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Mensaje de Navidad

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La Navidad de Dios

2025

En Navidad escuchamos la Palabra de dios que nos invita a saber que «tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo unigénito» (Jn 3,16) y «puso su morada entre nosotros y hemos visto su gloria» (Jn 1, 14).

Dios sigue naciendo en el pesebre de cada persona y la ilusión, el gozo y la alegría sigue llamando a la puerta de nuestras tristezas y rutinas. ¡No cierres la puerta! La Navidad no es una fiesta cualquiera, es una fiesta con sabor a misterio divino y a familia reunida.

Navidad pide silencio contemplativo ante el misterio y turrón sobre la mesa.

Navidad es un evento histórico y, a la vez, un misterio.

Navidad es el nacimiento de Cristo y el nacimiento de la Iglesia.

Su cuna fue un pesebre, pero ahora tiene una cuna mejor: tu corazón, frágil o de barro, si tú lo dejas.

Navidad es el encuentro de lo divino con lo humano y lo humano con lo divino en la persona de Jesús.

Jesús nos trae el regalo de la paz donde hay tanta guerra, calor donde hay tanto frío, unión donde hay tanta división; vida donde hay tanta muerte.

La Navidad es la gloria a Dios en el cielo y en la tierra, por eso decimos: paz a los hombres que aman el Señor.

Os deseo a todos un tiempo de paz y que el amor de Dios se derrame en cada corazón.

¡Feliz Navidad!

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

Mensaje de Navidad del Obispo de Cartagena- 2025

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Mensaje de Navidad del Obispo de Cartagena- 2025

Mensaje para la Navidad de 2025

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Es Navidad. Queridos hermanos y hermanas, en Belén se vuelve a encender la grandeza de una luz pequeña, la luz de un Dios que se hace Niño y entra en nuestra historia con ternura. El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros: Dios entra en la historia, toma nuestra humanidad, se pone a nuestra altura para levantarnos a la suya.

El pesebre de Belén es el signo de que Dios se “desarma”, que elige la humildad para salvarnos. En ese Niño, Dios nos dice: no estás solo, nunca estás solo. La Navidad revela que el ser humano -tú y yo- somos alguien, amados hasta el extremo. Por eso, la Navidad ya lleva dentro la Pascua: el que nace para nosotros, vivirá para nosotros, morirá y resucitará por nosotros. La luz del portal es la misma que vencerá toda oscuridad en el Aleluya eterno.

Navidad es la luz y la esperanza que sostuvo a nuestros mártires, desde San Torcuato hasta Avelino Aguilera y sus 50 compañeros. El Niño Jesús es el Príncipe de la Paz. Navidad es pedir que el amor sea más fuerte que el odio, es sostener nuestra mirada con los que más sufren. La situación extrema de violencia sigue destrozando vidas en Tierra Santa, en Ucrania y en otros muchos lugares del mundo. Solo Dios es la Esperanza que no defrauda y desde el portal de Belén nos compromete a ser también nosotros constructores de paz y de esperanza: en casa, en el trabajo, en la familia, en la parroquia, en las calles del mundo, en definitiva, en nuestro corazón.

La pobreza del portal nos recuerda también tantas heridas de nuestra sociedad: una sociedad dividida, fracturada, tensionada y muy agresiva. En el establo de Belén encontramos el antídoto: vivir unidos, como María, José y el Niño-Dios. Porque somos la Iglesia sinodal, es decir una familia, la comunión y el amor son nuestra identidad.

El camino de la Sagrada Familia hasta Belén nos recuerda que en España hay millones de personas en exclusión. Pienso en los migrantes y refugiados que buscan un futuro seguro. La fe, la Navidad, nos pide ser hospitalarios, abrir puertas y abrir el corazón. Ellos son el rostro de María y José buscando posada; ellos son Jesús olvidado en todos. Gracias a Cáritas y a todos los que cuidáis, con discreción y mucho cariño, la dignidad de las personas más frágiles y vulnerables. Gracias por abrazar la soledad de tantos mayores en cada rincón de nuestra diócesis.

El Niño Jesús se vuelve vida en la Iglesia; en la Eucaristía, en el sagrario -allí el Señor nos espera y se nos entrega-; en la familia, donde se aprende a amar; en los pobres, donde Cristo nos espera; y en el perdón tan necesario, que reconstruye lo que parecía perdido. Gracias, queridos sacerdotes, queridos consagrados y laicos comprometidos, por vuestra entrega siempre sin condiciones.

