Querido don Antonio, párroco de esta parroquia Jesús Divino Obrero y demás párrocos de estas siete parroquias del Arciprestazgo Transbetis-Sector Sur, querido Vicario General y de la Ciudad y demás sacerdotes concelebrantes, diáconos, seminaristas, queridas personas consagradas, misioneros y misioneras, que a título personal y también como instituciones habéis participado en la Misión Diocesana, saludo también con afecto y gratitud a los hermanos mayores y miembros de las cofradías y hermandades que nos acompañan y a todos los asistentes, a todos los presentes participando en esta eucaristía de acción de gracias por los frutos de esta III Misión Diocesana
La Palabra de Dios nos habla hoy del desprendimiento, del uso de las riquezas que puede ser generoso, desprendido, solidario o también guiado por la codicia. No debemos olvidar que el plan Salvador de Dios comenzó precisamente gracias a una doncella humilde y pobre, hoy representada en la figura de la Virgen de los Dolores y del Rayo, a la que hemos procesionado con veneración, con cariño y nos hemos sentido arropados por su manto.
En esa mujer humilde y pobre comenzó su acogida del don de Dios, hizo posible, dio entrada en el mundo al Salvador. No olvidemos tampoco en este día que la figura de los misioneros, encarnada en vosotros y en vosotras, es también una figura que nos habla de pobreza, de desprendimiento, ¿verdad? Habéis tenido que dejar cosas y desde luego de la Misión no se vuelve tampoco cargado de cosas. Sí, de riqueza espiritual, humana, de experiencias como se ha demostrado hace un rato en ese encuentro que hemos tenido, el misionero María sobre todo, figuras que están ahí detrás para nosotros hoy como modelo de esa pobreza. Pero os invito a acercaros a la palabra de Dios que comienza, con mi referencia, comienza citando a esta parábola que San Lucas nos ha narrado, de ese administrador que cuando ve que va a ser despedido comienza a dar cifras y a hacer que firmen pues recibos en los que la deuda disminuye. Evidentemente, cuando el Señor cuenta esta parábola no está elogiando esa estafa, sino no está valorando la honestidad de ese trabajador, sino sencillamente su picardía, su habilidad para ganarse amigos y asegurarse el futuro. Algunos intérpretes dicen que la explicación estaría en que en vez de cobrar tenía, digamos, comisiones y entonces no era tan grave lo que estaba haciendo. Pero no nos interesa excesivamente pararnos aquí, el hecho en sí es que su comportamiento desde luego no es ejemplar. Pero sí que es cierto que tiene una inquietud interesante e importante y es valorar la amistad, hacer amigos. Digamos que en eso no se lo podemos echar en cara a esta figura, ciertamente, de la parábola.
Esta parábola, en todo caso, tenía una referencia a una costumbre de la época, pero para mucha gente resultaba escandalosa. Por eso el Señor tuvo que hacer algunas aclaraciones después y, por ejemplo, decirnos que o valorar la honradez. De hecho, dice que el que es de fiar en lo menudo también será de fiar en lo importante. Y ciertamente esto es así. Si uno se relaja moralmente y dice esto es poco, lo que yo aquí me apropio, lo que yo aquí defraudo, no tiene importancia. Al fin y al cabo, pensamos a veces en grandes cifras. Esto para el Estado, ¿qué significa? Imaginemos a alguien, por ejemplo, que defrauda la declaración. Decimos, ¿y esto qué significa para un Estado con tantos miles y miles de millones? El que es de fiar en lo poco es de fiar en lo mucho y el que no es de fiar en lo poco tampoco es de fiar en lo mucho. Y, sobre todo, indica que nadie puede servir a dos señores porque o bien ensalzará uno y menospreciará al otro o al revés. Nadie puede servir a dos señores. En definitiva, el Señor nos invita a optar por Él o por el dinero. El que opta por el dinero ya sabe que la pendiente suele ser inclinada y suele llevar a la obsesión e incluso a la codicia por acumular más y más y termina siendo realmente esclavo de esas posesiones.
