Inicio Blog Página 185

Domingo de Ramos, en la Pasión del Señor. Ciclo C. 13 de abril de 2025

0

Domingo de Ramos, en la Pasión del Señor. Ciclo C. 13 de abril de 2025

Este relato del evangelio de Lucas da inicio a la semana más grande de la fe y de la liturgia cristiana. La fiesta de la Pascua era el evento más importante del pueblo judío, que concentraba en la ciudad de Jerusalén a miles de peregrinos venidos del resto del país y de la diáspora (los judíos que vivían fuera de Israel) cada primavera.

Por lo tanto, en esas fechas la ciudad, que aumentaba considerablemente su población, era un hervidero de gente y había en ella un ambiente festivo y de alegría, donde los sentimientos religiosos y nacionalistas estaban muy a flor de piel.

La Pascua era una fiesta litúrgica que conmemoraba el gran acontecimiento y hecho realizado por Dios, siglos antes, cuando liberó a su pueblo del domino y de la esclavitud egipcia. Esta celebración tenía connotaciones políticas y animaba más los ánimos y las ansias de liberación que los judíos y algunos de sus dirigentes sentían al estar sometidos al imperio romano, por lo que las esperanzas mesiánicas, apoyadas en las profecías que anunciaban que Dios pronto iba a enviar a un mesías libertador, estaban en la mente de todos.

En este contexto bien conocido por Jesús, él promueve este gesto profético para identificarse ante sus enemigos, por lo que no se trata de una procesión religiosa organizada sino de una manifestación con mucho alboroto.

Lucas nos describe la escena con una composición de detalles que vienen a mostrarnos una imagen diferente del Mesías, porque Jesús no hace una entrada triunfal en Jerusalén como lo harían los grandes militares, vencedores y conquistadores (montados a caballo, acompañados de un potente ejército y rodeados de riquezas), sino que su presencia es totalmente sencilla y humilde, en mansedumbre y servicio a su pueblo, sin emplear la violencia ni signos de poder. Jesús entra montado en un pollino nuevo como príncipe de la paz para inaugurar un tiempo nuevo evidenciado en los milagros que ha realizado y que fue mucho antes anunciado por el profeta de Zacarías.

Antes como ahora, incluso a nosotros, Jesús decepciona como enviado de Dios por su apariencia envuelta en la falta de poder, de grandezas y sin imposiciones. Pero lo que está claro es que Jesús ha venido a mostrarnos una nueva forma de hacer los cambios y de construir el mundo: desde el amor, la paz, el servicio y la entrega.

Emilio José Fernández, sacerdote

http://elpozodedios.blogspot.com/

Ver este artículo en la web de la diócesis

Domingo de Ramos 2025 (Catedral-Málaga)

0

Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Misa del Domingo de Ramos celebrada en la Catedral de Málaga

DOMINGO DE RAMOS

(Catedral-Málaga, 13 abril 2025)

Lecturas: Is 50, 4-7; Sal 21, 8-9.17-24; Flp 2, 6-11; Lc 22, 14 – 23, 56.

Vivir la esperanza cristiana

1.- El Domingo de Ramos es como el pórtico de entrada a la Semana Santa, en la que los cristianos celebramos el acontecimiento central de nuestra fe, el misterio pascual de Jesucristo. El relato de la cruel Pasión de Jesús nos envuelve en un mar de sufrimiento, pero también ilumina nuestra vida como un rayo de esperanza.

Los hijos de Israel aclamaban a Jesús, que llega a hombros de un pollino en su entrada en Jerusalén, tomando ramas de árboles y palmas; alfombrando el camino y gritando: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!» (Mt 21, 9; cf. Jn 12, 13). Así hemos cantado también nosotros en este Domingo de Ramos, viniendo desde la iglesia de san Agustín hasta la Catedral, acompañando a Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén.

El ánimo de los discípulos y de los peregrinos se llenaba de entusiasmo y al proclamar a Jesús como «Hijo de David», la esperanza atraviesa sus corazones, pensando que el Mesías, el nuevo David, implantará su reino definitivo de amor, de misericordia y de perdón; no el reino que esperaban sus contemporáneos.

2.- La liturgia de hoy nos invita a acoger a Jesús, que viene como Rey y Salvador nuestro, aclamándolo como «Hijo de David» (Mc 10, 47). Acompañando a Jesús en su entrada en Jerusalén renace también la esperanza en nuestros corazones.

