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Mons. Saiz: «La Eucaristía es fuente y culminación de toda la vida cristiana»

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Mons. Saiz: «La Eucaristía es fuente y culminación de toda la vida cristiana»

“El camino de la Semana Santa nos lleva hasta el Cenáculo, donde el Señor celebra la Pascua con sus discípulos. Contemplamos la institución de la Eucaristía, el mandamiento del amor fraterno, la institución del sacerdocio ministerial y su ejemplo de servicio a los hermanos”. De esta forma, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, adelanta el significado de la primera de las celebraciones del triduo sacro, la tarde del Jueves Santo.

La celebración presidida por el arzobispo se ha celebrado en el trascoro de la Catedral de Sevilla, y ha sido concelebrada, entre otros, por el nuncio apostólico en España, monseñor Bernardito Auza, monseñor Francisco Javier Lozano, el deán del Cabildo, Francisco José Ortiz; el párroco del Sagrario, Manuel Cotrino; y el rector del Seminario, Andrés Ybarra. Por parte del Ayuntamiento, el alcalde, José Luis Sanz, y el concejal de Fiestas Mayores, Manuel Alés, han encabezado la representación municipal.

Esta cita marca además el final de la Cuaresma, con una liturgia salpicada de momentos y ritos muy significativos. El lavatorio de los pies se convierte, según ha destacado el arzobispo en su homilía, en «un acto profético cargado de simbolismo que en la muerte en cruz y en la resurrección encuentra su clave de lectura y su explicitación máxima, más aún, su cumplimiento. La entrega de Cristo hasta el extremo es el único paradigma, la única referencia válida para sus discípulos”.

El Jueves Santo es el día del amor fraterno y de la institución de la Eucaristía. Es, además, una jornada muy especial para los miles de voluntarios y profesionales de Cáritas, que entregan su tiempo a los demás, con una actitud de servicio que no pone condiciones. En su alocución, el arzobispo ha recordado que “la Iglesia celebra y vive el encuentro entre el Resucitado y los hombres con algunos acontecimientos, en los que la gracia llega al corazón de la persona y la historia por medio de palabras y gestos realizados según dispuso el Señor”.

Esta celebración ha quedado enmarcada en el Año Jubilar, «un año que debe convertirse en ocasión para avanzar por los caminos de la conversión, para intensificar la vida de fe, la formación y la caridad de todos los miembros de la Iglesia”. A continuación, monseñor Saiz ha destacado que “la Iglesia celebra y vive el encuentro entre el Resucitado y los hombres con algunos acontecimientos, en los que la gracia llega al corazón de la persona y la historia por medio de palabras y gestos realizados según dispuso el Señor”.

Ha subrayado también la importancia de los sacramentos en la vida de fe del cristiano: “La celebración de cada sacramento es un momento de gracia, un evento de salvación, una experiencia del amor de Dios, un encuentro con Dios y con los hermanos. Los siete sacramentos acompañan a la vida humana desde el inicio hasta el traspaso. En este camino, la Eucaristía -ha añadido- es fuente y culminación de toda la vida cristiana y de toda la vida de la Iglesia”.

Finalmente, ha elevado una petición al Señor para que «nos ayude a descubrir el significado y belleza de la penitencia sacramental, como una íntima exigencia de la presencia eucarística y de la vida cristiana. De esta forma dejaremos que el Señor nos cambie el corazón y la vida, y podremos experimentar su amor misericordioso que nos empuja a levantarnos a pesar de las caídas que puedan producirse a lo largo del camino”.

Tras la homilía se ha procedido al lavatorio de pies. Monseñor Saiz Meneses ha repetido este gesto, lavando los pies a un grupo de alumnos del Seminario Metropolitano de Sevilla.

Los oficios de mañana, Viernes Santo, comenzarán igualmente a las cinco de la tarde.

Vídeo del acto (canal de la Catedral en Youtube) disponible en este enlace.

 

 

 

 

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La misericordia se derrama sobre los pies de los presos este Jueves Santo

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En este día del amor fraterno, y como es ya tradición, el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, acudió hasta la Prisión Provincial a primera hora de la mañana, para celebrar, con algunos internos, la Cena del Señor.

Fue recibido por el director de la Prisión, D. Juan Mesa García, por algunos funcionarios y por miembros de la Pastoral Penitenciaria, entre ellos el Delegado, D. Domingo Pérez y uno de los capellanes, el salesiano D. José González. También se han unido a la celebración algunos seminaristas, el diácono permanente, D. Francisco Esteban Hernández, funcionario de prisiones jubilado, y el secretario particular del Prelado jiennense.

