amáramos: yendo a las periferias existenciales, abriendo procesos de escucha y reflexión y ofreciendo una mirada desde el corazón.  En este sentido, el sacerdote apela a a la Encíclica Dilexit nos del Santo Padre Francisco sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo, (24.10.2024) «que demuestra muy bien cómo el entendía a Jesucristo, un Dios con corazón de carne que se conmueve ante las necesidades humanas y no solo espirituales».

«El Papa Francisco ha sido muy importante en mi vida sacerdotal», de este modo expresaba su plena comunión con el Papa el párroco de la parroquia de San Andrés de Córdoba, Pablo Calvo del Pozo, que ha reconocido aprender de él desde la primera exhortación pronunciada, seguimiento  que le ha ayudado a evolucionar, a crecer y avanzar; también a «ser más libre y a valorar lo importante, a dejar lo superfluo a ser mejor pastor, mas misericordioso, mas acogedor», ha afirmado el presbítero que recibió uno de los últimos nombramientos del Papa Francisco para la Diócesis de Córdoba, el de misionero de la Misericordia junto a los sacerdotes Fernando Suárez y Jerónimo Fernández.

En febrero del año 2019, un grupo de miembros de la Orden de Malta acudió a Roma para visitar al Santo Padre junto con un grupo de residentes del Hogar San Francisco de la Cruz Blanca. «Una verdadera alegría poder saludar al Santo Padre que uno a uno se deshizo en atención a los que acudimos a su encuentro», recuerda el sacerdote Pablo Lora, Capellán de la Orden de Malta en la delegación de Andalucía. En aquel encuentro, la delegación cordobesa entregó al Santo Padre una carta de la que «semanas mas tarde recibimos su respuesta cariñosa». Hoy este gesto está en el recuerdo de todos con gratitud y como capellán de la Orden de Malta, Pablo Lora «agradece su magisterio y énfasis en la misericordia». Con la bendición del Santo Padre concluyó aquel encuentro, para todos «un gozo estar junto al Papa y poder recibir su bendición en nuestro servicio a los mas necesitados «.

El 12 de Junio de 1993 eran ordenados por el Papa Juan Pablo II cuatro sacerdotes diocesanos, entre ellos el Deán Presidente del Cabildo de la Catedral, Joaquín Alberto Nieva. Veinticinco años después, viajaron al Vaticano y fueron recibidos por el Papa Francisco con motivo de las bodas de plata sacerdotales. Una foto que ahora permite profundizar en la comunión eclesial que el Papa fallecido promovió en su pontificado.

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Exequias del Papa difunto, un proceso en tres estaciones

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Exequias del Papa difunto, un proceso en tres estaciones

Mientras está vacante la Sede Apostólica, el gobierno interino de la Iglesia queda confiado al colegio de los cardenales. El ritual Ordo exsequiarum Romani Pontificis es el que regula las exequias del Papa difunto. Este documento fue publicado el año 2000, y Francisco introdujo posteriormente algunas modificaciones que han simplificado las celebraciones.

Los cambios más significativos comienzan con la verificación de la muerte, que se realizará en la capilla privada del Papa, en lugar de su habitación. Se elimina la tradición de los tres ataúdes (ciprés, plomo y roble), quedando un único féretro de madera con interior de zinc. Por otro lado, el cuerpo del Papa será expuesto para la veneración de los fieles en el ataúd abierto, sin el uso de catafalco elevado. El nuevo orden contempla la simplificación de títulos pontificios (durante las ceremonias se emplearán los términos “Papa”, “Obispo de Roma” y “Pastor”, en lugar de “Summi Pontificis”) y, en cuanto a la sepultura, se ha permitido la inhumación en lugares distintos a la Basílica de San Pedro. De esta forma se respeta el deseo del papa Francisco de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma.

Las exequias, paso a paso

En las exequias hay tres escenarios o estaciones. Así, habrá momentos localizados en la residencia del Papa, la Basílica de San Pedro y el lugar del entierro.