La mujer cananea (cf. Mt 15, 22), el ciego Bartimeo (cf. Mc 10, 47) y los dos ciegos del camino (cf. Mt 20, 29) imploraban su misericordia diciendo: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!». Jesús les cura de sus cegueras y sana sus males, que representan sus pecados.

Al igual que ellos, queridos hermanos, pidamos a Jesús, el Hijo de David e Hijo de Dios, que tenga compasión de nosotros; que perdone nuestros pecados y sane nuestras heridas, causadas por el pecado.

En la festividad de hoy cantamos himnos de bendición, de alabanza y de júbilo, porque Jesús, el Hijo de Dios y Mesías esperado, ha visitado su pueblo para redimirlo.

3.- Pocos días después de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la muchedumbre, en vez de aclamar a Jesús y defenderlo, gritarán a Pilato: «¡Crucifícalo!», como hemos escuchado en el evangelio de la Pasión según san Lucas.

A pesar de haber visto los milagros de Jesús, escuchado sus enseñanzas y compartido su vida, los discípulos y otros fieles, huirán desconcertados y desilusionados, porque Jesús no había realizado lo que ellos esperaban.

¿Qué esperamos nosotros de Jesús? ¿Qué queremos que haga por nosotros? Hoy debemos preguntarnos ¿quién es para nosotros Jesús de Nazaret? ¿Es para nosotros el Hijo de Dios? ¿Esperamos tal vez un rey temporal? ¿Deseamos ostentar poder terrenal? ¿Le pedimos que sane solo nuestras enfermedades físicas? ¿O que nos dé felicidad terrena? ¿Dónde ponemos nuestra esperanza? O mejor, ¿en quién ponemos nuestra esperanza?

El trono de gloria de Jesús será la cruz. Nuestro Mesías, a quien queremos seguir, no nos ofrece una bienaventuranza terrena, sino una esperanza eterna. Nos invita a relegar la felicidad inmediata para obtenerla más verdadera en el más allá; en la otra vida.

El Domingo de Ramos nos anima a acoger al Señor, el Mesías Salvador, en toda su verdad, sin adornos ni paliativos; nos invita a seguirlo hasta la cruz. Pero sabemos que su Pascua de muerte es también de resurrección y de vida. ¡Ésta es la esperanza cristiana!

4.- Queridos fieles, el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor es una fiesta de esperanza; no para esperar cosas terrenales, sino para celebrar la entrada triunfal Jesús de Nazaret en Jerusalén como Rey-Mesías, como Hijo de David e Hijo de Dios, que viene a liberar a la humanidad de su postración y de su pecado; y viene a redimirnos a cada uno de nosotros. Por eso hemos de reconocer nuestra debilidad pecadora, para ser perdonados.

Como hemos escuchado en el relato de la Pasión, el Señor, el Mesías esperado, ha soportado nuestras iniquidades; ha cargado con el pecado de toda la humanidad y ha ofrecido su vida para salvar la nuestra.

Hoy es un día de gran esperanza, porque hemos sido liberados de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna, que pesaba sobre nosotros; éramos esclavos de esa muerte y Cristo nos ha liberado.

Queridos hermanos, habiendo escuchado y meditado la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo según el evangelista Lucas (cf. Lc 22, 14 – 23, 56), demos gracias al Señor por haber sido redimidos y vivamos con la esperanza de gozar un día de la Pascua eterna.

Pidamos a la Santísima Virgen María que nos acompañe en el seguimiento de su Hijo Jesús y nos mantenga en la esperanza cristiana. Amén.

Ver este artículo en la web de la diócesis

«El Domingo de Ramos de la Pasión del Señor es una fiesta de esperanza»

0

«Queridos fieles, el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor es una fiesta de esperanza; no para esperar cosas terrenales, sino para celebrar la entrada triunfal Jesús de Nazaret en Jerusalén como Rey-Mesías, como Hijo de David e Hijo de Dios, que viene a liberar a la humanidad de su postración y de su pecado; y viene a redimirnos a cada uno de nosotros». Son palabras de Mons. Catalá en la Misa del Domingo de Ramos celebrada en la Catedral de Málaga.

D. Jesús ha recordado que «el Domingo de Ramos es como el pórtico de entrada a la Semana Santa, en la que los cristianos celebramos el acontecimiento central de nuestra fe, el misterio pascual de Jesucristo. El relato de la cruel Pasión de Jesús nos envuelve en un mar de sufrimiento, pero también ilumina nuestra vida como un rayo de esperanza».

