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Llamados a ser santos, con motivo del Día de la Iglesia Diocesana

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Con el lema Tú también puedes ser santo, somos invitados a celebrar el Día de la Iglesia Diocesana en el marco del Año jubilar 2025, centrado en la esperanza. Los santos son los verdaderos portadores de esperanza porque se han dejado transformar por el amor del Corazón de Jesús y, con sus obras, han comunicado este amor entre sus contemporáneos y ahora interceden por los que aún peregrinamos en este mundo.

Al poner la llamada a la santidad en el centro de una jornada destinada a fortalecer el vínculo de la caridad entre los miembros de la familia diocesana, se nos está proponiendo un reto de largo alcance. La santidad es la razón última de nuestra dignidad infinita, como recordó el Concilio Vaticano II: «La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios» (GS 19). Por eso, la pastoral de la santidad es el programa de la Iglesia, es decir, el principio, medio y fin de su misión evangelizadora. Así lo ha recordado el Documento final del Sínodo sobre la sinodalidad, que estamos implementando: «Del bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo brota la identidad del Pueblo de Dios. Esa identidad se ejerce como llamada a la santidad y envío en misión para invitar a todos los pueblos a acoger el don de la salvación. Por tanto, es del bautismo, en el que Cristo nos reviste de Sí y nos hace renacer del Espíritu como hijos de Dios, que nace la Iglesia sinodal misionera. Toda la vida cristiana tiene su fuente y su horizonte en el Misterio de la Trinidad, que suscita en nosotros el dinamismo de la fe, de la esperanza y de la caridad» (n. 15).

Al hacer balance del último año, tendremos que preguntarnos si las tareas que la Diócesis impulsa responden a la acción del Espíritu Santo, se realizan de forma sinodal y ponen a los fieles efectivamente en el camino de la santidad, pues, «todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la santidad perfecta, por la que el mismo Padre es perfecto» (LG 11). Jesús mismo señaló el camino de la santidad al proponernos las bienaventuranzas y al anunciarnos que podemos ver, ya ahora, su rostro si obramos la misericordia con los más necesitados. Acudamos al ejemplo y a la intercesión de los santos, beatos, venerables y siervos de Dios de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez. Aprendamos de ellos a responder a la llamada del Señor con fe viva, esperanza firme y caridad contagiosa.

+José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

Mensaje en el Día de la Iglesia Diocesana

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“Tú también puedes ser santo”: es la vocación de todo bautizado, que nos hace vivir apasionadamente la vida, sabiendo que sólo Dios puede llenar el corazón. “Encuentra a Dios y encontrarás el sentido de tu vida”, decía el joven Carlos Acutis, recientemente canonizado. ¿Puede haber algo más apasionante que anunciar el Evangelio desde la santidad? ¿Puede haber algo más revolucionario para nuestra sociedad que ser santos? Es lo que nos hace vivir de forma nueva y plena, amando a Dios y a los demás, orientados al bien, transformando nuestro alrededor de modo que todo cante la gloria de Dios: familia, trabajo, nuestras relaciones, la economía, la política, la cultura…

Agradecemos a Dios el regalo de los santos que nos han precedido: hombres y mujeres de su tiempo, de todas las edades y estados de vida, en las circunstancias concretas que han informado su vivir ordinario, con debilidades y tentaciones, pero que dóciles a la acción del Espíritu Santo nos han hecho mejores, y nos han dejado una formidable huella para seguir su senda. Algunos están canonizados, otros, en proceso, aguardan la declaración de la Iglesia. Ahora interceden por nosotros y nos animan a la virtud con la esperanza cierta de gozar en el Cielo.