Nos decía el Papa León en la audiencia jubilar del pasado 6 de diciembre que “La Navidad de Jesús nos revela un Dios que nos involucra: María, José, los pastores, Simeón, Ana, y más adelante Juan Bautista, los discípulos y todos los que encuentran al Señor son llamados a participar. Es un gran honor, ¡y qué vértigo! Dios nos involucra en su historia, en sus sueños”. Os invito a involucraros esta Navidad, a vivir interiormente este encuentro salvífico con oración, con los sacramentos, y con gestos concretos de caridad y reconciliación. Y entonces, 24-7, es decir, siempre, será Navidad. Eso es lo que necesita nuestro mundo y, entonces, nuestro mundo encontrará la verdadera paz.

Que la luz de Belén renueve nuestra esperanza, cuide a nuestras familias y nos recuerde que Dios está siempre, absolutamente siempre, de nuestra parte y con nosotros.

! Feliz y Santa Navidad a todos. Os deseo un año 2026 lleno de las mejores bendiciones del Señor¡¡Feliz y Santa Navidad!!

Mensaje de Mons. Francisco Jesús Orozco, obispo de Guadix, para la Navidad de 2025

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Es Navidad. Queridos hermanos y hermanas, en Belén se vuelve a encender la grandeza de una luz pequeña, la luz de un Dios que se hace Niño y entra en nuestra historia con ternura. El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros: Dios entra en la historia, toma nuestra humanidad, se pone a nuestra altura para levantarnos a la suya. El pesebre de Belén es el signo de que Dios se “desarma”, que elige la humildad para salvarnos. En ese Niño, Dios nos dice: no estás solo, nunca estás solo. La Navidad revela que el ser humano tú y yo somos alguien, amados hasta el extremo. Por eso, la Navidad ya lleva dentro la Pascua: el que nace para nosotros, vivirá para nosotros, morirá y resucitará por nosotros. La luz del portal es la misma que vencerá toda oscuridad en el Aleluya eterno. Navidad es la luz y la esperanza que sostuvo a nuestros mártires, desde San Torcuato hasta Avelino Aguilera y sus 50 compañeros. El Niño Jesús es el Príncipe de la Paz. Navidad es pedir que el amor sea más fuerte que el odio, es sostener nuestra mirada con los que más sufren. La situación extrema de violencia sigue destrozando vidas en Tierra Santa, en Ucrania y en otros muchos lugares del mundo. Solo Dios es la Esperanza que no defrauda y desde el portal de Belén nos compromete a ser también nosotros constructores de paz y de esperanza: en casa, en el trabajo, en la familia, en la parroquia, en las calles del mundo, en definitiva, en nuestro corazón. La pobreza del portal nos recuerda también tantas heridas de nuestra sociedad: una sociedad dividida, fracturada, tensionada y muy agresiva. En el establo de Belén encontramos el antídoto: vivir unidos, como María, José y el Niño-Dios. Porque somos la Iglesia sinodal, es decir una familia, la comunión y el amor son nuestra identidad. El camino de la Sagrada Familia hasta Belén nos recuerda que en España hay millones de personas en exclusión. Pienso en los migrantes y refugiados que buscan un futuro seguro. La fe, la Navidad, nos pide ser hospitalarios, abrir puertas y abrir el corazón. Ellos son el rostro de María y José buscando posada; ellos son Jesús olvidado en todos. Gracias a Cáritas y a todos los que cuidáis, con discreción y mucho cariño, la dignidad de las personas más frágiles y vulnerables. Gracias por abrazar la soledad de tantos mayores en cada rincón de nuestra diócesis. El Niño Jesús se vuelve vida en la Iglesia; en la Eucaristía, en el sagrario -allí el Señor nos espera y se nos entrega-; en la familia, donde se aprende a amar; en los pobres, donde Cristo nos espera; y en el perdón tan necesario, que reconstruye lo que parecía perdido. Gracias, queridos sacerdotes, queridos consagrados y laicos comprometidos, por vuestra entrega siempre sin condiciones. Nos decía el Papa León en la audiencia jubilar del pasado 6 de diciembre que “La Navidad de Jesús nos revela un Dios que nos involucra: María, José, los pastores, Simeón, Ana, y más adelante Juan Bautista, los discípulos y todos los que encuentran al Señor son llamados a participar. Es un gran honor, ¡y qué vértigo! Dios nos involucra en su historia, en sus sueños”. Os invito a involucraros esta Navidad, a vivir interiormente este encuentro salvífico con oración, con los sacramentos, y con gestos concretos de caridad y reconciliación. Y entonces, 24-7, es decir, siempre, será Navidad. Eso es lo que necesita nuestro mundo y, entonces, nuestro mundo encontrará la verdadera paz. Que la luz de Belén renueve nuestra esperanza, cuide a nuestras familias y nos recuerde que Dios está siempre, absolutamente siempre, de nuestra parte y con nosotros. ! Feliz y Santa Navidad a todos. Os deseo un año 2026 lleno de las mejores bendiciones del Señor¡¡Feliz y Santa Navidad!!

