Este domingo, la Santa Iglesia Catedral de Huelva ha acogido los actos conclusivos con motivo de la Solemnidad del Corpus Christi, una de las celebraciones más significativas del calendario litúrgico.
La jornada ha estado marcada por la celebración de la Santa Misa Estacional, presidida por el Obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra, y concelebrada por miembros del cabildo catedralicio y otros sacerdotes de la diócesis.
Tras la celebración litúrgica, ha tenido lugar la tradicional procesión claustral por las naves del templo catedralicio, en la que el Santísimo ha sido acompañado por fieles, miembros de hermandades y autoridades presentes, en un ambiente de recogimiento y devoción.
Con este acto, la Diócesis de Huelva culmina las celebraciones en honor al Cuerpo y la Sangre de Cristo, renovando una vez más su testimonio de fe viva y comunidad eclesial.
La comunidad diocesana de Huelva vivió en la mañana de este sábado, 21 de junio, un momento de especial alegría y esperanza. En una solemne celebración presidida por el Obispo de Huelva, Monseñor Santiago Gómez Sierra, el seminarista Iván Huzo fue ordenado diácono en la Santa Iglesia Catedral, dando así un paso decisivo en su camino vocacional hacia el sacerdocio.
Un camino vocacional enriquecido por la diversidad de tradiciones litúrgicas
Iván Huzo, natural de Ucrania y formado en el Seminario Diocesano de Huelva, ha tenido la gracia de vivir su proceso formativo en comunión con las raíces de su Iglesia de origen. Fruto de esta trayectoria, ha recibido la Sagrada Ordenación Diaconal a través de un rito singular que une dos tradiciones: el rito bizantino y el rito romano. Este gesto expresa la riqueza espiritual de la Iglesia universal y la unidad en la diversidad de sus ritos litúrgicos.
Durante su homilía, Mons. Santiago Gómez ha destacado el carácter esencial del diaconado como ministerio de servicio en nombre de Cristo, Siervo y Buen Pastor: “Para nosotros, como sacerdotes, asistir a una ordenación es recordar la nuestra. Una ordenación es una bendición para toda la Iglesia diocesana. Es una ilusión. Todos podemos decir, en esta mañana, demos gracias a Dios por esta ordenación”.
El nuevo diácono continuará ahora su formación en vistas al sacerdocio, mientras se integra plenamente en la vida pastoral de la diócesis, participando activamente en parroquias y comunidades donde ejercerá funciones propias del ministerio diaconal: el anuncio de la Palabra, la asistencia en la celebración de los sacramentos y el servicio a los más necesitados.
Una Iglesia que camina unida y misionera
Esta ordenación es también signo de la vitalidad vocacional de la Iglesia onubense, comprometida con el acompañamiento de los jóvenes que sienten la llamada al sacerdocio o la vida consagrada. La Diócesis de Huelva anima a todos los fieles a rezar por las vocaciones y a sostener espiritualmente a quienes entregan su vida al servicio del Reino de Dios.
Pedimos al Señor que bendiga abundantemente el ministerio de Iván Huzo y le conceda fidelidad, alegría y entrega generosa, para que, desde el diaconado, sea testigo del Evangelio y servidor de la comunión.
En estos días, nuestro obispo, D. Antonio, será sometido a una intervención quirúrgica para la extracción de un cálculo renal enclavado durante casi un mes. Confiamos en que se trate de una operación sencilla y que su recuperación sea rápida y completa.
Él mismo nos ha pedido que, en nuestras oraciones, le recordemos. Acompañémoslo con nuestra cercanía, afecto y plegarias.
Cristo Eucaristía se ha encontrado hoy con su pueblo en la solemnidad del Corpus Christi, celebrada con gran fe y devoción en las calles y plazas de todos los pueblos y ciudades de nuestra Diócesis.
En Jaén la celebración, en este día de la Caridad, ha estado presidida por el Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, y concelebrada por el Vicario General, los miembros del Cabildo Catedral y una veintena de sacerdotes de la ciudad.
