La Catedral cuenta desde este 22 de abril con un libro de condolencias para todas aquellas personas que deseen expresar sus mensajes de gratitud al pontífice
El próximo sábado 26 de abril de 2025, a las 9 de la mañana (hora canaria), en el atrio de la Basílica de San Pedro, se celebrará la Misa exequial del Papa Francisco, según el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis.
Un día más tarde, la Catedral de La Laguna acogerá a las 19:30 h., la Misa de Pascua ofrecida por el eterno descanso del Papa Francisco. La misma será presidida por el administrador diocesano, Antonio Pérez. A partir de ese momento, las parroquias de toda la diócesis ofrecerán también una Eucaristía por el Santo Padre.
Asimismo, desde este martes 22 de abril hasta la eucaristía del domingo en la Santa Iglesia Catedral, se ha habilitado en el principal templo de la diócesis, un libro de condolencias para todas aquellas personas que deseen expresar sus mensajes de gratitud al pontífice.
El traslado del ataúd de Jorge Mario Bergoglio a la Basílica de San Pedro será este miércoles, 23 de abril, a las 20 h., (hora canaria), traído de la Capilla de la Domus Sanctae Marthae, como está previsto en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis.
Después del momento de oración, presidido por el camarlengo, el cardenal Kevin Farrell, dará comienzo el traslado. La procesión pasará por la Piazza Santa Marta y la Piazza dei Protomartiri de Roma. Desde el arco de las Campanas saldrán a la Plaza de San Pedro y entrarán en la Basílica Vaticana por la puerta central. En el altar de la Confesión, el camarlengo presidirá la Liturgia de la Palabra, al final de la cual se iniciarán las visitas al cuerpo del Romano Pontífice.
Los patriarcas y cardenales, vestidos con sus respectivos hábitos corales, se encontrarán en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae a las 6.45 horas. Los Arzobispos y Obispos, los Canónigos del Capítulo Vaticano, las Penitenciarías Menores del Vaticano Ordinarios y, de acuerdo con el Motu Proprio «Pontificalis Domus», todos los miembros de la Capilla El Coro Pontificio, con su propio traje coral, se reunirá en la Plaza Santa Marta a las 6:30h.
El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, ha dispuesto un libro de condolencias en la entrada del Arzobispado para todos los fieles sevillanos que deseen dejar sus muestras de afecto hacia el papa Francisco, que partió a la Casa del Padre la mañana de ayer lunes, 21 de abril.
El libro se ha dispuesto junto a un retrato del Santo Padre y la bandera pontificia. El horario de apertura será de nueve de la mañana a dos de la tarde, y de seis a ocho de la tarde.
Una vez anunciadas la Misa exequial del Santo Padre el Papa Francisco para el próximo 26 de abril en la Plaza de San Pedro de Roma a las 10 de la mañana, según el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, la Iglesia que peregrina en Almería se prepara para unirse en oración por su alma con una Misa funeral de carácter diocesano.
La celebración tendrá lugar el próximo lunes 28 de abril a las 20:00 horas, en la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de la Encarnación de Almería, y estará presidida por el obispo diocesano, Antonio Gómez Cantero.
Se invita a toda la comunidad diocesana —sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos— a participar en esta solemne eucaristía por quien fue pastor universal de la Iglesia y testigo de esperanza para nuestro tiempo.
La Diócesis de Almería, en comunión con la Iglesia universal, ofrecerá esta celebración como expresión de gratitud por la vida y el ministerio del Papa Francisco, confiando su alma a la misericordia del Señor.
Desde la Delegación para la Pastoral Gitana de la Diócesis de Jaén se ultiman los preparativos para la celebración, el próximo 1 de mayo, del Jubileo del Pueblo Gitano.
Para ello, se ha convocado a todos aquellos gitanos o relacionados con esta pastoral a que participen en y lucren las gracias jubilares.
La jornada dará comienzo a las 10 horas con la acogida en la Casa de la Iglesia (Seminario Diocesano). A las 10,30 desplazamiento hacia el Camarín de Nuestro Padre Jesús. A las 11 salida desde el Camarín hasta la Catedral. A las 11,30 celebración de la Eucaristía. Al acabar se regresará al Seminario para tener una comida compartida, convivencia gitana y el final del encuentro.
Desde la Delegación para la Pastoral Gitana se anima a participar y se pide que se haga intensiva la invitación. El teléfono de contacto es 619236706 (Dandy).
