Jubileo de las Cofradías
Murcia, a 15 de noviembre de 2025
Queridos hermanos sacerdotes y consiliarios, religiosos y religiosas,
Delegado episcopal de Hermandades y Cofradías,
Presidentes y cabildos, Excmas. e Ilmas. Autoridades, Saludo a todos los cofrades.
Queridos hermanos,
Nos hemos acercado hasta la Puerta Santa para participar del Jubileo que nos ha regalado el Papa Francisco con la intención de que seamos misericordiosos como el Padre es misericordioso, pero esto no será posible si no nos agarramos a la Cruz gloriosa de Cristo, sin hacer un alto en el camino con la seguridad de tener al alcance de nuestras manos la verdadera conversión. La petición del Papa tiene un fundamento, el que está en las Bienaventuranzas, que nos dice: «Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». ¡Qué maravilla poder entender el abismo de misericordia del corazón de Dios! En las lecturas de este domingo escucharemos una enérgica llamada a no vivir adormecidos. Dios nos ama, pero también nos exige fidelidad a su amor hasta las últimas consecuencias. Y debemos ser conscientes de que esta fidelidad puede acarrearnos problemas e incluso persecuciones.
A nadie le es desconocido que el ritmo del trabajo y las complicaciones del mundo nos están llevado a preocupaciones. Os propongo que hagáis un esfuerzo para poder entrar en el oasis de la paz, el esfuerzo de hacer silencio, la sabiduría de dejar a un lado los rencores y los rancios sinsabores que nos quitan la paz interior, para abrir el corazón con sencillez a la voz del Altísimo y poder sentiros libres de todas las ataduras. Dirigid hoy y siempre los ojos a Jesús, desde el silencio de la verdad, como hizo el ciego del evangelio y gritadle: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!».
Esto supone el pequeño ejercicio de fijar los ojos solo en Jesucristo, los oídos atentos solo para escucharle a Él y comprobaréis a qué descanso os lleva Él.
Vuestra experiencia de cofrades os ha acercado a las imágenes del Señor y a las de su bendita Madre, al pie de la cruz, y me pregunto, ¿le habéis sentido cercano? ¿Cómo os encontráis después de una procesión? ¿Solo el hombro ensangrentado por el peso del paso o de las cruces en el camino, el brazo cansado por los varales y los cirios y ya está? Algo habréis sentido, alguna señal os habrá llegado de nuestro Señor cuando todos los años volvéis con gusto… Pensad por un momento: ¿Alguna vez le habéis oído a Jesús quejarse o maldecir? ¿Le habéis visto enfadado o desesperado? ¿Perdió en algún momento los nervios? Estas imágenes no son solo de madera, porque son mucho más que eso, porque en el acontecimiento histórico los testigos relatan cómo vivió Jesús aquel momento con una fidelidad exquisita, también incluso en los otros testimonios extrabíblicos, y coinciden en que Jesús iba como un cordero llevado al matadero, en silencio. Jesús en su pasión no maldice, ni reprocha, no critica ni se queja, no amenaza a nadie… lo que sí hizo en ese trance fue orar, rezar, mirar al Padre y mirarnos a nosotros con una ternura infinita; Jesús desde la cruz perdona, sufre y calla; le promete el paraíso al que estaba clavado junto a Él; sigue pidiéndole al Padre que nos perdone, porque no sabemos lo que hacemos; y como un gesto grande de amor nos entrega a su Madre como Madre nuestra, como protectora… Jesús desde el Calvario nos dio una conferencia de muchas y bellas palabras, pero en silencio. Su pregón consistió en darnos ejemplo con signos de amor y misericordia.
Cristo es la respuesta a todos los interrogantes del hombre, es nuestro Redentor y Salvador. La luz y el calor de nuestro Señor Jesucristo han sido los que han derretido el hielo de nuestros egoísmos y nos han permitido encontrarle a Él, cara a cara, como camino, verdad y vida. Cristo no está lejos de ti, ni lejos de tus preocupaciones, Él ha salido a tu encuentro otra vez más con motivo de esta extraordinaria procesión donde están representados todos los pueblos de nuestra Diócesis y Región, ha salido a nuestro encuentro, dándonos un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. Queridos cofrades, separados de Cristo no podremos hacer nada (cf. Jn 15, 5). Esto nos hace pensar que no nos hemos equivocado al elegirlo a Él, pero debemos huir de las promesas que no podemos cumplir, huir de las seguridades que nada aseguran y debemos agarrarnos con fuerza a Cristo, nuestro sentido y fundamento, aunque para ello tengamos que dejar atrás muchas cosas con valentía.
Es posible que alguno diga, lo que nos dices, obispo, son palabras y más palabras y puede que lleven razón, pero es que para comunicarnos necesitamos la palabra, aunque reconozco que yo no soy un experto. Después de las palabras vienen las decisiones y para eso, para comprometerse, implicarse, responsabilizarse… lo debe hacer cada uno. Me permito deciros, a todos vosotros que nos dais ejemplo de sacrificio, de esfuerzo e ilusión en el seno de vuestras cofradías: buscad siempre con fuerza a Jesús, para encontrarle, tratarle, para confiar en Él y amarle. Solo necesitas ponerte en camino, confiar y caminar. No hay que temer nada, la iniciativa la lleva siempre Dios, que te ofrece mil formas para entrar hasta lo más hondo de tu ser. Él sale a tu encuentro, lo reconocerás por medio de la caridad.
Pero ¿es difícil encontrarse con Cristo hoy? ¿Se puede llegar a Él a pesar de tanta complicación de vida? La respuesta es: ¡claro que sí!, pero hay que acercarse para poder verle. Acercarse a Él en la caridad, en los necesitados, acercarse en la Palabra, en la oración y en los sacramentos. Aprender a ver y a encontrar a Jesús en la Eucaristía.
Que Dios os bendiga a todos vosotros y a vuestras familias, a toda la familia cofrade. Os encomiendo en este día a la Madre de nuestro Señor y Madre nuestra, la Santísima Virgen María.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena