Damos gracias a Dios porque, un año más, estamos celebrando a nuestra Madre y Patrona: Nuestra Señora, la Virgen del Mar. Recordamos con amor y agradecimiento a los devotos que durante este año han fallecido y a las personas enfermas e impedidas que no pueden participar de esta celebración. Hermanas y hermanos congregados en torno a la Virgen del Mar.
Querida Hermandad de la Virgen del Mar, Hermano Mayor, Camareras y Horquilleros que vivís la fraternidad con tanto esmero. Jóvenes que lleváis a Nuestra Señora en vuestro corazón. Hermandades filiales. Superior y Comunidad de los Padres dominicos, guardianes de nuestra patrona. Ilustrísima Alcaldesa, Autoridades municipales, provinciales y regionales. Autoridades militares, judiciales, académicas y portuarias, Sr. Deán y Cabildo de la Catedral. Religiosas y religiosos de la vida consagrada. Sr. Vicario General. Sacerdotes, Párrocos, Diácono permanente y Seminaristas. Presidente de la Agrupación de hermandades y cofradías. Hermanas y Hermanos Mayores. Coral de Vélez Rubio, que nos ayudáis a rezar. Querida Comunidad:
Estamos sumergidos en este Año Jubilar donde todos somos peregrinos de esperanza. El sentido de toda fiesta, decía estos días en un programa de radio, es que, olvidándonos de todos los problemas y divisiones, vivimos unos días todos juntos, sin distinciones, en torno a la esperanza. Pues sin esperanza nunca habrá fiesta.
Cristo, nuestra esperanza, es precisamente el tema de este Año Santo. Quizás intuyes cuánta necesidad tenemos de la esperanza. Seguramente estás oyendo que el mundo está en apuros, enfrentando desafíos cada vez más graves y preocupantes. Tú o quienes te rodean pueden verse afectados por el sufrimiento, la enfermedad o la discapacidad, el fracaso, la pérdida de un ser querido; y, ante esta prueba, tu corazón se llena de tristeza y angustia. ¿Quién vendrá en nuestra ayuda? ¿Quién tendrá compasión de nosotros? ¿Quién vendrá a salvarnos?
En el Evangelio está la clave. Más bien dichosa porque escucha la Palabra de Dios y la cumple, escuchamos hoy el piropo de Jesús a su Madre. Y es que la verdadera fe tiene sus implicaciones. La fe no se trata de un pietismo –tan frecuente como inútil– consistente en acumular prácticas religiosas, sin más; tampoco se trata de una falsa religiosidad fundada en sensibilidades y consuelos; más bien es todo lo contrario. Fe es inculcar firmeza, espíritu de justicia y fortaleza, basados en el amor a Dios por encima de todas las cosas, en el prójimo y en la creación, nuestra casa común. Fe es una sólida piedad disciplinada, no abandonada al gusto del momento, ni a los vaivenes de los sentimientos y de las modas, y mucho menos a merced de lo que a mí más me conviene.
María, Nuestra Señora, viene de la mar, y se acerca a nosotros para afianzarnos en la fe, como hace 500 años. Déjanos Señora que plasmemos nuestras preocupaciones en este nuevo año que venimos a celebrarte. A veces rezamos sin darnos cuenta, pero en la Oración Colecta, al principio de la Misa, hemos proclamado que, por Santa María, nos veamos libres de las inquietudes de este mundo y vivamos según su corazón. Yo os quiero recordar hoy tres de las vicisitudes que más nos preocupan y ponerlas en las manos de la Virgen del Mar con su hijo: 1. Las migraciones 2. Las guerra. 3. Las redes sociales.
1. Como tú, de la mar hemos venido todos, desde los primeros pueblos que poblaron nuestras costas, somos hijos de iberos, cartagineses, romanos, los pueblos del norte de África, … somos hijos de la mar de los pescadores en busca de alimento, la mar de los turistas que llenan nuestros hoteles y fotografían nuestra historia, la mar de los refugiados y de los que vienen a buscar una vida mejor, la mar de los conquistadores y de los buscavidas, la mar de los piratas, la mar de los náufragos, cementerio de tanta gente inocente, la mar de los migrantes, con sus idas y sus venidas. Parece que olvidamos nuestra historia, posicionándonos en un mundo que no nos corresponde.
Nosotros también hemos sido emigrantes. Me dijo el cardenal de Marsella, que su abuela emigró desde nuestro pueblo de Nacimiento a Argelia, porque no tenían que comer y más tarde a Marsella. Nuestro inmigrante más famoso es san Indalecio, nuestro patrón, que nos evangelizó. Pero seguimos cerrando los ojos y más preocupante el corazón de la misericordia.
Virgen del Mar, tu que has sido emigrante y refugiada en Egipto, ayúdanos a crear puentes que unifiquen las diversas orillas que nosotros nos hemos creado.
2. El mundo está herido de muerte. Al menos en este momento hay 56 conflictos armados. Desde los más intensos, que contemplamos en las noticias de cada día, como los de Gaza, Ucrania y Sudán, hasta los menos conocidos que, a menudo, involucran a actores no estatales, o las guerras congeladas que siguen sin resolverse, pero siempre corren el riesgo de reavivarse, como ocurrió recientemente con la disputa fronteriza entre Tailandia y Camboya o la disputa entre Pakistán e India, por Cachemira, o Yemen, asolado por una guerra civil olvidada durante más de diez años, o Armenia y Azerbaiyán, que podría poner fin a más de 30 años de derramamiento de sangre y malentendidos, o el Sahel, donde arrecia la violencia yihadista, pasando por Etiopía, Somalia y Libia, divididos por otra guerra olvidada.