El pasado 12 de febrero tuve la dicha inmensa de participar en la Audiencia general de los miércoles y escuchar la catequesis del Papa Francisco, pronunciada en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano. Aunque fatigado, pudo leer la parte en español y pudimos recibir su enseñanza sobre el nacimiento de Jesús y la visita de los pastores en Belén, dentro del ciclo de catequesis del Jubileo 2025, centrado en “Jesucristo, nuestra esperanza”. No acudí solo, sino acompañando a los Delegados Diocesanos de Evangelización, Catequesis y Catecumenado de las Diócesis de España. La participación en la Audiencia general del Papa fue el acto principal de la Jornada anual de los delegados, organizada por la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la Conferencia Episcopal Española, celebrada este año en Roma para poder ganar la gracia jubilar peregrinando a la Basílica de San Pedro.
Al final de la catequesis, como es costumbre, los obispos presentes pudimos saludar personalmente al Papa. Al llegar mi turno, recibí su mano extendida, la estreché con la mía y, en apenas unos segundos, le dije que nos encontrábamos en el Aula los Delegados de evangelización y catequesis de las Diócesis de España, que rezábamos por él y que le agradecíamos de corazón su testimonio y enseñanza. La respuesta del Papa consistió en apretar la mano y regalarme una sonrisa. Dos días después, el Papa ingresó en el Hospital Gemelli. Incluso después de haber recibido el alta hospitalaria, esa ha resultado ser la última Audiencia general en la que Francisco ha podido transmitir una catequesis con su propia voz; la última vez que he podido estrechar su mano y recibir personalmente su sonrisa.
A los pocos meses de ser elegido Papa, dirigiéndose a los participantes en un Congreso Internacional sobre la Catequesis (27.9.2013), Francisco habló de la belleza de educar en la fe y afirmó: «Es quizás la mejor herencia que podemos dejar, la fe». Recordó entonces en qué consiste ser catequista y evocó el testimonio del santo que ha querido inspirar su pontificado: «Me gusta recordar lo que San Francisco de Asís decía a sus frailes: “Predicad siempre el Evangelio y, si fuese necesario, también con las palabras”. Las palabras vienen… pero antes el testimonio: que la gente vea en vuestra vida el Evangelio, que pueda leer el Evangelio».
Cuando han faltado las fuerzas para pronunciar las palabras, hemos visto al Papa Francisco mantener intacto su empeño evangelizador hasta el final, ofreciéndonos el testimonio que permite compartir con otros la alegría que nace del encuentro con Jesucristo. En sus últimos gestos hemos visto cumplido lo que él trazó como programa al inicio de su pontificado: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años (Evangelii gaudium (24.11.2013])». Doy gracias a Dios por la mano extendida del Papa Francisco y su sonrisa amable, lección viva de la evangelización que todos en la Iglesia debemos seguir impulsando.
Con motivo del fallecimiento del Papa Francisco, la Diócesis de Almería ha habilitado un libro de firmas en el Obispado, donde los fieles podrán dejar constancia de sus oraciones por el eterno descanso del Santo Padre, así como mensajes de agradecimiento por su vida, entrega y servicio a la Iglesia universal.
El libro está disponible en el horario habitual de atención, de lunes a viernes de 9:00 a 14:00 horas, en la sede del Obispado. Esta iniciativa busca recoger los sentimientos de comunión y afecto del pueblo cristiano de Almería hacia quien fue Pastor de la Iglesia y testigo de misericordia y esperanza.
La Diócesis invita a todos los que deseen unirse espiritualmente en este momento de duelo y gratitud a participar con su testimonio, como expresión del vínculo profundo que une a los fieles con el Sucesor de Pedro.
«Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva» (1Pe 1,3).
Queridos fieles diocesanos:
¡Feliz Pascua de Resurrección! Porque ha resucitado nuestra Esperanza. En este Año Jubilar, la Pascua adquiere un significado aún más profundo y que llena este tiempo y nuestra fe de sentido. El mensaje de la Resurrección es, en esencia, un mensaje de esperanza inquebrantable, una esperanza que no defrauda y que tiene el poder de transformar nuestras vidas y con esa transformación, ser capaces de cambiar nuestro mundo.