Seminaristas; representantes de las Cofradías Sacramentales de la ciudad; de las Hermandades y Cofradías de Pasión y Gloria; de la Adoración Nocturna; de la Asociación de las Catedrales de Jaén y Baeza; de Cáritas Diocesana y las Cáritas parroquiales; así como un numeroso grupo de niños de Primera Comunión, representantes de la Universidad de Jaén y multitud de fieles jiennenses han participado en la celebración.
Del mismo modo, el alcalde de la ciudad, D. Julio Millán, junto a la Corporación Municipal y autoridades militares, como el Delegando de Fomento, el Delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en Jaén, el Teniente Coronel de la Guardia Civil, el Comisario Jefe de la Policía Nacional, el Jefe de la Policía Local, entre otros, han querido, también, estar presentes.
La Escolanía de la S.I. Catedral ha sido la encargada de poner los acordes y las voces blancas a la celebración eucarística.
Las lecturas han estado participadas por una representante de la Cofradía de la Buena Muerte, dos seminaristas y del Director de Cáritas Diocesana. El Evangelio ha sido proclamado por el diácono permanente Manuel Rico.
Las ofrendas han sido llevadas hasta el altar por el Presidente de la Agrupación de Cofradías de la ciudad, la Hermana Mayor del Cristo de la Buena Muerte y una niña de Primera Comunión.
Homilía
Don Sebastián ha comenzado su homilía recordando que “nos reunimos esta mañana, en nuestra Catedral de Jaén, para celebrar la Solemnidad del Corpus Christi, en este año Jubilar donde conmemoramos el gran acontecimiento del aniversario de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo en nuestra humanidad”.
El Obispo ha subrayado, además, la necesidad de un testimonio coherente y alegre de fe por parte de los creyentes. “El Señor nos convoca para renovar la certeza de que permanece realmente entre nosotros bajo las humildes especies del pan y del vino y para convertirnos en ‘ostensorios vivos’ que lo presenten al mundo con alegría”.
Asimismo, Monseñor Chico Martínez, haciendo referencia a las lecturas del día, ha explicado que “estas tres lecturas convergen en un mismo misterio: Dios que se acerca para alimentar y bendecir, transformando nuestra pobreza en comunión con Dios y nuestra vida en ofrenda para los demás”. Y ha recordado que “la presencia real de Cristo en la Eucaristía no es un recurso devocional accesorio, sino el corazón palpitante de la Iglesia; en este Sacramento se prolonga la Encarnación de Dios hasta los confines del tiempo y del espacio”.
En este contexto, ha querido destacar una noticia de gran alegría para nuestra Diócesis del Santo Reino. “La celebración de este Corpus Christi está enmarcada por una inmensa alegría para nuestra Iglesia diocesana: la gozosa noticia de que el Papa León XIV ha firmado los Decretos que aprueban la beatificación de los 124 mártires del siglo XX de Jaén”. Y, haciendo referencia al testimonio de estos mártires, ha añadido: “Su fidelidad, hasta el final, confirma la verdad del Pan vivo y recuerda a la Iglesia de Jaén que la entrega total es posible cuando el corazón late al ritmo del Corazón eucarístico”.
El Pastor diocesano ha recordado, también, que esta solemnidad es el Día de la Caridad, en el que la vivencia eucarística se prolonga en la entrega concreta a los más necesitados. “El amor que brota del Corazón de Cristo no es simple solidaridad humana sino amor sincero, generoso y regenerador”.“Que se aprende al pie de la Cruz y en la mesa de la Eucaristía.” Por eso, ha subrayado la importancia de abrir la comunidad cristiana a los inmigrantes, los ancianos, los enfermos y todos los que sufren soledad o angustia, recordando que compartir bienes, tiempo y cercanía “es prolongar sacramentalmente la fracción del Pan”.