Recordemos en este día que no estamos solos. La comunión de los santos nos impulse a vivir según Dios, entregados al hermano, a la Iglesia y al mundo. El Señor, dando su vida por amor, ha querido comprometerse con cada persona y con todo su pueblo, con la Iglesia, Madre de todos los creyentes y Esposa de Cristo, comunidad viva y dinámica, presencia que encarna la verdad y el amor de Dios en el mundo, que invita a la transformación y a la participación activa de sus miembros en la misión divina, y que espera de nosotros una respuesta de amor comprometido para hacer su obra. No solo tiene estructuras y ritos, sino que también es un cuerpo vivo que guía y acompaña a los creyentes en su camino espiritual. Seamos una comunidad viva y activa. Colaboremos de modo material con lo que podamos en esta campaña de la Iglesia Diocesana, que, con sus comunidades y parroquias, con sus instituciones y servicios, nos ayuda a vivir nuestra vocación y misión en el mundo. Y, sobre todo, con el agradecimiento debido a Dios por su Santa Iglesia, en la que han germinado testigos encomiables del amor de Dios, que nos impulsan a vivir imitando su ejemplo, con esperanza y mayor entrega.

+ Rafael Zornoza

Obispo de Cádiz y Ceuta

 

Mensaje con motivo del Día de la Iglesia Diocesana.

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«Tú también puedes ser santo»

Queridos diocesanos:

Con motivo de la Jornada de la Iglesia Diocesana, os invito a reflexionar sobre el hermoso lema de este año: «Tú también puedes ser santo». Estas palabras, sencillas y directas, encierran una verdad fundamental de nuestra fe: la llamada a la santidad es universal, alcanza a todos y se vive en lo cotidiano, ahí donde Dios nos ha sembrado.

La santidad no consiste en hechos extraordinarios ni en experiencias reservadas a unos pocos. Es, ante todo, dejar que Dios transforme nuestro corazón, vivir con fidelidad el Evangelio en cada circunstancia y responder con amor en las pequeñas cosas de cada día. El Señor nos llama a ser santos desde nuestra propia vocación: en el matrimonio, en la vida consagrada, en el sacerdocio o en la vida laica} vivida con coherencia y entrega. Todos tenemos un lugar único e irrepetible en la Iglesia y en el corazón de Dios.

A lo largo de la historia, la Iglesia nos ha ofrecido el testimonio luminoso de muchos hombres y mujeres que han vivido su fe con pasión, sencillez y entrega. Algunos han sido canonizados; muchos otros permanecen en el anonimato. Pero todos nos enseñan que la santidad es posible, que es fuente de alegría, y que se hace fecunda cuando se vive en comunión con Dios y con los hermanos. Su ejemplo nos estimula y nos sostiene.

Esta Jornada es también una oportunidad para mirar nuestra diócesis con esperanza. En medio de las luces y sombras de nuestro tiempo, la Iglesia que peregrina en Huelva sigue anunciando el Evangelio, sirviendo a los más necesitados, acompañando a las familias, educando en la fe y ofreciendo consuelo y presencia en tantos ámbitos.

Las páginas que acompañan este mensaje recogen signos de esa vida, de esa entrega silenciosa y constante, que hacen visible el amor de Dios en nuestra tierra. Queridos diocesanos, os animo a vivir esta llamada con alegría. Tú también puedes ser santo, si dejas que Cristo viva en ti, si haces de tu vida una respuesta generosa al amor recibido. Caminemos juntos como Iglesia, creciendo en comunión, en fe y en caridad, sabiendo que cada uno de nosotros es parte viva del Cuerpo de Cristo.

Que la Santísima Virgen, Madre y modelo de santidad, interceda por nosotros y nos acompañe en este camino.

Con todo afecto en el Señor os bendigo.

 

+ Santiago

Obispo de Huelva

Homilía en la Jornada Martirial de Adra 2025

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Querida Comunidad de Adra, hermanos sacerdotes y diáconos:

Hoy la Palabra de Dios nos invita a contemplar uno de los misterios más profundos y desafiantes de nuestra fe: el martirio de los discípulos de Cristo. La palabra mártir significa “testigo”, y en su raíz está la idea de dar testimonio de la verdad, incluso perdiendo esta vida terrenal derramando la sangre por amor a Cristo. Se trata de Amor, En el Evangelio, Jesús, nos ha pedido siete veces que permanezcamos en su amor.