En la residencia papal, concretamente en la capilla privada, se constatará la muerte. El cuerpo se colocará directamente en un ataúd (con las modificaciones antes reseñadas) tras confirmarse el fallecimiento. Posteriormente se trasladará el cuerpo a la Basílica de San Pedro, donde quedará expuesto para la veneración de los fieles. La clausura del ataúd será, preferiblemente, la noche anterior a la misa exequial. El tercer momento o estación será, por expreso deseo del Papa, la Basílica de Santa María la Mayor, donde se conserva el icono de la Salus Populi Romani, patrona de Roma. El lugar exacto será una capilla anexa a la capilla Paulina.

Primera estación

El director de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano es el encargado de constatar la muerte médica, tras lo cual se da paso a un momento de oración. En ese instante se dispone lo necesario para la conservación del cuerpo, que se revestirá con la sotana blanca antes de su traslado a la capilla privada. Al rito de la constatación de la muerte y colocación en el féretro asisten el decano, monseñor Giovanni Battista Re; el camarlengo, monseñor Kevin Joseph Farrell, que preside; el maestro de ceremonias, monseñor Diego Giovanni Ravelli, y pocas personas más.

El cuerpo, revestido con las vestiduras litúrgicas de color rojo, como en la celebración de la misa, con la mitra y el palio, pero sin el báculo papal, se deposita en un ataúd. Junto a él, se coloca el cirio pascual. Se enciende el cirio y se asperja el féretro, mientras se canta el salmo 41 (42).

Segunda estación

El camarlengo preside el traslado a la Basílica de San Pedro, cuando establezca la Congregación de cardenales, que participan en él. El cuerpo se exhibirá en el ataúd abierto, y se sucederán las oraciones por el Papa difunto. Durante la procesión se entonan salmos y letanías.

Una vez en la basílica vaticana, el ataúd se coloca junto al altar de la Confesión de San Pedro, orientado hacia el pueblo, y al lado el cirio pascual.

Antes de la misa exequial, preferiblemente la noche anterior, se clausura el ataúd en presencia del cardenal camarlengo, los cardenales jefes de orden, el arcipreste de la Basílica Papal de San Pedro en el Vaticano, el cardenal ex secretario de Estado, el vicario general de Su Santidad para la diócesis de Roma, el sustituto de la Secretaría de Estado, el prefecto de la Casa Pontificia, el limosnero de Su Santidad, el vicecamarlengo, una representación de los canónigos de la basílica vaticana y de los penitenciarios vaticanos, el secretario del Romano Pontífice y los familiares del difunto.

El maestro de ceremonias leerá el ‘rogitum’, que será firmado por algunos de los presentes. Tras unas oraciones, el maestro extenderá un velo de seda blanca sobre el rostro del difunto y el celebrante aspergerá el cuerpo con agua bendita. Seguidamente, depositará en el ataúd la bolsa con las monedas acuñadas durante el pontificado del Papa y el tubo con el rogito, tras colocar el sello de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. El siguiente paso es la colocación de la tapa de zinc, con la cruz, el escudo del Pontífice difunto y una placa con su nombre, duración de vida y ministerio petrino. La última fase es el sellado con los sigilos del camarlengo, la Prefectura de la Casa Pontificia, la Oficina de Celebraciones Litúrgicas y el Capítulo Vaticano. Por último, se cierra el ataúd de madera, que también lleva la cruz y el escudo del Pontífice.

El entierro será en la fecha que fijen los cardenales. Salvo motivos especiales, será entre el cuarto y el sexto día después de la muerte.

La misa exequial será en el atrio de la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re (en su ausencia, por el subdecano o el cardenal de mayor rango y edad). Se utilizarán vestiduras litúrgicas de color rojo.

La misa exequial es el primer día de los ‘novendiales’, que responden a una antigua tradición. Los ‘novendiales’ son las misas durante nueve días consecutivos por el eterno descanso del Romano Pontífice difunto. Estas misas están abiertas a todos, aunque cada día participan grupos distintos, reflejando el ministerio universal del Papa.

En la procesión de entrada, el féretro sigue a la cruz y precede a los ministros ordenados. Frente al altar, en el lugar dispuesto, se deposita el ataúd y, sobre él, el Maestro coloca el Evangeliario. Se podrán utilizar las siguientes lecturas: Isaías 25, 6a. 7-9 (Hechos 10,34-43 en el tiempo de Pascua); Salmo 22 (23); Filipenses 3, 20-4, 1; Juan 21, 15-19.

Terminada la súplica de la Iglesia de Roma, los patriarcas, arzobispos mayores y metropolitanos de las Iglesias Metropolitanas de rito oriental se acercan al féretro, orientados hacia el altar. Se hace una oración de tipo oriental (bizantino), que incluye la incensación del féretro.

Tercera estación

Francisco será enterrado en una pequeña capilla adyacente a la capilla paulina de Santa María la Mayor. Y la ceremonia será presidida por el cardenal camarlengo. Sobre el ataúd de madera se imprimen los sellos del cardenal camarlengo, la Prefectura de la Casa Pontificia y la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. Finalmente, el cuerpo del papa Francisco será depositado en la tumba.

 

Más información:

El gobierno de la Iglesia en sede vacante (web de la CEE)

Lista de cardenales españoles (web de la CEE)

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Reacciones en la Iglesia y la sociedad sevillanas tras el fallecimiento del Papa

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Reacciones en la Iglesia y la sociedad sevillanas tras el fallecimiento del Papa

El papa Francisco ha fallecido esta mañana en el Vaticano a la edad de 88 años. De forma inmediata, se han sucedido las reacciones ante esta triste noticia, con pronunciamientos desde todos los ámbitos de la Iglesia y la sociedad en Sevilla.

El arzobispo, monseñor José Ángel Saiz Meneses, ha publicado un mensaje en su perfil de la red social X en el que destaca que “su vida ha sido una entrega en totalidad al servicio del Señor y de su Iglesia”. Igualmente subraya el “testimonio de una espiritualidad profunda y una palabra profética”, y recuerda que “nos ha enseñado a vivir el Evangelio con fidelidad, con valentía y con un amor sin límites, especialmente en favor de los más pobres y pequeños”.

Posteriormente ha dirigido a la Archidiócesis un mensaje en el que repasa el legado de un pontificado muy fructífero: “Su vida ha sido una entrega en totalidad al servicio del Señor y de los hermanos, al servicio de la Iglesia y del mundo. Nos ha dado testimonio de una espiritualidad profunda, de una confianza en Dios firme y sólida. Nos ha ofrecido una palabra profética en todas las circunstancias”. En esta línea, ha subrayado que el santo padre “nos ha enseñado a vivir el Evangelio con fidelidad, con valentía, con un amor preferencial por los más pobres y pequeños, por los descartados de la sociedad”.

Responso en el Arzobispado

Las banderas del balcón principal del Arzobispado de Sevilla ondean a media asta desde primeras horas de la mañana. Y este mediodía se ha celebrado un responso en la capilla del Arzobispado de Sevilla, presidido por el obispo auxiliar, monseñor Teodoro León, en el que han participado los miembros de la Curia diocesana.

Monseñor León ha expresado “la tristeza humana y eclesial por la pérdida de quien ha sido pastor supremo de la Iglesia”. Seguidamente, ha destacado que la Curia diocesana siente “con especial fuerza el peso de su ausencia, pero también la luz de su legado”. “Desde esta orilla de la Pascua, acompañamos con la oración al santo padre fallecido, y escuchamos la Palabra de Dios que hoy nos consuela, nos ilumina y fortalece”, ha añadido.

En otro momento de su intervención ha señalado que “Francisco no predicó una doctrina abstracta, sino una fe encarnada, pascual, alegre, y siempre nos recordó que el Evangelio no es una carga, sino una buena noticia, que Cristo ha resucitado”. “Nos corresponde ahora custodiar su herencia con humildad, discernir lo que el Espíritu ha dicho a la Iglesia a través de su voz, y continuar la obra con fidelidad”, ha concluido.