Finalmente, Don Sebastián ha querido encomendarse a la Virgen de la Capilla y a todos nuestros santos mártires para que “intercedan para que la Iglesia de Jaén salga de esta celebración convertida en procesión permanente de esperanza donde cada cristiano sea lámpara encendida que anuncia con obras y palabras: Cristo vive y está aquí”.
Procesión
Tras la Eucaristía, el Santísimo Sacramento ha sido trasladado hasta la Custodia para comenzar la procesión. A la salida de la Catedral, una lluvia de pétalos ha caído sobre ella.
Un grupo de niños ha esperado al Obispo, ante la puerta del Perdón, para ofrecerle unas preciosas magnolias blancas, que el Pastor diocesano ha colocado junto a Cristo Sacramentado.
Posteriormente, la custodia ha avanzado por las calles de Jaén, preciosamente engalanadas con altares, mantones en los balcones y juncias aromáticas en el suelo.
En torno a la una de la tarde, ha regresado a la plaza de Santa María y el Obispo ha procedido a la bendición con el Santísimo desde la fachada principal de la S.I. Catedral.
Desde el balcón el Obispo ha querido dirigirse a los fieles con unas palabras cargadas de esperanza. “El Señor ha visitado nuestras calles, el Señor ha visitado nuestras casas. Abramos el corazón para que Él entre, para que el Señor se quede con nosotros, para que bendiga nuestras vidas y a nuestras familias”.
Además, Don Sebastián ha pedido una oración especial por los seminaristas que en los próximos días participarán en el Jubileo en Roma, acompañados por él y los formadores del Seminario.
Ha concluido deseando a todos un feliz día del Corpus Christi.
La tarde de este sábado 21 de junio, víspera de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, en el transcurso de la celebración eucarística, coronó a Nuestra Señora de la Estrella, patrona de Coria del Río. Con este gesto “el pueblo de Coria del Río, con la hermandad sacramental y la Parroquia de Santa María de la Estrella, expresa su amor, su gratitud y compromiso hacia su Patrona”.
Durante su homilía, el arzobispo de Sevilla, recordó a todos los fieles congregados en el prado de la Soledad, junto al parque Carlos de Mesa que “no se trata de un simple ornamento artístico, esta corona es símbolo del deseo de que reine en nuestra parroquia, en nuestro pueblo, en nuestra hermandad, en nuestras familias, en nuestros corazones; esta corona es expresión de nuestro agradecimiento por su protección y amparo”.
Nuestra Señora de la Estrella ha sido coronada con una nueva presea diseñada por el artista malagueño Curro Claros y realizada por el orfebre granadino Alberto Quirós.
“En este día especial- continuó monseñor Saiz Meneses – la Iglesia renueva su naturaleza eucarística. Coria del Río se engalana: habéis preparado altares, incienso, voces, calles embellecidas, como signo de fe viva. Hoy el Cuerpo del Señor nos congrega, nos une, nos transforma”.
Probada devoción
Fruto de un fervor centenario, “con la coronación canónica, reconocemos que la Virgen de la Estrella goza de probada devoción y cumple todos los requisitos canónicos. Nacida en la fe medieval, esta imagen renace en coronación de gloria. Este rito nos enseña que la piedad del pueblo y el magisterio de la Iglesia caminan juntos. María reina sirviendo, ayudándonos a mirar el rostro de Cristo e invitándonos a la conversión”.
Año jubilar
Don José Ángel destacó que el año jubilar que celebra en 2025 la Iglesia universal “introduce en nuestra coronación un signo de redención y gracia especial: obras de misericordia, confesiones, perdón, esperanza, conversión”. En este sentido, “la coronación, en tanto es un acto jubiloso que entreteje también un programa espiritual: María es misericordia y guía. No se trata de una celebración mundana, sino de una expresión profunda de fe y de sentido eclesial”.
