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El arzobispo de Sevilla a los privados de libertad: “El amor de Dios es más fuerte que el pecado”

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El arzobispo de Sevilla a los privados de libertad: “El amor de Dios es más fuerte que el pecado”

La tarde de este viernes, el Centro Penitenciario de Sevilla II (Morón de la Frontera), acogió la celebración jubilar de los privados de libertad, presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, concelebrada por el vicario episcopal para la Pastoral Social, Salvador Diánez, el delegado diocesano de Peregrinaciones y responsable de las celebraciones jubilares en Sevilla, Manuel Soria, los capellanes del centro penitenciario, Roy Mavadana y Manuel Franco y los diáconos permanentes, Félix Quijada, delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria y José Antonio Ceballos.

A la Eucaristía asistieron los directores del centro, profesionales, voluntarios y privados de libertad. Durante su homilía, el arzobispo hispalense, reflexión sobre el Año Jubilar Peregrinos de Esperanza’, convocado por el papa Francisco. “Es un día especial, un día en el que la misericordia de Dios se hace presente de manera particular en este lugar. Estamos celebrando el Año Jubilar, un tiempo de gracia, de perdón, de reconciliación y de esperanza”.

“En este centro penitenciario – continuó monseñor Saiz –  en medio de vosotros, quiero proclamar con toda la fuerza que el amor de Dios no tiene fronteras, no tiene muros, no tiene cadenas. El amor de Dios llega a todos, especialmente a los que más lo necesitan”.

En esta misma línea subrayó el mensaje central del Año Jubilar, “Dios nos ama tal y como somos, con nuestras luces y nuestras sombras, con nuestros aciertos y nuestros errores. Él no nos juzga para condenarnos, sino para levantarnos. Y hoy, aquí, en este lugar, Él os extiende su mano y os dice: ‘Venid a mí, todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré’”.

“Dios está con vosotros”

Don José Ángel, dirigiéndose a la concurrida asamblea dijo que “Jesús vino a liberarnos, no solo de las cadenas físicas, sino también de las cadenas del pecado, del miedo, de la desesperanza. Él vino a traernos la verdadera libertad, la que nace del amor de Dios y que nos permite mirar hacia el futuro con esperanza. Sé que muchos de vosotros os sentís como aquellos cautivos de los que habla el Evangelio. Pero no dudéis que en todo momento Dios está con vosotros. Él no os ha abandonado. Al contrario, Él os llama a una vida nueva, a una vida de gracia y de reconciliación”.

En este sentido, “el Año Jubilar es un tiempo para recordar que el amor de Dios es más fuerte que el pecado, que su misericordia es más grande que nuestras culpas. Es un tiempo para experimentar el perdón, para reconciliarnos con Dios y con los demás, para empezar de nuevo. Aquí y ahora quiero invitaros a abrir vuestros corazones a la misericordia de Dios. No tengáis miedo de acercaros a Él, de confiarle vuestras penas, vuestros errores, vuestras esperanzas. Él no os rechazará. Al contrario, os acogerá con los brazos abiertos, como el padre bueno acogió al hijo pródigo”.

Animó a los presentes “a ser portadores de esta misericordia”. Sobre el perdón de Dios, añadió que “no es solo un regalo que recibimos, sino también una misión que compartir. Aunque estéis recluidos, podéis ser testigos del amor de Dios. Podéis ser luz para vuestros compañeros, podéis ser instrumentos de paz y de reconciliación”.

Continuó profundizando en la importancia de vivir con profundidad el Año Jubilar. “Vuestra vida no termina aquí. Este centro penitenciario no es el final de vuestra historia. Dios tiene un plan para cada uno de vosotros, un plan de amor y de esperanza. Él quiere que, incluso en medio de las dificultades, encontréis sentido a vuestra vida, que descubráis que sois amados, que sois valiosos, que sois importantes. Es también un tiempo para mirar hacia adelante con esperanza. No os quedéis atrapados en el pasado, en los errores, en los pecados. Dejad que la misericordia de Dios os levante, os sane, os renueve. Él quiere hacer algo nuevo en vosotros, algo hermoso”.