Por lo tanto, señala el prelado, «el Domingo de Ramos nos anima a acoger al Señor, el Mesías Salvador, en toda su verdad, sin adornos ni paliativos; nos invita a seguirlo hasta la cruz. Pero sabemos que su Pascua de muerte es también de resurrección y de vida. ¡Ésta es la esperanza cristiana!». 

El obispo de Málaga ha finalizando afirmando que «hoy es un día de gran esperanza, porque hemos sido liberados de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna, que pesaba sobre nosotros; éramos esclavos de esa muerte y Cristo nos ha liberado».

La homilía íntegra puede leerse en este enlace.

Ver este artículo en la web de la diócesis

«Abrazar Su Amor» Mensaje de Mons. Rafael Zornoza a las puertas de la Semana Santa

0

Con el Domingo de Ramos entramos en la Semana de Pasión. Acompañamos con nuestras palmas a Jesús que entra en Jerusalén aclamado –lo que prefigura ya su victoria— pero para ser enseguida entregado y padecer y morir por nosotros. Accedemos así de lleno a la “semana grande” de la Iglesia, en lo profundo de la celebración de la Muerte y Resurrección del Señor, algo de lo que nos hemos apropiado desde el Bautismo, recibiendo de este modo el ser hijos de Dios para poder caminar como discípulos de Cristo.

Dice el evangelista San Juan que «de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna» (3,16). Esta poderosa verdad nos recuerda que cada uno de nosotros es valioso y amado. Si abrazamos este amor, permitiremos que transforme nuestras acciones y pensamientos liberándonos de la tiranía del pecado y asumiendo la victoria de Dios en nuestra propia carne.

La Semana Santa es para sumergirnos en la profundidad de los misterios que celebramos. Es un tiempo sagrado, un momento para reflexionar sobre el sacrificio de Cristo y la inmensa gracia que nos ofrece. Recordemos que, como cristianos, estamos llamados a vivir con amor, compasión y esperanza, reflejando la luz de Cristo en nuestras vidas. Cuando contemplamos a Dios, el Infinito, el Todopoderoso, sucumbiendo a la flaqueza y temblando en Getsemaní, comprendemos que en vez de haber tomado, al encarnarse, un cuerpo glorioso, tomó un cuerpo mortal como el nuestro para hacer divina en Él a nuestra flaqueza.

Todos los buenos cristianos, y especialmente los santos, han crecido, han progresado y se han hecho mejores, contemplando la Pasión del SeñorSanta Catalina de Emerick, conocida por sus visiones místicas y profundas reflexiones sobre la Pasión de Cristo, se conmovía al meditarla hasta estremecerse con ella, al comprender, sobre todo, el amor inmenso que Él mostró al sacrificarse por la humanidad. Al contemplar su sacrificio, encontraba en él una fuente de fortaleza y esperanza, recordando cómo cada dolor y cada momento de sufrimiento de Cristo estaban llenos de amor y redención. También a nosotros esta contemplación nos lleva siempre a la profundidad del amor divino y la importancia de la compasión en nuestras propias vidas, a una mayor entrega personal, a un deseo de entrega dando la vida por los demás.

Os animo a participar en las celebraciones litúrgicas, especialmente en los oficios del Jueves, Viernes, y Sábado Santo, y Domingo de Resurrección, a meditar la Pasión de Cristo, contemplar al Señor en los pasos de nuestras procesiones. Cuánto mejor si compartimos estos momentos significativos en familia, con nuestros seres queridos o nuestros amigos. Que cada oración, cada acto de bondad y cada reflexión os acerque más a la esencia de nuestra fe. Vivamos esta Semana Santa con el corazón abierto, dispuestos a recibir y a dar amor, tal como Cristo nos enseñó. Acompañar al Señor que da la vida por nosotros nos hará sintonizar mejor con sus sentimientos de servicio, de misericordia y perdón para con el prójimo, de obediencia al Padre haciendo la voluntad de Dios.