Es una de las citas anuales que el Obispo mantiene con los privados de libertad, junto con su visita en Nochebuena y las confirmaciones.

Al llegar hasta la pequeña capilla, los internos los esperaban para esta celebración Eucarística que los acerca a la Última Cena del Señor con sus apóstoles y con la que comienza la Pasión y Muerte del Señor.

Preciosamente preparada por los miembros de la pastoral y la participación de los internos en las lecturas, la música ha ido guiando toda la celebración, haciéndola de este modo, muy participativa. El Evangelio lo ha proclamado el diácono permanente.

Homilía

En un tono cálido, como de caricia para el alma, el Obispo, en su homilía, ha hablado de perdón, de esperanza y de servicio. Ha recordado el gesto de Jesús, hace con cada uno de sus discípulos, lavándoles los pies, antes de la Última Cena. En este sentido, recordó que Jesús lava a todos los discípulos, incluso a aquellos que sabía lo iban a entregar o lo iban a negar, o a abandonar en su camino de cruz. De este modo, ha querido subrayar el poder misericordioso de Dios a través de su Hijo Jesucristo, que perdona siempre a quien se siente arrepentido y entrega amor a los que incluso lo van a traicionar.

El Obispo ha animado a los presos a llenarse estos días de Semana Santa del amor de Dios que los conduce a la esperanza. Asimismo, le ha recordado que no están solos, que, a pesar de sus errores, su familias, sus amigos y la otra familia que es la que forman los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria de Jaén están a su lado, llevándolos de la mano en este periodo en el que están privados de libertad. Del mismo modo, ha querido tener presentes a sus familias y a sus seres queridos en la celebración eucarística.

Monseñor Chico Martínez ha aprovechado sus palabras para hacerles partícipes del momento tan hermoso que pudo compartir en la tarde del Miércoles Santo con la Cofradía del Perdón, al ser indultado un preso, que se unía junto a él al cortejo procesional a su paso por la Comandancia de la Guardia Civil. “Para vuestro compañero ha comenzado una nueva vida, y lo hace, de la mano de Jesús que perdona siempre, solo necesita nuestro arrepentimiento de corazón”.

Uno de los momentos más sublimes tuvo lugar después de la homilía, cuando, despojándose de sus atributos episcopales, ciñéndose una toalla en la cintura y postrado de rodillas, Don Sebastián ha lavado y besado los pies de algunos internos. La emoción contenida de la asamblea se desbordaba en forma de lágrimas en los internos que era limpiados por esa agua del perdón.

Sin duda, es este un momento profundo recogimiento en esta antesala del Triduo Pascual que culminará con la celebración de la resurrección del Señor.

Al finalizar la Eucaristía, Don Sebastián ha querido felicitar a los sacerdotes que lo acompañaban en el día de la institución de la Eucaristía. Don Sebastián se ha despedido de los internos, y les ha deseado una feliz Pascua de Resurrección, anunciándoles que estará en junio con ellos para celebrar el sacramento de la Confirmación así como en el Jubileo extraordinario que se celebrará en la Prisión Provincial en torno a la fiesta de Nuestra Señora de La Merced, patrona de Instituciones Penitenciarias. También ha aprovechado para decirles que, en el gesto del lavatorio, ha visto en cada uno de ellos a Jesús mismo.

Esta tarde, el Prelado jiennense celebrará la Cena del Señor a las 19 horas en la Catedral, como conclusión de la Cuaresma e inicio del Triduo Pascual en el que la Iglesia universal rememora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor.

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Mensaje del arzobispo de Sevilla para el Jueves Santo

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Mensaje del arzobispo de Sevilla para el Jueves Santo

Mensaje del arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, para el Jueves Santo de 2025.

 

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Jueves Santo y caridad

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Jueves Santo y caridad

Cuando era niño, siempre me llamaron la atención las mesas petitorias de Cáritas. El Jueves Santo había por toda la ciudad gente con huchas, pegatinas y pines con el logo de Cáritas que colocábamos en el ojal de la solapa de nuestras chaquetas estrenadas el Domingo de Ramos. ¡Cómo deseaba llevar la hucha y regalar pegatinas y pines! Ya, adulto, me incorporé al equipo de Cáritas de mi parroquia. Las costumbres y gestos han cambiado pero cada Jueves Santo, Día del Amor Fraterno, se renueva en mí el deseo de compartir con los hermanos el amor incondicional de Jesús sacramentado.

