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Mons. Saiz: “Nos queda su ejemplo, su testimonio, nos queda su luz, su palabra“

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Mons. Saiz: “Nos queda su ejemplo, su testimonio, nos queda su luz, su palabra“

El arzobispo de Sevilla ha repasado el legado y la relevancia del pontificado del papa Francisco, un pontífice con el que tuvo numerosos encuentros y con quien le unía una especial relación. En declaraciones al programa ‘Ecclesia al día’ de TRECE, monseñor José Ángel Saiz ha destacado tres líneas en el servicio de Francisco a la Iglesia y el mundo en estos últimos doce años. Tres líneas enmarcadas en tres encíclicas: “La propia vida de fe, espiritual, del cristiano, su confianza en Dios –Lumen fidei-, una llamada a la fraternidad –Fratelli tutti– y el cuidado de la Creación, de la Casa Común, cumpliendo el mandato del Libro del Génesis, creced, multiplicaos y dominad la Tierra –Laudato sì-“.

El arzobispo de Sevilla ha subrayado también una faceta muy importante de la personalidad de Francisco: su alegría. “Esa alegría, ese buen humor del que él hacía tanta gala, y nos daba ejemplo, también es importante en los tiempos actuales”. Ha calificado al Papa como un referente, y ha reconocido sentirse “un poco huérfanos, intraeclesialmente y extraeclesialmente, porque en esta sociedad tan globalizada, el referente principal, la voz profética que ha resonado ha sido la del papa Francisco”.

«Una despedida pascual»

Preguntado por cómo se enteró del fallecimiento del Papa, monseñor Saiz Meneses, que se encuentra estos días en Barcelona por asuntos familiares, ha admitido que le desconcertó la noticia. Ha recordado la última vez que se encontró con él en su residencia de la Casa Santa Marta, en la audiencia que el pontífice concedió al comité ejecutivo del Congreso Internacional de Hermandades. “Ya estaba padeciendo la bronquitis, y al cabo de unos días fue ingresado en el Policlínico Gemelli”, ha apuntado. En referencia a su última salida a la Plaza de San Pedro, el arzobispo ha señalado que fue “como si hubiera salido a despedirse de sus hermanos, de la Iglesia de la que es padre y pastor, del mundo entero, y hoy el Señor le ha llamado (…) Ha sido una despedida pascual, un final muy pascual y muy alegre, como él siempre nos ha exhortado a vivir”.

«Nos queda su ejemplo, su testimonio»

Repasando lo más significativo de su trayectoria al frente de la Iglesia, ha destacado “un bagaje muy completo de contenidos, de doctrina, de aggiornamento, de puesta al día, de dar respuesta a los nuevos retos y desafíos”. En esta línea, ha subrayado cómo el Papa “hace algún tiempo distinguió que no estanos en una época de grandes cambios, como se decía siempre, sino en un cambio de época, que lo ha puesto todo patas arriba”. En consonancia, “nosotros, como cristianos, desde nuestra pobreza y pequeñez, pero desde la fuerza de la fe y la luz del Evangelio, estamos llamados a dar respuesta a todas las situaciones, a todos los desafíos, y en eso el papa Francisco nos ha dado un ejemplo admirable de valor, de parresía, una palara profética que echaremos de menos, un testimonio de vida, de servicio al Señor y a los hermanos, a la Iglesia y al mundo, hasta el final y con todas sus consecuencias”. “Nos queda su ejemplo, su testimonio, nos queda su luz, su palabra”, ha concluido.

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«En verdad somos de Dios, y a Él volvemos»

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Antonio Navarro, Delegado Diocesano de Ecumenismo y para el Diálogo Interreligioso, sintetiza en este artículo la labor del Papa en el estímulo del diálogo interreligioso en la Iglesia

A lo largo del Lunes de Pascua recibí multitud de condolencias por la muerte del papa Francisco procedentes de otras confesiones cristianas y de otras religiones. En las conversaciones con musulmanes, hubo una frase que repetíamos: «somos de Dios, y a Él volvemos». Manifestábamos una gran verdad, pues nuestra vida está en las manos de Dios, para Él fuimos creados, y a Él regresamos. Esa frase procede del Corán (sura 2, 156), y cualquier cristiano la podría sentir como suya. Los innegables elementos que nos diferencian no son obstáculo para reconocer los que nos unen, entre ellos el misterio de la vida y de la muerte, cuyo Dueño es Dios Todopoderoso. Aquí está el núcleo del diálogo interreligioso: que los creyentes se conozcan para, sin caer en relativismos, generar relaciones constructivas por el bien común de la humanidad, en el respeto a la dignidad de la persona, creada a imagen de Dios.