San Antonio de Padua decía: «Debemos meditar a menudo la Pasión del Señor. De ello debemos servirnos como de un sudario, para secar el sudor de nuestras fatigas y la sangre de nuestros sufrimientos. En toda prueba debemos recordar los ejemplos de paciencia que nos dio Jesús.«

      ¡Os deseo una Semana Santa llena del consuelo de Cristo, de su paz y renovación espiritual, y llegar, finalmente a resucitar con Él, y gozar de su victoria! Recordad que la Pasión de Cristo desemboca siempre en la alegría de la Resurrección. No olvidéis apoyar a los cristianos de Tierra Santa, que sufren el abandono, la guerra y persecución, y resisten con tantas dificultades, con la colecta del Viernes Santo a favor de los Santos Lugares.

Ver este artículo en la web de la diócesis

Restaurada y bendecida: la parroquia de San José de Ceuta vuelve a abrir sus puertas

0

El obispo Mons. Rafael Zornoza preside la bendición del nuevo altar en un emotivo acto en Hadú, acompañado por autoridades civiles, militares, el clero de Ceuta y los seminaristas de Cádiz.

La parroquia de San José, ubicada en el emblemático barrio de Hadú, ha vuelto a abrir sus puertas este Sábado de Pasión, después de permanecer cerrada durante más de cuatro años. La esperada reapertura tuvo lugar en un acto solemne presidido por el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Don Rafael Zornoza Boy, quien se encargó de bendecir el nuevo altar ante la presencia de fieles, autoridades locales y representantes del clero.

Durante la ceremonia, el obispo expresó su profundo agradecimiento al Gobierno de Ceuta, y en particular al presidente Juan Vivas, por su compromiso y apoyo para que este templo pudiera volver a acoger celebraciones religiosas. “Salvar este edificio es también recuperar una parte esencial de nuestro patrimonio espiritual”, señaló Zornoza, destacando el esfuerzo conjunto entre la Iglesia y las instituciones públicas.

El templo, ahora dotado con una moderna iluminación LED que realza su arquitectura y crea un ambiente acogedor, se llenó de feligreses que no quisieron perderse este momento histórico. Incluso la lluvia, presente durante parte del día, no impidió que la jornada se viviera con entusiasmo y emoción.

Una restauración con mucho significado

Previo a la misa, el vicario de Ceuta, Francisco José Fernández Alcedo, dirigió unas palabras en las que subrayó la dimensión simbólica de este proyecto. “A veces, lo que parece una dificultad se convierte en una oportunidad de gracia. Hoy inauguramos la restauración de esta parroquia, consagrada por primera vez en 2002”, recordó.

Fernández Alcedo reconoció que las obras han requerido varios años de trabajo y superación de dificultades, pero aseguró que el resultado ha merecido la pena, aunque aún quedan labores por finalizar. “Todavía hay trabajo pendiente, pero confiamos en que con los recursos adecuados se podrá completar la restauración en su totalidad”, añadió.

En este sentido, el vicario dio las “gracias de corazón” a todas las personas que han colaborado en la obra. “La Diócesis de Cádiz y Ceuta está realizando un importante esfuerzo con la inestimable ayuda de la Ciudad y de las instituciones para restaurar y conservar el patrimonio eclesial”.

Representación institucional y hermandades

El acto contó con la presencia de numerosas personalidades, entre ellas la delegada del Gobierno en Ceuta, Cristina Pérez; el comandante general, Luis Jesús Fernández Herrero; el presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Jesús Bollit; así como representantes de distintas hermandades locales. La Hermandad de la Encrucijada, con su Hermano Mayor Pedro Mariscal a la cabeza, estuvo presente con todos los miembros de su Junta.

Tras la Eucaristía, se descubrió una placa conmemorativa a la entrada del templo, como testimonio del esfuerzo realizado y del día en que la parroquia de San José volvió a abrir sus puertas al barrio de Hadú y a toda la ciudad.

Ver este artículo en la web de la diócesis

El Obispo se reúne con el vicario general del Ordinariato Católico Oriental

0

El pasado 25 de marzo, representantes de la Iglesia Siro-Malabar visitaron al Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez. El Vicario General para los católicos orientales en España, el Ilmo. Sr. D. Andrés Martínez, junto con el Padre George, coordinador de las comunidades siro-malabares en España, dialogaron con el Prelado sobre la presencia de católicos orientales en España.

El capellán, Padre George, explicó detalladamente la historia y el origen del rito Siro-Malabar fundado por el apóstol Santo Tomás en su evangelización de la región de Kerala, en la India; asimismo informó al Obispo de la realidad de las comunidades de la Iglesia Siro-Malabar en España, especialmente en Jaén, quiénes son, el tiempo que llevan viviendo en la ciudad y en distintos lugares de la provincia, en qué trabajan, etc., y las actividades que están realizando en la parroquia de San Bartolomé de la capital donde la comunidad Siro-Malabar celebra la Misa en su propio rito y mantienen encuentros formativos.