Finalmente, el arzobispo hispalense pidió al Señor, por intercesión Nuestra Señora de la Estrella, “que nos conceda un crecimiento significativo en la conversión personal. En ese camino de cambio interior María nos enseña el silencio, la escucha, la acogida, la obediencia al plan de Dios. También pedimos la conversión comunitaria, para llegar a ser parroquia viva, hermandad vida, unidas en torno a Cristo eucaristía y su madre”.
Al término de la Eucaristía tuvo lugar la procesión gloriosa de acción de gracias por las calles de la localidad, acompañada por la Banda Municipal de Música de Coria del Río.
El obispo diocesano preside el Solemne Pontifical en una jornada marcada por la fe, la caridad y la participación de toda la comunidad diocesana
La ciudad de Cádiz ha vivido este domingo una de sus citas religiosas más emblemáticas con la celebración del Corpus Christi, presidida por el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy, en la Santa y Apostólica Iglesia Catedral. Ante un templo colmado de fieles y con la presencia de autoridades civiles y militares, el prelado ha destacado el profundo significado de esta solemnidad como «la fiesta del amor, de la esperanza y de la presencia viva de Dios en medio del mundo», en pleno contexto del Año Jubilar.
La jornada comenzó a las ocho de la mañana con el tradicional traslado de la imagen de Nuestro Padre Jesús del Milagro en la Sagrada Cena a su altar en la calle Nueva, acompañado musicalmente por la camerata de la Agrupación Musical Polillas. A las 9:30 horas, la Diana Floreada, a cargo de la Banda de Música de la Cruz Roja de la Asociación Cultural Musical Maestro Agripino Lozano, marcó el ambiente festivo de una ciudad volcada con esta festividad.
Durante su homilía, Monseñor Zornoza recordó que el Corpus Christi es una renovación del misterio del Jueves Santo. «La fiesta del Corpus Christi constituye una importante cita de fe y de alabanza para toda la comunidad cristiana. Pues confesamos abiertamente nuestra fe en Dios, en Jesucristo vivo que está realmente presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Confesamos que el misterio eucarístico es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre. Es la fuente, el corazón, la cumbre de toda la vida cristiana donde se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia. Al celebrar esta fiesta volvemos necesariamente al Cenáculo. Al día en que Cristo la víspera de su pasión, instituyó la Eucaristía. Pues como sabemos el Corpus Christi constituye una renovación del misterio del Jueves Santo».
Por otro lado, el obispo diocesano hizo un llamamiento a la caridad, en sintonía con la celebración paralela del Día de la Caridad. «El amor a la Eucaristía se hace patente en la caridad, especialmente con los más necesitados. Comulgar al Señor ha de traducirse en amar a los pobres cercanos o lejanos a través de nuestra entrega y solidaridad. Por eso celebramos hoy este Día de la Caridad que declara la unión entre fe y amor, Eucaristía y caridad, que es el distintivo de la Iglesia desde sus orígenes, porque el Hijo de Dios se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza. Adorar a Cristo en la Eucaristía nos debe conducir a abrazar al Señor amando al padre, como Él y compartiendo con los pobres también la vida y nuestros bienes», afirmó, subrayando la labor de Cáritas Diocesana y la unión indisoluble entre fe, amor y compromiso social.
Una de las grandes novedades de este año ha sido la incorporación al cortejo procesional de las imágenes de los Santos Patronos de Cádiz, San Servando y San Germán, realizadas por la afamada escultora barroca Luisa Roldán, conocida como La Roldana. Estas veneradas imágenes enriquecieron un cortejo que recorrió las principales calles del centro histórico con gran participación de hermandades, grupos parroquiales, movimientos eclesiales y niños de Primera Comunión.
La procesión, con la Custodia de “El Cogollo”, partió desde la Plaza de la Catedral y siguió por Compañía, Santiago, Plaza de Candelaria, Cardenal Zapata, Plaza de San Agustín, San Francisco, Nueva, Plaza de San Juan de Dios, Pelota y regreso a la Catedral. Durante el recorrido, el cortejo estuvo acompañado por las bandas de música Ciudad de Cádiz, Maestro Dueñas y la Banda de la Cruz Roja.