Instrumentos de justicia

El arzobispo de Sevilla dirigió también unas palabras a los funcionarios y trabajadores del centro,Quiero deciros también una palabra de ánimo. Vuestra labor no es fácil, pero es importante. Sois llamados a ser instrumentos de justicia, pero también de misericordia. Que vuestro trabajo esté siempre guiado por el respeto a la dignidad de cada persona, por la compasión y por el deseo de ayudar a los demás a encontrar el camino de la reconciliación y de la paz”.

Galería de la Eucaristía

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COPE ESPEJO ALMERIA: Nace en Almería la hospitalidad de Lourdes

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Este domingo, muchas parroquias seguirán recogiendo los donativos para Manos Unidas

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Este domingo, muchas parroquias seguirán recogiendo los donativos para Manos Unidas

La campaña de Manos Unidas contra el hambre en el mundo fue el fin de semana pasado. Ese día se habló de lo que hace Manos Unidas y del compromiso que se ha asumido, desde nuestra diócesis, en un país del centro de África. También se realizó la colecta para hacer posible ese proyecto.

Sin embargo, en muchas parroquias, este fin de semana aún se podrán recoger esos donativos para Manos Unidas. Se necesitan 30.000€ para un proyecto de ayuda a las madres que van a dar a luz y a los niños que nacen en una zona de bastante pobreza. Así, aunque la jornada de Manos Unidas fue el domingo pasado, esas colectas se prolongan también durante este fin de semana en la mayoría de las parroquias. Aún podemos ayudar.

Con motivo de esta jornada, el obispo de Guadix, Mons. Francisco Jesús Orozco, ha escrito una Carta Pastoral en la que recuerda que estamos en el Año de la Esperanza y que esto debe animar nuestro compromiso: “en este año santo de la Esperanza, hemos de acoger la insistencia de nuestro querido Papa Francisco para mirar constantemente a los que más sufren en nuestro mundo, para que nuestra fe no se esconda en falacias que nada tuvieran que ver con la realidad que nos rodea y con el sufrimiento de millones de hermanos nuestros, que gritan en su pobreza una verdadera fraternidad. El Papa Francisco, frente a la globalización de la indiferencia, nos invita constantemente a trabajar por acciones globales integrales, por gestos verdaderos en la economía, política, sociedad, en nuestra vida diaria, que dignifiquen la verdad de la dignidad de todo ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios”.

Al hilo del lema de la campaña de este año, “Compartir es nuestra mayor riqueza”, D. Francisco Jesús dice en su carta que este lema “nos lanza a una verdadera revisión de nuestra vida, de nuestros modos escandalosos y egoístas de vivir, a hacer examen de conciencia de nuestra fe y nuestro ser Iglesia. Sólo en el compartir lo necesario es posible sembrar de verdadera Esperanza, de Jesucristo y de caridad cristiana, nuestro mundo

Termina la Carta Pastoral animando “a todos a ser muy generosos con los que más sufren, a comprometeros en el voluntariado de Manos Unidas, a seguir ayudándonos a salir de nuestras burbujas consumistas de cristal y a encontrar nuestra mayor riqueza en compartir, sembrando Esperanza, la única que no defrauda el corazón, la dignidad de los pobres y la que tanto agrada al Señor”. 

Un proyecto materno-infantil

Manos Unidas funciona financiando proyectos de desarrollo donde más se necesita. A veces, se crean colegios, o se ayuda a cultivar mejor la tierra. Y otras veces, se crean oportunidades de formación para ayudar a salir de la pobreza. Pero, también la salud es importante y por eso, en ocasiones, esos proyectos son de carácter sanitario, como el que se quiere realizar este año desde la diócesis de Guadix en Likasi, en la República Democrática del Congo. Se necesitan unos 30.000€, en concreto 29.707€, para un materno-infantil que ayude a los niños que vienen a este mundo y a sus madres, facilitando el parto y evitando enfermedades y la mortalidad infantil. Es un proyecto ambicioso, porque serán miles los niños que se beneficien cada año con lo que aportemos desde aquí. Por eso, por ellos, insisten desde Manos Unidas, lo tenemos que conseguir. Está en nuestras manos.

