
A sus 26 años, estas jóvenes han decidido dar un sí al Señor y entrar a formar parte de esta comunidad de religiosas de vida contemplativa.
El viernes y el sábado el convento de Santa Verónica de Algezares (Murcia) se llenó de más júbilo del habitual con la llegada de María Navarro López y de Rut Flor de Lis González, incorporándose a esta comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara. «En ambas entradas lo que más llamó la atención fue la alegría de los familiares y amigos que las acompañaron para dar este paso en sus vidas», recuerda aún con emoción sor Leonor Sánchez, abadesa de esta comunidad; un signo de reconocimiento y apoyo a sus vocaciones.
Tras la Eucaristía del viernes por la tarde, se procedió a realizar el rito de entrada para María Navarro López. Una vez en la hospedería, se cambió de ropa con la ayuda de su madre y sus hermanas para vestir la túnica y se dirigió a la puerta reglar del convento, «llamando tres veces en nombre de la Trinidad», explica sor Leonor. Con la apertura de la puerta, y la bendición del sacerdote que la acompañaba y la de la abadesa, besó el Cristo de san Damián y el suelo del convento. A continuación, la comunidad de hermanas acogió a María con un abrazo. Con las puertas ya cerradas, se dirigió hasta el locutorio para poder recibir las felicitaciones de sus familiares y amigos, a quienes también pudo darles un beso de despedida.
El sábado por la mañana de nuevo se celebró el rito de entrada, en esta ocasión para recibir a Rut Flor de Lis González. También fue un día «muy bonito» y que se vivió con mucha emoción porque, además, su hermana profesó los votos temporales en este mismo monasterio hace tres años. En la Eucaristía recibió la bendición de sus padres como señal de apoyo a su decisión vocacional. Otro de los momentos destacados fue cuando besó la cruz con el Cristo de san Damián: «Normalmente, es la última hermana que ha entrado la que ofrece la cruz como señal de acogida, pero en este caso la comunidad vio oportuno que fuera su hermana Ester la que se la entregara; fue un gesto muy bonito», destaca la abadesa.
Vidas entregadas al Señor
María y Rut, a sus 26 años ambas, empiezan ahora una etapa como postulantes, un tiempo de adaptación a esta nueva vida que comienzan, y de preparación antes de pasar al noviciado en esta comunidad de la que ya forman parte, con las recientes incorporaciones, un total de 16 hermanas. «Para ser de nuestra comunidad solo hace falta que Dios te llame y, desde ahí, abrirte un poco a la llamada», asegura sor Leonor Sánchez. «Siempre animo a no tener miedo, a abrirse a la posibilidad, porque esta es una forma de vida bella, una opción más de tantas que hay».
En los últimos dos años las Hermanas Pobres de Santa Clara del convento de Santa Verónica de Algezares han aumentado la comunidad en cinco hermanas. «Es una etapa muy bonita la que estamos viviendo y una bendición; estamos contentísimas al poder ver cómo el Señor sigue llamando y cómo hay almas generosas que siguen respondiendo a la llamada».
Una vocación a la que ha querido dar respuesta María Navarro López. Natural de Caravaca, es la segunda de siete hermanos, estudió Magisterio y ha ejercido su profesión en diferentes centros educativos. Ahora se siente «muy tranquila, súper contenta y en paz con la decisión y la nueva vida» que comienza tras su reciente incorporación a esta comunidad. María conoció a las hermanas pobres en el camino de Santiago el verano pasado y la invitaron a participar en la convivencia anual que realizan en su casa de Algezares. En esa visita –confirma– pudo encontrarse con Dios y decidió empezar el periodo de acompañamiento. «Empecé a estar mucho más alegre, supe que debía hacer una experiencia junto a ellas y descubrir si mi casa estaba aquí. Fue entonces cuando lo vi claro y, aunque parezca un cambio de vida radical, una decisión valiente, cuando Dios te llama es todo mucho más fácil y tienes la fuerza, porque es lo que te hace feliz», asegura la nueva postulante.
Rut Flor de Lis González siente que durante muchos años no quería ver que el Señor la estaba llamando, «en un tira y afloja» sin dejar de llamar. Se graduó como técnico en Educación Infantil y también ha trabajado como fotógrafa e ilustradora. Confirma que la inquietud por esta vocación la ha tenido siempre, «aunque también otros proyectos como el matrimonio o ser madre». Cuenta que hace un año «no le encontraba sentido a la vida». Decidió participar en un encuentro de chicas jóvenes y así le abrió la puerta al Señor: «Con la oración en intimidad sentí la mayor demostración de amor y, poco a poco, he ido descubriendo esta llamada; esta ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida». Una nueva etapa que empieza con ilusión.
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