Al término del recorrido, el obispo impartió la bendición desde la puerta principal de la Catedral. Posteriormente, se celebró una Eucaristía en la Iglesia de Santiago para los fieles que no pudieron asistir al Solemne Pontifical, concluyendo así una jornada de intensa devoción y comunión fraterna con el traslado de todas las imágenes a sus respectivos templos.
La celebración del Corpus Christi continuará el próximo domingo, 29 de junio, con la Eucaristía de la Octava, que tendrá lugar a las 12:00 horas en la Catedral de Cádiz. Una nueva oportunidad para que los fieles se reencuentren con el misterio eucarístico, centro de la vida cristiana.
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El Secretariado Diocesano de Migraciones de la Diócesis de Huelva convoca a toda la comunidad diocesana y a la ciudadanía en general al último Círculo de Silencio del presente curso pastoral. Este acto tendrá lugar el próximo miércoles, 25 de junio, y se desarrollará, como es habitual, frente a la Iglesia de la Concepción de la capital de 19.30 a 20.00 horas.
Con el lema ‘Refugiados: Un llamado a la humanidad y a la solidaridad’, esta convocatoria pretende poner el foco en la realidad que viven millones de personas desplazadas forzosamente a causa de conflictos armados, persecuciones, crisis climáticas o situaciones de extrema pobreza. A través del silencio compartido, se quiere manifestar el compromiso con la dignidad de quienes se ven obligados a abandonar sus hogares y llamar la atención de la sociedad sobre la necesidad de una respuesta humana, justa y solidaria.
El Círculo de Silencio se enmarca en una iniciativa que, desde hace años, impulsa una reflexión comunitaria sobre la acogida, la hospitalidad y los derechos fundamentales de las personas migrantes y refugiadas. A través de este gesto sencillo pero profundamente simbólico, se invita a vivir un momento de escucha interior y comunión con el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas en situación de vulnerabilidad.
El Secretariado anima a todas las personas y colectivos comprometidos con la justicia social y la defensa de los derechos humanos a participar y a sumar su presencia en este gesto de solidaridad y esperanza.
La CONFER-SEVILLA también ha finalizado su curso 2024-2025. Un curso especial por ser el año jubilar, nada menos que el año de la esperanza. Los fines de la CONFER son entre otros, promocionar y animar la Vida Religiosa, respetando siempre el carácter propio de cada instituto.
Iniciamos el curso el 28 de septiembre del 2024 con nuestra asamblea general, a la que asistió nuestro arzobispo, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Su presencia y sus palabras de ánimo indican las buenas relaciones con nuestro pastor. El 30 de noviembre celebramos nuestro retiro de Adviento. Fray Santiago Agrelo nos hizo un llamamiento a cambiar paradigmas: Jesús se encuentra, y debemos encontrarlo, sobre todo en los pobres y hoy especialmente en el mundo de los emigrantes.
El 16 de diciembre, la junta directiva de CONFER mantuvo un encuentro en la comunidad de hermanas nazarenas con el arzobispo y el vicario episcopal para la Vida Consagrada, José Ángel Martín, con quienes pudimos charlar sobre temas de la Archidiócesis.
“La esperanza siempre es posible”
El 2 de febrero celebramos el día de la Vida Consagrada en la Catedral. Fue también una ocasión para ganar el Jubileo. El 8 de marzo, animados por la hermana Maica, carmelita descalza, tuvimos el retiro de Cuaresma, siguiendo los escritos de Teresa de Jesús. Fue una mañana de oración compartida, descubriendo, a través de la santa abulense, que la esperanza siempre es posible, aunque haya dificultades. En este tiempo cuaresmal, no podía faltar un momento de encuentro para la reconciliación comunitaria. Fue el 30 de marzo, en los padres carmelitas descalzos.