Mensaje de Navidad 2025 de D. José Antonio Satué, Obispo de Málaga

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Mensaje de Navidad 2025 de D. José Antonio Satué, Obispo de Málaga

Navidad. Contempla, celebra y comparte

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Queridos diocesanos, hermanas y hermanos de Málaga y Melilla:
No sé si sois de los que acogen la Navidad con ilusión o de los que esperan que llegue cuanto antes el día siete de enero; pero, en cualquier caso, os invito a vivirla con la intensidad que merece, conjugando tres verbos.
Contemplar. Leed el Evangelio del nacimiento de Jesús o contemplad un Belén como si estuvierais presentes en el establo donde Jesús nació: mirad a Jesús como María y José, imaginad los olores de aquel lugar, acoged con ternura al recién nacido, acariciad su piel y dejad que su manecita se agarre a la vuestra. Este ejercicio, tan propio de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio y aparentemente infantil, conseguirá que el misterio de Dios se introduzca en vuestra sensibilidad y vaya moldeando vuestra vida.
Al arrodillarnos ante el pesebre de Belén, aprenderemos que los colores del verdadero amor son la compasión, la cercanía y la paciencia. Dejemos que el Niño Dios nos mire y en sus ojos veremos reflejado el ser de Dios y su amor por la humanidad. Dios se hizo pequeño y entró en la historia humana con la lógica del amor: no humilla a los que ama, sino que los eleva; no se impone, sino que se ofrece. Es el Enmanuel, “Dios-con-nosotros”, la Palabra hecha carne.
Celebrar. El Hijo de Dios nace en el seno de la familia de María y José y es reconocido por unos pobres pastores, que celebran su presencia con alegría. Hoy, el misterio de Dios encarnado se hace visible en vuestras familias y en vuestras comunidades cristianas.
Cuando nos acercamos a cada hermano y hermana con sinceridad y sin prejuicio, cuando nos escuchamos y nos perdonamos, cuando brindamos juntos por tantas cosas buenas que Dios nos regala, Jesús vuelve a nacer entre nosotros, crece la fraternidad, y la fraternidad despierta la esperanza.
Compartir. Quien se acerca a Jesús Niño aprende a estar cerca de los demás, especialmente de los pobres, los descartados y los frágiles. Él, que nació en un establo y se vio obligado a emigrar a Egipto, nos desinstala de nuestra comodidad y nos pone en camino hacia el hermano. No celebraremos la Navidad si no nos acercamos a quienes viven en la intemperie de la vida. Por eso, Cáritas nos invita a comprometernos para que tener una vida digna deje de ser una cuestión de suerte.
Al encontrarnos con los pobres, no sólo les llevamos alguna ayuda, sino que en ellos nos encontramos con Jesús. Ellos son la manifestación –la epifanía– cotidiana de su presencia en medio de nosotros. Si queréis ser amigos de Jesús, haceos amigos de los necesitados, acompañadlos con humildad, escuchad sus historias con respeto y veréis cómo Dios os salva desde ellos.
Que esta Navidad, hermanas y hermanos, nos haga más contemplativos, más fraternos y más solidarios.

