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Comienza un nuevo curso para el Seminario de Almería

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Las primeras semanas de septiembre son muy importantes para nuestros seminaristas, que comienzan el nuevo curso una vez más junto al seminario de Murcia en la Diócesis de Cartagena. Desde el 9 al 12 de septiembre tuvieron los ejercicios espirituales, en la casa de Ejercicios Sagrado Corazón de Guadalupe. Y el 19 de septiembre ha tenido lugar la jornada de inicio del curso lectivo con la Eucaristía en el seminario de Murcia y la entrega de la certificación del título de Bachiller en Teología que han adquirido nuestros seminaristas Juan Antonio, Antonio Jesús, Juan Orta y Jesús Manuel, tras haber aprobado el examen de Grado el pasado julio.

En estos días la Diócesis también se alegra por la entrada al seminario de dos nuevos seminaristas: José Antonio, proveniente de la parroquia de Santo Domingo de El Ejido, y Vicente, de la parroquia de San Francisco Javier de Bayárcal, que se unen a sus compañeros que ya están realizando el primer curso (Pablo), tercero (Raúl y José Antonio) y Jesús Manuel (Año Ministerial). Les deseamos lo mejor a nuestros seminaristas y que tengan un año lleno de frutos en este camino al sacerdocio.

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En imágenes, la clausura del Año Jubilar de la Virgen de las Angustias, Patrona de Guadix

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En imágenes, la clausura del Año Jubilar de la Virgen de las Angustias, Patrona de Guadix

El sábado 21 de septiembre se cerró la Puerta Santa en la iglesia de la Virgen de las Angustias y, con ella, un Año Jubilar con motivo del Centenario de la Coronación Canónica de la Patrona accitana. El obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco, presidió una celebración de la Eucaristía, en la que se dio gracias por el año vivido y se puso fin a un Año Jubilar que comenzó el 21 de septiembre de 2023 y se ha clausurado justo un año después.

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Domingo XXV del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 22 de septiembre de 2024

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Domingo XXV del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 22 de septiembre de 2024

Este relato del evangelista Marcos, a modo de catequesis, continúa ofreciéndonos una reflexión que culmina con una enseñanza sobre los valores del Reino de Dios y las actitudes que hemos de tener quienes nos consideramos discípulos de Jesús.

 

En la primitiva comunidad cristiana, como en todo grupo humano, hay tensiones en la convivencia y también luchas de poder por conseguir los puestos destacados, la autoridad y el dominio sobre los demás, algo que sigue sucediendo en la Iglesia de nuestro tiempo. Esta realidad también estaba presente en la comunidad formada por Jesús y sus primeros discípulos, algo que el evangelista no oculta.

Quienes tienen aires de grandeza, rechazan la humildad como el servicio, de ahí que Jesús, poniendo a un niño como referente, nos corrija e invite a no querer destacar y ambicionar los primeros puestos, sino a llevar una vida sencilla, de entrega a los demás y de entender nuestro trabajo desde el servicio.

Y, una vez más, anunciando Jesús su pasión y forma de muerte en cruz, los discípulos no podían comprender, porque en las pretensiones personales y meramente humanas de ellos no tenían cabida el dolor ni el sufrimiento, pues no podían aceptar, tampoco entender, que quien ellos identificaban con el Mesías prometido tuviera un final trágico y no de triunfo.

Jesús se nos muestra con una autoridad que se fundamenta en el servicio, y él es el ejemplo de quien lo vive día a día, en total entrega a la comunidad, teniendo en cuenta que en el Evangelio, el amor, el servicio y el sufrimiento suelen ir juntos.

Emilio J. Fernández, sacerdote

https://elpozodedios.blogspot.com/

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Homilía de monseñor Saiz Meneses en la ordenación de once nuevos diáconos (21-09-2024)

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Homilía de monseñor Saiz Meneses en la ordenación de once nuevos diáconos (21-09-2024)

Catedral de Sevilla, 21 de septiembre de 2024.

Lecturas: Ef 4, 1-7. 11-13; Sal 18; Mt 9, 9-13.

“Al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.” (Mt 9,9).

Queridos hermanos y hermanas que participáis en esta celebración: Rectores y formadores de nuestros Seminarios, Consejo Episcopal, Cabildo de la Catedral, presbíteros, diáconos, seminaristas, miembros de la vida consagrada, miembros del laicado, hermanos todos en el Señor. Queridos Manuel Camacho, Alberto Jesús, Manuel Carrasco, Pedro, Javier, Ángel, Teodomiro, Lukas, Cristian, Andrés y Sujith, que recibiréis la ordenación diaconal. Saludo a vuestras familias, que os acompañan en un día tan señalado, las aquí presentes y las que siguen la celebración a través de los medios de comunicación.