Como aquellas mujeres, hemos llegado de madrugada hasta el sepulcro vacío, y esa imagen, en lugar de llenarnos el corazón de tristeza y de desesperanza, nos ha proporcionado paz, al escuchar de los ángeles, que el que allí había sido sepultado, ha resucitado, porque en su muerte y en su resurrección está nuestra propia salvación. Benedicto XVI reflexiona sobre el sentido de la verdadera esperanza en nuestro mundo cuando afirma: «Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino» (Spe salvi n.1).
Si nuestra mirada no se levanta hacia el cielo con la esperanza puesta en Él, nuestra vida sería solo un valle de lágrimas. Una estrella fugaz que dura tan solo un instante en la inmensidad de los tiempos. Pero, nuestra existencia tiene un sentido, un propósito que nos trasciende, y es esa misma trascendencia la que nos otorga la categoría de inmortales con la resurrección de Jesucristo. Con Él, hemos soportado su pasión, hemos cargado su cruz; con él moriremos, pero también seremos resucitados por amor. «La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo» (CIC n.1817).
Mediante la confianza en el Dios que siempre cumple su palabra, «gustamos ya en este mundo la esperanza de una vida futura que nos saciará totalmente» (San Agustín, En. in Ps.39). Este Jubileo nos ofrece una oportunidad para renovar nuestra confianza en estas promesas y para experimentar la gracia de un nuevo comienzo, que parte de la piedra movida, los lienzos tendidos y el sepulcro vacío.
Cristo, el Cordero Pascual que ha sido inmolado, ha triunfado sobre la muerte y nos ha abierto, así, las puertas de la vida eterna. La resurrección de Jesús da sentido a nuestra vida de cristianos, sin ella, como dice san Pablo «vana es nuestra fe» (1Cor 15,14) porque viviríamos una ilusión y no la certeza de contemplar la gloria. Los cristianos no seguimos a un personaje del pasado, sino alguien que está vivo para siempre y cuyo amor nos hace vivir en esperanza: Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, muerto en la cruz, que resucitó al tercer día.
La Resurrección de Jesús es la manifestación definitiva de la bondad de Dios, su respuesta de amor a todas las angustias y preguntas de nuestro corazón, el principio vital del que se alimenta nuestra vida y nuestras buenas obras. Celebrar la Pascua es confesar que, en la historia y en el mundo, ha entrado una fuerza que todo lo renueva y lo transforma. Este es el Espíritu del Resucitado, que vence a cualquier dominador, que sana toda enfermedad, que revive lo caduco, que aniquila la violencia con el don de la paz, que no hace acepción de personas y a todos nos ama y salva por igual.
En este tiempo, la liturgia nos ofrece la Secuencia de Pascua, conocida como el Victimae paschali laudes, un antiguo himno que nos introduce en el gozo del Resucitado. María Magdalena, primera testigo ocular de Cristo resucitado y primera en dar testimonio de Él ante los apóstoles (cf. Jn 20,1-9), habla de su experiencia con el Maestro. Con un lenguaje poético y, ante la pregunta: «¿Qué has visto de camino, María en la mañana?»; la apóstol de los apóstoles, responde: «A mi Señor glorioso, la tumba abandonada; los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!». Es la proclamación de la mayor de las verdades: Cristo, quien entregó su vida por amor a nosotros, ha resucitado para darnos vida en abundancia y, en Él, nuestro amor encuentra su plenitud y nuestra esperanza se fortalece. Éste ha de ser el grito jubiloso que repitamos desde lo más profundo de nuestro corazón en este tiempo pascual.
La celebración de la Pascua nos abre a la dimensión apostólica que es propia de todo cristiano. Cada uno de nosotros está invitado a ser misionero de esperanza, para buscar y anunciar. No como profetas de desventura, que solo ven problemas y amenazas, sino como mensajeros de la alegría pascual que saben ver signos de resurrección incluso en medio de la oscuridad. Nos lo dice el papa Francisco: «Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección […], en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce fruto» (EG 276).
María Magdalena buscó a su Señor, aunque todo parecía perdido después de su muerte en cruz; Él había transformado su vida, liberándola y dignificándola. El amor verdadero es incansable y busca incluso en la oscuridad. Como esta mujer valiente, también nosotros hemos de correr hacia la tumba vacía de Jesús, hemos de entrar en ella, para ver con los ojos de la fe que Jesús ya no está allí, para creer entonces en Él, que vive para siempre. En la Pascua, nuestra fragilidad es renovada por un amor que hace nuevas todas las cosas (cf.Ap 21,5) y nos hace vivir de su mismo amor y esperanza.