El papa Francisco ha estimulado a la Iglesia para que avance en el camino del diálogo, siendo él mismo un ejemplo inspirador y dejando un rico legado. Quisiera dar aquí algunas pinceladas de sus enseñanzas y acciones en este campo:

* «Todos estamos en la misma barca». La pandemia puso más de relieve el error del individualismo, de velar solamente «por los de mi grupo». Somos una humanidad frágil, y estamos necesitados de cuidado. Más allá de las diferencias culturales o religiosas, debemos unirnos para proteger la casa común. Eso incluye la ecología y el cuidado del planeta, pero no solamente.

* «Fratelli tutti». Dios es el Creador del género humano, y todos debemos ver en los demás a hermanos, y no a extraños. Especialmente cuando sean de otro país o distinta religión, como enseña la parábola del Buen Samaritano. Una religiosidad auténtica se manifestará siempre en el cuidado al prójimo. Si este amor fraterno no existe, entonces no hay verdadera espiritualidad sino ideología corruptora, y todos los credos deben estar vigilantes y luchar contra las tendencias fundamentalistas o excluyentes.

* «Documento sobre la Fraternidad humana». La firma de esta declaración con el gran imán de Al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb, es un hito esencial. Nunca se había dado un acuerdo de este calibre entre dos grandes líderes religiosos. Aquí se enuncian puntos esenciales en torno a la dignidad inalienable de cada persona y el papel que deben jugar las religiones en la promoción de la paz, la justicia, y la atención a los más necesitados, luchando juntos contra el materialismo y el egoísmo que nos ciega y que es origen de conflictos y desigualdad. El reto consiste ahora en conseguir que cristianos y musulmanes lo tengan como hoja de ruta y no quede en papel mojado.

* El intento por llegar a las distintas ramas del islam. Como islamólogo, he constatado un claro esfuerzo por parte del papa Francisco en llegar a las distintas corrientes de islam, en un mundo musulmán muy fragmentado. Se percibe la gran ayuda y consejo del cardenal español Miguel Ángel Ayuso (d.e.p.), auténtico experto en el tema. El Papa se ha encontrado con musulmanes del sudeste asiático, de Egipto y Marruecos, del chiismo en Irak (como fue el encuentro con el ayatolá Al-Sistani), de raíz turca como en Turquía y Kazajistán, de asociaciones islámicas europeas… De este modo, se han abierto numerosos puentes de colaboración y se ha diversificado el diálogo islamocristiano, y este surco abierto ha de continuar.

* Defensa de la libertad religiosa. En esos lugares que ha visitado, se ha encontrado con las minorías cristianas, ha denunciado las persecuciones que sufren, ha defendido sus derechos, sobre todo el respeto a la libertad religiosa, pidiendo con valentía que sea una realidad allí donde no exista. De esta manera, ha mostrado que el diálogo interreligioso no consiste en meros gestos bonitos, sino que debe interpelar al otro en aquellas cuestiones que deben ser transformadas.

La Iglesia actual se encuentra en un contexto de guerras y desigualdades, y a veces se culpa a las diferencias religiosas de estos conflictos. Ahora, más que nunca, resulta imprescindible el diálogo interreligioso, y el nuevo Pontífice que Dios nos conceda tiene aquí un campo apasionante, a la vez que un reto en el que seguir trabajando.

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La Diócesis de Huelva convoca a los laicos a ser «Testigos de esperanza en el mundo»

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La Diócesis de Huelva convoca a los laicos a ser «Testigos de esperanza en el mundo»

La Delegación diocesana para el Apostolado de los Laicos de Huelva ha organizado una nueva edición de la Jornada de la Acción Católica y el Apostolado Seglar, que este año se celebrará bajo el lema “Testigos de esperanza en el mundo”. La cita tendrá lugar el sábado 3 de mayo de 2025 en el Seminario Diocesano de Huelva, y se presenta como un espacio privilegiado para el encuentro, la formación y el envío misionero de todos los laicos comprometidos en la vida pública y eclesial.