En la celebración litúrgica del Jueves Santo destacamos el Cenáculo, institución de la Eucaristía, y el lavatorio de pies.

La Eucaristía sostiene y transforma toda la vida del seguidor de Jesús. Es la expresión máxima del amor de Dios, viático para nuestro diario caminar en la convivencia familiar, en el trabajo, en nuestra comunidad parroquial, en nuestras fiestas y celebraciones… Y estamos alegres porque Él es la esperanza que no defrauda y nos constituye en esperanza para los otros, especialmente los más pobres, sus preferidos.

Nos decía Benedicto XVI que “la mística del sacramento tiene un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor, con todos los demás que comulgan… La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega” (DCE, 14).

Este año del Jubileo de la Esperanza instituido por el papa Francisco, cobra especial significado dicho carácter social, que se concreta en la acción  personal y comunitaria a través de Cáritas, expresión organizada de la caridad en la vida de la Iglesia. Ninguna comunidad sin Cáritas, ninguna Cáritas sin comunidad, donde se pone en el centro a la persona y su dignidad emanada de ser hijos de un mismo Padre y, por tanto, hermanos en Cristo, sin distinción de ningún tipo. Si hacemos alguna distinción es la que nos muestra Jesús y su evangelio, buena noticia para los pobres, para los marginados, para los invisibles, para los aparcados en las cunetas de la carretera del consumismo, del éxito y del poder. Transitemos por las periferias como peregrinos de la esperanza, portadores de la Buena Noticia.

En nuestra Iglesia de Sevilla hemos de significar las numerosas  iniciativas y obras  de carácter caritativo y social: las diputaciones de caridad de nuestras hermandades, institutos de vida consagrada, movimientos laicales, etc., que ponen en valor el amor, la solidaridad y la justicia social.

Y ¡Jesús lavó los pies a sus discípulos!  ¿Cómo puede ser este el mesías? Pedro no lo entiende, solo cuando Jesús le dice que si no accede, no tendrá parte con él, entonces es cuando no puede soportar sentirse separado de quien es la suprema bondad, el supremo amor. “Si, pues, Yo, el Señor y Maestro lavé vuestros pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Porque ejemplo os di para que, así como Yo hice con vosotros, también vosotros hagáis “. (Juan 13, 14-15). Amar es servir. No hay amor si no se aprende a conjugar el verbo servir.

No se nos puede olvidar que participar en la Eucaristía pasa necesariamente por lavar los pies a los demás. “Una Eucaristía que no comporte un ejercicio concreto del amor es fragmentaria en sí misma” (DCE, 14). El amor y servicio a los pobres es el indicador de la autenticidad de nuestras eucaristías.

Actualicemos en este Jueves Santo del año jubilar el mandamiento de amar a Dios y al prójimo como a uno mismo.

Nicolás Martínez Conde

Cáritas Parroquial de San José y Santa María

 

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JUEVES SANTO: «Si amas, te comprometes», por José Juan Moreno Martínez

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El Jueves Santo es un día grande para la Iglesia en el que comienza el triduo pascual y celebramos la última cena de Jesucristo que muestra su amor desbordante. En la Eucaristía de este día vivimos tres acontecimientos: la institución de la Eucaristía, la institución del Orden Sacerdotal y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna. Tres acontecimientos colmados de amor.

La lectura del Evangelio de San Juan de este año comienza presentándonos la esencia del ministerio de Jesucristo, “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”, y termina encargándonos lo que debemos hacer, “os he dado ejemplo para lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”. Todos y cada uno de nosotros somos amados por Dios, y estamos destinados al amor hacia los demás, especialmente a los hermanos que más sufren.

Conviene tomarnos el tiempo necesario para prestar atención sobre lo que nos quiere decir Jesús hoy, en medio de los múltiples y variados sentimientos y circunstancias que rodean nuestra vida. ¿Qué me pide el Señor?

Algunos testimonios nos ofrecen pistas para responder a esta pregunta; Santa Teresa de Calcuta nos dice que “el amor empieza hoy. Hoy alguien sufre. Hoy alguien duerme en la calle. Hoy alguien pasa hambre. Hoy es cuando tenemos hacer algo”. Y San Ignacio de Loyola decía “en todo amar y servir”. Y es que amar y servir son palabras inseparables. El servicio sin amor no es nada, y el amor sin servicio es menos todavía. Y el Papa Francisco nos dice que “debemos tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir el sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar”.