+ José Antonio Satué
Obispo de Málaga

Horarios de misa en la solemnidad de la Natividad del Señor en la Catedral

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Horarios de misa en la solemnidad de la Natividad del Señor en la Catedral

La Catedral de Sevilla acogerá este 24 de diciembre, la tradicional celebración de la Misa del Gallo a las once de la noche, presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Los fieles podrán acceder a la Catedral desde las diez de la noche, por la Puerta de San Miguel y la Puerta del Bautismo.

La solemnidad de la Natividad del Señor, el jueves 25 de diciembre, será a las diez y media de la mañana.

Las misas se retransmitirán a través del canal de Youtube de la Catedral.

Sobre las visitas culturales, la Catedral permanecerá abierta el 24 de diciembre de once de la mañana a una de la tarde. El 25 de diciembre no habrá visitas.

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Ver este artículo en la web de la diócesis

Felicitación de Navidad y año nuevo del Obispo de Jaén, Monseñor Sebastián Chico

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Como cada año, el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, ha hecho público su mensaje de Navidad, que en esta ocasión ha sido grabado en el Belén Belén del Monasterio de Santa Clara de Jaén, y con el que ha querido entrar, una vez más, en los hogares de los jiennenses para anunciar “la mejor noticia de la historia, la noticia que no envejece ni pasa de moda: Dios no se ha quedado al margen de nuestra vida. No ha mirado la historia desde lejos. Ha entrado en ella. Y lo ha hecho de la forma más sencilla y más desarmante: como un niño. Frágil. Pobre. Vulnerable”.

En su felicitación navideña, el Pastor diocesano ha subrayado que este misterio de la Navidad viene a decirnos “algo muy claro: que ninguna vida es irrelevante y que ninguna oscuridad del alma es definitiva, que siempre hay esperanza”, recordando, además, que en la conclusión del Año de la Esperanza “cuánto hemos aprendido sobre ella. ¡Cuántas semillas ha sembrado y cuántos frutos está dando!”.

El Obispo ha puesto, además, el acento en que “este 2025 hemos descubierto cuál es la esperanza con mayúsculas: Dios se encarna, toma nuestra piel y nuestro corazón. Comparte nuestra historia, se hace uno de nosotros”, afirmando que Dios “conoce de nuestras heridas y cansancios; nuestras alegrías y esperanzas; y tanto ayer como hoy, sigue actuando, cada día”. Desde esta certeza, ha exhortado a todos, y de manera especial a los cristianos, a elegir “otro camino: el camino que nos conduzca a la paz, al diálogo y al encuentro”, en un mundo marcado “por la crispación, por la desconfianza y por la polarización que tanto daño hacen”.

Del mismo modo, ha destacado el papel de la Iglesia, llamada a ejercer, como lo ha hecho siempre, “de voz profética. Como Iglesia, nosotros debemos anunciar el Evangelio con valentía; denunciar todo lo que hiere la dignidad humana; acompañar, con misericordia, a quienes quedan en los márgenes; en las periferias existenciales, que le gustaba decir a nuestro querido Papa Francisco”.

El Prelado del Santo Reino ha dirigido también una palabra especial a los jóvenes, animándolos a no tener miedo y recordándoles que “Cristo no apaga vuestros sueños. La Iglesia os necesita: No os conforméis con una vida pequeña; soñad a lo grande y dejad que el Señor nazca también en vuestro corazón y os convierta en sembradores de esperanza”.

En su mensaje, Don Sebastián Chico Martínez ha querido tener, también, un recuerdo agradecido para el Papa Francisco, por el legado dejado a la Iglesia, así como para el Papa León XIV, que continúa guiando “el rumbo de la barca de Pedro”, subrayando la comunión de la Iglesia diocesana de Jaén con el Santo Padre.

Del mismo modo, el Obispo de Jaén ha tenido palabras de acción de gracias por la beatificación de los 124 mártires del siglo XX, “testigos de la esperanza que no defrauda”, cuya memoria “no nos ata al pasado, sino que nos impulsa a vivir el presente con mayor fidelidad y más entrega”.

Asimismo, ha puesto la mirada en el 2026, “un año que se abre con retos y muchas posibilidades”, invitando a crecer como Iglesia diocesana “en sinodalidad, a seguir caminando juntos y fortaleciendo el sentido de la corresponsabilidad. La Iglesia es la casa de todos, y por eso es, también, tarea de todos”.