Hoy celebramos la fiesta de san Mateo, Apóstol y Evangelista. Era publicano de profesión cuando recibió la llamada de Jesús, pero se levantó y le siguió, según el relato del evangelio. Jesús acoge en el grupo de sus más íntimos a un hombre que, según la concepción religiosa de Israel en aquel tiempo, era considerado un pecador público, porque Mateo colaboraba con una autoridad extranjera, el imperio romano, cuyos tributos solían establecerse de modo arbitrario y abusivo. Por este motivo, los publicanos eran considerados hombres injustos y ladrones. A pesar de su situación, Jesús no lo excluye ni de su llamada ni de su amistad; más aún, responderá a los que se escandalizaban que no necesitaban médico los sanos sino los enfermos; que no había venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (cf. Mc 2, 17). La buena nueva del Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia a todos.

Es muy significativo el hecho de que Mateo responde inmediatamente a la llamada de Jesús, levantándose y siguiendo al Maestro. La brevedad de la frase refleja la prontitud de Mateo en la respuesta. Esto implicaba para él dejarlo todo, dejar un modo de vida acomodado, una fuente de ingresos de dudosa moralidad pero más que segura y abundante. Comprendió que seguir de cerca a Jesús era incompatible con su modo de vida y con su trabajo. En contraste con lo sucedido en la llamada de Jesús al joven rico, este publicano se levantó, y dejándolo todo, siguió al Maestro.

Vosotros también habéis sido llamados, y habéis seguido al Señor, y hoy recibiréis el diaconado, un don del Espíritu Santo para servir a la Iglesia. Como ministros del altar, proclamaréis el Evangelio, prepararéis la Eucaristía y distribuiréis a los fieles el Cuerpo y la Sangre del Señor; de acuerdo con la misión recibida del obispo, exhortaréis y educaréis en la fe, presidiréis la oración, administraréis el bautismo, asistiréis al matrimonio, llevaréis la comunión a los enfermos y el viático a los moribundos, presidiréis las exequias, y serviréis especialmente a los más pobres y pequeños.

Sois llamados y enviados a servir a todo el pueblo de Dios, con especial predilección por los más necesitados, al igual que el Señor. Habéis venido libremente para recibir el orden del diaconado, deseosos de ejercer este ministerio con sencillez y generosidad. Cumpliréis este ministerio observando el celibato, una relación íntima con Cristo para vivir la entrega total de sí mismos al Señor y al rebaño encomendado. Movidos por un amor sincero a Jesucristo os consagraréis a él de una manera nueva, os uniréis a él sirviendo a Dios y a los hombres, y trabajaréis para que todos vivan plenamente como hijos de Dios. Trabajaréis con empeño para que la Palabra de Dios ilumine la vida de las personas, renueve su corazón, lo llene de esperanza y alegría; porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, transforma la mente y el corazón, y se proyecta para renovar todas las cosas, todos los ámbitos de la vida personal, eclesial y social.

La Plegaria de Ordenación nos recuerda que en los inicios de la Iglesia los Apóstoles eligieron como colaboradores suyos en el ministerio de cada día, siete hombres bien vistos de todo el mundo y les encargaron el servicio de los pobres, para poder dedicarse ellos más plenamente a la oración y a la predicación de la palabra. Pediremos al Señor que envíe sobre vosotros el Espíritu Santo, para que os fortalezca y podáis cumplir fielmente vuestro ministerio diaconal mediante la vivencia de las virtudes evangélicas: el amor sincero, el celo por los pobres y los enfermos, la autoridad humilde, la pureza de vida y el comportamiento según el Espíritu. Sobre todo, imitando a Nuestro Señor Jesucristo, que no vino a ser servido sino a servir.

El P. Torres, sacerdote de nuestro presbiterio, canónigo de esta Catedral, que será beatificado el próximo nueve de noviembre, pocos días antes de su muerte recomendaba a sor Ángela de la Cruz que las hermanas “a los enfermos los tratasen en todo momento con verdadera veneración, viendo en ellos la imagen de Jesucristo, que les besaran los pies en señal de servicio y que jamás les hablasen de tú, pues ellos eran los señores a quienes servían las Hermanas de la Cruz; que lucharan con ahínco con el “yo” que carcomía a las comunidades: “No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera”.

San Pablo nos exhorta asimismo a la humildad y amabilidad, a la comprensión, a sobrellevarnos mutuamente con amor y mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. “Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos” (vv. 5-6). Mantener la unidad es condición indispensable para ser creíbles en nuestro ministerio. La unidad se vive a través de una mirada a la Trinidad Santísima, su fuente y origen; una mirada a la Iglesia, familia de la que formamos parte; y, en tercer lugar, una mirada a sus personas, estructuras, y a su misión evangelizadora. La unidad se vive desde la conciencia de Iglesia, desde la solidaridad entre los miembros, desde la necesidad de que cada miembro cumpla su misión específica, aporte su cooperación imprescindible buscando siempre el bien común. Señala Romano Guardini que la Iglesia «no es una institución inventada y construida en teoría…, sino una realidad viva… Vive a lo largo del tiempo, en devenir, como todo ser vivo, transformándose… Sin embargo su naturaleza sigue siendo siempre la misma, y su corazón es Cristo» (Meditaciones de La Iglesia del Señor, 1965).