Antonio Gómez

Delegado diocesano de MCS. Guadix

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Asamblea de España Meridional de los Talleres de Oración y Vida (Villa San Pedro-Málaga)

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Homilía de Mons. Jesús Catalá durante la Eucaristía celebrada en la Casa de Espiritualidad Villa San Pedro con motivo de la Asamblea de España Meridional de los Talleres de Oración y Vida

ASAMBLEA DE ESPAÑA MERIDIONAL DE LOS TALLERES DE ORACIÓN Y VIDA

(Villa San Pedro-Málaga, 15 febrero 2025)

Lecturas: Jr 17, 5-8; Sal 1, 1-4.6; 1 Co 15, 12.16-20; Lc 6, 17.20-26.

(Domingo Ordinario VI-C)

1.- Maldito quien confía en el hombre

Celebramos esta Eucaristía con motivo de la Asamblea Nacional de los Talleres de Oración y Vida, con asistencia de Guías de las diferentes Coordinaciones Locales que pertenecen a esta Coordinación Nacional.

Las lecturas de hoy nos proponen la contraposición entre quien confía en el hombre y quien pone su confianza en Dios.

El texto del profeta Jeremías recoge la una de cuatro máximas sapienciales, referentes a la retribución con la que el Señor premia a los justos.

Esto dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor» (Jr 17, 5). «Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita» (Jr 17, 6).

También el Salmo 1, que se ha proclamado y que es posterior a Jeremías, hace una contraposición entre los «dos caminos»: el que siguen los justos y el de los impíos.

En el Salmo 1 se compara la vida del impío a la paja que se la lleva el viento: «Serán paja que arrebata el viento» (Sal 1, 4); «el camino de los impíos acaba mal» (Sal 1, 6).

Estos son unos necios que ponen su confianza sólo en los hombres y en la debilidad de la carne. Sobre ellos recae la maldición de Dios, su vida es como la de un cardo en el desierto y en la tierra salobre.

El impío no podrá afrontar el juicio de Dios, porque será fulminado al ser de paja y no tiene consistencia. Además, su presencia resulta incómoda cuando se halla entre los justos, aquellos que él ha perjudicado u oprimido.

Ahora podríamos preguntarnos, ¿dónde estamos nosotros?; ¿en quién ponemos nuestra confianza?

2.- Bendito quien confía en el Señor

Jeremías reafirma la bendición de quien confía en Dios: «Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza» (Jr 17, 7). Y describe sus frutos: «Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto» (Jr 17, 8; cf. Sal 1 1-3).

El Salmo 1 completa la imagen: «Su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche» (Sal 1, 2).

Dios bendice a los que ponen en él toda su confianza. La verdadera y plena confianza la pone el ser humano en las personas; no en las cosas, que tiene poco recorrido y son efímeras; sin embargo, poner el corazón en el amor de Dios es permanente y eterno.

Dios no es una frase o una teoría, sino la verdad; y nadie puede vivir de una frase, ni puede fundar su vida en una verdad abstracta; tampoco puede amarla, ni morir por ella. En cambio, uno puede apoyar su vida en una persona o en un verdadero amigo, puede amarlo y hasta morir por él. Pero sobre todo puede fundarse en el Dios vivo, que no nos falla.

Quien confía en Dios es como un árbol plantado junto al agua, que da fruto incluso en los años de sequía.

Dios es como un río para las raíces de un árbol; o como la roca para los fundamentos de una casa; recordemos el ejemplo que Jesús pone de la casa edificada sobre arena o sobre roca (cf. Mt 7, 24-27). Adherirse a Dios, a la verdad viva, es creer en él, confiar en él, amarlo sobre todas las cosas. Algo muy distinto a un conocimiento teórico.

3.- Las Bienaventuranzas y las contra-bienaventuranzas

Según el evangelista Lucas, Jesús ante un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo les enseñaba las “bienaventuranzas”: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios» (Lc 6, 20); «Bienaventurados los que ahora tenéis hambre… Bienaventurados los que ahora lloráis…» (Lc 6, 21); «Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre» (Lc 6, 22).