Banderas a media asta y campanas de la Giralda

Las campanas de la Giralda están doblando esta mañana desde las diez y media, con intervalos de treinta minutos, hasta las dos de la tarde. El Cabildo Catedral ha publicado un mensaje de condolencia por el fallecimiento del Papa en el que encomiendan su alma al Señor y “le damos gracias por su fecundo ministerio apostólico desde el año 2013 hasta el día de hoy”.

Por su parte, el presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, Francisco Vélez, ha mostrado el pesar del ámbito cofrade por el fallecimiento del Papa, y ha recordado los encuentros que mantuvo con el Santo Padre antes y después de la celebración del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que se celebro en Sevilla el pasado mes de diciembre. “Es una gran pérdida para toda la cristiandad, y hoy es un día de luto, un día de tristeza, por cuanto hemos perdido a alguien al que vamos a echar mucho de menos y vamos a recordar siempre”, ha afirmado.

La Junta de Andalucía ha anunciado tres días de luto por la muerte del Papa, al igual que hiciera esta mañana desde la Moncloa el ministro de Presidencia, Félix Bolaños. El presidente de la Junta, Juanma Moreno, ha destacado la «obra valiente, comprometida e inspiradora» del papa Francisco, al que ha considerado como «un hombre cercano».

El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, también se ha referido a esta triste noticia. En su perfil de X ha destacado que “hoy es un día de luto para todos los católicos”, y ha recodado al papa Francisco como “un Santo Padre entregado a la Iglesia Universal y que ha estado siempre muy cerca de Sevilla”.

Desde el Arzobispado se recuerda que, en las celebraciones de la misa de mañana martes y en las próximas de esta semana de la Octava de Pascua, se recordará al papa Francisco en el memento correspondiente, y se añadirán intenciones por él en la oración de los fieles.

 

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«Primereados», por Adolfo Ariza

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«Primereados», por Adolfo Ariza

«En ti no cabían componendas ante «el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia»» escribe hoy el Delegado Diocesano de Catequesis

Por Adolfo Ariza

Nos has primereado con tu llamada a «una nueva etapa evangelizadora» y tu insistencia en pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera». Y, ¿cómo no?, al mostrarnos que «la intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante», y que «la comunión ‘esencialmente se configura como comunión misionera». Tu legado es claro: una «conversión pastoral» y una «transformación misionera» en la que se abandone «el cómodo criterio pastoral del ‘siempre se ha hecho así’». No se podía ser más directo: -«Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades». En ti no cabían componendas ante «el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia» y la «psicología de la tumba».

Nos has primereado con tu denuncia de una «cultura del descarte», de una «globalización de la indiferencia», del «individualismo posmoderno». Nos has puesto alerta ante «una sociedad de la información que nos satura indiscriminadamente de datos» y «una creciente deformación ética», caracterizada por «el debilitamiento del sentido pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo».

Nos has primereado al definir la piedad popular como «lugar teológico» al que solo cabe acercarse desde «la connaturalidad afectiva» y con la «mirada del Buen Pastor». Gracias a tu magisterio hemos aprendido a pensar «en la fe firme de esas madres al pie del lecho del hijo enfermo que se aferran a un rosario aunque no sepan hilvanar las proposiciones del Credo, o en tanta carga de esperanza derramada en una vela que se enciende en un humilde hogar para pedir ayuda a María, o en esas miradas de amor entrañable a Cristo crucificado». Con qué determinación nos has hecho ver que «quien ama al santo Pueblo fiel de Dios no puede ver estas acciones sólo como una búsqueda natural de la divinidad»; que «son la manifestación de una vida teologal animada por la acción del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones (cf. Rom 5, 5)».

Nos has primereado al recordarnos una y otra vez que si la dimensión social del Evangelio «no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora». Es obvia la dimensión profética de tu magisterio: -«No nos preocupemos sólo por caer en errores doctrinales, sino también por ser fieles a este camino luminoso de vida y de sabiduría. Porque ‘a los defensores de ‘la ortodoxia’ se dirige a veces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las mantienen». En medio de este «nuevo paganismo individualista» nos has enseñado que «la belleza misma del Evangelio» tiene «un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha». En este orden de las cosas es bueno evocar contigo que solo el verdadero profeta es capaz de denunciar una «mundanidad espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con discursos vacíos».