María santísima es la Madre y Maestra que nos conduce por el camino de la unidad. Ella mantuvo unánimes a los apóstoles en la Iglesia naciente y enseña a los discípulos de su Hijo a vivir en comunión con Dios y en comunión fraterna. En María, la sierva del Señor, encontraréis inspiración y ejemplo. Contempladla en el misterio de su Visitación, cuando se pone en camino y va con decisión a la montaña, a la casa de Zacarías e Isabel. Un viaje misionero por el que sale de sí misma, de su casa, de sus seguridades, y va más allá. Ahí está la clave de vuestra vida de diáconos: una existencia en salida, en peregrinación, más allá de la rutina, de la comodidad, del miedo, del egoísmo y del egocentrismo.

En su respuesta al anuncio del ángel se define a sí misma como “la esclava del Señor”. Por eso se dirige con diligencia a la casa de Isabel para ofrecerle toda la ayuda que pueda necesitar. Ahora bien, el mayor servicio de María consiste en llevar y ofrecer a Jesús. Este es el corazón y la culminación del servicio y de la misión evangelizadora. Encomendamos a la protección de nuestra Reina y Madre, la Virgen de los Reyes, a los nuevos diáconos. Pedimos al Señor que Manuel, Alberto Jesús, Manuel, Pedro, Javier, Ángel, Teodomiro, Lukas, Cristian, Andrés y Sujith, vivan estas actitudes de servicio a Dios y a los hermanos, y que proclamen la Buena Nueva del Evangelio con valentía y nuevo ardor. Así sea.

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Mons. Saiz Meneses a los nuevos diáconos: “Sois llamados y enviados a servir a todo el pueblo de Dios, con especial predilección por los más necesitados”

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Mons. Saiz Meneses a los nuevos diáconos: “Sois llamados y enviados a servir a todo el pueblo de Dios, con especial predilección por los más necesitados”

Manuel Camacho, Alberto Jesús Campos, Manuel Carrasco, Pedro DuoLu Li, Javier Llorente, Ángel López, Teodomiro Ortega, Lukas Pysz, Cristian Omar, Andrés Urtasun y Sujith Vidhyadharan. Estos son los once nuevos diáconos de la Archidiócesis de Sevilla, tras la misa que se ha celebrado esta mañana en una abarrotada Catedral de Sevilla, que ha vivido una de las citas más esperadas del calendario diocesano.

El encargado de ordenar a estos once seminaristas, ocho del Metropolitano y tres del Redemptoris mater, ha sido el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, que les ha marcado las claves de la vida que hoy comienzan: “Una existencia en salida, en peregrinación, más allá de la rutina, de la comodidad, del miedo, del egoísmo y del egocentrismo”.

Los nuevos diáconos han estado arropados por una representación del clero diocesano, entre ellos los responsables de ambos seminarios, Andrés Ybarra y Ramón González; los formadores de los seminarios y el deán del Cabildo Catedral, Francisco José Ortiz.

El arzobispo ha resumido la misión que tienen encomendada por razón de su ordenación diaconal: “Como ministros del altar, proclamaréis el Evangelio, prepararéis la Eucaristía y distribuiréis a los fieles el Cuerpo y la Sangre del Señor; de acuerdo con la misión recibida del obispo, exhortaréis y educaréis en la fe, presidiréis la oración, administraréis el bautismo, asistiréis al matrimonio, llevaréis la comunión a los enfermos y el viático a los moribundos, presidiréis las exequias, y serviréis especialmente a los más pobres y pequeños”. En resumidas cuentas, los nuevos diáconos, que seguirán preparándose para su ordenación sacerdotal el próximo mes de junio, “son llamados y enviados a servir a todo el pueblo de Dios, con especial predilección por los más necesitados, al igual que el Señor”.

Claves del ministerio diaconal

Monseñor Saiz Meneses les ha recordado la libertad con la que han recibido el orden del diaconado, “deseosos de ejercer este ministerio con sencillez y generosidad”, así como algunas claves de su ministerio diaconal: “Cumpliréis este ministerio observando el celibato, una relación íntima con Cristo para vivir la entrega total de sí mismos al Señor y al rebaño encomendado”. Además, les ha pedido que trabajen “con empeño” para que la Palabra de Dios “ilumine la vida de las personas, renueve su corazón, lo llene de esperanza y alegría”.

Los once nuevos diáconos contarán con la oración del arzobispo y de toda la Iglesia diocesana. Así lo ha asegurado el arzobispo: “Pediremos al Señor que envíe sobre vosotros el Espíritu Santo, para que os fortalezca y podáis cumplir fielmente vuestro ministerio diaconal mediante la vivencia de las virtudes evangélicas: el amor sincero, el celo por los pobres y los enfermos, la autoridad humilde, la pureza de vida y el comportamiento según el Espíritu. Sobre todo, imitando a Nuestro Señor Jesucristo, que no vino a ser servido sino a servir”.

“Mantener la unidad es condición indispensable para ser creíbles”

También ha aludido a San Pablo, que “nos exhorta a la humildad y amabilidad, a la comprensión, a sobrellevarnos mutuamente con amor y mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”. En esta línea ha señalado que “mantener la unidad es condición indispensable para ser creíbles en nuestro ministerio”.