El discurso de las Bienaventuranzas son la carta magna del Evangelio, síntesis de la enseñanza de Jesús; ellas contienen la revelación cristiana más sabia y paradójica, no sólo como doctrina, sino como testimonio de Jesucristo, que ha muerto y ha resucitado; ellas ofrecen una luz para tener esperanza en las circunstancias más duras; ellas son una llamada al comportamiento solidario y a la misma identidad cristiana.

Sin embargo, Jesús se lamenta de quienes ponen su confianza en lo material, que podríamos llamar las “contra-bienaventuranzas”: «Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!» (Lc 6, 24). ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!» (Lc 6, 25). «¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas» (Lc 6, 26).

4.- La verdadera felicidad del ser humano

El destino del hombre es ser feliz. La felicidad no se encuentra en el mucho acumular ni en el mucho disfrutar. Hay que distinguir entre el goce y la felicidad, entre el placer y el amor; porque nuestra sociedad llama falsamente “amor” a lo que puede ser una simple manipulación o uso del otro para mi propio placer.

La verdadera felicidad está en la armonía interior que nos hace capaces de amar, de donar y de construir. La verdadera felicidad brota de la experiencia de sabernos amados por Dios.

Los que han optado por vivir a la manera de Jesús han llegado a experimentar una felicidad inigualable, incluso en este mundo.

5.- Seguimiento del Señor

Jesús desestabiliza la escala de valores que predomina en la sociedad. Las bienaventuranzas expresan un radical cambio en los valores que la presencia del Reino pide; son signo de la presencia de ese Reino.

Jesús fue capaz de llamar bienaventurados y felices a los pobres, a los hambrientos, a los que lloran, a los perseguidos por su causa; porque quien dice sí a Jesús encuentra el gozo de sentirse amado por Dios y se hace participante de la historia de la salvación.

Las bienaventuranzas no son leyes, sino buena nueva, hecha vida. La ley deja al hombre confiado a sus propias fuerzas o a las seguridades que le ofrecen los bienes; pero estos terminan o fallan. Pero el evangelio coloca al hombre frente al don de Dios y lo invita a hacer de ese regalo una plenitud de vida.

La dicha o felicidad de los pobres radica en el encuentro personal con Jesucristo, que me amó hasta morir por mí en la cruz (cf. Flp 2, 8); se fundamenta en el hecho mismo de que ya ha llegado a ellos el Reino de Dios.

Las bienaventuranzas no son la recompensa a virtudes morales o a esfuerzos personales. Son la alegría de saber que Dios se ha puesto de nuestro lado y comparte la suerte de los desamparados.

El fundador de Talleres de Oración y Vida, padre Ignacio Larrañaga, los instituyó para ayudar a vivir mejor la relación con el Señor a través de la oración. Podríamos decir que es un método que elige las bienaventuranzas como modelo de vida. Aprovechad los retiros para profundizar en la vida de fe, de esperanza y de caridad, que llevan a la felicidad en esta vida y a la bienaventuranza eterna. Y ayudad a otros a encontrarse con el Señor, que es quien nos da la verdadera felicidad.

Pedimos a la Virgen Santísima, feliz por haber creído en la Palabra de Dios, que interceda por nosotros para que aceptemos el estilo de vida de las bienaventuranzas. Amén.

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Histórica visita a Sevilla de la imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados

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Histórica visita a Sevilla de la imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados

La Virgen peregrina de los Desamparados se ha trasladado a Sevilla este fin de semana, con motivo del 125 aniversario de su asociación. Se trata de la primera vez que esta devoción mariana se aleja tanto de su sede habitual en Valencia, un aspecto que, a buen seguro, no pasará desapercibido allá donde sea recibida durante su estancia en la Archidiócesis hispalense.

El Hogar de las Madres de los Desamparados, en el centro de Sevilla, ha recibido esta mañana a la Virgen peregrina. Junto a las religiosas ha estado el obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Ramón Valdivia, así como una representación del Colegio Diocesano San Isidoro, que ha amenizado musicalmente el acto.