Nos has primereado también al ponernos sobre aviso con respecto a nuestra incapacidad «para recrear la adhesión mística de la fe en un escenario religioso plural». Cuánto discernimiento en tu advertencia en lo que atañe al peligro de una vida espiritual que «se confunde con algunos momentos religiosos que brindan cierto alivio pero no alimentan el encuentro con los demás, el compromiso en el mundo, la pasión evangelizadora» o al advertir también el riesgo de «una preocupación exacerbada por los espacios personales de autonomía y distensión, que lleva a vivir las tareas como un mero apéndice de la vida, como si no fueran parte de la propia identidad».

Por todo este primerearnos y otras muchas razones que la emoción y la premura dejan en el tintero, ¡Gracias Francisco!

Artículo publicado en «La Voz de Córdoba-El Debate» en la muerte del Papa Francisco . 21 de Abril de 2025 

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Carta ante el fallecimiento del Papa Francisco

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Queridos diocesanos,

La Iglesia universal y la nuestra del Santo Reino llora la muerte del Papa Francisco. El Santo Padre ha partido hacia la casa del Padre y su fallecimiento lo vivimos desde el dolor, pero también, en este Lunes de Pascua, desde la esperanza en Jesucristo, quien, con su muerte y su resurrección, nos da la confianza de que ya goza de la presencia de Dios.

El pontificado del Papa Francisco ha sido un regalo para la Iglesia católica y para el mundo. El ministerio papal de Bergoglio ha sembrado, a lo largo de estos 12 años, semillas de esperanza para el presente de nuestra Iglesia y sus frutos, también, lo recogerán generaciones venideras.

Su vida sencilla, entregada sin reservas al servicio del Evangelio, ha sido un testimonio luminoso de humildad, misericordia y amor por los más necesitados, a los que ha colocado, desde el inicio de su pontificado, en el centro de la vida y de la acción de la Iglesia. Su vida y su muerte han sido un testimonio edificante y de ellas debemos de aprender que no estamos creados para nosotros mismos, sino para una entrega que nos ponga siempre al servicio de Dios y del mundo.

En estos años, de la mano de este Papa que vino “del fin del mundo”, hemos aprendido a vivir en la alegría del Evangelio; a reconocer nuestro planeta como una casa común, que proteger y cuidar; a redescubrir el valor de la familia y hacerlo superando los sufrimientos, haciendo de los hogares auténticos hospitales de campaña, aspirando siempre al cielo, intentando ser santos de la puerta de al lado… Y todo ello, desde la sinodalidad, desde ese caminar juntos que nos recuerda nuestra filiación con Dios, que nos llega a través de su Hijo, Jesucristo. En estos años, el Santo Padre, impulsado por la acción del Espíritu Santo, ha provocado una revolución desde dentro, ha apostado por el impulso misionero que ha llevado a nuestra Iglesia a ponerse en salida, motivando una serie de cambios y transformaciones que, acercándonos al espíritu de las primeras comunidades, nos plantean el reto de ser cristianos más auténticos y comprometidos con la fe, con la Iglesia y con los hermanos.

En estos momentos de tristeza, pero también de fe y confianza en el amor infinito del Padre, nos unimos en oración a toda la Iglesia universal, dando gracias a Dios por el don de su pontificado y encomendando su alma al Dios de la Misericordia. Que Cristo Resucitado, en quien él puso siempre su confianza, lo reciba en su Reino y le conceda el descanso eterno.

Animo a toda nuestra Diócesis a ofrecer oraciones por su alma, pidiendo, también, al Espíritu Santo que guíe a nuestra Iglesia en este tiempo de espera y esperanza.

Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, interceda por él y por todos nosotros.

+ Sebastián Chico Martínez
Obispo de Jaén

El Papa alentó a los seminaristas de Córdoba a ser «sembradores de esperanza»

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Una de las últimas audiencias privadas del Papa estuvo dedicada a los seminaristas de Córdoba en enero de este año

El Papa Francisco recibió al seminario de Córdoba en el año Jubilar de San Pelagio, al que señaló como modelo de perseverancia. En un clima de profunda comunión eclesial, este encuentro permitió cercanía con el Santo Padre, que animó a casi 50 seminaristas a caminar en comunidad para llegar «al puerto deseado».