En otro momento de la homilía, monseñor Saiz Meneses ha recordado al venerable padre Torres padilla, cofundador de la Compañía de la Cruz, que el próximo 9 de noviembre será beatificado en esta misma Catedral. El arzobispo ha señalado cómo, pocos días antes de su muerte recomendaba a sor Ángela de la Cruz que las hermanas “a los enfermos los tratasen en todo momento con verdadera veneración, viendo en ellos la imagen de Jesucristo, que les besaran los pies en señal de servicio y que jamás les hablasen de tú, pues ellos eran los señores a quienes servían las Hermanas de la Cruz”.

Una liturgia especial

Especialmente emotiva ha sido el momento en que los once candidatos al diaconado se han postrado para escuchar las letanías, como momento previo a la imposición de manos por parte del obispo y la plegaria de ordenación. Posteriormente, los ordenados se han revestido con la estola diaconal y la dalmática. En este momento han contado con la ayuda de sus familiares y amigos más cercanos. De esta manera se ha manifestado visiblemente el ministerio que desde ahora van a ejercer en la liturgia. Finalmente, con la entrega del libro de los Evangelios se ha indicado la función diaconal de proclamar el Evangelio en las celebraciones litúrgicas, así como la de predicar la fe de palabra y de obra.

 

GALERÍA de la ordenación

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Fernando Ruano Segado es ya diácono de la Iglesia de Jaén en su destino hacia el sacerdocio 

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En este día en el que la Iglesia recuerda a San Mateo apóstol, Fernando Ruano ha recibido la ordenación diaconal de manos del Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez, en la que se ha convertido en su primera ordenación como Prelado a un diácono aspirante al sacerdocio, como Obispo de Jaén. Junto con el presbiterio diocesano, el Obispo emérito, Don Amadeo Rodríguez Magro, ha querido compartir con su Diócesis este momento de Júbilo de esta Iglesia particular. 

Fernando Ruano, natural de Arjonilla y de 28 años ha estado acompañado por miembros de su comunidad parroquial, la de Nuestra Señora de la Encarnación, así como su familia, amigos y compañeros del Seminario.  La ceremonia ha sido solemnizada por el Coro y Orquesta MusicAlma. 

Las lecturas han estado participadas por un amigo de Fernando, su compañero de Seminario, Salvador Ruiz y por una feligresa de su parroquia natal. Al finalizar la proclamación del Evangelio, a cargo del diácono permanente, D. Andrés Borrego, el seminarista se ha puesto en pie, a petición del Secretario Canciller, para que el Rector del Seminario, D. Juan Francisco Ortiz confirmara, ante el Obispo, que el joven arjonillero es apto para recibir el ministerio del diaconado. 

 Homilía 

El Obispo Don Sebastián ha comenzado sus palabras saludando al Obispo emérito, al Cabildo Catedral, al presbiterio y a los fieles, en particular a los de la parroquia de Arjonilla, para, inmediatamente dirigirse a los padres del seminarista que iba a ser ordenado con una sentida intervención: “Permitidme que salude de una manera especial a los padres de Fernando, Maricarmen y Fernando. Somos conscientes de que este es un momento de gran emoción y orgullo para vosotros. Habéis acompañado a vuestro hijo desde su nacimiento. Al ofrecerle al Señor lo más valioso para vosotros, habéis dado un ejemplo profundo de entrega y confianza en la voluntad de Dios. Os felicito y os agradezco la gran generosidad de vuestro corazón, que el Señor os la recompense con abundantes bendiciones”. 

Después, se ha dirigido a Fernando para decirle, Fernando, hoy te unes a Cristo en un modo profundo y especial. La vocación diaconal te invita a configurarte con Él, el Siervo de los siervos, quien nos mostró el camino del servicio, la entrega y el sacrificio. A través de tu ministerio, vas a vivir tres compromisos esenciales: el celibato, la obediencia y la oración”. 

Don Sebastián ha ido desgranando cada una de las promesas con las que se acaba de comprometer, para explicar al neodiácono y al pueblo fiel, lo que suponen cada una de ellas.  

Respecto al celibato, el pastor diocesano le ha dicho: “El celibato que prometes hoy es un testimonio de amor radical y exclusivo a Cristo. Al renunciar al matrimonio, eliges amar de manera plena y desinteresada a Dios y a la comunidad que Él te encomienda”. Respecto a la obediencia le ha animado a verla siempre como don y nunca como imposición. En este sentido, Don Sebastián ha afirmado: “Esta obediencia no es una carga, sino un camino de libertad. A través de la obediencia, te pones al servicio de la Iglesia con total disponibilidad, dejando que el Señor guíe tu vida y tus decisiones a través de sus pastores”. 

La oración, piedra angular de su vida interior: “Que tu vida de oración sea continua y ferviente, iluminada por el Espíritu Santo, quien te sostendrá en los momentos de alegría y en los momentos de dificultad”, ha expresado el Prelado. 

La liturgia, la caridad y la palabra también han sido recomendadas por el Obispo como herramientas claves no solo para su servicio diaconal, sino para su futura vida como sacerdote. 