La jornada comenzará a las 10:00h con la acogida de los participantes, seguida de la mesa inaugural a las 10:30, presidida por el vicario general de la diócesis, D. Emilio Rodríguez Claudio, y el delegado diocesano para el Apostolado de los Laicos, D. Juan Diego González Sanz. A continuación, a las 11:00, Dª. Isabel Ramírez Domínguez, directora del Colegio Virgen del Rocío de Huelva, ofrecerá la ponencia central del encuentro.

Tras un tiempo para preguntas y comentarios, los participantes se reunirán por sectores de actividad para compartir experiencias y reflexionar en común. Los sectores abordarán realidades tan diversas como la educación, la sanidad, la acción social, la empresa, el turismo o el cuidado en el ámbito familiar.

La Eucaristía, presidida por el vicario general, marcará el centro espiritual del día. Ya por la tarde, a partir de las 15:45, se desarrollarán diversos talleres simultáneos con temáticas como la vocación, el compromiso cristiano, el autoconocimiento o la alabanza, dinamizados por movimientos y delegaciones diocesanas.

Como en otras ediciones, se contará con servicio de guardería, gracias a la colaboración del Movimiento Scout Católico y el grupo Talita Khum, permitiendo así la participación de familias con niños pequeños.

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Los zapatos gastados, las botas puestas

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Con el corazón lleno de gratitud, el mundo entero despide a nuestro querido papa Francisco. Nos duele su partida porque lo sentíamos cercano, nuestro, como un abuelo bueno que hablaba claro, que sonreía con ternura y que no tenía miedo de arremangarse para estar junto a los más pobres, los más frágiles, los más olvidados. Pero más allá del dolor por la separación, sentimos un agradecimiento profundo: gracias, papa Francisco, por mostrarnos el rostro más humano y más bello de Dios.

Llegó al pontificado, “casi desde el fin del mundo”, con un objetivo: anunciar a Jesucristo a cada hombre y cada mujer que peregrinan en este mundo. A “todos, todos, todos…”, como le gustaba repetir, no por casualidad, sino desde la hondura que da haber tocado la fragilidad humana con sus propias manos. Y así ha muerto: bendiciendo en el nombre del Señor a cada uno, a la ciudad y al mundo, en la celebración del Domingo de Resurrección. Con las botas puestas.

No es tiempo aún de hacer balance de su peregrinaje como Papa, pero sí es de justicia traer a la memoria la solidez de sus pasos mientras calzó las sandalias del pescador. Muchos recuerdan hoy aquellas palabras primeras que se convertirían en un hito en su hoja de ruta: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres!”. Y todos destacan ahora que no permitió que el viento se llevara esas palabras. Se quitó la capa del poder, las formas rígidas, y se vistió de sencillez, de Evangelio puro. Nos habló de misericordia cuando el mundo parecía haberse olvidado de ella. Nos dijo que «la Iglesia no es una aduana, sino la casa paterna donde hay lugar para cada uno, con su vida a cuestas». Con esas palabras sanó a muchos, reconcilió corazones heridos, abrió puertas que habían estado cerradas demasiado tiempo.

No fue un Papa de mármol, sino de carne y hueso. Se emocionaba, reía, lloraba con los que sufrían. Se detenía a abrazar a los enfermos, a escuchar a los descartados, a mirar a los ojos a quienes no tienen voz. Muchas veces me emocionaron sus gestos. Su opción por los pobres no fue ideología, como algunos quisieron hacer ver de forma interesada: fue Evangelio vivido. Así nos mostró a Jesús, celebró su presencia con pasión, nos enseñó a mirar como Él mira, a tocar las heridas del mundo sin miedo a mancharnos. Cimentó con misericordia los pilares de una Iglesia que está llamada a ser “un hospital de campaña donde se curan heridas”.

Con la valentía de un profeta, enfrentó los pecados más dolorosos dentro de nuestra Iglesia. No se escondió ni los ocultó. Lloró con las víctimas de abusos, pidió perdón con el corazón en la mano y luchó con fuerza para que nunca más alguien sufriera en nombre de Dios. Para que no triunfara “la globalización de la indiferencia”: “No nos dejemos robar la esperanza”, repetía. Y eso hizo: con gestos, decisiones históricas y palabras nos devolvió la esperanza. A los jóvenes, a los mayores, a los alejados, a los que habían dejado de creer.