Apretada agenda de actos en Sevilla

Esta comunidad religiosa acogerá durante el día de hoy a los fieles que se desplacen para venerar a la Virgen de los Desamparados. Mañana sábado se desarrollará una apretada agenda de actos, que comenzará con el traslado hasta el Hospital de San Lázaro, la sede de la Hermandad de los Desamparados del Parque Alcosa, la residencia de las Hermanitas de los Pobres, la Hermandad de San Esteban y, finalmente, la Parroquia de San Vicente Mártir.

Desde esta céntrica parroquia se iniciará una procesión que recorrerá las calles del centro histórico. La talla mariana será portada en el paso de las Salesianas de San Vicente, y se detendrá de forma especial en la Basílica del Gran Poder.

El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, visitará a la devoción valenciana antes de la Eucaristía de despedida, que se celebrará la mañana del domingo en la Parroquia de San Vicente. Previamente a su traslado de regreso a Valencia, la Virgen visitará la Casa Regional Valenciana y las hermandades con sede en el barrio de Triana.

Parada previa en Marchena

La imagen de la ‘Mare de Déu’ es obra del escultor Octavio Vicent en 1966, y habitualmente visita las barriadas y asociaciones de Valencia que lo solicitan. Hasta llegar a Sevilla realizó varias paradas, entre ellas a Marchena con ocasión del 375 aniversario de la fundación de la Hermandad de la Caridad que tiene a la Virgen de los Desamparados como patrona.

La camarera de la Virgen y presidenta de la Corte de Honor, María Dolores Alfonso, ha afirmado que esta visita a Sevilla es un acontecimiento histórico, “muy emocionante por la enorme devoción a la patrona”.

 

 

 

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ARCHISEVILLA 7 días. Edición del 14-02-2025

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ARCHISEVILLA 7 días. Edición del 14-02-2025

Un resumen de la actualidad semanal en la Archidiócesis de Sevilla. La Buena Noticia de la Iglesia en imágenes.

 

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LECTURAS DEL VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

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LECTURAS DEL VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

Primera lectura

Lectura del Profeta Jeremías 17, 5-8

Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor

Esto dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor. Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto».

Salmo

Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6

R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 12. 16-20

Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido

Hermanos: Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; de modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido. Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad. Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 6, 17. 20-26

En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:  «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».

Comentario bíblico de Álvaro Pereira

Este domingo leemos las bienaventuranzas según la versión del evangelio de Lucas. Si en Mateo eran ocho, en Lucas son solo cuatro y además aparecen en contraste con sendos ayes, que revelan el reverso oscuro de la buena nueva. Las bienaventuranzas están dirigidas a los que sufren postración: los pobres, los hambrientos, los que lloran, los perseguidos por causa del evangelio. Jesús les promete un cambio de suertes: Dios va a actuar en su favor y los va a hacer felices. En cambio, siguen cuatro lamentaciones que revelan el sombrío destino de los ricos, los saciados, los que se ríen a costa de otros y los que buscan el honor mundano. Ellos no participarán de la dicha divina. Una ilustración de esta inversión que Dios va a propiciar será leída en la parábola del pobre Lázaro y el rico (Lc 16,19-31). El que escucha este evangelio debe preguntarse de qué parte está: si de los pobres y marginados o de los opresores y saciados. El texto, por tanto, puede ser para él buena noticia o urgente llamada a la conversión.

La asociación que hace la liturgia entre este evangelio y la primera lectura de Jeremías ofrece una pista de lectura ulterior. El oráculo profético también contraponía dos tipos de hombres: los malditos y los benditos. Los benditos son los que confían en el Señor, y los malditos los que buscan seguridades en cosas creadas, olvidándose de Dios. En el fondo, los dos textos invitan a discernir dónde ponemos nuestra confianza: en los contactos personales y en las riquezas, o en Dios. Solo el que confía en el Señor será como un árbol firme y fecundo plantado a la vera de la acequia.

Orar con la Palabra

  1. El oráculo de Jeremías no implica que debamos desconfiar de las personas, pero sí exhorta a poner la confianza última solo en Dios. ¿Dónde anclas tus seguridades?
  2. San Pablo trata de convencer a los corintios: si Cristo ha resucitado, los muertos también van a resucitar. Acrecienta tu fe en la resurrección.
  3. Escucha las bienaventuranzas y las lamentaciones de Jesús en el evangelio, y pídele ponerte de su parte.