Como nos invita el Plan de Pastoral diocesano para este curso, todos somos discípulos del Resucitado, que es mucho más que escuchar su Palabra; es asumir su vida como modelo y guía para la nuestra. Ser discípulos de la Pascua supone percibir la luz que emana del sepulcro, agradecer y aprovechar este momento como la nueva oportunidad que necesitamos para replantear, reorientar y potenciar nuestra relación con Dios y activar nuestra conciencia eclesial, nuestro amor a la Iglesia, y el consiguiente compromiso con la transformación del mundo a través de nuestra acción proactiva en el anuncio de que Cristo vive.
Justicia y Paz en nuestra diócesis organiza del 25 al 27 de abril, las jornadas nacionales “Derechos Humanos y migraciones”, que tendrán lugar en el Seminario Diocesano.
La apertura de las jornadas tendrá lugar este viernes 25 de abril a las 16:00 h., con la acogida de los participantes y la oración inicial. Posteriormente, el presidente de Justicia y Paz en Tenerife, Santiago Catalán realizará el saludo de bienvenida.
En el acto de apertura también participarán el vicepresidente de la Comisión General de Justicia y Paz, Eudald Vendrell; el obispo acompañante de esta entidad cristiana, Mons. Javier Vilanova y el administrador diocesano, Antonio Pérez.
Posteriormente, a las 17:00 h., el obispo responsable de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad Humana, Mons. Fernando García Cadiñanos tomará la palabra para situar a los asistentes en el contexto de las jornadas.
Y una hora y cuarto más tarde, Diego Fernández, de Cáritas Española, y Alberto Ares, director del Servicio Jesuita a Refugiados en Europa, llevarán a cabo la ponencia: «La ley de extranjería española y el marco de la Unión Europea: evolución, punto actual, retos y posturas ante ella».
A lo largo de estos tres días, los asistentes también podrán escuchar testimonios “en primera persona” de varias personas migrantes, participar en mesas redondas, conocer diferentes proyectos que se están realizando en la diócesis, etc.
En esta entrevista, el Delegado Diocesano de Catequesis, Adolfo Ariza, repasa e interpreta los conceptos con los que el Papa Francisco llamó al mundo de hoy a seguir a Cristo y su Palabra
La Semana Santa también se ha vivido con intensidad y recogimiento en el Centro Penitenciario de Botafuegos, en Algeciras. Durante varios días, internos del centro, junto con voluntarios de la Pastoral Penitenciaria y los capellanes, participaron en las celebraciones litúrgicas propias de esta época, acompañados por el delegado de la Pastoral Penitenciaria, el padre Aurelio Gil de la Casa.
Las actividades comenzaron el sábado 13 de abril, con la celebración del Domingo de Ramos, que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Un total de 25 personas, entre internos, voluntarios y capellanes, realizaron una breve procesión con ramos en la capilla del centro, donde leyeron y meditaron la Pasión de Cristo. Esta ceremonia marcó además la reapertura de la capilla, que había estado inutilizada temporalmente debido a las recientes lluvias y la entrada de agua.
El Jueves Santo, la comunidad penitenciaria se trasladó al salón de actos para celebrar la Cena del Señor, recordando el lavatorio de los pies y la institución de la Eucaristía. En esta ocasión, el número de participantes se elevó a 45 personas, en un ambiente cargado de espiritualidad y reflexión sobre el servicio y la entrega de Jesús a sus discípulos.
La jornada del Viernes Santo estuvo centrada en el rezo del Viacrucis, siguiendo la versión bíblica con lecturas y meditaciones en cada estación. Veinticinco asistentes participaron en este acto de recogimiento, que permitió a los internos profundizar en el sufrimiento de Cristo desde una vivencia cercana y compartida.
La celebración culminó con la Vigilia Pascual, ya de regreso en la capilla del centro penitenciario. En esta ceremonia, marcada por el encendido del cirio pascual, se proclamaron las lecturas del Antiguo y del Nuevo Testamento, y se leyó el Evangelio del sepulcro vacío. Internos y voluntarios renovaron juntos sus promesas bautismales y celebraron con alegría la resurrección de Jesús.
Estas celebraciones, coordinadas por el equipo de Pastoral Penitenciaria, han permitido a los internos vivir una Semana Santa profunda, comunitaria y esperanzadora, reforzando valores de fe, fraternidad y redención dentro de los muros de la prisión.