El mal uso del dinero, precisamente, en las lecturas de hoy está reflejado en la primera de ellas, del profeta Amós. En ella se denuncian unos usos fraudulentos del dinero. Muchos nos suenan, a los que ya tenemos cierta edad, las balanzas que podrían ser trucadas. Amós habla de disminuir la medida, ¿verdad?, de usar balanzas con trampa, de aumentar el precio y, sobre todo, de un pecado el más grave de todos. Cuando alguien tenía una deuda y no podía pagarla, al final tenía que ser vendido como esclavo. Así que, por eso, Amós habla de comprar por dinero al pobre. Son malos usos del dinero que están ahí reflejados también en la Palabra de Dios. Fijaos, esa codicia lleva a muchos, y así lo denuncia el Señor, o así lo denuncia Amós, mejor dicho, lleva a desear que pase el día de fiesta, el sábado, fiesta judía, para poder seguir haciendo negocio. Claro, podemos estar pensando, aquello ya pasó, era un mal de la época, pero, queridos hermanos, aquellas trampas y aquellos sucios negocios pueden seguir y siguen, de hecho, presentes, aunque quizás más disimulados, porque haya un control mayor. Y esto, tanto a nivel interpersonal como a nivel internacional. Pensemos en los famosos aranceles, en los países ricos que subvencionan a sus productos para no tener que competir o poder competir con otros países que venden más barato, porque la mano de obra es más barata. En fin, que también en esas relaciones, grandes relaciones entre países, también ahí, efectivamente, se puede dar y serán, de hecho, estos abusos. Las consecuencias están palpables, son palpables. Millones y millones de personas están viviendo la pobreza, mientras que el norte, sobre todo el norte del mundo, el hemisferio norte, suele tener bastante riqueza, también en nuestro hemisferio hay pobres, efectivamente, pero dentro de lo que cabe no es la pobreza que hay en el hemisferio sur. Personas pobres y explotadas en el mundo, que son la consecuencia, como digo, de una de las consecuencias, no la única, pero indudablemente, de ese mal uso del dinero.
En definitiva, queridos hermanos, el Señor nos invita a optar por Él, o por el dinero, o yo diría mejor, a optar por un modo egoísta y esclavizante del uso del dinero, o por un modo solidario, un modo solidario de usarlo, porque ciertamente Dios no maldice el dinero, maldice el mal uso del dinero, esa esclavización por parte del dinero, esa codicia por almacenar, siendo insolidarios. Optar por acumular o por el compartir, a eso nos invita el Señor, a pasar de la sed del poseer, a la sed de Él mismo, esa sed que es la única que puede superar la otra, que nos demos cuenta que la verdadera riqueza es el Señor. Cuando es así, lo otro pasa a un segundo plano, cuando el Señor es la primera riqueza, los hermanos cuentan, cuando no es la primera riqueza, los hermanos sí cuentan, es para el negocio, pero no para otros conceptos.
San Pablo nos invitaba a orar por todos. Yo, queridos hermanos, también os invito en este día a orar por aquellos que sufren la pobreza, que sufren la exclusión, que están explotados laboralmente por aquellos que están en estas situaciones. Pidamos al Señor, por intercesión de nuestra Madre, que llegue el auxilio y que ese auxilio nosotros formemos parte de él, que seamos misioneros de la generosidad, misioneros del compartir, misioneros del buen uso del dinero.
Que el Señor, por medio de nuestra Madre, la Virgen Dolorosa y del Rayo, nos conceda esto que pedimos y que la Eucaristía, que ahora continuamos, nos enriquezca con el don de la gracia de su presencia, de su amor, para que, efectivamente, ricos en ese amor y en esa devoción y amor al Padre, al Hijo y al Espíritu, vivamos la comunión en la Misión.
Que así sea.
+ Jesús, obispo de Córdoba
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