En la Sevilla del siglo XV, la fabricación de libros era una labor artesanal en la que participaban escribanos, copistas, correctores, puntadores, iluminadores, encuadernadores, plateros, carpinteros, orfebres, un tejido de profesionales independientes que se organizaban en talleres vinculados a instituciones locales para las que trabajaban pro pretio (por un precio acordado).
La Catedral de Sevilla acaparó la mayor cantidad de producción libraria y, por medio de su mayordomo de Fábrica, pagaba la elaboración de los libros destinados al uso litúrgico a los talleres laicos de la ciudad.
De entre los más de treinta artífices activos y documentados entre 1420 y 1500, protagonistas de la llamada “escuela sevillana de miniatura” en la segunda mitad del siglo, nos acercaremos a la figura de Pedro de Toledo, personalidad muy destacada en ese ambiente artístico. Trabajó en la Catedral de Sevilla entre 1430 y 1436, período en el que aparecen apuntes de su actividad en los Libros de Fábrica de la sede hispalense. En 1435 figura en la mayordomía de Juan Martínez de Vitoria como “escriuano de letra gruesa” y también se le reconoce expresamente como iluminador.
Su primera obra documentada es la iluminación del Misal Mixto de Sevilla (1428-1433), un códice en cuatro volúmenes, en latín, con notación musical cuadrada, que actualmente se encuentra en la Biblioteca Capitular Colombina y que parece responder a la necesidad de encargar un misal mixto o plenario que recogiera el culto de la Catedral hispalense en un momento de intensa actividad litúrgica. Colaboró como copista junto al sacristán Juan García y a Francisco Sánchez ‘el Viejo’. En 1431 viajó a Roma, donde establecería contactos con artistas italianos y adquiriría nuevos esquemas decorativos.
Cada tomo del misal corresponde a una época del año: el primer tomo contiene la parte de invierno; el segundo, la de primavera; el tercero, la de verano; y el cuarto, la de otoño.
Como pieza del mes hemos escogido el tercer tomo, iluminado y copiado íntegramente por Pedro de Toledo entre julio de 1430 y mayo de 1431, que contiene: calendario de Sevilla, domingos del temporal; orden de la misa, prefacios y canon; común de santos; misas votivas; inicios musicales del Gloria y del Credo. De gran formato, en pergamino muy recio, se compone de 29 cuadernos que empiezan por el lado de la carne, con escritura gótica textual formada. La ornamentación no es meramente decorativa, sino que jerarquiza el calendario litúrgico y subraya visualmente el texto. En las letras capitales un marco de oro encuadra el cuerpo de la letra, de azul intenso o carmín, con una fina decoración de hilos blancos, elementos ondulados y formas que semejan aspas o eses. Las orlas foliadas que rodean al texto presentan hojas secas y delgadas de vivo colorido, terminadas en agudas prolongaciones lanceoladas. En algunos cuadernillos las orlas cubren de forma más densa los márgenes del folio con estilizadas cardinas, flores de tres lóbulos y remates en oro, y rasgueos o trazos en tintas negra que se enroscan de forma aguda. Para las rúbricas que preceden a los diferentes cultos y pasajes litúrgicos más destacados utiliza siempre la tinta roja.
Los cuadernillos incluidos en el centro del libro que contienen el canto llano están iluminados por una segunda mano, puesto que se observan tratamientos diferentes en el tamaño y decoración de las letras.
El misal refleja la coexistencia de influencias internacionales con una identidad local emergente, consolidando la reputación artística de Pedro de Toledo en la ciudad. Nos recuerda que, en cada hoja escrita o iluminada a mano, hay un deseo profundo de comunicar a través del arte.
Virtudes de la Riva Pérez
Técnico Superior de Bibliotecas de la Institución Colombina
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