Porque nada verdaderamente humano le era extraño, fue un defensor incansable de la dignidad de todas y todos. Alzó su voz por la justicia, por la paz, por los migrantes, por los diferentes, por la creación. Su encíclica Laudato si es un grito de amor y de alarma por nuestra casa común. Valoró y escuchó con humildad a las mujeres en la Iglesia, para las que pidió más presencia, más voz, más responsabilidades. Abrió caminos nuevos, que ahora nos toca seguir recorriendo con valentía y fidelidad al Evangelio. Quiso una iglesia más sinodal y que viviera mejor el discernimiento y la llamada a la santidad.

Aquí, en las Islas Canarias, hemos sentido especialmente su mirada atenta, su corazón de pastor que no se olvidaba de los que llegan jugándose la vida en pateras. Soñaba con venir, con tocar esta tierra volcánica, con abrazar a quienes llegan y a quienes acogen. Ese sueño no se cumplió, pero su amor por nuestras islas quedará para siempre en nuestra memoria.

Muchos lloran hoy por el Papa. Pero lloramos con el corazón lleno de agradecimiento. Gracias, papa Francisco, por habernos hecho sentir que Dios es más grande que nuestros miedos, más cercano que nuestras dudas. Gracias por hacernos comprender que la misericordia no es debilidad, sino la mayor fuerza del amor. Gracias por vivir el Evangelio con zapatos gastados.

Descansa en paz, pastor bueno. Nos dejas una Iglesia en camino, una llama encendida. Como decías tantas veces, ahora sólo nos queda confiar, redescubrir la alegría del Evangelio, “que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”. Francisco, que el Señor, el amor de tu vida, te reciba con los brazos abiertos.

Antonio M. Pérez Morales

Administrador diocesano.

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Comida solidaria en El Rocío a beneficio de la Casa Oasis: una jornada de fe, fraternidad y caridad

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Comida solidaria en El Rocío a beneficio de la Casa Oasis: una jornada de fe, fraternidad y caridad

El próximo viernes 26 de abril, la Diócesis de Huelva, a través de la Delegación Diocesana para la Familia y la Vida, celebra una cita muy especial en El Rocío, donde la fe y la solidaridad se darán la mano en una comida solidaria a beneficio de Casa Oasis, el hogar de acogida para madres sin recursos sostenido por la Iglesia diocesana.

Organizada por un grupo de voluntarios comprometidos con esta labor, la iniciativa no solo busca recaudar fondos para continuar con esta importante misión social, sino también fortalecer los lazos comunitarios en torno a la vivencia de la fe. Será un día para compartir, para celebrar, y también para ganar el jubileo, participando en la Santa Misa y en el Rosario de las Hermandades.

Además de la comida, el encuentro contará con la actuación de varios artistas locales, que pondrán música y emoción a la jornada: Rocío Cordero, Rocío Espinosa, Rocío Belén y José Contreras. Su presencia añadirá un matiz festivo y entrañable a una cita que se presenta como una verdadera expresión de caridad vivida con alegría.

Las entradas ya están disponibles al precio de 35€ y pueden adquirirse a través del grupo de colaboradores de Almonte (María Carmen León, Feli, Juan Miguel, Rocío, Susana Báñez, entre otros).

Para más información, los interesados pueden ponerse en contacto con el equipo organizador en el teléfono 617 727 177 o en el correo electrónico familiayvida@diocesisdehuelva.es

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Jóvenes onubenses comparten su experiencia misionera en la Diócesis de Cádiz

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Jóvenes onubenses comparten su experiencia misionera en la Diócesis de Cádiz

El pasado sábado 4 de abril, un grupo de jóvenes pertenecientes a la Pastoral Universitaria y la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Huelva se desplazó hasta la Diócesis de Cádiz para participar en un encuentro misionero al que fueron invitados por su obispo, Mons. Rafael Zornoza, con el objetivo de compartir su experiencia de fe y dar testimonio del trabajo pastoral que se lleva a cabo en Huelva.

La jornada, marcada por un clima de fraternidad y entusiasmo, permitió a los asistentes gaditanos conocer de primera mano cómo se desarrollan las iniciativas misioneras y pastorales en la diócesis onubense. Los jóvenes onubenses no solo compartieron su vivencia personal de fe, sino que también animaron el encuentro con la música característica de la Pastoral Juvenil y el Movimiento JATARI, mostrando así el dinamismo y la creatividad que impulsa el movimiento juvenil en Huelva.

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