El Papa Francisco recibió en audiencia privada a los seminaristas de Córdoba acompañados de los rectores del Seminario Conciliar “San Pelagio” y el Seminario Redeptoris Mater “San Juan de Ávila”, sus formadores y el Obispo de Córdoba, presente durante la visita de tres días que también les ha llevó a las basílicas pontificias para ganar el Jubileo y a orar ante el Sepulcro de san Pablo. Durante el encuentro celebrado en la sala Clementina, el Papa mantuvo un tiempo de diálogo con los seminaristas que pudieron  formular preguntas al Santo padre. A todos ellos los saludó personalmente y les recomendó «cuidar la alegría» y alejarse de la mundanidad.

El Papa Francisco les manifestó su alegría por recibirlos como peregrinos de la Esperanza en el Año Jubilar y se dirigió a todos ellos refiriéndose a la Esperanza como “como las señales que nos van marcando el itinerario” en el viaje de la vida.

Para ese peregrinar que es la vida, el Papa aconsejó a los seminaristas de Córdoba no optar a las primeras posiciones ni a los lugares más cómodos porque “esos son callejones sin salida, que si tenemos la desdicha de embocarlos debemos salir marcha atrás con trabajo y vergüenza”.

El Papa prosiguió advirtiendo de “los peligros en el camino” como segunda señal que revela la Esperanza y consideró la figura de San Pelagio, titular del Seminario Diocesano, como ejemplo de perseverancia que viene de un “hermoso lugar” que toma su nombre de san Pelagio y ocupa el antiguo solar del campo de los mártires, en relación al lugar donde se erige el Seminario Conciliar. El Santo Padre glosó la figura del niño santo que “en medio del dolor de una guerra, de la crueldad más indigna del ser humano, armados con el yelmo de la esperanza, se puede dar testimonio, se puede perseverar en el camino del Señor, convencidos de que Jesús los sostendrá siempre y nos dará además la fuerza de ser sembradores de esperanza”.

La tercera señal, -prosiguió el Papa- son las zonas de avituallamiento. De este modo se dirigió a los seminaristas afirmando que “necesitamos ser sostenidos, sentir la presencia del que es nuestra única esperanza, Jesús”, al atravesar la Puerta Santa y visitar las tumbas de los apóstoles. Francisco habló de la misericordia de Dios, que invita a la contemplación en cada parada de la vida a los seminaristas de Córdoba al final de su alocución y compartió con ellos que “Él se nos presenta como Maestro, como Señor, se nos da como alimento en su palabra y en la Eucaristía, nos repara cuando pinchamos en medio de la carretera y nos acoge cuando nos vence la fatiga y debemos detenernos a hacer una pausa”.

Sin esa esperanza, detalló el Papa, sus caminos serían “una locura, pero fiados en Él no tenemos dudas de que llegaremos al puerto deseado”. A pesar de todo, el Papa indicó a los futuros sacerdotes de Córdoba que “no piensen nunca que sembrar esperanza es decir palabras de cortesía u optar por un buenismo dulzón”, sino que la Esperanza es el camino de Jesús que lleva a la Jerusalén celeste, y el paso por este mundo requiere abrazar a la cruz “sostenidos por infinidad de cirineos”, porque en este camino no se puede avanzar solo, sino en comunidad, “guiando, defendiendo, asistiendo y bendiciendo a aquellos que el Señor nos dejó como tarea”.

Al final del encuentro, el Papa encomendó a los seminaristas a la protección de la Virgen de la Fuensanta y entregó a cada seminarista un ejemplar de su  libro, «Santos, no mundanos». El Obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha podido constatar la cercanía del Santo Padre con la Diócesis de Córdoba y sus seminaristas, a los que se han sumado los seis sacerdotes diocesanos que cursan estudios en Roma. Un total de cincuenta personas ante los que el Papa se ha sentido «sorprendido» por el número que constituía esta audiencia.