Don Sebastián, con el amor entrañable de padre, ha querido expresar a Fernando, “Querido Fernando, Dios te ha buscado durante toda tu vida. Has reconocido esa llamada secreta que el Espíritu Santo te hizo, para responder al plan que Dios pensó para ti cuando pensó en ti y has respondido con todo el entusiasmo de tu corazón. ¡FELICIDADES! No temas por los deberes y las incógnitas del futuro. No temas que te falten las fuerzas o las palabras o incluso que te rechacen. Jesús, el Señor,  vive entre nosotros y de modo invisible nos sostiene, y no nos abandona”.  

El Obispo ha querido dirigirse, también a los jóvenes presentes para que se pregunten el para qué de su vida: “Queridos jóvenes, este momento no solo es significativo para Fernando, sino también para cada uno de vosotros que estáis aquí presentes. Es una invitación directa a reflexionar sobre vuestra propia vida y el plan que Dios tiene para cada uno de vosotros. Dios sigue llamando hoy a la vida sacerdotal. No tengáis miedo de preguntarle a Dios cuál es su plan para vosotros. Tal vez, entre los que estáis aquí hoy, Dios está llamando a alguien más a seguir este camino sacerdotal o de la vida consagrada”. 

Para finalizar su intervención poniendo bajo el manto amoroso de la Virgen de la Cabeza, patrona de la Diócesis, su ministerio diaconal. 

Rito de la ordenación 

Al término de la homilía ha dado comienzo el rito propio de la ordenación diaconal con las promesas del aspirante ante el Obispo. A continuación, Fernando Ruano se ha postrado de rodillas ante el Prelado para prometer respeto y obediencia, hacia él y sus sucesores. 

La oración hecha signo: mientras Fernando se ha postrado en el presbiterio ante el altar, mientras el pueblo fiel congregado en la Catedral de Jaén, ha ido respondiendo a las letanías de los santos, que han sido entonadas por el seminarista Daniel Cano para pedir la intercesión ante el Señor este nuevo diácono de la Iglesia y por su nuevo ministerio. 

El momento de mayor recogimiento y emoción contenida de la ordenación se ha producido cuando el Obispo ha impuesto sus manos sobre la cabeza del seminarista, ya que, bajo la acción del Espíritu Santo, es en este mismo instante en el que queda marcado por signo indeleble de la ordenación. 

Otro de los signos de esta ordenación es ser revestido con la dalmática y la estola. En esta ocasión, la estola no va sobre el cuello, sino que atraviesa en diagonal el cuerpo del diácono como símbolo de sacrificio y generosidad en el servicio de la comunidad cristiana. Han revestido al seminarista, el Vicario de Jaén y Mágina, y que fuera profesor de Religión del Seminarista cuando éste era estudiante, D. Jesús Millán, así como el sacerdote y profesor del Seminario, D. Antonio Robles Gómez, para ya como diácono tomar, de las manos del Prelado el Evangeliario, signo del ministerio que acababan de recibir. El penúltimo eslabón en una cadena de dones que los configura con Cristo, Buen Pastor, en su camino hacia el sacerdocio. 

Las ofrendas han sido presentadas ante el Obispo por los padres del diácono ordenado. 

Ya como diácono, Fernando Ruano se ha encargado del servicio del altar, ha anunciado el momento de la paz y ha despedido al pueblo. En el momento de la comunión los familiares del diácono la han recibido de sus manos. 

La solemne celebración eucarística ha concluido con la solemne bendición del Prelado del Santo Reino, para después todos juntos hacerse una foto de familia. 

A partir de ahora, Fernando será enviado como diácono a las parroquias de Bailén, como primer destino pastoral, mientras, a la vez, amplía sus estudios de Teología en Granada. 

La Iglesia diocesana de Jaén da gracias a Dios por la vida de este hombre, que llamado por Jesús, atendió su petición de ser “pescador de hombres”. 

Galería fotográfica: «Ordenación diaconal Fernando Ruano Segado»

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Homilía en la ordenación diaconal de Fernando Ruano Segado

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Querido D. Amadeo, obispo emérito de nuestra Diócesis. Un recuerdo para D. Ramón. 

Sr. Rector del Seminario y Formadores.

Profesores del Instituto Teológico San Eufrasio

Sr. Vicario General y Vicarios Episcopales. 

 Excmo. Cabildo Catedralicio. Sr. Deán. 

Saludo al presbiterio diocesano y a los diáconos permanentes

Queridos Seminaristas que vivís este momento especial de un hermano vuestro. Felicidades y os invito a avivar en esta celebración vuestra entrega a la voluntad de Dios y la esperanza que os ayuda a avanzar con fortaleza en vuestro camino de preparación al presbiterio. 

Hermanos sacerdotes, religiosos y religiosas. 

Queridos feligreses de Arjonilla, amigos de Fernando. Hermanos todos en el Señor, os saludo con gozo y alegría y os manifiesto mi cercanía y mi cariño. 

Permitidme que salude de una manera especial a los padres de Fernando, Maricarmen y Fernando. Somos conscientes de que este es un momento de gran emoción y orgullo para vosotros. Habéis acompañado a vuestro hijo desde su nacimiento. Al ofrecerle al Señor lo más valioso para vosotros, habéis dado un ejemplo profundo de entrega y confianza en la voluntad de Dios. Os felicito y os agradezco la gran generosidad de vuestro corazón, que el Señor os la recompense con abundantes bendiciones. 