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La esperanza no defrauda

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La Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo el día 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes. Este año el Santo Padre nos ha ofrecido mensaje a partir de una cita de la carta de san Pablo a los romanos: «La esperanza no defrauda» (Rm 5,5). La Iglesia en España inicia la Campaña del Enfermo el 11 de febrero, y la clausura el 5 de mayo, con la Pascua del Enfermo. El mensaje nos exhorta a reflexionar sobre la presencia de Dios en nuestra vida, especialmente cerca de las personas que sufren, a partir de tres aspectos que la caracterizan: el encuentro, el don y el compartir.

La enfermedad puede ser ocasión de un encuentro que nos transforma y nos hace más fuertes en la medida en que somos conscientes de que no estamos solos. En el tiempo de la enfermedad experimentamos toda nuestra fragilidad física, psicológica y espiritual, pero, por otra parte, sentimos la cercanía y la compasión de Dios, que en Jesús ha compartido nuestros sufrimientos. Él no nos abandona nunca y nos da la fuerza para sobrellevar el sufrimiento. La enfermedad, por más dolorosa que sea, por más difícil de entender que nos resulte, puede convertirse en una oportunidad de encuentro con el Señor, que nos purifica, que nos transforma, que con su gracia nos hace crecer como personas y como cristianos, y recorrer un camino compartido con los hermanos.

La enfermedad, el dolor y el sufrimiento están presentes en la vida del ser humano. Se trata de una realidad que provoca preguntas profundas y que pide respuestas, sobre todo por parte de los hombres y mujeres de hoy, que, debido a los avances de la ciencia y la técnica, tienden a huir del dolor y a esconderlo. Es cierto que la medicina avanza cada vez más y alivia las dolencias y padecimientos. Pero su ámbito es sólo una de las dimensiones a considerar. El sufrimiento es algo más amplio que la enfermedad, por lo que se distingue, por ejemplo, entre sufrimiento físico y moral.

El sufrimiento humano es muy variado y diverso, más amplio que la enfermedad física. Se sufre en el tercer mundo y se sufre en el primer mundo, aunque por distintos motivos. Se sufre en la infancia, en la juventud, en la madurez y en la vejez. A veces el sufrimiento es llevadero, pero otras veces es tan fuerte que puede llevar a la desesperación. Y en medio del sufrimiento el ser humano se pregunta por qué, y necesita respuesta, necesita sentido. Según Viktor Frankl, el ser humano es capaz de encontrar un sentido independientemente de la edad, la cultura, el ambiente, el temperamento, la religión, etc. Sobre todo, y por encima de todo, el ser humano es capaz de encontrar un sentido más profundo y último en su vida, un sentido anterior a nosotros y que está más allá de nuestras expectativas.

La fe es de gran ayuda para encontrar este sentido, este camino. Por mucho que lo intentemos, nuestras explicaciones para justificar la enfermedad y el dolor acaban siendo insuficientes. Para encontrar una respuesta válida a la pregunta sobre el sufrimiento no hay otro camino que acercarnos a Dios, a su revelación. Es en Dios donde encontramos el último sentido de todo lo que existe. Por eso, para encontrar el sentido profundo del sufrimiento, es necesario acercarse con humildad al misterio y acoger la luz de la revelación. Cristo nos hace entrar en el misterio y nos hace descubrir el porqué del sufrimiento en la medida en que somos capaces de penetrar en el conocimiento de la grandeza del amor de Dios. El amor de Dios es también la respuesta a la pregunta sobre el sentido del sufrimiento. Esta respuesta ha sido dada por Dios al hombre en la cruz de Jesucristo. Que este Año Jubilar sea ocasión para el encuentro con Cristo y con la Iglesia; que nos dejemos llevar de la mano de María Santísima, la Madre de la Iglesia, que nos lleva al encuentro con Cristo.