 




 

 

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Comunicado del administrador diocesano ante el fallecimiento del Papa Francisco

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            Como porción del pueblo de Dios que peregrina en esta Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, en comunión con la Sede de Pedro, nos unimos a la tristeza esperanzada de la Iglesia por el fallecimiento del Papa Francisco en el día de hoy, a los 88 años de edad. Desde el inicio de su pontificado nos pidió que rezáramos por él y ahora lo hacemos, de modo especial, en esta Octava de Pascua con la confianza puesta en la resurrección.

            Como expresó el cardenal Kevin Joseph Farrel: “Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente a favor de los más pobres y marginados”. Se preocupó por transmitirnos la alegría del Evangelio, que nace de la certeza del Amor tierno y misericordioso de Dios y que se concreta en una llamada a la santidad, a la fraternidad universal y al cuidado armónico de la creación. Nos recordó la necesidad de caminar juntos, sinodalmente, entendiendo la vida como vocación y comprometidos con las periferias geográficas y existenciales de nuestra sociedad.

            Manifestó su deseo de visitar nuestro Archipiélago, para conocer de cerca el drama migratorio que nos afecta, agradeciendo al pueblo y a los obispos canarios la labor de acogida y acompañamiento de nuestras iglesias diocesanas.

            Oremos al Señor agradecidos por el regalo de su vida al servicio de la Iglesia. Próximamente se comunicará la celebración de la Eucaristía, por su eterno descanso, en nuestra Santa Iglesia Catedral.

Dado en San Cristóbal de La Laguna, a 21 de abril de 2025

Antonio M. Pérez Morales

 Administrador diocesano

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«El Papa Francisco nos ha ayudado a caer en la cuenta de muchas cosas que se nos estaban olvidando en la Iglesia»

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El Papa Francisco fallecía a las 7:35 horas, según anunciaba horas más tarde el Camarlengo de la Santa Sede.

El obispo de Cartagena manifiesta el «dolor grande» de toda la Iglesia diocesana.

«Ha sido un hombre con una humanidad bestial… Nos ha ayudado a caer en la cuenta de muchas cosas que se nos estaban olvidando en la Iglesia. Confío en que desde el cielo siga intercediendo por nosotros». Así se expresaba esta mañana el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, tras conocer la noticia del fallecimiento del Papa Francisco.

El cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, anunciaba esta mañana el fallecimiento del Papa: «Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino».

Por petición del obispo de Cartagena las campanas de las iglesias de la Diócesis tañían a las 12:00 horas por el fallecimiento del Santo Padre. A la misma hora, el obispo se dirigía a los medios de comunicación para expresar «el dolor grande» de toda la Iglesia diocesana: «Estamos tristes, de luto. Estamos viviendo con dolor la muerte del Papa, pero al mismo tiempo estamos celebrando la resurrección de nuestro Señor y eso aumenta nuestra esperanza».

Durante la comparecencia ante los medios, el obispo ha realizado un «pequeño homenaje» al Papa Francisco destacando las líneas fundamentales de su pontificado «muy fructífero para la Iglesia». Mons. Lorca ha destacado el acercamiento del Santo Padre a los pobres, «recuperando la sensibilidad del Evangelio hacia los más necesitados». Otros de los temas esenciales que ha destacado el obispo ha sido la defensa de la ecología integral; el diálogo con otras religiones; la reforma de la Curia Romana; el trabajo de la Iglesia en sinodalidad; su defensa de la paz y la justicia; o la celebración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. «También quiero destacar su estilo personal de cercanía y humildad; sus gestos; cómo renunció al uso de algunos símbolos que podían parecer del poder papal; y su manera de hablar, con un lenguaje directo, sensible y muy cercano», ha subrayado el obispo.

Desde Conferencia Episcopal Española se ha elaborado un documento para informar sobre las cuestiones a tener en cuenta en la liturgia de los próximos días, así lo explicaba el delegado de Liturgia, Ramón Navarro. Tras la celebración del funeral en la basílica de San Pedro, se realizará también una misa funeral en la Catedral de Murcia, cuya fecha está todavía por confirmar.

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