Singular momento siempre es la visita de la Madre de Candelaria al hospital que lleva su nombre.
Después de realizar el cambio de la urna al trono la imagen fue recibida, entre vítores, por las personas ingresadas en este centro, así como los responsables y personal sanitario.
El gerente del HUNSC, Óscar Díez, dio la bienvenida.
El nombre del personal el doctor Miguel Angel Hernández subrayó : Los pacientes y el personal de esta institución agradecen tu visita, que es un alto en el peregrinar… Sentimos que hoy tu mirada de madre contempla, con absoluta claridad, cuanto albergan nuestros corazones. En este sencillo y emotivo acto percibimos tu caricia protectora, con la seguridad de que estás a nuestro lado y sabes leer en nuestra intimidad.
La celebración de la Palabra fue presidida por el obispo Eloy Santiago.
Aquí está la que nos ayuda a seguir adelante, expuso. Porque somos seres necesitados y vulnerables. A veces pensamos que podemos con todo y se nos olvida que somos seres limitados. El obispo también indicó que la presencia de la imagen de la Virgen de Candelaria hoy aquí en el hospital nos recuerda esta verdad. La importancia de cuidarnos y de cuidar a los demás.
En otro momento de su intervención recordó que el Papa en su nueva exhortación nos indica que a Dios lo vemos en los enfermos. La enfermedad es un período de prueba pero el amor de los que tenemos al lado y la profesionalidad de quienes nos atienden nos ayuda a seguir adelante.
Que la madre de Dios acoja a todos los que se encuentran aquí ingresados y a todos los que desarrollan su trabajo. Que el nombre del hospital nos recuerde siempre el amor de nuestra patrona, concluyó.
Como recuerdo de este día se regaló al centro hospitalario una imagen de la Virgen de Candelaria.
El acto finalizó con una ofrenda floral a la morenita.
Con una celebración centrada en la lucha diaria contra la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades, el barrio lagunero de Taco acogió a la peregrina de esperanza.
El símbolo de una balanza equilibrada visualizó este mensaje. Además, se contó con un amplio grupo de feligreses de la parroquia de El Cardonal que portaron una camiseta con el nombre de la obra de teatro sobre el nacimiento de Jesús: «Miriam, ella siempre estuvo allí».
El vicario de La Laguna, Juan Antonio Guedes, en su saludo a la morenita indicó:
“Déjame que te cuente lo que ya sabes, pues en estas calles y casas fluye la vida de muchos de tus hijos e hijas, personas nacidas a aquí o venidas de otros lugares. Cada mañana se trabaja por hacer realidad los sueños de dignidad y felicidad a los que todos y todas tenemos derecho. En los barrios palpita el corazón de la ciudad de los Adelantados, niños, jóvenes y adultos, en la pluralidad de razas y culturas, se convierten en su patrimonio más valioso pues, donde nunca se han levantado muros, nosotros queremos seguir tendiendo puentes. Ojalá que la riqueza de lo cosmopolita y alegre siga siendo seña de identidad para la ciudad de Aguere. Pero, tristemente, no todo son sueños”.
Por su parte, el alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez hizo entrega del bastón de mando de la ciudad de Aguere a la Patrona y expresó que nuevamente, la ciudad la recibe con los brazos abiertos. «Y pensando ya dentro de siete años. Gracias por hacernos sentir que la sociedad puede seguir avanzando de tu mano»
El Consejo ha tenido lugar la mañana de este sábado, 11 de octubre, en el Centro de Magisterio “Sagrado Corazón”
En la mañana del sábado, 11 de octubre, ha tenido lugar en el Centro de Magisterio “Sagrado Corazón” una reunión conjunta de todos los consejos diocesanos con monseñor Jesús Fernández, obispo de Córdoba. Al comienzo de la sesión, el Sr. Obispo ha dado la bienvenida a todos los consejeros, a quienes ha agradecido su asistencia, y ha presidido el rezo de la hora intermedia. D. Jesús ha indicado que para él esta reunión constituye un momento muy significativo por ser su primer encuentro con todos los consejos diocesanos.