+José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

Relevo episcopal en Córdoba

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No es ninguna novedad que el obispo Demetrio cumple 75 años. Y llegado a esta edad,
la Iglesia le recuerda: “Al obispo diocesano que haya cumplido setenta y cinco años de
edad se le ruega que presente la renuncia al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo
en cuenta todas las circunstancias” (c. 401, § 1). Pues, eso es lo que hago este 15 de
febrero de 2025, presentar al Papa mi renuncia al oficio de obispo de Córdoba. Y él
proveerá cuando y como crea conveniente.
En la historia de la Iglesia, uno tras otro, los obispos suceden a los apóstoles para ser
presencia personal de Cristo en medio de su pueblo por la predicación, por los
sacramentos, por el gobierno de la comunidad cristiana que se le confía. De manera que
no falte en la Iglesia, en cada diócesis, quien presida y sirva en nombre de Cristo y de su
Iglesia. Llegué a esta querida diócesis de Córdoba el 20 de marzo de 2010, nombrado
por el Papa Benedicto XVI, y me retiraré cuando el Papa Francisco disponga aceptar mi
renuncia, que le presento el 15 de febrero de 2025. Aceptada mi renuncia, el Papa
nombrará otro obispo para Córdoba, y yo pasaré a la condición de obispo emérito de
Córdoba. Sigo vinculado a Córdoba, ya de otra manera. Distinto rol, los mismo amores:
Cristo y la Iglesia.
Qué siente Vd, me preguntan unos y otros. Gratitud, satisfacción por el deber cumplido,
petición humilde ante Dios que subsane mis deficiencias y pido perdón a todos los que
haya desedificado o haya hecho daño, aún sin pretenderlo. Termina una etapa de mi
vida, que ha sido muy fecunda y me ha llenado plenamente, y comienza esa última
etapa de la vida, en la que uno se prepara de manera inmediata para el cielo, siguiendo
en la tierra el tiempo que Dios disponga, haciendo el bien.
He pateado la diócesis de Córdoba de arriba abajo, he visitado hasta el último pueblo o
aldea varias veces, he celebrado la Eucaristía en todos los altares de la diócesis, he
predicado continuamente y de múltiples maneras el amor de Dios, la redención de
Cristo, la materna intercesión de María nuestra Madre bendita, el amor fraterno y el
compromiso en la construcción de un mundo nuevo, según el Evangelio. Puedo decir
con satisfacción: me he gastado y desgastado por vosotros.
Llegué con cierta juventud y en plenitud de fuerzas, de manera que he podido recorrer
toda la diócesis varias veces en estos quince años como obispo, como secretario del
obispo y como chófer del obispo en una misma persona. Termino, ya envejecido y
limitado en tantos aspectos. Constatar mis limitaciones, propias de la edad, me llena de
satisfacción, porque puedo decirme y deciros: he gastado mi vida por Jesucristo, el amor
de mi vida. Y si mil vidas tuviera, mil vidas le entregaría, sin reservarme nada.
He podido tender mi mano a miles y miles de personas en la Visita pastoral
ininterrumpida (excepto en los meses de la pandemia, en que tuvimos que estar
recluidos), he constatado la fe y las buenas obras de un pueblo que camina y ama al
Señor y a su Madre bendita. Lo he constatado de tantas maneras… Eso me ha
estimulado muchísimo en mi fe y en mi entrega cotidiana, y me ha llevado a tener
presente en mi oración a tantas personas que viven, que aman y que sufren en esta
diócesis querida de Córdoba. El encuentro con los niños en tantas parroquias y colegios,
los ojos atentos de tantos jóvenes, la alegría de tantas personas, que han hecho fiesta por
la visita del obispo. He disfrutado mucho, muchísimo en mi tarea de obispo por toda la

diócesis. Gracias a tantos religiosos y religiosas, o personas consagradas, que gastan su
vida en el servicio a Dios y a los hermanos.
Pero sobre todo, ha sido para mí un gran consuelo la preciosa colaboración de tantos
sacerdotes, que se dejan la vida en el servicio al Pueblo de Dios. Sin ellos, el Evangelio
no llegaría a tantos lugares de la diócesis. Admiro muchísimo la tarea del sacerdote, que
gasta su vida a tiempo completo por Jesucristo y su Evangelio, sin buscar el estipendio.
He tenido ocasión de agradecérselo a cada uno. Gracias, muchas gracias queridos
sacerdotes. Y en este capítulo, ha sido para mí la mayor satisfacción en Córdoba poder
ordenar a más de sesenta presbíteros, darle a la Iglesia sacerdotes según el Corazón de
Cristo. Qué bonito es ser sacerdote, necesitamos en nuestra diócesis muchos más
sacerdotes, no dejemos de pedirlo constantemente al Señor.
Me quedo en Córdoba con vosotros, es mi pueblo, sois mi familia y habéis sido
conmigo muy acogedores. Gracias a todos. Rezad por mí.
Con todo mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