No hablamos, por tanto, de un amor abstracto. Seguir el ejemplo de Jesús significa comprometernos como Él, en la construcción de un mundo más justo y humano, mediante la puesta en práctica de acciones concretas que muestren la confianza en el amor de Dios y la solidaridad con las necesidades de nuestros hermanos, en especial, los descartados y olvidados de nuestras sociedades.

Es una alegría ver a tantas personas y organizaciones que, teniendo el Amor como referencia, viven cada día comprometidas con la mejora de las condiciones de vida de miles de seres humanos que no pueden llevar una vida digna, atrapados por la pobreza y el hambre de todo tipo. Las pastorales de migraciones, penitenciaria, salud, trabajo, ecología, acción social y caritativa son buenos ejemplos en los que podemos encontrar un lugar donde realizar nuestro compromiso.

Que el Jueves Santo, Día del Amor Fraterno, nos sirva de estímulo para aumentar el amor al mundo, así tendremos más posibilidades de comprometernos y de transformarlo.

José Juan Moreno Martínez, Delegado diocesano de Manos Unidas

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LECTURAS DEL JUEVES SANTO EN LA CENA DEL SEÑOR (CICLO C)

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LECTURAS DEL JUEVES SANTO EN LA CENA DEL SEÑOR (CICLO C)

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.

Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.

Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer”. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y hierbas amargas.

Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.

Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.

La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto.

Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis».

Salmo

Salmo 115, 12-13. 15-16. 17-18

R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

  • ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.
  • Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.
  • Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando el nombre del Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos:

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y este le dice:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».

Jesús le replicó:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».

Pedro le dice:
«No me lavarás los pies jamás».

Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».

Simón Pedro le dice:
«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».

Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

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Dispensa del ayuno y la abstinencia del Viernes Santo, si no se pueden guardar

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Dispensa del ayuno y la abstinencia del Viernes Santo, si no se pueden guardar

El obispo de Guadix ha publicado un decreto por el que se dispensa del ayuno y la abstinencia del Viernes Santo si no se pueden observar, pero recomienda otras prácticas de penitencia como la limosna, visita a enfermos y otros gestos de solidaridad, …

Se acerca uno de los días más grandes de la Semana Santa y de todo el año litúrgico: el Viernes Santo. Es un día que nos habla de entrega, de sacrificio, de salvación, y que apunta, gracias a Dios, hacia el Domingo de Resurrección. Es el Misterio Pascual, en el que celebramos que Cristo murió en la cruz por nosotros, para nuestra redención, para salvarnos, para resucitarnos con Él.

Para vivir con más intensidad todo lo que celebramos el Viernes Santo, la Iglesia ha llamado siempre a vivirlo con ayuno y abstinencia. Son dos prácticas que nos ayudan a recordar y celebrar la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo; y, además, sirven como penitencia por nuestros pecados, que nos dispone mejor para una auténtica conversión.

Pero no siempre es posible vivir ese ayuno y abstinencia en estos días que son de fiesta o de procesiones para muchos. Así, para quienes no puedan cumplir con esta norma, el obispo ha publicado un decreto por el que se “dispensa del ayuno y abstinencia del Viernes Santo a todos los fieles a los que no sea posible observar esta ley sin grave incomodo”.

Sin embargo, se recomienda que, si no se puede guardar el ayuno y abstinencia, se sustituya esta penitencia por otras prácticas, como la “lectura de la Sagrada Escritura, limosna (en la cuantía que cada uno estime en conciencia), otras obras de caridad (visita de enfermos o atribulados), obras de piedad (participación en la Misa, rezo del Rosario, etc.) y mortificaciones corporales”, recuerda el obispo en el decreto publicado y que se puede consultar aquí.

Antonio Gómez

Delegado diocesano

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Decreto del dispensa del ayuno y la abstinencia en el Viernes Santo, si no se pueden practicar

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Decreto del dispensa del ayuno y la abstinencia en el Viernes Santo, si no se pueden practicar

 

Mons. FRANCISCO JESÚS OROZCO MENGÍBAR,

Por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica Obispo de Guadix

DECRETO

A lo largo de los siglos, al Santa Madre Iglesia ha conservado el precepto del ayuno y la abstinencia el Viernes Santo en recuerdo de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo y como penitencia por nuestros pecados, que nos dispone mejor para una auténtica conversión del corazón.