A lo largo de esta sesión de carácter pastoral, el Sr. Obispo ha presentado la carta pastoral al inicio de curso “Bien sabía lo que iba a hacer”, en la que hace una propuesta de diseño de un plan pastoral diocesano. Ha expuesto las distintas partes de la carta, comenzando por el contexto de cambio de época, con los aspectos negativos que afectan a la sociedad actual y a la Iglesia. Ante esta realidad, se propone un proceso de renovación espiritual, relacional y pastoral, que ya han venido reclamando los últimos papas, desde una actitud de sinodalidad como medio para la evangelización, siendo fiel a la naturaleza de comunidad misionera de toda la Iglesia. Señala el Obispo para ello seguir cuatro claves principales: 1. Cultivo de una espiritualidad sinodal, centrada en la escucha de la Palabra de Dios, la interpretación autorizada del Magisterio, la liturgia, los sacramentos -especialmente de la Eucaristía- y la lectura atenta de los signos de los tiempos y el corazón de los hombres; 2. El discernimiento, que es un don de Dios para todos, para el que hay que propiciar algunas condiciones: escucha, humildad, obediencia al Evangelio y al Magisterio que lo custodia, a la norma universal que lo sirve, y a la propia situación de las personas; 3. Conversión de las relaciones, desde la comunión con Dios y entre nosotros, para evitar la división y la fragmentación, desde el servicio vocacional; 4. Conversión metodológica y estructural, desde la participación y corresponsabilidad, propiciando una cultura de la transparencia y de rendición de cuenta, impulsando la edificación de una Iglesia ministerial y misionera que opta por una pastoral planificada, integral e integradora, que transforme la pastoral de los grandes eventos en procesos.
Para alcanzar estos objetivos, el Sr. Obispo ha lanzado a toda la Diócesis una propuesta programática para este curso 2025/2026, para elaborar e implementar un plan diocesano pastoral que ponga los acentos prioritarios de acción de los próximos años. Propone D. Jesús la creación de una Comisión Diocesana que recoja las respuestas de una gran consulta diocesana y haga una síntesis para la elaboración del plan. Se van a hacer cuatro ponencias sencillas sobre los cuatro itinerarios del Congreso de Laicos de la Conferencia Episcopal Española de febrero de 2020 (primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia en la vida pública) que orienten la reflexión de unos equipos sinodales en parroquias, comunidades, delegaciones, movimientos y asociaciones. Estos grupos sinodales estarán formados por equipos de entre 5 y 12 personas, con un moderador responsable. El proceso propone practicar la pedagogía del discernimiento (reconocer, interpretar y decidir), con dos reuniones de 75 minutos por itinerario. La Comisión elaborará la síntesis de las conclusiones y se realizará una asamblea a final de curso para pesentarlas y revisar todo el proceso.
Tras la exposición, los asistentes han podido establecer un diálogo con el Sr. Obispo.
El Obispo de Jaén ha ungido las manos de dos nuevos presbíteros, que son ya pastores del pueblo de Dios; asimismo ha entregado a dos diáconos el Evangeliario, como símbolo del ministerio que inician al servicio del altar y de los pobres.
La Catedral, repleta de personas, ha sido testigos de las órdenes presbiterales y diaconales de cuatro jóvenes, que ha dado comienzo a las 11 de la mañana y han que han terminado pasadas las dos de la tarde. La Diócesis del Santo Reino ha vivido, con gran la alegría, la ordenación como presbíteros a Fernando Ruano, de la parroquia de la Encarnación de Arjonilla, y Samuel Valero, de la parroquia de Santa María de Torreperogil. Y, también, la de dos diáconos: Jesús Marchal, de la parroquia de la Asunción de Martos, y José Extremera, de Santa Marta, también de la ciudad de la Peña.