Conflictos que generan dolor y sufrimiento entre las poblaciones. Siempre padece el pueblo sencillo, y sufren y se martirizan a los niños inocentes (como en los tiempos de Herodes). A ellos, sin que nadie les pregunte, se les arrebata la vida, vaya usted a saber por qué intereses. Quizá porque la guerra genera riqueza, miles de millones en armamento y después nos pondremos la medalla de ayudar a restaurar las tierras que antes (con nuestro silencio) se han arrasado. Siempre ganan los mismos, nada se hace gratis.
El Custodio de Tierra Santa, Padre Francesco Lelpo, nos pide que oremos para que la comunidad internacional no se quede de brazos cruzados, sino que intervenga para promover la paz, el respeto del derecho internacional y la seguridad de los civiles, los trabajadores humanitarios y los periodistas.
Virgen del Mar, tú que engendraste al Príncipe de la Paz, ayúdanos a construir la paz, ante esta tercera guerra mundial fragmentada, como decía el papa Francisco, que ya estamos fraguando. Ayúdanos, para que después no nos echemos la mano a la cabeza, cuando no haya remedio.
3. También estamos preocupados por el universo digital, que además de su impacto ecológico, afecta la vida psicológica de los que lo consumimos y nos consumimos en él, donde nos encontramos todos desde los niños hasta los ancianos. Cada día hay más estudios que cuestionan los efectos psicosociales de las tecnologías, que tanto influyen en nuestra forma de vivir y de ser, en nuestra relación con los demás y con Dios.
En el año 1946, Georges Bernanos, en literato francés, escribía: No entenderemos la civilización moderna si no admitimos primero que es una conspiración universal contra toda forma de vida interior. Cada día estamos más conectados, pero nunca más solos, nunca hemos conocido tantas soledades e individualismos. Las noticias falsas, la manipulación de la realidad, el anonimato diabólico tras el que se esconden los que insultan y difaman, el diluvio de solicitaciones digitales, la homogeneización de las conciencias, las vidas incorpóreas, hace que nuestros niños, adolescentes y jóvenes vivan una vaciedad, un desierto interior, que les aleja del compromiso, pues la inmersión digital les ha hecho ingenuos entregándose a ella sin ningún tipo de discernimiento. Y aún no sabemos hasta donde llegará la inteligencia artificial, esa a la que nos dirigimos y hablamos con ella como si fuera una persona.
Sin embargo, el Papa León XIV llama a dar un salto adelante. Rechazando el derrotismo, instó a los influyentes católicos en su Jubileo, a atreverse a sembrar esperanza en los caminos digitales, sobre todo pensando primero en los que sufren, en los que están desesperados, en los que tienen el corazón vacío, en los que han perdido el sentido de la existencia y el gusto por la vida interior y espiritual. Por ello, pidió a estos nuevos misioneros que se comprometieran a nutrir las redes sociales y los entornos digitales con una verdadera esperanza cristiana.
Virgen del Mar, tu que eres la mujer que escucha, medita y guarda los acontecimientos en tu corazón, como hemos leído tantas veces en los evangelios, ayúdanos a ser un pueblo que escuche, dialogue, y busque el entendimiento entre todos en un mundo desmembrado y demasiado polarizado.
Queridas hermanas y hermanos: La fe es compromiso con un mundo que se fragmenta en mil pedazos y los creyentes debemos ser lazos de unidad. Siempre, pero en este momento más que nunca, la implicación de los cristianos debe ser real, debemos estar en todas las asociaciones, partidos políticos, movimientos ciudadanos, para ser vínculos de unión, para descubrir la verdad sobre Dios y sobre la humanidad, para ser fuente de esperanza y de paz. Y la verdad se descubre en el diálogo sincero, en la búsqueda de fraternidad, en los encuentros en nuestras distintas maneras de pensar, en generar espacios de encuentro, en compartir lo que cada uno tenemos para que esta sociedad (no podemos permanecer ajenos a ella) se convierta en un espacio más humano y por lo tanto más fraterno.
El papa León XIV, no dice que los creyentes no podemos huir de los espacios de presencia. Como María, debemos ser verdaderos testigos, habitados por el Evangelio, no para exhibirnos en una lógica de autopromoción, sino para servir a la vida interior y espiritual de los demás.
La fe, os he dicho al principio de estas palabras, tiene sus implicaciones, es compromiso, es búsqueda de Dios que nos encontraremos en los caminos de servicio, entrega y presencia de María, en los caminos samaritanos de ayuda al que yace abandonado en la cuneta de la vida, en las orillas de la mar de pescadores, en los caminos del Calvario de una vida entregada y en el camino de Emaús, donde el pastor bueno busca a la oveja perdida, a todos aquellos que huimos vacíos hacia las sombras de las noches de este mundo.
Pero tú, Madre, nos traes con tu Hijo en brazos, vida y esperanza nuestra. Después de todo estamos en tus manos que nos acogen con tanta ternura, vengamos de donde vengamos, seamos como seamos, pensemos lo que pensemos, en tus manos por siempre, Madre del Mar.
Almería, 31 de Agosto de 2025
+ Antonio, vuestro obispo
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