En los primeros siglos de la era cristiana y durante todos los tiempos de la Iglesia, los mártires han sido y son la semilla y ejemplo para los nuevos cristianos. Sin buscar la muerte, amaron tanto a Cristo que nada —ni la persecución, ni el miedo, ni la violencia— pudo apartarlos de su amor. En ellos se cumple lo que hemos escuchado en san Pablo en su epístola: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro o la espada?” Rm 8,35. Nada ni nadie podrá separarnos de su amor.

El mártir no es un fanático, ni un buscador de gloria humana, ni un héroe por orgullo. El mártir es el testigo del amor más grande, el amor que se entrega sin ningún tipo de condición. El verdadero Amor no espera nada a cambio. En su sufrimiento, el mártir se une a Cristo crucificado, y su sangre, derramada con fe, se convierte en semilla de esperanza.

Hoy, aunque en muchos lugares no se nos persigue con la espada, el martirio sigue presente. Hay quienes, en silencio, son testigos de su fidelidad al Evangelio: los padres que se sacrifican por sus hijos, los que sirven con humildad sin buscar recompensas, los que defienden la verdad y la justicia aun cuando eso les cueste el reconocimiento o la seguridad. Los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas que día a día testimonian con su carisma el amor de Cristo, incluso siendo incomprendidos por algunos cristianos que les rodean.  Es el martirio del amor cotidiano, el martirio del servicio, del perdón, del compromiso con los más pobres, es el verdadero seguimiento de Cristo: el camino, la verdad y la vida.

También entre nosotros, los bautizados, hay verdugos que martirizan produciendo la autodestrucción y muerte de nuestras comunidades cristianas: ‘celos entre unos y otros. Nos relacionamos desde la oposición y la diferencia. Cada uno busca defender ‘su’ territorio y no soportamos las diferencias con el otro. Actuamos como si no hubiera sitio para todos, cuando en realidad sobran espacios bajo el sol de Dios. Como si la mies no fuera suficiente para que Pedro, Pablo y Apolo encuentren cada uno su lugar’ 1 en esta inmensa iglesia donde cabemos todos. Parad defender nuestras posturas hacemos tantos razonamientos faltos de profundidad, pero sobre todo faltos de caridad cristiana. Y luego comulgamos tranquilamente, olvidando que comer el Cuerpo de Cristo, requiere la comunión con la Iglesia, también Cuerpo de Cristo.

En realidad, cada uno buscamos ser el único consecuente, el único responsable, el único acertado en la tarea, el que quiere arrebatar la herencia para sí mismo… el que desea ser el único amado y reconocido, como el hijo mayor de la parábola del Padre Bueno y los dos hijos Lc 15, 11-32. Podíamos decir al Señor, ‘ese hijo tuyo’, en lugar de ‘este hermano mío’. Y, aun así, aunque fuéramos el único amado no seríamos nunca felices, porque viviríamos con la ansiedad de la comparación y la insistente referencia a los otros. ¡Qué martirio! Olvidamos tan fácilmente que todos somos el Cuerpo de Cristo.

Recordemos con gratitud a tantos hermanos y hermanas que, aún hoy, en distintos rincones del mundo, están dando su vida por Cristo. Aprendamos de ellos, pues son la prueba viva de que el Evangelio sigue siendo la única fuerza de transformación, la única prueba de que el amor de Dios vale más que la vida misma.

Pidamos al Señor que nosotros, aunque quizá no seamos llamados al martirio de la sangre, vivamos con el mismo espíritu de fidelidad, entrega y caridad que ellos, que evitemos los martirios de la deshonra y la iniquidad entre nosotros. Que nuestros gestos cotidianos sean testimonio de la esperanza cristiana, esa esperanza que vence al miedo y la división, fruto del odio, la envidia y los celos, que vence a la violencia y a la muerte. Que tengamos el valor de decir “sí” a Dios en todo momento, aun cuando el precio sea grande.

Y que la intercesión de nuestros mártires de Adra nos sostenga en el camino, para que un día, junto a ellos, podamos contemplar el rostro glorioso de Cristo, vencedor de la muerte y fuente de toda vida. AMÉN

Adra, 6 de noviembre de 2025

+ Antonio, vuestro obispo

[1] Cfr. Georgette Blanquière “Prêtre pour l’Amour de Jésus et de l’Evangile” Poitier 1990

“La santidad es para todos”

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El nuevo número del Semanario Fiesta está dedicado al Día de la Iglesia Diocesana, que se celebra este domingo, con el lema “Tú también puedes ser santo”.