Queridos hermanos, hoy en la fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista, celebramos, por tanto, un acontecimiento de gran alegría y trascendencia para nuestra Iglesia de Jienense: la ordenación diaconal de un joven seminarista, nuestro hermano Fernando. En este día, la Iglesia se manifiesta viva y dinámica, llamando a uno de sus hijos a un ministerio particular de “servicio”, conforme al ejemplo de Cristo, que no vino para ser servido, sino para servir.  

Fernando, hoy te unes a Cristo en un modo profundo y especial. La vocación diaconal te invita a configurarte con Él, el Siervo de los siervos, quien nos mostró el camino del servicio, la entrega y el sacrificio. A través de tu ministerio, vas a vivir tres compromisos esenciales: el celibato, la obediencia y la oración. 

El celibato que prometes hoy es un testimonio de amor radical y exclusivo a Cristo. Al renunciar al matrimonio, eliges amar de manera plena y desinteresada a Dios y a la comunidad que Él te encomienda. Este don te permitirá estar siempre y totalmente disponible para el servicio del Pueblo de Dios. Hoy te vacías de ti para llenarte del Señor, entregando tu vida sin reservas, a imagen del propio Cristo, quien entregó su vida por la salvación del mundo. Que este amor celibatario sea para ti fuente de plenitud y una manifestación visible del Reino de los cielos. 

También haces hoy la promesa de obediencia a tu obispo, signo de confianza y apertura a la voluntad de Dios en tu vida. Esta obediencia no es una carga, sino un camino de libertad. A través de la obediencia, te pones al servicio de la Iglesia con total disponibilidad, dejando que el Señor guíe tu vida y tus decisiones a través de sus pastores. Así, serás instrumento de unidad y colaboración en la misión de guiar al Pueblo de Dios. 

Querido hijo, la vida de oración será el fundamento de tu ministerio. Sin una relación profunda, íntima y constante con el Señor, todo servicio pierde su sentido. A través de la oración, especialmente del rezo de la liturgia de las horas, te unirás a Cristo y su Iglesia, y llevarás a los pies de Dios las necesidades de la comunidad que te será confiada. Que tu vida de oración sea continua y ferviente, iluminada por el Espíritu Santo, quien te sostendrá en los momentos de alegría y en los momentos de dificultad. 

Como diácono, serás llamado a tres áreas principales de servicio: el ministerio de la liturgia, el ministerio de la Palabra y el ministerio de la caridad. 

En la liturgia, serás el servidor del altar, asistiendo al obispo y a los sacerdotes en la celebración de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, fuente y cumbre de nuestra fe. A través de este servicio, ayudarás a que el pueblo de Dios pueda encontrarse con el Señor en su presencia real. Que tu servicio en el altar sea siempre humilde y reverente, recordando que estás al servicio del sacrificio más grande, el de Cristo. 

 Serás también ministro de la Palabra, llamado a proclamar el Evangelio, a enseñar la fe y a ser testigo de la verdad de Cristo en medio del mundo. Tu vida misma deberá ser una proclamación viva del Evangelio, con un testimonio coherente y valiente en todo lugar y momento. Que tu palabra siempre brote de la escucha atenta de la Palabra de Dios y de tu íntima relación con Él. 

Por último, el ministerio de la caridad te compromete a servir a los más necesitados, a los pobres, a los enfermos, a los que sufren. En cada uno de ellos, reconocerás el rostro de Cristo. Tu servicio no será simplemente una labor social, sino una manifestación del amor de Dios hacia los más vulnerables. Que tu corazón sea siempre sensible a las necesidades de los demás, y que tu servicio sea signo de la compasión y misericordia divina. 

Querido Fernando, Dios te ha buscado durante toda tu vida. Has reconocido esa llamada secreta que el Espíritu Santo te hizo, para responder al plan que Dios pensó para ti cuando pensó en ti y has respondido con todo el entusiasmo de tu corazón. ¡FELICIDADES! No temas por los deberes y las incógnitas del futuro. No temas que te falten las fuerzas o las palabras o incluso que te rechacen. Jesús, el Señor,  vive entre nosotros y de modo invisible nos sostiene, y no nos abandona… Su fuerza te impulsará a “levantarte y seguidle” hasta el final, siendo instrumento fiel de su misericordia.   

Manifiesta con orgullo, como luz y sal en medio del mundo, tu pertenencia al Señor, incluso en tu vestir. Sé fiel a su amor que te ha elegido para ser de los suyos y que te urge a servirle (a llevar este amor a) en los hermanos.   

Que no te falte la valentía, pues somos portadores de la respuesta que necesita el hombre, de la Verdad que espera. Y no olvides que sólo caminando tras sus huellas vamos en la dirección correcta, y debemos caminar y guiar a los demás en esta dirección.  

Aún debes seguir formándote y con gran seriedad, pues vas a ser la mano de Dios tendida a los hombres… obrero que tendrás que abajar montañas, eliminar valles y enderezar caminos para unir el corazón de los hombres al corazón de Dios. Vas a ser “Vía Sacra”, “camillero” de tantos necesitados de la sanación de Jesús. 