Para la solemne celebración se han dado cita en la catedral familiares, amigos, así como sus comunidades parroquiales y donde han llevado a cabo su ministerio de diáconos, Villardompardo y Bailén. El alcalde de Arjonilla y el de Bailén, también se han hecho presentes en la Eucaristía. Asimismo, las religiosas del Seminario y otras comunidades, como las Hermanas de la Cruz no han querido perderse este día tan importante para ellos y para toda el pueblo de Dios que peregrina en Jaén.
El presbiterio diocesano, representado por alrededor de un centenar de sacerdotes; el Rector, los formadores y el claustro del Seminario, en el que durante estos años se han formado; y el Consejo de Gobierno han participado en esta Eucaristía presidia por el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, en la que era su primar ordenación presbiteral, y en la que ha estado acompañado del Obispo emérito, Don Ramón del Hoyo López.
Ha sido el Rector del Seminario, D. Juan Francisco Ortiz, quien ha llamado a los aspirantes ante el Prelado y los ha presentarlos como idóneos para el sacramento del orden sacerdotal. En ese momento, el Obispo ha dado el plácet a su ordenación y Fernando y Samuel que han vuelto hasta su lugar, junto a sus familias. También, se ha llamado a Jesús Marchal y José Extremera, y el Rector del Seminario ha confirmado, igualmente, que eran aptos para recibir el ministerio del diaconado, en un paso más para su configuración plena con Cristo, buen pastor.
Las lecturas han sido participadas por la hermana de Samuel Valero, que es, además Hermana de la Cruz; el hermano de Iván Marchal y el salmo cantado por el seminarista Daniel Cano. El Evangelio lo ha proclamado Fernando Ruano. El grupo litúrgico musical, EscuchArte, ha puesto la nota musical a esta gran celebración de la Iglesia del Santo Reino.
Homilía
El Obispo ha comenzado su predicación explicando que este día, “el Señor escribe una página preciosa en la historia de nuestra Iglesia jienense. Cuatro nombres, cuatro historias, cuatro llamadas… pero un solo Amor que las sostiene; cuatro síes que ensanchan el corazón de nuestra diócesis”.
Para añadir, “y todos, diáconos y presbíteros, quedaréis ‘cosidos’ para siempre al altar del Señor y a la vida de su pueblo”.
Don Sebastián, en sus palabras, ha querido, uno por uno, recordar ante el pueblo de Dios presente, su historia personal y vocacional, de un modo entrañable, para subrayar, que “Antes de ser elegidos y enviados, sois amados. Esa es la raíz de vuestro ministerio: no una tarea que os coloca por encima, sino una gracia que os pone dentro del Corazón de Cristo. El amor de Cristo os ha ido buscando en los caminos más variados y sorprendentes de vuestra vida”. En este sentido ha subrayado, “Sois, cada uno, historia de amor, no de méritos. Y en vuestras vidas se hace verdad el Salmo que hemos cantado: “El Señor es mi Pastor; nada me falta”. Aprended —y enseñad— a vivir desde esta confianza”.
De igual manera, el Prelado del Santo Reino ha querido manifestar que su vocación y ahora su ministerio, no viene dado por ellos mismos, sino por la elección del Maestro que prepara a sus elegidos: “Habéis sido elegidos no por vuestras fuerzas, sino porque el Corazón de Cristo os ha mirado con misericordia y os ha dicho: “Tú, ven y sígueme”.
Luego, dirigiéndose a los diáconos, por sus nombres, Jesús y José, les ha recalcado el sentido último de su ministerio: “Servid la Palabra, proclamándola, creyendo lo que leéis, enseñando lo que creéis y practicando lo que enseñáis. Servid el Altar, cuidando la liturgia, custodiando la belleza y la dignidad de lo santo. Y servid la Caridad, yendo a las periferias concretas de Jaén: enfermos, ancianos, familias rotas, jóvenes sin rumbo, pobres que esperan no sólo pan sino rostro y compañía. Devolved a la Iglesia el rostro humilde del Señor que “se ciñó la toalla”.
