“El camino de la Semana Santa nos lleva hasta el Cenáculo, donde el Señor celebra la Pascua con sus discípulos. Contemplamos la institución de la Eucaristía, el mandamiento del amor fraterno, la institución del sacerdocio ministerial y su ejemplo de servicio a los hermanos”. De esta forma, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, adelanta el significado de la primera de las celebraciones del triduo sacro, la tarde del Jueves Santo.
La celebración presidida por el arzobispo se ha celebrado en el trascoro de la Catedral de Sevilla, y ha sido concelebrada, entre otros, por el nuncio apostólico en España, monseñor Bernardito Auza, monseñor Francisco Javier Lozano, el deán del Cabildo, Francisco José Ortiz; el párroco del Sagrario, Manuel Cotrino; y el rector del Seminario, Andrés Ybarra. Por parte del Ayuntamiento, el alcalde, José Luis Sanz, y el concejal de Fiestas Mayores, Manuel Alés, han encabezado la representación municipal.
Esta cita marca además el final de la Cuaresma, con una liturgia salpicada de momentos y ritos muy significativos. El lavatorio de los pies se convierte, según ha destacado el arzobispo en su homilía, en «un acto profético cargado de simbolismo que en la muerte en cruz y en la resurrección encuentra su clave de lectura y su explicitación máxima, más aún, su cumplimiento. La entrega de Cristo hasta el extremo es el único paradigma, la única referencia válida para sus discípulos”.
El Jueves Santo es el día del amor fraterno y de la institución de la Eucaristía. Es, además, una jornada muy especial para los miles de voluntarios y profesionales de Cáritas, que entregan su tiempo a los demás, con una actitud de servicio que no pone condiciones. En su alocución, el arzobispo ha recordado que “la Iglesia celebra y vive el encuentro entre el Resucitado y los hombres con algunos acontecimientos, en los que la gracia llega al corazón de la persona y la historia por medio de palabras y gestos realizados según dispuso el Señor”.
Esta celebración ha quedado enmarcada en el Año Jubilar, «un año que debe convertirse en ocasión para avanzar por los caminos de la conversión, para intensificar la vida de fe, la formación y la caridad de todos los miembros de la Iglesia”. A continuación, monseñor Saiz ha destacado que “la Iglesia celebra y vive el encuentro entre el Resucitado y los hombres con algunos acontecimientos, en los que la gracia llega al corazón de la persona y la historia por medio de palabras y gestos realizados según dispuso el Señor”.
Ha subrayado también la importancia de los sacramentos en la vida de fe del cristiano: “La celebración de cada sacramento es un momento de gracia, un evento de salvación, una experiencia del amor de Dios, un encuentro con Dios y con los hermanos. Los siete sacramentos acompañan a la vida humana desde el inicio hasta el traspaso. En este camino, la Eucaristía -ha añadido- es fuente y culminación de toda la vida cristiana y de toda la vida de la Iglesia”.
Finalmente, ha elevado una petición al Señor para que «nos ayude a descubrir el significado y belleza de la penitencia sacramental, como una íntima exigencia de la presencia eucarística y de la vida cristiana. De esta forma dejaremos que el Señor nos cambie el corazón y la vida, y podremos experimentar su amor misericordioso que nos empuja a levantarnos a pesar de las caídas que puedan producirse a lo largo del camino”.
Tras la homilía se ha procedido al lavatorio de pies. Monseñor Saiz Meneses ha repetido este gesto, lavando los pies a un grupo de alumnos del Seminario Metropolitano de Sevilla.
Los oficios de mañana, Viernes Santo, comenzarán igualmente a las cinco de la tarde.
Vídeo del acto (canal de la Catedral en Youtube) disponible en este enlace.
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