Sin embargo, las particulares características de la celebración de la Semana Santa en nuestra Diócesis, especialmente por la participación o asistencia a las múltiples procesiones que organizan nuestras Hermandades y Cofradías, hacen difícil a muchos fieles la observancia del ayuno y la abstinencia

Por ello, teniendo en cuenta estas circunstancias, por el presente, y a tenor del canon 87 del Código de Derecho Canónico, D i S P E N S O del cumplimiento de dicha ley a todos los fieles a los que no les sea posible observarla sin grave incómodo.

No obstante, teniendo en cuenta la importancia de estas prácticas penitenciales, especialmente en ese día, exhorto a todos los fieles que no puedan abstenerse de la carne y ayunar, a sustituirlas por alguna de las otras prácticas recomendadas por la Conferencia Episcopal Española: «lectura de la Sagrada Escritura, limosna (en la cuantía que cada uno estime en conciencia), otras obras de caridad (visita de enfermos o atribulados), obras de piedad (participación en la Misa, rezo del Rosario, etc.) y mortificaciones corporales» (CEE, DA 13, 2).

Dado en Guadix, a diez de abril de dos mil veinticinco

+ Francisco Jesús Orozco

Obispo de Guadix

 

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El Viacrucis de la Federación de Hermandades recorrió las calles de Huéscar

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El Viacrucis de la Federación de Hermandades recorrió las calles de Huéscar

En la noche del lunes 14 de abril, tuvo lugar el Viacrucis que cada año, en la parroquia de Santa María de Huéscar, organiza la Federación de Cofradías de dicha localidad. Una vez más, ha sido el Santísimo Cristo del Perdón la imagen con la cual se ha rezado este piadoso acto.

Las catorce estaciones que componen el Viacrucis están señaladas en las calles de Huéscar, desde el año 2011, cuando, con motivo de la JMJ que ese año tuvo lugar en Madrid, pasaron por dicho municipio la Cruz y el Icono de la JMJ.
En el Viacrucis han participado todas y cada una de las hermandades que hay en la parroquia de Huéscar, junto con Caritas parroquial y los coros. Los hermanos han sido los encargados de portar la cruz y de rezar las estaciones.
José Antonio Martínez
Párroco de Huéscar

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Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

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Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

El evangelio de este domingo de Pascua de la Resurrección, nos invita a reflexionar profundamente sobre la fe, la esperanza y la comprensión progresiva del misterio de Cristo.

María Magdalena, quien fue la primera en llegar al sepulcro, nos muestra un amor y una devoción profundos hacia Jesús. Al encontrar la losa del sepulcro quitada y al ver que el cuerpo de Jesús ya no estaba allí, su primer pensamiento es que alguien ha robado el cuerpo. Ella corre a contarle a Pedro y al discípulo amado, mostrando su preocupación, pero también su falta de comprensión total en ese momento.

El relato de los dos discípulos que corren hacia el sepulcro es tan significativo. Aunque Pedro es el líder entre los discípulos, es el «discípulo amado» quien llega primero, lo que nos muestra cómo, en algunos momentos, aquellos que están más cercanos a Jesús, de una manera más íntima, pueden captar las cosas antes que otros. Sin embargo, Pedro, al ser el líder, entra primero en el sepulcro, y es a través de él, quien observa los lienzos y el sudario, que se hace más claro que algo extraordinario ha sucedido.

El hecho de que el «discípulo amado» vea y crea, nos habla de cómo la fe no siempre es inmediata, pero que a través de la contemplación y la apertura del corazón, la verdad de la Resurrección se revela a nosotros. La Escritura nos enseña que, antes de ese momento, ni ellos ni nadie comprendían completamente las profecías sobre la Resurrección, pero al ver el sepulcro vacío, la realidad de lo que había ocurrido comienza a tomar forma en sus corazones.

Este texto nos invita a reflexionar sobre nuestra propia fe. Muchas veces, como los discípulos, nos encontramos confundidos o desorientados ante lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. Pero a través de la perseverancia, la reflexión y la oración, podemos llegar a comprender mejor los planes de Dios. La resurrección de Cristo es la esperanza que ilumina todas las tinieblas de nuestra vida y nos asegura que, incluso cuando no comprendemos por completo, podemos creer.

Así, este pasaje nos anima a seguir buscando, a correr hacia Cristo con la fe de que, al final, Él nos revelará la verdad, tal como lo hizo con los discípulos en ese amanecer glorioso.

Secretariado de Pastoral de Juventud y Adolescencia

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