Lo mismo ha hecho con los dos aspirantes al presbiterado: “Y a vosotros, Fernando y Samuel, que vais a recibir el presbiterado, configurándoos con Cristo Cabeza y Pastor, el Señor os envía a ser imagen viva de su entrega y de su misericordia. Tú, Fernando, que has aprendido que sin cruz no hay alegría, el Señor te llama a ser pastor que anime en medio de la dificultad, con paciencia y fe; y tú Samuel, que has conocido desde niño el Sagrario como tu hogar, serás sacerdote que conduzca a muchos a descubrir esa misma presencia escondida y fiel”. A la vez que ha querido recordarles que su ministerio traspasa su persona para ser esperanza en medio del mundo: “vuestro envío está llamado a suscitar vocaciones, a edificar comunidades vivas, a abrir caminos de reconciliación y esperanza. Que nadie que se acerque a vosotros se quede sin escuchar una buena noticia, sin experimentar una cercanía, sin recibir una mano tendida. ¡Que el Espíritu Santo entre intensamente en vuestros corazones y os haga servidores inquietos, fieles y perseverantes del Reino de Dios!”.
Las últimas palabras del Obispo han sido para la comunidad cristiana de Jaén, para que no dejen de pedir por las vocaciones, y a la vez ha querido encomendar el nuevo camino de los cuatro jóvenes a María, la Virgen,“Madre de los sacerdotes, que os lleve siempre de la mano al Corazón de su Hijo; y al Santo Rostro, que os conceda su luz mansa y su firmeza serena”.
Rito de la ordenación
Al finalizar la homilía se ha desarrollado el ritual de la ordenación, que ha comenzado con las promesas ante el Obispo de los candidatos al diaconado, José Extremera y Jesús Marchal. Después, ha sido el turno de Samuel y Fernando, quienes ante el Prelado del Santo Reino han prometido obediencia a él y a sus sucesores; a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal; a presidir con piedad y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, y santificación de pueblo cristiano; y a unirse cada día más a Cristo, sumo Sacerdote.
Uno de los momentos más emotivos de la celebración ha sido cuando los cuatro aspirantes, al diaconado y al sacerdocio, respectivamente, se han postrado ante el altar mientras EscuchArte entonaba las letanías, que eran respondidas por el pueblo fiel. En esa oración compartida se han encomendado al Señor y a los santos la vida ministerial de estos jóvenes para que desarrollen, desde la fidelidad y el amor a Cristo y su Iglesia, la misión a la que han sido llamados.
Otro de los momentos significativos de la ordenación diaconal se ha producido cuando el Obispo ha impuesto sus manos sobre la cabeza de Jesús y José ya que, bajo la acción del Espíritu Santo, es en este mismo instante en el que quedan marcado por su sello indeleble. Posteriormente, se han revestido con la estola y la dalmática, y el Obispo les ha entregado el Evangelio como signo expresivo del ministerio que se les encomienda al servicio del pueblo de Dios; y en particular como servidores del altar y de los pobres.
Después, ha sido el turno de Fernando y Samuel, que se han arrodillado ante el Obispo quien les ha impuesto las manos: el gesto esencial del sacramento, ya que es a través de él como el orden es conferido. Cuando el Obispo ha terminado la imposición de manos, todos los sacerdotes concelebrantes, han hecho el mismo gesto sobre la cabeza de los dos jóvenes. Más tarde se han revestido con la casulla y el pastor de la Iglesia jiennense los ha ungido con el Santo Crisma como instrumentos del Espíritu Santo para bendecir, consagrar y santificar, “haciendo de él un nuevo ministro del altar”. Seguidamente, se les ha hecho entrega de los grandes dones de la Iglesia: el pan y el vino, “para que unidos al sacrificio pascual de Cristo puedan ser para su pueblo signo e instrumento de su amor y entrega, reflejo del alimento que nos da la vida eterna”.