El primer encuentro de la vida religiosa de Andalucía tuvo lugar en Antequera el 26 de abril, bajo el lema ‘Caminando en esperanza para ser testigos’. Nos reunimos unas 280 personas, que reflexionamos sobre la sinodalidad. La Eucaristía fue presidida por el arzobispo de Granada, don José María Gil Tamayo, y terminamos con un concierto-oración a cargo del grupo Salahuin. Fue un día extraordinario, en el que hay que agradecer al alcalde de Antequera, Jesús Barón, su acogida, al igual que al equipo directivo del colegio San Francisco Javier, de los Hermanos de la Salle.
Clausura en Alájar
El curso tocó a su fin el 1 de junio. La Sierra de Aracena fue nuestra meta, concretamente la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, en Alájar, en la Peña de Arias Montano. Allí tuvimos un ratito de oración mariana preparado por la comunidad de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel, que compartimos con quienes visitaban a la Virgen desde pueblos cercanos. A continuación, nos dirigimos a Villa Onuva, donde tuvimos la Eucaristía. El entorno paradisiaco propició una pequeña experiencia de contemplación de la naturaleza, antes del regreso a Sevilla.
Termino este resumen del curso con unas palabras de la última asamblea general de CONFER en Madrid: «CONFER necesita su propia renovación para responder mejor a las demandas reales de la vida consagrada en España». Para esto hacen falta manos y corazón que se pongan a trabajar.
Tradicionalmente la solemnidad del Corpus Christi se celebra el segundo jueves posterior a la solemnidad de Pentecostés, por ser el jueves un día eminentemente eucarístico, ya que los evangelios centran la institución de la Eucaristía en la tarde del Jueves Santo. En la mayoría de los lugares, en la actualidad, por mantener su carácter festivo, esta celebración se ha trasladado al domingo siguiente.
Esta fiesta nos lleva a la última cena de Jesús con sus discípulos, antes de su pasión, muerte y resurrección. Reunidos como tantas veces para cenar, los discípulos se encuentran, como todos los judíos, para celebrar la cena pascual en recuerdo de la liberación de Egipto cuando Israel estaba sometido y vivía en la esclavitud. Esta cena recoge otras tantas anteriores en las que Jesús ha comido con los pobres hambrientos, marginados acogidos, pecadores arrepentidos, amigos y discípulos.
El centro de la cena pascual judía era el cordero, que no aparece mencionado en ningún momento, pasando a ser el centro de la cena los gestos y las palabras de Jesús. En ambas actuaciones se recoge de manera resumida todo lo que ha sido la existencia del Hijo de Dios en medio de nosotros, todo lo que ha vivido y lo que está por suceder con su muerte: un pan que se rompe y se reparte en solidaridad y entrega, expresión de la encarnación y clave para entender la historia de la salvación. En un pedazo de pan y en una copa llena de vino está la presencia real de una vida vivida en plenitud y apasionadamente, de una vida que se da, que se rompe por todos. Jesús ha sido y es ese pan que se ha ido haciendo trozos día a día hasta la muerte. Ha compartido con la gente su pan, su vida, su amor al Padre y a su reino. Ahora comparte su pan-cuerpo y su vino-sangre como sello de una nueva y definitiva Alianza, constituyendo el nuevo pueblo de Dios y haciendo cumplir las promesas de la salvación. Destaca la copa de vino que se reparte entre todos, a diferencia del hecho de beber de manera individual cada uno en su vaso como se hacía normalmente. Beber del cáliz nos lleva del sufrimiento y la muerte a la esperanza fundamentada en la resurrección, porque el vino alegra el corazón del ser humano. Y desde entonces, los suyos venimos celebrando la eucaristía hasta que él vuelva. La Eucaristía no la podemos reducir a un conjunto de ritos litúrgicos o a una belleza estética y quedarnos en lo superficial sin