El Obispo se mostró muy interesado en conocer la herencia y la tradición litúrgica de la antigua Iglesia Siro-Malabar. Ofreció toda la ayuda posible a los fieles, y manifestó la importancia de trabajar unidos para responder a los desafíos actuales de la evangelización y brindar un acompañamiento espiritual a los fieles de este rito.

En representación de los fieles de esta comunidad también estuvieron presentes Anu Joji, Bini Agustín y Simon. Fue una visita muy gratificante y bendecida.

Comunidad Siro Malabar de Jaén

The post El Obispo se reúne con el vicario general del Ordinariato Católico Oriental first appeared on Diócesis de Jaén.

Ver este artículo en la web de la diócesis

La escuela de la Pasión

0

La Pasión del Señor es escuela de amor verdadero. Al comenzar la Semana Santa, la Iglesia presenta a través de la Liturgia una petición en favor de sus hijos: que las enseñanzas de la pasión nos sirvan de testimonio. El testigo levanta acta de lo sucedido. El testimonio es memoria presente de hechos pasados que permite abrirse al futuro. Jesús padece, muere y resucita de una vez por todas. La Liturgia actualiza en el tiempo lo que sucedió en un momento preciso de la historia. Las enseñanzas de la pasión son testimonio porque mueven a imitación y graban en la memoria lecciones de vida eterna. A la Pasión se entra para aprender; en ella se permanece para crecer; desde ella se vive para amar.

​La Pasión del Señor es escuela porque en ella está el Maestro. Jesús enseña con sus palabras y con sus obras, con lo que hace y con el modo de padecer. En el evangelio de san Lucas las palabras de Jesús disminuyen a medida que se adentra en la Pasión. En el pórtico, la institución de la Eucaristía. Con deseo ardiente, el Maestro se entrega a los discípulos. Pan y vino, por su palabra, serán signo de su Presencia viva. Cuerpo que se entrega, Sangre que se derrama, anuncian el precio de nuestro rescate. Comida y bebida son el cauce para nuestra participación. La entrega de Cristo consumada en el Calvario comienza en la última Cena, convertida así en el aula donde el Maestro imparte lecciones de vida: entre los discípulos, el primero es el servidor; Simón caerá, pero, levantado, dará firmeza a sus hermanos; en adelante, Jesús estará con los suyos de otra manera. Tras la promesa de la Cena llega el cumplimiento de la crucifixión. La palabra eficaz del Maestro se verifica en la contradicción: el que enseña, cerrará la boca; el que trae la alegría soportará la angustia; el que siembra confianza recibe traición; el Hijo recibe el desprecio del esclavo; el justo Juez es ajusticiado; el Rey veraz y soberano comparece vituperado y encadenado; el atormentado regala consuelo a su paso; el Autor eterno de la vida, muere a los ojos del mundo derrotado. En la hora del poder de las tinieblas, la sola voz del Hijo amado anuncia la victoria del amor más grande. Para los que le dan muerte, el Hijo pide al Padre el perdón; para los que desvelan su culpa ante el Inocente, el Hijo promete el Paraíso; para el corazón que carga con el pecado del mundo, el Hijo busca el regazo del único que otorga consuelo: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

​En la escuela de la Pasión del Señor aprende quien acoge las palabras del Hijo Maestro; progresa quien camina detrás del que va primero; aprovecha quien reconoce en las heridas sus propias culpas. Lección de amor, corazón requiere. Amor verdadero exige conversióny curación. La escucha, atención y disposición del discípulo son actitudes del corazón. En la escuela de la Pasión es buen alumno el que se deja amar y comunica a otros el amor de Dios recibido. En esta escuela el amor está velado: la belleza cubierta de oprobios; la ternura tapada por la crueldad; la verdad negada desde la mentira y la indiferencia; la vida herida por muerte ignominiosa. Para levantar el velo y descubrir el amor que todo lo puede necesario es devolver Amor a quien de forma extrema nos ha amado.

​En la escuela de la Pasión, resuena la invitación de Cristo: aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. El estudio en esta escuela se llama oración y descanso en el Corazón. Ante la Pasión, pedir amor para en todo reconocer a Jesucristo, nuestra esperanza.