Convertidos ya en sacerdotes, han participado en la mesa del Señor. También, han sido ellos, como neopresbíteros, quienes ha dado la comunión, primero a su padres y hermanos, y después, al pueblo fiel congregado en el templo Catedral, del mismo modo lo han hecho los diáconos.
El Obispo le ha pedido que alguno de los ordenados, en nombre de sus compañeros hablaran, y, de este modo, Jesús Marchal ha agradecido a Dios, a su familia y a la Iglesia por sostenerlos y acompañarlos a lo largo de este camino.
Tras la foto de familia, los nuevos sacerdotes y los dos diáconos han entrado junto al Obispo en la Sacristía, donde han sido ovacionados por el presbiterio diocesano.
Mañana, domingo, 12 de octubre, Samuel Valero cantará su primera Misa en su parroquia de Santa María de Torreperogil, a las 19 horas. a Por su parte, , Fernando Ruano, parroquia de la Encarnación de Arjonilla, el lunes, 13 de octubre, a las 12 horas.
Primero destinos pastorales
Fernando Ruano seguirá, ahora como presbítero en las parroquias de Bailén, donde ha llevado a cabo las labores de su ministerio diaconal. Por su parte, Samuel Valero, ordenado diácono el pasado 22 de marzo, ha sido destinado a las parroquias de Alcalá la Real.
Por su parte, Jesús Marchal ha sido destinado como diácono a Cazorla y José Extremera a Cristo Rey de Jaén.
La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería y el Palacio Episcopal. San Indalecio, Varón apostólico y mártir según la tradición, es el Obispo fundador de la Iglesia de Almería, que comenzó siendo la Iglesia hispanorromana de Urci.
Con la música de la agrupación Idayra fue recibida la imagen de la Virgen de Candelaria en El Humilladero.
El sacerdote Alberto Hernández fue el encargado de dar la bienvenida a la Patrona de Canarias. «Sabes de nuestras dudas y dificultades, cuando falta el trabajo, cuando hay enfermedad, cuando las promesas parecen no cumplirse. Pero también encontrarás a tu paso muchísimas personas que rezan en silencio, que confían, que esperan contra toda esperanza, que se levantan cada día aunque tengan sus propios problemas y dudas. Esa fe sencilla, escondida, es la que sostiene nuestras comunidades», expresó.
Por su parte, el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, indicó que El Chorrillo se ha convertido en una especie de puerta espiritual «donde el pueblo se detiene para mirarte a los ojos antes de entrar en la ciudad. Gracias por volver a esta, tu casa. Te recibimos siempre con los brazos abiertos, porque nunca llegas como visitante sino como parte esencial de la tierra que somos»
Amigos de la esperanza recibe con emoción a la patrona en Tabaiba Alta, con cantos y bailes típicos en honor a la Virgen. También intervino un coro parroquial.
El párroco de Tabiaba Alta y San Isidro, Gabriel Morales saludó a la Virgen: “Dios te salve madre de Candelaria, madre morenita, luz de esperanza, que nunca se apaga. Venimos caminantes, peregrinos para estar cerca de ti. Venimos a contarte Virgen madre cómo anda nuestra vida, y nos llevamos tu mirada que es aliento para seguir nuestro camino. Venimos contigo, porque nos hace falta seguir alimentando lo más nuestro, lo que da sentido a nuestra vida, que es Jesús”.
Por su parte, el alcalde Escolástico Gil destacó la importancia de la jornada. El Rosario no podía mantenerse al margen de esta cita, subrayó, destacando la estrecha relación de El Rosario con Candelaria. Somos anfitriones de un sentimiento, de un legado que pertenece al pueblo canario, dijo, al tiempo que agradeció el trabajo de todos los servicios implicados.