Finalmente, a las puertas de la Navidad, el Obispo ha querido acordarse de quienes viven estos días en la soledad, la enfermedad, el duelo o la incertidumbre, para decirles con sencillez: “no estáis solos. Dios ha querido compartir vuestra fragilidad. Y la Iglesia, que es madre, también os abraza”. Su mensaje ha concluido poniendo el nuevo año bajo la protección de María y deseando, desde Jaén, “Feliz y Santa Navidad y bendecido 2026”.

Un niño que siembre amor y cosecha esperanza

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Hace tiempo ya que nuestras calles y plazas, los escaparates de los comercios y los balcones, se han engalanado de luces brillantes y colores llamativos que anuncian que algo grande va a pasar. Pasará, sí, porque el mundo gira muy deprisa y pronto se nos “venderán” otras experiencias. Mirar más allá de ese esplendor fugaz nos reclama estar atentos para que no nos pase desapercibida la luz humilde pero eterna que se enciende en un pueblo remoto de Palestina

 

En un mundo obscuro, lleno de sombras de pecado y de muerte, Dios quiso encender una luz pequeña pero poderosa, que alumbra al mundo entero. Lo hizo en Belén. Sus padres, José y María, habían acudido a empadronarse obedeciendo el mandato del rey Herodes. Y, como no había sitio para ellos en ninguna posada, por ser una familia humilde y sencilla, tuvieron que resguardarse en un pobre portal. Allí, rodeado de animales, nació el Niño. Dios se hizo hombre adoptando la forma más humilde, la forma de un Niño indefenso y frágil, y se hizo hombre por amor al hombre, para mostrar que hasta la persona más humilde merece su amor, para darnos a entender hasta qué punto ama la condición humana. De igual modo, nació marginado para hacer patente que todo marginado es también hijo de Dios y que ninguno queda fuera de la órbita de su amor.

 

Al contemplarlo en la cuna, no sólo nos sentimos amados por él, sino que también percibimos su llamada a amar a los que, como él, viven en la marginación y en la pobreza. Dios se hizo niño para enseñarnos a amar, para enseñarnos la necesidad de cuidarnos los unos a los otros. Lo hicieron con él los más pobres, los pastores, que le llevaron requesón y miel. Lo hicieron los vecinos, pero también los sabios llegados de oriente, gente noble y pudiente que también le ofreció sus regalos. Aquella familia no hubiera podido sobrevivir sin el cuidado amoroso del Padre, expresado tiernamente por los vecinos, pero también por los llegados de lejos.

 

Definitivamente, hay otra Navidad: la Navidad de un Dios que se hace niño para salvarnos, mostrándonos al mismo tiempo su amor a los pequeños y excluidos. Hay otra Navidad, la de aquellos que, fieles a su llamada, se dedican a cuidar y acompañar a los que, como Jesús, carecen de alimento, ropa, vivienda, salud, dignidad. Me refiero, en primer lugar, a los voluntarios que recogen alimentos y los reparten, a los que acompañan a personas solas y agobiadas por el peso de la vida, a los que acogen a los inmigrantes porque no encuentran ninguna posada disponible… Nunca les agradeceremos lo suficiente su testimonio. Me refiero asimismo a los que ofrecen recursos materiales, a los que dan formación, a los que oran por ellos. Gracias también.

 

A punto de concluir el Jubileo de la Esperanza, agradecemos a Dios que, como nos recuerda el misterio de la encarnación, el Misterio de Belén, con su amor ha devuelto la esperanza al mundo entero. Estamos seguros de que, la única manera de cosechar la fruta madura de la esperanza, es sembrar amor. Damos gracias al Señor igualmente porque nos hace partícipes de esa siembra aportando trabajo y colaboración para que a nadie le falte lo necesario para vivir con dignidad, una dignidad que no se mide sólo por el bienestar material y la inclusión social, sino también por el conocimiento de Jesucristo y la vida en gracia, dentro de una Iglesia comunitaria y misionera. Sembrando amor, cosecharemos una esperanza inagotable.

Que el Niño Dios os bendiga. ¡Feliz Navidad!

+ Jesús, Obispo de Córdoba

Mensaje de Navidad del Sr. Administrador Apostólico de Cádiz y Ceuta

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Mensaje de Navidad del Sr. Administrador Apostólico de Cádiz y Ceuta

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