Y que no te falte la alegría de saberte en esta verdad. Por tanto, anuncia y testimonia la alegría y el gozo de la presencia de Dios entre nosotros. ¡Evangelizar!… es el núcleo central de nuestra misión de cristianos y del ministerio que vas a recibir en unos momentos.  

Queridos jóvenes, este momento no solo es significativo para Fernando, sino también para cada uno de vosotros que estáis aquí presentes. Es una invitación directa a reflexionar sobre vuestra propia vida y el plan que Dios tiene para cada uno de vosotros. 

Dios sigue llamando hoy a la vida sacerdotal. No tengáis miedo de preguntarle a Dios cuál es su plan para vosotros. Tal vez, entre los que estáis aquí hoy, Dios está llamando a alguien más a seguir este camino sacerdotal o de la vida consagrada. Os animo a que seáis valientes, a que confiéis en Dios, y a que, como Fernando, sigáis el camino que Él os proponga, con el corazón abierto y generoso… “No penséis en darle al Señor las migajas de vuestra vida”, Él no ha escatimado en darnos toda su vida. 

El mundo necesita más corazones dispuestos a servir, más jóvenes con valor y fe para responder a la llamada de Dios. Recordad siempre que quien se entrega a Dios nunca queda defraudado; Dios siempre recompensa con abundante amor, alegría y paz. 

Querido Fernando, hoy la Iglesia te confía una gran responsabilidad. Con tu sí, te entregas al Señor y a su pueblo con gran generosidad. No caminas solo; el Señor va contigo, te fortalece y te guía. La Virgen María, que siempre estuvo atenta a la voluntad de Dios y al servicio de los demás, te acompañará en este camino, intercediendo por ti en todo momento. 

Que el Espíritu Santo te llene de sabiduría, fortaleza y amor para que, siguiendo el ejemplo de San Mateo, puedas responder con fidelidad, todos los días de tu vida, a la llamada del Señor y vivir tu ministerio como verdadero servidor del Evangelio y de la Iglesia.  

Que nuestra Señora, la Virgen de la Cabeza, te cuide y te proteja siempre. 

+ Sebastián Chico Martínez
Obispo de Jaén

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COPE ESPEJO ALMERÍA: 50 años de presencia y servicio de las religiosas del Sagrado Corazón en Santa María del Águila

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Duodécimo aniversario episcopal de Monseñor José Rico Pavés

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Tal día como hoy hace 12 años el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles acogió la ordenación episcopal del nuevo Obispo auxiliar de la Diócesis de Getafe, Monseñor José Rico Pavés.

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Todo comenzaba el 6 de julio del año 2012, donde se hacía público el nombramiento del nuevo Obispo auxiliar de la Diócesis de Getafe, el sacerdote José Rico Pavés, se convertiría a partir de este momento en el Obispo auxiliar electo de la Diócesis que anteriormente perteneció a la Archidiócesis de Madrid. Una vez conocido el nombramiento, el cual se convertiría en el último realizado en España por el Papa Benedicto XVI, se puso fecha a la ordenación episcopal, que sería el 21 de septiembre del año 2012 en el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, Madrid. Día especial para la Diócesis de Getafe, la Archidiócesis de Toledo y la Archidiócesis de Granada, ya que las tres tienen vínculos con el que sería el nuevo Obispo auxiliar. De esta forma, Monseñor José Rico Pavés recibía de manos de Monseñor Joaquín María López de Andújar y Canóvas del Castillo el orden del episcopado, el cual comenzó a ejercer en la Diócesis de Getafe hasta el año 2021. En concreto sería el 9 de junio de 2021 cuando a las 12hrs se hacía púbico tanto en Jerez como en Getafe que recibiría una nueva tarea en el sur de España, en concreto en Asidonia-Jerez.

ORDENACIÓN EPISCOPAL DE MONS. JOSÉ RICO PAVÉS

Una vez pasado el primer período de episcopado en Getafe, donde estuvo durante 9 años, Monseñor José Rico Pavés, tomaba posesión como Obispo de Asidonia-Jerez, donde comenzaba una nueva labor pastoral. 

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Con motivo de este aniversario, desde la Diócesis de Asidonia-Jerez queremos felicitar a nuestro Obispo, por el cual rezamos para que Cristo y María lo sostengan y ayuden en su labor como pastor del Pueblo de Dios que peregrina en la Iglesia Asidonense

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San Mateo evangelista y apóstol

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San Mateo evangelista y apóstol

CANTARINI_Simone_Saint_Matthew_And_The_AngelNació en Cafarnaún, y, cuando Jesús lo llamó, ejercía el oficio de recaudador de impuestos. Escribió el evangelio en lengua aramea y, según la tradición, predicó en Oriente.

San Mateo es llamado por dos Evangelistas: Levi, ambos nombres son de origen Judíos. El último lo obtuvo antes de su conversión, el otro lo tomo después, para mostrar la renuncia a su profesión y que era un hombre nuevo. Hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaun, en el lago de Galilea.