traspasar y contemplar lo esencial, porque la Eucaristía no es un espectáculo ni una representación teatral de un hecho pasado. La Eucaristía de cada día es una actualización de un hecho que cambió nuestras vidas y la sigue cambiando en el banquete fraterno y en el sacrificio de quien vuelve a entregarse a nosotros y por nosotros para el perdón de nuestros pecados. Pero, aunque tengamos fe, podemos no tener hambre de Dios, la razón por la que muchos cristianos no le dan a la Eucaristía la importancia que tiene porque no la han hecho deseo, no la han hecho necesidad. Participamos de un banquete que el Señor nos prepara, porque él nos alimenta como un padre lo hace con sus hijos. Quien no se alimenta se debilita y hasta muere. El que es la Vida nos alimenta con su propia vida como hace el pelícano con sus polluelos. Un banquete en el que todos tenemos un sitio, en el que se comparte la vida, los sufrimientos, las esperanzas…, y en un amor fraterno que rompe fronteras, razas, clases sociales… Hacer memoria es no olvidarnos nunca de todo lo que ha hecho Jesús por nosotros, porque su pasión y muerte fue el precio que pagó por nuestra salvación, un precio que nadie ha pagado por ti, sólo él lo ha hecho, desde una entrega y generosidad en abundancia que anula todo egoísmo humano. El recuerdo y la memoria de lo que él hizo en su vida y en la fracción del pan, nos ha de llevar a nosotros a hacer lo mismo: entregarnos a los demás sin condiciones. Celebrar la Eucaristía nos compromete y nos exige ser su presencia resucitada en el mundo a través de nuestra vida y hechos. Participar de la Eucaristía nos anticipa la llegada del reino de Dios: sucede en la tierra lo que de forma definitiva sucederá para siempre en el cielo, al que estamos invitados a formar parte por nuestro bautismo. Emilio José Fernández, sacerdote http://elpozodedios.blogspot.com/
Homilía de Mons. Jesús Catalá durante la Eucaristía celebrada en la Catedral con motivo del Corpus Christi 2025
CORPUS CHRISTI
(Málaga, 22 junio 2025)
Lecturas: Gn 14, 18-20; Sal 109, 1-4; 1Co 11, 23-26; Lc 9, 11-17.
Invitados al banquete del Señor
1.- Celebramos hoy la solemnidad litúrgica de “Corpus Christi”, en la que el Señor Jesús nos ofrece su Cuerpo como comida y su sangre como bebida para nuestra salvación. La Eucaristía es el memorial del misterio pascual del Señor: «Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva» (1 Co 11, 26). Estamos celebrando el memorial del misterio pascual del Señor, que se hace presente sacramentalmente.
Él nos invita al banquete que ha preparado con tanto esmero: «Ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: Venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado» (Pr 9, 2-3.5). ¡Hagamos fiesta con el Señor!
Dios quiere conceder la vida eterna a todo el que crea en el Hijo: «Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6, 40).
2.- En la celebración eucarística los fieles, que peregrinamos en esta vida, somos los convidados del Padre, que acoge a sus hijos en su casa y les ofrecer la comida festiva de la reconciliación y del perdón que les devuelve su dignidad perdida (cf. Lc 15, 7.10.23-24.32). Participar en este banquete es volver a recobrar nuestra dignidad de hijos de Dios.
El Corpus de este año es especialmente significativo, porque está marcado por el “Jubileo de la Esperanza”; y como “peregrinos de esperanza” necesitamos comer el alimento de vida eterna.
“Nuestra asistencia y participación es indispensable, pero es el Padre el que invita, movido por el mismo amor que le impulsa a salir a nuestro encuentro, el amor que se traduce en misericordia y se manifiesta en la alegría. No podemos, por tanto, rechazar la invitación y negarnos a entrar como el hijo mayor de la parábola (cf. Lc 15, 28-30)” (Conferencia Episcopal Española, La Eucaristía, alimento del pueblo peregrino, 22; Madrid, 4.III.1999).