La morenita ya ha abandonado el municipio de Candelaria. En Barranco Hondo se realizó el acto de despedida.
Besay Pérez cantó un emotivo Ave María para dar paso al dominico José Ramón Enjamio, el cual invitó a reflexionar en las grandes cuestiones humanas y a hacerse cercano a los necesitados y vulnerables.
En comunión con el papa León exhortó a los peregrinos a orar por la paz a María.
A continuación la alcaldesa, Mari Brito, en una emotiva alocución despidió a la Virgen de su municipio. Recordó a los que en esta ocasión no estaban por haber fallecido. Subrayó, además, los valores de la misericordia, el perdón y la esperanza. Que ella nos siga uniendo con el amor, la unión y la paz, dijo, haciendo un recordatorio de su propia experiencia de fe.
Posteriormente, se produjo el intercambio de los bastones de mando, pasando a llevar la imagen el del municipio del Rosario cuya alcalde, Escolástico Gil estuvo presente en el acto y entregó dicho bastón.
El día 12 de octubre celebramos la fiesta de la Bienaventurada Virgen del Pilar, patrona de Aragón y símbolo clave de la Hispanidad. Ese día se realiza en la Catedral de Sevilla un responso ante el sepulcro de Cristóbal Colón y un Te Deum ante Nuestra Señora de la Antigua. Con ocasión de mi reciente viaje a Panamá este año me gustaría referirme al puente entre Sevilla y el Nuevo Mundo, construido a través de la devoción a Nuestra Señora de la Antigua, que constituye uno de los episodios más extraordinarios en la historia de la evangelización. No es casualidad que la primera diócesis en tierra firme de América, erigida en 1513, lleve su nombre: Santa María la Antigua del Darién. Éste es un hecho profundamente teológico. Significa que desde los albores de la misión americana la evangelización fue puesta bajo el signo materno de María. Ella fue rostro que recorrió el continente para alcanzar los corazones.
La historia narra que aquella advocación fue trasladada por marinos y clérigos desde Sevilla. En América, María se convierte en principio de inculturación. Los pueblos originarios descubren en ella cercanía, consuelo y belleza. La espiritualidad mariana ha permitido que la fe católica se viva en clave de inculturación porque tal como recoge el Documento Conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que tuvo lugar en Aparecida (Brasil), “María, Madre de la Iglesia, además de modelo y paradigma de humanidad, es artífice de comunión”. María es la pedagogía viva, de una evangelización que se propone como belleza y consuelo.
La evangelización en América Latina, especialmente tras el Concilio Vaticano II y bajo la inspiración de los últimos pontífices, ha comprendido que el Evangelio no es ajeno a las culturas, sino semilla que se siembra en su seno. María ha estado presente en el proceso de evangelización del Continente, desde sus inicios, acompañando a los discípulos misioneros. Esta presencia se traduce en imágenes, en procesiones, en advocaciones como la de Nuestra Señora de la Antigua, que encarnan el Evangelio en símbolos comprensibles para los pueblos. En la traslación solemne de la pintura mariana en la Catedral de Sevilla, entre andamios, poleas y cortejos de eclesiásticos y laicos, se cifra un profundo mensaje eclesiológico: María es figura que se desplaza desde lo oculto hasta lo visible, desde lo marginal hasta el corazón del templo. En la misma clave, cuando María atraviesa el Atlántico, se produce un desplazamiento no sólo físico, sino cultural y teológico. La devoción a Nuestra Señora de la Antigua, pasó de las bóvedas góticas y del muro visigodo de la Catedral de Sevilla a las costas del Darién, a la cultura americana, convirtiéndose en rostro de un pueblo, cercano y maternal.
San Pablo VI nos advierte en Evangelii nuntiandi que la evangelización “no puede reducirse a la simple y estrecha dimensión económica, política, social o cultural, sino que debe abarcar al hombre entero, en todas sus dimensiones, incluida su apertura al Absoluto, que es Dios”. Evangelizar es una irradiación de la Verdad que viene de Dios. En este punto, María es modelo sublime. La historia de Nuestra Señora de la Antigua confirma este principio. María fue puente cultural, porque tradujo el Evangelio en lenguaje accesible.