Entre otros contenidos, ofrecemos las noticias de la celebración de los cien años de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia y la carta del obispo de Guadix para el nuevo curso.

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La Iglesia de Jaén recuerda y pide por el alma de los sacerdotes difuntos en el último año

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Como es tradición cada mes de noviembre, en torno a la fiesta de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, la Iglesia de Jaén ha ofrecido una Misa por el alma de los sacerdotes fallecidos en los últimos doce meses. Así, el Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de Jaén ha acogido, a las 13 horas, esta celebración presidida por el Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, y que ha sido concelebrada por una docena de sacerdotes de la Diócesis, además del Provicario General, D. José Antonio Sánchez, y el Delegado del Clero, D. Raúl Contreras.

Del mismo modo, han participado los seminaristas, los miembros de la curia diocesana y familiares y amigos de los sacerdotes a los que se ha recordado.

Homilía

En su predicación, Monseñor Chico Martínez ha explicado que cada año, nos reunimos para elevar nuestra oración por los sacerdotes difuntos de nuestra Diócesis. “Es un gesto de cariño, de comunión y de esperanza; un gesto profundamente arraigado en el corazón de esta Iglesia de Jaén, que no olvida a quienes le han dado la vida entera en el servicio del Evangelio”.

Después, ha tenido un recuerdo particular hacia los presbíteros fallecidos durante el último año: D. Francisco Águila López, D. Jesús Cañones Cañones, D. Manuel Peláez Juárez, D. Manuel Francisco Valenzuela Bruque, D. Juan Herreros Serrano, D. Antonio Barredo Salazar y D. Andrés Santisteban Moreno.

Don Sebastián ha agradecido a Dios la entrega y el sacrificio de estos sacerdotes, recordando que “cada uno de ellos -con su estilo propio, sus virtudes, sus fragilidades- ha sido un regalo para esta Diócesis. En sus manos se ha derramado la misericordia de Dios; en sus labios, el consuelo de la Palabra; en sus corazones, la cercanía fiel de un pastor que ha querido a su gente”.

Asimismo, ha recordado que la Iglesia “no reza por los difuntos desde la tristeza, sino desde la certeza de que Cristo ha resucitado. No creemos en un Dios de muertos, sino en un Dios de vivos”. En este sentido, el Pastor ha subrayado, además, que “la muerte no es el final, sino el paso hacia la plenitud”, y ha invitado a los fieles a confiar en que “nada de lo que ha sido entregado por amor se pierde. La vida vence, la misericordia vence, la esperanza vence”.

Finalmente, ha culminado sus palabras confiando en la intercesión de la Virgen María para que “tenga ya junto a su Hijo a nuestros hermanos sacerdotes fallecidos, y que el Buen Pastor, Cristo Jesús, nos conceda vivir el ministerio con la misma entrega confiada de nuestros hermanos difuntos”.

Antes de impartir la bendición final, se ha elevado una oración especial por los sacerdotes difuntos, pidiendo al Señor que escuche las súplicas de su Iglesia y les conceda la indulgencia y el descanso eterno.

Finalmente, la celebración eucarística ha culminado entonando un canto mariano.

Galería fotográfica: «Misa por los sacerdotes difuntos»

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📖 Reseña literaria: ‘El loco de Dios en el fin del mundo′, de Javier Cercas

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📖 Reseña literaria: ‘El loco de Dios en el fin del mundo′, de Javier Cercas

En la lista de los seleccionados para el premio Médicis extranjero 2025*

El loco de Dios en el fin del mundo es el libro de un escritor en plenitud, que logra convertir una propuesta muy peculiar en un libro magistral.