Dios quiere que todos los hombres se salven; por eso es tan importante la misión que nos encomienda el Señor de llevar a los hombres de nuestro tiempo la palabra de vida y el mensaje de salvación.
3.- Jesucristo entregó su vida por nosotros en la cruz y nos dejó como prenda de vida eterna su Cuerpo y su Sangre en el sacramento de la Eucaristía. Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos, dando nuevo sentido a la vida y a la muerte. Por ello podemos afrontar la vida y la muerte con otra perspectiva desde la vida y muerte de Jesús.
El fiel cristiano, conformado con la imagen del Hijo, recibe las primicias del Espíritu (cf. Rm 8, 23), que le capacitan para cumplir la ley nueva del amor; siguiendo los pasos de su Maestro y participando en el sacramento eucarístico puede vivir la entrega diaria de amor. El pan eucarístico es alimento, es fuerza, es energía de amor.
El Señor nos pide que nos convirtamos en pan fresco para nuestros hermanos. Él se ha convertido en pan para nosotros; participar de este pan eucarístico de vida eterna, nos compromete a nosotros a ser también pan para otros; pan que se parte en pedazos, para repartirse y compartir, de modo que nuestros hermanos tengan vida y nadie muera de hambre.
Asociado al misterio pascual y configurado con la muerte de Cristo, el cristiano puede llegar por la esperanza a la resurrección. Y como dice el Concilio Vaticano II: “Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible” (Gaudium et spes, 22).
Toda la humanidad está invitada a este banquete; y toda la humanidad está invitada a vivir la salvación eterna. Nosotros hemos de ser instrumentos del Señor para compartir y para anunciar esta salvación.
4.- En esta festividad la Iglesia en España celebra el Día de la Caridad. Hay una relación esencial entre Eucaristía y caridad. La celebración de la Eucaristía tiene implicaciones socio-caritativas. El papa Benedicto nos recordaba que “cada celebración eucarística actualiza sacramentalmente el don de la propia vida que Jesús ha hecho en la Cruz por nosotros y por el mundo entero. Al mismo tiempo, en la Eucaristía Jesús nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana. Nace así, en torno al Misterio eucarístico, el servicio de la caridad para con el prójimo” (Sacramentum caritatis, 88); y damos, queridos fieles, testimonio de la caridad con los más necesitados, como misión esencial de la Iglesia. La Eucaristía lleva a la caridad, porque es “caridad”; y nos debe llevar a nosotros a ayudar a los más necesitados, tanto en el campo material, como espiritual, psicológico o social.
En el evangelio proclamado Jesús pide a sus discípulos que den de comer a la gente; y ellos se excusan diciendo que solo tiene cinco panes y dos peces. Pero Jesús «tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos» (Lc 9, 16-17).
En el Día de la Caridad estamos llamados a poner sobre la mesa lo que tengamos; nuestros cinco panes o los dos peces; lo que cada uno tenga, porque Dios no pide más; lo que cada uno pueda, para que los necesitados experimenten el acompañamiento del amor cristiano. Para que Cristo, a través de nosotros se haga presente en los más necesitados.
5.- Queremos agradecer en este Día de Caridad el servicio generoso de tantos fieles cristianos, de tantas personas de nuestras parroquias, comunidades cristianas, cofradías, hermandades, asociaciones, movimientos eclesiales, que, movidas por su fe y su amor a Dios se comprometen con los más necesitados y excluidos de nuestra sociedad.
Invitados a la Mesa del Señor le suplicamos que nos haga dignos de participar en su banquete eucarístico y nos dé fuerza para acercarnos a los hermanos más necesitados.
Esta tarde haremos la procesión de “Corpus”, acompañando al Señor sacramentado por las calles de nuestra ciudad. ¡Adoremos con alegría a Cristo sacramentado!
Y pedimos a Santa María de la Victoria, nuestra Patrona, que interceda por nosotros, para ser buenos adoradores de Cristo sacramentado y solícitos de las necesidades de nuestros hermanos, los hombres. Amén.