Fue por profesión un publicano, o colector de impuestos para los Romanos. Entre los Judíos, estos publicanos fueron mas infames y odiosos porque esta nación los miraba como enemigos de su privilegio de libertad natural que Dios les había dado, y como personas manchadas por su conversación frecuente y asociación con los paganos, y la esclavización sobre sus compatriotas. Los Judíos los aborrecían universalmente, veían sus propiedades o dinero como fortunas de ladrones , les prohibieron su comunión y participación en su actividades religiosas, al igual que de todos eventos de la sociedad cívica y de comercio. Tertuliano esta ciertamente equivocado cuando afirma que solo los gentiles fueron empleados en este oficio sórdido como San Jerónimo demuestra en varios pasajes de los evangelios. Y es cierto que San Mateo fue Judío, aunque un publicano.

Su oficio dice haber consistido particularmente en acumular costumbres de comodidades que vinieron por el Genesareth o Tiberias, y un peaje que los pasajeros pagaban al venir por agua; San Marco dice que San Mateo mantuvo su oficio de cobro de peaje al lado del lago, donde él se sentaba. Jesús, habiendo últimamente curado un paralítico famoso, salio de Cafarnaúm, y camino sobre los bancos del lago o mar de Genesareth, enseñando las personas que le seguían. Aquí el observó a Mateo que realizaba su trabajo de cobro de peaje a quien el llamo a venir y a seguirle. El hombre era rico, disfrutaba de un sueldo lucrativo, era un hombre sabio y prudente, y entendía perfectamente lo que seguir a Jesús le costaría. Pero el no tuvo miramientos y dejo todos sus intereses y relaciones para hacerse un discipular del Señor. No sabemos si el ya estaba relacionado con la persona o doctrina de nuestro Salvador, especialmente como estaba cerca de Cafarnaúm, y su casa parece haber sido en la ciudad, donde Cristo había vivido por algún tiempo, había predicado y hechos muchos milagros, por lo cual el estaba en algún medido preparando a recibir la impresión que el llamado de Jesús había hecho sobre el.

San Jerónimo dice que un cierto aire de majestad brillaron en la continencia de Nuestro Divino Redentor, y traspaso su alma y lo atrajo fuertemente. Este apóstol, a la primera invitación, rompió todas ataduras; dejo sus riquezas, su familia, su preocupaciones del mundo, sus placeres, y su profesión. Su conversión fue sincera y perfecta. San Mateo nunca regreso a su oficio porque era una profesión peligrosa, y una ocasión de avaricia, opresión, y extorsión. San Mateo, al convertirse, para mostrar que no estaba descontento con su cambio, pero que lo miraba como su mas gran felicidad, entretuvo a Nuestro Señor y sus discípulos en una gran comida en su casa a donde invito sus amigos, especialmente los de su ultima profesión, como si esperaba que por medio de la divina conversación de Nuestro Salvador, ellos también quizás sean convertidos.

Después de la ascensión de Nuestro Señor, San Mateo predicó por varios años en Judea y en los países cercanos hasta la dispersión de los apóstoles. Un poco antes de la dispersión escribió su evangelio, o pequeña historia de Nuestro Bendito Redentor. Que la compilo antes de su dispersión aparece no solo porque fue escrito antes de los otros evangelios, sino también el Apóstol Bartolomé se llevo una copia con él a la India, y la dejo allí. San Mateo escribo su evangelio para satisfacer los conversos de Palestina. El Evangelio de San Mateo desciende a un detalle mas particular y completo en las acciones de Cristo que los otros tres, pero desde el Capitulo V al XIV el frecuentemente se distingue de los otros en la serie de su narrativos, ignorando el orden del tiempo, para que esas instrucciones que tienen mas afinidad una con la otra, estén relacionadas juntas. Este evangelista mas bien enfoca sobre las lecciones de moralidad de Nuestro Salvador, y describe su temporal o generación humana, en que las promesas hechas a Abraham y David respecto al nacimiento del Mesías de su semilla fueron realizados; tal argumento inducía de manera particular a los Judíos para que creyeran en Él.

San Mateo, después de haber hecho una gran cosecha de almas en Judea, fue a predicar la fe a las naciones barbaras e incivilizadas del Este.

Era una persona muy devota a la contemplación celestial y llevaba una vida austera, usando una dieta muy rigurosa; pues no comía carne en vez satisfacía su apetito con hierbas, raíces, semillas.

San Ambrosio dice que Dios le abrió el País de los Persas. Rufinus y Sócrates nos dicen que el llevo el evangelio a Etiopía, significando probablemente las partes Sur y Este de Asia. San Paulino menciona que el terminó su curso en Parthia.

Venantus Fortunatus relata que el sufrió el martirio en Nudubaz, una ciudad en esas partes. Dorotheus dice que el fue honorablemente enterrado en Hierapolis en Porthia. Sus reliquias fueron traídas al Oeste. El Papa Gregorio VII, en una carta al Obispo de Salerno en 1080, testifica que fueron guardados en una iglesia que tenia el nombre de la ciudad. Todavía están en este lugar.

(Fuente: corazones.org)

Predicó entre los judíos por 15 años, incluyendo posiblemente a los judíos de Etiopía, Africa. Murió mártir.

http://www.santopedia.com/santos/san-mateo-evangelista-y-apostol

 

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