+José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

La escuela de la Pasión

0

Palabras de Vida

PINCHA AQUÍ PARA ESCUCHAR LAS PALABRAS DE MONS. RICO PAVÉS

Monseñor Rico Pavés: “ La Pasión del Señor es escuela de amor verdadero”

La Pasión del Señor es escuela de amor verdadero. Al comenzar la Semana Santa, la Iglesia presenta a través de la Liturgia una petición en favor de sus hijos: que las enseñanzas de la pasión nos sirvan de testimonio. El testigo levanta acta de lo sucedido. El testimonio es memoria presente de hechos pasados que permite abrirse al futuro. Jesús padece, muere y resucita de una vez por todas. La Liturgia actualiza en el tiempo lo que sucedió en un momento preciso de la historia. Las enseñanzas de la pasión son testimonio porque mueven a imitación y graban en la memoria lecciones de vida eterna. A la Pasión se entra para aprender; en ella se permanece para crecer; desde ella se vive para amar.

​La Pasión del Señor es escuela porque en ella está el Maestro. Jesús enseña con sus palabras y con sus obras, con lo que hace y con el modo de padecer. En el evangelio de san Lucas las palabras de Jesús disminuyen a medida que se adentra en la Pasión. En el pórtico, la institución de la Eucaristía. Con deseo ardiente, el Maestro se entrega a los discípulos. Pan y vino, por su palabra, serán signo de su Presencia viva. Cuerpo que se entrega, Sangre que se derrama, anuncian el precio de nuestro rescate. Comida y bebida son el cauce para nuestra participación. La entrega de Cristo consumada en el Calvario comienza en la última Cena, convertida así en el aula donde el Maestro imparte lecciones de vida: entre los discípulos, el primero es el servidor; Simón caerá, pero, levantado, dará firmeza a sus hermanos; en adelante, Jesús estará con los suyos de otra manera. Tras la promesa de la Cena llega el cumplimiento de la crucifixión. La palabra eficaz del Maestro se verifica en la contradicción: el que enseña, cerrará la boca; el que trae la alegría soportará la angustia; el que siembra confianza recibe traición; el Hijo recibe el desprecio del esclavo; el justo Juez es ajusticiado; el Rey veraz y soberano comparece vituperado y encadenado; el atormentado regala consuelo a su paso; el Autor eterno de la vida, muere a los ojos del mundo derrotado. En la hora del poder de las tinieblas, la sola voz del Hijo amado anuncia la victoria del amor más grande. Para los que le dan muerte, el Hijo pide al Padre el perdón; para los que desvelan su culpa ante el Inocente, el Hijo promete el Paraíso; para el corazón que carga con el pecado del mundo, el Hijo busca el regazo del único que otorga consuelo: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

​En la escuela de la Pasión del Señor aprende quien acoge las palabras del Hijo Maestro; progresa quien camina detrás del que va primero; aprovecha quien reconoce en las heridas sus propias culpas. Lección de amor, corazón requiere. Amor verdadero exige conversióny curación. La escucha, atención y disposición del discípulo son actitudes del corazón. En la escuela de la Pasión es buen alumno el que se deja amar y comunica a otros el amor de Dios recibido. En esta escuela el amor está velado: la belleza cubierta de oprobios; la ternura tapada por la crueldad; la verdad negada desde la mentira y la indiferencia; la vida herida por muerte ignominiosa. Para levantar el velo y descubrir el amor que todo lo puede necesario es devolver Amor a quien de forma extrema nos ha amado.

​En la escuela de la Pasión, resuena la invitación de Cristo: aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. El estudio en esta escuela se llama oración y descanso en el Corazón. Ante la Pasión, pedir amor para en todo reconocer a Jesucristo, nuestra esperanza.

+José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

La entrada La escuela de la Pasión se publicó primero en Diócesis Asidonia – Jerez.

Ver este artículo en la web de la diócesis

Pórtico de la Pasión

0

Noche del Viernes de Dolores. Mucha gente bordeaba la puerta lateral de la Parroquia de Santiago. En el interior la hermandad, después de celebrar la Eucaristía con toda la solemnidad, los cofrades preparan a la Virgen de la Soledad para subir al Cerro de san Cristóbal. Los Evangelios de los Dolores de María iban marcando las paradas y la oración.  Comienza el Pórtico de la Semana santa.