Esperanza para los enfermos y las familias

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Como peregrinos de esperanza avanzamos con toda la Iglesia en la celebración del Jubileo del Año 2025. El 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes, ha comenzado la Campaña del Enfermo que se prolongará hasta el 5 de mayo en el tiempo pascual. El lema de este año recupera las palabras del apóstol san Pablo: En esperanza fuimos salvados (Rom 8, 24) y nos propone permanecer firmes en la tribulación. La propuesta siempre nueva de la Iglesia consiste en volver a descubrir la fuerza del amor de Dios para vivir la enfermedad con esperanza. Pero ¿es esto posible?

En nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez vivimos, además, la semana de la familia, una oportunidad para volver a proclamar que, en Cristo, y solo en Él, está la salvación y el futuro de los matrimonios y de las familias. Vivimos tiempos de confusión que generan miedos que parecían ya superados: miedo al compromiso para siempre, miedo a acoger el don de la vida con nuevos hijos, miedo de los esposos a no poder superar los problemas, miedo pavoroso de los hijos a sufrir el desamor y división de los padres. Cuanto más presume la sociedad laicista de sus logros y seguridades, más numerosos y mayores son los miedos que esclavizan a nuestros contemporáneos. Es más necesario que nunca gritar al mundo que del Corazón de Cristo brota el bálsamo de la misericordia que todo lo cura. Pero ¿es esto posible?

Cuando llegamos con la Iglesia a la Semana Sexta del Tiempo Ordinario, Jesús mismo sale a nuestro paso y nos regala la comunión con Él a través de su Palabra, de la Eucaristía y de la fraternidad con los miembros de la Iglesia. En el evangelio proclamado este domingo tenemos la respuesta a los dos interrogantes sobre la enfermedad y la familia. El evangelista san Lucas nos presenta a Jesús proclamando las bienaventuranzas: la alegría es compatible con el sufrimiento, el rechazo y la adversidad. El relato del tercer evangelista es más breve que el de san Mateo y contiene tres acentos propios. En primer lugar, San Lucas presenta las bienaventuranzas después de la elección de los doce, realizada tras pasar Jesús la noche en oración. Este primer acento nos desvela un dato fundamental: para experimentar la alegría de los bienaventurados es necesario primero entrar en trato de comunión con Él. El discípulo se sabe sostenido por una relación de amor que es más fuerte que cualquier adversidad y permite vivir ya ahora, de forma anticipada, la alegría que nos aguarda en el Cielo. El segundo acento es también consolador: San Lucas presenta la proclamación de las bienaventuranzas después de afirmar que Jesús levantó los ojos hacia sus discípulos. La certeza de sabernos mirados, conocidos e infinitamente amados por Jesucristo sostiene siempre la esperanza. Ya lo había anunciado el profeta Isaías: mis elegidos no se cansarán en vano (Is 65, 23). Podemos esperar porque sabemos que el Señor nos espera. El tercer acento contiene una advertencia que no se puede obviar: San Lucas recoge, después de las bienaventuranzas, cuatro lamentos de Jesús dirigidos a los ricos, a los saciados, a los frívolos y a los que solo buscan el aplauso y reconocimiento de los demás. Los que ponen su confianza en este mundo y en los bienes materiales, y los que se desviven por engordar su orgullo y engreimiento, se cierran al amor infinito de Dios que permite vivir esperanzados.

¿Queremos experimentar la esperanza en la enfermedad y recuperar la alegría en el matrimonio y la familia? Acojamos sin condiciones el amor que brota del Corazón de Cristo y procuremos, con su gracia, amar a Dios y a nuestros hermanos como Él nos ama.

 

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

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