No puede comprenderse la identidad panameña sin la figura de Nuestra Señora de la Antigua. Su nombre ha acompañado la fundación de ciudades, la consolidación de comunidades cristianas, y la configuración de una cultura mestiza. Ella es parte de la memoria colectiva, no sólo religiosa, sino social y cultural. Cuando en 1513 León X erigió la diócesis de Santa María la Antigua del Darién, se institucionalizó algo más que un territorio eclesiástico. Se declaró, implícitamente, que la misión en América debía tener rostro mariano. En la espiritualidad del pueblo panameño, Nuestra Señora de la Antigua sigue siendo lugar teológico, donde la fe se hace afecto, cultura y compromiso. Las romerías, los cantos y las procesiones son actos en los que un pueblo expresa su fe encarnada, su deseo de ser acompañado por la Madre que sabe sostener a Cristo y ofrecerlo.
Queridos diocesanos, hermanas y hermanos de Málaga y Melilla:
La fiesta de la Virgen del Pilar nos despierta sentimientos de viva gratitud, al contemplar a Santa María, la madre de Jesús, como columna sobre la que se hizo firme la fe y la esperanza de la primera comunidad cristiana. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos la presenta orando con los Doce, mientras esperaban al Espíritu Santo, y una venerable tradición afirma que se apareció a Santiago sobre un pilar sagrado, que se ha convertido en símbolo de la Madre acompañando los primeros pasos de la Iglesia en España. Ella, como buena madre, nos sigue acogiendo, cuidando y dando vida; en ella encontramos unidas la firmeza y la ternura, la convicción y la compasión.
Pero Santa María del Pilar no es sólo una entrañable imagen de María; es también la actitud espiritual y la vocación propia de cuantos deseamos seguir a Cristo. Santa María del Pilar suscita en nosotros la llamada a sostener, acompañar y fortalecer la fe de nuestros hermanos.
Los pilares de nuestra vida
Por eso, en esta fiesta vienen a mi memoria las personas que han sido verdaderos pilares en los que se ha sostenido mi vida y mi fe; personas que han estado junto a mí, como María, en los momentos de duda, en las alegrías y en los tiempos de búsqueda: padres y amigos, sacerdotes y religiosas, grupos y comunidades; en definitiva, tantos hombres y mujeres que, con su fe sencilla, profunda y comprometida, han dejado una huella imborrable en mi historia espiritual. A todos ellos no puedo menos de manifestar mi más sincera y profunda gratitud.
Esta carta quiere ser una insistente invitación a asumir una doble llamada: ser pilar que sostiene y ser madre que engendra a la fe. Somos pilar, aunque no tengamos todas las respuestas, porque intentamos sostener con firmeza, testimoniar la fe con humildad e inspirar otro modo de vivir. Y somos madre en cuanto generamos vida, abrimos caminos y abrazamos con misericordia.
En este mundo que tantas veces se tambalea y fragmenta, dejemos atrás las actitudes características de la adolescencia, centradas únicamente en las propias necesidades, problemas y aspiraciones. Aunque siempre seremos hijos e hijas que necesitan la firmeza de un pilar y el cariño de una madre, asumamos el desafío de convertirnos en pilares y madres, que miren con ternura, escuchen con paciencia, acompañen sin juzgar y arrimen el hombro; que sean, en definitiva, hogar acogedor y espacio de encuentro con Dios.
Que cada catequista, cada voluntario, cada cofrade y cada militante cristiano se dé cuenta de que su entrega y su presencia son necesarias, de que su fe es luz para otros. Con cada gesto de servicio, con cada palabra compartida, con cada oración silenciosa, seamos pilares y madres para quienes nos rodean.