Una multitud sigue a la Virgen, que es llevada casi a la altura de nuestros ojos y, como una más, recorre las calles cuesta arriba. En los portales y las ventanas la gente se asoma a verla pasar. El barrio se ha volcado decorando las fachadas con velas, con cuadros de la Soledad enmarcados de buganvillas, unos niños han preparado un paso del Crucificado, que sale al encuentro de María: “Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo”, habían rotulado en una cartulina. En una bocacalle un altar con san Cristóbal.  Otros niños, en una escalinata, mostraban carteles de colores dibujados por ellos alabando con piropos a la Virgen de la Soledad, “Nuestra madre”.

Un cuarteto de jóvenes músicos acompañaba el silencio de la comitiva, tan solo roto por una hermosa saeta de un joven cantaor. Había jóvenes por todos los lados. Si cuando subías la cuesta mirabas hacia atrás veías la multitud que procesionaba en silencio, también a las Hermanitas de los Pobres Desamparados, a los Franciscanos de la Cruz Blanca, de la Casa de Nazaret, la hermandad, hermanos mayores de otras hermandades, el Presidente de la Agrupación, los sacerdotes… Era emocionante y los niños añadían afecto a la religiosidad que se palpaba. Todo era muy sencillo, centrado en lo esencial. También así podemos comenzar a evangelizar.

El último tramo, el del viacrucis, había sido alumbrado, en ambos lados, con antorchas por los habitantes del barrio. Era mucha la dedicación y el fervor que se revelaba en cada detalle. Una familia desde la terraza llenó a la Virgen de una lluvia de pétalos de flores.

Arriba el Sagrado Corazón, abajo la ciudad, y entre ambos nosotros y la Madre. Dos corazones que entregan vida, pues el corazón solo sangra por donde ama. La Soledad estaba habitada de ternura. Gracias. ¡Ánimo y adelante!

+ Antonio Gómez Cantero

PÓRTICO DE LA PASIÓN, por Antonio Gómez Cantero

0

Noche del Viernes de Dolores. Mucha gente bordeaba la puerta lateral de la Parroquia de Santiago. En el interior la hermandad, después de celebrar la Eucaristía con toda la solemnidad, los cofrades preparan a la Virgen de la Soledad para subir al Cerro de san Cristóbal. Los Evangelios de los Dolores de María iban marcando las paradas y la oración.  Comienza el Pórtico de la Semana santa.

Una multitud sigue a la Virgen, que es llevada casi a la altura de nuestros ojos y, como una más, recorre las calles cuesta arriba. En los portales y las ventanas la gente se asoma a verla pasar. El barrio se ha volcado decorando las fachadas con velas, con cuadros de la Soledad enmarcados de buganvillas, unos niños han preparado un paso del Crucificado, que sale al encuentro de María: “Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo”, habían rotulado en una cartulina. En una bocacalle un altar con san Cristóbal.  Otros niños, en una escalinata, mostraban carteles de colores dibujados por ellos alabando con piropos a la Virgen de la Soledad, “Nuestra madre”.

Un cuarteto de jóvenes músicos acompañaba el silencio de la comitiva, tan solo roto por una hermosa saeta de un joven cantaor. Había jóvenes por todos los lados. Si cuando subías la cuesta mirabas hacia atrás veías la multitud que procesionaba en silencio, también a las Hermanitas de los Pobres Desamparados, a los Franciscanos de la Cruz Blanca, de la Casa de Nazaret, la hermandad, hermanos mayores de otras hermandades, el Presidente de la Agrupación, los sacerdotes… Era emocionante y los niños añadían afecto a la religiosidad que se palpaba. Todo era muy sencillo, centrado en lo esencial. También así podemos comenzar a evangelizar.

El último tramo, el del viacrucis, había sido alumbrado, en ambos lados, con antorchas por los habitantes del barrio. Era mucha la dedicación y el fervor que se revelaba en cada detalle. Una familia desde la terraza llenó a la Virgen de una lluvia de pétalos de flores.

Arriba el Sagrado Corazón, abajo la ciudad, y entre ambos nosotros y la Madre. Dos corazones que entregan vida, pues el corazón solo sangra por donde ama. La Soledad estaba habitada de ternura. Gracias. ¡Ánimo y adelante!

+ Antonio Gómez Cantero

Ver este artículo en la web de la diócesis

Enlaces de interés

ODISUR
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.