«Esta no novela, o novela sin ficción, solo podría haberla escrito Javier Cercas. Termina trazando la más entusiasta hagiografía que de un Papa podría haber sido escrita por nadie. Un libro singularmente espléndido»
José María Pozuelo Yvancos, ABC Cultural

Descripción de El loco de Dios en el fin del mundo
«Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso. Pero aquí me tienen, volando en dirección a Mongolia con el anciano vicario de Cristo en la Tierra, dispuesto a interrogarle sobre la resurrección de la carne y la vida eterna. Para eso me he embarcado en este avión: para preguntarle al papa Francisco si mi madre verá a mi padre más allá de la muerte, y para llevarle a mi madre su respuesta. He aquí un loco sin Dios persiguiendo al loco de Dios hasta el fin del mundo».

Este es el arranque fulgurante de este libro único, que nadie había tenido la oportunidad de escribir, entre otras razones porque el Vaticano jamás le había abierto de par en par sus puertas a un escritor. Pero, además de único, este es un libro de plenitud, donde su autor logra convertir una propuesta insólita en un relato propio y magistral: un thriller sobre el mayor misterio de la historia de la Humanidad. Con esta novela sin ficción, Javier Cercas vuelve a su línea más personal, en la que logra enlazar sus obsesiones íntimas con una de las preocupaciones fundamentales de la sociedad actual: el papel en la vida humana de lo espiritual y lo transcendente, el lugar en ella de la religión y el ansia de inmortalidad.

(Tomado de la Editorial «Random House»)

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Entrevista con las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, en “El Espejo”

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Programa emitido en COPE Granada el 7 de noviembre.

Con motivo de la celebración de acción de gracias en la Eucaristía presidida esta semana por nuestro arzobispo de la congregación Misioneras Cruzadas de la Iglesia, entrevistamos a su hermana Provincial para Europa y África, Emiliana Mamani Martínez.

Entre otras noticias, también dedicamos espacio al Día de la Iglesia diocesana, que celebramos el domingo día 9 con el lema “Tú también puedes ser santo”.

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“Los tiempos litúrgicos y el órgano”

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Conferencia inaugural del II Curso “El órgano litúrgico”.

El próximo día 11 comienza la segunda edición del Curso “El órgano litúrgico”, que se ofrece en distintos puntos de la diócesis, entre ellos en la Curia Metropolitana. En su sede (Plaza Alonso Cano), a las 19:30 horas, tendrá lugar la conferencia inaugural, abierta a la asistencia de todo el mundo, aunque para el Curso es necesaria la inscripción previa.

La conferencia inaugural estará a cargo del delegado episcopal de Liturgia de Granada, D. Pablo Castilla Domínguez.

“Granada cuenta con un rico patrimonio de órganos, algunos restaurados por el antiguo ‘Taller de organería’ de la Caja de Ahorros de Granada, hoy desaparecida. Sin embargo, son escasos los que cumplen su función litúrgica. El órgano litúrgico tiene unas singularidades que lo diferencian del órgano de concierto. Se requieren conocimientos de liturgia para conocer los momentos en los que se puede tocar y el repertorio adecuado. Leer partituras de canto gregoriano en tetragrama, partituras corales y de órgano, saber realizar el acompañamiento de melodías, transporte, improvisación, etc. Conocer los repertorios de órgano medievales, renacentistas, barrocos, con sus ornamentaciones, clásicos, románticos y contemporáneos es el objetivo del curso, y el de la conferencia, enmarcarlos en los tiempos litúrgicos adecuados”, explican los organizadores del II Curso de órgano litúrgico.

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Testimonio de santidad en nuestro tiempo

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Este domingo, 9 de noviembre, se celebra el Día de la Iglesia Diocesana. La última entrega de Iglesia en Córdoba ofrece una visión general de todo lo que supone el anuncio, la celebración y la vivencia de la fe en la realidad de la Diócesis

Este año se cumplen 150 años de la fundación de la Compañía de las Hermanas de la Cruz y el historiador Manuel Antonio Pérez recoge para Iglesia en Córdoba siglo y medio de oración, humildad y servicio de la fundación que llena Córdoba de presencia “viva y fecunda”. Conocemos también esta semana el testimonio de la periodista Isabel Durán en las Jornadas de Otoño organizadas por la Asociación Presencia Cristiana.

Toda la actualidad diocesana en el semanario de información y formación cristiana, Iglesia en Córdoba.

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